Dead Famous
Por Rozefire
------
Capítulo 20
Una heroica victoria
------
"Tal vez deba retirarse del combate?" sugirió Kagome ansiosamente mientras ella y Miroku ayudaban a levantar a Inuyasha cuidadosamente.
"Estoy bien!" gritó Inuyasha, disparando una mirada sobre su hombro a donde Kikyo estaba ondeando una mano en frente del rostro de Kouga. El lobo apenas estaba consciente… lo cual no era exactamente algo malo. "Con él derrotado, pelear con el próximo será nada. De cualquier forma… es ahora o nunca."
"Ese es el espíritu!" Miroku golpeó una mano sobre su hombro, aparentemente inconsciente de lo mucho que había dolido. "Podrías derrotar a ese hombre diez veces, no es así?"
Te derrotaré diez veces indigno pedazo de… "Seguro!" Inuyasha puso una cara valerosa mientras se recostaba en Miroku por apoyo.
"Kagome," Miroku miró a la estudiante. "Quédate aquí con los otros."
Kagome miró a donde Kouga estaba desplomado contra la pared del vestidor. Inuyasha estaba en mala forma… pero ese joven estaba mucho peor. Kagome casi sentía pena por él. Casi. "De acuerdo…" dijo ella lentamente mientras dejaba a los dos jóvenes para ir a unirse con Kikyo al lado de Kouga. Agachándose al lado del lastimado peleador, golpeó un dedo insensiblemente contra su sien. Un gruñido retumbó en su garganta en respuesta y Kagome miró a Kikyo. "Creo que está vivo."
"Que chica tan inteligente…" murmuró Kikyo bajo su respiración.
Kagome pausó un momento, observando a Miroku llevar a Inuyasha fuera de la sala adjunta, dirigiéndose hacia el próximo combate sin duda. Ella frunció preocupada. Sabía que Inuyasha peleando en esa condición probablemente era una mala idea… pero como él había dicho; 'ahora o nunca' significaba que probablemente esta era la única oportunidad que tenía en el campeonato. Kagome no entendía cuán valioso y atractivo podría sonar la reputación de ser el hombre más duro y el más fuerte en el país. Pera parecía importante para esas personas…
Ella volteó hacia Kouga con un suspiro, descansando una mano en su hombro que parecía estar libre de heridas. "Oye, estás bien?" preguntó ella suavemente, esperando que su cerebro estuviera con más tacto que su cuerpo.
"Ah… la masajista…" murmuró él en su pecho. "Tú eres la chica que me engañó y luego me atacó tan pronto como me tuviste solo."
Kagome retiró su mano de su hombro. "Lo merecías." Dijo ella cortamente. "No vas por ahí echando drogas en las bebidas de la gente. Y de qué estás tan asustado? No has ganado un premio por ser el mejor recién llegado? Como si tuvieras que preocuparte por ser atacado por pequeñas estudiantes-"
"Cuál es el punto?" interrumpió él, levantando su cabeza. Kagome tuvo que luchar con el instinto de retroceder con horror ante la condición en que Inuyasha había dejado su rostro. "Perdí de todas formas… Soy una completa falla."
Oh dios… él iba a deprimirse. Kagome miró a Kikyo quien estaba mirando su reloj intencionalmente. Ella miró a Kouga. "Siempre tendrás el próximo año…?" Ofreció ella en lo que sintió era un débil intento por animarlo.
Y al juzgar por la mirada de Kouga, sintió también que fue un poco débil.
Con un suspiro ella volteó sus ojos. "Bueno, perdiste justo y equitativo, así que ahora no puedes seguir contra Inuyasha. Verdad?" Ella frunció sus ojos levemente.
Kouga sonrió. "Mi único consuelo es que tal vez ahora que él ha desperdiciado su energía en mí, no le quedará nada para el hombre bola de carne."
"Peach Man." Lo corrigió Kikyo.
"Lo siento tanto." Dijo Kouga arrogantemente.
Kagome lo miró furiosa. "Inuyasha ganará - lo verás." Le dijo ella firmemente.
"Puedes decir eso tantas veces como gustes." Le dijo Kouga. "No lo hará pasar."
