DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen, todos sabemos que son de JK Rowling así que no sirve de nada hacerse ilusiones al respecto verdad? Yo solo me divierto fantaseando con ellos.
ADVERTENCIA: Esto es un fic slash, o sea relación chico-chico, si no te gusta este género ahora es el momento de que te retires y no empieces a leer. Para los que os gusta solo deciros que si buscáis escenas fuertes este tampoco es vuestro fic, aunque prometo muchas sensaciones. El ranking de no recomendado para menores de 13 es por que no creo que alguien más pequeño deba de leer historias de este género, no por lo que incluya la historia en sí.
Hola a todos. Este es mi segundo fic salsh , pero no el segundo, que ya me pasó con "Desde la verdad" que pensasteis que era el primero de todos que hacía. Bueno en fin, no es un genero que lo frecuente mucho por que siempre busco ideas buenas y con sentido. Nunca pensé que encontraría una lo suficientemente buena como para hacer una historia de amor entre estos dos estando aún en Hogwarts, pero la encontré :) y me alegro. El fic estará estructurado en dos partes: el último curso en la escuela y una parte post Hogwarts.
Es una de las pocas veces que comienzo a subir una historia sin estar terminada de escribir así que no se con cuanta asiduidad subiré capítulo, lo digo para aquellos/as que me conocen que no piensen que voy a subir a diario, lo siento, esta historia aún está en proceso. Eso sí no se admite cambios para el final, el último capítulo ya está escrito:)
Bueno espero que lo disfrutéis. A lo mejor os parece raro por como se desarrolla al principio pero la experiencia me dice que en cuanto os acostumbréis no os importará el lugar! Ojalá consiga haceros sentir la mitad de lo que yo siento al escribirlo. Pero eso solo lo sabré si vuestras palabras me dejan saberlo así que no temáis darle al botón del reviews ¿vale? Gracias a todos por leer. A disfrutad!
ÚLTIMA OPORTUNIDAD
CAPITULO 1: EN UN LUGAR PROHIBIDO.
Ser Premio Anual tiene ventajas e inconvenientes pero, como en casi toda distinción que ésta vida te otorga, las primeras suelen superar a las segundas. Muchas puertas y experiencias vetadas para el resto de alumnos, incluso para los prefectos, quedan invalidadas en tu último año de escuela y eso… eso abre un mundo entero de posibilidades a los afortunados que son premiados. Aún así, hay un lugar que permanece prohibido a todos, sin excepción, tan prohibido e inaccesible como él.
Tal vez por ser su último año o tal vez por disfrutar de los privilegios de ser Premio Anual es que se arriesgaba a hacerlo; o quizás es que su destino estaba tan prefijado por todo lo que le rodeaba que ya no le importaba nada… En apenas unos meses dejaría Hogwarts y, quisiera o no, su vida daría un giro de no menos de ciento ochenta grados, si no se revelaba ahora no tendría otra oportunidad; la vida lo impulsaría más allá de donde sus pasos lo quisieran llevar y sería un camino sin retorno, lo sabía hacía ya mucho tiempo.
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Dos veces por semana acudía allí. Sabía que se exponía a un castigo si lo descubrían, incluso a la expulsión, pero los peligros que encerraba el bosque eran mucho mayores que eso y era consciente de ello desde primero. Nadie sabía que iba allí, si algún día le ocurriera algo podrían perfectamente hallarlo muerto tan sólo al percatarse de su ausencia al lento transcurrir de las horas del día después. Pero, aún así… él seguía acudiendo. Algo lo llamaba irremediablemente a aquel lugar y sabía de sobra lo que era.
Ya caída la tarde abandonaba el castillo y paseaba despreocupadamente por los límites del bosque, como si fuera parte de su misión por preservar el orden establecido, hasta que, una vez seguro de estar libre de toda mirada indiscreta, se deslizaba rápidamente hacia la maleza cada vez más espesa, encaminando sus pasos al lugar exacto en que todo tuviera lugar tiempo atrás.
