Título: EL AMOR TAL VEZ
Autor: Clumsykitty
Género: Yaoi con toques de aventura y otras incoherencias, producto de la falta de azúcar.
Parejas: Las que se dejen –no es mi culpa si no quieren estar juntos-.
Disclaimers: ni modo, Yu Gi Oh no es mío u.u
Feedback: Lo agradeceré eternamente.
Nota clumsykitty: Bueno... aquí vamos...
Melodía de la danza (por aquello de que si la hayan escuchado)
Shammar
Letras
Porcelain, Moby
Precious, Depeche Mode
(clumsykitty orando de rodillas para que las piedras que llevan su nombre sean misericordiosas con su cuerpecito)
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Können herzen singen
Kann ein herz zerspringen
Können herzen rein sein
Kann ein herz aus stein sein
……………….. Links 2 3 4, Rammstein.
CAPÍTULO 18. SETH
Los murmullos de los invitados aumentaron, mientras se reunían alrededor del círculo hecho por Sniffle. Joey fue empujado por Angie hasta quedar dentro del espacio.
-Nun liebe kind, gebt fein acht (i) –murmuró la rubia, antes de desaparecer entre las sombras.
Joey miró a todos lados, buscando una pista que le dijera que estaba ocurriendo. Una sola lámpara del techo fue encendida, su luz pegó de lleno en el centro. El rubio se giró para mirar, dejando escapar un jadeo de sorpresa al ver que una figura ya estaba en el centro, iluminada por la blanca luz. Una muy conocida figura que se cubría de un fino manto blanco y bordes dorados que le daba la espalda. Seto. Más murmullos se escucharon y después se hizo el silencio.
Un arpa se escuchó débilmente. El volumen de sus cuerdas subió de tono como si proviniera de tiempos remotos. Música egipcia.
Lenta, pausadamente, la figura se despojó de la túnica.
Joey, boquiabierto, no evitó la sonrisa en sus labios cuando un par de orejas de gato brotaron libres de entre unos alborotados mechones castaños. Los ojos del rubio bajaron al cuello adornado por una gargantilla dorada, un par de finos aretes con forma de flor de loto, colgaban graciosos. El torso del ojiazul estaba envuelto en tela púrpura, con una cadena de oro de la cual se vislumbraba un delgado pectoral. De su cadera colgaba un ancho cinturón donde resaltaba una larga y peluda cola de gato. La tela del faldón era muy amplia y plisada. Los brazos de Seto, adornados con brazaletes de aros articulados, muñequeras y anillos; se levantaron en posición de escuadra para luego moverse al ritmo de las cuerdas.
Con un suave paso, Kaiba se giró.
El sistro inició la marca del ritmo.
Los ojos azules de Seto se clavaron en Joey.
El arpa trinó junto con el sistro al mismo tiempo.
Como el ondular de una serpiente, todo el cuerpo del castaño se unió a la danza de los brazos.
Las pupilas de Joey se dilataron al admirar el movimiento, su vista recorriendo toda la piel del ojiazul, deleitándose con el desnudo y discretamente marcado abdomen que se movía seductor.
Un bamboleo de caderas, acompañado de un paso corto pero veloz que hizo volar el faldón como una ola. Manos serpenteando al aire.
Joey volvió sus ojos a aquel mirar cerúleo tan penetrante, hipnotizado por un lento parpadeo de unas gruesas pestañas negras como el khol que delineaban los felinos ojos.
El siseo del arpa.
El olfato del rubio percibió el aroma del incienso y la mirra. Sus oídos escucharon un rumor lejano de olas tranquilas y el canto de grullas entre bramidos lentos de hipopótamos. Su piel fue acariciada por un suave calor del ambiente.
La Corte del Faraón.
