Al fin el último capítulo, espero que os guste a todos, aun que ya advierto que no es nada del otro mundo, aun que a mi si que me ha gustado. Como el resto del fic, intenté hacerlo sin mucho lió y algo sencillo para una lectura "amena" XD.

Capítulo anterior:

Quería a Kagome, pero también quería junto a mí al lobo. Deseaba que todo volviera a ser como antes y definitivamente… le quería a él.

Con un suspiro de frustración me levanté del suelo, dispuesto a ir a hablar con Kagome de una vez por todas. Posponerlo solo sería peor, y yo necesitaba aclarar las cosas. Si eso significaba conseguir que el lobo me odiase aun más, pues que así fuera, pero todo esto se había vuelto de una forma, que ya era una situación insostenible para mí.

Mientras andaba también me di cuenta de que quizás no era Kagome la persona más importante en mi vida. Era cierto que ella me había sacado de mi soledad ayudándome a confiar en la gente, y por ello la quería muchísimo. Pero Kouga… Kouga se había colado en mi corazón y en todas las partes de mi cuerpo como si me lo hubiesen grabado a fuego. Quizás después de todo había encontrado alguien a quien de verdad aferrarme, alguien a quien amar y desear para mí solo haciéndome olvidar todo lo demás.

Capítulo 5:

Dos días habían pasado desde el incidente en el lago, y desde entonces no había tenido el coraje suficiente para decirle a Kagome toda la verdad. Aquel asunto se había convertido ya en algo urgente que no podía atrasar más, pero era mucho más fácil decirlo que llevarlo a cabo.

Sango cada vez se veía más impaciente con la situación y Kouga había entrado un una fase de silencio. El lobo me ignoraba como si fuera la mismísima peste mientras se dedicaba a complacer a Kagome en todo lo que la muchacha deseara. Por supuesto, todo esto estaba acabando a una velocidad alarmante con mi poca paciencia. Nunca me había caracterizado por mí capacidad para esperar, pero es que con todo lo que estaba pasando, mí paciencia era todavía más nula de lo que era normalmente.

Por si fuera poco, aquella noche sería luna llena y por lo tanto me transformaría en un maldito humano incapaz de protegerme a mi mismo, y mucho menos a los demás. Era frustrante pensar que aquella vez sería la primera en la que Kouga estaría con nosotros y seguramente sería el lobo quien se encargara de guardar el campamento en una situación tan delicada.

Eso me ponía furioso a más no poder. Por una parte el sentirme dependiente de él era algo que me sacaba de mis casillas y después…. Bueno no quería ni imaginarme como subiría el ego de ese maldito lobo cuando tuviera que protegerme. Era algo horrible lo mirase como lo mirase.

-Inuyasha, nos toca ir a por la comida.

La voz serena de Miroku hizo que me sobresaltara y yo me maldije a mi mismo por estar en tal estado de distracción que no me hubiese percatado de su presencia. Últimamente aquello se daba más a menudo de lo que quería reconocer.

-Vayamos por algo de carne, estoy cansando de tanto pez.

El monje solo asintió mientras se adentraba en el frondoso bosque mientras yo le seguía. Sería muy fácil cazar algún indefenso animal para llenar mi estomago aquel día.

-Sango me lo ha contado todo.

-¿Cómo?- Pregunté deteniéndome abruptamente sin querer creerme lo que oía.

-Lo que escuchaste. Ella está muy preocupada y no sabe que hacer. Está en un dilema por tu culpa Inuyasha.

Empezando a andar de nuevo y dándome cuenta de que sería una tontería enfadarme con Miroku por meterse donde no lo llamaban, me vi a mi mismo contestando.

-Llevo dos días buscando la manera de decírselo, pero no sirve de nada.

-¿Has pensado en decirle simplemente la verdad?- El tono burlón del monje me hizo ruborizar.

-Maldita sea, sabes que ese no es el problema. ¡No se cómo decírselo!

-Ella entenderá Inuyasha, créeme. Kagome es una persona muy especial te sorprenderías si supieras cuanto está dispuesta a perdonar.

-¿Lo dices por ti y por mí hermano?

Ahora fue el monje quien se paró en seco y sus ojos se dirigieron hacia los míos abiertos de par en par por la sorpresa. Sin embargo aquello duró más bien poco, y con una sonrisa algo vacilante finalmente dijo:

-Sabía que lo descubrirías. Eres muy espeso para la mayoría de las cosas. Pero es admirable tu facultad para meter el hocico en todos los lados que menos se esperan.

