Dead Famous

Por Rozefire

------

------

Capítulo 25

No escuches, no veas, no hables

------

------

"- tienes alguna idea de cuánto tiempo estaremos en prisión si la policía nos atrapa?" gruñó la voz de Fushira Hashimoto, un sonido amortiguado por las paredes de la habitación de Inuyasha. Él la llamaba su habitación… era la única habitación que podía ver.

Justo entonces no podía ver mucho. Las drogas tenían un firme agarre de su sistema y su cabeza estaba envuelta en semejante sábana de apatía y vacío que apenas podía recordar quién era o dónde estaba. Las voces en la otra habitación eran como parte de un sueño para él. Tenía que haber sido un sueño… porque también podía escuchar la voz de su padre.

"Toda la idea de este plan fue para aumentar mi publicidad!" La voz normalmente suave del primer ministro ahora estaba en un tono enojado para igualar la de Fushira. "Tú raptas al niño - la prensa enloquece por unas semanas y luego lo regresas! Las elecciones generales son la próxima semana y yo gano por un triunfo aplastante de votos por lástima!"

"Si te atreves a decirle a la policía sobre este secuestro las oportunidades de que nos rastreen aumentarán!" Gritó Hashimoto. "Te diriges al público cuando yo lo diga - y eso es después de que lo devolvamos y dejemos el país con nuestros cincuenta grandes!"

"Inaceptable. Vamos al público ahora!"

"Si vas con el público ahora le informaré a la policía que tú fuiste quien organizó el secuestro de tu propio hijo!"

Esto fue seguido por un largo silencio. Luego hubo el amortiguado suspiro de resignación. "De acuerdo."

Inuyasha regresó a la inconsciencia fácilmente, como agua sobre su cabeza. Cuando despertó había olvidado la conversación y fue dejado con sólo el vago recuerdo de un sueño donde su padre había venido por él…

En vez de él, encontró a Jinko arrodillada en frente de su perrera. "Buenos días," ella le sonrió. La mitad de su rostro estaba cubierto con limpios vendajes blancos. "Te gustaría algo de desayuno?"

Inuyasha permaneció en el rincón más alejado, observándola silenciosamente. La había herido ayer y estaba actuando inusualmente amable con él. No confió en eso por un instante. Probablemente ella estaba tratando atraerlo para que pudiera retorcer sus orejas.

"Tengo un regalo para ti, Inuyasha." Jinko caminó hacia la puerta. "Le pertenece a mi hermano, pero dijo que podías tenerlo por el día."

Ella abrió la puerta y silbó.

Entre la abertura trotó un pequeño animal negro con una flexible cola. Un cachorro. Jinko atrapó su collar y gesturizó para que Inuyasha se acercara. "Ven aquí, no muerde."

Inuyasha no se movió. No era que estuviera asustado de los perros. En la villa tenían varios, todos ellos grandes y variados desde alsacianos hasta Pastores alemanes. Algunas veces no eran tan amistosos y a Inuyasha nunca le habían permitido jugar con ellos cuando eran cachorros. Se preguntó por qué Jinko estaba haciendo esto…

"Te gustan los cachorros, no es así, Inuyasha?" Jinko rió ligeramente mientras se arrodillaba y acariciaba el animal. "Por supuesto que sí, prácticamente están emparentados."

Inuyasha la miró un momento antes de decidir que no lastimaría… Jinko nunca había sido demasiado mala con él. Sólo era Fushira del que tenía que cuidarse y desde que no estaba en los alrededores…

Él salió de la jaula.

Jinko sonrió cuando salió. "Este es un Labrador."

Él recordó las docenas de propagandas para el papel toilet. "Como el cachorro Andrex?"

"Pero este es negro." Asintió ella. "Puedes acariciarlo si quieres."

Inuyasha no se movió.

"Adelante. No te morderá."

"… pero…"

"Anda. Acarícialo."

Inuyasha lenta y tímidamente alcanzó, no completamente seguro sobre la situación. Él tocó la cabeza del cachorro entre las orejas, rozando titubeante su pelaje con el revés de sus dedos. El cachorro olió su mano e Inuyasha se acercó un poco más.

