Dead Famous

Por Rozefire

Capítulo 9

Y el ganador es…?

Traducido por Inuhanya

"Si era así de fácil salir de su celda entonces por qué no lo intentó antes?" Sango se burló del T.V.

Miroku suspiró pacientemente. "Tal vez no se dio cuenta que la ventana podía romperse cuando entró ahí."

"Qué afortunado darse cuenta de que el vidrio es frágil cuando comienzan a soltar gas en la habitación." Sango continuó objetando con la trama, metiendo algunas palomitas de maíz en su boca de vez en cuando. Probablemente deberían estar observando los monitores de seguridad, pero por qué molestarse cuando estaban pasando Locademia de Policía.

"Tú serías igual si estuvieras confinada en una habitación sin salida." Le dijo Miroku.

"Si hay una ventana, hay una salida." Sango lo contradijo firmemente.

Él la miró. "De acuerdo. Qué tal si no hubiera ventana?"

"Entonces saldría por la puerta."

"Qué tal si la puerta estuviera cerrada?"

"Entonces la abriría."

"Cómo?"

"Con la llave."

Sango podría ser muy difícil cuando se lo proponía. Miroku dejó caer sus pies de la mesa mientras se proponía a corregir este nuevo problema. "Qué tal si no hay una llave?" señaló él. "Dudo que ellos…" él se detuvo y miró a su alrededor antes de continuar, "Dudo que ellos dejaran la llave en tu celda."

"Hay barras en esta celda?" ella volteó hacia él, olvidando la película momentáneamente.

"No. Paredes de concreto en todos los cuatro lados."

"Pero hay una puerta, verdad?"

"Sí."

"Entonces abriría la cerradura."

"Pero qué tal si tu guardia pegara chicle para evitar que hicieras eso. O qué tal si olvidas tu kit para abrir cerraduras?"

"Entonces derribaría la puerta."

Miroku pasó una mano por su rostro. "De acuerdo. Qué tal si ellos te derrumbaran en la habitación con una trampa en el techo?"

"Entonces saltaría."

"Es muy alto para saltar!"

"Soy una muy buena saltadora!" Protestó Sango. "Abriría la cerradura de la trampa y saltaría otra vez!"

"De acuerdo, olvida eso. Qué tal si ellos consiguieran meterte en la habitación entre el casquillo de la bombilla?"

Sango estaba por decir que simplemente saldría cuando la puerta se abrió de golpe, rebotaba contra la pared y entraba su jefa. Kikyo. No se veía feliz. "Él no está aquí. Se fue. Y Kagome se fue con él."

Ellos no necesitaban preguntar quién se había ido. Se miraron mutuamente y Miroku tragó saliva. Tal vez debieron observar las pantallas más de cerca…

Kikyo suspiró cansada, sus puños estaban apretados en sus caderas con los nudillos blancos. "Qué son los dos?"

"Patéticos perdedores." Entonaron los dos lentamente.

"Tres oportunidades para acertar a dónde fue?" Continuó Kikyo.

"Al combate." Dijeron ambos en un halagador unísono.

"Traigan el auto." Kikyo volteó y comenzó a salir. "Con optimismo podemos llegar ahí y sacarlo antes de que comience el encuentro."

Rápidamente Miroku formó un bigote con su dedo y levantó su brazo en el saludo 'Heil Hitler!'. Sango clavó su codo en su costado justo a tiempo porque Kikyo volteó sospechosamente ante los sonidos de sus pies arrastrados. Él cambió rápidamente ese saludo en un estiramiento y una rascada en la nariz mientras le sonreían inocentemente a Kikyo.

"Bueno, vamos." Espetó su jefe y salió con los dos reacios empleados.

"ESTÁS LOCA!"

Kagome tambaleó mientras era empujada fuera de los vestidores al corredor. "Te lo estoy diciendo – está en furor en Europa!"

"Tener tus músculos desgarrados!" gritó Kouga desde la puerta, aferrando la toalla alrededor de su cintura.

"Es un masaje Ruso!" dijo ella acaloradamente, abrazándose contra la pared opuesta. "Obviamente no eres lo suficiente hombre para soportarlo!"

"Veré que nunca trabajes en este lugar otra vez!" Le gritó el luchador.

"Bueno, querido!" ella movió su cabeza. "Nunca trabajé aquí en primer lugar!"