Seth danzaba como guiado por una fuerza divina, sus movimientos eras tentadores y perfectos; recorriendo en suntuosos giros alrededor del fuego encendido en un enorme pebetero circular de la sala hipóstila. Toda la Corte sentada en coloridos cojines a lo largo del gran vestíbulo del trono, atendidos por esclavos, algunos de los cuales les refrescaban con abanicos de plumas blancas. Los soldados, altos y feroces, dispuestos en cada pilar decorado con oro, jaspe y lapislázuli; entre bellos bajorrelieves de los dinteles. Al fondo, anchos pero bajos escalones tapizados con pieles finas y telas exóticas, donde descansaban tesoros y tributos ofrendados; un par de leopardos reposaban. Sus cuellos adornados con collares de oro y unidos a una larga cadena que se enredaba a uno de los brazos de la silla labrada del Faraón Atemu.
Los músicos, apostados en un extremo lateral, tocaban el arpa, haciéndola vibrar. La flauta silbaba en armonía con ésta, a la par de la chirimía, siguiendo el ritmo religioso del sistro. Algunos pavo reales caminaban entre la Corte, que observaba sin mucha atención al Alto Sacerdote; pero Seth seguía bailando más para si mismo que para complacencia de los presentes. Se movía sensual, magistralmente. Joey se preguntó como podían ignorar algo así. Aquel cuerpo alto y delgado, vestido en lino blanco, cuyos pliegues se ondeaban al mando de la danza. Las manos adornadas con sortijas de oro y plata, grabadas con los símbolos divinos del escarabajo, el halcón, la serpiente y el Ojo de Ra. Sus muñecas ostentaban oro engastado, decorado con cornalina. Un brazalete de cuentas y otro con aros con la cabeza de la cobra divina, de ojos de turquesa. Un fino y tejido pectoral esmaltado y repujado al igual que la diadema que lo señalaba como el Alto Sacerdote que era. Sus aretes con incrustaciones discretas de lapislázuli. Una visión sagrada del linaje de los Dioses.
Un rugido felino. Los delgados y finos dedos abanicando antes de formar el símbolo divino como un mudra sagrado. Cuerdas llamando a los Dioses a contemplar la danza.
Nut. Seth ondulándose con delicada gracia. El origen de todo, las estrellas de las almas que iluminan los cielos. La vida, el movimiento. Un paso deslizado, brazos cayendo al suelo. Joey dando un paso inseguro pero deseoso de tocar aquella figura. Los ojos violetas del Faraón levantándose hacia él, observándolo en silencio.
La flauta canta sola, una oración de la creadora de los Cielos. El piso de mármol recibiendo al Sacerdote que se inclina ante el firmamento divino. Un débil jadeo. Un estremecimiento eléctrico recorriendo la espalda, anunciando el deseo naciente.
Atum. La espalda del Sacerdote haciendo un arco para levantarse. Fuerza y principio vital. La semilla de la creación que nace del placer. Hombros que suben y bajan como el navío que ondea en el Mediterráneo. Joey acercándose un poco más, sin importarle que la Corte le mire, solo queriendo tocar a Seth, levantando un brazo hacia él.
Pequeños toques del sistro como el dios susurrando al cuerpo inerte para inflarle de vida. Manos que extienden sus dedos como abanicos que se mueven en el aire. Una respiración que se vuelve pesada, grandes exhalaciones. Un gemido excitante. Piel encendiéndose.
Apis. Un giro lento y otro apresurado, brazos siguiendo un mismo movimiento. Vigor. Voluntad. Equilibrio. Éxtasis del cuerpo que los Dioses obsequiaron al hombre para su regocijo. Palmas extendidas al cielo, unos pies cruzándose. El Faraón tomando una copa y bebiéndola lentamente sin dejar de observar a Joey cuya vista no de despega del Alto Sacerdote.
Las notas se unifican, un mismo compás. Un grito poderoso que inunda los sentidos y embriaga el alma. Un erótico ronroneo, el deguste de los besos ansiosos con el sabor de todas las mieles. Contorsiones de brazos y piernas en perfecta armonía.
Mut. Cabellos castaños cayendo graciosamente al inclinarse al suelo, un contoneo de cadera. Delicia carnal para un apetito espiritual. La celebración de la esperanza forjada en el encuentro sexual. Vueltas acompasadas de un fino y largo cuello a la par de unos pasos. Joey aproximándose más a Seth, pero éste escapando travieso de su toque. El soberano sonriendo divertido.
