Dia 3
3ra parte – En las entrañas de la bestia –
Sango y Kouga entraron a las instalaciones de Kumo Corp. No sabían que les esperaba dentro, todo estaba muy tranquilo, no parecía haber actividad alguna dentro de esas instalaciones.
Siguieron avanzando, haciendo un reconocimiento del lugar. –Hay exclusiones de gases en aquel edificio- dijo Sango señalando hacia el noreste. –Nos dirigiremos allá- Kouga solo afirmo con la cabeza. Se acercaban rápida pero sigilosamente, ninguna cámara de seguridad seria capaz de filmarlos, así es como fueron entrenados.
Cuando finalmente llegaron, revisaron cada uno de los sitios donde podría estar un francotirador, no había señales de ninguno. Se acercaron a la puerta, esta tenia un lector de tarjetas para autorizar la entrada, –Abre la puerta- ordeno Sango, Kouga uso su PDA y una tarjeta de códigos programable para desbloquear la puerta, solo tardo cinco segundos en hacerlo.
- Vamos- dijo Kouga. –¡No!- Sango lo detuvo – Tengo una idea mejor, novato. Ve al edificio de abastecimiento de energía, y apaga todo, les daremos una sorpresa - Kouga dudaba, pero Sango era su superior, tenia que obedecerla. Kouga se puso en marcha
Sango entro a aquel edificio, parecía un laboratorio de producción de químicos común y corriente, nada más lejos de la verdad. Prosiguió, a los pocos minutos toda la energía eléctrica de la planta se corto, Kouga había tenido éxito en su tarea pensó Sango para si misma. Las luces de emergencia se encendieron, luces rojas de poco alcance pero suficientes para ver en lo que de otra manera seria total oscuridad.
Sango recorrió los pasillos de aquel lugar, parecía inmensamente grande, de repente escucho a alguien tosiendo incontrolablemente. Respondiendo a su lado humanitario, Sango se asomo para ver a quien pertenecía esa tos. Además, de que estar sola le causaba algo de miedo.
Sigilosamente se acerco por detrás, pudo ver a una mujer arrodillada que vestia una bata de laboratorio, seguía tosiendo sin control. –¿Señora, esta usted bien? - Le pregunto Sango, no hubo respuesta. –Señora…- Sango le puso la mano en el hombro. La mujer lentamente volteo hacia ella. Su cara tenia un color grisáceo, y estaba deforme, como si la hubieran succionado por dentro, sus ojos amarillos y pútridos. Sango se sobresalto, y se aparto. La mujer se levanto lentamente, camino hacia Sango y subió los brazos queriéndola alcanzar, emitía ligeros gemidos con cada paso que daba.
Sango no sabía que hacer, quizás la mujer le estaba pidiendo ayuda, quizás algo la había atacado. Estiro su brazo, tomando la mano de la mujer, esta inmediatamente quiso abalanzarse sobre su brazo, Sango la detuvo con el brazo que tenia libre. La mujer quería morderla, Sango la golpeo, la aparto de ella con una patada. El brazo se le desprendió, haciendo un crujido. La mujer cayó al suelo, pero se levanto rápidamente, ahora se movía más efusivamente.
Se dirigía a Sango, como un animal hambriento yendo hacia el alimento que al fin había encontrado. Sango cerro los ojos, y tomo aire, cuando los abrió su pistola 9mm ya estaba en su mano y con solo tres balas le había despedazado la cabeza a aquel monstruo que alguna vez fue una mujer ordinaria.
Suspiro cuando aquel cuerpo ya sin vida estaba en el suelo, y había dejado de retorcerse. Sango siguió su camino y se dijo a si misma que no debería ser tan humanitaria. –Novato, ¿donde estas?- Dijo Sango a través del comunicador. –Me dirijo hacia el centro de información de la compañía, podríamos encontrar algo sobre este lugar, pruebas para justificar nuestras acciones – respondió Kouga. –Bien, ten cuidado. Tigresa corto- Termino Sango
Cuando aparto su atención del comunicador, escucho múltiples gemidos acercándose a ella. Sango sabía que ya era demasiado tarde para huir, pero que si querían un pedazo de ella tendrían que luchar por conseguirlo. De repente, muchos de los que alguna vez fueron empleados en ese laboratorio la rodeaban, habían bloqueado ambas salidas del pasillo donde se encontraba.
-No puedo usar las granadas, no se que tipo de químicos estén aquí, podría volar en pedazos junto con ellos. Tampoco puedo usar mi rifle, las ráfagas manuales aunque controladas no tienen suficiente precisión. Seguiré usando la 9mm- Es evidente que Sango conocía sus armas.