Sin saber como tomarme aquello, decidí guardar silencio a esperas de que el monje me dijera algo más de lo que había querido decir antes.

-Ella sabía que era yo el amante de tu hermano, pero terminó por perdonarme y me dijo que quizás después de todo él se había enamorado de mí y que era justo rendirse ante eso.

-¿Enamorado?- Exclamé sin poder imaginarme a mí hermano queriendo a nadie.

Miroku debió adivinar lo que pasaba por mi mente ya que sonriendo ahora más abiertamente dijo- No conoces a tu hermano Inuyasha. Él no es como imaginas y te aseguro que te llevarías más de una sorpresa si llegarás a conocerle bien.

-Estás de bromas¿Verdad?

-Deja esa incredulidad de lado Inuyasha, mi koi es adorable cuando quiere.

Que alguien pudiese decir que el gran demonio Shessomaru fuera capaz de querer, ya era de por si bastante sorprendente. ¿Pero adorable?

-Definitivamente ha debido usar contigo alguna clase de magia para tenerte idiotizado.

-Admito que al principio fue difícil. Es una persona muy reservada Inuyasha y a veces fría hasta lo insoportable. Pero cuando logras entrar dentro de las murallas que tiene alrededor suya, puedes ver al verdadero Shessomaru.

-Si te hace feliz pensar así de él, no voy a contradecirte. Aun que tengo que admitir que no te creo una palabra.

En ese momento, un par de conejos aparecieron bajo un arbusto lleno de hojas que los ocultaban bien. Pero gracias a mí olfato me fue fácil localizarlos. Y gracias a mi velocidad, antes de que los pobres animales supieran que estaba sucediendo, estaban muertos y atados a mi cintura.

-Deberías darte prisa y terminar con todo esto rápido Inuyasha. Antes que de verdad sea tarde. Kagome aun no está enamorada de Kouga, pero puede que eso cambie con el tiempo. Mejor no arriesgarse¿No crees?

De camino hacia el campamento, no pude si no asentir con la cabeza, completamente de acuerdo con el monje. Eso no lo podía negar, así que¿para que molestarme en intentarlo?

-Sí, solo dame algo más de tiempo para ver como soluciono todo esto. Se me esta yendo de las mano. Aun que… creo que nunca lo estuvo.

Cuando por fin llegamos a donde estaban los demás, Miroku cogió los conejos para llevárselos a Sango, quien haría una de esas comidas raras que Kagome había traído de su época y que estaban muy buenas.

Una vez volví a quedarme solo, me dirigí hacia uno de los troncos que habíamos colocado para sentarnos. Mi mente, como de costumbre, empezó a divagar sobre como debía decírselo en Kagome, y tras unos minutos de indecisión, mi traicionero cerebro empezó a cambiar el rumbo por completo de mis ideas. Ya no era lo que debía decirle a Kagome lo que ocupaba mi mente, si no el cuerpo desnudo de cierto lobo mientras se retorcía de placer debajo del mío.

¿Por qué tenía que ser tan guapo? Estaba seguro de que si al menos no tuviera aquel cuerpo de infarto, yo no me vería en la penosa condición de imaginármelo haciéndome el amor al menos una vez cada media hora.

Pero aquella piel suave, aquellos dedos finos pero a la vez capaces de romper un árbol de un zarpazo, aquel sedoso pelo que se deslizaba entre mis dedos como si de seda se tratase. Y después… después estaba su trasero, tan firme y redondeado que invitaba al pecado.

Tan ensimismado estaba, que cuando escuché unas risas tras de mí, me giré bruscamente reconociendo el olor de Kouga y de Kagome al instante. Y entonces algo estalló dentro de mí.

Mientras yo soñaba despierto con Kouga, el se dedicaba a besar y a reírse con Kagome. La escena de ellos dos en términos tan cariñosos fue tan impactante para mí, que sin percatarme de lo que hacía, me puse en pie de un salto mientras caminaba hacia ellos con zancadas furiosas.

Kouga me vio venir antes que Kagome, pero no hizo nada por separarse de sus brazos mientras me miraba intensamente. Entonces Kagome alzó su cabeza para volver a besar aquellos labios, pero antes de que pudiese tocarlos, mis garras la alejaron de él tan bruscamente que estuve a punto de tirarla al suelo.

