Dead Famous

Por Rozefire

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Capítulo 14

Estilo Diva

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"Tienes tus maletas empacadas?" Preguntó Sango mientras bajaban las escaleras para desayunar el sábado en la mañana.

"Bueno… medio hechas. Terminaré después del almuerzo." Le dijo Kagome, pasando despreocupadamente sus dedos por su cabello para arreglarlo. "A qué hora me voy?"

"A la una en punto. En limosina, no taxi," le informó Sango.

"Genial." Kagome no podía esperar para ver a su familia otra vez.

Inuyasha y Miroku estaban sentados en la cocina desayunando cuando las dos chicas llegaron. Inuyasha levantó la mirada cuando ellas entraron y ubicó a Kagome. De repente una sonrisa se retorció en su rostro. "Viva! Ella se va!"

"El sentimiento es mutuo." Le aseguró Kagome mientras tomaba su asiento a su lado en el mesón y llenaba su plato con una selección de comida ofrecida. Un poco de tocino… tostadas… picadillo dorado… huevo… salchicha… un momento, desde cuándo las salchichas eran rojas? "No creo que esas salchichas estén hechas apropiadamente." Le dijo ella a cocinera mientras la mujer servía ocupada unos vegetales fritos para el desayuno del personal.

"No son salchichas de cerdo. Carne de venado." Respondió cocinera bruscamente.

"Venado…?" Kagome miró las salchichas con horror. "Eran ciervos!"

"No," Inuyasha la consoló. "Muy barato en realidad."

"Lo siento…" Kagome regresó las salchichas al plato servido. "No como Bambi."

"Yo lloré en esa película." Añadió Miroku útilmente.

Sango le frunció el entrecejo. "Los ciervos son prácticamente lo mismo que las ovejas y las vacas. Tienen pezuñas y grandes ojos y todo… cuál es el problema?"

"Soy vegetariana." Les dijo Kagome. "Salvo por las aves de corral, el pescado… y tal vez cerdo…"

"Cierto." Se bufó Inuyasha. "Eres vegetariana. Y yo soy un no-fumador salvo por los cigarrillos."

"Te estás burlando de mi?" ella lo miró.

"Y si lo estoy?" él la miró.

Sango, sintiendo una inminente pelea de gatos y perros convergiendo entre ellos, golpeó el brazo de Kagome para desviar su atención. "Tengo un regalo para ti."

"De verdad?" Kagome olvidó su pelea visual con Inuyasha instantáneamente y volteó animada hacia su amiga "Qué es?"

"Ábrelo y mira." Sango sacó una pequeña caja de su bolsillo en la chaqueta negra y la colocó en frente de Kagome.

"Ooh…" Kagome la levantó para abrirla cuidadosamente, reconociendo que era joyería por el estilo de la caja. Cuando lo abrió quedó boquiabierta del asombro. "Vaya… esto es realmente hermoso!"

Inuyasha miró el collar en la caja y frunció el ceño. "No entiendo qué les atrae a las mujeres de las joyas." Dijo él. "Las hembras son como urracas… ven algo brillante y bonito y se precipitan sobre ellas para recogerlas y añadirlas a su colección."

"No seas tan primitivo." Sango lo regañó mientras Kagome continuaba admirando el collar.

Kagome había terminado de ponérselo cuando Kikyo llegó con su lista diaria de cosas-que-hacer. "La policía regresará el Porsche plateado a las tres y media cuando hayan terminado de practicar sus pruebas." Le informó a Inuyasha quien no dio indicación de estar escuchando. "Kouga está recuperándose… pero no peleará por otras semanas así que tú ganaste las semi-finales por incompetencia del adversario. Felicitaciones."

Inuyasha gruñó.

"La policía quiere venir a las once y hacer una cuantas preguntas más." Continuó Kikyo. "Y para ver nuestras cintas de seguridad, supongo. Y a la una estará la limosina al frente para llevarte a casa." Ella miró a Kagome. "Bonito collar."

"Gracias." Kagome sonrió, tocando con los dedos el pendiente plateado.

"Y también…" Kikyo desplazó su atención de mala gana a Inuyasha. "A Fushira Hashimoto le ha sido otorgada la libertad condicional… decidieron retirar todos los cargos contra él y renunciaron a la audiencia de apelación ayer… no fuiste invitado a dar tu testimonio en público debido a que estabas bajo sospecha de actividad criminal."