-Vamos malditos, vengan por mi- Sango comenzó a disparar, uno a uno iban cayendo, pero no era suficiente se estaba quedando sin balas y aun quedaban muchos de ellos. Cuando ya estaban demasiado cerca como para controlarlos, Sango salto hacia un pasillo mas abajo. No contaba con que ya la esperaban allí, la tomaron por los pies y cayo al suelo, un hombre estaba saliendo de un tanque con residuos químicos, Sango no tardo en volarle la cabeza, se reincorporo y siguió corriendo.
Sin darse cuenta se encontraba rodeada, no había a donde huir. Se acercaban rápidamente, y cuando su mano iba a tomar una granada un gran estruendo se escucho desde debajo de donde ella estaba. Tentáculos aparecieron de la nada, jalando a aquellas abominaciones con tal fuerza que rompieron la estructura donde estaba Sango, haciéndola caer hacia el vacío.
Cuando recupero el sentido, no parecía tener ninguna herida, solo estaba algo desorientada. –Ya despertaste, hermosa flor- Sango levanto la mirada, y se asusto al ver al dueño de aquella voz. Era grande, muy obeso y con muchos implantes y prótesis mecánicas, algunas incluso le sujetaban por encima del suelo, le daban soporte para no caer contra el suelo. Aquellos tentáculos de antes también le pertenecían a esa criatura, los estaba usando para succionar una especie de líquido verdoso bastante espeso de aquellas criaturas que alguna vez fueron humanos.
-¿Qué estas haciendo?- Le pregunto Sango – Solo estoy cosechando, mi hermosa flor- La criatura usaba sus tentáculos para insertarlos en las cervicales de sus victimas, y extraer esa misteriosa sustancia. –Bien, ese era el último- Dijo la criatura
-¿Qué piensas hacer conmigo?- Sango por alguna razón no estaba asustada, posiblemente todos sus últimos encuentros con criaturas sobrenaturales le han dado facilidad de asimilar la situación. –Vaya que si estas llena de preguntas, eres inteligente. Me gustan las chicas inteligentes, mi hermosa flor- Le respondió la criatura –Deja de llamarme hermosa flor, y dime Tigresa- Sango estaba molesta
La criatura solo pudo sonreír. –Como gustes, Tigresa-, -y dime, ¿como debo llamarte?- Sango se mostraba fría, estaba calculando todas las rutas de escape mientras lo distraía hablando. –Llámame Quimera- dijo la criatura con gran seriedad en su tono de voz.
-Y dime, ¿qué estas cosechando?- Sango empezó a coquetear con aquella criatura. –Estos esclavos, se llaman Doppleganger- Señalando los cadáveres vacíos. – Ellos germinan las semillas que injerto en sus cuerpos mientras aun están vivos, mis semillas succionan el alma de esas personas y las concentran en este líquido. Es delicioso- Sango solo pudo asquearse imaginando aquel proceso –¿Quieres probar un poco, Tigresa?- Le pregunto Quimera mientras uno de sus tentáculos se llenaba con el liquido.
Quimera se dio cuenta de las intenciones de Sango, ella quería huir. Quimera no lo permitió, la sujeto por la cintura, inmovilizo sus piernas y la acerco a él. –Vamos, solo un sorbo- Dijo Quimera con una sonrisa bastante inquietante. Sango aprovecho que sus brazos estaban libres, quiso tomar alguna de sus armas. –Tus armas están guardadas, ya no las necesitas, te quedaras aquí conmigo para siempre – Le susurro Quimera a Sango
-¡Nunca!- Sango tomó el cuchillo que siempre guarda en su bota izquierda, logro cortar el tentáculo que la sujetaba por la cintura. Esto hizo que quedara boca abajo, alcanzo a cortar otro de los tentáculos. Quimera se estremecía del dolor. Se llevo las manos a la cara y comenzó a moverse descontroladamente y esto le dificultaba a Sango cortar el último tentáculo.
De repente, Quimera dejo de moverse. Se empezó a reír, - esas cosas no son parte de mí, son solo un accesorio – Sujeto a Sango con su mano derecha, demasiado rápido, contrariamente a lo que se podría pensar por su tamaño. – Bien, mi hermosa flor, has sido una niña mala. Y a las niñas malas hay que castigarlas – Quimera no podía dejar de reír, Sango sabia que seria inútil resistirse pero no iba a dejar que esa cosa hiciera con ella lo que le plazca, no sin luchar.
Cuando se disponía a retar a Quimera, una sombra apareció de la nada, le rebano el brazo a Quimera y sujeto a Sango. Cuando tocaron el suelo, Sango pudo ver el rostro de que quien la había salvado. –¿Miroku, eres tu?- Dijo Sango con gran alegría. –¿Puedes ponerte de pie?- Le pregunto Miroku, Sango solo asintió.
