Dead Famous

Por Rozefire

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Capítulo 27

Ganando equilibrio

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"Hiko. Voy a hacerte una pregunta, y quiero que pienses muy cuidadosamente de cómo respondes." Sesshomaru se dirigió al hijo sentado entre sus dos hermanos en el sofá de la sala. Él espero hasta que el pequeño asintiera antes de continuar. "Por qué pegaste la cacerola en la cabeza de tu hermano?"

Hiko miró reprochante a su impedido hermano a su lado, quien a cambio se movió para mirarlo… o lo habría hecho, si los lados de la cacerola hubieran sido transparentes. Como fuera, la única forma segura de saber en cuál dirección estaba mirando era juzgar qué dirección apuntaba el asa del recipiente.

Hiko dirigió sus ojos a su padre otra vez. El asa de la cacerola hizo lo mismo. "Um…" dijo él con cautela. "Pensé… que sería divertido?"

"No me estoy riendo." Le dijo Sesshomaru. "Estás riendo, Jiro?"

El mango tembló ligeramente mientras se movía de lado a lado. Él último trillizo levantó su mano cautelosamente. "Yo reí un poco…"

"Nadie te preguntó, Mo." Dijo su padre sin rodeos.

"Oh." Él desvió la mirada, cabizbajo.

"Hiko." Sesshomaru volteó una condescendiente mirada al trillizo central. "Tú naciste segundo de los tres. Has sido salvado de la impaciente tontería de ser el mayor y el ingenuo de ser el más joven. Has sido expulsado de todas las siete escuelas a las que te he enviado. Continuamente explotas los microondas de tu madre. Aún intentas colocar el gato en la lavadora, y no puedo dejarte afuera en la piscina con tus hermanos por más de un momento antes de que comiences a intentar ahogarlos simultáneamente."

Hiko miró a su padre.

"Voy a hacerte otra pregunta, Hiko." Sesshomaru frunció sus ojos. "Por qué?"

"Por qué…?" repitió Hiko.

"Por qué haces esas cosas destructivas y desobedientes?" Clarificó su padre.

"Bueno," Hiko miró al piso. "Si soy totalmente honesto, papá… es por ti."

Fue el turno de Sesshomaru para mirar a su hijo vaciamente. "Qué?"

"Tu fría y descontenta naturaleza, y tu desprendimiento de las personas a tu alrededor afectan negativamente dichas personas." Explicó Hiko lentamente. "Entre dos hermanos que comparten mi estatus y apariencia, tengo que competir por tu atención y afecto, y la única forma de hacerlo es ser más desobediente y cruel que mis hermanos. Y no es sólo yo, papá."

"Oh?"

"Tu falta de entusiasmo, cuidado y afecto hacia tu familia nos afecta a todos, destruyendo nuestros jóvenes y frágiles espíritus y disminuyendo nuestra autoestima poco a poco todos los días. Todos nosotros tratamos con eso en formas diferentes. Mamá de trata en la misma forma en que tú la tratas a ella, y se rehúsa a aceptar la responsabilidad por sus hijos y sus obligaciones como esposa. Mi hermano mayor trata con eso al mudarse al otro lado del país para alejarse de ti. Yo cubro mi dolor con humor y desobediencia. Jiro lo trata al apartarse en un caparazón, haciéndolo parecer calloso y despreocupado de cómo nos afectan sus palabras. Mo lo trata al alcahuetear cada deseo tuyo, en espera de que notarás su obediencia tan comparada a mi desobediencia y a la apatía de Jiro."

El silencio se extendió.

"Y…" añadió Hiko. "La ironía de esto es que todos sabemos lo que está pasando… excepto tú, que eres la causa de eso."

Finalmente Sesshomaru se enderezó. "De verdad?"

Hiko y Mo asintieron. El mango del recipiente de Jiro se movió arriba y abajo.

"Ya veo." Sin más dificultad, Sesshomaru se levantó y dejó la habitación, dejando a los niños resolver el problema con la cacerola.

El mango de Jiro se movió repentinamente hacia Hiko, quien se movió para evitar recibir el golpe. "Eso es lo que está pasando?" Él sonó sorprendido… de alguna forma.

"Nah…" Hiko se encogió. "Lo vi en algún documental sobre padres anoche…"

"Oigan! Tres soplones!"