De nuevo el sistro comienza la melodía. El vuelo del éxtasis, dejando la cordura y la razón por la locura del deseo. Una media vuelta y una ondulación de torso, palmas unidas. Jadeos y gemidos, el cuerpo vibrando ante el goce. Un beso largo y profundo.
Isis. Finos pies oscilando al avanzar despacio en una línea. El amor de la diosa que brilla glorioso en cada corazón. Pasión eterna. La espera ansiosa del amante que retorna hacia el cariño sincero. Manos serpenteando, uniéndose y separándose en escuadra. Un pavo real paseando frente a Joey, impidiendo su caminar hacia el Sacerdote que continúa danzando.
Una sola cuerda del arpa trina majestuosa. La risa que tienta a ser amada tiernamente. Un grito errático y una lengua probando el sabor de una piel cálida. Satisfacción del encuentro. Seth extendiendo sus brazos a lo largo, que luego bajan a sus caderas con infinita paciencia.
Bastet. Un exquisito vientre bamboleándose. El calor del fuego divino. La provocación sexual y predadora como la felina diosa. La piel que se estremece al ser devorada por los labios del deseo, rozándose y uniéndose con otra piel en igual pasión. Los ojos de Joey por fin encontrando los azules de Seth, que brillan de emoción y júbilo. Invitando, tentando. Así como sus labios que se abren seductores para dejar entrever una lengua traviesa apenas rozando los delgados labios.
El sistro y el arpa llaman, invocan; proclamando un rumor de amantes, murmullos de amor. Danza de pies, formando medios círculos antes de dar pequeños giros sobre su eje. Manos conociendo y acariciando, almas fusionándose. Gemidos de placer, oleadas de erotismo creciendo más y más.
Hathor. Los párpados delineados se cierran al tiempo que Seth se inclina hacia atrás, ofreciendo un terso cuello a la vista. El brote del clímax a través de la sangre que cede por completo al deseo y éxtasis. Gloria del amor y el sexo. Los largos dedos recorriendo la figura del Alto Sacerdote. Joey mirando de reojo al Faraón, quien le asiente con una sonrisa, extendiendo su copa hacia él.
Compás suave pero poderoso, como la unión de dos cuerpos. Su vaivén, sus caricias y sus besos estallando de gozo al fundirse como un solo corazón. Seth abriendo sus ojos a Joey antes de volverse de espaldas, serpenteando su cadera y sonriendo provocativamente.
Joey ya no resistió tanta tentación. Caminando con firmeza hasta el ojiazul, de un tirón lo atrajo hacia sí para besar sus labios, demandando con su lengua la entrada a una boca con sabor a miel y especias. Embriagándose del aroma de su cuerpo, de lirios y perfumes exóticos; enterrando sus dedos en los sedosos cabellos rociados de agua con el olor de las flores de Egipto. Una de sus manos acariciando aquella piel delicada y suave, gracias al aceite perfumado.
El rubio dejó los sonrosados labios para buscar y lamer el cuello delgado, chupando un poco de esa piel, jugueteando con una oreja. Apretó más aún el esbelto cuerpo mientras recorría con sus labios la mandíbula fina, saboreando una vez más a esa boca exquisita de la cual no se saciaba, enredando con su lengua la otra tímida, ahogando un jadeo del castaño.
Los sentidos de Joey parecieron despertar de su ensueño, percatándose de un extraño silencio rodeándolos por sobre una música de fondo. Un sonido conocido le hizo abrir sus ojos. Angie les había tomado una foto con Wanda, otras cámaras de sus amigos le imitaron. Las luces se habían encendido por completo. Aturdido, miró a su alrededor como buscando los rastros de su extraña visión, topándose solamente con miradas burlonas, extrañadas, confundidas y maliciosas. Sus ojos cayeron en quien tenía en brazos. Seto jadeaba, tratando de tomar aire debido al apasionado beso que acababa de recibir. Sus ojos lucían un poco nublados pero le miraron extrañados cuando Joey empezó a soltarle.
Algunas risas alcanzaron los oídos del rubio, quien parpadeó confundido pero aún más temeroso, respirando agitadamente. Frente a ellos, entre la multitud, estaba un satisfecho Atemu.