-Malditos sean, mueran- Quimera totalmente enfadado sujetando la herida donde estaba su ahora rebanado antebrazo, descubrió el lanzacohetes montado en su hombro derecho y no tardo en disparar. Miroku apenas pudo empujar a Sango, ambos sintieron el impacto demasiado cerca pero no los alcanzo. Corrieron en direcciones opuestas para ocultarse.
Sango no contaba con ningún arma a su disposición, tenia que buscar las que Quimera le arrebato. Miroku por otro lado, blandía una katana en su mano derecha. Un arma con la que no necesariamente se sentía cómodo, pero bastante efectiva.
Los tentáculos que aun le quedaban a Quimera arremetieron contra los alrededores, buscando a sus presas. Al estar cerca de Sango, Miroku salio de su escondite, hizo que Quimera centrara su atención en él, Quimera uso sus tentáculos para atacar a Miroku quien los rebano en un abrir y cerrar de ojos.
Esto era solo una distracción, el ataque real vendría del lanzacohetes, Miroku lo sabía así que no lo tomo por sorpresa. Sin embargo no contaba con que Quimera tenía en realidad otro lanzacohetes montado en su otro hombro. Apenas pudo esquivar el segundo impacto, pero la onda expansiva lo había alcanzado derribándolo y haciendo que por un momento perdiera la noción de si mismo.
Quimera no lo pensó dos veces, iba a matarlo. Sango no pudo resistir ver esa escena, y salio para confrontar a Quimera. – ¡Déjalo! - Grito Sango usando toda la fuerza que aun le quedaba, -Tómame a mi pero déjalo ir – Sango dijo esas palabras mirando a Miroku quien aun se encontraba en el suelo.
Quimera solo pudo reír ante aquella petición, después de todo como podría perdonar a alguien que había mutilado una parte de su cuerpo –Hermosa flor, me conmueves, en verdad te preocupa este sujeto- Sango no sabia porque reaccionaba de esa manera, pero sabia que las palabras de Quimera eran ciertas, - Pero esa es una razón mas para matarlo, tu eres solo mía –
Miroku arrojo hacia Sango un subfusil que tenia guardado, Sango se arrojo, lo tomo en el aire y disparo hacia uno de los lanzacohetes, no tardo en explotar abriendo una buena parte del cuerpo de Quimera. Lo que quedaba de él cayo al suelo, en vez de sangre brotaba ese líquido que había estado extrayendo.
Sango ayudó a Miroku a levantarse, -¿estas bien?- pregunto Sango al ver a Miroku un poco desconcertado – estoy bien, pero supongo que no todos los días te explota un cohete tan cerca – Sango solo pudo sonreír ante aquel comentario. Ambos se quedaron mirándose el uno al otro sin decir una palabra, sin pensarlo Miroku abrazo a Sango, ella le regreso el abrazo, puso su cabeza en el pecho y sus manos en la espalda de Miroku. Se quedaron así unos pocos segundos, pero para ellos fue una eternidad.
Aquello no duro mucho, fueron interrumpidos por Kouga, - Tigresa, necesito ayuda, no puedo contra estos sujetos yo solo…- Se escucharon algunos disparos antes de que se cortara la transmisión. –Novato, novato, ¿estas ahí?- Sango no obtuvo respuesta.
- ¡Vamos, Tenemos que ayudarlo – Sango se separo de Miroku, aunque no del todo. – Bien, ayudemos a tu compañero – Miroku le respondió mientras recogía su katana. Se dirigieron a la salida, que ahora podía verse, ya que se encontraba detrás de donde estaba Quimera. También las armas de Sango estaban tiradas en el suelo, las recogió y salieron de aquel lugar.
Cuando salieron ya era de noche, el centro de información no estaba lejos, apenas a unos 100m de su posición actual. Se apresuraron a llegar ahí, solo para encontrar que todos los accesos estaban bloqueados. Kouga se había metido en un lío bastante grande.
Sango y Miroku buscaron por todo el edificio, no había manera de entrar, estaba firmemente cerrado. Solo había una ventana despejada en el tercer piso, - Ayúdame a subir- Dijo Sango mirando hacia la ventana. Miroku le dio su katana a Sango, le serviría para escalar. La subió en sus hombros y cuando Sango clavo la espada en el muro, se escucho un fuerte estallido que provenía de dentro, Kouga salio por aquella ventana seguido de fuertes llamas. Apenas tenia control sobre su cuerpo, con un poco de impulso logro caer sobre un automóvil que estaba en el estacionamiento contiguo.