Kagome lo miró fríamente por un momento antes de levantarse. "Voy a ir a ocupar mi asiento." Le dijo ella a Kikyo y salió de los vestidores con sólo una última mirada molesta a Kouga sobre su hombro.
Sango y los trillizos ya habían desaparecido indicando que el combate estaba por comenzar en cualquier minuto. Kagome vagó alrededor sin propósito fijo por los interminables corredores, sólo recordando por qué no debería vagar sola. Estaba por rendirse y volver sobre sus pasos hacia los vestidores cuando salió al principal y más largo corredor en el edificio.
Unas pocas personas estaban llegando, miembros del público usando sus abrigos y llevando a sus hijos de la mano. Todos ellos parecían estar dirigiéndose por el mismo camino así que Kagome se unió a la corriente, apostando que últimamente terminaría en la arena.
Sus habilidades de deducción fueron correctas cuando se detuvo en las mismas puertas que había pasado la primera vez que había estado ahí. Un miembro del personal estaba recolectando tiquetes antes de que las personas fueran autorizadas a entrar. "Boletos." Dijo él sin rodeos cuando Kagome lo alcanzó.
"Uh… tengo boletos VIP." Ella palpó sus bolsillos. "Pero no conmigo…"
"Uh huh." Él le dio la mirada 'parezco estúpido?' "Sin boletos, no entras."
"Oh, pero verá, soy Kagome Higurashi-"
"Y yo Bart Simpson. Cómo estás?" él hizo un movimiento con su mano. "Por favor muévase a un lado, Señorita."
Ahora esto era nuevo para ella. Para Kagome, ella era, y siempre había sido, Kagome Higurashi. Las personas usualmente creían en su palabra cuando les decía su nombre, pero últimamente con todo este asunto de la fama la gente estaba más dispuesta a creerla una mentirosa más que la estudiante afortunada que ganó el concurso de la vida.
"Mire." Dijo ella diplomáticamente. "Soy Kagome Higurashi - vine aquí con Inuyasha y-"
"Dije por favor hágase a un lado Señorita, está bloqueando el camino." El inexpresivo hombre le gesturizó otra vez.
"Sí vamos, Niña." Un padre con sus dos hijos tras ella sonó agitado. "La pelea ya comenzó!"
"Sí?" Los ojos de Kagome se abrieron y rápidamente trató de rodear al encargado para entrar. Probablemente más acostumbrado a personas haciendo ese movimiento de lo que ella le daba crédito, porque la atrapó instantáneamente y la regresó. "No Señorita, sólo puede entrar con un boleto."
"No sabe quién soy?" dijo ella acalorada, pero inmediatamente se arrepintió. Ahora estaba comenzando a sonar como Inuyasha.
"Señorita, ni la conozco ni me importa. Podría ser la hija de Santa Claus por todo-"
Sango pasó al hombre, saliendo por la puerta que estaba protegiendo. "Kagome, dónde demonios has estado - la pelea comenzó hace años!" ella agarró su muñeca y volteó para llevarla adentro. "Vamos o nos perderemos todo el-"
"Espere un minuto!" el encargado se recuperó del usualmente duro empujón de Sango. "Ella no puede entrar ahí sin un boleto!"
"Pero ella es Kagome Higurashi." Dijo Sango con un evidente movimiento de hombro y entonces procedió a arrastrar a Kagome a la arena a pesar de lo que alguien pensara.
Kagome se tambaleó desventuradamente detrás de Sango por las oscurecidas escaleras entre las filas de asientos. Esa caliente y pegachenta atmósfera la rodeó otra vez y ella arrugó su nariz, tratando de no inhalar mucho de la humedad en el aire. "Gracias, ese hombre no creía que era Kagome Higurashi…" le confió a Sango mientras su pie pateaba un cartón vacío de palomitas de maíz.
"Cómo podría ser… oh no…" Sango se desvaneció con un tono desinflado.
Kagome levantó la vista para ver cuál era el problema… no le tomó mucho descubrirlo. "Oh no…" Aunque aún estaban lejos del cuadrilátero central, Kagome pudo ver claramente lo que estaba pasando.
El cuadrilátero era apenas lo grande suficiente para acomodar al Peach Man, mucho menos a él y a Inuyasha. El árbitro había tenido que arbitrar desde los bordes, pero aún entonces no estaba haciendo mucho bien en prevenir el acto violento dentro de la arena.
