Dead Famous

Por Rozefire

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Capítulo 19

Nervios Pre-combate

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"Maldición!" Miroku golpeó sus puños duro sobre su mesa.

Inuyasha detuvo sus lagartijas para mirar al otro lado del gimnasio. Miroku se había disuelto en un inútil montón en frente del computador, brazos abrazaban su cabeza la cual descansaba sobre el escritorio con desesperación. Sabía que probablemente no debería presionar el asunto, pero lo hizo de todas formas. "Qué pasa contigo?"

"Sango…" dijo Miroku con la voz quebrada, amortiguada por la superficie de la mesa.

Inuyasha frunció ligeramente mientras se levantaba y agarraba una toalla para descansarla alrededor de sus hombros. "Déjame adivinar… finalmente le dijiste cómo te sientes por ella y ella te mandó a volar en favor de…" su mirada se giró por la ventana hacia el área de la piscina donde Sesshomaru, Kikyo y Sango estaban conversando. Sango estaba sonriendo. "… mi hermano?"

"No!" Miroku se sentó de repente y apuntó a un enchufe en el computador. "Ella retiró mi acceso a Internet! Ahora no puedo regresar a la sala europea de chat lesbiana!"

"Oh, ay de ti." Dijo Inuyasha planamente.

Miroku lo miró. "No tienes idea lo cruel que es esto, verdad! No sabes lo que es que algo que realmente quieres sea arrebatado de ti y que seas incapaz de recuperarlo."

"Hola?" Inuyasha le dio una mirada 'duh'. "Dejé de fumar el domingo pasado!"

"Y!" respondió Miroku, los síntomas ya estaban grabando estrés en su rostro. "Al menos puedes retomarlo cuando quieras!"

"Ves algunos cigarrillos por… aquí…" él se desvaneció vaciamente mientras Miroku buscaba en el bolsillo de su chaqueta y sacaba un brillante y pequeño paquete de maduro Melbourne… "Oh… tú organizaste esto, no es cierto?"

"Acéptalo." Dijo Miroku, sujetando el paquete entre su pulgar e índice. "Puedes tomar uno de estos cigarrillos ahora si realmente lo deseas. Yo, sin embargo, no puedo conectarme a Internet hasta que Sango me devuelva mi cable - lo cual no hará por al menos otras dos semanas."

Inuyasha le frunció duro. "Tú crees que soy tan débil, no es cierto? Sólo porque mueves un paquete de cigarrillos bajo mi nariz piensas que no seré capaz de resistir la tentación!"

Miroku lo miró silenciosamente mientras Inuyasha sólo lo miraba irritado con sus brazos cruzados. Sus garras estaban comenzando a golpear impacientemente contra su brazo mientras su mirada se movía hacia el paquete de cigarrillos.

La mirada comenzó a perder su integridad hasta que notó que estaba mirándolo con completo anhelo…

"Decías?" Miroku levantó una ceja.

"Dame eso!" Inuyasha le arrebató la caja. "Te lo probaré - puedo fumar uno de estos en este momento y no sentir la más ligera urgencia de hacerlo otra vez! Yo no tengo una personalidad adictiva, sabes."

Miroku sonrió satisfecho mientras Inuyasha rasgaba apresuradamente el envoltorio de plástico del paquete. "Entonces dices que tu bebida, drogadicción y comportamiento compulsivamente violento cuando -"

"Cállate." Inuyasha sacó uno de los cigarrillos entre sus labios y tiró el resto de la caja. "Dame tu encendedor."

Miroku se lo alcanzó sin queja.

La luz cliqueó repetidamente mientras Inuyasha trataba de encenderlo. Miroku no lo usaba mucho y lo tenía por un muy largo tiempo, así que naturalmente esto iba a tomar un poco de paciencia. Algo que a Inuyasha se le estaba acabando.

La puerta se abrió y se estrelló contra la pared, haciendo saltar a ambos hombres.

