Capitulo 1: ¿Un error?
Advertencias: Este fic contiene flash, es decir, relaciones entre hombres. Si esto no te gusta no sigas leyendo. También contiene sexo explicito.
Los personajes de Inuyasha no me pertenecen… Si no más de uno ni existiría…XD
Parejas: Inuyasha/Kouga/Inuyasha
Ahora si, vamos con la historia:
Miré a Kagome por el rabillo de ojos mientras mi corazón se encogía por el dolor. La moreno se encontraba acostada imitando dormir, pero sus puños fuertemente apretados a sus costados eran prueba suficiente de que la chica solo fingía.
Estaba empezando a preocuparme aun más por ella ya que después de dos semanas de lo sucedido, la muchacha parecía no tener intención de levantar cabeza. Les había contado a todos lo mismo que me había dicho a mí. Pero aun que sus lágrimas parecían haberse agotado, era incapaz de sonreír.
Yo me encontré apenado y echando de menos su risa, su calidez y hasta aquellas tontas peleas que tanto me refrescaban el día, pero las cosas en el campamento, desde hacía dos semanas, habían tomado un rumbo que nadie podría haber previsto.
Por otro lado estaba Miroku. El monje seguía con sus escapadas nocturnas, pero ahora no solo se le veía en las nubes sino que a veces venía de un humor de perros, otras con una mirada impregnada en melancolía y otras simplemente en otro mundo.
Con un suspiro de frustración, removí con mis dedos la tierra que se encontraba fresca junto a mi, y distraídamente, dejé que mi mente viajara hacía tras en mis recuerdos. Si algo tenía que admitir, era que yo mismo había tenido también mucho que ver en el ambiente reinante del campamento. Sin buscarlo, mi traicionera mente me llevaba una y otra vez al momento en que me encontré con cierto lobo moreno y muy sexy.
Mis reacciones podían ir entonces del auto reproché por mi debilidad hasta la vergüenza de haber caído tan bajo, pero lo cierto era que el maldito lobo no abandonaba mis pensamientos lo intentara una o mil veces.
¿Bueno y qué opinas?- Escuché de pronto que me decían. Cuando me giré sobresaltado, vi que era el monje quien me hablaba mirándome desde solo un metro de distancia.- ¿Dónde demonios te habías ido? Te llevo preguntando cinco minutos y me has ignorado por completo.
Y… ¿Y qué querías?- Murmuré sonrojado por haber sido sorprendido así.
La luna llena Inuyasha, es dentro de dos días y te estaba diciendo que deberíamos mover el campamento ya que lleva aquí el tiempo suficiente como para que alguien lo haya descubierto. Si Naraku decide atacar estando tu en forma humana, dudo mucho que Sango, Kagome y yo podamos hacer algo para detenerlo.
Viendo el sentido practico de sus palabras, no pude más que darle la razón y con un asentimiento de cabeza dije:
Hoy dormiremos aquí, pero nada más amanecer, partiremos hacia el sur.
¿Al sur?- Preguntó el monje algo extrañado, pero pude apreciar que su tono de voz también había algo de temor- ¿No íbamos a ir hacia el norte?
El olor de Kagura venía del sur- Explique con gesto molesto- Y además huyo hacia el sur también, por lo que el castillo de Naraku debe estar escondido en alguna parte en esa dirección.
Pero… Opino que sería mejor ir hacia el norte- En aquel momento el nerviosismo del monje era muy evidente, y yo no pude sino preguntarme qué demonios le pasaría- Lo de Kagura pudo ser una trampa.
Sin poder contenerme, una sonrisa floreció en mis labios. Vale que yo fuera un poco espeso para ciertas cosas, pero de ahí a que me tomaran por tonto…
Vamos Miroku… ¿Qué tienes últimamente? Te estás comportando de un modo muy extraño.
El monje me miró exaltado y momentos después sus mejillas se tiñeron con un favorecedor sonrojo.
Yo… No se a qué te refieres…- Murmuró bajando la voz y mirando nerviosamente hacia las figuras de las chicas, que dormían a solo unos metros de distancia. Recordando que Kagome podía estar aun despierta, yo mismo descendí mi volumen de voz.
Si claro… Lo que tu digas- Inclinándome hacia él para asegurarme de no ser oído, susurré- ¿No te habrá sucedido nada con Sango, verdad?
