Dead Famous
Por Rozefire
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Capítulo 33
El compromiso
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"Todavía no puedo creer que estuvimos ahí todo el tiempo, Yuka!" Se quejó Eri en voz alta a su amiga al otro lado de la mesa de WacDonald´s. "Estuvimos ahí desde el principio, rodeamos el lugar al menos cinco veces, y conocimos a prácticamente todos desde el chico que lava la ropa interior de Brad Pitt hasta Joi Ito, pero vimos una lengüeteada de Inuyasha?"
"Tal vez sabía que ibas a ir y se escondió?" Sugirió Kagome secamente.
"Ella tiene razón, sabes…" Dijo Ayumi, mirando al espacio. "Probablemente habríamos saltado sobre él y lo hubiéramos derribado. No creo que le hubiera gustado eso."
"Yo me hubiera lanzado a él al minuto que lo viera…" concedió Yuka con un suspiro.
"Él te hubiera lanzado." Kagome estaba cansándose de las quejas de su amiga. Desde el domingo, ellas no habían hecho nada sino gimotear sobre cómo nunca había visto a Inuyasha. "O tal vez era porque él fue herido en la cabeza y tuvo que irse temprano?" Ella regresó a absorber su malteada a través de su pajilla.
"Entonces qué pasó con esa polla, Jinko Aida?" Eri hizo una cara. "Todos dicen que le disparó y luego lloró sobre él. Y luego 'por alguna desconocida razón' ese tubo del agua explotó arriba."
Kagome sentó su mentón en una palma. "Aparentemente era esquizofrénica. Y el agua fueron los sobrinos de Inuyasha."
"De verdad? Esquizofrénica?" Yuka y Eri miraron a Kagome con renovado interés.
"De verdad? Sobrinos!" Ayumi juntó sus manos en deleite. "Amo los hombres con responsabilidades."
"Entonces cómo sabías de Aida?" Yuka prosiguió el tópico de conversación más relevante.
"Kikyo me dijo. Aparentemente, ella no viene de unos antecedentes muy felices. Su familia abusaba de ella, así que huyó con Fushira cuando tenía quince años – él era un amigo de la familia. Kikyo dijo que ya estaba muy desequilibrada a ese punto y estaba creando otras personalidades para no tener que tratar con sus problemas emocionales o su conciencia… lo cual probablemente explica por qué logró ser una cómplice para las bufonadas de Fushira. Quiero decir, cuando la conocí, me sorprendió de lo agradable que era… No pensé que tuviera la tortura en ella."
"Vaya…"
"Obviamente estaba ahí en algún lugar… el alter ego Jinko número uno debe haber salido a la superficie cuando Fushira fue asesinado y entonces vino para obtener venganza, luego a medio camino de hacer eso, la agradable Jinko reapareció y se perturbó. Resulta que no tiene idea de lo que hizo. Sin memoria de eso. Ellos querían interrogarla sobre cosas que Fushira hizo en el pasado, a ella y a otras personas, pero tampoco recuerda nada de esas cosas."
"Qué extraño." Yuka arrugó su nariz. "Cómo demonios se supone que la policía va a sentenciarla si una mitad es inocente y la otra culpable?"
Kagome se encogió de hombros. "Creo que está bajo terapia con un plato auxiliar de píldoras de la felicidad." Lo último de su malteada desapareció en su pajilla con un borbotón y ella bajó la mirada desanimada. "Oh… no…" Era el fin del mundo!
"Te traeré una llena." Ofreció Ayumi animada, saliendo de su asiento.
"Gracias!" Llamó Kagome tras ella dulcemente.
"Creo que está traumatizada."
Kagome les parpadeó a sus dos restantes amigas quienes tenían sus cabezas juntas. "Qué?" dijo ella inexpresiva.
"Tú. Traumatizada." Yuka le parpadeó. "Dios, Kagome, ya has sido apuntada por un arma, como, tres veces ya. Has sido retenida a un lado de la carretera, secuestrada, luego mantenida como rehén por una esquizofrénica con un mal trabajo de tinte. Yo estaría charlando descarriada en un manicomio."
"Tal vez lo estoy?" Kagome sonrió secretamente. "Tal vez todo esto es una ilusión y ustedes sólo son fragmentos de mi imaginación."
Eri lucía molesta. "No soy el 'fragmento' de imaginación de nadie. Soy Eri. Yo sola. Si alguien es un fragmento, son ustedes."
Kagome le levantó la ceja. "Ese es exactamente el tipo de cosas que un fragmento de mi imaginación diría." Señaló ella. Eri se veía como si estuviera por discutir su defensa otra vez, pero en este punto, Ayumi regresó con dos nuevas malteadas y una revista bajo un brazo.
"Saliste al vendedor de periódicos o algo?" Preguntó Yuka mientras la joven bajaba la revista y las bebidas.
"No, alguien la dejó en una mesa. Pero no he leído la revista 'Sure!' de esta semana, así que la tomé."
Prontamente Ayumi se sentó entre Yuka y Eri, y juntas abrieron la revista, considerándola como alguna especie de sagrado testamento. Ellas decían 'ooh' y 'ahh' y reían ante algunos artículos con el ocasional estallido de "Oh dios mío! No creo que ella tuviera el valor para usar eso en público!"
Kagome se desconectó de su discusión altamente intelectual mientras comenzaba a sorber su nueva malteada. Ayumi había traído el sabor equivocado, pero era la intención lo que contaba. Sus pensamientos se perdieron en el domingo anterior…
Había estado convencida que estaba muerto. Estaba segura que sería la segunda vez en dos semanas consecutivas que vería morir a alguien por una herida de bala… pero era mucho peor ver a alguien que conocía desvanecerse así y cambiar de ser el amigo con el que conversaba unos momentos antes a una vacía cáscara.
Eso mostraba lo frágil que era la vida humana… cuán fácilmente podría quitarse en un pálpito.
Pero Inuyasha no era un humano completo.
No había sido hasta que la policía la había alejado con cuidado de Inuyasha que se había dado cuenta que estaba muy vivo. De hecho estaba consciente y hablando… débil y prono para desmayarse cada pocos segundos, pero para alguien con una bala en el cerebro, era un milagro.
También había estado lo bien suficiente para tomar ventaja de la situación… mucho para la ira de Kagome en el momento. Toda esa preocupación por nada? Él recibió un pellizco en la oreja por eso.