Sólo una persona los llamaba por ese apodo. Los trillizos giraron ansiosos para mirar hacia las blancas ventanas francesas tras ellos.

Inuyasha estaba ahí luciendo muy sucio y miserable con una ligeramente menos sucia Kagome colgada sobre un hombro. Él golpeó el vidrio otra vez. "Déjenme entrar!"

"Ese es el tío Inu?" murmuró un trillizo bajo el recipiente.

"No estaba secuestrado?" dijo otro.

"Tal vez es uno idéntico viniendo a secuestrarnos después." Dijo finalmente el tercero.

Inuyasha golpeó en el vidrio más significativamente. "Hoy sería agradable!" gritó él.

"Seguro se oye como el tío Inu." Reflexionó Hiko. "Creo que deberíamos enviar a Jiro a abrir la puerta… él tiene el casco sólo en caso de que decida golpearlo."

"Es justo…" Murmuró Jiro otra vez mientras se deslizaba del sofá y se dirigía en la vaga dirección de las ventanas francesas. "Un poco a la izquierda, Jiro! A la derecha! No – la otra derecha! Izquierda! Izquierda!" Por supuesto, ninguno de los trillizos diferenciaba su izquierda de la derecha, así que era un caso del ciego guiando al ciego. Eventualmente se volvió evidente que Jiro no iba a encontrar la ventana, e Inuyasha estaba comenzando a lucir muy impaciente… y molesto.

Los últimos dos trillizos dejaron a Jiro en su búsqueda mientras iban y abrían la puerta por su tío. "No estabas secuestrado?" Preguntaron ellos.

"Sí." Dijo él simplemente mientras los pasaba rápidamente y se dirigía hacia el sofá que habían desocupado.

"Entonces se liberaste?" Ellos fueron tras él.

"Tiroteos, maldiciones, botes de motor y persecución de autos… lo usual." Dijo él severamente, acostando a una inconsciente Kagome en el sofá.

"Genial!" Corearon los trillizos tras él. Jiro el cabeza-recipiente finalmente encontró su regreso hacia sus hermanos.

"Miren, también fui herido." Su tío apuntó su brazo.

"GENIAL!"

Inuyasha frunció cuando finalmente notó el casco de Jiro. "Qué pasa con la… cacerola?" preguntó él dudoso y alcanzó para retirarla.

"OW!"

"Oh… lo siento…" Inuyasha retiró su mano, viendo escéptico a los niños. "Dónde está Kikyo?"

"Por ahí…" Ellos se encogieron vagamente hasta que uno de ellos tuvo un brillo en su ojo. "Apuesto que no lo sabes todavía, verdad?"

"Saber qué?" Inuyasha miró al niño pasivamente, tratando de averiguar de quién estaba hablando.

El otro trillizo sin recipiente tomó el hilo de la historia. "Aparentemente, ella estalló en lágrimas en brazos de Miroku porque se sentía mal sobre tu secuestro."

Inuyasha resopló y movió su cabeza. "Lo que sea. Mantengan un ojo en Kagome. Necesito ir a hablar con mi agente." Él se dirigió a la puerta, dejando a la estudiante en compañía de los tres engendros de Satanás (sin ofender a Sesshomaru).

"Creen que podamos venderla en E-bay?" Les preguntó Hiko a sus hermanos.

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Kikyo pausó en su trabajo para mirar impaciente su reloj. Un irritado suspiro escapó de sus labios y golpeó sus uñas contra el escritorio. El nuevo detective debió haber llegado para entonces… ella tenía una reunión que atender en media hora y si ese hombre no se mostraba en los próximos cinco minutos, se iría sin él.

Con un frunce ella volteó su mirada a sus papeles y regresó a concentrarse en su trabajo.

Un golpe sonó el la puerta de su oficina.

Ella levantó la mirada un momento, volteando mentalmente sus ojos ante el retraso del detective antes de mirar su trabajo otra vez. "Adelante."

Regla de técnicas de intimidación número uno: hacer contacto visual sólo cuando tú decidas. Kikyo mantuvo sus ojos fijos en su trabajo mientras el hombre entraba y avanzaba para sentarse en la silla opuesta a ella. Una fuerte esencia entró en sus vías respiratorias… eso era… eso era algas marinas? Ella arrugó su nariz pero decidió no comentar eso.

"Me alegra que pudiera lograrlo." Dijo ella graciosamente antes de levantar lentamente la mirada de su escritorio para mirarlo.