Toda mi rabia y mi furia salieron de mi cuerpo como si huiesen estado allí retenidas por demasiado tiempo y no fui capaz de detener el torrente de palabras y blasfemias que empezaron a salir de mis labios.

-¿Qué crees que estás haciendo?- Grité en dirección al lobo- ¿Es qué lo haces a propósito?

-Inu... Inuyasha- Susurró Kagome mientras me miraba con los ojos abiertos como platos.

-Besándola aquí delante de mi… ¿Es que no tienes vergüenza?- Kouga frunció el ceño mientras sus brazos se cruzaban en su regazo posándose indiferente- ¡Sabes que estoy intentando decirle la verdad, pero que es muy difícil¡¡Y tu no haces nada por mejorar las cosas! Parece como si quisieras provocarme para que mi paciencia se esfumara. Pues bien, lo has conseguido y es que no soporto ver como la toca. ¿Contento?

Kagome había soltado una exclamación mientras su mirada se dividía entre mirarme a mí fijamente y a su novio.

-Estoy harto de veros pro todos los lados y tener que aguantarme mientras vosotros parecéis tan felices, no puedo soportarlo más. ¡Y ni siquiera me sirve cerrar los ojos! No… si hago eso aun os escucho riendo y hablando tan felices como si el mundo no tuviese problemas. ¡Maldición, estoy celoso! No soporto verte con ella y lo peor es que tú lo sabes.

Kagome parecía que ya había pillado el significado de todo lo que yo estaba soltando, y con pasos vacilantes la chica empezó a alejarse de mí.

-Pero se acabó, no voy a permitir que mi antiguo amante y Kagome sigan juntos- El grito de la muchacha me sacó de mi furia para devolverme de golpe a la realidad y darme cuenta de lo que había hecho. Horrorizado clavé mis ojos en la morena, que negaba frenéticamente con a cabeza mientras me miraba con ojos acusadores.- Kagome…

Susurré mientras daba un par de pasos hacia ella, pero la chica retrocedió, dejándome un sabor amargo. La culpabilidad me estaba matando.

-Yo…. Lo siento

-Demasiado tarde- Dijo Kouga mientras me agarraba por un brazo para alejarme de la chica.- Kagome, lo siento. Se que tenía que habértelo contado antes, pero ninguno de los dos quería hacerte sufrir más.

-¿No queríais hacerme sufrir más?- Kagome dejó de retroceder y sus ojos se entrecerraron- ¿No queríais hacerme sufrir más…?

La chica se acercó hasta mí y con su mano completamente extendida me dio una cachetada en el rostro. De la fuerza, mi cabeza se giró con brusquedad.

-Me dais asco los dos- Furiosa, Kagome miró a su novio con los ojos brillantes por las lágrimas que no estaba dispuesta a derramar.

-pero…

-No- Interrumpí al lobo- En realidad te entiendo. No te preocupes por que yo me voy, tenía que haberlo hecho hace tiempo, cuando él vino aquí con todos nosotros. Pero no podía mantenerme más en silencio. Yo lo quiero¿Sabes? Y me estaba matando el verle así contigo sin poder decir nada. Pero no te preocupes, vosotros podrías daros otra oportunidad sin mí ya que no me volveréis a ver.

-Así que esa es tu solución¿Verdad? Huir… Que rastrero.- Dijo Kagome mirándome ahora con burla.

-¿Y qué demonios quieres que haga?

-Eso es cosa tuya. Si te quieres ir, adelante. Yo no voy a ser quien te detenga.

Y con eso la chica desapareció de mi vista metiéndose en la pequeña tienda que teníamos en el campamento. Yo me debatí entre seguirla o no ya que el dolor de su rechazo me estaba asfixiando. Pero decidí que lo mejor que podía hacer por ella era marcharme.

-Lo siento, pero no podía dejar así las cosas antes de irme.- Intentando que soltara mi brazo, tiré con fuerza. Pero parecía como si me hubiesen pegado a él por el agarre que tenía echado.

-¿Y eso es todo lo que tienes que decir? Me dices que me quieres, rompes el corazón de Kagome… ¿Y lo único que se te ocurre es irte?

-¡Y que quieres que haga! No puedo seguir aquí ahora que ella me odia.