Por un momento temí haber dicho algo indebido. Los ojos del moreno habían mostrado tal culpabilidad que sentí miedo de lo que pudiera haber pasado, y cuando esta desapareció, fue aun peor. En su lugar solo había un dolor crudo y profundo que inspiraba pena.
¿Pero que dices?- Exclamó intentando aparentar normalidad con una sonrisa, que si bien intento pasar por franca, fracasó miserablemente en ello.- Además tu no eres quien para hablar de rarezas… En tres semanas no has sido tú. Nada de peleas, nada de rabietas y tu diario mal humor parece haberse evaporado.
Un delatador sonrojo se extendió por mis mejillas. ¿Cómo demonios no había caído en eso? Si yo me había percatado del comportamiento de los demás… ¿Por qué no iban a darse cuenta ellos del mío?
Yo… Yo no estoy raro
Entonces yo tampoco- La voz casi cortante del monje era una clara señal, y yo tome aquello como lo que era, una tregua. Él no se metería en mis asuntos si yo dejaba en paz los suyos.
Está bien. Pero cualquier cosa, aun siendo hipotética, solo dímelo. Si necesitas ayuda me tendrás ahí.
Miroku me miró agradecido y momentos después ambos nos dirigimos hacia nuestros respectivos lugares para descansar un poco. Aquella había sido una noche agotadora para ambos.
Al día siguiente todos partimos hacia el sur. Por lo visto, las razones de Miroku para no querer ir en aquella dirección habían desaparecido y en aquel momento nos encontrábamos ya todos en camino. Miroku, Sango y el pequeño zorro se encontraban a lomos de Kirara, mientras que yo llevaba sobre mi espalda a Kagome.
Yo… Hacía mucho que le quería- Dijo de pronto la morena. Había sido solo un susurro, pero perfectamente oído por mis agudas orejas- Por lo visto las pocas veces que le veía fueron suficientes para que me enamorara de él.
Apreté sus piernas suavemente en modo de ánimo. Al fin había decidido hablar, y yo la escucharía en silencio
Pero el nunca se fijaba en mí, por lo menos no fue así hasta que aquello ocurrió- Un largo suspiro salió por sus labios- Hace algo más de un mes, cuando venía de uno de mis viajes a mi casa, me encontré con Rin, la pequeña humana que acompaña a tu hermano. La chica había sido secuestrada y dos demonios se disponían a acabar con ella, pero sin pensarlo dos veces, cogí mi arco y disparé a uno de ellos matándole. El otro huyo al momento. La pequeña después me contó que Sesshomaru había tenido que salir de sus tierras y había dejado allí a Rin por su seguridad. Pero ella, en un intentó de seguirle, se escapó de casa y calló directamente en manos de sus secuestradores.
De nuevo, no pude más que sorprenderme. El amor que parecía sentir mi medio hermano por aquella humana siempre había sido algo que me confundía. Yo le tenía por alguien incapaz de querer, pero el hecho de que cuidara de la niña contradecía todas mis creencias respecto al demonio.
No era sino hasta hace poco que me había dado cuenta de que quizás mi medio hermano ocultaba de las miradas ajenas más de lo que aparentaba.
Cuando tu hermano se enteró de que yo había salvado a la chica… bueno ya lo conoces, es demasiado orgulloso como para deber algo a alguien, y me dijo que cuando necesitara algo solo se lo diera a saber.
La morena guardo silencio por unos momentos, como si necesitara rememorar todo lo ocurrido, o quizás como si tuviera que darse fuerzas para seguir hablando.
No se cómo se me ocurrió, pero la cosa es que lo que le pedí fue que fuera mi novio.- Kagome apretó su cara contra mi espalda- Tenía que haber visto su expresión entonces. Esa fue la única vez que logré ver alguna emoción en él. Pero duró solo unos instantes, y aun que pensé que él me rechazaría… No fue así.
¿Y…?- Pregunté algo vacilante al ver que ella se quedaba en silencio- ¿Por qué te dejó?
Cuando a mis espaldas sonó una agria carcajada, mi sorpresa no pudo ser mayor. Nunca había escuchado tanta ironía proveniente de Kagome
Para entenderlo, primero tendrías que saber como fue nuestra relación… Si es que se le puede llamar así. Al principio yo tenía la esperanza de que con el tiempo el me llegara a apreciar, aun que fuera un poco. Pero el tiempo pasó y nada ocurría. Le veía algunas horas a la semana. El ni siquiera hablaba, solo escuchaba lo que yo decía sin ninguna expresión en su rostro. Todo aquello no era más que una farsa, y así se lo dije en una de nuestras citas.