Ella se paralizó.

Inuyasha levantó una mano en el típico saludo 'Hola'. No sonrió. Lucía cansado y sucio, y su rasgada manga estaba manchada en un oscuro y mohoso rojo. "Yo también." Dijo él eventualmente en retorno a su saludo.

"Qué demonios te pasó?" Ella frunció sus ojos, preguntándose si había sido secuestrado. Tal vez sólo había pasado el último día o más en alguna drogada fiesta estudiantil?

"Bueno… en pocas palabras…" comenzó él cuidadosamente. "Fui secuestrado-"

"Y Kagome?" preguntó Kikyo rápidamente.

"También la traje."

"Entonces escapaste?"

"Puedo contar la mitad de la historia antes de saltar directo al final?" preguntó él retóricamente. Ella aceptó y él continuó. "Fuimos secuestrados. Kagome se comió la comida drogada… escapamos. Fin."

"Quién lo hizo? Fue Jinko Aida, no es cierto?" demandó Kikyo. "No es cierto?"

Inuyasha se encogió de hombros. "Saca a la policía. Diles encontrar un lago de agua salada a seis o siete millas al sur de la costa. Si los secuestradores no están ahí entonces escribiré las placas de los autos que usaron. Probablemente la policía pueda encontrarlos de esa forma…"

Aún no vas a hablar de eso… Kikyo suspiró interiormente. "Naturalmente. Espero que Kagome esté de una pieza."

"No la tocaron." Él se encogió con un hombro.

"Y qué hay de ti?"

"Yo tampoco la toqué." Él desvió sus ojos a un lado y luego regresó otra vez. "Mucho."

"No – quise decir; te lastimaron?"

Él se encogió una vez más, gesturizando levemente su sangrante extremidad. "Decide por ti misma."

Kikyo ya estaba alcanzando el teléfono para llamar a la policía. "Y qué hay de Fushira Hashimoto? Estaba involucrado?"

Inuyasha la miró vaciamente por largo rato. Kikyo pausó a medio marcar para considerarlo. Ella esperó que respondiera.

"Lo maté."

Kikyo bajó lentamente el teléfono a su base. No se molestó con las obvias preguntas que alguien haría cuando se confrontaba con una declaración como esa. Esto era serio - no había tiempo para andarse con rodeos. "Dime que fue en autodefensa."

Inuyasha movió su cabeza muy levemente. "Me acerqué sigilosamente a él y le disparé tres veces."

"Él estaba armado… no es así?" Temor comenzó a caer sobre ella.

"No. Desarmado."

Mierda… "Hubo algún testigo?"

"Trece de ellos… ninguno votará a mi favor." Él miró el pisa papel en forma de elefante en su escritorio. "Estoy en problemas, no es así?" dijo él suavemente. Era más una afirmación que una pregunta.

Kikyo ya podía ver que el niño tonto iba a dejarlo metérselo en la cabeza. "No. Tú eres la víctima aquí, no ese hombre. Con un poco de arreglo, podemos hacerlo sonar como autodefensa. Él vino a ti con un cuchillo así que tuviste que dispararle en orden de salvarte - ninguna corte en el mundo creerá lo que un puñado de secuestradores dice de un asesino como ese. La ley está de nuestro lado esta-"

"Esta vez?" Inuyasha frunció sus ojos. "Eso es todo lo que hacemos…? Sólo mentir… engañar… publicitar, y esperar que nadie nos exponga? Tal vez es hora que dejemos de mentir por todo. Nunca hemos sido honestos o sinceros con nadie."

Kikyo lo miró. "Podemos decir la verdad la próxima vez, Inuyasha. Pero esta vez, una pequeña mentira blanca es necesaria. No podemos dejar que la corte te condene por asesinato - no cuando eres la víctima."

"Te mantienes diciendo 'víctima' como si fuera alguna víctima indefensa de violación o algo…" Él volteó sus ojos, pero no se molestó en presionar el asunto.

Kikyo levantó el teléfono otra vez en su mano. "Me condenaré si dejo que Hashimoto mande sobre ti aún después de su muerte…" Ella comenzó a marcar. "Encuentra a Sango - ella limpiará tu brazo… Hola, policía?"

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"Seiscientos!"

"No - quinientos!"

"Digo quinientos cincuenta!"