Él había sido llevado por una ambulancia antes de que Kagome lograra expresar su alivio de que estuviera aún con vida. Inuyasha había sido llevado y esa fue la última vez que lo había visto…
Había recibido la extraña llamada de Kikyo o Sango, manteniéndola al tanto de la condición de Inuyasha. Estuvo en mala condición, y no era algo de lo que se recuperaría de la noche a la mañana… pero estaba mejorando y eso de alguna forma confortaba a Kagome.
Aunque se sentiría mucho mejor si le hubieran permitido verlo…
Pero había tenido la impresión de que se había terminado. Su relación con Inuyasha estaba en su fin, y mientras ella siempre lo consideraría un amigo (y esperaba que él se sintiera de la misma forma), tenía la sensación de que había muy poca comunicación entre ellos. Prácticamente estaban en dos mundos diferentes. Él era una persona ocupada y tenía muchas personas luchando por su atención. Había sido informada que las dos semanas que había pasado con él habían sido sus dos semanas libres de su usual trabajo. Normalmente se esperaba que estuviera constantemente viajando, conociendo nuevas personas, peleando con nuevas personas, de turismo, haciendo campañas publicitarias, vendiendo marcas… supuestamente era una persona ocupada, lo cual era extraño para el hombre notoriamente más desempleado en el país.
La escuela había comenzado. Kagome estaba sumergiéndose en su trabajo, preparándose para sus próximos exámenes… y de regreso a tomar un rápido almuerzo en WacDonald's todos los días de escuela al mediodía. La vieja familiaridad estaba regresando a ella… pero después de sus extrañas dos semanas, se sentía extraña intentando regresar a la rutina en la que había pasado años.
"Oh oigan!" Gritó de repente Yuka, haciendo deslizar el codo de Kagome de la mesa… atascando la pajilla de su malteada en una fosa nasal en el proceso.
Rápidamente ella se enderezó. "Qué pasa?"
"Esto," Yuka se movió hacia el lado de Kagome en la mesa, deslizando la revista con ella. Señaló el artículo que se extendía en dos páginas. La mayoría estaba compuesta por grandes fotos de Inuyasha, Kagome… y extrañamente, Joi Ito?
"Qué es esto…?" ella frunció mientras leía el encabezado. "Higurashi pierde en triángulo amoroso del siglo? Qué demonios…?"
"Léelo!" Urgió Eri impaciente.
Tensiones corrieron altas el la villa costera el pasado domingo, justo antes de que Jinko Aida entrara en escena. Fuentes revelaron que la animosidad entre la quince-minutos-de fama Kagome Higurashi y la internacionalmente aclamada Joi Ito estaban balanceadas para comenzar una pelea de gatos sólo minutos antes de que Inuyasha fuera herido en el hall de la entrada.
Insertada había una foto del exacto momento cuando Kagome había seguido a Inuyasha dentro de la sala clásica después de haber sido golpeada y mojada con la bomba 'estoy interesado en ti.' El momento donde ella había halado la manga de Inuyasha para captar su atención… pero por todas las apariencias parecía que estuviera intentando alejarlo de Joi Ito. El frunce en su rostro no era exactamente bienvenido hacia Inuyasha o Ito…
El subtítulo no ayudaba particularmente. "Furiosas gatitas húmedas, miau!"
"Qué demonios es esto!" Gritó Kagome.
"Shh!" Ayumi la silenció. "Sigue leyendo!"
Kagome hizo eso.
Testigos oculares dijeron de cómo Joi Ito desgarradoramente retó a Jinko Aida después del tiroteo. La famosa cantautora permaneció al lado de la superestrella a través de todo el sufrimiento y lo acompañó al hospital en la ambulancia donde lo cuidó veinticuatro horas. Fue conmovedor y duró mucho tiempo y se reportó que Joi Ito ha sido suplementada con cafeína extra en orden de estar alrededor para el despertar de Inuyasha.
Su cariñosa lealtad evidentemente ha ganado un lugar en el corazón de Inuyasha cuando su compromiso fue anunciado ayer en la tarde. Fuentes dicen que la comunicación con Kagome Higurashi ha sido cortada y el presunto 'beso' que compartieron en vivo en la televisión dos semanas atrás fue sin duda no más que un beso amistoso. Díganle eso a la pobre Higurashi! La fan adolescente supuestamente aún está intentando seguir en contacto con Inuyasha, pero mientras planes ya han sido hechos para unir a Inuyasha al tour mundial de Ito la próxima semana, ella tendrá un tiempo duro.
Aquí está la feliz pareja!
Y ahí tan negro como el día había una foto de Inuyasha y Joi Ito tomados de las manos afuera del café Blossom. Mirando el mundo… como si estuvieran enamorados.
"Qué…?" Kagome respiró, mirando escéptica. "Pero – nada de esto es verdad! No hay triángulo amoroso – él me dijo que no estaba enamorado de Joi Ito! La que permaneció a su lado fui yo! Yo fui quien alejó a Jinko Aida de él! Joi Ito estaba atrapada en la sala clásica con todos los demás! Ella nunca lo vio irse en la ambulancia! De dónde viene todo esto!"
"Quieres decir… que esto no pasó?" Yuka frunció, probablemente dividida en a quién creerle; a su mejor amiga o a su revista.
"Nada de eso!" Gritó Kagome, sorpresa cambiando a ultraje. "Cómo pueden inventar todo eso! Apuesto que no está comprometido con ella!"
"Nop. Están comprometidos." Eri intervino con un encogimiento de hombro.
Kagome le parpadeó. "Qué?"
"Está en todos los noticieros, Kagome. Ocho millones de fans están dispuestas a destrozar a la pobre Joi Ito por su compromiso fue anunciado ayer." Le dijo Ayumi. "Mi hermana menor lloró hasta dormirse anoche cuando escuchó las noticias…"
"Yo también lloré." Yuka suspiró.
"Yo también." Asintió Eri.