Cuando su expresión cambió a una de perpleja sorpresa, ella se dio cuenta que ahora era un buen momento para correr. "Adiós." Dijo ella apresuradamente y huyó por el corredor antes de que pudiera detenerla. Pero estaba orgullosa de sí misma… no sólo había molestado seriamente a otra arrogante superestrella, sino que también había vengado a Inuyasha.

Pero también había descubierto algo vital. No fue Inuyasha el que se había sobre dosificado – sino Kouga quien lo había drogado…

Sin embargo también sabía con seguridad que había tomado voluntariamente la primera dosis de droga de Kouga.

"Estúpido idiota…" murmuró ella para sí mientras refrescaba la memoria por los corredores, tratando de encontrar su camino. Ella intentó regresar al baño donde se había separado de Inuyasha y su hermano, pero al perecer dio un giro y se perdió completamente.

Debió haber vagado por casi veinte minutos, preocupándose y perdiéndose mientras el tiempo pasaba.

Eventualmente se detuvo y buscó algún tipo de señal en cuanto a dónde estaba. La única señal que vio fue una flecha apuntando en dirección a la arena. Le recordó al tiquet que Inuyasha le había dado y rápidamente sacó su billetera y la abrió.

Tres viejos billetes cayeron al piso junto con un solitario tiquet, VIP. Kagome no se habría sorprendido mucho si también un flujo de polillas hubiera salido. Se agachó y contó el dinero que tenía.

Seiscientos yenes? Para ser la décima persona más rica en el mundo de seguro no lo parecía. Y esperaba que ella comprara ropa con este dinero? Con un giro de sus ojos, Kagome guardó el dinero en su propio bolsillo y recogió el tiquete VIP.

"Discúlpeme, está perdida?"

Kagome levantó la vista para ver a un miembro masculino del personal caminando hacia ella. Rápidamente se preguntó lo que debía hacer ahora. "Uh… sí… creo que me desvié en mi camino al baño." No era una completa mentira.

"Está aquí para las semi-finales."

"Síp. Tiquete VIP?" ella lo ondeó en frente, notando que los ojos del hombre estaban tratando de seguirlo y descifrar si era genuino. Por un momento parecía como si fuera a rechazarla, pero entonces también pareció notar el rostro de Kagome.

"Oye… no eres Kagome Higurashi?"

Maldición, esto se estaba volviendo molesto. "Sí…"

"Fantástico! Ven conmigo! La pelea ya está comenzando pero aún puedes llegar."

Fantástico? Kagome lo siguió incierta mientras comenzaba a guiarla por el corredor. Entre más lo seguía, un extraño sonido en la distancia parecía volverse más fuerte. Fue sólo cuando entró por un par de puertas giratorias a un oscuro, cálido y húmedo lugar que se dio cuenta de lo que era.

Personas. Miles de ellas.

Ella se congeló sorprendida mientras sus ojos exploraban la gigante área estructurada como un anfiteatro. Estaba muy atrás, en la grada más alta con el miembro del personal a su lado, dándole una clara vista del cuadrado 'ring' en el centro de la arena, ya habitado por dos de las superestrellas más molestas con quien se haya cruzado. Inuyasha y Kouga.

Podía ver que la pelea no había comenzado aún. Inuyasha estaba recostado contra las cuerdas elásticas en una esquina hablándoles a su hermano y a un jorobado anciano. Kouga estaba en la otra esquina frotando sus pobres hombros abusados (trabajo de Kagome, por supuesto).

"Los asientos VIP están por acá." El hombre a su lado comenzó a conducirla por las escaleras hacia el centro de la arena donde estaba el cuadrilátero. Fue un largo camino llegar ahí, y a mitad de los escalones sonó una campana en algún lugar de arriba. Kagome se detuvo, mirando alrededor un momento por el origen de la campana antes de notar que hubo un movimiento en el ring. Volteó justo a tiempo para ver un destello de garras, un enorme rugido de la multitud y dos combatientes chocando.

"Qué hay de los guantes!" gritó ella. Seguramente personas con uñas así de largas tenían que usar algo para evitar daños serios.

"No en este deporte, Srta. Higurashi." El miembro del personal que la guiaba se detuvo cuando se dio cuenta que ella no lo estaba siguiendo más. "Esta es una pelea de demonios. No hay barreras."