La última palabra llevaba impresa toda la frustración que sentía la muchacha, y yo solo pude sentir lastima por ella. Cosa que me guardé para mí.
Le dije que las cosas debían cambiar, pero el dijo que no era posible. Y cuando le di un ultimátum, él me dejó.
¿Pero te dio algún motivo?- Pregunté intentando averiguar más sobre aquello.
Él… él quiere a alguien ya.- Pude sentir sus lágrimas deslizándose por mi cuello, pero Kagome, mi bella y valiente Kagome, siguió hablando- Creo saber quien es. Y aun que duele, sé que debo aceptarlo. Quizás solo necesite tiempo.
La curiosidad por saber quien era aquella persona fue inmensa y por un momento la cara de Rin se me apareció en mi mente. Sin embargo rápidamente la deseché.
Lo siento.- Susurré para que solo ella me escuchara- Encontrarás a alguien a quien amar, ya lo verás.
Por increíble que pareciera, no sentía celos de lo que ella me contaba. Más bien lo que sentía era dolor. Un dolor inmenso por lo que ella había debido de sufrir. Quizás después de todo no quería a Kagome de la forma que pensaba ya que si bien yo sabía que la quería, es más, ella era la persona más importante en mi vida, no podía comparar mi comportamiento con ella y lo que sentía al estar cerca de cierto lobo por ejemplo.
Con ella no podía sentir aquella necesidad física de contacto que rallaba lo enfermizo. Con frustración, pensé que lo único bueno que saldría de todo aquello es que ya no volvería a ver al lobo. Y cuando estuviese preparado, me enamoraría de alguien con quien asentar mi casi patética vida sentimental.
Los dos días restantes para la luna llena pasaron demasiado rápido. Y cuando el momento al fin llegó, encontramos un lugar bien refugiado que tenía cerca incluso una bella cascada. Por lo menos esto último era lo que decía Miroku.
Inuyasha- Escuché que me llamaban mientras preparaba mi espacio para dormir- ¿Has visto a Miroku?- Sango se encontraba cerca de mí y por ello pude apreciar a la perfección como sus ojos estaban velados por algo parecido a la tristeza.
No…- Lo primero que pensé fue que el monje pervertido ya había vuelto a las andadas Hacia ya unos días que el comportamiento del hombre había vuelto a la normalidad, pro lo que aquello de alguna forma me pillo de sorpresa.- Estará dando un vistazo al terreno- Dije intentando no preocupara a la morena, sin embargo Sango solo me miró nada convencida para irse a terminar con su tarea.
Las horas pasaban y yo no podía conciliar el sueño. Tendido cerca de la hoguera ya extinguida, mis ojos permanecieron cerrados mientras fingía dormir. Sabía que Sango se encontraba despierta y haciendo su guardia. Y también sabía que el monje aun no había vuelto. Decididamente aquella sería una larga noche.
Pasaron unos 15 minutos cuando unas pisadas se escucharon en el campamento. Mi sobresalto inicial pro un posible ataque desapareció al comprender que no era un enemigo ya que de haber sido así, Sango ya habría atacado.
¡Monje!- Oí claramente que decía la exterminadora. Su estado de enfado era evidente, por lo que pensé que se podrían a discutir a gritos. Sin embargo ambos se alejaron un poco para hablar en susurros. Si yo hubiese estado en mi estado normal, les hubiera escuchado sin problemas, pero en mi forma humana aquello era completamente imposible.
Cuando pasada casi una hora, ellos no volvieron, me encontraba tan cansado de mi inactividad que levantándome, salí del campamento sin avisar a nadie. Sabía que Kagome estaba a salvo con ellos allí, por lo que fui tranquilo.
Con pasos acelerados me dirigí hacia donde se suponía que estaba la cascada mencionada por el monje y para mi sorpresa en menos de media hora ya estaba allí. Por un momento mis ojos se abrieron como platos ante el espectáculo que se daba ante mí. Desde luego que aquel lugar era digno de ver. Un manantial de aguas cristalinas y de pequeño tamaño estaba pegado a un alto acantilado de rocas desnudas y casi lisas. Desde allí una pequeña cascada alimentaba el agua del lugar creando una melodía tranquilizadora con su fluir.
Las altas paredes rocosas abrigaban al lugar dándole un aspecto místico y resguardado. Si a eso le sumabas la exuberante y exótica vegetación que rodeaba todo, podríamos pensar perfectamente que aquello era un pequeño rinconcito del mismísimo paraíso.