Kagome miró inciertamente a Inuyasha con preocupación. Parecía estar tomándolo bien… considerando cómo continuaba comiendo como si nada le molestara. Tal vez no había escuchado? Pero Kagome rápidamente olvidó esa idea cuando dijo. "Van a dejarlo libre?"

"Sí." Kikyo le dijo eventualmente.

"Es justo." Él se encogió y regresó a comer. Kagome le frunció a su perfil, preguntándose por qué no estaba estallando de ira ante tales noticias. Si ella hubiera escuchado que el asesino de sus padres estaba en libertad otra vez estaría aterrorizada o muy, muy enojada.

Ella tenía el presentimiento de que Inuyasha pasaría hacia la segunda emoción y estaría muy, muy, muy molesto. Pero él continuó comiendo a paso regular, medio leyendo una revista abierta al lado de su tazón de cereal y medio concentrado en diseccionar su panqué en cuadrados iguales.

Luego de repente él la miró. "Dejarías de mirarme?"

Rápidamente Kagome desvió su mirada a un cucharón colgado cerca de su cabeza, notando que tal vez Inuyasha estaba un poco más disgustado de lo que había pensado…

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Kagome… se estaba desesperando.

Dos horas y cinco minutos quedaban antes de que tuviera que irse y todavía no había averiguado lo que había pasado en 1992. Había estado en línea y había escrito 'Inuyasha' y '1992' en el motor de búsqueda, y no había salido con nada muy interesante. Había intentado preguntarle a Inuyasha mismo, su tía, su cocinera, su aseadora, y aún no tenía nada satisfactorio para su curiosidad.

Así que estaba recurriendo a medidas desesperadas.

"Te pagaré esto…" ella sostuvo un billete entre ella y Miroku, "… si me dices lo que pasó en 1992."

Rápidamente Miroku miró alrededor del vacío corredor en el que Kagome lo había arrinconado, luego satisfecho de que estuvieran solos volteó hacia ella. "Sabes cuánto me paga Inuyasha?"

Kagome frunció sus labios, notando que esa no era la respuesta que quería. "No puedes decir que yo…"

"Mucho."

"Uh-huh…"

"Por mes."

"Ya veo."

"Y eso no incluye el bono que le paga a sus empleados por mantener sus bocas cerradas sobre ciertas cosas… también como el contrato que nos hizo firmar a todos donde juramos mantenernos callados a cambio de no demandar nuestros traseros."

Kagome bajó el billete. "No vas a decirme, verdad." Afirmó ella llanamente.

"Lo haría," dijo Miroku consideradamente. "Pero decirle a la gente la verdad no paga mi renta."

Kagome le ofreció rápidamente el billete. "Sí, pero esto pagará tu próxima revista Playboy."

La mano de Miroku comenzó a alcanzar la nota, casi inconscientemente, pero al segundo que se dio cuenta de lo que estaba haciendo la retractó rápidamente a su lado y sonrió tontamente. "Buen truco, Kagome. Mejor suerte la próxima vez." Él palpó su hombro con la misma sonrisa y se retiró.

Kagome regresó el dinero al bolsillo de sus jeans y suspiró. Esto no iba bien. Miroku pronto desapareció de vista en la siguiente curva en el corredor… y unos momentos después una mucama llegó del lado opuesto. Kagome le movió su mano. "Disculpe! Usted sabe lo que le pasó a Inuyasha en 1992?" dijo ella impaciente.

La mujer quedó boquiabierta y rápidamente salió de vista haciendo varios signos religiosos sobre su pecho.

Definitivamente no una buena respuesta… pero otra vez era básicamente la misma respuesta que había obtenido toda la semana.

Mejor continuar empacando…

Kagome se detuvo de repente mientras pasaba una de las ventanas en el corredor del segundo piso. Mirando su reloj, notó que estaban a tiempo. Once en punto, la policía había llegado para su interrogatorio y actualmente estaban dejando el Porsche plateado en el garaje.

Probablemente Inuyasha estaría de mal humor todo el día con sus preguntas… pero hey! Qué le importaba a Kagome? Ella se iba en dos horas.

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"Encontraron algo interesante?" habló Inuyasha cansinamente mientras el detective parlanchín del día anterior se acercaba a la entrada principal de la villa. Él estaba en los escalones con Kikyo a corta distancia tras él. Si él volteaba y la miraba probablemente la vería enviándole unas mortales miradas de advertencia. No le importaba.