El par de luchadores se desgarraron entre sus movimientos. Cortes y cuchilladas salían como florecientes heridas en el enrarecido aire… Kagome ya podía ver cuatro fuertes rayos de rojo marcando la espalda de Inuyasha. Era muy violento de ver… quería irse.

Esto no era nada como el 'boxeo' al que estaba acostumbrada donde dos hombres grandes bailando en puntas, se golpeaban mutuamente en la nariz cada cinco minutos. En realidad… el boxeo era manso comparado a esto – al menos esos hombres parecían querer abrazarse cada vez que se acercaban mucho… estos dos de peso ligero se abalanzaban y desgarraban lo que estuvieran a su paso.

"Por acá, señorita." El hombre comenzó a guiarla otra vez.

No me acerque más, ella sintió que se enfermaría si llegaba demasiado cerca. Cómo podían observar esto tantas personas y entretenerse? Era horroroso…

Pero sus pies la llevaban detrás del hombre, haciendo muecas mientras se acercaba al literal campo de sangre. A pesar de ser difícil de ver, no podía quitar sus ojos del par. Sus pisadas se entorpecieron a un punto cuando Kouga atrapó a Inuyasha en un candado al cuerpo contra el borde del cuadrilátero. La respuesta de Inuyasha fue arañar psicóticamente la espalda de Kouga hasta que el demonio lobo lo soltó como si estuviera en pura agonía.

Su asiento estaba localizado a sólo seis metros de la pelea y desde aquí podía ver claramente los rayos de sangre en el piso del ring, unas pocas impresiones de pisadas rojas resaltaban fuertemente de la blanca superficie. Ella se deslizó lentamente en su silla, con una crónica mueca en su rostro, retorciéndose de dolor cada vez que el público aplaudía o abucheaba extra fuerte cuando alguno recibía un fuerte golpe.

No había reglas? No debería haber una señal R de restricción en la puerta? Seguramente los niños no podían observar esto?

La narración apenas era audible sobre los gritos de los espectadores.

"… un buen golpe ejecutado por Kouga. Ooh! Eso fue uno cercano para Inuyasha – si hubiera sido golpeado al suelo entonces habría perdido el primer asalto – oh pero está respondiendo!"

Realmente, Kagome figuró que la pelea estaba desarrollándose muy rápido para ser seguida por un comentarista. Cada uno parecía ganar el dominio sólo para perderlo al segundo siguiente. Kagome se movió incómoda en su asiento, preguntándose si había una ley contra este tipo de deporte. Sintió como si estuviera observando una especie de película gladiadora, aunque una pequeña parte de su mente le decía que eran demonios, pelear así prácticamente era boxear.

… Verdad?

Kagome no podía estar más sentada y observar. Tenía que tomar parte.

Así que se levantó y gritó. "Inuyasha! Ten cuidado!"

Cómo demonios logró distinguir su voz entre miles de personas gritando el mismo nombre fue sorprendente para ella. Pero al momento en que su nombre dejó sus labios, sus orejas se movieron y su cabeza se volteó para encararla.

Al mismo tiempo, Kouga lanzó su golpe mortal.

Un angustioso sonido colectivo se levantó del público cuando Inuyasha cayó, golpeando la superficie con un estruendo que fue amortiguado por los gruñidos de la multitud. Quedó inconsciente.

La campana sonó desde su escondida localización y Kouga levantó sus brazos triunfante. Asalto uno para el lobo. Este cambio de eventos fue recibido por más boos que silbidos y aplausos.

Kagome regresó a su asiento, con una mano sobre su boca como si fuera su propia voz la que hubiera derrumbado a Inuyasha. Bueno… de alguna forma así había sido. "Ah mierda…"

Kouga regresó a su esquina con aire satisfecho, mientras que Inuyasha tuvo que ser arrastrado por el réferi a la suya. Kagome observó con desprecio mientras el lobo tomaba un sorbo de su botella de agua, la lanzaba sobre su hombro fuera del ring y luego miró el espacio entre él e Inuyasha mientras escuchaba a su entrenador hablarle. Inuyasha tuvo su botella de agua vaciada sobre su cabeza – pero sirvió para despertarlo de una vez.