Kagome estaba en el marco, ropa arrugada y cabello favoreciendo el más 'enmarañado' estilo esa mañana. Su penetrante mirada estaba en Inuyasha. "Tú…" saludó ella lentamente en un tono venenoso. "Qué demonios hiciste!"

Cómo demonios lo sabía! Inuyasha tiró rápidamente el cigarrillo de su boca y consiguió verse inocente. Su voz compasiva se quebró ligeramente cuando dijo. "Nada."

Discretamente Miroku estaba retrocediendo de la línea de fuego cuando Kagome se precipitaba más en la habitación, su vista puesta sólo en Inuyasha. "Tienes mucho que responder…" continuó ella, acechándolo mientras él se escabullía ansiosamente, tratando de poner mesas y aparatos entre ellos. "Desperté en la cama esta mañana para encontrarme a mí misma completamente vestida con ropa diferente a la de ayer, y extrañamente parezco estar usando la misma ropa interior. No sólo eso sino que siento como si tuviera gripe - mi cabeza duele y mis articulaciones están adoloridas y mi lengua se siente sarrosa y mi boca sabe mal."

"Oh!" Inuyasha se dio cuenta de repente. "Tú estás molesta por emborracharte!"

"POR QUÉ MÁS!" gritó ella arrinconándolo con sólo la rueda para separarlos.

"Bueno, yo estaba por fu… no importa." Era mejor no contrariarla más de lo necesario. Pero tal vez un poco de antagonismo era llamado para su defensa. "Para el registro - emborracharte fue tu propia culpa!"

"Por qué estaba en una posición para emborracharme en primer lugar, huh!" ella rodeó la rueda. Rápidamente Inuyasha se movió en dirección opuesta para mantener la distancia. "Porque me llevaste a una fiesta y me emborrachaste!"

"Yo te dije emborracharte!" gritó él.

"Debiste decirme que cada bebida en esa maldita casa era alcohólica! Pensé que estaba bebiendo jugo de uva!" gritó ella.

"Maldición, me gustabas más cuando estabas ebria!" Se quejó él, entonces notó que Miroku estaba haciendo una rápida salida por la puerta. "A dónde vas!"

"Yo, uh… escuché a Sango llamarme." Dijo Miroku con poca convicción antes de desaparecer completamente de vista por la puerta.

Entonces sólo tú y yo… pensó Inuyasha mientras observaba a la acalorada joven opuesta a él. "Por qué estás tan molesta? Y qué que te emborrachaste un poco? Le pasa a todos al menos una vez en sus vidas."

"Tengo quince años!" siseó ella. "Soy menor de edad!"

"Y?" la retó él.

"No quiero tener trasplante de hígado cuando tenga treinta!" gritó Kagome.

"Estás sobre reaccionando!" gritó él. "No estás molesta por eso."

"Tienes razón." Dijo ella. "Estoy molesta de que no pueda recordar la mayoría de lo que pasó anoche. Qué tal si hice algo de lo que me arrepentiré!"

"Bueno, entonces gracias a dios de que no lo recuerdas." Inuyasha se encogió tensamente.

Ella jadeó exasperada. "Qué pasó anoche - dime lo que hice!"

Inuyasha pesó esa petición. Debía decirle? Tal vez era mejor mentir y decir que sólo se desmayó después de la primera bebida y no había hecho nada el resto de la noche. Pero… Kagome era inteligente, sospechaba de cualquier cosa que le dijera. Así que le dijo la verdad. "Te emborrachaste. Te desvestiste hasta tu ropa interior y estabas bailando sobre la mesa una de las canciones de Cristina Aguilera. Cuál es el problema, te has puesto horriblemente pálida."

Ella tragó duro, mirándolo con los ojos bien abiertos. "No lo hice… verdad?"