"Conmigo tres." Ayumi se encogió. "Pero ahora lo superé, y estoy esperando que cualquier hijos que tengan parecerán mujeres mayores. Pero… pensamos que sabías de esto…"
"No…" Kagome frunció ante las imágenes en la revista. Ella no estaba retratada exactamente como una santa en ese artículo… lo cual era extraño porque notó que en la página siete había un artículo de moda exclusiva que la había escogido como un principal ejemplo del sentido de la moda (obviamente Kagome no era la única persona a la que le había gustado el vestido rosado… muy mal que se hubiera arruinado por toda la sangre que había recogido).
Pero lo que la había molestado era todo este asunto del compromiso. Pero Inuyasha no le había dicho el pasado domingo que había estado interesado en ella… que estaba enamorado de Kagome, no de Joi?
Sin embargo, no había dicho también que no tenía control sobre cuánto durarían esos sentimientos? Tal vez sólo habían durado una noche… tal vez esa bala había podrido sus neuronas y había olvidado sus sentimientos en favor de enamorarse de la primera mujer que viera… quien pasaba a ser una famosa cantautora.
Kagome se sentó con una cabizbaja expresión, inconsciente de lo cercanamente que sus amigas estaban considerándola. "Kagome…"
"Sí…?"
Las cejas de Yuka se juntaron en un preocupado frunce. "No tienes sentimientos por Inuyasha… verdad?"
Kagome miró su malteada, golpeando sus dedos contra la fría condensación del vaso.
Cómo se supone que iba a responder eso?
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"Niños… que dicen…?"
Los tres trillizos movieron sus pies y miraron al piso. "Lo sentimos…" murmuraron ellos, más o menos en coro.. "… por bajar la bomba por el inodoro y romper tus tuberías y hacer un hueco en tu techo e inundar la planta baja. Lo sentimos.'
Recitado e interpretado a la perfección. Inuyasha les parpadeó a sus tres sobrinos lentamente. Por sentado, iba a costar mucho dinero reparar la tubería rota y el techo, sin mencionar los daños hechos en la planta baja de la inundación que necesitaba ser reembolsados, también como a todos los traumatizados invitados - algunos de los cuales estaban demandando compensaciones.
Sin mencionar que el agua de la villa había sido cortada, ocasionando que un desafortunado alguien (conocido como Miroku) tuviera que viajar seis o siete millas al supermercado más cercano para abastecer de suficiente agua para mantener a todos los habitantes de la villa. Y por supuesto, Miroku siendo Miroku, estaba cobrando precios competitivos por la preciosa agua. Aquellos quienes quisieran baños tenían que pagar extra.
No era que a Inuyasha le importara… él estaba en el hospital con toda el agua que pudiera desear a su disposición. Él podía chapotear en el baño de su suite por horas, jugando con su pato de goma y su novedosa rana, y sólo tenía que preocuparse por la ocasional y mirona enfermera…
Pero los trillizos habían hecho serios daños. Sin embargo, probablemente habían salvado su vida inadvertidamente también como a varias otras personas… y probablemente les había dado permiso para causar problemas en primer lugar, así que quién era el tiesto para llamar a la olla negra?
"Perdonado y olvidado." Inuyasha despidió la disculpa ligeramente y miró a su hermano mayor de pie al final de la cama de hospital. "Realmente vas a llevarte a estos tres ramilletes de alegría tan pronto? Y aquí que estaba comenzando a encariñarme."
Sesshomaru lo miró con una mirada no impresionada. "He estado haciendo algunos cálculos. Parece que no he tocado a mi esposa en siete meses… y desde que ella está supuestamente embarazada de cinco meses sólo puedo, tristemente, asumir que mi querida esposa ha estado teniendo una aventura extra marital."
"Oh…" La mirada de Inuyasha pasó a Sesshomaru a donde Rin estaba acomodando su cabello mientras veía su reflejo en una oscura ventana. "Pobre de ti?"
"Sin duda." Sesshomaru levantó una ceja. "Me alegra verte vivo, Inuyasha. No quiero infligir más la presencia mía o de los niños a tu débil condición. Además, tengo una casa que necesito recuperar, junto con mi hijo favorito."
Ante esto, los trillizos voltearon sus ojos y de inflaron. Inuyasha estuvo por decirles ahora que a Jiro le faltaban varios mechones de cabello. "La hermana siendo tan ofensivamente linda es injusto…" Gruñó Hiko.
"Irreal…" Añadió Jiro, levantando su nariz.
"La odio." Mo cruzó sus brazos.
El problema era la fábrica. Incluso Inuyasha, en su condición levemente mareada y aún en recuperación fue lo rápido suficiente para ver eso. "Bueno, no quiero retrasarlos chicos." Él hizo gestos de shoo con sus manos hacia la puerta. "Adiós, adiós! Nos vemos!"
"Rin," llamó Sesshomaru.
"Voy!" respondió ella y avanzó tras ellos. "A dónde vamos?"
Los trillizos se lanzaron a sus brazos amorosamente. "A casa, Rin." Cantaron ellos en respuesta.
"Oh bien! Porque olvidé alimentar a mi gato antes de irnos, así que…"
"Cuídense! Mi puerta siempre está abierta para ustedes!" Inuyasha los despidió animadamente hasta que la puerta se había cerrado. "Oh santo dios - qué puñado de locos!"
"Inuyasha…" Kikyo lo reprimió en una brusca voz mientras salía del baño de la suite con una base refrescada y labial. "Te das cuenta que todos ellos tienen oído a la par con la tuya?"
"Sí."
"Te importa?"
"No realmente, no."
Kikyo dio un despedido encogimiento de hombro y se sentó en la ocupada silla al lado de su cama. "Los constructores me han dado un estimado para las tuberías de agua y el daño del techo. Podemos costearlo fácilmente, pero las camareras aún están intentando remover las manchas de las planta baja."
"Oh bueno…" Inuyasha sofocó un bostezo con el reverso de su mano y regresó a sus almohadas.
"Por favor no te muevas tan vigorosamente. El doctor dice que todavía tienes trauma en la cabeza." Dijo Kikyo cansadamente.
"Probablemente de cuando Kagome me pateó cuando se dio cuenta que estaba vivo…" Inuyasha levantó la mirada hacia el techo con ojos encapirotados.
"Bueno, tu cara estaba presionada bien y cerca a su pecho." Kikyo le dio una oscura mirada. "Lo cual me recuerda…"
Inuyasha miró a su agente mientras alcanzaba para esculcar entre su bolso. Salió una bolsa de plástico transparente conteniendo una pequeña pieza de plata. No fue hasta que Kikyo había sacudido el contenido en su mano que Inuyasha se dio cuenta de lo que estaba mirando. "Ese es el anillo de Kagome."