Kagome hizo una mueca de molestia cuando otro coro de 'boos' y quejas se levantó desde la multitud en una ensordecedora creciente. Inuyasha era estrellado contra la base de madera del cuadrilátero por un hombre mucho más grande y gordo quien luego colapsó sobre él. Aún Kagome estaba segura que escuchó el grito de dolor de Inuyasha.
"B-basta…" Ella miró el paralizado horror hasta que regresó a ser ella misma. "Basta!" gritó ella otra vez, mucho más fuerte y adelantó a Sango mientras corría directo hacia el cuadrilátero.
Ella no sabía por qué, pero estaba dispuesta a lanzarse dentro de ese cuadrilátero y pelear con ese bruto si eso terminaría lo que estaba viendo…
Pero en cuanto intentó trepar las barricadas que bloqueaban el paso al área alrededor del cuadrilátero, los fornidos guardias la atraparon, aparecieron como de la nada para atrapar sus brazos de la misma forma como el encargado en la puerta lo había hecho antes.
"Suéltenme!" gritó ella, tratando de zafarse de sus agarres. "Él está lastimándolo!"
Ella se calmó al momento que Peach Man se levantó otra vez, levantando a un muy débil Inuyasha por un brazo y una pierna, luego lo movió en un círculo como si fuera un juguete de trapo. Rabia corrió por ella otra vez. "BAJALO!" gritó ella.
El Peach Man lo soltó… e Inuyasha salió volando fuera del ring, directo a la mesa de los comentaristas.
La narración en el combate cesó de repente con un chillido de los micrófonos. La mano de Sango cayó sobre el hombro de Kagome. "Cálmate, Kagome." Le advirtió Sango ligeramente luego hizo a un lado a los guardias. "Vamos."
Ellos debieron haberla reconocido porque ciertamente no discutieron mientras se hacían a un lado y dejaban pasar a las dos jóvenes sobre la barrera. Kagome corrió directo a donde Miroku ya estaba ayudando a levantar a Inuyasha.
"No deberías regresar ahí!" dijo ella urgentemente mientras le daba sus propios hombros como soporte para que Inuyasha se mantuviera en pie.
"Tengo que derrotarlo!" dijo Inuyasha apretando los dientes, mirando fieramente a su oponente que estaba ondeando sus rechonchos brazos triunfantemente pero sólo para recibir una serie de silbidos.
Kagome movió su cabeza. "Él está pateando tu trasero-"
"Cállate!"
Miroku le movió su cabeza a modo de advertencia a Kagome mientras notaba que probablemente no había nada que pudiera hacer que detuviera a Inuyasha de regresar a ese cuadrilátero. Él removió sus brazos de los hombros de ella y de Miroku, dirigiéndose débilmente hacia el ring con poca entusiasta determinación.
Ya se veía derrotado.
Los comentaristas regresaron a sus micrófonos. "Bueno… después de esa asombrosa victoria para el Peach Man en el primer asalto, parece que Inuyasha va a regresar por más de ese tratamiento. Cielos, si yo fuera él dejaría mi derrota ya…"
"Y aquí viene el segundo asalto!"
Kagome lanzó su mano agitadamente contra el brazo de Miroku. "Por qué estás dejándolo hacer esto!"
"Es su profesión." Dijo Miroku con un leve movimiento de hombro, aunque se veía igual de preocupado. "Si quiere continuar peleando así lo hará."
Kagome sólo podía observar inútilmente cuando el siguiente asalto empezó e instantáneamente Inuyasha fue levantado por la garganta y estrellado en el suelo. Él permaneció sosegado y tranquilo aún cuando el Peach Man enterraba su rodilla en su espalda, torciendo uno de los brazos de Inuyasha hacia atrás. El dolor estaba comenzando a mostrarse en su rostro.
Kagome se apresuró, empujando al árbitro fuera de su camino para trepar a un costado del cuadrilátero, aferrándose a las cuerdas elásticas. Ella no era lo estúpida suficiente para entrar al ring, pero estuvo tentada. "Quítate de encima de él!" gritó ella roncamente. "La única razón por la que estás ganando es porque él derrotó a Kouga! No tendrías una oportunidad contra-"
"Kagome!" gritó Inuyasha a través del dolor. "No estás ayudando!"