Kagome abrió sus ojos parpadeando lentamente, distinguiendo las formas de la cerámica del techo antes de escuchar las voces discutiendo a su alrededor. Ella frunció ligeramente antes los números gritados luego levantó con cuidado su nebulosa cabeza. "Qué… qué está pasando…?"

Dos rostros idénticos y una cacerola voltearon de golpe hacia ella. "Oh, estás despierta!" dijo la cacerola.

Kagome tuvo que parpadear unas veces más para alejar el nublado marco alrededor de su visión… pero aún entonces, todo lo que vio fue una cacerola bocabajo. "Huh…?"

"Sólo estamos discutiendo por cuánto podríamos venderte en E-bay." Le dijo uno de los trillizos. "Por seiscientos yenes, diría."

"Quinientos!" Siseó su hermano peligrosamente.

"Cinco - cincuenta!"

Eso era apenas lo suficiente para cubrir semanalmente el bolsillo de Kagome. Debería estar ofendida…?

"Kagome!"

Obviamente, ella no estaba en el mejor de los genios; para el momento que se dio cuenta de que alguien había dicho su nombre desde la puerta, ellos ya habían llegado a su lado. Ella vio el rostro de Sango - una mezcla de alivio y preocupación llenaba la expresión de la joven. "Inuyasha me dijo que te encontraría aquí - estás bien? Te golpeaste tu cabeza?"

"No… sólo comí muchas rosquillas." Kagome frotó su cabeza vagamente, preguntándose cuándo terminaría esa sensación infinitamente soñolienta. Sentía como si hubiera estado dormida por cientos de años y apenas estuviera comenzando a despertar.

"Probablemente debas acostarte en tu habitación. Llamaré un doctor."

"Oh, no hay nada malo!" pronunció Kagome levemente mal. "Sólo tomé muchos tranquilizantes… y luego este extraterrestre me disparó con un arma de rayo… pero estoy bien ahora."

"Por supuesto que lo estás." Dijo Sango en la forma en que una madre habla cuando su hijo había profesado ser Superman.

La cabeza de Kagome le dio vueltas cuando Sango la ayudó a pararse, así que decidió que tal vez necesitaba acostarse un rato en una cama apropiada. Ellas dejaron a los trillizos discutiendo atrás mientras iban lentamente por los corredores de la villa hacia el elevador.

"Voy a llamar a tu madre y a decirle que regresaste a salvo." Le informó Sango mientras subían por el elevador.

"Oh bien," Kagome suspiró con alivio. "Estaba preocupada por ella."

Sango resopló. "Eso no es nada comparado a lo preocupada que ella estaba por ti."

Una vez que el elevador se detuvo en el segundo piso, Sango guió con cuidado a Kagome a la puerta de su habitación y la abrió con su tarjeta maestra. "Sólo tómalo con calma por un rato." Le dijo ella a la joven mientras Kagome se sentaba en la cama. "Has pasado por mucho…"

"No mucho… no estuve despierta para las partes interesantes." Kagome realmente no podía recordar mucho después de comer las rosquillas.

"Estás segura que estás bien?" Presionó Sango. "No te lastimaron ni nada, verdad?"

"No." Kagome movió su cabeza segura. "Inuyasha nos sacó antes de que algo pasara…"

"Bueno, la policía está en camino a esa cabaña donde estuviste detenida. Con esperanza esas escorias tendrán lo que merecen." Dijo Sango fieramente.

Kagome sonrió débilmente ante su protección. "Gracias, Sango…"

"Sólo duerme un poco." Sango acarició su cabello. "Pasaré y te despertaré para almorzar si estás lista."

"Suena bien."

Sango sonrió y se dirigió a la puerta. "Me alegra que estés de regreso, Kagome."

"Yo también." Dijo Kagome tranquilamente para sí mientras la puerta se cerraba otra vez.

Por un momento, ella se sentó en la cama contemplando qué hacer. El consejo de Sango de dormir era bueno, pero estaba cansada de estar cansada, y sólo quería mantener sus ojos abiertos por un rato y saborear en estar libre otra vez.

Había estado asustada entonces…

Después de que Inuyasha le había informado lo que estaba reservado para ellos, había comenzado a sentir pánico. Había estado asustada, pero ahora estaba a salvo y segura… y no dejaría abiertas esas puertas del balcón pasadas las seis.