"De Kagome? Pensé que era de tu madre." Kikyo levantó una ceja pero le alcanzó el anillo. "La policía lo encontró cerca a donde yacía tu cuerpo… parece que lo soltó. Pero parece faltarle algo…"
Inuyasha suspiró. "El diamante debe haberse roto…"
"Diamante?" Kikyo se bufó. "Eso era un zafiro."
Inuyasha le dio una mirada a ella. "Oh. Oops." Él aclaró su garganta. "Entonces no es una gran pérdida?"
"Eso parece." La agente sonrió levemente. "De cualquier forma, he discutido algunas cosas con la agente de Joi Ito y decidimos que sería mejor si los dos combinan sus giras y se van para África en tres semanas. Debes estar recuperado para entonces."
"Oh, simplemente maravilloso!" Inuyasha hizo un acto burlón, juntando sus manos. "Y cuando Kouga venga a golpearme por comprometerme con su novia, me quedaré en esta cama por otra semana!"
"Por favor," Kikyo volteó sus ojos. "Kouga sabe que sólo es una campaña publicitaria y que él estará libre para casarse con la joven cuando terminen a mitad del viaje."
"Qué alegría." Gruñó Inuyasha, hundiéndose más en sus almohadas. "Para ser franco, no me siento para viajar a ningún lado con nadie, mucho menos a África con Joi Ito."
"Bruto."
"He sido herido en la maldita cabeza!" Inuyasha apuntó un dedo hacia el vendaje alrededor de su frente hasta su nuca. "Dame un descanso!"
"Eres un hanyou. Repito: bruto." Kikyo alisó un mechón de cabello entre sus dedos. Era el epítome de la casual insensibilidad - algo que Inuyasha usualmente se consideraba para llevarlo a un arte. "Estarás lo bien suficiente en tres semanas para tomar un avión. Y Joi Ito tampoco es exactamente una mala compañía."
Inuyasha volteó sus ojos. Preferiría mucho más llevar a alguien más a África… pero tenía que preguntarse si tendría la oportunidad de ver a ese alguien otra vez…
"Si tienes suerte, tal vez la ganes y hagas de este compromiso una realidad." Kikyo ladeó su cabeza sugestivamente. "Seguro que Kouga querrá colgarte por tus testículos, pero piensa en la publicidad que el verdadero matrimonio traería."
Inuyasha hizo una mueca levemente mientras cruzaba sus piernas bajo las cobijas. "No voy a casarme con nadie hasta que tenga cincuenta, y entonces será con una glamorosa modelo de veinte años."
"Oh buena idea." Kikyo le parpadeó. "No había considerado los beneficios a largo plazo de la soltería… te das cuenta que tu futura esposa no ha nacido todavía?"
Inuyasha se sonó. "Estoy cansado, Kikyo. Ahora déjame descansar, querida."
Ella se erizó ante la añadida y descarada palabra cariñosa pero se levantó de todas formas. "Sólo recuerda relajarte y tomarlo con calma. No pelees con los enfermeros o doctores y no te levantes a menos que necesites el baño. Aún entonces tiene que ser una emergencia."
"Sí, sí, como sea." Inuyasha la despidió mientras cerraba sus ojos. "Sólo estoy tan…" él interrumpió con un bostezo, "… cansado en este momento. Probablemente no despertaré hasta mañana."
Una sospechosa forma de decir un comentario como ese… casi como si él quisiera hacerla creer que no se movería de esa cama hasta el amanecer. Pero Kikyo sabía que la seguridad del hospital estaba en alto grado, y las enfermeras estarían asomándose cada pocos segundos para chequearlo (sólo porque era EL Inuyasha).
Recogiendo su bolso y su abrigo, Kikyo hizo su camino hacia la puerta. Ella se detuvo mientras alcanzaba la chapa y volteó, por decir algo pero se detuvo cuando se dio cuenta que Inuyasha ya estaba dormido. Ella cerró su boca y levantó una ceja. Con un suspiro comenzó a moverse otra vez. "Me alegra que estés bien…"
La puerta se cerró con un suave clic, y unos segundos después Inuyasha abrió un ojo. Estaba casi conmovido por la calmada concesión de Kikyo, pero qué lamebotas podía ser esta mujer!
Con un animado silbido, él retiró las cobijas y se levantó. En el compartimiento más bajo del conjunto de cajones al lado de la cama había un juego de ropa limpia y su billetera - pequeños obsequios de Miroku.
Una peluca fue encontrada en el cajón sobre el primero, junto con una capa y un oscuro par de gafas. Sólo dolió un poco cuando pasó la capa sobre sus orejas, el borde yacía directamente sobre la sensible herida de bala. Pero no era nada terrible y nada más que una simple molestia.
Inuyasha abrió la ventana con un refrescado suspiro. Era hora de golpear las tejas!
Pero una mirada abajo a la magnífica caída de doce pisos y cambió su opinión en tomar esa salida y lentamente cerró la ventana.
Él quería golpear las tejas, pero no literalmente…
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No le creo a ese idiota… refunfuñaba Kagome mientras regresaba a casa de la escuela intensiva. Él no descansa… le disparan en la cabeza el domingo y para el martes es de nuevo la atracción!
Las luces de los autos pasando deslumbraban sus ojos así que se mantuvo entrecerrándolos hacia el pavimento en orden de ver por donde iba. No ayudaba que estuviera exhausta y completamente agotada de estudiar. No sólo eso, sino que se sentía que no había tenido una decente noche de sueño desde el pasado viernes - casi una semana atrás.
Su paranoica preocupación por Inuyasha había estado acompañándola de noche, previniéndola de dormir por más de dos horas en el momento. Todos los días que había llegado a casa de la escuela le había preguntado a su madre si había habido alguna llamada. Pero no habían sido más que las ocasionales palabras de Sango y Kikyo. Inuyasha no la había llamado…
Se preguntó si era por estar muy enfermo, o muy perezoso.