"En el auto?" respondió el detective con un vago movimiento de su hombro. "Encontramos unos cortos cabellos negros que no encajan en ningún perfil de ADN que tenemos en archivo."

"Sabes…" Inuyasha volteó para mirar a Kikyo y le habló en una forma conversacional asegurándose de que el detective escuchara. "CSI habría sido capaz de deducir quién era el criminal en este momento. También lo que comió de desayuno y si le gusta su café blanco o negro."

Kikyo sin duda estaba disparándole miradas de advertencia.

"Muy gracioso, señor." El detective le dio una sonrisa muy seca, obviamente nada complacido. "Podemos entrar y responder algunas preguntas?" él gesturizó hacia las puertas antes de voltear para mirar a sus compañeros policías. "Revisen los terrenos por evidencia!"

Inuyasha volteó sus ojos molesto. No había caso en protestar fuertemente contra cualquier búsqueda ya que este hombre indudablemente habría pensado y obtenido una orden en caso de que Inuyasha hubiera hecho eso. La mejor forma de molestar al hombre sería evitar cualquier protesta y dejarlo pensar que la orden iba a ser un desperdicio.

"Vendría por acá, por favor?" Le dijo Kikyo eventualmente al detective y guió al hombre dentro de la villa. Inuyasha los siguió de mala gana, pensando secretamente en muchas, muchas formas desagradables para desmembrar al hombre frente a él.

Kikyo escogió su propia oficina como la sala de 'interrogación' y ambos, ella e Inuyasha fueron ofendidos y relegados por la forma, en que el detective presuntuosamente escogió la silla de Kikyo para sentarse, indicándoles sentarse en las dos sillas opuestas como si él fuera dueño del lugar. "Tomen asiento." Les dijo él.

Ninguno de ellos se movió. Kikyo no estaba acostumbrada a tener a alguien mandándola, e Inuyasha no se sentaría por orgullo antes que ella.

Eventualmente, ambos avanzaron en un esfuerzo conjunto y se deslizaron en sus asientos lanzándole dagas al hombre opuesto.

"Bien." El detective se inclinó para descansar sus codos en el escritorio, entrelazando sus dedos ante su mentón. "Como estoy seguro de que ya están conscientes, Kouga ha recuperado el conocimiento y nos ha hablado."

"Ya era hora…" murmuró Inuyasha resentido.

"Dice que el hombre que le disparó era un humano. De mediana edad. Y bajo tu empleo." Él consultó una libreta que había sacado de su bolsillo. "Kouga lo describe como una 'persona encargada de echar a los alborotadores'. Indudablemente su francotirador?"

"Mi francotirador es una mujer. Persona equivocada." Dijo Inuyasha planamente.

"No es en serio." Rápidamente Kikyo enmendó con una mirada a Inuyasha. "Ni Inuyasha ni yo hemos empleado un 'francotirador' para nuestros servicios."

"Anotado." El detective parlanchín tomó nota de su declaración. Inuyasha frunció sus ojos, sabiendo que el hombre probablemente haría de su misión probarles lo contrario.

"Estoy bajo la impresión de que estuvo mucho en los titulares el año pasado, Inuyasha." El detective regresó a la base del nombre. "Pero en asuntos más negativos."

No había caso en hacerse el tonto. "Quieres decir la situación donde supuestamente estuve involucrado en un tiroteo entre pandillas por un cargamento ilegal de drogas de Taiwán?"

"Le importa aclara un poco el asunto?" el hombre le dio una concentrada mirada.

"No en realidad."

Kikyo aclaró su garganta. "Acláralo un poco Inuyasha."

Inuyasha volteó sus ojos y cruzó sus brazos como el malhumorado adolescente que era. "Todo el asunto fue llevado completamente fuera de proporción y sólo un cuarto de la historia era verdad."

"Y cuál cuarto sería?"

"El cuarto donde fui herido." Le dijo Inuyasha eventualmente, mirándolo directo a los ojos. "Una noche cuando estaba caminando de regreso con un grupo de amigos, un hombre con un arma que estaba en camino de recoger su ración mensual de droga de un vendedor taiwanés en el puerto, reconoció a uno de mis amigos como un miembro de una pandilla que rivalizaba con la suya, y al momento que me reconoció como Inuyasha decidió dispararme a mi."

"En un bar gay si no estoy equivocado."

"Cerca a un bar gay." Lo corrigió Inuyasha pacientemente.