La necesidad de probar aire fresco y sumirse un poco más en esa renovada libertad obtuvo lo mejor de ella, así que Kagome avanzó hacia la entrada del balcón para abrir la puerta de vidrio. Se recargó contra el muro del balcón, mirando al calmado mar y el despejado cielo azul con sólo unas pocas nubes para terminar esa perfección 'Thomas la Locomotora.'

Unos cuantos botes estaban ahí, navegando… unos yates, de hecho. Le recordó de su secuestro, y pausó por un momento para mirar al muro de piedra en el que descansaba. Manchas negras en la limpia pintura era todo lo que marcaba la entrada de los secuestradores. La habían tomado por sorpresa…

Qué forma de hacerla sentir indefensa y débil.

Un movimiento por el rabillo de su ojo la hizo levantar su mirada con un frunce. Ella ubicó a Inuyasha unos cuantos balcones a su izquierda, en el proceso de bajar un cigarrillo de sus labios y soplar el humo en remolinos sobre él. Kagome no pudo evitar suspirar… nunca lo iba a dejar seriamente?

Era dudoso… Kagome también notó que su brazo había sido sujetado a su pecho con otro cabestrillo azul como la vez que había peleado con Peach Man… o Meatball, cualquiera que fuera su nombre. Se preguntó por qué… había salido herido en su escape?

Ella estaba por gritar su nombre o mover su mano para llamar su atención cuando él volteó a verla, y entonces no hubo necesidad. Ella sonrió, pero él no respondió. Obviamente, o estaba enojado con ella o aún dándole vueltas al secuestro.

"Qué la pasó a tu brazo?" le gritó ella.

Una pequeña sonrisa adornó sus labios y ella observó cuando de repente volteó hacia ella y se subió al angosto muro. Ella quería gritarle bajar antes de que se rompiera el cuello, pero ella ya sabía que su equilibrio no era algo para tomarlo en broma. En sólo unos saltos, había cruzado los tres balcones entre ellos y bajado a su lado. "Tadaa!" Exclamó él al ver su rostro, y ella se dio cuenta lo preocupada que debió haber lucido.

"Grandioso. Debes unirte a un circo." Le dijo ella.

Ella estaba un poco cansada para hacer conversación y de pie, así que tranquilamente se sentó en el frío piso de piedra y descansó sus manos en las tablillas de piedra del muro. Aún tenía una buena vista del agradable día abajo.

Inuyasha se sentó silenciosamente a su lado.

"Y qué le pasó a tu brazo?" preguntó ella otra vez, notando que él ya estaba apagando el cigarrillo en el piso. O estaba considerando su comodidad personal o lo había acabado.

"Le dispararon." Dijo él simplemente.

Kagome lo miró, ojos abiertos en completo shock. "Qué, como con un arma?"

"No, con un oso koala." Respondió él sarcásticamente. "Por supuesto con un arma."

"Cuándo pasó?"

"Cuando hacíamos nuestro escape, supongo. Voltea tu espalda lo suficiente y se vuelve un blanco tentador." Él encogió su hombro bueno. "Prefiero mi hombro que la parte de atrás de mi cabeza."

Kagome se estremeció. "Odio las armas." Le dijo ella. "El mundo habría sido mucho mejor si los 'genios' que las inventaron no las hubieran inventado."

Inuyasha no dijo nada a eso.

"Sin embargo, supongo que alguien más las hubiera inventado." Kagome suspiró y golpeó sus dedos sobre las barras de piedra. "Son personas como Fushira Hashimoto que hacen el mundo malo… no las armas." De repente ella miró a Inuyasha. "Cómo salimos de ahí?"

Inuyasha había sacado otro cigarrillo del paquete escondido en su chaqueta. Él lo movió arriba y abajo entre sus dedos índice y pulgar. "Hice una distracción… nos soltamos… robé su bote, y lo sobrecargué. Luego esa loca nos recogió. Me hizo firmar su bolsa de compras como pago del taxi."

Kagome sonrió levemente. "La compasión no fue así de fácil sacar cuando tenías seis años." Dijo ella tranquilamente.

"No tenía diecisiete años cuando era de seis." Respondió él llanamente. "Es más difícil contener a los adultos que a los niños… especialmente cuando el amigo del adulto toma todas las drogas."