Con un suspiro de satisfacción, me empecé a desvestir lentamente dejando que el calido y susurrante viento tocará mi desnuda piel. Cuando por fin me metí en el agua, comprobé que esta estaba a una temperatura muy buena y que en lo más profundo me llegaba solamente hasta la mitad de mis nalgas.
Acercándome hasta donde el chorro de la cascada caía, dejé que el agua me bañara entero mientras levantaba mis brazos en cruz y echaba mi cabeza hacía tras de puro goce. En aquel momento y sin que yo me percatara de ello, una persona entró en el claro también. Atraído por un extraño olor, el ser no había podido evitar seguir el rastro de aquella criatura que olía tan semejante a cierto chucho pero a la vez en cierto modo era muy distinto.
Cuando había llegado al lugar, sus ojos también se abrieron por la belleza de la propia naturaleza, pero su corazón había parecido detenerse cuando sus ojos se habían posado en mi figura, que como enmarcada por toda aquella perfección, parecía sobresalir de forma sobrecogedora.
Mi cuerpo bañado por la luz de la luna y húmedo por el agua, se veía aquella noche distinto. Por mi condición de humano, mi pelo era negro como un cielo sin estrellas y caía como un manto de seda cubriendo mi espalda e incitando a que unas manos lo apartaran para acariciar toda la extensión de piel que ocultaba.
Yo nunca me lo hubiese imaginado, pero para aquellos claros ojos, yo parecía un ángel que había bajado de su morada en el cielo solo para bañarse allí. Sin embargo mi momento de paz fue interrumpido por el ruido de unas suaves pisadas. Asustado pro un posible ataque, me giré sobresaltado hacia de donde provenían las pisadas, pero todo mi cuerpo se congelo con lo que allí vi.
De ningún modo estaba preparado para encontrarme allí con el maldito lobo que me había estado volviendo loco. Tan alto y guapo como siempre, Kouga se encontraba en la orilla del estanque mirándome con ojos inundados en lujuria que parecían taladrarme el alma. Con temor, di un paso hacia tras para escapar de allí, pero mi huída quedó olvidada cuando el moreno empezó a desvestirse.
Primero fueron sus botas, que quedaron olvidadas en algún lugar de aquel húmedo suelo. Más tarde, sus manos se dirigieron a su cinta del pelo para soltarla. Sus movimientos sensuales me dejaron hipnotizados mirando aquella mata sedosa de pelo que se ondeaba al compás del viento. El resto de su ropa rápidamente siguió el mismo camino que sus botas y yo solo pude mirar embobado aquella embriagadora e impactante belleza que se erguía desnuda ante mí.
- Kouga- Susurré cuando el empezó a introducirse en el agua. Más ningún movimiento de mi parte hizo algo por alejarme de él.
El lobo se paró a unos dos pasos de mí y sus ojos dejaban ver tal decisión que mis defensas volvieron a subir rápidamente haciéndome ver la situación en la que me encontraba. Kouga, que debió notar esto, acabó con la poca distancia que nos separaba y sin poder hacer nada, me encontré rodeado por sus brazos.
Normalmente… Normalmente eres hermoso- Susurró el lobo junto a mis oídos haciéndome estremecer con su aliento- Pero hoy estas simplemente perfecto.
Aquellas palabras hicieron que un adorable sonrojo se extendiera por mis mejillas, además de acabar de nuevo con todas mis defensas. De nuevo hipnotizado pro el deseo, levanté mi meno para acariciar aquellas bellas hebras negras. Mi rostro se separó un poco para poder mirarle a la cara mientras sentía su aliento rozar mis labios en una cálida caricia.
Su mano subió también hasta apoyarse en mi mentón y entonces mis ojos se posaron en sus carnosos y atrayentes labios. Y entonces, como si de algo inevitable se tratase, mi boca salió en busca de la suya, siendo respondida ansiosamente por aquellos labios que tanto me gustaban.
Su boca se abrió ante mi insistencia en busca de un mayor contacto y nuestras leguas se fundieron en un apasionado beso mientras jugaban a lamerse y acariciarse. La mano de Kouga estaba ahora en mí nuca haciendo presión como si de algún modo quisiese acercarme más a él. Pero toda presión desapareció cuando esa misma mano viajó acariciante por toda mi espalda hasta posarse en mis nalgas.