Lo espectadores estaban enloqueciendo, comenzando a lanzar su comida y otras cosas y residuos al ring. Kagome no estaba segura si estaban abucheando a Peach Man o a los patéticos intentos de Inuyasha por defenderse. Los comentaristas estaban hablando muy rápido para entender lo que estaban diciendo, el peach man estaba rechinando su rodilla más duro y el brazo de Inuyasha estaba crujiendo, él estaba gritando y nadie estaba haciendo nada!
Cómo podrían todos sólo permanecer y observar a alguien ser torturado así! "Inuyasha!" gritó Kagome y se abalanzó, olvidándose de sí mientras intentaba saltar en el cuadrilátero.
Sango y Miroku la detuvieron en el último segundo, bajándola a tierra rápidamente con un salto. Ella no lo intentó otra vez… pero no podía mirar tampoco… así que Kagome sólo se volteó en los brazos de Sango y escondió su cabeza en el hombro de la otra joven, haciendo muecas mientras trataba de bloquear los sonidos de la arena.
Este 'deporte' era muy sangriento para Kagome.
Inuyasha entreabrió sus ojos lo suficiente para mirar a sus dos empleados y a su visitante de la semana. Maldijo interiormente cuando se dio cuenta que probablemente ella estaba llorando. Por qué demonios estaba tan molesta? Ella no era la que tenía su cuerpo estratégicamente destrozado por una Hamburguesa de Carne Humana.
Su hombro se dislocó casi inaudiblemente, un sonido perdido en los gritos a su alrededor. Con una punzada de pánico notó que si su oponente continuaba halando él perdería su brazo completamente…
Cuántas fans estarían dispuestas a babear por un hombre de un brazo?
(NA: Esperen… noté la ironía relacionada a Sess)
"Me rindo!" tosió Inuyasha, encontrando difícil hablar con tanta presión en su espalda.
"Qué dijiste?" vociferó el Peach Man.
"Dije que me rindo! Tú ganas! Yo perdí!" espetó Inuyasha. "Tú eres el campeón - yo no!"
La presión dejó su espalda y su brazo cayó entumecido a su lado, inútil. El árbitro había escuchado todo lo que él había dicho y el silbato estaba siendo soplado. Los comentaristas estaban comenzando otra vez con su enloquecida burla mientras el público reaccionaba con animosidad casi agresiva.
Pero más que eso, Kagome lucía aliviada, lo cual en su opinión ligeramente subconsciente compensaba por cientos de furiosos fans cada día.
Esto es por ti… pensó él mientras comenzaba a desvanecerse en la inconsciencia… perra…
------
El viaje de regreso del hospital fue una tensa y silenciosa atmósfera. Después de haber pasado la mayoría de la tarde en la sala de la Unidad de Emergencia (UE), todos estaban un poco infelices y encontraban difícil relajarse.
Cuatro vértebras rotas… pensó Kagome distraídamente mientras descansaba su cabeza contra el hombro de Sango, completamente cansada y más miserable que alguien más en el auto. Un brazo dislocado y roto en tres lugares diferentes…
Si hubiera sido alguien más, les había dicho el doctor, Inuyasha hubiera salido paralizado desde el cuello para abajo por el resto de su vida y podría haber perdido el uso permanente de su brazo. Pero como era, todo lo que habían tenido que hacer era acostarlo con su espalda recta por unas horas y el problema básicamente se había resuelto solo. Pero todo ese daño a su cuerpo era superficial comparado al daño que parecía tener a su orgullo.
Inuyasha apenas había dicho más de tres palabras desde que había recuperado la conciencia en la UE, lo cual era inusual porque de la experiencia de Kagome con Inuyasha, cuando él estaba enojado y/o lastimado declamaría furioso para dejárselo saber a todos. Ella todavía no había olvidado el incidente con el tropezón…
Pero aquí estaba él, guardándoselo para sí con sólo un leve frunce en su rostro mientas él hurgaba la espuma del cabestrillo que sostenía su brazo sobre su pecho. Kagome lo observó por el rabillo del ojo, sabiendo que estaba profundamente molesto por lo que había pasado… pero una vez más probablemente preferiría tomar un baño en frijoles cocidos que decirlo.