"Así que admite que se asocia con pandillas?" preguntó el detective.

"Todos nosotros estamos en una pandilla de algún tipo y en alguna medida." Inuyasha se encogió. "Tú y todos tus amigotes policías son probablemente la pandilla más grande y la más fuera de control de todas."

Kikyo se inclinó lentamente hacia él. "Tú no estás ayudándote."

"Este es un rostro de que le importa?" respondió él en el mismo tono peligroso que ella había aplicado.

"Aún no ha respondido mi pregunta." El detective estaba ignorando el pequeño pinchazo que había hecho Inuyasha sobre su departamento. "Está involucrado en alguna pandilla?"

Lentamente Inuyasha colocó sus manos detrás de su cabeza en un gesto de total apatía. "Sin comentario."

"Por supuesto." El detective tomó unas notas mientras hablaba. "También estoy consciente de que sus padres murieron en mil novecientos noventa y siete-"

"Lo cual no tiene nada que ver con algo ahora, así que apreciaría si cierras tu trampa." Espetó Inuyasha repentinamente. Obviamente un nervio había sido tocado.

"Sólo iba a preguntar quién actuó como tu guardián después de ese accidente." Dijo el detective inocentemente.

"Mi tía. Del lado paterno."

"Ella está?"

"No." Inuyasha se encogió, mirando al hombre por todo lo que valía ahora.

La entrevista estaba tornándose fea.

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"Gorro de baño… gorro… de baño… Ajá!" Kagome empujó su mano por el estante del baño, arrojando todos los contenidos en la bolsa debajo. Unos pocos jabones, algo de gel complementario… olería como una superestrella por al menos un mes!

"Ahora dónde estaba ese kit de costura…?" ella fue a cazar por su habitación por más cosas gratis para llevar a casa.

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"Y dónde está tu amiguito?" preguntó Inuyasha en una forma no tan de mala gana. "Estoy seguro de que ayer tenías a un callado hombrecito a tu lado."

"El Detective Sano." El hombre se encogió. "Apelé para que fuera retirado de este caso."

El ceño de Inuyasha se bajó ligeramente. "Oh?"

"Sentí que ya podría haber estado involucrado muy personalmente con los habitantes de esta villa para actuar como un policía imparcial y de confianza." Le dijo el detective eventualmente. "Después de todo, ya ha tratado con él antes."

"Lo recuerdo." Inuyasha frunció sus ojos.

"Y como yo lo recuerdo, particularmente no hizo un trabajo eficiente entonces." Dijo el detective despectivamente.

"Tú no tienes derecho a decir eso!" le gritó Inuyasha de repente. "No estabas ahí en 1992 – no lo sabrías!"

"Estuve ahí en los resultados." El detective se encogió en una forma razonable. "Todos esos cuerpos que tenían que ser enterrados… si el detective Sano hubiera hecho algo pronto entonces tal vez muchas de esas muertes se hubieran evitado."

Inuyasha estaba enderezándose en su silla y Kikyo dio una asustada mirada entre los dos hombres antes de poner sus ojos solamente en el detective. "Qué está haciendo?" respiró ella en un siseo.

El detective la miró en una forma casi aburrida. "Simplemente estoy señalando el hecho de que personas con obvios traumas de infancia no maduran en el tipo de gente que encaja en la sociedad en la mejor de las veces. Personas como él," él le dio un corto movimiento de cabeza a Inuyasha. "no pueden ser de confianza completamente. Así que cómo puede estar tan segura de que no está lo armado suficiente para considerar hacer algo como-"

El hombre fue incapaz de continuar su 'punto' cuando se encontró tumbado completamente de la silla y arrastrado por el piso para ser presionado contra la ventana por una muy enfurecida superestrella.

"Inuyasha!" Kikyo saltó de su silla alarmada.

Inuyasha apretó más su mano alrededor de la garganta del hombre, incurriendo unos interesantes sonidos. "Esto no es más 1992!" gruñó él en la cara del detective, presionándolo bien y apretado contra la ventana bajo él que daba a la piscina. "Por qué no puedes terminar y olvidar!"

"Inuyasha! Bájalo!" Kikyo marchó para tirar de su hombro. Pero Inuyasha la ignoró simplemente, era una vaga molestia en su mente ahora. El detective era considerado de más valiosa atención.

"no viste lo que yo vi!" Inuyasha le permitió a sus garras pinchar su cuello mientras el hombre luchaba inútilmente contra su agarre, tornando algunos tonos drásticamente de rojo y púrpura en el rostro. "No tienes derecho a decirme esa mierda - entiendes!"