-Entiendo… ¿Y que harás esta noche cuando estés indefenso?

-No seas arrogante Kouga. Yo me he defendido solo por demasiados años como para temerle ahora a la soledad.

-Si quieres mentirte a ti mismo, allá tu. Pero recuerda que esta será la segunda vez que me dejas.

-¡Yo no te estoy dejando! Simplemente es imposible que me quede con ellos aquí. ¿Crees que podría estar contigo mientras Kagome está delante? No juegues idiota.

-Está bien. Espero que te vaya bien- Y él también se fue. Dejándome a mi parado en medio del claro donde habíamos parado a descansar por unos días y sin saber que hacer a continuación.

Con un suspiro de frustración, y sin querer despedirme de los demás por miedo a que ellos vieran lo mal que me sentía. Cogí mis escasas pertenencias para partir de allí, y mientras lo hacía, no miré ni una vez hacia tras.

Era una sensación tan extraña el solo pensar en que estaba dejando atrás a todo aquello que me había mantenido casi con vida últimamente, y tan doloroso a la vez, que sentía como si me estuviese dejando atrás mi corazón.

No quería ni imaginarme lo que pensarían de mi el monje, Sango y el pequeño zorro cuando se percataran de que los dejé sin dar si quiera una explicación y sin despedirme.

Saltando de árbol en árbol, la velocidad con la que me alejada de los demás me hacía entristecer aun más y la sensación de congoja se hacía por momentos insoportable. Respirar parecía todo un reto que yo no iba a vencer.

Y así llevaba casi dos horas de camino cuando un olor muy familiar me hizo parar en seco. Aquel olor, que tantas veces había perseguido, venía de justo detrás de mi, y muy cerca…

Cambiando mi rumbo, me dirigí hacia él con saltos frenéticos, hasta que al fin llegué a un pequeño cruce de caminos, donde estaba ella.

-¡Kikyo¿Qué estas haciendo aquí?- Pregunté mirando algo sorprendido a la bella sacerdotisa. Ella me miró a su vez sin dar muestra de sorpresa alguna por verme llegar de pronto.

-Te buscaba- Fue lo único que dijo mientras yo saltaba de la rama del árbol en la cual estaba posado- Naraku ha desaparecido sin dejar pista y me preguntaba si tu sabrías algo de él.

-No. Yo, al igual que tu, no tengo idea de donde estará ese maldito.

-¿Y donde vas tu solo?

Lo directo de la pregunta ni me inmutó. Kikyo siempre se había mostrado así. Por lo menos si que lo había hecho conmigo.

-Iba a…

Mi vacilación fue tan clara que Kikyo pudo leer lo que me pasaba como si yo me tratase de un libro abierto. La mujer era un lince para descubrir lo que le ocurría a las personas.

-No me mientas Inuyasha, recuerda que siempre he podido saber cuando lo hacías, no pienses que esta vez será diferente.

-Sigues igual que siempre. Murmuré acercándome a ella. La orgullosa sacerdotisa retrocedió casi por inercia. Pero enseguida recuperó su postura erguida.

-¿Qué te ha ocurrido para que estés solo Inuyasha?

-¿Por qué crees que algo pasó?

-Te conozco. Nunca dejarías atrás a tus amigos. No la dejarías a ella atrás.

-Eso era antes….- La tristeza tiñó mis palabras como si de un manto lúgubre se tratase- antes de que me odiara…

-¿Odiarte?- Al ver que yo no tenía intención de contestarla, Kikyo se puso a solo un paso de distancia de mí, y con su mano me levantó la barbilla para que dejase de mirar al suelo y posara mis dorados ojos en ella.- ¿Qué sucedió Inuyasha? Estás cambiado…

Quizás no sabré nunca el por qué lo hice, pero la cuestión es que momentos después yo me desahogué contándole todos mis problemas a Kikyo. Ella había sido alguien muy importante en mi vida, y no me costó abrirle mi corazón relatándole todo. Bueno todo no… Los detalles íntimos me los quedé para mí.

Cuando terminé todo, sus bellos ojos me miraban muy sorprendidos, y no tuve que esperar demasiado para saber la razón de esto.

-Así que… ¿Te gusta un demonio…? Nunca lo abría imaginado a decir verdad.

-Eso da igual. Todo ha terminado y lo único que quiero ahora mismo es no volverle a ver.