No es que alguien más estuviera siendo muy comunicativo, incluso Kagome.
Bueno al menos Miroku lo estaba intentando. "Bueno, creo que lo hiciste bien para pasar el primer asalto." Dijo él en el vacío silencio que envolvía el auto. "Quiero decir, ese hombre tenía como treinta años de experiencia en el cuadrilátero y aún eres un recién nacido comparado con eso…"
"Cielos, gracias…" Murmuró Inuyasha malhumorado.
Sango codeó duro a Miroku. "Él no quiso decir que eres un novato. No pienses eso-"
"No había pensado eso." Dijo Inuyasha, frunciendo sus ojos a un pasante árbol. "Ahora sí…"
Obstinadamente él iba a hacer los intentos de todos por animarlo tan inútiles como fuera posible.
"Sólo tendremos que hacerlo mejor el próximo año." Dijo Kikyo en una forma que ponía fin a la discusión. Ella movió sus manos contra el volante. "No tuvimos suerte esta vez. Si Kouga no hubiera perdido la revancha probablemente tú habrías pasado directo al campeonato sin ninguna pelea de nadie."
"No." Dijo Inuyasha francamente, dejando caer su ociosa mano en su regazo.
Kagome vio la forma en que Kikyo le dio una mirada por el espejo retrovisor, pero no dijo nada después de eso. Ni nadie más lo hizo.
------
"Realmente está molesto por perder el campeonato, verdad?" Le dijo Kagome tranquilamente a Sango en la cocina mientras comían su cena. "Quiero decir… en realidad está molesto no enojado."
Sango asintió ligeramente mientras masticaba su sándwich pensativa. "Estuvo así el año pasado… lo superará y comenzará a trabajar para esos pequeños combates mortales."
"Combates mortales?" repitió Kagome, frunciéndole.
"Oh… Los combates mortales pasan cuando el público general escoge los participantes para enfrentarlos contra el otro. Básicamente escogen a las parejas más entretenidas y las ponen a pelear, no en campeonato… sólo trofeos de recuerdo de vez en cuando." Le informó Sango. "No creerías cuántas veces Inuyasha ha sido enfrentado contra Kouga en años recientes. A todos parecen gustarles la ironía de tener dos caninos en el cuadrilátero."
Kagome arrugó su nariz. "No me gusta… es muy violento y los participantes siempre parecen ser derrotados a una pulgada de sus vidas."
"Esa es la idea!" Sango terminó su sándwich, limpió sus manos y agarró a Kagome de los hombros. "No te quedes levantada hasta tarde, necesitas dormir."
"Bien." Kagome se despidió mientras Sango dejaba la cocina.
Ella terminó su cena unos minutos después y se fue a la cama. Se colocó su pijama y colapsó sobre las cobijas de su colchón y continuó pensando con sus labios fruncidos. Ella trató de ponerse en los zapatos de Inuyasha… tratando de imaginar cómo podría estarse sintiendo exactamente en ese momento.
Lo primero que llegó a su mente fue; ouch. De ninguna manera sería capaz de resistir todo el daño corporal que él había manejado. Pero aparte de eso… probablemente estaba sintiéndose bajo. Su ego probablemente estaba desinflado y se le habían bajado los humos.
Probablemente era más difícil ser famoso que de lo que se había dado cuenta Kagome…
Bueno, desde que dormir no vendría exactamente pronto, tenía tiempo que matar y energía que ventilar. Ella recordó el piano abajo y sonrió. Probablemente extrañaría poder poner sus manos en el gran piano cuando regresara a casa… así que tenía que aprovecharlo. Y qué si no tenía ocho horas completas de sueño por eso? Podría manejarlo.
Kagome salió de su habitación y bajó las escaleras silenciosamente hacia la sala clásica. Como siempre el guardia estaba dormido en su turno, una vista que estaba acostumbrada a ver y lo pasó despreocupadamente, sabiendo que probablemente podría romper la silla del piano en su cabeza y él nunca despertaría. En realidad… si rompía una silla de piano en su cabeza probablemente nunca despertaría otra vez. Punto.
Ella se escabulló en la sala clásica y cerró la pesada puerta tranquilamente tras ella, asegurándose que estuviera cerrada ceñidamente para que no se abriera y la asustara como la última vez.