Inuyasha hizo una mueca y asintió. Él no pudo evitarlo y sonrió un poco a su expensa. "En realidad, eres muy divertida ebria. Deberías poner tus manos en Tequila más seguido."

Ella estampó su pie, nada complacida con esa sugerencia. "Por qué dejaste que eso pasara!" Vociferó ella. "Por qué no me detuviste!"

"Porque no estaba por ahí… pero cuando te encontré te traje directo a casa." Dijo él firmemente.

"Eso fue antes o después de que tomaras ventaja de mi?" preguntó ella entre dientes.

"Durante - no! Nunca!" Ups.

Kagome pareció erizarse como un gato al que le había sido dado un baño. No lucía feliz. Ella cruzó sus brazos apretadamente sobre su pecho. "Y otra cosa." Ella respiró mortíferamente. "Cómo parezco recordar dormir en el baño con un par de toallas y una sábana de la cama de alguien? Y cuando desperté, no habían toallas en mi baño y la sábana de mi cama aún estaba en mi cama."

Inuyasha desvió la mirada.

"En el baño de quién dormí?" demandó ella.

Inuyasha cruzó sus brazos, reflejando su postura. "El mío." Dijo él simplemente. La vio por explotar en otro ataque de gritos y la interrumpió antes de que pudiera comenzar. "Pero antes de que comiences a gritarme otra vez - déjame decirte que fue por tu propio bien!"

Ella se bufó en agravio. "Por qué sería!"

"Porque estabas ebria." Dijo él en una obvia y degradante manera. "Estabas fuera de tu juicio femenino, y estabas amenazando con vomitar."

"Oh." Ella le dio una dura mirada. "Entonces tú me estacionaste cerca a tu cagadero para que no vomitara en tu alfombra?"

"No." Él frunció sus ojos. "Fue para que si tú vomitabas a mitad de la noche, entonces al menos podía echarte un ojo. Las personas pueden morir si se dejan solas después de una mala borrachera. Te hubiera dejado en tu propia cama desde el comienzo, pero no puedo ver a través de las paredes para asegurarme de que no te atragantaras con tu vómito."

Bueno eso fue algo ordinario. A Kagome no le gustó esa idea ni un poco… pero algo más la molestaba. En realidad se había preocupado de su bienestar anoche. "Entonces… estabas cuidando de mi?" preguntó ella tranquilamente insegura.

Él se encogió. "No soy un completo bastardo. Tengo mis límites."

Ella todavía estaba molesta… después de todo, porque por él no estaba sintiéndose bien esa mañana. Probablemente lucía cinco veces peor de lo que se sentía. Ella se miró y notó por primera vez lo arrugado y desaliñado que estaba su vestido, y aún sin poner sus manos sobre su cabeza, sabía que su cabello estaba inexpresablemente Atila el Huno.

Kagome miró a Inuyasha para verlo observándola con tanta incertidumbre. Parecía estar esperando por su siguiente razón de por qué él era un idiota. Afortunadamente para él, no tenía más acusaciones para lanzarle. El hecho de que él en realidad se hubiera molestado en cuidarla anoche la había sorprendido… no podía gritarle más.

"Y bien?" dijo él de repente.

"Y bien qué?" murmuró ella con un encogimiento de hombros.

"Dónde está el resto de tu inquisición española?"

Ella volteó sus ojos desapercibidamente. "No seas tan cínico." Lo reprimió ella.

Pasos apresurados sonaron tras ellos y miraron hacia el marco del gimnasio a tiempo para ver llegar a Sango. "Nos vamos, andando!" con eso ella se retiró tan rápidamente como había llegado.

Ambos reconocieron su anuncio, pero ninguno se movió… hasta que Kagome se agachó y recogió el cigarrillo que Inuyasha había tirado antes. Ella se levantó con un leve ceño fruncido. "Sabes, no deberías estar haciendo estas cosas… pensé que lo dejaste."