Y a la primera persona que miró fue a Kagome. Ella tragó saliva. No se veía complacido.

Él le dijo algo y aunque no pudo captar las palabras sobre la multitud, pudo leer sus labios perfectamente. 'Ven aquí – AHORA'.

Tímidamente Kagome salió de su silla y bordeó la barrera que separaba los puestos del cuadrilátero. Nadie trató de detenerla mientras saltaba sobre ella, no cuando iba por órdenes de Inuyasha. Mantuvo sus ojos en Inuyasha mientras se acercaba a su esquina del cuadrilátero y se detuvo al lado del anciano que asumió era el entrenador de Inuyasha. Ahora Sesshomaru estaba sentado en su propio asiento VIP hablando por su celular con un dedo metido en su otro oído. "No, lo siento – tendrás que hablar más fuerte!"

Inuyasha la consideró en silencio por un momento, su rostro ya estaba severamente golpeado y un ojo comenzaba a hincharse. La mirada de Kagome siguió un fuerte flujo de sangre que bajaba por el lado izquierdo de su rostro desde un corte sobre su ojo izquierdo. Se veía listo para caer muerto.

"Ya te hiciste la prueba?" preguntó ella cuando él falló en llenar el vacío de silencio entre ellos.

"Quédate con Toutousai y deja de distraerme." Dijo él simplemente mientras la campana del segundo asalto sonaba. Kagome miró al anciano ligeramente ido antes de volver a Inuyasha.

"Creo que deberías salir – estás perdiendo!"

"Estoy bien!" gritó él mientras regresaba tambaleándose hacia Kouga.

"Te lastimarás!"

"Sólo son unos cortes y raspones, niña." Le dijo el anciano llamado Toutousai mientras iba a sentarse al lado de Sesshomaru que aún estaba hablando por su celular. "DIJE QUE TENDRÁS QUE HABLAR ALTO!"

"Prácticamente esto es sadismo!" gritó ella. Un poco de subestimación en su libro, pero fue ignorada mientras continuaba el segundo asalto. Inuyasha ya parecía estar tiritando, pero Kouga estaba fuerte. O Inuyasha era un mal peleador o esas drogas aún estaban afectando su desempeño. Kagome se encogió otra vez mientras el par continuaba peleando, las garras cortaban tan fácilmente la carne que a Kagome le recordó la imagen mental de un cuchillo caliente entre la mantequilla.

Estaba comenzando a sentir náuseas cuando Miroku y Sango llegaron a cada lado suyo.

"Pensamos que te encontraríamos aquí." Comentó Miroku.

"Quién está ganando?" preguntó Sango.

"Uh… Kouga." Kagome colocó una mano en su boca mientras gotas de sangre golpeaban la superficie justo bajo su nariz. Había perdido el rastro de cuál sangre era la de cual.

"Qué pasó con la prueba de drogas?" Miroku parecía considerar el violento encuentro como si estuviera observando el fútbol del sábado en la noche. Como si lo hubiera visto antes. Kagome sintió que tendría que ir muy lejos antes de que se aclimatara a eso como él.

"Su hermano tomó la prueba." Le dijo Kagome.

Sango siseó entre dientes. "Huelo cosas ilegales… posiblemente no podamos salirnos con esto."

"Ruego diferir." Dijo Miroku confiadamente.

De repente Kagome recordó lo que la había urgido en primer lugar a exprimir los hombros de Kouga como una toalla húmeda. Se abalanzó para agarrar el borde de la plataforma. "Inuyasha! Fue Kouga! Él fue quien puso la sobredosis en tu bebida con -!"

Ella habría continuado si Miroku no la hubiera halado con una mano sobre su boca. Pero su trabajo fue hecho e Inuyasha la había escuchado.

Lo que Kagome presenció entonces fue lo que sólo podría describir como una respuesta milagrosa. Inuyasha llegó al límite de caer a la plataforma en cualquier momento dado para luego ganar el dominio. Dados otros treinta segundos probablemente podría haber lanzado a Kouga al suelo y ganado el segundo asalto. Pero la suerte no estaba de su lado cuando la campana sonó para el final del asalto.

Ambos luchadores retrocedieron a sus respectivas esquinas e Inuyasha se desplomó en la proporcionada butaca y cayó ahí jadeando, sudor y sangre mezclados brotaban de su cuerpo. Kagome sintió un creciente respeto por su resistencia… pero aún consideraba que este tipo de deporte era más estúpido que cualquier otra cosa.