El otoño estaba en pleno esplendor y aunque el invierno tardaría en llegar y el calendario aún no marcaba la proximidad de dicha estación, el clima y la temperatura sí que lo presagiaban ya haciendo que el frío se sintiera cada vez más desde la caída de la tarde. Ahora necesitaba de su capa y pronto necesitaría también de un hechizo reconfortador para poder salir del castillo a esas horas, pero tal vez luego, con las nieves, tuviera que dejar de acudir así que comenzó a ir a diario, aprovechando al máximo lo que pensaba podían ser los últimos días para disfrutar del lugar antes de la primavera.
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Llegó en silencio, como siempre, oculto en sombras y entre sus propias sombras, más su presencia, hoy inesperada, lo sobresaltó haciendo que su respiración se cortara más que el frío aire que azotaba su delicada faz, no espera encontrarlo allí. Permaneció oculto tras un frondoso matorral, a una distancia prudencial que le permitiera pasar inadvertido sin dejar por ello de observarlo… Sentado, como siempre, próximo a la hoy ya helada orilla del lago, la vista fija al frente, al otro lado, sus ojos perdidos en la oscuridad de la noche que los comenzaba a envolver. Y tampoco hoy pudo descubrir de dónde procedía la oscuridad que velaba el verde de sus pupilas pues su cara destilaba una mezcla extraña de paz y melancolía, que le otorgaba un aspecto sumamente triste aunque despreocupado.
¡CRASH!
-. ¿Quién anda ahí?
Un descuido momentáneo, un pequeño paso en falso y las ya secas y crujientes ramas caídas lo habían delatado mostrándole su presencia al otro chico. Permaneció quieto, silencioso, aguantando incluso la respiración, deseando intensamente que el pensara que solo había sido un animal, tal vez un pequeño roedor huyendo de alguna rapaz nocturna. Pero no… se puso en pie, varita en mano, su profunda mirada clavada justo en el arbusto que le ocultaba su presencia; sabía que no podía verlo, pero era como si sus ojos pudieran ver más allá de las anaranjadas hojas que lo ocultaban, descubriendo el punto exacto en el que se hallaba, haciéndole sentir sus ópalos clavados firmemente sobre él.
-. ¡Sal si no quieres probar mi varita!
Dejó el aire escapar de su pecho al tiempo que sus ojos se abrían en sorpresa ante sus palabras, era imposible que supiera que era él y, aunque sospechara que quién allí se ocultaba era un humano, su amenaza explícita era un gesto demasiado osado para no contemplar la posibilidad de que pudiera ser un centauro quien lo acechara y ya no era ningún crío que pudiera hacerse pasar por potro para eludir las iras de estos seres, mucho menos cuando se les amenazaba así.
A pesar de los nervios que lo asaltaban no pudo evitar sonreír ligeramente al pensamiento de que esa valentía tan irracional e inconsciente era una de las cosas que más admira de él y, aunque internamente atenazado por el miedo de darse a conocer, se deslizó unos pasos a su derecha abandonando la protección que el arbusto le ofrecía. Durante todo el tiempo que lo había estado observando ir allí había deseado tanto como temido una situación similar a ésta, que un día lo descubriera pero… hoy él no debería estar allí y por eso él no estaba preparado para afrontarlo, aunque en realidad, tal vez no lo estuviera nunca… Cuando se personó ante él trató de mostrársele tan altivo y frío como siempre.
-. Malfoy…
Su voz apenas fue un murmullo audible en el silencio de la noche, su expresión contraída más por la rabia que por la sorpresa; sus ojos, ahora desafiantes, clavados en el gris plata acentuado por la luna. Por un momento el silencio más profundo los rodeó e incluso el bosque y el lago parecieron haber callado sus arrullos nocturnos, pendientes tan sólo de lo que pudiera ocurrir en aquel claro. Inesperadamente lo vio bajar su arma y no pudo evitar que una sincera sonrisa, como pocas veces mostraba, se perfilara en sus finos labios ante el gesto del moreno quien a pesar de eso lo miraba aún más desafiante.