O él no escuchó, o no entendió. O tal vez no podía asentir con los nudillos de Inuyasha apretando bajo su mentón.

"Dije entiendes!" gruñó él más fuerte.

Cuando el detective aún no lo reconoció, probablemente muy ocupado luchando por aire, Inuyasha decidió que había tenido suficiente. Con su mano libre, abrió la ventana junto a ellos y arrastró al detective en la abertura.

"NO!" gritó Kikyo, pero era muy tarde.

El detective ya estaba cayendo… y con un fuerte splash y una explosión de agua, golpeó la superficie de la piscina. A sólo un pie del borde de piedra también…

Kikyo hizo a un lado a Inuyasha para asomarse por la ventana, boquiabierta en shock cuando un asustado detective salía a la superficie, chapoteando alrededor como un muy infeliz felino en el agua, tosiendo y atragantado para respirar. Ella volteó lentamente hacia Inuyasha con una peligrosa mirada. "Realmente no debiste haber hecho eso…"

Inuyasha lo miró. "Tienes razón. Debí haberlo matado." Él giró y salió de la oficina. Kikyo salió disparada tras él, sintiendo más desastres por venir. "A dónde vas!" gritó ella.

"A matarlo!" Gritó Inuyasha sobre su hombro.

Kikyo perdió sus tacones en un intento desesperado por alcanzarlo. Era suficiente, y ella giró a un alto en frente de él justo cuando alcanzó la cima de las escaleras. Ella extendió sus brazos y lo miró con desafío. "No te atrevas a pensarlo. Si bajas esas escaleras nunca trabajaré para ti otra vez - porque estarás en prisión!"

"No me importa! Fuera de mi camino!" él no estaba dispuesto a empujarla, sabiendo probablemente que rodaría por las escaleras y se rompería el cuello.

"Sé que te molestó, pero trata de con eso." Siseó ella. "Regresa a tu habitación. No hagas esto más grande de lo que ya es."

Él cerró sus ojos en una fugaz medio mueca, medio frunce. Luchó con alguna batalla interna que había perdido y ganado. Con un furioso sonido en su garganta se giró y se precipitó por el corredor, dirigiéndose a su habitación… el único lugar en el mundo que probablemente le ofrecería completa soledad y tranquilidad.

Pero ese antiguamente frío y marchito sentimiento dentro de él había sido alimentado muchas veces recientemente. Había comenzado cuando ella había llegado y desde esa mañana una dura secuencia de eventos había ido construyéndose en él. La libertad bajo palabra de Hashimoto. El combate con Kouga cancelado. El hecho de que entraría a las finales con todos creyendo que había enganchado un fácil triunfo en el último asalto. Y ahora esos comentarios insensibles y acusatorios de ese detective parlanchín sobre un momento en su vida que esperaba ser capaz de bloquear de la memoria algún día.

Ese frío nudo en su pecho brotó y llameó al punto donde no podía contenerlo más.

Al momento que tiró la puerta de su habitación realmente dejó al cuarto recibirlo…

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"Cepillo de dientes… cepillo… desodorante…" Kagome marcó la lista de provisiones que había traído con ella, asegurándose de no olvidar nada importante.

Kagome siempre era propensa para olvidar algo. Y por supuesto, sólo recordaba lo que había olvidado cuando estaba muy lejos para regresar y recogerlo. Ella dio una mirada por el cálido color beige de la habitación de huéspedes y suspiró con una pequeña sonrisa. Tener todo ese espacio para ella sola fue un cambio agradable, pero de alguna forma estaría más feliz en su propia y apretada habitación con su cama sencilla con el alma. Extrañaba su rechinante biblioteca que estaba cerca a su escritorio y extrañaba su portalápices púrpura que estaba en dicho escritorio desde que lo había recibido como un regalo en la décima Navidad.

No tenía un balcón en casa, pero realmente nunca había necesitado uno así que no extrañaría mucho su ventaja.

Oh, y probablemente extrañaba su familia un poco también… pero tal vez no tanto como su portalápices. Ella sonrió ante la idea y arrastró su maleta hacia la puerta. Sango le había dicho dejarlas afuera de su habitación antes de la una para ser recogidas por los maleteros que las llevaría a la limosina por ella.