"Casi… lo tenía…" Inuyasha respiró fuertemente.

"Lo tendrás en el próximo asalto." Miroku le dio palmaditas a su húmedo hombro y lanzó otro frasco de agua sobre el rostro de Inuyasha. "Resiste."

Kagome sintió que tenía que aportar al incentivo, aún si no lo aprobaba. "Estás mejorando, sólo insiste en el bastardo."

Ella fue recompensada con una extraña mirada de Inuyasha, como si estuviera calculándola. Pero sólo duró por un momento cuando la campana para el tercer asalto sonó fuerte y clara. Inuyasha se levantó cansadamente y regresó hacia Kouga. Otra vez Kagome se sorprendió y a aquellos a su alrededor cuando agarró la cuerda que rodeaba el cuadrilátero. "No dejes que te gane! Puedes derrotarlo – Puedes hacerlo, Inuyasha!"

Terminó rápidamente. Un golpe fue todo lo que le tomó enviar a Kouga al suelo… teniendo en mente que fue el peor golpe e incluso Inuyasha se tambaleó del cansancio que casi cae justo después del lobo.

La campana sonó otra vez, unos simples diez segundos después del inicio del asalto y se terminó. Inuyasha, acribillado con fatiga (y probablemente con síntomas sufridos por la droga) levantó sus brazos temblorosamente en el aire, siendo saludado por un coro de silbidos y aplausos.

Kagome estaba deleitada por él, su disgusto fue olvidado temporalmente mientras aplaudía junto con todos los demás y saltaba con Sango.

Pero aún, al final del día, sólo fue un empate.

"Espero que hayas aprendido tu lección de todo esto." Kagome golpeó suavemente la rodilla de Inuyasha mientras regresaban a la villa por el camino en la Toyota en la que se habían ido. Fue sólo ahora que Kagome se dio cuenta de cuán rápido e imprudente era la forma de conducir de Sesshomaru.

"Y qué lección sería?" Inuyasha buscaba algo en los bolsillos de su abrigo.

"Que las drogas no pagan. Casi pierdes ese encuentro completamente gracias a tu comportamiento irresponsable."

"Sí, pero no lo hice, verdad?" señaló él.

"Pero casi lo haces." Kagome recalcó la palabra. "Si no te hubiera dicho la verdad sobre la sobredosis, no te hubieras enojado lo suficiente para ganar ese último asalto."

Inuyasha permaneció en silencio malhumorado.

"Y también podrías decir que si no hubiera discutido contigo ayer entonces aún hubieras estado en tu habitación cuando esa bomba estalló." Ella cruzó sus brazos. "Podrías decir que salvé tu vida."

"Oh querido Dios, ella salvó mi vida…" él dijo eso en un tono de voz más desesperado que nada más. "Así que crees que te debo una, es eso?"

Ella suspiró. "No. Todo lo que estoy diciendo es que podrías mostrarme un poco de gratitud."

"Déjalo. He tenido un duro día." Murmuró él.

Entonces, mucho para su irritación él sacó un cigarrillo de su bolsillo y volteó hacia ella. "Tienes fuego?"

Ella lo miró fríamente.

"Bueno, bueno…" él la pasó en favor de su hermano. "Lanza el encendedor, sí?"

Silenciosamente, Sesshomaru sacó el encendedor de cigarrillos de su enchufe en el auto y lo lanzó sobre su hombro al asiento trasero. Inuyasha no lo atrapó con tanta habilidad como debió y lo manejó torpemente. Sus manos estaban temblando demasiado.

La compasión de Kagome tuvo lo mejor de ella, levantó el encendedor impacientemente y lo mantuvo estable para él. "Podrías tener la decencia de esperar hasta que esté fuera del auto. Nunca escuchaste del fumador pasivo?"

"No te importa, verdad?" preguntó él mientras su temblorosa mano fallaba en alinear su cigarrillo con el encendedor. Kagome suspiró y cerró su mano alrededor de la suya en orden de estabilizarlo.

"Me importa en verdad." Dijo ella tranquilamente.