Su gemela pronto la imitó y el lobo empezó a empujarme de tal forma que ambos quedamos completamente unidos. El roce entre nuestros incestos miembros hizo que mi espalda se arqueara por el placer mientras mi cabeza se inclinaba hacia tras rompiendo el beso. Pero aquello no pareció importar al lobo, quien mientras empezaba a ondular sus caderas friccionando nuestras excitaciones, besaba mi cuello con ardor y besos húmedos que seguramente dejarían marca.
Mis caderas se movieron al compás de las suyas instintivamente mientras mis manos le rodeaban el cuello acercándole más a mí. Sorpresivamente, el lobo de pronto se separó de mi y con los ojos vidriosos por la pasión me empezó a empujar por los hombros hasta que mi espalda dio de lleno con la pared rocosa que estaba tras de mí.
Aunque la superficie era casi lisa, mi piel pudo sentir como algunas filosas rocas arañaban sin ningún reparo mi espalda. Sin embargo aquello paso a segundo plano en el momento en que tuve de nuevo el cuerpo del lobo pegado a mi y sus labios asaltando mi boca como si estuviera sediento de mi sabor. Kouga me agarró de mi trasero y levantándome, hizo que le rodeara la cintura con mis piernas. Cuando de nuevo empezó a ondular sus caderas, mis ojos se abrieron ante la sorpresa de sentir aquella marea de sensaciones que parecía arrasar con todo pensamiento coherente que mi cerebro fuera capaz de producir.
La nueva postura dejaba que nuestros cuerpos se rozaran más y su excitación era tan evidente así presionada contra mi que solo podía excitarme y perder el control sobre mi cuerpo a un ritmo vertiginoso. Sus manos, ahora libres, acariciaban mi pecho desnudo pellizcando a veces mis endurecidos pezones
El lobo bajó una de sus manos hasta dar con mi excitado miembro y con movimientos rápidos y expertos empezó a masturbarme.
Ahhh- Gemí cuando sentí como mi cuerpo se tensaba en señal de placer ante sus caricias. El beso quedó completamente olvidado mientras mis gemidos se hacían cada vez más parecidos a gritos de éxtasis. Sus labios se deslizaron hasta mis oídos y empezaron a jugar con el lóbulo lamiendo y absorbiendo o dejando pequeños mordiscos por aquí y allá.
Déjate ir- Susurró mientras hacía sus movimientos aun más rápidos. Mi contestación no tardó mucho en llegar, y lo hizo en oleadas de estremecimientos que tensaron mi cuerpo mientras terminaba derramándome en su mano.
El lobo levantó su mano en lo que para mi fue el momento más erótico que había vivido y lentamente lamió cada uno de sus dedos hasta dejarlos limpios de toda sustancia. Como en un sueño, o un mero espectador de aquella escena, me vi acercando mis labios a los suyos para probar mi propio sabor de sus labios.
Algo más cociente de todo. Quité mis piernas de su cintura para pararme frente a él y cociéndole de la mano le llevé hasta la orilla del estanque donde estaba mi ropa. Cuando llegué cogí mi abrigo rojo y lo extendí en el suelo. Nunca descubriría de donde saqué la fuerza, pero cogiendo al lobo por los hombros, le empuje haciendo que cayera sentado encima de la prenda. Aun que sospechaba que el se había dejado mover, por un momento sus ojos mostraron duda, y yo comprendí que estaba pensando que yo quería estar arriba aquella vez.
Tranquilo- Susurré agachándome hasta quedar a pocos centímetros de su cara- Solo quiero devolverte el favor- Kouga debió entender, por que cuando le bese y me incliné sobre él haciendo que se recostara de espaldas, el lobo no puso resistencia alguna.
Mis labios abandonaron los suyos para bajar dando besos por su pecho deteniéndome en sus pezones, y tal como había hecho el propio Kouga, mis dientes los mordieron y mis labios los succionaron mientras mi lengua jugaba con ellos. Levantando por un momento mi mirada, me deleité con la vista de un Kouga completamente colorado mientras de sus sonrojados labios escapaban pequeños gemidos que me excitaron sobremanera. Con más confianza en mi mismo, deslicé mis labios hasta el abdomen del lobo dejando que mi lengua rodeara su ombligo para después meterse dentro.
Su espalda se arqueó mientras mi lengua bajaba serpenteante parándose en su ingle y depositaba allí pequeños besos húmedos. Sus manos se agarraron a mi pelo haciéndome casi daño en el acto y entonces cogiendo con una de mis manos su entrepierna, me acerqué y deposité en la punta un beso acariciándola con mi lengua.