Ella estaba abriendo su puerta y depositando sus dos grandes maletas en el descansillo afuera cuando se detuvo al escuchar unos extraños ruidos en la distancia. Calmando sus movimientos levantó su cabeza para escuchar.

Sonaba como si alguien estuviera gritando… no, más de una persona… más como un grupo. Estaría dispuesta a apostar que la mujer era Kikyo. Sobre el resto de la multitud sólo podía distinguir a quien pensó podría ser Miroku.

Soltando sus maletas sin una segunda idea caminó calladamente por el corredor, dirigiéndose hacia el origen del ruido que parecía estar emanando de las escaleras. Ella bajó los escalones con un frunce curioso unida a su expresión. Había alguna especie de discusión colectiva ahí?

Kagome se asomó por la esquina en la parte de abajo de las escaleras en el primer piso y los vio.

Un grupo de once o más personas se habían reunido afuera de la puerta de Inuyasha. Miroku y varios otros hombres de apariencia fuerte estaban echando para atrás y estrellando colectivamente lo que parecía una estatua de una mujer escasamente vestida contra la puerta. Era de un metro de largo, pero Miroku de alguna forma había logrado poner sus manos en los apropiados apéndices de la modelo de piedra mientras estrellaban la base cuadrada contra los paneles de madera.

Cerca, Sango estaba gritando periódicamente. "Abre la puerta!" O "No seas estúpido!" Y a una pequeña distancia de ellos estaba una descalza Kikyo teniendo una acalorada discusión con un húmedo detective.

Kagome frunció ante esta extraña escena, preguntándose qué diablos estaba pasando… pero sobre los gritos de todos y el choque de la estatua contra la puerta, podía escuchar los leves sonidos de destrucción desde adentro de la habitación. Un fuerte tintineo sonó como vidrio rompiéndose y más sordos sonidos de madera como muebles parecían ser atacados.

Qué estaba haciendo Inuyasha ahí?

El grupo estaba teniendo muy poca suerte en entrar a la habitación, y Kagome sabía que obviamente Inuyasha había hecho algo como empujar un guardarropa en frente de la puerta para detener a la gente de entrar.

Pero su balcón estaría muy desprotegido, verdad?

Kagome mordisqueó su labio un momento, preguntándose si debía llevar a alguien con ella… antes de decidir que Inuyasha obviamente no parecía querer mucha compañía entonces. Prefería ir sola…

Sin mirar atrás al grupo, ella subió las escaleras otra vez y entró al corredor del segundo piso. Su puerta aún estaba abierta gracias a la maleta que sólo había sacado a medio camino de la habitación. Saltó sobre el equipaje sin desperdiciar un segundo y corrió hacia el balcón.

En cuanto abrió la puerta de vidrio, escuchó otro fuerte estrépito bajo ella.

Un televisor salió por el aire, girando lentamente en rotación mientras descendía por la fuerza de gravedad. Kagome no pudo apartar su mirada mientras observaba en una especie de herida fascinación mientras se acercaba a la piscina… y se despedazaba en varios pedazos por el impacto.

Kagome hizo una mueca y se preguntó si debía reconsiderar su decisión de bajar ahí…

Pero al final su incurable naturaleza de involucrarse en asuntos que no eran su problema obtuvo lo mejor de ella.

La habitación de Inuyasha era más larga que la suya, lo cual también significaba que su balcón era más largo que el suyo. Era al menos dos metros más amplio de cada lado y sobresalía varios pies más del edificio que la suya, dándole pleno espacio para una plataforma de aterrizaje. Pero eso no significaba que sus rodillas temblaran menos mientras rígidamente trepada sobre el muro de piedra rodeando su pequeño balcón.

Mirando abajo, sus ojos parecían enfocarse en el patio debajo más que en el balcón de Inuyasha. Ella endureció sus nervios y se bajó tanto como pudo. No era una alta caída al próximo nivel, pero si ella perdía el equilibrio entonces qué la detendría de desplomarse sobre el muro y caer el resto del recorrido.

Ya podía escuchar la voz de su madre en su cabeza regañándola por hacer algo tan riesgoso y peligroso. Sin embargo, Kagome hizo de un hábito ignorar un buen consejo y se preparó para la caída.

Se dejó ir.

Sólo fue un pequeño momento sin aliento antes de que el balcón de Inuyasha encontrara sus pies. Fue más pronto de lo que había esperado y había perdido el equilibrio… aunque afortunadamente sólo cayó en el piso de piedra, respirando duro, pero muy segura de que estaba fuera de peligro.