-. ¿Qué haces aquí?- Le espetó tan secamente como si las palabras le hubieran pertenecido a él.
-Eso, Potter, no te importa.- Dijo desafiante aunque no esperaba la reacción que encontró.
-¿Tramando algo con el lado oscuro?- Su pregunta lo dañó más que si lo hubiera atacado e irguiendo ofendido la espalda, los hombros totalmente hacia atrás, también él le habló fríamente, como cada vez que quería dañarlo.
-Lo mismo podría decir de ti.
-Debería de acusarte con MC Gonagall- dijo entrecerrando los ojos. Malfoy alzó una ceja burlón.
-¿Es que acaso el chico dorado de Dumbledore tiene privilegios exclusivos?- le preguntó hiriente.
-¡Sabes que no!- Contestó airado al apelativo dado por el rubio.
-Entonces, los dos compartiremos castigo.- Harry enarcó las cejas al escucharlo.- No pongas esa cara Potter,- le recriminó molesto- aún recuerdo sus palabras… - Añadió retirando su capa hacia atrás para meter las manos en los bolsillos de su pantalón.- "Ha odio correctamente, Sr. Malfoy"- aclaró tratando de remedar a la profesora- "Por honorables que fueran sus intenciones todos estaban levantados a deshora."- a sus palabras Harry no pudo más que recodar aquel episodio de seis años atrás y supo bien a lo que se refería.- Estamos igualados Potter, si me descubres… caerás conmigo.
Una verdad odiosa tenía que reconocerlo, ambos eran premios anuales, pero ambos estaban en un lugar prohibido; si lo delataba también revelaba su presencia allí y eso era algo que a él le traería más problemas que a Malfoy pero… ¿Cómo confiar en que él no lo hiciera como aquella vez? Tal como si hubiera formulado la pregunta el rubio chasqueó despectivamente la lengua y lo miró intensamente al hablar.
-. Suelo aprender de mis errores.
-No confío en ti Malfoy- declaró seriamente mientras que por un fugaz instante pensó que los ojos de su rival se habían oscurecido a sus palabras.
-Lo sé.- Fue su única afirmación antes de girarse presuroso y comenzar a alejarse.
-¿A dónde vas?- Le preguntó imperativamente y, aunque no esperaba respuesta, la obtuvo.
-Al castillo, tu presencia aquí arruina mi estancia esta noche.- Y sin girarse siquiera siguió caminando.
Harry lo observó alejarse extrañado, dudando incluso de que le hubiera dicho la verdad de a dónde se dirigía y de que se retirara así sin más, sin buscar bronca siquiera. Quedó pensativo un momento y entonces también él se apresuró a volver a su torre, no fuera que Snape saliera en su busca alertado por el aviso de Malfoy.
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No recibió nota alguna de castigo esa mañana y, tanto su actitud en clase como la de Snape y Mc Gonagall no mostraron nada irregular. La inquietud ante los hechos lo asaltó toda la mañana, la mente perdida en el pensamiento inconcebible de que Malfoy no lo hubiera delatado y conforme avanzó el día aún fue peor; caía de nuevo la tarde y por primera vez volvió a sentirse inseguro al encaminar sus pasos hacia el bosque, como el primer día que decidiera hacerlo.
Su estancia allí aquella noche fue muy diferente a la habitual: sus típicos pensamientos y sensaciones rememoradas se evadieron de él y su mente se llenó progresivamente de pensamientos extraños ante el recuerdo de la actitud y el comportamiento de su siempre ferviente enemigo. Apenas llevaba allí la mitad del tiempo que solía pasar en aquel lugar cuando, angustiado y harto de pensar lo que no quería, decidió regresar.
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Sabía que hoy lo encontraría, o eso esperaba pues era uno de sus días de visita por llamarlo de algún modo, y más consciente que nunca de ello también él encaminó sus pasos hacia allí. Nuevamente llegó en silencio y de nuevo lo halló sentado en el mismo lugar, como si pudiera medir al milímetro la distancia donde cada noche se colocaba, con la misma expresión en su cara. Esta vez no mantuvo oculta su presencia.