Ecos de ese horrible temor que había experimentado cuando Inuyasha había estado en sus brazos regresaban a ella casi constantemente. No podía olvidar la simple sensación que había sentido mientras se arrodillaba en esa agua manchada de sangre y sollozaba. Su corazón aún dolía al recordar ese momento…
En el momento, había estado tan enojada consigo misma por la inhabilidad para alcanzar y atrapar un poco de su vida para mantenerla firmemente conectada en su cuerpo. Pero era como arena escapando entre sus dedos. No había nada que pudiera hacer Kagome para regresar a alguien a la vida…
A menos que supiera RCP (Resucitación Cardio-Pulmonar). Pero dudaba que incluso las habilidades médicas hubieran ayudado en esa situación.
Entonces pasó que toda esa desesperanza había sido para nada. Él podría haber alcanzado y tocado su hombro y decir "Mira, estoy bien!", pero no. Tenía que fingir unos momentos extra de muerte sólo para sacar unas lágrimas más de sus ojos.
No se dio cuenta que, por sólo esos momentos cuando verdaderamente había creído que estaba muerto, su corazón se había destrozado en un millón de fragmentos?
Probablemente no.
"Cerdo." Murmuró ella con sentimiento mientras inconscientemente pasaba a un ofendido caballero en la parada de bus.
Pero lo más deprimente de todo, fue que obviamente se preocupaba por Inuyasha y por mucho tiempo. Sabía que siempre había sido inconscientemente compasiva hacia su crisis personal, y que también había tenido algún tipo de sentimientos hacia él… pero realmente nunca había pensado en eso, o tomado el tiempo para averiguar lo que ella sentía hacia él más que su instintivo disgusto.
Ella sentía algo…
Estaba asustada de que fuera amor…
Después de todo, Kagome había tenido una pequeña muerte cuando realmente pensó que Inuyasha se había ido… dudaba que cualquier cosa menos que amor pudiera haberla hecho sentir tanto dolor.
La aterrorizaba…
Pero no tanto como el hecho de que estaba segura de que estaba siendo seguida.
Pasos hacían eco tras ella en el pavimento. No se molestó en voltear pero desaceleró ligeramente, esperando que quien fuera sólo la pasara y probara ser no más que alguien apurada a casa del trabajo. Sabía mejor que acelerar y luego ir a esconderse en un callejón donde fácilmente podría ser acorralada.
También sabía mejor que caminar a casa en la oscuridad, pero obviamente la falta de sueño había estado afectando sus sentidos. Aquí estaba caminando a casa en la oscuridad con pasos que estaban disminuyendo para igualar los suyos. Tal vez sólo estaba siendo paranoica? Pero sólo en caso de que no, decidió agacharse y pretender reajustar sus medias. Quienquiera que fuera sería obligado a pasarla o arriesgarse a intentar algo en plena vista del camino y todos los conductores.
Para su sorpresa, los pasos se detuvieron tras ella. "No, no, no. Se supone que comienzas a correr y entonces yo te acorralo en el callejón y me salgo con la mía contigo."
Desconocido para el hombre, Kagome también pasaba a tener un pesado morral lleno con tarea de la escuela intensiva - rudamente equivalente en peso a cinco ladrillos. La estudiante se levantó lentamente y deslizó la tiranta de su hombro. Agarró su peso frente a ella por un momento antes de girar en sus talones y balancearla a full fuerza hacia su acosador.
Inuyasha nunca tuvo una oportunidad.
Kagome observó perpleja cuando Inuyasha fue lanzado contra la baranda bordeando el pavimento con un suave "oof!". Obviamente no había esperado eso, y seriamente debe tener algún problema con su oído interno si Kagome había podido atraparlo sin equilibrio.
Él se deslizó al suelo luciendo aturdido. "Ow… eso dolió."
"TÚ!" Kagome gritó ahogadamente, mirando incrédula.
"Bueno ahora sé no hacer esa broma contigo en el futuro." Inuyasha se levantó con un poco de apoyo de la baranda. No la soltó incluso cuando finalmente estuvo derecho. "Sabes, la mayoría de las chicas saltarían ante una oferta como esa."
A la indignación de Kagome le fue dado un rudo golpe. "Cómo te atreves a escabullirte sobre mi como una especie de horripilante acosador!"
"Oh, no retuerzas tus pantys. Soy billonario. Tengo mejores cosas que hacer con mi tiempo que acosar estudiantes."
"Y aún estás aquí acosándome." Kagome colgó su morral sobre su hombro y cruzó sus brazos enojada. "Qué quieres?"
Inuyasha le parpadeó. "Así?"
Kagome le parpadeó.
"Fui herido en la cabeza, pasé cuatro días en cuidados intensivos, y cuando finalmente tengo la oportunidad de verte otra vez me preguntas qué demonios quiero?" Él sonó honestamente ofendido.
"Yo no dije 'demonios'." Discutió Kagome por amor de la piedad, ya contrariada de cómo se sentía por el tema actual. "Y para tu información - Estoy contenta de verte."
"Oh bien." Murmuró Inuyasha sarcásticamente y le dio una sucia mirada. "Ahora que todas las formalidades están hechas, me iré, verdad?"
Él hizo por comenzar a alejarse, pero Kagome rápidamente atrapó su manga y lo devolvió. "Lo siento… han sido unos días difíciles… y estoy muy cansada… y creo que estoy desarrollando artritis porque todas mis coyunturas duelen…"
"Esa es tu excusa para todo." Él volteó hacia ella.
"Bueno, la tuya siempre es "Fui herido en la cabeza!"." Ella fingió una tonta voz en una burlona parodia de la suya.
Inuyasha se erizó. Kagome se erizó. Por largo rato, simplemente se miraron, cuadrando sus hombros, y apretaron sus puños como si fueran a embarcarse en una seria pelea - al menos verbalmente.
Finalmente, Inuyasha espetó. "Lo que sea que esté mordiéndote, deseo que lo escupas!"
Kagome espetó en respuesta. "Cómo pudiste comprometerte así!" espetó ella, pero al momento que había terminado colocó una mano sobre su boca con horror. Bueno… muy tarde para echar atrás sus palabras…
Inuyasha, sin embargo, estaba deleitado. "Oh, quieres decir Joi Ito y yo?" preguntó él en un tono tímido mientras bajaba sus gafas para considerarla. "Así que al final, sólo estas celosa."
"No."
"Sí, lo estás."
"No lo creo."
"Yo lo creo."