"… Se siente bien…" dijo él, comenzando a sonreír por primera vez en semanas.

Un extraño clic sonó a su izquierda y antes de que Inuyasha pudiera girar su cabeza una tremenda explosión lo hizo saltar.

El perro gritó y murió en un instante. Inuyasha se tambaleó hacia atrás, una mano tocaba la cálida sangre goteando de su rostro. No era su sangre… y se sentía más repulsivo. Jinko quedó boquiabierta con horror ante el animal muerto antes de girar para enfrentar a Fushira que estaba en el marco de la puerta, limpiando su arma. "Por qué hiciste eso!" Susurró ella frenéticamente. "Ese era el perro de mi hermano!"

"Sólo era un animal, Jinko." Espetó Fushira cruelmente dirigiendo una sucia mirada a Inuyasha que estaba mirando planamente el cuerpo del cachorro. "Y así lo eres tú, mocoso."

------

"… temor ha envuelto la nación cuando las noticias de la desaparición de Inuyasha fueron anunciadas. La policía sospecha que los secuestradores que raptaron a la Srta. Kagome Higurashi ayer probablemente también han secuestrado a Inuyasha. Las autoridades urgen a alguien con información referente a esta investigación para avanzar…"

Jinko apagó la radio con un pequeño suspiro y volteó su mirada hacia la ventana rota en el extremo opuesto de la habitación. "Ya noticias nacionales, huh? La última vez que te secuestramos nadie dio una vuelta."

"Mi popularidad debe haber aumentado algo." Respondió Inuyasha planamente desde el piso en la barra. Kagome aún estaba estropeada y muerta para el mundo a su lado, volteándose de vez en cuando para dejarlos saber que todavía estaba viva y soñando.

"Tu ego también aumentó algo." Anotó Jinko secamente.

Ella no habló por varios minutos después e Inuyasha estaba más que dispuesto a dejar extender el silencio. Entonces finalmente ella se movió y retiró sus gafas para doblarlas en su regazo. "Debes dormir… conserva tu fuerza para mañana."

"Es de mañana." Dijo Inuyasha contrariamente.

"Sabes lo que quiero decir." Jinko le dio una corta mirada al oscuro cielo afuera. "Fushira estaba pensando en afeitar tu cabeza… luego trabajar en hacer unas cuantas cicatrices en tu cara. Quiere venganza por mi."

"Déjalo…" dijo Inuyasha indiferente. "Yo me curo."

"No si hay veneno en las heridas." Contó Jinko. "Cómo te sentirías por eso…? Tú siempre me golpeaste como vanidosa por tu apariencia… así que cómo te sentirías tener cicatrices permanentes y desfigurantes sobre todo tu rostro aparte de ser calvo."

Probablemente nunca saldría en público otra vez. "Me sentiría como tú, supongo." Él se encogió levemente con su aburrida expresión de 'como sea.'

Jinko se sentó suavemente en una vieja silla con el relleno saliéndose de las costuras. Distraídamente enroscó un mechón de su cabello entre sus dedos, mirando al espacio. Inuyasha se preguntó dónde estaba Fushira… probablemente durmiendo abajo con su kit de tortura como almohada.

Así era como Inuyasha lo recordaba durmiendo…

"Tu padre era un hombre muy interesante…" Jinko frunció sus ojos levemente. "Un tonto, pero uno interesante. Tienes alguna idea de por qué nos pidió secuestrarte en primer lugar?"

Inuyasha su forzado a encogerse otra vez, inútilmente. "Me odiaba tanto como todos los demás parecían hacerlo." Dijo él con un leve suspiro.

Jinko le dio una corta e incrédula sonrisa. "No dejes que te moleste ni nada."

Él volteó sus ojos.

"Él pensó que al tenerte secuestrado por una semana o dos ganaría los votos de compasión en la votación general. Su oponente se estaba viendo más prometedor en el momento… supongo que debe haber estado lo desesperado suficiente para ponerle un precio a la cabeza de su propio hijo en orden de mover los votos a su favor." Le dijo Jinko.

"Si eso es verdad, por que mi familia no le dijo a la policía?" Inuyasha trató de sofocar el punzante dolor que despertaba. No se habían preocupado por él? Su madre lo había sabido? Sesshomaru? Alguien más que su padre? "No tiene sentido que hiciera ese tipo de truco publicitario y luego olvidar decirle a alguien."