"Lapso momentáneo de la razón." Él se encogió, moviendo su mirada sobre ella. "Y del mismo modo, no deberías salir de tu habitación sin mirarte en el espejo."

Ella le parpadeó. "Qué?"

Él se acercó hasta que estuvo ante ella. Ella casi se echa para atrás nerviosamente, preguntándose qué demonios estaba tratando de hacer esta vez. Sus manos se levantaron hacia su cabeza y por un loco momento pensó que iba a besarla…

Pero todo lo que hizo Inuyasha fue cepillar sus dedos en su cabello, desenredándolo en pocos empujones y arreglándolo en sus hombros en la forma crítica que usaba un estilista. Él dejó caer sus manos y sonrió. "Ya estamos. Mucho mejor."

Ella no tenía idea si esa sonrisa era genuina o no. Pero quedó muda. "Uh…" logró ella inteligentemente. "Uh… creo, mejor nos vamos entonces."

"Creo que tienes razón." Él asintió y la pasó, dejándola para seguirlo o ser dejada atrás.

Ella se quedó atrás.

Kagome lo miró con completa confusión, llevando una mano a su significativamente ordenado cabello. "Qué extraño…" respiró ella para sí antes de serenarse y trotar tras él antes de que su paseo hacia la arena deportiva se fuera sin ella.

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"Apúrate!" siseó Inuyasha tranquilamente paseándose de un lado a otro del baño de hombres.

El paciente suspiro de Sesshomaru pudo escucharse desde una de las casetas. "Inuyasha. Preferirías hacerlo si tienes tanta prisa?"

Inuyasha volteó sus ojos, sabiendo perfectamente bien que su hermano estaba siendo sarcástico. Una prueba de drogas aún era imposible de pasar por él. Le tomaba mucho más de una semana para que los rastros de la droga desaparecieran completamente de su sistema, aunque los efectos habían pasado imperceptiblemente hace tiempo.

La puerta de la caseta se abrió y Sesshomaru salió, extendiendo la muestra de orina con una expresión de leve disgusto. "Toma. Haz lo que quieras con ella."

"Las posibilidades de qué pudiera hacer con esto son agotadoras." Dijo Inuyasha secamente mientras aceptaba el contenedor plástico. "Espera aquí hasta que la costa esté despejada." Le recordó a Sesshomaru quien volteó sus ojos hacia el cielo y regresó a su caseta para empollar. Inuyasha lo dejó con sus propios aparatos y salió del baño.

Dos miembros del personal estaban esperando afuera en la puerta. "La muestra?" uno de ellos se apresuró con su mano extendida.

Inuyasha se la alcanzó, tan rutinario como siempre.

"Gracias, señor, buena suerte."

Buena suerte con la pelea o buena suerte con la prueba?

Inuyasha regresó a su vestidor donde encontró al resto de su mini-séquito esperando. Kagome estaba felizmente bromeando lejos con Sango, arrullando a cada trillizo. El tercer trillizo estaba trenzando el cabello de Kagome. Miroku y Kikyo estaban ocupados en lo que parecía una profunda conversación.

"Todo está bien?" preguntó Miroku cuando notó la llegada de Inuyasha.

"Bien." Inuyasha se encogió. "Nada que sospechar."

Kikyo se retiró de los otros con su bolsa de lona. "Ve a bañarte y a alistarte. La pelea comienza en media hora."

"Tu oponente es Mr. Meatball." Añadió Miroku.

"Oh dios…" Inuyasha casi se siente físicamente enfermo. "Esa cosa no es un hombre - es una bola de carne luchadora de sumo que parece deleitado en caer sobre mi… después de estar sin bañarse por tres meses."

"Ahora está llamándose Peach Man, no lo sabías." Dijo Sango desde donde estaba jugando con un trillizo.

"Peach Man?" repitió Inuyasha.

Todos ellos se encogieron de hombros, sin saber realmente lo que eso significaba.

