FIC
Touch Down Al Corazón 7
Por Mayra Exitosa
- Robert, creo que ella sospecha algo, jamás me había dicho su plan de… irse a Ohio. ¡jamás!
- Estefany ella dijo que recibió la mejor beca en Ohio. Si su acta de registro de nacimiento es de allá, debieron pensar que ella tenía hogar o familia y… nadie tapa el sol con un dedo.
- ¡Oh Robert! Cuando Candy lo sepa yo… me moriré si ella me odia.
- Ella te ama, le dijiste la verdad, su padre murió antes que naciera, por eso eres madre soltera. Tu esposo nunca lo fue y… no has querido aceptarme, pero ella sospecha que… entre nosotros. El rostro ruborizado de la madre de Candy, hacía reír al chef y socio del restaurante. Robert siempre había visto en Candy a una hija, y aunque no era su padre biológico, en emergencias él siempre había estado a su lado. Candy lo sabía y si su madre no quería que vivieran juntos era por sus temores, por estar siempre su hija y ellas solas contra el mundo. Hoy su hija estaba en la ciudad que la vio nacer y aunque Candy tenía su propio secreto, Fanny temía por el secreto que ella siempre había ocultado a su hija.
Para Albert la inquietud y la duda la guardaba en su corazón, tenía que confiar en su novia, aunque estaba a mas de seis horas de distancia, eso no los separaría jamás, se amaban y eso lo tenía muy claro. Lo que no tenía claro era todo lo que estaba sucediendo. Candy se había ido a una universidad de menor nivel en medicina, de beca al cien, pero eso mismo le había ofrecido la universidad de Chicago. ¿Por qué la distancia? ¿Por qué el silencio? ¿Por qué no le dijo que no recordaba nada de su primera noche? Muchos porque y sin respuestas…
- ¡Andrew! ¡Concéntrate!
- ¡Si Coach!
Candy por su parte iniciaba los tramites y los estudios, aun no se presentaba a entrenar, y alegaba estar poniéndose al corriente con su reciente ingreso. Un maestro la miraba insistente, ella se apenaba y el hombre mayor preguntaba al titular del grupo sobre ella, a quien solo mencionaba su nombre. Incomodo no podía dejar de admirar a la pequeña rubia, pero Candy se sentía descubierta, el rubor teñía su rostro y trataba de tomar aliento, hasta que, al levantar la mirada, el bueno hombre ya se había marchado y soltaba la respiración.
Leer los comentarios en el celular, notando que Albert le mandaba grabaciones y llamadas, ella le devolvía con amor cada una de ellas mostrándole todo lo que ya sentía por él, recordándole que pronto estarían juntos y que sería una chica excelente en sus estudios.
- Recuerda que te amo y estarás en mis pensamientos todo el tiempo, Albert. En mi corazón siempre serás solo tu y cada partido lo buscare en la televisión universitaria, así que… no me hagas sufrir y gana, porque estaré emocionada por cada campeonato.
La grabación era escuchada y el olvidaba todo con escuchar la sinceridad de su voz. Suspiraba y se marchaba a clases, no podía imaginarla tan lejos, pero se verían para las fiestas navideñas y eso sería muy pronto y buscaría tener un departamento para estar juntos, cuando ella viniera a ver a su madre en Chicago, ya vería como buscar algo para ir a visitarla y darle una sorpresa, porque estar tanto tiempo separados sería demasiado.
Una tarde Candy se mareaba y aquel profesor que tanto la admiraba, al atrapaba en el viento, elevándola en sus brazos y llevándola a la enfermería.
- La chica esta embarazada, profesor Mc Allen
- ¡Pobrecilla! Le llamaré a mi esposa, para que venga y la ayude.
- ¿Su esposa? Tenemos psicólogos y trabajadores que se harán cargo.
- Lo siento, tiene razón. Es solo que… desde hace semanas que la vi, me recuerda a alguien y… nada me gustaría más que mi esposa la viera y me dijera a quien me recuerda.