Kagome sonrió ante la forma en que inconscientemente la había denominado como un 'amigo' pero no hizo nada. Si le ponía atención a eso probablemente él se echaría atrás. "Entonces podrías decir que ayudé a salvar tu vida."

"Posiblemente. Yo también salvé tu vida." En más formas que una…

Kagome sólo vio la obvia forma de tomar esa afirmación y sonrió. "Sí. Gracias…" Su mirada siguió el lento paso de otro yate en la distancia. "Espero que la policía atrape a ese Fushira Hashimoto… Él merece ser ahorcado por su sensibilidad y golpeado con almohadillas de púas. Cualquier otra cosa es demasiado bueno para él."

"La policía no lo atrapará." Le dijo Inuyasha tranquilamente.

Kagome le deslizó una sospechosa mirada. "Suenas seguro de ti mismo."

"Está muerto."

Kagome le parpadeó. Eso era nuevo para ella. "Um…" ella luchó por algo que decir. "Cuándo… cuándo murió?"

"Cuando le disparé esta mañana."

Él la observó, como esperando algún tipo de reacción. Estaba tenso y ella podía ver que estaba esperando su respuesta ansiosamente.

Pero qué dices a algo como eso?

"Yo no…" comenzó ella, mirando al piso de piedra. "No creo estar triste de escuchar que está muerto… pero qué hay de ti."

Él se encogió, pero no pareció relajarse mientras desviaba sus ojos de ella, mirando otra vez al horizonte. Parecía decepcionado con su respuesta… tal vez había estado esperando que saliera con algo sabio y versos maravillosos para justificar su conciencia. Obviamente estaba molestándolo.

Le recordaba de esa otra vez.

"Recuerdas cuando ese secuestrador mató al conductor de la limosina, cuando nos llevó fuera del distrito?" le preguntó ella suavemente. Él la miró con perspicacia, asintiendo casi imperceptible. "Cuando descargaste ambas armas, por un momento pensé que lo habías matado… y estaba asustada…"

"Qué?" Explotó él. "Aún si lo hubiera matado, no me habría volteado hacia ti - por qué me tomas!"

"Un chico que está siendo carcomido por su conciencia!" Espetó ella. "Y sólo escucha por un momento antes de que comiences a insultarme!"

Él hizo un irritado sonido y giró su cabeza. Podría haberse ido en ese punto si realmente hubiera querido… pero se quedó.

"Me asustaste entonces porque ya habías tenido mucho exceso emocional guardado lo que no es divertido." Le dijo ella en forma razonable. "Quiero decir, si fuera un personaje en un libro, tú serías el chico que se guarda para sí, no le habla a nadie, patea traseros y a quienes quiera. Si en realidad te adelantaras y mataras a alguien, no estaba segura de que pudieras enfrentarlo… ya has visto mucha muerte."

Inuyasha permaneció muy tranquilo y Kagome lo miró con cautela. "Estaba asustada por ti entonces… y estoy asustada ahora."

Sus ojos se encontraron por lo que pareció una pequeña eternidad… pero Kagome no pudo manejar la intensidad y tuvo que desviar la mirada hacia el yate otra vez. Había viajado una pulgada para su perspectiva.

"Sabes lo que pasó cuando tenía seis años?" Le preguntó él.

Kagome le dio una mueca. "Sé más de lo que probablemente quería…" Ella apretó sus manos alrededor de las barras de piedra. "Siento haber querido saberlo." Ella se estremeció ante la simple idea de alguien separando sus uñas o las uñas de Inuyasha de sus dedos.

"Puedo decirte si quieres."

Kagome le disparó una sorprendida mirada. Oh ahora decidía que era un buen momento para decirle. Ella movió su cabeza levemente. "No tienes que decirme sólo para hacerme feliz."

"Pero no te hará infeliz, verdad?"

En ese caso… "De acuerdo…" Ella se volteó para encararlo apropiadamente, determinada a darle su total atención. Esto era lo que él necesitaba. Probablemente había estado construyendo este momento por once años.

"Mi padre…" comenzó él desarticulado, como si no estuviera seguro de dónde comenzar o a dónde ir desde ahí. "… él… su período estaba terminando en 1992 y quería ser reelegido. Desesperadamente."

Kagome frunció pero lo dejó continuar sin ninguna de sus confundidas interrupciones.