"Bueno… mejor voy a bañarme." Inuyasha tomó la bolsa de Kikyo y se dirigió al vestidor de atrás para su privacidad. La habitación estaba vacía salvo por unas bancas y una ventana abierta, pero Inuyasha no estaba muy preocupado en cerrarla, después de todo ya estaba dos pisos arriba así que había poca oportunidad de un mirón espiando. Él cerró la puerta sólo en caso de que alguien estuviera tentado a seguirlo y rápidamente se deshizo de su ropa mientras se dirigía hacia las duchas.

Pensó en lo cerca que había estado en ser destripado esa mañana. Una palabra equivocada y la información sobre la mini-aventura de Kagome podría haber sido filtrada a alguien como Kikyo o incluso Sango. Pero afortunadamente su rápido razonamiento lo había salvado. Si no hubiera hecho esa excusa de que había estado tratando de cuidarla entonces…

Inuyasha se detuvo completamente. Su mano descansaba en la parte trasera de su cuello y las gotas de agua bajaban por su rostro mientras se tomaba un momento para pensar en eso. No había sido una excusa después de todo, verdad? En su propia forma torpe no la había metido en ese baño para esconderla, sino para echarle un ojo en caso de que se lastimara. Sólo dios sabe cuántas veces él se había lastimado inadvertidamente atontado por la bebida sin nadie alrededor para cuidarlo.

Él dejó salir un profundo suspiro y cerró sus ojos, continuando con la tarea de empaparse antes del combate. Pero por qué molestarse? Sólo iba a acalorarse y a sudar y a sangrar… y a sentarse en algún punto.

"… Apesta…" gruñó él mientras cerraba el agua y se secaba mientras se dirigía hacia su bolsa.

Sólo había conseguido cambiarse en su ropa interior cuando alguien cayó por la ventana.

Kouga.

Inuyasha parpadeó mientras el lobo se enderezaba y se sacudía el polvo. "Oh hola." Dijo él por impulso, frunciendo ligeramente. "Qué demonios estás haciendo aquí?"

"Vine a desearte buena suerte para las finales." Respondió Kouga con un rostro serio.

"De verdad?" Inuyasha parpadeó otra vez.

Kouga se mofó y le dio una sonrisa. "No, vine a sabotear tus oportunidades. Quién crees que soy?"

Bueno eso era de esperarse. Inuyasha dio un dramático suspiro. "Realmente no tengo tiempo para esto." Le dijo él al otro boxeador. "Tengo una pelea en veinte minutos y yo no-"

"Tú crees que te dejaré pasarme tan fácilmente?" interrumpió Kouga, avanzando y revisando la cerradura. Inuyasha lo observó dudoso. "Gracias a alguien disparándome en la calle me perdí nuestra programada pelea. Y qué descubro cuando salgo del hospital? Tú avanzando hacia las finales por pura suerte. No lo mereces."

Inuyasha miró su reloj rápidamente. "Tienes razón, no lo merezco," aceptó él honestamente. "Pero qué vas a hacer sobre eso? Yo no te disparé."

"Lo sé." Kouga crujió sus nudillos. "Pero tal vez podemos arreglar las cosas. Si tú me derrotas ahora en una pelea justa, entonces los dos sabremos que somos dignos del campeonato. Sin embargo… si pierdes conmigo, entonces debes prometerme que perderás con tu próximo oponente."

Inuyasha lo miró inmóvil. Por todas las experiencias, Kouga se veía serio sobre este reto.

Bueno… Inuyasha iba a seguirlo en eso. "Bien. Tú y yo ahora en estos términos. Pero si haces trampa entonces no prometeré perder con el hombre bola de carne."

"Hecho." Kouga salió de su chaqueta y la dejó caer al piso. La pateó fuera del camino hacia las bancas. Inuyasha lo observó distraídamente cuadrar sus hombros y se dio cuenta que tal vez pelear con sólo sus bóxer puestos no era particularmente una buena idea…

Buena idea o no, iba a tener que hacerlo cuando Kouga dio el primer paso en un furioso ataque.