"Fushira lo chantajeó para guardar silencio hasta que saliéramos del país." Jinko pasó sus dedos por el brazo de su silla. "Todo fue un pequeño estancamiento. Fushira no te devolvería hasta que tu padre hubiera pagado y nosotros pudiéramos reservar nuestros pasajes de avión. Pero tu padre no pagaría hasta que regresaras con él. Era estúpido realmente… sólo era un arreglo pero después de que tu padre se rehusó a pagar después de la segunda semana, Fushira imaginó que podríamos motivarlo con un poco de tortura."

Inuyasha tragó duro, medio deseando que Kagome estuviera consciente para ofrecerle algún tipo de apoyo. Un hombro tal vez…

Jinko suspiró con arrogancia. "Pero al final todo salió en forma de pera. Fushira se entusiasmó y no te devolvió aún cuando tu padre estaba ofreciendo el dinero en bandeja de plata. Y no podía ir a la policía porque Fushira lo expondría…"

"Oh pobre papá." Dijo Inuyasha planamente, dejando caer su cabeza contra la barra con un golpe.

"Sin duda." Jinko sonrió en forma elegante. "Fushira sólo te devolvió hasta que tu padre fue vencido en las elecciones generales, entonces, tomamos nuestro dinero y nos fuimos…" Ella se inclinó para que sus antebrazos descansaran sobre sus rodillas. "Así que dime… qué te dijo tu padre cuando te vio otra vez después de tres meses?"

Inuyasha movió su cabeza levemente. "No recuerdo…"

Jinko hizo un sonido. "Lástima…" ella suspiró y se levantó para ir a la puerta. "Me gustaría saber cómo puedes hacer lo mismo después de todo lo que me hicieron pasar tú y Hashimoto!" Maldición… su voz se había quebrado.

Jinko se detuvo y lo miró vaciamente por un momento. Su boca se abrió suavemente… pero pareció cambiar mientras movía su cabeza levemente. "Estás seguro que te comiste tu comida?"

Inuyasha se volvió dolorosamente consciente del suave ronquido de Kagome a su lado… pero no la miró. Eso sólo podría descubrirlo. "Si pudiera levantarme estarías muerta ahora mismo!" rugió él con sentimiento.

"Mm." Canturreó Jinko suavemente, o luciendo levemente perturbada o molesta, no podía decir cuál. Ella abrió la puerta y salió, cerrándola detrás.

Inuyasha la miró antes de bajar lentamente su mirada al gris concreto frente a él. Kagome se movió otra vez en su sueño, murmurando algo incomprensible. Él la ignoró la mayor parte, muy ocupado escuchando ese nutrido dolor y resentimiento dentro de él para prestarle mucha atención a sus alrededores inmediatos.

La pregunta de Jinko lo molestó. Qué le había dicho su padre la primera vez que lo había visto después del secuestro? Fue hace tanto tiempo… en el momento no le había prestado mucha atención… no sabía que su padre era la causa de ese mundo de dolor y todo lo que había sentido era alivio de estar en escenarios conocidos con rostros conocidos…

Fue hace tanto tiempo…

------

Habían pasado tres meses bajo la línea… bueno eso fue lo que Jinko le había dicho pero el sentido del tiempo de Inuyasha había sido distorsionado. No tenía idea de qué hora era o qué día de la semana… estaba preocupado descubrir que apenas podía recordar el mes o el año. Era '91 o '92… tal vez '93?

Era aún peor cuando estaba vendado…

Afuera podía escuchar un zumbido distante de tráfico, las lejanas bocinas tocadas por enojados conductores…

Él estaba de nuevo en la ciudad.

Parecía que un día había pasado desde que Fushira Hashimoto había envuelto una venda sobre su cabeza y pegara cinta sobre su boca, murmurando algo sobre ser hora antes de lanzarlo en la parte trasera de alguna van para transportarlo a donde estaba ahora. De hecho, sólo pocas horas habían pasado, pero había sido dejado solo por tanto tiempo que más tiempo tenía muy poco significado para él.