-¿Por qué haría eso?... –escuchó que alguien murmuró.
-Tal vez no le gustó como bailaba…
Joey se volvió al castaño, encontrando aquella mirada que hace largo tiempo le provocara tantas emociones. Esos ojos azules puestos en él, esperando fervorosos una respuesta que el rubio le negó en aquél entonces…
-¿Joey? –le llamó Kaiba, recuperando el aliento.
Éste le soltó por completo, ruborizado. Sus ojos miraron a ambos costados antes de que saliera de la fiesta, corriendo. Más risas se dejaron oír. La música egipcia fue cortada a una seña de Angie a la DJ y otra entró en su lugar, subiendo de volumen, para distraer a todos. Algunas parejas comenzaron a bailar. El ojiazul caminó fuera del área del baile, sin apartar la vista de donde Joey había huido, ignorando las últimas miradas sobre su persona, así como los murmullos.
In my dreams I'm
dying all the time
As I wake its kaleidoscopic mind
I never
meant to hurt you
I never meant to lie
So this is goodbye
This
is goodbye
-¡Demonios, Kaiba! ¡Qué maldita danza! ¡Hasta tuve una erección por tu culpa! –la estruendosa voz de Bakura le sacó de sus pensamientos.
-Púdrete.
-Vamos, vamos. No seas así, Sacerdote, has hecho algo muy inesperado pero que viene como anillo al dedo en este momento.
Los ojos azules de Seto se clavaron en el Ladrón de Tumbas, como queriendo descifrar sus palabras.
Tell the truth you
never wanted me
Tell me
-¿Qué han hecho?
-Trampa, primito del Faraón, trampa para que te quedes con tu cachorro.
-Tienes cinco segundos para explicarte.
-Espera un poco, Seto y lo comprobarás con tus propios ojos –Atemu se unió a ellos.
-Quiero saber…
-Escúchalo, Kaiba –intervino Bakura- Esta vez el bueno para nada del Faraón tiene razón.
-Ustedes dos son un par de fenómenos. Es mejor que busque a Joey.
-Shh, tranquilo, Setito. E. S. P. E. R. A.
-El poder de los Dioses está apunto de manifestarse, Seth –habló el tricolor.
El castaño le miró con seriedad, frunciendo el ceño. Dio un suspiro manso y Atemu le sujetó una mano para darle un apretón amistoso antes de dirigirse al Ladrón de Tumbas.
In my dreams I'm
jealous all the time
As I wake I'm going out of my mind
Going
out of my mind
-¿Cuánto le tomará?
-Poco –respondió el albino con un gesto de la mano.
-Esta vez…
-¡Ay, por amor a Ra! ¡Aliviánate, Faraón! Estamos hablando de profesionales y no amateurs como tú.
-Joey me necesita –dijo en un susurro el ojiazul.
-¡Arf! Uf. Arf. ¡Arf! –se escuchó un ladrido detrás de ellos.
Los tres se volvieron hacia Sniffle.
-Uf. Af. Uf. Wurf. Uf.
-Tú si sabes, mi amigo –comentó el Ladrón de Tumbas, riendo ante el collie.
-¿Entiendes lo que dice? –inquirió Seto.
-¿Qué no lo oyes? Dice que el tiempo traerá de vuelta al verdadero Joey y que eres tú, Sacerdote, la luz que le guiará hacia el camino correcto.
-Arf. Wuf. Af. Af.
-Eres de los míos, perrito, ¿Cuál es tu nombre?
-Uf. Af.
-Sniffle, qué peculiar.
-Tres fenómenos –observó el ojiazul, intercambiando una mirada con el Faraón.
-Uf. Uf. Uf. Af. Arf.
-¿Quién eres realmente? ¿Cómo es que sabes eso? –Bakura se cruzó de brazos, su mirada cambió a una inquisitoria- Esperen un momento, voy a pedirle a Ryou que me devuelva la pistola. Este perro echará a perder nuestros planes si sigue abriendo el hocico…
-¿Af?