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"Ustedes le hicieron qué a la cocina de su madre?" Kagome quedó boquiabierta ante los tres trillizos alineados ante ella.

"La volamos." Al final uno dijo con un leve movimiento de hombro.

"Con el microondas." Añadió el de la mitad.

Kagome continuó boquiabierta ante ellos como pescado. Los otros adultos parecían mantenerse fuera de eso. "Me atrevo a preguntar," comenzó Kagome, "Cómo un ramillete de nueve años consiguió volar una cocina."

"Estaban observando Mi Pobre Angelito otra vez?" preguntó Miroku de cerca.

"No." El trillizo del medio movió su cabeza. "Inuyasha nos dijo cómo hacerlo."

Bueno… ninguna sorpresa. Kagome frunció. "Inuyasha les dijo cómo volar su cocina?"

Ellos asintieron. "Pero dijo que no deberíamos decirle eso a papá."

"Él nos dijo que si colocas un globo lleno con propano y oxígeno en un microondas con una cuchara atada al lado para hacer una chispa, entonces el microondas estalla." Dijo un trillizo. Su hermano continuó. "Nosotros no le creímos así que tomamos un globo del cajón de fiestas y lo llenamos con propano de la barbacoa y oxígeno del tanque de oxígeno de la niñera."

"Y entonces volamos el horno." Terminó el último trillizo.

(nota: no intentes eso en casa - en realidad vuela tu microondas.)

"Bueno… qué dijo su mamá?" preguntó Kagome, morbosamente fascinada a pesar de sí misma.

"Oh, ella le gritó a papá y entonces papá le gritó a ella y luego mamá dijo que tenía que darle al chico de la piscina su cheque y entonces papá dijo que necesitaba darle algo a su secretaria."

Qué maravillosa familia. Ella estaba por ir y advertirles que no escucharan a un alcornoque como su tío adolescente otra vez por temor a que alguien fuera mutilado - cuando Sango la llamó.

"Oye Kagome, a dónde fuiste ayer?" Ella ladeó su cabeza con una desconcertada sonrisa. "Escuché que no apareciste hasta pasado el toque de queda."

"Uh…" Kagome luchó por pensar en alguna buena excusa mientras Miroku tenía un pequeño ataque de tos en su rincón. "Yo… quiero decir, fuimos al cine… larga película… no salimos hasta muy tarde."

"Qué película fue?" preguntó Sango.

"Uh… una… película inglesa sobre bodas y funerales, en realidad no la entendí. Muy larga." Dijo Kagome despedidamente.

"Eso está bien." Sango de repente lucía aliviada. "Estaba preocupada de que Inuyasha te hubiera arrastrado a algún lugar desagradable para enseñarte cómo fumar marihuana."

Miroku resopló en su lata de cola. "Inuyasha no haría eso." Él miró a la agente de Inuyasha. "Sin embargo, Kikyo podría."

Kikyo lo miró fríamente, pero Miroku parecía inmune a eso. Ambas, Sango y Kagome, miraron a la agente hasta que Sango soltó la pregunta. "Tú qué?"

"Oh, ella no te lo dijo?" Dijo Miroku animado, moviéndose para deslizar un brazo alrededor de los rígidos hombros de Kikyo. "En los días de Kikyo solía ser muy rebelde con las sustancias ilegales." Kagome le parpadeó… pero Kikyo no estaba diciendo nada para negar esa acusación.

"Eso es verdad?" le preguntó ella.

Kikyo volteó sus ojos y empujó a Miroku. "No seas tonto. Fue una vez… y el hecho de que fuera emitido a una nación de millones fue un infeliz accidente."