- Eso no es correcto. Pero estoy segura de que estará, muy agradecida, ella es una atleta de alto rendimiento, que bien que no han iniciado sus actividades, hablare con su entrenador para que se encuentre al tanto de su situación, por ahora dejémosla descansar, está agotada.
El profesor salía y llamaba a su mujer, comentando que una alumna de la universidad estaba embarazada y se había desmayado, pero la esposa ocupada ignoraba la emoción de su marido y simplemente le decía que dejara que se hicieran cargo los especialistas.
Pasaban los días los síntomas habían bajado, pero estaba demacrada y no quería que la vieran así, tenía que reponerse, la universidad le había apoyado en su situación y comentándole que no abortara, ella aceptaba que amaba a su bebe y que no pensaba hacerlo, que su madre es soltera y no la abandono y que su novio estaba muy contento con su nuevo bebe.
- Eso es bueno Candy. Pero deberías ir a casa y descansar.
- Si, ya terminé las clases, muchas gracias.
En su habitación lloraba, meditaba que su madre había estado siempre sola con ella y había podido cuidarla, solo que no había estudiado y dejar de lado su carrera tenía que hacerlo por un tiempo, al menos mientras que creciera un poco su bebe.
- ¡Hola Mamá!
- ¡Candy! ¡hija! Como te he echado de menos, estamos… estoy esperando que llegue la navidad y tus vacaciones, quisiera que…
- ¿Robert está contigo?
- Si. ¿Pasa algo Candy?
- Si, necesito que vengas. Podría cuidar el negocio mientras te quedas un par de días.
- Por supuesto, hija. Estaré mañana contigo.
Albert por su parte, solicitaba un permiso, la ultima vez que había hablado con Candy, la notaba muy agotada, estaban dándole demasiados ejercicios y la estaban agotando, así que decidía ir a verla, al llegar a ver a la madre de Candy para anunciarle que el fin de semana iría a visitarla, este escuchaba una conversación sobre Candy.
- Robert, la escuche triste, estaba llorando, algo paso, no me dijo, pero… tendré que ir y…
- Dile la verdad, coméntale todo, deja de preocuparte, ella te comprenderá, mi amor.
- Pregunta por ti… creo que… ya es tiempo que sepa lo nuestro Robert.
- ¡Vaya! Por fin se lo dirás. Te apuesto a que ya lo sabe.
La pareja se besaba y Albert incomodo se retiraba sin ingresar al lugar.
Meditativo pensaba en que Candy estaba llorando, algo ocurría y no se lo había dicho, estaba lejos y lo necesitaba, definitivamente estuvo mal la elección de universidad, tenía que traerla de regreso y ayudarla a cambiarse cerca, algo estaba ocurriendo y averiguaría todo antes de navidad.
El invierno encrudecía y caminar no era lo mejor, pero estar en la habitación la estaba ahogando, necesitaba ir a la iglesia, entraba y se quitaba el gorro y el abrigo, caminaba lentamente hasta llegar y arrodillarse, sin poder evitarlo, lloraba desolada y una mujer se acercaba abrazándola
- ¡Tranquila! Todo estará bien. Al girar, ambas se quedaban viendo, la mujer mayor la observaba y ella se sentía extraña.
- Gracias señora, yo…
- ¿Cómo te llamas?
- Candy… Candy White.
- ¿Te he visto antes?
- No, no lo creo. La mirada verde de ambas, la forma de la nariz, el cabello rubio de ella y el cabello cano de la mujer, con media sonrisa, la invitaba a su casa a tomar chocolate caliente, mientras conversaban porque estaba tan triste.
En la casa de la señora, había varios autos, concierta felicidad comentaba la mujer mayor,
- ¡Llegaron mis hijos! ¡Y mis nietos! Te van a agradar, ven pasa. Mi esposo ya debe estar calentando el chocolate.