"Es justo." Él se encogió, retiró su mano de la suya y tiró el cigarrillo levemente quemado por la abierta ventanilla. Kagome parpadeó ante la elección de sus acciones, mirando de él a la ventana y a él otra vez.

"Por qué hiciste eso?"

"Bueno, sólo continuarías quejándote si no lo hacía," dijo él en forma de excusa. Kagome le frunció el ceño ligeramente, no sabiendo qué pensar, mientras le regresaba el encendedor a Sesshomaru quien lo regresó a su lugar.

Ellos se sentaron en silencio el resto del viaje a la villa, Miroku, Sango y Kikyo los seguía en el auto de atrás.

Una pelea había sido programada para el siguiente viernes, un combate contra Kouga puesto que el último había sido un empate. Inuyasha juró tener su fuerza de regreso para ese próximo encuentro en dos días… pero la fuerza parecía estar fallándole muy drásticamente cuando se encontró sobre la taza del baño, devolviendo su cena.

La única otra vez que había sufrido los síntomas fue después de la primera vez que había tomado una sobredosis. Había intentado que esa fuera su última vez… pero gracias a Kouga tuvo que sufrir la misma incómoda experiencia otra vez.

Él bajó la cadena y colapsó en el piso como un patético arrume mientras la cisterna del inodoro se drenaba bajo la cerámica. Tal vez debería ir y morir en ese momento. Ja! Eso les daría a todos algo de qué hablar… excepto… nah, no le gustaba la idea de morir. Y los cólicos que comenzaban a producirse en su estómago vacío le recordaron dolorosamente que aún estaba muy vivo y con necesidad de algo de comer o beber.

Sus dedos no temblaron mucho mientras giraba el picaporte de la puerta de su habitación y salía al frío corredor. Haló la puerta lentamente y recostó su frente contra ella antes de cerrar sus ojos y tomar profundos respiros.

Él pensó en la forma en que había llegado a una pulgada de vida el día anterior, y sobre la persona que lo había salvado en el momento preciso. La misma persona que había comenzado a animarlo en el tercer asalto de la pelea. Su rabia con Kouga más bien había sido nada espectacular. El intento de Kouga por sacarlo de la competencia no lo sorprendió, ni lo molestó realmente. Pero la motivación de la joven había sido suficiente para alcanzarlo, ella lo odiaba, y aún así lo había estado animando ansiosamente. Había movido algo dentro de él que pensó había estado marchito y muerto por largo tiempo. Eso le había dado lo que había necesitado para golpear a Kouga.

Y su paciente gentileza cuando había mantenido su mano estable en el auto. Lo había compadecido – podía verlo y aunque lo había irritado, aún se preguntaba por qué se había molestado en ayudarlo cuando claramente no quería que fumara en frente de ella.

Él había tirado ese cigarrillo por la ventana por dos razones. Una; porque no podía soportar su compasión. Dos; porque pensó que no merecía estar incómoda con él después de todo por lo que la había hecho pasar los últimos días. Sólo era una pequeña compensación…

Algo sonó a la vuelta del corredor e Inuyasha levantó su cabeza de la puerta y se enderezó cuando una aseadora y su carrito rodeaban la esquina. Una linda rubia estaba en su ronda para doblar las cobijas para la noche en cada habitación. Ella le sonrió tímidamente antes de desaparecer en la habitación al final del corredor.

Inuyasha se sacudió y avanzó hacia el elevador, pasando el carrito de la camarera y agarrando unas pocas mentas mientras pasaba. Eso mantendría ocupado su estómago durante el recorrido hacia las cocinas. Sólo esperaba que la cocinera aún estuviera levantada preparando el desayuno. Pero cocinera era muy impredecible. Tenía el mal hábito de ir a la cama muy temprano para la gente que quería una merienda tarde en la noche.

El elevador lo llevó al primer piso. Pero al momento en que las puertas se abrieron él se detuvo, su mente se retiró momentáneamente de su estómago. Alguien estaba tocando el piano en la sala clásica.

Un escalofrío lo recorrió mientras regresaban sus más oscuros recuerdos. La última persona en tocar ese piano había sido su padre.

Permaneció ahí esforzándose por captar la melodía que olvidó que aún estaba en el elevador hasta que las puertas comenzaron a cerrarse. Rápidamente las bloqueó y salió, mirando hacia la pesada puerta de la sala clásica. El guardia nocturno estaba muy cerca roncando en su silla. Por supuesto no podría escuchar la música, no con un oído humano y puertas y paredes a prueba de ruido.