"Estaba haciendo un reportaje de las tropas en Medio Oriente que habían confiscado mucho material ilegal después de una redada a una base terrorista." Kikyo escogió la amenaza de la historia, obviamente determinada a contarla a su manera sin que Miroku adornara la historia. "Presenté el reportaje en frente de un campo donde los soldados estaban quemando pilas de armas de fuego, ropa falsa y… cáñamo."

"El humo estaba sobre todos ellos." Miroku sonrió. "Para la quinta toma ella estaba tambaleándose en sus palabras… para la décimo quinta estaba en el piso atacada de la risa."

"Eso fue hace mucho tiempo," dijo Kikyo acaloradamente.

Miroku rió. "Aún tan divertido co-"

Él interrumpió sus palabras cuando un golpe sonó en la habitación adjunta. Kagome volteó con los otros hacia la puerta del vestidor con sorpresa cuando una maldición se escuchó. Otro estrépito, más fuerte esta vez, hizo eco y saltaron levemente. Miroku avanzó hacia la puerta. "Inuyasha - estás bien ahí?"

"Bastardo!" fue la furiosa respuesta.

"Lo siento," Miroku sonó ofendido. "Sólo estaba-"

"QUITATE!"

Esa no había sido la voz de Inuyasha al otro lado de la puerta. Rápidamente Miroku intentó la chapa, sólo para encontrarla cerrada. Kagome se apresuró a la puerta y lo intentó, pero la puerta aún no se movía. Kikyo lo consideró, moviendo su cabeza. "No podemos pasar eso - necesitamos a alguien más fuerte-"

"Como demonios!" Dijeron a coro los trillizos. "Nosotros lo haremos."

Todos alrededor de la puerta rápidamente se retiraron cuando los trillizos rasparon sus pies como lo hacían los toros antes de cargar. Luego con un poderoso y muy rechinante rugido, se lanzaron hacia la puerta…

… y rebotaron con un colectivo ruido.

Kikyo suspiró cuando los tres niños se retiraron luciendo muy confundidos. Ella se acercó a la puerta y golpeó. "Qué está pasando ahí!" llamó ella fuertemente.

"Un minuto!" Inuyasha sonó forzado.

Todo lo que podían hacer era esperar ansiosamente, escuchando las varias caídas y gritos desde adentro del vestidor. Kagome se movió impacientemente de un pie al otro preguntándose qué demonios estaba pasando adentro que podían escuchar, y no ver o hacer nada.

Entonces todo quedó en silencio.

Inuyasha abrió la puerta, jadeando y sangrando de varias heridas sobre su cuerpo. "Siento eso," jadeó él, luego colapsó en el piso a los pies de Kagome con un gruñido.

"Dios mío…" Rápidamente Kagome se agachó para tocar su cabeza tentativamente mientras Miroku y Sango entraban en el vestidor.

Las tabletas blancas en la pared ahora estaban coloreadas con enfermante sangre fresca. Kagome sintió su náusea elevarse cuando se asomó por el marco de la puerta, viendo la roja mezcla con el agua como una escena sacada de Psicópata.

Kouga estaba desplomado directamente contra la pared opuesta, jadeando y consciente, pero no en condición de levantarse. Miroku y Sango fueron a ayudarlo mientras Kikyo simplemente cruzaba sus brazos y movía su cabeza. "Notaste Inuyasha que tienes tu pelea por el campeonato en menos de diez minutos."

"Mm hm." Él jadeó desde el piso, haciendo una mueca ante los achaques que lo aquejaban. Kagome movió su cabeza.

"Eres tan idiota." Le dijo ella suavemente.

"Lo sé…" él se encogió internamente ante el suave y reprimente tono maternal de su voz.

"Tienes que pelear con alguien más fuerte en un minuto."

"Lo sé…"

"Inuyasha?" preguntó Kagome dudosa.

"Sí?"

"Si mueres, puedo tener tu Porsche plateado?"

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Continuará…

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