Él podía haber jurado que había escuchado a sus secuestradores irse no antes de que lo hubieran tirado en esta mohosa habitación. Normalmente podría escuchar al Jinko tarareando en otra habitación, pero ahora no había nada. Normalmente Fushira podría ser escuchado gritándole a sus subalternos o roncando cuando dormía. Era completamente silencioso este nuevo edificio.

Era húmedo pero cálido y podía oler a podrido, pero no estaba seguro exactamente qué había estado podrido.

Las esposas asegurándolo al radiador estaban comenzando a hacer heridas en sus muñecas, abriendo viejas heridas en el momento. Era doloroso… trató de moverse lo más poco posible. En vez de eso, sólo escuchó el sonido del tráfico afuera, esforzándose por captar el sonido de algo más humano, como una voz o una risa. Algo para afirmarle que realmente había otras personas en el mundo que Fushira y sus amigotes.

Mientras escuchaba se preguntaba cuándo regresarían sus raptores. Nunca lo habían dejado antes… nunca lo llevaban a otro lugar que el desván lleno de chatarra que habitaba normalmente. Tal vez Fushira finalmente se había aburrido y lo abandonó en este apestoso infierno para morir de hambre y soledad.

Pero mientras escuchaba el mundo exterior un sonido diferente comenzó a elevarse sobre el resto del ruido de fondo. El sonido de un profundo motor se hacía más fuerte, dominando a los otros autos hasta que Inuyasha notó que era a sólo una calle y se acercaba más.

Él comenzó a asustarse, pero al mismo tiempo no pudo ignorar la esperanza de que tal vez su padre hubiera venido a salvarlo.

El motor se apagó directamente abajo, puertas de autos se cerraban y voces de hombres gritaban órdenes. Todo el edificio se estremecía mientras algunos objetos pesados comenzaban a estrellarse contra la puerta del frente en el piso de abajo. Era un crujido amenazante y espantoso que tenía a Inuyasha recostándose un poco más a la pared en un esfuerzo para hacerse más pequeño.

Mierda… pensó él, una palabra que había aprendido del frecuente uso de Fushira. Él apretó sus ojos tras la venda e inclinó su cabeza. Qué demonios estaba pasando?

La puerta del frente cedió al final y con un tremendo choque y pies cayó sobre el umbral. Los escalones crujieron cuando un gran grupo de personas las subieron, dirigiéndose hacia él… Inuyasha levantó su cabeza levemente y escuchó un amortiguado murmullo. "Qué demonios es ese olor?"

La puerta se abrió y los pasos se silenciaron. Inuyasha levantó su cabeza rápidamente hacia la puerta, tratando silenciosamente de determinar quién era.

"Santo Dios…" Un hombre joven respiró.

Inuyasha se retorció incómodamente.

Alguien mayor habló, pero tartamudeó inseguro. "Nosotros - nosotros tendremos que tratar con esto después… vinimos por el niño."

Alguien cruzó la habitación con pasos cortos e Inuyasha sintió manos gentiles tocar su hombro. "Ahora estarás bien." Dijo el hombre. "Finalmente te encontramos." Luego hacia los otros. "Necesitamos un cortador de cerrojo aquí!"

No era su padre, pero probablemente lo mejor más cercano. Inuyasha no estaba para quejarse de la identidad de su rescatador. Él mordió el interior de su labio cuando alguien más llegó y colocó una ligera y limpia cobija alrededor de sus hombros, rozando inconscientemente su brazo. Aún estaba roto.

Era extraño de que hubiera estado esperando este momento por tres meses, esperando y rezando en silencio… y ahora que finalmente había llegado no se sentía del todo aliviado.

Aún estaba un poco entumecido.

"Ahora estarás bien." El hombre que había hablado primero repitió sus palabras en forma tranquilizadora. "Soy el Detective Sano, estoy con la policía. Vamos a regresarte a tus padres ahora."

Inuyasha asintió levemente.

El cortador de cerrojos llegó y fue sólo un momento antes de estuviera libre de las esposas. La cinta fue retirada cuidadosamente de su rostro y la venda desatada. Automáticamente, volteó para mirar al otro lado de la habitación para ver que el origen de ese terrible olor era…

Lo que vio lo dejó sin aliento.