-¿No crees que fuiste demasiado apresurado de todas formas? Si no te conociera diría que estas huyendo rastreramente.

Un adorable sonrojo tiñó mis mejillas ante aquella clara verdad.

-Kikyo… Esto es muy difícil para mí y…

-Ya se que es difícil. Yo mejor que nadie se lo que es querer a alguien y perder las esperanzas por completo.- La tristeza de sus palabras me sorprendió, pero aquello no fue nada con lo que sentí al digerir sus siguientes palabras- Sabes que siempre te he querido, pero cada vez que te veía con Kagome… Perdí la esperanza de recuperarte hace tiempo, aun que si hubiese sabido que al final te ibas a terminar enamorando de otra persona… quizás hubiese actuado para recuperarte.

-Kikyo…

-No te preocupes, se que me quisiste Inuyasha, así que no me voy a rendir hasta conseguir que resurja en ti ese sentimiento de amor.

-Kikyo…

-Solo dame la oportunidad de intentarlo.

-Kikyo…

-Y por el amor de dios deja de decir mi nombre como un idiota- Ante aquello al fin reaccioné, dándome cuenta de que efectivamente, había estado nombrándola como un tonto.- Se que te he sorprendido, pero esto es demasiado hasta para ti.

-Ahora mismo… yo no creo que pueda querer a nadie más- Susurré cogiendo la mano de la sacerdotisa y apartándola de mi cara, sin embargo la moreno volvió a subirla, posándola esta vez en mi nuca.

-Solo dame una oportunidad- Murmuró mientras se acercaba hacia mi lentamente, yo no reaccioné con la suficiente rapidez, y antes de poder negarme, sus labios se apoderaron de los míos en un dulce beso. Beso que me hizo recordar todo lo que una vez había sentido por aquella mujer.

Pero aquel inmenso amor parecía haber desaparecido por completo y en lo único que podía pensar era en aquella extraña sensación que me embargaba, como si de alguna forma estuviese traicionándome a mi mismo.

Cuando me disponía a apartarme de ella suavemente, para evitar ofenderla con mi usual brusquedad, algo ajeno a la escena sucedió. Me vi separado de Kikyo con brusquedad por un brazo invisible mientras algo me lanzaba contra el tronco de un árbol.

Cuando mis ojos pudieron al fin enfocar con claridad, se abrieron como platos al ver a menos de un almo mío, la cara de Kouga. Con desesperación parpadeé un par de veces para ver si aquella visión desaparecía, pero nada así sucedió. Kouga seguía allí tan guapo, y altivo como siempre. Y tan furioso…

-¿Qué rayos estás haciendo!- Me gritó mientras sus brazos me zarandeaban por los hombros con crueldad, clavándome sus garras.

-¿Cómo?

-Te dejo un momento solo y tu vas y te lías con la primera que se te cruza…

La furia irracional del lobo me hizo sentir en terreno peligroso. Pero Kikyo, que no se iba a dejar vapulear pro nadie, y menos por un demonio, agarró su arco y apuntó con una de sus flechas la nuca de Kouga.

-Suéltalo- Dijo con la voz fría y serena.

-¿Perdón?- Dijo Kouga sin hacer caso alguno a la orden y mirando a Kikyo con los ojos entrecerrados.

-No me hagas repetirlo y quitas tus garras de él.

-Kikyo…- Murmuré deseando que se abriese la tierra y se me tragase.

-¿Tu eres Kikyo!

Kouga me soltó de golpe mientras se giraba completamente para encarar a la mujer y entonces yo caí en la cuenta de que Kouga se había enfadado conmigo cuando se enteró de que había amado a la sacerdotisa, y que hasta aquel momento, él aun no había descubierto quien era ella.

-Así que tu eres Kouga… Que decepción- Kikyo bajó su arco, sabiendo que no había ninguna amenaza.- No se como pudiste estar con él Inuyasha.

-¿Se lo contaste?- Grito el lobo mirándome a mi ahora- ¿Y dime… a quien más largaste?

La burla que implicaba sus palabras me hirió, pero manteniendo mi orgullo a salvo, logré decir- Eso no te incumbe.

-Y una mierda que no…

Kikyo agarró al lobo del brazo para que le prestara atención, y con un tono de voz que hubiese helado a más de uno, dijo:

-Lárgate de aquí, nosotros dos estábamos ocupados en algo.