De alguna manera había conseguido salir de ahí con tan solo algunos rasguños, aunque totalmente exhausto. Sango se apresuro a ir hacia donde estaba su compañero - Tenemos que irnos, este lugar va a volar en pedazos en menos de veinte minutos – Kouga grito esto mientras se ponía de pie. Estaba muy débil, cayo inconsciente. Miroku lo cargo en sus hombros. Los tres debían salir de allí lo más pronto posible.
Tardaron aproximadamente diez minutos en acercase a la salida, y justo cuando pensaron que estaban a salvo, Sango levanto la mirada, solo para ver que los estaba esperando, la mujer que dirigía todo esto. Aquella mujer que llamaban Dama de los vientos, Kagura.
No estaba sola, su equipo de seguridad la acompañaba, cuatro hombres altos, todos usaban traje negro, camisa blanca y corbata negra. – Ataquen – Dijo la siniestra mujer
Los cuatro hombres obedecieron la orden. Dos atacaron a Sango, ella apenas pudo contenerlos.
Miroku por otro lado, solo retrocedió unos pasos, saco su katana de la vaina, y acabo rápidamente con los otros dos. No soltó a Kouga ni por un instante.
Sango esquivo a sus dos atacantes, salto a un lado y usando su rifle acabo con uno de los hombres. Miroku se encargo del último. Sango apenas pudo percibir a Kagura, derribo a Miroku de un golpe en la cabeza. Usaba una katana también, Sango giro y escapo del ataque.
En cuanto pudo disparo contra Kagura, pero ella podía desviar las balas usando solo su espada. Casi sin verla, Kagura cortó parte del rifle de Sango, pero no se dejo sorprender, uso el rifle para detener el siguiente corte.
- Eres buena, ¿Quién demonios eres? – Dijo Kagura – Me dicen Tigresa – Respondió Sango esperando el momento en que la espada cortara lo que quedaba de su rifle. Cuando esto paso salto hacia atrás. – ¿Tu eres Tigresa, quieres decir que una niña como tu acabo con todos mis hombres? – Kagura se escuchaba incrédula.
Ambas se quedaron analizando los movimientos de la otra, Sango solo tenía su pistola 9mm, pero Kagura podía desviar balas mucho más rápidas sin ningún problema, estaba en aprietos.
Kagura se lanzo contra Sango, desenfundó, pero era demasiado tarde. Sango solo cerró los ojos. En vez de escuchar la espada cortándola, escucho como se detuvo frente a ella, choco contra otro objeto metálico.
Cuando Sango abrió los ojos, pudo ver a Kouga, estaba de pie con la katana de Miroku en su mano, había detenido la embestida de Kagura. – Salga de aquí Tigresa. Yo me encargo del resto – Kouga estaba usando toda su fuerza para detener la espada de Kagura.
- Pero, Lobezno, ya no queda tiempo…-, - Vayase, no hay tiempo para esto – Kouga interrumpió a Sango. – Maldito – Kagura rompió el bloqueo de Kouga, y continúo atacándolo. Kouga era bastante bueno usando una espada, podía bloquear todos los ataques de Kagura.
Sango cargo a Miroku en sus hombros, y se alejo de ahí. Cuando llego a la salida busco el auto de Miroku, estaba estacionado muy cerca no sabia como pero sabia que ese auto le pertenecía a él. Subió a Miroku, volteo hacia donde estaba Kouga, su cara se lleno de horror, no podía creer lo que había pasado. Pero no miro atrás, subió al auto y se marchó.
Kagura había atravesado a Kouga con su espada, muy cerca del corazón. – Bien, es tiempo de irme de aquí – Dijo Kagura jactándose de su victoria. – No lo pienses, bruja – Kouga se deslizó sobre la espada, la sujeto del brazo, saco su ultima granada, la había estado guardando para un caso de emergencia, le quito el seguro. Kagura forcejeaba, pero Kouga nunca la soltó. Casi al mismo tiempo que estallo la granada, todo el complejo se autodestruyo. Evaporando todo lo que había en su interior, y la onda expansiva alcanzo algunos cientos de metros alrededor.
Sango y Miroku ya estaban lejos, aunque la onda expansiva los alcanzo, haciendo que Sango perdiera el control del vehiculo por un instante. Se detuvo, bajo del auto, contemplo lo que quedo de aquel lugar, nada.
- Adiós, novato… adiós, Kouga – Dijo Sango mientras una lagrima corría por su mejilla.
Subió de nuevo al auto, y se puso en marcha, no entendía casi nada de lo que había pasado pero estaba demasiado cansada para siquiera intentarlo. Había sido un largo día.
Final de día 3