"Tú sólo estás poniendo palabras en mi boca." Respondió ella acaloradamente, ahora asustada. "Sólo tengo curiosidad… después de ese maravilloso discurso que me diste sobre no estar interesado en ella, te das la vuelta y te comprometes con ella."
"En realidad, estábamos planeando comprometernos mucho antes de que dijera la palabra 'tú'." Dijo Inuyasha arrogantemente.
"Dos caras!" declaró ella en voz alta.
"Tal vez si la pretendiera - lo cual no!" Le gritó Inuyasha fuertemente. "La única chica en el maldito mundo que me importa eres tú! Todo lo demás sólo es publicidad!" Él golpeó gentilmente su cabeza. "Idiota!"
Kagome lo observó alejarse para encontrar asiento en una banca cercana. Ella pausó un momento para mirar alrededor para ver si alguien se había dado cuenta de que Inuyasha estaba sentado en una banca en medio de su mundana pequeña calle, pero aparte de las personas en los autos, no había gente para ser vista. Los conductores estaban muy ocupados observando el camino que la acera por la extraña celebridad.
Por supuesto Inuyasha no estaba ayudando con sus gafas, sombrero y peluca. Las celebridades eran personas extrañas… pasaban mucho de sus vidas esforzándose por ser famosos y reconocidos, y cuando finalmente alcanzan esas metas, se ponen un sombrero y gafas para esconder quienes son.
Kagome miró a Inuyasha y se detuvo en seco.
"Otro cigarrillo?" comentó ella mientras se acercaba.
"Oh, este no es para mi." Él la invitó con una mano mientras descansaba su otro brazo en el espaldar de la banca, el encendido cigarrillo sostenido tan lejos como fuera posible. "Este es para ti."
Kagome le dio una plana mirada. "No voy a fumar eso. No me someto a semejante presión. No recibo dulces de extraños, y si me obligas a hacer algo que no quiero, juro que gritaré tan fuerte que la policía al otro lado del distrito en su tienda de rosquillas escucharán y vendrán corriendo y entonces estarás en profundos-"
"Qué, has estado practicando el discurso de mami desde que tenías tres años?" Se burló él sarcásticamente. "Ven aquí ya."
Kagome se acercó más, pero se rehusó a sentarse. Inuyasha volteó sus ojos y finalmente la agarró por el frente de su blusa escolar para bajarla junto a él. El resultado fue que terminó medio esparcida por su regazo… un error que rápidamente corrigió ella en un loco forcejeo para sentarse derecha con unas buenas diez pulgadas entre ellos. "Peleón."
"Anda." Él ofreció el cigarrillo. "Uno. Prometo que te dejaré en paz después de eso."
"Muérdeme!"
"Cómo puedes ser tan rápida en juzgarme por fumar cuando no sabes como sabe uno?" Dijo él imparcialmente, frunciéndole.
Kagome lo miró, perpleja por su razonamiento. Tal vez él sólo pensaba que sería sexy fumar para una chica y que por eso era que estaba haciendo esto? Pero ella vio el reto en sus ojos y sabía que sólo se burlaría de ella si se echaba para atrás…
Pero qué si fuera una pequeña presión? Ella muy bien no dejaría a Inuyasha tener lo mejor de ella!
Con un irritado suspiro, ella le arrebató el prendido y pequeño cigarrillo blanco y manejó torpemente su forma. Por un momento el sofocante humo amenazó con hacerla sucumbir a un ataque de tos, pero milagrosamente su frescura se mantuvo y consideró el pequeño cigarrillo con disgusto mientras lo sostenía en alto. "Será mejor que tengas una buena razón para esto…" le dijo ella gruñonamente.
Inuyasha estaba observándola expectante. "Y bien?"
"Dame un minuto." Ella mordió su labio ansiosamente.
"Oh vamos - no te matará!" se bufó él.
"Lo hará si mi madre llega a pasar en el bus." Kagome dio un vistazo sospechosamente por cualquier bus pasante.
"Sólo hazlo."
"Está bien… está bien…"
Ella exhaló lentamente, preparándose para el reto. Inuyasha aún estaba observándola… y por la mirada en su rostro, estaba esperando que se acobardara al último momento. Justo cuando estaba por hacerlo, ella se sorprendió a sí misma y a Inuyasha cuando rápidamente le dio una aspirada al cigarrillo.
Por un momento, estuvo bien. No se sintió mal o particularmente bien… pero luego había olvidado exhalar y el humo en sus pulmones la había dominado por completo. Sin un rábano de consideración al ambiente, rápidamente Kagome lanzó el cigarrillo y se dobló mientras tosía lo que sentía como su más vital órgano.
Grandioso, ahora se sentía enferma.
Inuyasha rió mientras golpeaba suavemente su espalda. "No debiste chupar tan duro para la primera vez - y no hay dobles significados aquí." Él sonrió. "Cómo se siente?"
"Como si muriera…" Kagome gruñó patéticamente, aún incapaz de deshacerse del horrible sabor a tabaco de su boca. Sus pulmones estaban ardiendo. "Urgh…"
Inuyasha la enderezó, pero ella sólo colapsó contra su hombro, tosiendo todavía. "Sabe mal, huh?"
"Peor que mal…" El entrecejo de Kagome se arrugó con un frunce. "Cómo puedes hacer eso voluntariamente? Quiero decir, realmente debes haberte obligado a comenzar ese tipo de hábito."
"Entonces entiendes lo mala que es la adicción si tengo problemas en dejar algo tan malo como eso?"
Kagome logró calmar su ataque de tos lo suficiente para mirarlo, confundida, pero levemente más comprensiva. "Supongo…" susurró ella roncamente. "Pero no estás acostumbrado ahora?"
"No." Él movió su cabeza. "Los humanos se acostumbran a él; sus papilas gustativas se desvanecen, y así su sentido del olfato y se disfruta. Pero para un hanyou, cada cigarrillo es como el primero… pero tengo una adicción de toda la vida así que no puedo parar."
"Ahí es donde comienzo a simpatizar y te dejo que continúes dañando tu cuerpo?" Preguntó Kagome imparcialmente.
"Nah…" Él se encogió con un hombro. "Sólo esperaba que entendieras que soy un esclavo a mis necesidades. Puedes haber dicho que pescarás mi cabeza de los inodoros por el resto de mi vida, pero no creo que lo hagas… no creo que debas. Tal vez es mejor si sólo te mantienes lejos de mi."