-¡Ya me imagino en lo que estabais ocupados!- Exclamó Kouga liberando su brazo y dando un paso hacia mí.- ¡Y no lo voy a permitir¡¿Me escuchas Inuyasha¡¡No puedes decirme que me amas y después irte con otra! No te lo permitiré

Un momento después el lobo se abalanzó sobre mí con toda su frustración y desesperación a flor de piel. Con sus manos agarrándome por los hombros, el lobo me acercó hasta él bruscamente para apoderarse de mis labios con furia y voracidad.

Pero antes si quiera de que sus manos se posaran en mí, yo ya sabía que estaba perdido. Cada vez que el lobo me tocaba, yo perdía sin remedio el norte, dejándome llevar por aquel torrente de sentimientos que solo el moreno era capaz de despertar en mi.

Cuando Kouga suavizó su beso, volviéndolo más dulce pero no menos intenso por ello, mis brazos le rodearon el cuello mientras nuestros cuerpos se acercaban para entrar en mayor contacto.

Todo lo que no tuviese que ver con Kouga y su beso pronto dejó de existir para mí, y como solía ocurrirme cada vez que él me tocaba, mi mente no pudo retener más de una idea al mismo tiempo.

Lamiendo por última vez aquellos ansiados labios, me aparté un poco de él, sin resistencia alguna por parte de Kouga. Cuando mi mente se aclaró un poco, caí en la cuenta que Kikyo debía haber sido testigo de toda aquella escena, y lo que era peor, Kouga se burlaría de él por haberse dejado llevar de tal modo

Más al girarme para buscar con la vista a la sacerdotisa me di cuenta que había desaparecido sin dejar rastro alguno.

-¿Dónde fue Kikyo?- Murmuré confuso, pero Kouga apretó su agarre sobre mi cintura hasta casi causarme dolor.

-¿Y qué importa ahora eso¡No deberías hablar de ella mientras estas en mis brazos!

-¿Acaso estás celoso?- Pregunté con sorna mientras me alejaba de él. In embargo la respuesta que me dio me dejó clavado en el sitio.

-Por supuesto… ¿Cómo se supone que debería sentirme tras verte besándote con ella?

La ira y la incredulidad estallaron en mí incontenibles.

-¡No tienes ningún derecho a decir eso cuando yo te he visto a ti besando a Kagome!

-Pero ella era mi novia, y tu no….

-Exacto, tu y yo no somos nada, así que no se que demonios te crees para venir aquí con reclamaciones.

-Si me dejaras terminar…

-¡Pero es que no quiero escucharte, ya te he oído bastante…!

Kouga debió de cansarse de ser interrumpido por mí, ya que me hizo callar del método más efectivo que conocía. Me beso. Y que beso… mis rodillas volvieron a flaquear bajo la pasión abrasadora de su contacto.

-Ella ERA mi novia, y tu supuestamente no me amabas. Pero después de decirme que me querías… no creo que tengas derecho a ir besando a tu antiguo amor- Susurró con sus labios a escasos centímetros de los míos.

-Pero…- Me interrumpí al caer en la cuenta de que él había usado el verbo en pasado- Un momento… ¿Era tu novia¿Eso significa que ya no?

-Vaya… que agudo.

-Deja la ironía lobo pulgoso

-Tu fuiste el que se empeñó en complicarlo todo diciéndome que yo solo era un revolcón. Me sentí como un cualquiera.

-Pero es que eso era lo que parecía.

-Maldición… ¿Todavía sigues con eso¿Es que no te das cuenta de que si hubiese sido un simple calentón me hubiese ido a calmarme con cualquiera menos contigo?

Sus palabras empezaron a hacer mella en mí, haciendo que mis ojos se abrieran de par en par

-Y si que he hablado con Kagome. La expliqué todo y aun que parezca mentira no reaccionó de todo mal. Parecía que más que el hecho de perderme como novio lo que la molestaba es que la hubieses mentido. Creo que con una disculpa de tu parte bastará para que deje de mirarte como si fueras un reptil que acaba de aparecer de algún rincón.

-¡Pero no la mentí! Yo… yo solo la escondí algo, y encima por su propio bien.