Él pasó al hombre y alcanzó la chapa de la sala. Se preguntó quién diablos estaría adentro tocando a esta hora de la noche. No conocía a nadie que tuviera talento con el piano, y aún si fuera un talento escondido por qué estaba tocando ahora y nunca antes?

Silenciosamente él giró el picaporte y abrió la puerta lo suficiente para dejar que el sonido saliera. El guardia durmiente resopló en su sueño y se movió, pero no despertó. Sin embargo, Inuyasha escuchó con profunda atención.

Nunca había escuchado esa melodía antes.

Su curiosidad lo empujó y abrió más la puerta para pasar por el espacio. Se paralizó como un ciervo atrapado en los faros cuando vio a la estudiante de cabello oscuro sentada en el banco en pijama, y sus dedos elegantes sobre las teclas del piano.

Qué demonios era esto?

Él no pudo hacer nada más que permanecer ahí y escuchar. No tenía partituras abiertas frente a ella, y observaba sus dedos en la forma por la que su padre había regañado a Inuyasha cuando había intentado darle a su hijo unas lecciones. Inuyasha nunca había pasado lo básico. Su padre había muerto después de la tercera lección. No es que Inuyasha hubiera mostrado mucha promesa.

Inuyasha no se había atrevido a entrar a esta habitación desde entonces.

Esta niña no había aprendido ese tono de corazón. No estaba tocándolo de memoria. Odiaba sonar romántico pero… sonaba como si estuviera tocándolo desde su alma. Sólo ella podría haber inventado un tono tan personal, tocándolo con un paso precario que parecía subir y bajar como una emoción desequilibrada. Era una melodía confundida, era cansada y era ella. Era hermosa y obsesiva, pero modesta en su diseño. Era simple la forma en que tocaba que la hacía volver a vivir… que expresaba sus sentimientos en una forma en que las palabras no la lograrían abarcar.

Él estaba detrás alcanzando por su hombro antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo. Pero se retiró en un instante, apretando su ofendida mano en su pecho mientras retrocedía hacia la puerta de nuevo. No podía perturbarla. Sintió como si estuviera invadiendo su espacio personal, observándola mientras se desvestía como una especie de pervertido.

Silenciosamente dejó la sala y cerró la puerta otra vez, sin dejar evidencia de que había estado ahí. Él continuó hacia las cocinas y suspiró cuando se dio cuenta que Cocinera ya se había ido a la cama, dejando una barra de pan tostándose en el mesón central para usar como tostadas en la mañana. Ella no estaba poniendo el esfuerzo en su cocina como solía…

Inuyasha se resignó a sacar unas piezas del duro pan de la barra y regresó a su habitación masticándolas distraídamente.

Para cuando llegó a la cama, las piezas tostadas de pan habían sido dejadas olvidadas en el piso al lado de su mesa de noche y se acostó en su colchón sintiendo cada dolor y herida que cubría su cuerpo… pero en vez de fijarse en el incómodo dolor, se esforzó en recordar el tono que había escuchado. Pero por mucho que lo intentara había escapado de su recuerdo… aunque aún recordaba lo hermoso que había sido y la emoción que transmitía. Era como escuchar un asombroso y conmovedor discurso, pero después de no poder recordar las palabras precisas a pesar de saber lo que había sido dicho fundamentalmente.

Aunque sí recordó una cosa.

"Kagome… Kagome Higurashi…" suspiró él mientras era arrastrado por el sueño.

Continuará…

Nota de Inuhanya: hola a todos! Antes que nada, quiero agradecer a LR-CHAN por haberme dado la oportunidad de colaborar en esta dura pero gratificante labor y por supuesto a todos estos maravillosos lectores por sus lindos reviews… me contenta saber que les ha gustado esta historia y espero que nos acompañen hasta el final! Créanme… no se la pueden perder… … Tanto LR-CHAN como su servidora agradecemos el apoyo… con apoyo como este hasta ganas me dan de publicar un fic! Je je... Muchos besitos a todos y en especial a un par que me encontré por ahí en el msn! Je, je…

Cuídense mucho y hasta pronto… vienen muchas sorpresas!