El Ladrón de Tumbas se retiró mientras Seto volvía a mirar hacia esa puerta trasera que vio desaparecer a su cachorro. Angie le estaba observando, y dejó a Wanda en manos de Lucy para ir tras el rubio y traerlo de vuelta, no sin antes decirle dos que tres cosas. Sin embargo, a mitad de su camino la detuve un muy angustiado Mike.
-Angie, necesito de tu ayuda.
-¿Qué sucede, Mike?
-Es Rupert, se ha separado de mi y no lo encuentro por ninguna parte de la bodega. Temo que se haya ido hacia los muelles.
-¿Por qué te haría algo así?
-Oh, no lo sé. Le dejé ir por un vaso de refresco, pero cuando volvió a comenzar el baile ya no regresó. Nunca había hecho esto… Ayúdame, por favor. No quiero que algo malo le pase.
-No te angusties, Mike. Voy a pedirles a los demás que nos auxilien.
La rubia buscó con la mirada a Serenity y fue a su lugar para contarle lo sucedido. Ésta y Tristán se ofrecieron a ayudarlos; mientras el joven iba a decirles a Mai y Duke, Serenity hizo lo mismo con Tea y Sergei. Solomon notó sus rostros preocupados y corrió a preguntarle a Serenity. Una vez informado, regresó con Yugi y Rebeca a quienes les pidió unirse a la búsqueda del adolescente. Todos salieron de la bodega.
Precious
and fragile things
Need special handling
My God what have we
done to you?
We always try to share
The tenderest of
care
Now look what we have put you through
Mientras tanto, Atemu, quien también había notado sus movimientos, se fijó de lleno en Yugi, el cual caminaba hacia la entrada principal, solo. Estaba apenado con el joven duelista y sentía una amarga resignación verlo sonreír y bailar con la nieta del Doctor Hopkins como si él no existiera. Su corazón le decía que Yugi estaba decepcionado de él y buscaba ahora consuelo en la chica. Pero tenía que saldar ese asunto entre ellos si pensaba seguir con sus planes con Marik.
-Disculpa, tengo algo que hacer –le dijo a Seto.
Things get
damaged
Things get broken
I thought we'd manage
But words
left unspoken
Left us so brittle
There was so little left to
give
Angie se acercó al ojiazul poco después de que éste se quedara solo.
-Mi niño, ha surgido un grave problema. No te puedo ayudar a busca a Joey, pero te puedo decir que me figuro a donde fue a parar. Últimamente le ha dado por ir a esconderse entre los barcos pesqueros. Búscalo ahí.
La rubia le envolvió con su manto, como si fuera un chal. Tomó su rostro entre sus manos para darle un beso pequeño.
-Ve por él, gatito de ojos azules.
-Af. Af. Uf. Af.
Angie se fijó en Sniffle.
-Tú, ven conmigo. Necesito de tu nariz.
-Uf. Af. –Sniffle lamió suavemente una mano de Seto antes de ir tras la rubia- Arf. Wuf. Uf. Af.
Tomando aire, Kaiba salió por la puerta trasera con paso vivo.
-¿Cómo es eso de que todo volverá a comenzar, Sniffle? –preguntó Angie.
-¡Arf!
Angels with silver
wings
Shouldn't know suffering
I wish I could take the pain for
you
If God has a master plan
That only He understands
I
hope it's your eyes He's seeing through
El Faraón habló con Marik antes de ir tras las huellas de Yugi, quien recorría uno de los largos pasillos que rodeaba a la bodega, llamando a Rupert. Al toparse de frente con Atemu, se dio media vuelta con sumo desprecio. El tricolor se apresuró a detenerlo, posando una mano tímida en su hombro.
-Espera, Yugi…
-¡No me toques! –gruñó el joven, zafándose de la mano como si fuera la peste.
-Yugi, yo…
-¡No te atrevas! –le cortó Yugi, quitándose la visera de kuribo abruptamente. Sus ojos estaban rozados.
Atemu sintió un nudo en la garganta.
-Yo…
-¿Piensas que voy a creerte? ¿Después de lo que vivimos en el Inframundo? ¿Después de… -Yugi se detuvo ante el recuerdo de aquella noche con el tricolor.