Avanzó hacia el claro saliendo de la espesura del bosque y, sin mediar palabra con él, se acercó al lugar que ocupara yendo a sentarse a su misma altura , a una distancia prudencial, esa que sin invadir el espacio personal tampoco daba a entender a ojos ajenos que dos personas se consideraran así mismas totalmente desconocidas o extrañas. Sus propios nervios lo hacían temblar antes de dejarse caer en la fría y húmeda tierra cercana a la orilla del lago, pero fue su mirada, la que solo atisbó de reojo, la que más temblor le provocó.
Durante unos minutos permaneció estático, pendiente tan solo de su reacción, sabiéndose escrutado por su verdes ojos, la incomprensión tan patente en él que podía leerse en su mirada y sentirse en la noche ahora cerrada. Solo aguantó unos minutos su presencia, aunque en verdad pensaba que aguantaría menos y entonces se levantó en silencio, igual que él había llegado, y sin volver a mirarlo siquiera abandonó el lugar. Él permaneció allí apenado, sus ojos fijos en el punto exacto donde sabía el solía poner los suyos, entristecido aún sin querer reconocerlo por que el Gryffindor hubiera rehusado su presencia. ¿Pero qué podía esperar? Tal vez hoy su osadía si le valiera el castigo del que dos días atrás se libró.
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Nuevamente nada, tampoco hoy había castigo ni seña alguna que delatara que los profesores conocían de sus incursiones al bosque. El desayuno fue tenso; en más de una ocasión sus amigos le reprocharon su actitud callada y ausente y tenían razón al hacerlo pues, instintivamente, sus ojos se perdían en la distancia, dirigidos hacia la mesa Slytherin, una sola pregunta resonando incesante en sus oídos... "¿A qué juegas, Malfoy?"
Cayó la noche imparable al lento caminar del sol en el firmamento y volvió a encaminar sus pasos hacia allí, intentando olvidar por todos los medios que él conocía su secreto, que podía delatarlo en cualquier momento y lo descubrían en el acto prohibido cualquiera de esas noches. Otra vez apareció apenas a cinco minutos de su llegada; el chico llegó tras él y también hoy, como ayer, se sentó en silencio a su izquierda, sin mediar palabra alguna ni dirigir una sola mirada hacia él. La actitud de esa serpiente comenzaba a enojarle y, aunque no se fiaba mi un pelo de unicornio de su presencia allí, decidió que aquel hecho no tenía por qué amargarle siempre y cuando no le molestara; si ese estúpido engreído pretendía fastidiarle cada una de sus visitas al lago no le daría el gusto de lograrlo así que hoy se quedaría, siguiendo sus costumbres como cada noche. Simplemente ignoraría su presencia mientras se lo permitiera, su cuerpo aposentado junto a él no tendría mayor valor para su persona que el espacio ocupado por una de las piedrecillas tiradas al suelo a su derecha.
Treinta minutos aproximados, el tiempo que sabía solía pasar allí. Cuando lo sintió alzarse la sonrisa se perfiló en sus finos labios sabiéndolo ya de espaldas a él y una sensación cálida lo embargo ahuyentando sus nervios y temores; tal vez aún podía albergar una leve esperanza.
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El paso de los días se hizo patente más él no parecía muy consciente de ello. El aroma a calabaza horneada y la decoración que descubrió en el Gran Comedor le hizo recordar qué día era: cada año que había pasado en la escuela había esperado este momento con ansias, el primer año con las ganas de disfrutar de una fiesta que no sabía bien entonces como es que iba a terminar, los siguientes... temeroso de que algo malo fuera a pasar; si algo tenía que ocurrir en Hogwarts sin duda acontecía esa noche, siempre había sido así. Pero este año su inquietud estaba fijada en otra cuestión, en otro asunto que hacía ya dos semanas no podía eludir de su mente ni un instante.