"Así que él le pagó a Fushira para secuestrarme para que la gente le diera el voto de compasión. Pero entonces salió mal. Fushira no recibiría el dinero y no me devolvería porque se estaba divirtiendo demasiado. Mi padre no podía decirle a nadie porque entonces Fushira expondría su plan… supongo que su reputación era más importante que yo."

Kagome quedó boquiabierta. "Estás seguro?"

"Apenas lo descubrí esta semana."

"Eso es horrible…!" Kagome quedó corta en presionar su mano en su boca. "Qué hay de tu madre? Ella sabía?"

"Nadie más sabía. Sólo él." Inuyasha hizo un irritado sonido. "Y yo estaba tan contento de verlo cuando me encontraron!"

Kagome luchó por entender. "Cuánto tiempo estuviste… detenido por Fushira?"

"Tres meses… tal vez más." Él se encogió y suspiró cansado. "Me torturó sin parar. No fui la misma persona que solía ser cuando salí. Ahí fue cuando comenzaron todos los problemas… no sabía qué hacer conmigo mismo."

"Toda esa crisis de identidad en la que estabas…?"

"Sí…"

"Pero entonces cuando tenías once… por qué mató a tus padres?" preguntó Kagome, no segura de si estaba caminando fuera del límite.

"Un rumor estaba rodeando la villa de que yo estaba listo para decirle a la policía el nombre del hombre que me secuestró. Supongo que Fushira no me debió perder de vista porque ahí fue cuando regresó y destrozó el auto de mis padres. Debió pensar que estaba con ellos." Inuyasha movió su cabeza. "No dije nada después… imaginé que si él estaba en la cárcel por el asesinato de mis padres entonces insistir en el secuestro no cambiaría nada."

"Oh…"

"Y supongo que ha estado planeando secuestrarme otra vez desde que fue enviado a prisión… debe haber querido venganza."

"Qué hay de Jinko Aida?" preguntó ella. "Ella me cayó tan extraño…"

"Ella era la novia de Fushira. Él era lo mayor suficiente para ser su padre, pero ya vez. Sólo hizo lo que hizo porque lo amaba." Él frunció. "Debiste ver su rostro cuando lo maté…"

"Si alguien merecía morir, era él." Le dijo Kagome tranquilamente, pero firme. "No tuviste opción, verdad?"

"Sí." Él la corrigió. "Pude haberlo dejado entrar en tu escondite y poner el escape en riesgo… así que le disparé. No quería."

"Entonces en ninguna forma eres tan malo como él." Kagome se sintió temblar, a pesar de sus valientes y confiadas palabras. "Pudo haberme matado - prácticamente salvaste mi vida! No deberías sentirte mal por eso. Eso es tan cercano a la auto-defensa."

"Pero no lo fue, verdad?" espetó Inuyasha. "Yo le disparé por la espalda!"

"Pero no lo hiciste, verdad!" ella lo defendió. "Me salvaste - así que no intentes echarte para atrás!"

Él suspiró y miró el mar otra vez. Ella supuso que probablemente estaba observando el mismo yate que ella había visto. "Qué hago?" Él sonó destrozado, completamente derrotado.

Kagome suspiró profundamente. Sintió que ella era parcialmente responsable por su actual sufrimiento. Si Fushira no hubiera estado tan cerca de encontrar su escondite, Inuyasha no lo hubiera matado. También podría decir que si ella no hubiera rogado regresar por otra semana, no hubiera resultado involucrada del todo y no hubiera estado ahí para que Fushira lo descubriera.

Pero Inuyasha aún hubiera sido secuestrado? Hubiera escapado solo si ella no hubiera estado ahí para comer su parte de las drogas?

"Fushira está muerto." Dijo ella lentamente. "Nada puede cambiar eso… y tampoco deberías sentirlo por eso. Pero ahí es donde termina."

Él la miró, claramente confundido.

"Fushira está muerto, verdad? No puede lastimarte más." Kagome observó esos nublados ojos ámbar oscurecerse levemente. "De lo que me estás diciendo, esto ha continuado desde que comenzó en 1992. Él ha estado observándote y conspirando contra ti por once años. Se terminó."

Un corto respiro escapó de él, pero su mirada aún era intensa. "Kagome, tu-"

La puerta de la habitación se abrió de golpe. "Kagome!"

Kagome se volteó para encarar la habitación y vio a la última persona que esperaba ver correr hacia ella.

"Mamá!"

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Continuará…

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