Pero ahora podía escuchar claramente lo que estaba pasando en esa habitación.

Pequeñas plumas blancas y marrones salían flotando de los agujeros dentados en las ventanas francesas, volando junto con la brisa como temerosos botones de cerezo, completamente en contraste a los fuertes sonidos de destrucción dentro de la habitación.

Rápidamente Kagome se levantó sobre sus pies. Alcanzó tímidamente la pequeña chapa de cobre de la puerta del balcón y pausó un momento para reunir su coraje antes de halarla hacia ella. La puerta se abrió con una acción de golpe y forzada que sacudió todo el marco, haciendo caer pequeños trozos de vidrio. Ella se paró sobre ellos y entró…

… Al completo caos.

"Oh dios mío…" respiró ella inamoviblemente mientras quedaba boquiabierta ante las ruinas.

Inuyasha estaba en el proceso de volver añicos la habitación. Plumas del despedazado colchón revoloteaban en un remolino, oscureciendo la visión de Kagome de qué más estaba pasando en la habitación. Podía ver la puerta resonando en su marco, pero no había forma de que pudieran pasar la cama de cuatro postes que había sido lanzada contra ella.

Todo lo demás eran jirones.

"Qué estás haciendo!" le gritó ella a Inuyasha quien actualmente estaba tirando los contenidos de su librero. Nunca se había dado cuenta de que tenía uno, pero ahora sus libros y sus destrozadas páginas yacían esparcidos mientras los lanzaba al piso uno por uno con una especie de indiferencia metódica. "Inuyasha!"

"Estoy bien!" espetó él furiosamente.

"Qué demonios pasa contigo!" gritó ella. Una pluma quedó atrapada en su boca mientras inhalaba y pasó los próximos segundos tosiendo para intentar liberar su conducto de ventilación.

Era como una tempestad.

"Por qué no estás allá afuera con los otros!" demandó él, ahora terminando de despedazar sus libros y papeles para moverse a los estantes, sacándolos con una determinación inducida por la rabia antes de lanzarlos hacia las ventanas del balcón.

Kagome rápidamente se hizo a un lado para evitar ser golpeada por objetos voladores. "Esto es demente!" gritó ella. "Por qué estás destrozando tu habitación así!"

"Esta no es mi habitación! Y NO estoy loco!" gritó él.

La puerta había dejado de sacudirse. Kagome no podía escuchar mucho de lo que estaba pasando allá afuera debido a la destrucción de Inuyasha, pero consideró que escucharían su voz y sabrían que estaba adentro.

"Estás demente!" dijo ella acalorada, casi asustada por él. "Sólo la gente loca hace ese tipo de cosas!"

Él perdió interés en el librero y volteó hacia ella, sujetando sus brazos dolorosamente. "No estoy loco! Estoy bien! Estoy bien!"

Él la lanzó sobre el destrozado colchón y atravesó la tormenta de plumas para recoger la pata de una mesa que previamente había roto, abanicándola como un bate de béisbol. Por un horrible momento pensó que lo giraría hacia ella… pero en vez de eso, lo giró hacia su propio espejo, destrozando el reflejo y comenzando a trabajar en el marco en el que estaba montando.

Está loco… concluyó ella seriamente mientras se levantaba de la cama, ignorando los manojos de plumas que se pegaban en su cabello y ropa, y en vez de eso, lo miraba… tratando de entender.

Era tan fácil decir que estaba loco. O decir que estaba teniendo un momento de diva como era lo usual. Pero Kagome no sólo veía a una diva botando cosas sólo porque eran reemplazables, y tampoco veía a un chiflado.

Era como observar a un niño de seis años lanzando un berrinche en agonizante frustración.

Ella encontró sus pies otra vez y avanzó hacia él, tratando de esquivar la ráfaga de plumas que revoloteaban en el aire. Él aún batallaba implacablemente ante el demolido espejo y Kagome no estaba segura de cuán cerca quería llegar.

Pero entonces él volteó, ignorándola, intentando hacer más daño a la cama tras ella. Ella atrapó sus muñecas a medio camino y lo volteó para encararlo. "Basta!"

Él levantó su rostro y la espantó como un molesto insecto. Ella apretó su agarre y le dio una sacudida. "Inuyasha!"

"Estoy bien!" Eso era lo único que era capaz de expresar?