"No mires!" El detective Sano tiró de su mentón para desviar su mirada, pero un poco tarde. La imagen quedó impresa en la mente de Inuyasha.

Cuerpos… docenas de ellos, todos alineados a lo largo de la pared opuesta y envueltos en algo como película adhesiva. Trabajo de Fushira Hashimoto…? Quiénes eran ellos…?

"Vamos…" El detective lo alzó rápidamente, obviamente sin notar la condición del brazo de Inuyasha. "Vamos a sacarte de aquí." Inuyasha fue sacado de esa habitación en el parpadeo de un ojo, pero todavía tuvo otro vistazo de esa masacre.

El hospital había sido la primera parada. Inuyasha estuvo rodeado constantemente por personas ansiosas desde el momento que había dejado el viejo escondite. Era levemente desconcertante y él quedó en una completa pérdida de palabras y emociones todo el tiempo. Nadie le preguntó sobre lo que había pasado, todos ellos eran extraños. Un doctor le dio un vistazo a su brazo y lo vendó. Un dentista miró sus dientes pero declaró que los dientes de niños Hanyou pronto eran reemplazados. Una enfermera curó todos los cortes y heridas en su pequeño cuerpo con más cuidado y gentileza que el previo…

Pero no fue hasta que se madre entró al pabellón del hospital que Inuyasha sintió la primera punzada de sincero alivio. "Mamá!" Ella lucía diferente. Pálida, ojerosa y usando jeans por primera vez. Ella irrumpió en lágrimas ante la vista y simplemente lo abrazó, más para su beneficio que para el de él. Apenas pudo decir algo inteligible pero él captó el mensaje básico de que ella había estado enloquecida y terrificada por él durante los pasados tres meses.

"Quién te hizo esto?" ella se sonó fieramente, acariciando su cabello en forma maternal. Algo que no demostraba con frecuencia. "Qué te hicieron?"

Inuyasha frunció levemente pero no respondió.

Su madre lo miró, antes de cometer el primer error. "Está bien, no tienes que hablar de eso. Sé que debe haber sido doloroso para ti."

Y entonces llegó su padre. El hombre que había comenzado todo…

Inuyasha nunca había estado tan complacido de verlo en su vida. "Papi!" Él lucía peor que su esposa, un tono más pálido y un poco gris alrededor de sus sienes. Pero igual a su esposa, abrazó a Inuyasha fuertemente. "Gracias a dios estás a salvo…" suspiró él, sus ojos tampoco secos completamente. "Dios mío, qué te hicieron?"

Inuyasha no quería hablar de eso. Su madre le había dicho que no tenía que hacerlo, y se sintió un poco mejor de poder decidir qué hacer por sí mismo. No sentía la necesidad de llorar como sus padres y no sentía la necesidad de contar cada detalle de lo que había pasado.

"Es muy pronto…" Su madre le dijo a su esposo quien asintió aceptando lentamente.

Ellos regresaron a casa el mismo día a una villa que inusualmente era sombría y cautelosa alrededor de Inuyasha. Miroku apenas le decía dos palabras pero probablemente sólo porque Kaede lo había prevenido de cuidar su boca… y Miroku siempre parecía tener un caso de síndrome pie en boca, así que mantuvo su distancia. Ni las camareras ni los mayordomos lo miraban o simplemente lo ignoraban - optando por ese trato de 'pretender que todo era normal'. Era una atmósfera extraña. Sus padres tampoco querían dejarlo solo, lo consentían constantemente y le prestaban más atención de lo que lo habían hecho en sus vidas.

Inuyasha no estaba seguro de que le gustara.

Así que a la primera oportunidad se escabullía y subía a su habitación.

Todo estaba como debía estar. Cuando usualmente dejaba su habitación era un organizado desorden y para cuando regresaba una de las camareras lo había aseado por él… sólo para desordenarla y comenzar todo el ciclo. La había dejado en un desastre hace tres meses para ser dejado en la agencia de modelaje por su madre, pero como siempre, estaba limpia y ordenada.