-Déjame hablar…
-¿Para qué, Faraón? –el nombre hizo respingar a Atemu- Está más que claro que te gusta jugar con los sentimientos de las personas. ¿Vienes a decirme que te gusta Marik? No era necesario, ya me lo demostraste muy bien. Son tal para cual.
-Por favor, Yugi. Marik no tiene nada que ver. Él y yo…
-¿Sí?
-… vamos a casarnos…
-¿QUÉ? –Yugi ya no contuvo las lágrimas.
-Lo… siento…
-¡Tú no sientes nada! ¡Eres un malnacido! –le gritó a la cara- ¿Cómo pudiste hacerme esto? ¡TE ODIO!
Yugi comenzó a golpear el pecho de un cabizbajo Faraón que estaba haciendo un titánico esfuerzo por no llorar, recibiendo los golpes del joven en crudo silencio.
-¡TE ODIO! ¡TE ODIO! ¡TE ODIO! ¡TE ODIO, ATEMU!
Éste cerró sus ojos cuando Yugi se dejó caer al suelo con un llanto desconsolado. Pero aún faltaba más.
-Perdóname, Yugi. Lo que pasó fue un error de mi parte. Un error fatal. Nunca quise hacerlo. Te falté al respeto. Sólo me dejé llevar por una idea falsa sobre nosotros, aibou.
-No me llames así –siseó Yugi, levantando su rencorosa mirada hacia Atemu.
-No quiero que me guardes odio. Te pido perdón por haberte tocado y tal vez, como tú dices, burlarme de tus sentimientos, haciéndote creer algo que no era.
-Marik ya te convenció a la perfección –replicó con ponzoña el otro- Seguramente con él si dormiste en su cama, ¿no es así?
-Yugi –el Faraón aspiró aire para calmarse- Te repito que Marik nada tiene que ver. Si quieres acusarlo de algo, será de amarme. Pero no ha levantado un solo dedo contra tuya.
-¡Mentiroso!
-Tú esperaste algo de mí que no puedo darte. Algo que no era para ti. No pienses que no lo mereces, Yugi, sino que no era a ti a quien estaba destinado.
-¡Yo te amo!
Atemu le miró con sumo dolor.
-Voy a casarme con Marik…
-¡Ya no quiero escucharte! ¡Ya no quiero verte! ¡Debiste morir para siempre!
Things get
damaged
Things get broken
I thought we'd manage
But words
left unspoken
Left us so brittle
There was so little left to give
El tricolor dejó que Yugi llorara un largo tiempo antes de volver a hablar. Sus ojos violetas no dejaban a aquel joven disfrazado de su carta más querida, después de sus Magos Oscuros y curiosamente representaba toda la inocencia y pureza de corazón de Yugi.
-Eres tan frágil y precioso a mis ojos, aibou. Sé que te he dejado con una cruel herida. Por más que lo deseé con toda mi alma no pude evitarte el dolor que ahora sientes. No deberías pasar por esto. Te juro por Ra que nunca fue mi intención. Las palabras no alcanzan para decir lo que siente mi corazón. Yugi, yo te pido perdón de todo corazón. Te suplico que no le guardes rencor a Marik. Quise cuidarte y protegerte siempre, aibou. Siempre. Así te pido que me recuerdes. Sé que en este momento no puedes darme tu clemencia, lo sé; espero que en un futuro lo hagas. Que en tu corazón nazca una luz para mi perdón. Te deseo la mayor felicidad y amor del mundo. Eres especial y único, Yugi. Cambiaste mi vida y te lo agradezco. Gracias por todo, aibou. Lo fuiste todo para mí; ahora te dejo para que encuentres la dicha con Rebeca. Tú siempre estarás en mi corazón aún si el tuyo no tiene lugar para mí. Adiós, Yugi.
Atemu se dio vuelta, sin darle tiempo a Yugi de contestar. El joven le vio caminar hacia los muelles, con la luz de la luna sobre él. Lágrimas sin cesar rodaban por sus mejillas mientras observaba la figura del Faraón de hombros caídos perderse hacia los muelles. Esa sería el último recuerdo que tendría de su Yami con vida.
Jamás le volvería ver.