Se sentó e instantáneamente comenzó a tocar, su humor salía en la forma que tocaba sin notarlo. Le tomó unos momentos pero comenzó a darse cuenta lo fuerte y más bien profunda que sonaba la melodía. Sin pensarlo, cambió a un tono diferente y lo llevó a un octavo más bajo, dejando a la música inundarla.
Era un tono doloroso y triste, no sólo sonaba lúgubre sino que ya lo había asociado con malos momentos en su vida… momentos cuando no había sido tan feliz como normalmente lo era.
Sus manos se deslizaron de las teclas y cayeron a su regazo. Nada bien. Ella no quería tocar ese tono, sólo la hacía sentir mal.
Tomando un profundo respiro lo dejó salir en uno grande que forzó y mentalmente se sacudió de los inquietantes sentimientos. Ella se movió a dos octavos más altos y comenzó a tocar un tono más vital. Ese la hizo sonreír por un rato, pero no pasó mucho antes de que el sentimiento se fuera y fue sintiendo depresión…
Fue obligada a dejar de tocar.
Maldición… pensó ella amargamente, el mal humor de Inuyasha está comenzando a pegárseme. No es como si yo perdiera el combate ni nada, de qué tengo que estar triste?
Kagome no quería tocar más, sólo intensificaba el sentimiento levemente miserable dentro de ella así que se levantó del banco y se dirigió hacia la puerta. Se deslizó por la puerta abierta sin notar que la había cerrado antes.
En un esfuerzo por mejorar su humor se dirigió a la cocina, queriendo tomar un bizcocho y un vaso de leche para ayudar a su sueño.
Se sorprendió levemente al encontrar que Inuyasha ya había agarrado el cartón de leche y estaba sentado en el mesón central de la cocina bebiendo de él. Él levantó la vista cuando ella entró por las puertas movedizas y levantó una mano como saludo. "Buenos días."
Kagome miró el reloj azul sobre las alacenas. Sin duda era pasada la medianoche…
"Eso es disgustante." Ella le dio una sucia mirada. "Apuesto que haces eso cada noche y dejas a la gente beber de ella en la mañana."
"Bueno, no querría acaparar toda la leche para mí." Respondió él con un encogimiento de hombro. "Sé que te gusta en tu cereal, verdad?"
Kagome hizo una cara y se movió hacia el refrigerador para tomar su propia leche. "Y qué estás haciendo levantado?" Ella lo miró y vio el cabestrillo en el que su brazo derecho estaba envuelto. "El doctor dijo que tus órdenes eran descanso estricto en cama."
"Qué saben los doctores?" él volteó sus ojos. "De todas formas, no podía dormir."
"Yo tampoco," ella suspiró mientras seleccionaba un cartón de leche que permanecía sin abrir así que no había una pequeña oportunidad de encontrar algún germen bucal de Hanyou en él. Ella se enderezó y cerró el refrigerador. Mirando hacia Inuyasha lo encontró raspando una garra contra el lado de la etiqueta de su cartón, mirándolo indiferente.
"Estás bien?" se aventuró ella.
Era una pregunta lo razonable suficiente, pero Inuyasha reaccionó malamente. "Qué se supone que eso significa?" le gritó a ella.
"Sólo una pregunta!" dijo ella defensivamente mientras caminaba alrededor de la isla, buscando un vaso para la leche. Sin mirarlo aún ella sabía que se había espaciado otra vez, pero tal vez no era su lugar entrometerse en sus pensamientos. Ella hizo a un lado sus ideas mientras se agachaba para seleccionar un vaso limpio de las repisas bajo el mesón.
"Perdí el patrocinio de Adidas."
Kagome se enderezó lentamente para mirar a Inuyasha, pero él no estaba mirándola. En vez de eso, estaba poniendo la mayoría de su concentración en pelar la etiqueta del cartón de leche. "Porque perdiste el combate?" supuso ella tranquilamente.
Él asintió, aún frunciéndole a la leche. "Ciento quince millones de yenes por ganar las semifinales." Él raspó los números distraídamente. "Tres mil millones por completar las finales… pero no lo hice, así que no obtuve el pago…"
Kagome lo miró duro. "Pero aún ganaste ciento quince millones por ganar las semifinales!" le dijo ella. "Eso no es algo para estar triste, o sí?"