Así que él había estado consciente la mayoría de su ruego el domingo en la noche… Kagome sintió un hormigueo de vergüenza expandirse por sus mejillas pero hizo un esfuerzo por ignorarlo. "Lo haría." Dijo ella tranquilamente. "Tal vez sólo necesitas ayuda, eso es todo. Tú sabes… dos cabezas son mejores que una."
Él sonrió. "No lo sé… tú pareces ser de mala suerte. Por las últimas dos semanas que hemos estado juntos he sido blanco de bombas, arrestado por la policía, culpado por intento de asesinato, encañonado por un secuestrador, secuestrado, abofeteado varias veces, perdido todas mis novias, comprometido con una mujer que no conozco realmente o me importe, sin mencionar que también tuve una sobredosis, descubrí que mi padre era un idiota y casi salgo castrado por Kikyo cuando descubrió que te emborraché."
"Vaya… Yo sólo he sido apuntada con un arma un par de veces." Ella descansó su mentón en su hombro. "Pero puedo soportar un par de veces más… si quisieras."
Su mano pasó sobre su cabeza, alborotando su cabello. "Eres una chica dulce." Él sonrió mientras descansaba su cabeza contra la cima de la suya.
Una picazón de lágrimas hizo que los ojos de Kagome comenzaran a llenarse. Ahora estaba muy segura de que tenía que ser amor… aunque realmente deseaba que no lo fuera. Su vida nunca había sido tan desastrosa o complicada hasta que él había entrado en ella, y aún así no había detenido a su corazón de alcanzarlo. Ella no había querido que removiera su brazo de su hombro, o se dejara de recostarse en ella en cualquier sentido. Pero sabía que su vida era una extraña… la atención de los medios, la falta de privacidad en cualquier cosa que hiciera, y las falsas sonrisas y personalidades que lo rodeaban día y noche era un mundo del que Kagome no quería un parte. Ella no podía tomar uno sin el otro… no podía tener a Inuyasha y dejar a fuera todas las fallas de su estilo de vida.
Kagome no podía manejar lo que él necesitaba que manejara… e Inuyasha no podía ser el hombre que ella necesitara que fuera.
Silenciosas lágrimas bajaron por su rostro, pero Inuyasha pareció notar que estaba llorando. Él se enderezó un instante. "Qué pasa?" preguntó él bruscamente, probablemente preocupado de que hubiera hecho algo para perturbarla.
"Quiero estar contigo…" le dijo ella honestamente, su voz amarrada con lágrimas. "Pero no puedo vivir el resto de mi vida como la he vivido las últimas dos semanas-"
"Eso fue algo aparte, Kagome!" interrumpió él. "No serás secuestrada cada semana-"
"No - quiero decir con todos observándome y tomando fotos e inventando historias que no son verdad!" ella secó furiosamente sus lágrimas. "Todos son tan falsos y farsantes - No puedo soportar estar rodeada de ellos. No tendré ninguna privacidad si me quedo contigo! No puedo vivir así!"
Por un momento, Inuyasha se vio lo enojado suficiente para golpear algo… pero pareció disiparse en segundos y se vio agotado. "No estoy pidiéndotelo. No tenemos que vernos otra vez si no quieres-"
"No!" gritó Kagome, agarrando su brazo.
Él le parpadeó, sorprendido ante su explosión.
"Quiero verte otra vez!" ella se sonó, encontrando difícil distinguirlo a través de las lágrimas. "Quiero verte todo el tiempo - pero no puedo!"
"Qué?" Inuyasha frunció, no siguiéndola todavía.
"Me preocupo por ti… realmente." Ella soltó su brazo y presionó sus manos sobre su rostro. "Estoy asustada en dejarte porque sé que probablemente harás algo estúpido cuando no estoy ahí para mantenerte en línea. Pero me aterroriza quedarme contigo y que mi vida sea destrozada por millones de personas… o que resulte involucrada con drogas y pandillas y todo ese tipo de cosas…"
"No siempre es así." Dijo él rápidamente, viendo esperanza. "Estas pasadas dos semanas han sido extrañas, incluso para mi. Realmente no es tan agitado ser famoso como puedas pensar."
"No quiero ser famosa." Dijo Kagome débilmente.
"Entonces sólo sé Kagome y quédate conmigo." Él atrapó su mano y la llevó hacia su mejilla. Sus dedos estaban fríos y contrastaban completamente con el calor de sus manos y rostro. Kagome lo miró lentamente, asustada con la urgencia que vio ahí. "Por favor?"
No era una palabra que agraciara su vocabulario con frecuencia.
Ella estaba perdida por palabras…
Tal vez él lo hizo para intentar tentarla, o sellar el trato, pero ahí fue cuando la besó. Kagome casi estaba lo sorprendida suficiente para alejarse… pero no por completo. El beso fue dulce y lento - no corto y cruel como el primero que le había dado. Las puntas de sus dedos rozaron su mejilla, instalándose contra la curva de su quijada en la forma de un besador profesional. Kagome estaba dolorosamente consciente de la experiencia y habilidad que exhibía… pero eso no significaba que fuera dejada fría. Por el contrario, ella sintió débiles sus rodillas - peligroso si hubiera estado de pie - mientras su corazón comenzó a asemejar el sonido de un caballo galopante en su pecho. Se sintió mareada e indefensa…
Se sintió amada.
Inuyasha simplemente se sintió en casa… y justo entonces estaba intentando voluntariamente hacer cualquier cosa para convencer a Kagome de permanecer con él.
Pero de repente ella se separó y bajó su mirada al pavimento, un sonrojo coloreando sus mejillas.
"Qué?" preguntó él con cautela.
Kagome no respondió por un momento, pero rápidamente estampó su pie en el suelo y cerró fuertemente sus ojos como una fan en un arrebato de alegría. "Besé a Inuyasha!"
"Todavía estoy aquí, sabes." Le recordó él.
"Lo sé, lo sé… es sólo que te he sabido de ti por mucho más de lo que has sabido de mi." Le dijo ella, mirándolo con un rastro de disculpa en sus ojos. "Crecí escuchando tu nombre y viendo tu cara a donde iba… es extraño que finalmente te conociera… y te besara…"
"Y hacer que me enamorara de ti."