I pray you learn to
trust
Have faith in both of us
And keep room in your hearts for
two
Things get damaged
Things get broken
I thought we'd
manage
But words left unspoken
Left us so brittle
There was
so little left to give
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Sniffle corría tratando de localizar el rastro de olor de Rupert entre la infinidad de aromas en el muelle. Pescado, gasolina, sal, aceite… Iba de aquí para allá, con la nariz rozando el suelo de madera. Levantó su hocico al oír acercarse a alguien. Sacó su lengua, levantando sus orejas y meneando feliz su rabo. Una mano acarició su cabeza.
-Veo que has sido un buen perro, Sniffle. Has cuidado de tu Ángela muy bien y juntos se han topado de nuevo con el amor verdadero, ¿no es así?
-¡Waf!
-Eso es, chico. ¿Te gustaría ayudarme?
-¿Uf?
-Claro que puedes hacerlo.
-Af. Uf.
-Porque el tiempo es el cuerpo de la divinidad y todo entonces ha sido antes de serlo después, siendo tal vez lo que no. Ha llegado la hora de unir lo que Ra ha bendecido desde el Principio.
-¿Af?
-Así será, Sniffle. Ahora quiero que vayas a buscar a todos los niños. Llévalos lejos de aquí, pues pronto las arenas del tiempo regresaran a donde todo comenzó para que vuelva a ser lo que será.
-¿Waf. Af. Af?
-Por supuesto que puedes observar, después de todo, ¿no eres acaso un Centinela?
-¡Uf!
-Je, je. Anda, hazme este favor. Cuando regreses, verás mis maravillas.
-¿Waf. Uf?
-¿Yo?... jeje… yo… soy el Amo del Tiempo… (ii)
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Un perro gigante estaba sentado en la orilla del muelle, con un costado recargado contra uno de los postes gruesos de madera que servían de soporte; cerca de un gran barco pesquero que se encontraba apostado ahí. Los hombros se le estremecían a la par de sus sollozos. Una peluda y gorda pata se acercó a su rostro para limpiar sus lágrimas.
Joey no se sentía ni remotamente seguro para estar con Seto. Cada vez que lo tocaba podía percibir claramente el dolor nacido de un cruel pasado en el ojiazul. Su relación había comenzado mal desde el principio y fue haciéndose cada vez peor hasta el punto de llevar a la muerte a Kaiba. En cada oportunidad de remediarlo ponía más dolor de por medio. Realmente no consideraba un regalo de los Dioses el hecho de que el castaño se enterara de todo lo habido y por haber en su alma. Mucho de eso era culpa y remordimiento de no saberse lo suficientemente valioso para nadie.
¿Cuánto había sufrido Seto por ese pensamiento?
Abrazándose a si mismo, el rubio comenzó a mecerse. Amaba con todo su ser a Kaiba pero como una cuchilla de doble filo; por ello experimentaba su angustia, su desesperación, su tristeza. Seto era de admirarse, se aceptaba con todo lo que su persona tenía, pasando por encima de su pasado y sus fantasmas para ver hacia el futuro. Él, en cambio, se ataba a un recuerdo que no le dejaba ni un solo instante. Y entre más tiempo estuviera con el ojiazul, más fuerte se volvía la memoria. Todo esfuerzo por olvidarlo era en vano, pues el nacimiento de su cariño; paradójicamente, se encontraba en ese penoso instante.
Se sentía como un verdadero perdedor, sólo dejándose llevar por la lujuria o los celos; en vez de mostrar aquel respeto y cariño que Seto merecía –y necesitaba-. Todos se habían dado cuenta de la clase de perro que era con la escena en la bodega. El ojiazul había danzado para y por él, haciendo a un lado el que dirían sobre su persona. Haciendo a un lado las fastidiosas figuras de Pegasus y Siegfried. Haciendo a un lado su propio orgullo con el único propósito de que le viera hacer lo que nunca en sus cabales hubiera hecho por alguien más.
Le amaba tanto que podría hacer a un lado su propio dolor con tal de estar a su lado.