- Ahhh- Gimió el lobo mientras yo deslizaba mi lengua a lo largo de todo su miembro y con una mano algo torpe masajeaba para ayudarme. Cuando sus dedos se hincaron en mi cabeza, decidí que Kouga ya había esperado bastante, y con algo de vacilación me metí la punta en la boca absorbiendo y lamiéndola con mi lengua. Después me metí todo lo que pude en mi boca mientras masajeaba la baso con una mano y empecé a mover mi cabeza en un ritmo algo lento.
Pero Kouga parecía no tener intención de ir lento, por lo que sus caderas empezaron a moverse más deprisa. Mi boca le siguió y pronto escuche que me decía
Apártate, voy a explotar- Yo estuve a punto de hacerlo, pero pensándolo mejor, me entraron ganas de saber como sabía aquello. Por lo que agarré sus caderas e incrementé el ritmo. Casi al instante pude sentir la explosión de sabor entre mis labios. No era desagradable, pero si raro.
Levantándome un poco me lamí los labios mientras le miraba fijamente a los ojos. El lobo tenía la respiración agitada.
Yo…- Dijo de pronto jadeante- Quiero que me hagas el amor
¿Qué?- Casi grite pro la impresión
Quiero que seas tu el que me tome esta noche.
Pero…- Balbucee mientras intentaba separarme de él ahora nervioso- yo no se… y podría… podría hacerte daño
Kouga se sentó mientras me agarraba por los antebrazos para que no me separara más y mirándome seriamente me dijo:
Quiero que lo hagas Inuyasha- El oír mi nombre de sus labios me afecto demasiado- Además estas en tu forma humana, y si te hago daño te dolerá más que si estuvieras en tu forma normal. No tienes la capacidad de curarte rápido.
Estaba dividido entre el enfado por que me tomara por débil y la felicidad de que se preocupara por mi. No sabía en que momento exactamente había pasado a importarme que él se preocupara o no pro mi. Pero el hecho era que así era, y no iba a comerme la cabeza por aquello.
Yo no soy débil- Dije mientras forcejeaba por soltarme
No digo que lo seas. Simplemente soy realista. Ahora mismo a ti te dolería más que te tomara de lo que me dolería a mi.- Sus mejillas se sonrojaron de pronto y en un tono de voz que me costó oír bastante continuó- ¿Por favor?
La sorpresa fue inmensa. Que alguien tan orgulloso como el dijera algo así era algo que nunca me hubiese imaginado. Yo mismo no era capaz de imaginarme a mí diciendo por favor al lobo. Eso sería algo humillante.
Bueno…- Indeciso me pregunté si podría hacerlo, pero la respuesta me vino en cuento mis ojos se posaron en él. Claro que podría. En aquel momento no había nada que despertase más en mí aquella ansia por poseer.- Está bien.
Sin pensar demasiado, empujé a Kouga para que se tumbara de nuevo mientras me colocaba entre sus piernas. El lobo abrió grandes sus ojos al ver que me disponía a introducirme en el y completamente horrorizado grito:
¿Pero que piensas que haces? ¿Crees que te voy a dejar metérmela sin que me prepares? ¡Qué sea un demonio no quiere decir que no me vaya a doler!- Un adorable sonrojo cubría por completo la cara del demonio, pero el saber que era de furia hacia que a mis ojos pareciera menos encantador.
Esto…- Realmente estaba avergonzado, y es que de los nervios no se me había ocurrido ni pensar si quiera en ello- Si, claro.
El lobo debió apiadarse de mi, ya que cogiéndome por la nuca me acercó hasta él para darme un beso apasionado que rápidamente acabo con toda la tensión. Una de mis manos fue entonces hasta su barbilla y parando el beso hice que chupara los dedos. No es que hubiese hecho aquello alguna vez, pero por nada del mundo le hubiese dicho aquello al lobo. Además aun me acordaba de cómo lo había hecho él la otra vez.
Llevando mis dedos a su entrada, introduje uno de ellos lentamente, y cuando el lobo se tenso, temí que lo hubiese hecho mal. Pero pronto pareció tranquilizarse y entonces un segundo dedo acompaño al primero.