-Ponte en su lugar Inuyasha- Las manos del lobo me rodearon con más fuerza mientras su cabeza se perdía en la curva de mi cuello- Tu te hubieses sentido aun peor que ella, y con tu carácter…

-Lo se. En realidad se que toda la culpa la uve yo- La lengua de Kouga jugueteaba lamiendo mi piel haciéndome estremecer y perder el hilo de mis pensamientos. Desde luego estaba haciendo una envidiable tarea de distracción.

-Ahora lo que tenemos que hacer es volver al campamento y hablar con ella los dos juntos. Nos perdonará por que nos quiere a ambos. Más a ti que a mí, pero no será por mucho tiempo.

-¿Y eso que significa!- Exclamé enfadado de pronto.

-Tranquilo cachorro, era solo una broma.- Una exclamación de placer salió de mis labios cuando las manos de Kouga lograron colarse entre mis ropas y posarse en mi trasero desnudo, empujándome hacia su pelvis.

-¿Ca… cachorro?- Pregunte jadeante e incrédulo por el movimiento lento y sensual que había empezado a crear el lobo. La fricción terminó por excitarme rápidamente.

-¿Prefieres que te diga chucho?- Echando mi cabeza hacia tras para darle más espacio a su boca, mis movimientos se acompasaron a los suyos mientras una de mis piernas subía a enredarse en su cadera y acercarnos así aun más.

-Por lo menos sería más característico de ti…

-Arggg, cállate de una vez- Dijo desesperado por mis palabras.

-¿Y si no lo hago… qué piensas hacer para obligarme?- Kouga levantó su vista bruscamente mirándome con incredulidad, pero al ver la ternura y la lujuria mezclándose extrañamente en mi rostro, el lobo sonrió pícaramente.

-Bueno… Podría empezar con algo como esto- Momentos después la lengua de Kouga inundó mi boca lamiendo y chupando todo lo que encontraba a su paso. Y cumplió su cometido. En más de una hora no dije ni una palabra, por lo menos que no fuera para exigirle y rogarle placer.

Después de aquello ambos volvimos al campamento, y tras escuchar una charla de todos mis amigos por mi "desaparición", Kouga y yo hablamos con Kagome. Ella nos aseguró que le gustaba Kouga, pero lo es que le quisiera y que lo que más le había herido había sido que la engañáramos.

Tras casi una hora de tira y afloja en donde Kouga y yo casi terminamos peleando echándonos mutuamente la culpa de lo sucedido, pro haber callado ambos, Kagome volvió a demostrarnos lo comprensiva que podía llegar a mostrase, perdonándonos a ambos con la condición de que nunca más la mintiéramos y que le contáramos a todos de nuestra relación. A Kouga le exigió quedarse con nosotros en nuestro campamento.

Al principio el lobo se negó, pero aquella noche, tras una larga y exhaustiva demostración, yo le demostré las muchas ventajas que podría tener el estar juntos todas las noches. Por supuesto Kouga estuvo completamente de acuerdo.

Y aun que nadie podría decir que lo nuestro fue una relación de cuento de hadas con final pasteloso y feliz, ambos quedamos juntos y felices. Y si bien nuestro orgullo y temperamento nos llevó a más de una pelea, nuestro amor no hizo más que crecer con la convivencia.

Naraku fue derrotado más o menos un año más tarde y para mi sorpresa para aquel entonces Miroku tenía una relación con mi hermano tan fuerte como la mía con Kouga. El monje se fue a vivir con el demonio mientras que Kagome regresó a su tiempo. Por otra parte Sango volvió a su pueblo con su hermano, que milagrosamente se había salvado de las garras de Naraku, y Shippo se decidió a ir con ellos.

Yo, como buen solitario que era, me negué en un principio a formar parte de la manada de lobos de Kouga, pero sabiendo que él debía tomar el mando allí, al final ambos pactamos vivir con sus compañeros. Debo añadir que para aquel entonces yo me encontraba en tan estado de enamoramiento que me hubiese sido imposible negarle aquello que era tan importante para él.

También cabe decir que Kikyo murió. Fue un duro golpe para mi, ya que a pesar de no amarla ya, yo siempre la tendré aprecio. Y desde luego su muerte me dejó bastante depresivo por un tiempo. Kouga fue quien me sacó de mi tristeza demostrándome una amabilidad que pocas personas han podido ver en él.