Candy se sentía débil, pero conocer a una familia agradable en aquel lugar desolado era como distraerse y olvidar sus problemas. Ingresaban a la entrada quitándose los abrigos y los gorros, ambas entraban y el esposo que estaba de espaldas giraba para ver a la joven junto a su mujer. Candy arrugaba el entrecejo y al ver a los otros dos hombres soltaba las quijadas en sorpresa. Pero ver la foto encima de la chimenea la hacía desvanecerse. Haciendo que todos corrieran en su auxilio.
El viaje en autobús era con varias paradas, la nieve no la dejaba pasar, Fanny estaba preocupada, deseaba llegar a ver a su hija lo antes posible y hablar con ella, pero el camino estaba tapado y era imposible continuar, tendría que esperar.
En la casa de los Mc Allen, Candy despertaba aturdida, cubierta con una cobija en un sillón, molesta se levantaba y alzaba la voz
- ¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué tiene la foto de mi padre en la chimenea?
Los niños salían y la miraba tomando uno de ellos la pierna de uno de los hombres y el otro asustado abrazaba a su abuelo, al ver como la mujer estaba enfadada. El profesor se acercaba y respondía.
- ¿Quién es tu padre?
Candy se ponía de pie, tomaba el marco de la foto y respondía, este es mi padre, ustedes no deberían tener esta foto, es de mi mamá, es mía. La mujer que estaba con la boca abierta se la cubría con la mano y miraba como Candy abrazaba el marco de su hijo Erik. Quien había fallecido cuando viajaba en auto en una nevada.
- ¡No puede ser! Mi hijo esta muerto. Murió hace diecinueve años. Candy volvía a ver la imagen y sacaba su guardapelo y mostraba a su padre agregando
- Él es Erik White, mi papá, también murió hace muchos años. El hombre se acercaba y con los lentes miraba a su hijo abrazando a una mujer dentro del pequeño objeto. Candy al notar que no podía verlo, se quitaba por encima el collar y se lo acercaba a la señora agregando. - Mi padre era huérfanos, no es su hijo señora, debe ser alguna similitud, mi madre y el se casaron muy jóvenes y el murió antes de conocerme.
- ¿Ella es tu madre?
- Si. Estefany White. El par de hombres que escuchaban todo, miraban el guardapelo y Candy se sobaba el vientre y sintiéndose débil agregaba, debo irme, no me siento bien. Creo que no fue buena idea venir, señora.
- ¡abuela! Ese hombre es mi hijo y esa mujer era su novia, nunca se caso con ella. Mi hijo murió soltero y nadie jamás nos dijo que su novia estaba embarazada. Mi hijo se llamaba Erik Mc Allen estudiaba ingeniería y ella trabajaba en el restaurant escolar, la vi un día que fui a ver a mi esposo a la Universidad, estaba con mi hijo… nunca nos la presentó, pero yo vi a esa mujer, la vi en el sepelio de mi hijo, dejo de trabajar en la cafetería de la universidad y nunca la olvide, ahora comprendo por qué.
- Debe haber un error, mi madre nunca me dijo que mi padre tenía familia. Creo que debo irme. Un hombre le colocaba la mano en su hombro, respondía,
- No. Estas mal y débil, antes debes tomar un poco de chocolate caliente, esperar a que deje de nevar. El es mi hijo… hasta ahora pensé que era el nieto mayor, veo que Erik después de todo me brincó, soy el hermano mayor de tu padre. Edward Mc Allen y te falta ver esta fotografía. El hombre tomaba un marco de atrás en la chimenea y sacaba a una dama hermosa con una brillante mirada el cabello rizado corto en forma circular al rostro y un gran parecido a ella. - Es mi madre. Cuando estaba embarazada en espera mía. Eres la única nieta mujer, todos somos hombres, mi esposa esta arriba, llegamos hoy.
El sonido del celular, la hacía responder, su madre le mandaba un mensaje, que estaba en camino, pero la nieve la había detenido, que la vería mañana. Candy respondía,
- También me quede atrapada en la nieve, estoy en casa de la familia Mc Allen.
CONTINUARA…
HISTORIAS DE ALBERT Y CANDY
Gracias por sus comentarios, a continuar escribiendo ;)
Un abrazo a la distancia
Mayra Exitosa