Con una sonrisa ladina, como consecuencia de ver la cara extasiada del otro, empecé a mover los dedos en su interior. Era increíble el pensar que nosotros dos precisamente acabáramos así. Y mi parte aun resentida por todas las peleas que había tenido con el lobo me inclinaban a decirle que se fijara en quien le estaba haciendo retorcerse de placer. Claro que no pensaba hacerlo. Aquello era demasiado bueno como para estropearlo así. Además el otro se podía defender perfectamente con mi misma medicina ya que yo mismo me había retorcido entre sus brazos momentos antes.
Dejando aquellos pensamientos de lado, un tercer dedo se unió a los demás y cuando sentí que estaba lo suficientemente relajado, los saqué. Kouga emitió un pequeño quejido en protesta, pero cuando me posicioné sobre el y le alcé las caderas, el lobo guardó completo silencio.
Colocando sus piernas sobre mis hombros para acceder mejor, empecé a penetrarlo lentamente. No era por alardear, pero yo estaba muy bien dotado, y los tres dedos no eran comparables a mi entrepierna, así que consecuentemente, el otro se tensó en clara señal de dolor.
Intentando ir lento, terminé de meterme por completo en él, y después me quedé quieto para no hacerle mas daño aun.
¿Te duele mucho?- Pregunté dejando que mi aliento bañara su cara.
No- Dijo algo cortante, pero era obvio que mentía. Una de mis manos fue entonces hasta su miembro, que se encontraba semierecto y empecé a masturbarle con movimientos rápidos. Mi intención era que se olvidara del dolor, y funciono. Al poco tiempo era el mismo Kouga el que movía sus caderas en busca de placer.
Con movimientos algo lentos, empecé a moverme, pero al no ver señal alguna de dolor en su rostro, mis embestidas cada vez aceleraron más. Kouga pronto se unió a mi ritmo mientras sus uñas afiladas se clavaban en mi espalda haciendo pequeñas marcas rojizas en ella. Pero aquello no importó a ninguno.
Ahhh, voy a correrme- Dijo el lobo mientras se arqueaba y tensaba sus brazos alrededor de mi cuerpo. Al instante pude sentir algo cálido que baño mi abdomen, y que de alguna forma me excitó aun más ocasionando que yo mismo le siguiera, aun que derramándome en su interior.
Eso… Eso fue…- Susurré entrecortadamente mientras intentaba encontrar sin éxito las palabras exactas para describir aquel acto. Sin embargo lo que más cerca estaba de cómo me sentía al respecto habría sido decir que habían hecho el amor. No sexo como la otra vez. Aquella vez había podido sentir en cada poro de mi piel el deseo de que una persona, o más exactamente él, me grabara a fuego su cuerpo.
Lo se- Solo dijo el lobo. - ¿Qué vamos a hacer ahora?- Preguntó, y yo solo suspire antes de contestar mientras apoyaba mi cabeza en su hombro descansando todo mi cuerpo sobre el de él. Era agradable sentir sus manos deslizándose por mis cabellos y acariciando mi espalda
No lo sé. Pero es obvio que la idea de simplemente dejarlo pasar no ha funcionado.
Veámonos más… Convirtámonos en amantes sin que nadie lo sepa.- Nuca sabría si la idea de estar con él más veces me causó terror o alegría. Quizás fue una mezcla de ambas lo que me llevó a decir:
Está bien. Pero nadie se puede enterar de nada. Y menos Kagome- Nombrarla había sido peligroso. Yo ya había asumido que mis sentimientos por ella eran más paternales que otra cosa. Pero también sabía perfectamente que el lobo no se sentía igual respecto a la chica. Por un momento sus músculos se tensaron notablemente.
Pues claro. Dentro de tres días volveré aquí. Si seguís por aquí cerca, ven a encontrarte conmigo.- Sus brazos me estrecharon dándome aun más de aquel agradable calor.
Creo que sí estaremos. Nos hemos cambiado a este lugar hoy mismo. Dudo mucho que nos movamos al menos en una semana. A menos que aparezca algún rastro de Naraku, claro está.
Aspirando el aroma que desprendía el cuerpo del otro, acerqué mis labios hasta su cuello para dejar allí pequeños y juguetones besos. El lobo echó su cabeza hacia tras para dejarme más espacio y entonces mis besos fueron subiendo por su mandíbula hasta llegar a la comisura de su boca.
Sabes demasiado bien…- Susurré antes de deslizar mi lengua por su labio inferior. Enseguida la suya también salio para lamer la mía y entonces su labios se apoderaron de los míos ansiosamente. Yo desde luego le recibí gustoso, pero algo me hizo recordar que aquella noche estaba en mi forma humana, y que si seguía demasiado tiempo desaparecido los demás empezarían a preocuparse y de seguro terminarían yendo a buscarme.