Él continuó picando el cartón como si no la hubiera escuchado. Eventualmente levantó su cabeza, pero miró hacia adelante sin determinarla. "Las personas han estado haciéndome preguntas desde que puedo hablar. Siempre me hacen las mismas preguntas en la misma forma… y sé cómo responderlas todas sin titubear. Cómo te sientes por perder el campeonato? Inútil, pero lo haré mejor el próximo año."
Él estaba hablándole o sólo estaba teniendo esta conversación con su conciencia. Kagome bajó su vaso en el mesón y rodeó la isla hasta que estuvo a su lado.
Aún no parecía notarla. "Pero entonces siempre está esa pregunta que surge de vez en cuando… y sin importar cuántas veces la pregunten… no puedo responderla."
Kagome levantó su cabeza levemente. "Cuál es?" preguntó ella gentilmente.
Él suspiró y su frente se arrugó mientras giraba su mirada hacia su regazo, y luego su cabeza para encontrar sus ojos. "'Qué haces?'" Él desvió la mirada. "Qué hago…? De dónde viene el dinero? Cuál es mi propósito en la vida? Cómo estoy ayudando a alguien? Sí… peleo… patrocino… pero qué más? Qué pasa si no puedo hacer esas cosas?"
Ciertamente él estaba tomando su pérdida muy duro. Compasivamente ella colocó una mano en su hombro, luchando por entender su posición. "No tienes que preocuparte por esas cosas, no es como si tuvieras problemas monetarios."
"No." Él se encogió. "Tengo suficiente dinero ahorrado de la herencia de mis padres para durarme tres veces la vida. Probablemente podría acostarme en la cama por el resto de mi vida y comer buñuelos de cocoa y nunca tener que levantar un dedo y aún sería rico."
Al menos él estaba tratando de ser modesto. Kagome trató de sentirse muy resentida de su dinero, sabiendo que era el origen de muchos de sus males. "Estará bien. Siempre puedes intentarlo otra vez el próximo año…" le dijo ella suavemente.
"No estará bien." Él le dio una mirada levemente dolida. "Siempre será así, no cambiará nunca. Lo intentaré otra vez el próximo año y luego el siguiente y algunas veces ganaré y algunas veces perderé. Pero es sin sentido… no hay punto ni fin y no puedo…" él tragó duro y desvió la mirada otra vez. "Y no puedo levantarme mañana y enfrentar todas sus preguntas y decir las mismas cosas exactas que dije la última vez que perdí y que diré la próxima vez que pierda."
A Kagome no le gustó la forma en que estaba hablando. Sonó como si estuviera dándose por vencido. "Qué estás diciendo…?" susurró ella.
"Estoy diciendo…" él tomó un profundo respiro y cerró sus ojos. "No puedo vivir de esta forma… no más."
Ahora Kagome estaba tragando con dificultad. "Suenas como si estuvieras…" planeando saltar del muelle otra vez. Pero no podía decirlo en alto.
Ambos se sentaron sin moverse por varios momentos. Kagome contuvo su respiración, esperando que ahí no hubiera habido ninguna implicación escondida detrás de esas palabras. Ella nunca había conocido a alguien que hubiera considerado seriamente el suicidio… pero no sabía qué esperar de la naturaleza ligeramente volátil de Inuyasha.
De repente él movió su cabeza y lanzó su casi vacío cartón de leche en la caneca al otro lado de la cocina. Se bajó del mesón y avanzó hacia la puerta. Parecía como si estuviera por salir cuando de repente pareció recordar que ella estaba ahí, y volteó hacia ella. "Debes ir a la cama. Exactamente no tuviste un buen sueño anoche."
Ella asintió vagamente y lo observó salir.
Hubo una leve tentación dentro de ella para seguirlo a su habitación y escabullirse en su cama con él, y asegurarse que no hiciera nada estúpido mientras estaba solo. Pero al final decidió ir a la cama… y tal vez avisar a alguien como Kikyo en la mañana que Inuyasha probablemente no se estaba sintiendo lo más estable últimamente…
Y todavía ella luchaba por comprender su problema…
------
Continuará…
------