Pero Joey se sentía muy triste y desesperado. Era como estar atado a un ancla que se hundía más y más en mar por mucho que luchara para salir a la superficie. De todo corazón deseaba un milagro que sanara tanto la vida de Seto como la suya de aquel dolor nacido en el Parque de Ciudad Domino. Daría lo que fuera por empezar de nuevo a partir de ahí.
Joey hizo un recuento de todo lo que había vivido desde que conoció a Seto.
Primero, se habían conocido por el duelo de Yugi con el castaño, y sus primeras peleas nacieron de su rivalidad, aunque Seto había cautivado su corazón con aquellos penetrantes ojos azules. A propósito le hacia rabiar para captar su atención y tener por unos instantes ese mirar frío y egocéntrico sobre su persona. Se convirtió en una droga que necesitaba para vivir. Pero el ojiazul se veía muy distante en sus sueños de adolescente. Era rico, inteligente y apuesto, Joey no tenía que ofrecerle si repartía periódicos para estudiar y comer, con un padre alcohólico y abusivo que le daba más problemas que cariño. Sus duelos, ya fueran de palabra o de cartas, eran su momento de utopía donde por breves segundos visualizaba una idea efímera de amor.
Entre sus sollozos, Joey se rió tristemente al recordar como leía los periódicos que repartía para enterarse de todo lo que se dijera sobre Seto y su compañía. Escuchar de las personas los chismes o rumores. Memorizar lo que Yugi decía de los hermanos Kaiba. Grabar en su corazón todo lo que el ojiazul confesara, como si con ello hubiera podido develar el alma del dragón. Sus aventuras en tantos duelos y conocer el pasado de Seto como antiguo sacerdote, dueño del Cetro del Milenio y primo del mismísimo Faraón le hicieron ver que lo suyo era un sueño imposible.
Entonces ocurrió ese encuentro en el Parque donde su mente se colapsó, violentándose como lo hacía su padre con él para descargar su frustración. Huyendo como un cobarde al morirse de miedo por sus horribles acciones.
Los ojos del rubio contemplaron meditativos el suave ondeo del mar entre el barco y el muelle, uqe reflejaban la blanca luz de la luna. Realmente toda su vida cambió a partir de esta tarde de fin de cursos. Se volvió temerario como nunca para huir de sí mismo. La fotografía le apasionó por grabar con una lente momentos invaluables para recordar y le hicieran olvidar sus penas. Se descubrió talentoso, astuto y fuerte pero ya era tarde. El daño estaba hecho. Las lágrimas de Seto le perseguían a todas partes. Aún ahora lo hacían porque el castaño seguía sufriendo por él.
Una gaviota graznó al volar brevemente, Joey levantó su vista al oírle. Su regreso a Ciudad Domino fue como un tsunami en la vida de Seto. Era cierto, había gozado mucho el cortejarle y hacerse amantes, aunque la culpa que cargaba a sus espaldas era cada vez más pesada al mentirle –u omitirle- al ojiazul sobre su "pecado". El rubio deseaba recuperar ese valor que tuvo para pelear contra el Faraón por el amor de Seto. Esa determinación que hacía reír y hacer feliz a su amante, no importaba que fueran breves momentos.
Pero se había equivocado, planeó su vida sepultando otra, la real. Al final, ese amor le arrebató la felicidad y la esperanza de vivir a Kaiba. Y él deseaba con todas sus fuerzas de su alma poder enmendarse. Empezar de nuevo, como si nada hubiera ocurrido y poder adorar, cortejar y amar a Seto hasta el fin de los tiempos.
De todo corazón lo deseaba.
Joey se llevó sus peludas patas a su rostro, llorando desconsolado. Seto estaba a su lado pero ambos se encontraban tan distantes. Quería regresar a su corazón sin más penas, pero ya no sabía como hacerlo.
Sólo se hundía y hundía en el dolor.
-¿Joey? –la tierna voz de Rupert le llamó metros atrás, sus pasos trabajosos se acercaron a él…
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(i) "Ahora, querido niño, presta atención"
(ii) Esta es una idea sacada de una película animada de origen francés, "Los Amos del Tiempo", recomendable y si alguien ya la ha visto, me la podrá explicar… :P