A pesar de que la fiesta acabó tarde decidió acudir, y su sorpresa fue grande al llegar y encontrarlo ya esperando; nunca llegaba antes, siempre al poco de hacerlo de él, como si supiera el momento exacto en que comenzaba a encaminar sus pasos hacia el bosque y solo entonces saliera en post suya. Como él hacía cada noche se acercó en silencio hasta el borde cercano de la orilla y tomó asiento en su lugar, callado, sin mirarlo... Durante los primeros minutos se mantuvo en silencio, como siempre, aunque ya no podía ignorarlo como trató en los primeros días pues cada noche sentía más su presencia y su callada compañía haciendo patente su presencia allí. Así que finalmente, harto y exasperado por una situación que él le imponía contra voluntad, no pudo aguantar más su curiosidad y violentamente rompió la quietud que el silencio otorgaba a la noche formulando una pregunta airada.
-. ¿Por qué diablos haces esto?
Sabía que su pregunta lo había sobresaltado y lo vio retorcerse incómodo a su mirada debido seguramente a la brusquedad con que formulo su cuestión. No obtuvo respuesta y en su silencio creyó ver un signo más del desprecio del Slytherin
-. ¡Ya estoy harto!- Le admitió exasperado.- Durante más de dos semanas me sigues, llegas, invades mi intimidad, te sientas a mi lado en silencio como si pensaras tener algún tipo de derecho a hacerlo y pocas veces abandonas el lugar antes que yo.
Su voz sonaba totalmente airada y nerviosa pero Malfoy ni se movió, escuchó sus palabras como ausente y, si alguna reacción produjeron en él no fue en su cara que dejó que se advirtiera. La ira comenzó a llenarlo incontroladamente ante su indiferencia y tuvo que hacer por controlarse pues nada hacía o le decía contra él.
-. Eres despreciable Malfoy, una asquerosa serpiente que nunca dejará de arrastrarse.
El corazón se le encogió a su insulto, no esperaba algo así a estas alturas, tal vez sí al principio, los primeros días de su callada cita cuando el no comprendía ni aceptaba su presencia, pero no después de dos semanas en las que el moreno parecía haber admitido al menos que él estuviera allí.
Cuando se levantó, sus ojos se posaron directamente sobre él, por primera vez en todos esos días, y la profunda tristeza que Harry descubrió en ellos lo amilanó; por una vez en su vida pensó que Malfoy era algo más que carne, hueso y sangre, por una vez pensó que el Slytherin tenía corazón.
-. La verdad es mucho más dura escuchada de tus labios- Sentenció mirándolo tan fijamente que sintió como si sus ojos quisieran clavarse en sus adentros en el breve instante en que duró su mirada pues con la rabia manifiesta en sus elegantes movimientos se giró veloz dejándolo allí sentado, más desconcertado aún a sus palabras y su afirmación.
Algo raro estaba pasando y ahora, más que nunca, deseaba saber el qué y el por qué. Malfoy no dejaba pasar ocasión de hacerle la vida imposible, nunca lo había hecho, más esta vez le sorprendió que no solo no había reaccionado a sus insultos y su provocación sino que en cierto modo los había admitido y apoyado. Esa noche permaneció más tiempo en el lago, intentando hallar una serenidad que no encontraba de forma alguna, y aunque regresó mucho más tarde, cansado de la fiesta y helado hasta los huesos casi no pudo pegar ojo envuelto por la avalancha de pensamientos que lo asaltaban. En verdad este Halloween podría contarse como el más extraño y desconcertante de los vividos en la escuela, a pesar de no haber recibido ningún tipo de ataque.
Bueno, pues eso es todo por hoy. Ésta va a ser la tónica del fic os advierto, por eso decía que era raro pero me gusta, me encanta y desde que empecé a escribirlo hasta ahora... mucho más.
N/A: Sobre premios anuales, según los libros oficiales sabemos muy poco de ellos así que me he tomado la libertad de utilizar para la historia que hay el mismo numero de premios anules por casa que de prefectos, o sea, un chico y una chica. Es que sino no me cuadraba para que los dos lo fueran y los necesitaba en igual de condiciones. Ya veremos en que acaba esta aventura.