Sus juguetes estaban todos ahí, arreglados pulcramente en su caja. Todo estaba tan normal en su habitación que finalmente comenzó a relajarse un poco. Tal vez si sólo pudiera dejar todo atrás y olvidar lo que había pasado todo regresaría a la normalidad y él sería feliz otra vez. Pero tal vez todos los demás necesitaban tiempo para olvidar… todos parecían un poco obsesionados con lo que había pasado.

Esto era diferente, esto era mejor. Esto era un nuevo comienzo. Así que Inuyasha inhaló profundamente y lo dejó salir de prisa antes de plantarse en frente del playstation y comenzar su juego favorito.

No pasarían más de diez minutos jugando antes de que su madre se asomara por la puerta. "Ahí estás! Estaba preocupada por ti – no sabía dónde estabas!"

Inuyasha continuó jugando. Ya estaba cansado de la atención de su madre. Algo de lo que no solía cansarse, pero ahora llegaba naturalmente. Su madre permaneció en el marco de la puerta por un minuto o más antes de cerrar eventualmente la puerta y avanzar.

"Tú no estás… enojado conmigo, verdad?" preguntó ella insegura.

"No," él se encogió de hombros. No era su culpa después de todo.

"Ellos le dijeron a tu padre que te matarían si íbamos a la policía…" continuó su madre torpemente. "No sabíamos qué hacer… o dónde encontrarte."

Inuyasha pausó el juego y miró a su madre. Ella lo miró esperando que dijera algo antes de darse cuenta que él estaba esperando lo mismo de ella. Ella se sentó nerviosamente en el extremo de la cama. "Siempre puedes hablarme… sabes." Le dijo tranquilamente. "De lo que pasó. La policía quiere hablar contigo en unos días… y te sentirás mejor al desahogar tu pecho conmigo primero… puedes llorar si quieres."

"No quiero." Él frunció el entrecejo y retorció su hombro bueno para mostrar en una forma su aversión. "No quiero hablar de eso."

"Está bien." Dijo ella rápidamente. "Si no quieres hablar de eso está bien. Podemos mantenerlo para nosotros. No tenemos que decirle a la prensa ni nada. Creo que podría ser demasiado para ti."

Inuyasha asintió. La sensación de estar en casa no se había asimilado aún. Tal vez le hablaría después, pero por ahora necesitaba ajustarse al cambio de escenario.

"Bueno…" Su madre se levantó cortamente, cerrando y abriendo sus dedos como lo hacía cuando estaba nerviosa. "Haré que cocinera te haga tu comida favorita. Dedos de pescado… te gustan, no es así?"

"Mm." Él asintió. Aunque en realidad no se sentía muy hambriento, a pesar de no haber comido en días. Lo último que había comido había sido piel de tocino.

"Bien." Ella sonrió breve y falsamente antes de inclinarse y besarlo en la frente. "Olvidé lo lindo que eras, hijo." Susurró ella, ganando una ligera e incómoda sonrisa de él.

Ella regresó a la puerta y él despausó el juego y continuó golpeando a los chicos malos. Por el rabillo del ojo vio a su madre detenerse y mirarlo, su mirada permaneció sobre él incomodándolo. Pero después de un momento, ella suspiró y se fue, dejando a Inuyasha concentrarse libremente en su juego.

------

La vida básicamente se había deteriorado después de eso. Él le dijo a la policía lo mismo que a su madre – nada. No les había gustado pero pronto dejaron el caso y los dejaron en paz.

Inuyasha tenía más discusiones con sus padres y deliberadamente comenzó a escaparse con Miroku para unirse a sus amigos de escuela. Estaba fumando antes de su cumpleaños número once y las drogas habían seguido unos pocos años después.

La vida era un desastre para él…

Y tal vez sólo tendría que sentarse ahí en esa fría habitación y permanecer hasta que fuera torturado a muerte si no hubiera sido por una chica durmiendo a su lado. Ella estaba limpia, era libre y feliz… ella no era un desastre y tenía mucho más por qué vivir que él. Tenía gente que amaba y quien la amaba. El mundo la extrañaría más que a él…

Por la vida de Kagome él movería una montaña. Su propia vida era indigna y superficial. Ella importaba… y eso era excusa suficiente para levantarlo.

------

Continuará…

------