"Tú no estás bien!" gritó ella, asegurándose de no aflojar sus dedos alrededor de sus antebrazos. "Las personas 'bien' no hacen esto!"

A él no le importaba lo que ella tenía que decir. "Pero estoy-"

"Escúchame!" ella se rehusó a soltarlo. "Tú no estás bien… necesitas ayuda."

Él miró vaciamente su rostro por mucho tiempo… antes de eventualmente desviar su mirada para mirar alrededor de la habitación como si la mirara por primera vez. Sus manos se aflojaron en su improvisado garrote y lo tiró al piso con un hueco y vacío sonido en la repentina silenciosa habitación.

El haló, forzándola a soltar su agarre en él mientras pasaba sus manos por su cabello y retrocedía contra la pared. Él no lucía sorprendido ni conmocionado por lo que había hecho, ni aún molesto.

Sólo avergonzado.

A pesar de su intenso disgusto por él, ella no podía detener la forma como su corazón se apretaba en su pecho, saliéndose por él. Pero no se atrevía a dar un paso para acercarse a él, incluso mientras se deslizaba por la pared hasta sentarse con sus piernas llevadas hacia su pecho.

El joven de inspirante presencia con bolsas de amor propio y confianza ahora parecía extrañamente pequeño…

Él sólo miraba sordamente el piso, como si estuviera en trance. Kagome no sabía qué hacer. Debería irse ahora? Pero no era como si pudiera irse… no podía volar a su propio balcón y no poseía la fuerza para retirar la cama de la puerta. La quietud estaba poniéndola nerviosa. Hasta que escuchó voces afuera.

"… No escucho nada…" sonaba como Miroku. "Inuyasha? Kagome? Qué está pasando? Qué pasa?"

"Está bien!" respondió Kagome seriamente. "Está bien, no tienen que preocuparse." Ella volteó a mirar a Inuyasha, medio esperando que hubiera regresado a sus sentidos y dejara de actuar tan extraño.

No estaba preparada para la forma en que su cabeza cayó en los brazos abrazando sus rodillas… cuando comenzó a temblar con silenciosos sollozos.

Su boca se abrió en un silencioso grito, pero todo el shock y disgusto en el mundo no podría haberla detenido de acercarse hacia donde estaba sentado, jorobado. "Por favor no…" susurró ella mientras se bajaba junto a él y envolvía su brazo alrededor de sus hombros como lo había hecho tantas veces por su pequeño hermano. "… Está bien…" ella acarició su espalda suavemente, olvidando muy fácilmente en esta circunstancia que él era una superestrella mundial y ella una nadie de clase media a quien el mundo olvidaría después de hoy. "Por favor no llores… estará bien…"

Él asintió rápidamente con su cabeza presionada fuertemente en sus brazos, pero no dejó de temblar.

Luego se giró bajo su brazo en un movimiento que realmente le recordaba a Souta. Él descansó su cabeza en su pecho, cerca a su hombro y cerró un puño en su franela de algodón en su estómago. Ella frunció ligeramente confundida, pero pasó su brazo alrededor de él y colocó su mano libre en su mejilla, sintiendo la humedad de sus lágrimas como prueba real de que no estaba haciéndole una mala jugada.

Era ligeramente incómodo. Kagome sólo estaba acostumbrada a consolar a su hermano que apenas estaba contaba su edad con sus dedos y había sido propenso a muchos berrinches y lágrimas. También era mucho más pequeño.

"Está bien…" respiró ella tristemente mientras descansaba su mejilla contra la cima de su cabeza, preguntándose qué diablos podría posiblemente llevar a una persona normalmente estable como Inuyasha hasta las lágrimas.

Al final del día sólo podía razonar que simplemente él era un niño forzado a crecer demasiado pronto…

Había términos destinados a ser consecuencias algún día.

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Continuará…

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Nota de Inu: Hola a todos!... como siempre muy contenta y agradecida por el apoyo de todos ustedes para con esta historia que poco a poco nos va dando pequeñitos indicios de lo que pudo haber pasado en 1992 y sus serias consecuencias… aunque aún falta mucho por descubrirse… je je… Un saludo muy especial a todos y una muy cálida bienvenida para los nuevos lectores… je je… espero que disfruten de esta historia de Rozefire al igual que todos nosotros… Muchos besos y hasta una próxima entrega…

Notas de LRCHAN: Bueno no hay mucho que decir, salvo que tal vez para navidad haya alguna sorpresa ˆˆ