Con desgana, me aparté un poco de él y mirándole a los ojos murmuré- Debo irme. Sino ellos vendrán pronto a buscarme.
Un poco… más- dijo mientras me volvía a atraer hacia él para besarme de nuevo, sin embargo yo sabía que aquello podría ser peligroso- No, ellos ya deben haberse percatado hace rato de que falto. Si no voy, me buscarán y lo último que quiero es que me vean aquí así contigo.
Kouga pareció comprender, y con frustración se apartó de mí para levantarse. Al momento el viento azotó mi cuerpo provocándome un escalofrío, por lo que rápidamente me puse mi ropa. Una vez los dos estuvimos listos para partir, el lobo se acercó para darme un último beso con un amargo toque a despedida. Pero dejando atrás ese pesar que parecía adueñarse de mí, empecé mi camino de regreso.
El lobo me acompañó hasta casi el campamento, no quería que fuera solo por el bosque en mi forma actual y aun que eso me habría tenido que herir en mi orgullo, una cálida alegría se extendió por mi cuerpo al saber que se preocupaba por mí. Eso si dejaba de lado el hecho de que él pensaba que era débil, cosa nada agradable.
Cuando aquella noche llegué al campamento, tanto Sango como Miroku me recibieron despiertos y muy enfadados. Los dos me regañaron por mi irresponsabilidad, pero por suerte Kagome seguía dormida y no se había percatado de nada. Cuando me preguntaron el por qué de mi escapada, solo les dije que había ido a dar un paseo y me había topado con una bella cascada.
Sus miradas suspicaces me pusieron algo nervioso, pero los dos no tuvieron opción a creerme y minutos más tarde yo me encontraba intentando conciliar aquel sueño que tanto necesitaba. Cuando al día siguiente nos despertamos, Kagome anunció que se iría por unos días a su casa debido a la cercanía de algo que ella nombro como exámenes finales o algo parecido.
Kirara se ocupó de llevarla hasta el pozo por donde se comunicaba a su época y los demás nos quedamos simplemente pasando allí unos días esperando su regreso. Al parecer Sango también tenía cosas que hacer, ya que ella salió rumbo a su aldea al siguiente día. Y por fin, el día tan ansiado llegó.
Cuando la noche acordada yo me encontré solo en el campamento, lo primero que me pregunté fue que donde demonios estaría el monje. Pero enseguida caí en que aquello solo me beneficiaba, por lo que sin darle más vueltas salí en busca de mi reciente amante. Cuando llegué al claro de la cascada vi con satisfacción que el lobo ya se encontraba allí.
Ven- Fue cuanto me dijo mientras se acercaba a mí y me tomaba por una de mis garras.
Ehhhh, ¿Dónde vamos?
Hoy hace bastante más frío que el otro día. Pero cerca de aquí hay una cueva resguardada que nos vendrá bien.
Sin hacer más preguntas le seguí. Y quizás fue ese acto lo que señalaría para siempre mi futuro. El confiar en él aquella vez, me llevó aquella noche a pasar una velada completamente deliciosa en brazos de mi apasionado lobo. Y a partir de aquel día aquellos encuentros se hicieron cada vez más frecuentes y peligroso.
Y no peligrosos por el hecho de que nos pudiesen descubrir, el problema estaba en que cada vez que me encontraba con él, algo en mi crecía más y más. Un cálido sentimiento que albergaba hacía Kouga y que no estaba seguro de poder definir con claridad. Pero aquello me asustaba, y aun que estuviera feliz con la situación actual, yo sabía que aquello no duraría eternamente.
Lo que no podía ni tan siquiera imaginarme era que los problemas nos estaban acechando mucho más cerca de lo que creía, y que sería muy pronto cuando las cosas empezaran a torcerse.
Continuará…
Si ya se… Ha sido eterno… Pero no lo pude cortar en otro momento. De todos modos espero que no se os haya echo muy pesado. Y queme dejéis comentarios . En el próximo capítulo se definirá algo más la relación entre mi Inu y el lobo. Pero también pasara algo que dará sus problemas… Quienes además estén interesados en saber que se trae Miroku…. Weno intenten adivinar a ver que hace el monje en sus escapaditas XD. Aun que todo se rebelará a su debido tiempo.