-Inuyasha…- Por último, quiero dejar aquí bien claro que pase lo que pase, y se entrometa quien se entrometa, nunca me separaré de la persona que tanto….- ¡Inuyasha!- Amo…

Un patada en mi trasero hizo que saltara del sobresalto. Guardando con rapidez aquello con lo que estaba ocupado entre los pliegues de mi abrigo, me volví para encarar a mi desesperado novio.

-¿Se puede saber en que andas para estar tan despistado?

-En nada- Le contesté únicamente mientras me acercaba a él para posar mis labios sobre los suyos ligeramente, como un toque de mariposa. Aquellas muestras de afecto al principio habían sacado de quicio al lobo. Bueno en verdad solo le molestaban si había gente delante. Pero con el tiempo él se había vuelto tan abierto al respecto como yo.

-¿Intentas esconderme algo?- Me dijo levantando una ceja.- Sabes que eso es imposible. En caso de no sacártelo ahora, esta noche lo haría sin duda.

Sonrojándome ligeramente, mis ganas de matar a mi novio me hicieron apretar mis puños a los costados de mi cuerpo.

-No tenías por que haber dicho eso.

-Vamos cachorro… Sabes que bromeaba- Kouga me rodeo con sus brazos acercándome hasta que nuestros torsos chocaron, y por la mirada de sorpresa del lobo supe que había notado lo que llevaba escondido.- Vaya… O bien estás muy contento de verme, o en verdad estás escondiendo algo.

Antes de que pudiera contestar a aquello, el lobo metió su mano en mi abrigo sacando de el un grueso libro. Para mi completo bochorno el moreno empezó a leer lo que ponía en la cubierta en voz alta.

-Diario… ¿Diario!- De un rápido movimiento el libro se abrió por la mitad y los ojos de Kouga se deslizaron por las líneas.

-Dámelo, es mío- Cogiendo el libro, tire con todas mis fuerzas para recuperarlo, y el al final cedió.

-¿Has escrito un diario contando lo nuestro?- La incredulidad en su voz casi me hizo sonreír. Parecía que se había quedado sin palabras.

-Sí. Quizás algún día te deje leerlo entero.

-No me lo puedo creer… Si alguien me lo hubiese contado probablemente me hubiese reído en su cara.

-Tampoco es tan raro…- Dije a la defensiva.

-No claro…. Es lo más normal del mundo que alguien como tu haga una cursilería así…. El inmenso amor que sientes por mi te debe estar ablandando….

-¿Inmenso amor…?- Una carcajada escapó de mis labios- Dios sigues tan arrogante como aquel primer día que me tiraste por un barranco para hacerme el amor.

-¿Tirarte? Pero si fuiste tu el que se me lanzó para foll…

Con una mano le silencie, y mirándole fijamente dije- Amor… hacer el amor Kouga.

-Esta bien, hacer el amor- Accedió cuando le destapé los labios. El demonios sonrió de aquella manera que solo lo hacía conmigo y que tanto me gustaba y abrazándome con la cintura empezamos a andar hacia nuestra cabaña.- Y dime… ¿Has escrito ya el final de tu… tu diario?

-No, pero estoy a punto de terminarlo.

-¿Y cómo será¿Acaso podrás que el apuesto demonio hizo feliz al perro por el resto de su vida?

-¿feliz? Bua….- Exclamé como restándole importancia a aquello con un gesto de mi mano.- No creo que deba poner, eso, al menos no aun. De cualquier forma si que podré algo sobre lo enamorado que estaba ese demonio y lo mucho que intentaría complacerme durante el resto de su vida.

La carcajada de Kouga atrajo la atención sobre nosotros del resto de miembros de la manada que andaba cerca. Era algo bastante habitual últimamente que el moreno riera en compañía de su novio, o sea, yo… Estaba tan contento con lo que había conseguido que no había nada en el mundo que pudiese arrebatarme mi felicidad.

Y si bien era cierto que Kouga me estaba haciendo feliz, no iba a decírselo a él. Por lo menos no ahora. El lobo debería seguir haciendo su labor durante el resto de su vida, y no era plan de ponérselo demasiado fácil. Bien sabía yo que Kouga nunca rechazaba un reto…

Fin

Bueno, pues ya he terminado la historia. Ha sido muy cortita, pero al menos a mi me ha gustado mucho escribirla. No era nada del otro mundo ni con una gran trama, pero me encantan estos personajes