Kagome le parpadeó sorprendida. Él le parpadeó como la perfecta visión de inocencia. "Qué dijiste?" susurró ella.
"Qué?" dijo él con cautela. "No estoy autorizado a decir eso ni nada?"
"No, es sólo… cuándo pasó?"
"Cuando le dijiste a Jinko Aida no tocarme, supongo." Sonrió él. "Eres linda cuando amenazas a la gente!"
"Pero…" Pero ahora qué? Se supone que debía decir que sentía exactamente lo mismo? Amaba a una superestrella y él la amaba, pero no quería ser la esposa o la novia de una superestrella que cada fan conspirara para odiar y mutilar… alguien quien fuera señalada por la prensa simplemente por amar a alguien más.
Inuyasha era rico, exitoso, y bien parecido… cuánto pasaría antes de que alguien más linda llegara y captara su ojo?
Ella vociferó sus temores tranquilamente. "Cómo sé que lo dices en serio…?"
"Crees que estoy mintiendo?" frunció él.
"No, sólo creo que puedes decirlo en serio, pero probablemente no soy la chica más inteligente o linda en el mundo. Cómo sé que tu atención no se perderá?" Ella raspó sus zapatos nerviosamente contra el cemento planchando el pavimento bajo sus pies.
"Oh, Kagome…" Él dispersó su preocupación. "Por supuesto que no eres la chica más inteligente o linda que he conocido." La mirada de Kagome podría haber congelado el interior de un volcán. Inuyasha de alguna forma falló en notar su helada mirada. "Pero eres la única por la que me preocupo. Créelo o no, no voy por ahí declarando amor a cada chica que conozco."
"Sí, lo haces." Corrigió ella bruscamente. "Te escuché hablándole a tu novia la semana pasada - dos de ellas de hecho."
"Sí, pero es en serio esta vez." Respondió él en un tono igualmente brusco. "Se supone que conoces mi voz de mentir - ahora estoy mintiendo?"
"También estás comprometido a una famosa cantante." Señaló Kagome. "No creo que haya suficiente espacio en esta relación para mi, tú, Joi Ito y tu inflado ego."
"No hay necesidad de hacerlo personal," dijo él cortadamente, cruzando sus brazos y recostándose. "Sabes, la mayoría de las chicas saltarían ante la oportunidad que estoy ofreciéndote."
"Y qué oportunidad es esa?" preguntó ella, queriendo clarificación.
"Dejarme cuidar de ti…" se encogió él.
Kagome suspiró. "No quiero ser tu mascota…"
"Entonces estoy dándote la oportunidad de cuidarme. Para mantenerte tirando todos mis cigarrillos por el inodoro y detenerme de ir a todas esas fiestas. Golpearme cada vez que mire a otra mujer - porque dejaría de hacer todas esas cosas por ti, sabes." Él hizo una leve mueca. "Eres la única con la que puedo hablar así… Te dije una vez que tengo problemas en saber quién soy - pero cuando estoy contigo me siento natural y tranquilo, como si fueras la otra mitad mía que ha estado perdida toda mi vida."
Kagome tragó duro. "Leíste eso en alguna caseosa novela romántica?"
"No," sonrió él. "He estado pensando mucho desde que recibí este agujero en mi cabeza, y así es como me siento."
Kagome sonrió, conmovida por sus palabras. "Es dulce."
Él sonrió fácilmente. "Necesito tu compañía, Kagome… si te rehúsas entonces tendré que renunciar a todo mi dinero y propiedades e ir a vivir contigo en tu linda casita."
"Harías eso?" Kagome lo miró con amplios ojos.
"Seguro…" él se encogió. "Si fuera posible, quiero decir."
Sí, ahí estaba el hecho de que alguien con el estatus de Inuyasha en la sociedad encontraría difícil escapar de ese estatus, aún si renunciara a todo e intentara vivir una vida normal. Además, también estaba el hecho de que no tendría idea de cómo vivir una vida normal - no que sería normal con la prensa acampando en su puerta en los suburbios de donde sea que eligiera vivir.
Era imposible volverse un no-famoso tan fácilmente.
Cuánto habían estado hablando? Kagome miró su reloj y gruñó mentalmente. Media hora… sería afortunada si su madre no hubiera llamado ya a la policía y reportado su pérdida. No la habría sorprendido, no con la suerte que Kagome tenía últimamente para mantenerse fuera de problemas.
"Tenemos una vacante en el personal." Dijo Inuyasha indiferente mientras inspeccionaba sus uñas. "La chica que normalmente escogía mi ropa fue despedida por filtrar información a Fushira y a sus camaradas. Los requisitos son que tienes que ser mayor de catorce años con un decente sentido del estilo."
Kagome no pudo evitar la sonrisa que lentamente estaba expandiéndose por su rostro.
Inuyasha la miró, aparentemente en modo de negocios. "Como la Revista Sure! Ya te ha escogido dos veces por tu asombroso sentido del estilo, imaginé que podrías estar interesada."
"Podría. Qué tengo que hacer?" preguntó ella, siguiéndolo.
"Bueno, Srta. Higurashi, todo lo que tiene que hacer es estar disponible todo el tiempo - preferiblemente viviendo en la villa misma, en orden de escoger mi ropa cada mañana con los eventos del día en mente. Puedes tener que acompañarme de gira, pero si eso no funciona con tu agenda escolar siempre puedo contratar un estilista temporal. En caso contrario, eres libre de ir y venir una vez que hayas escogido lo que voy a usar." Finalmente él se permitió una pequeña sonrisa. "Y si tu trabajo requiere algo más de ti, prepárate para aceptar responsabilidades más grandes…"
"Sólo si puedo llevar a mi familia." Ahora ella estaba sonriendo ampliamente.
"Tenemos más que suficientes habitaciones para acomodar a tres personas más."
"Y mis amigas?"
"No esas tres personas."
"Y qué hay de mi casa y el Templo?" preguntó ella rápidamente.
Él acarició su mentón. "Supongo que puedo discutir el prospecto de hacerme cargo de un Templo con Kikyo. Podemos invertir un poco en restaurar los edificios y emplear a más personas para cuidar de él con los antiguos cuidanderos viviendo ahora en otro lugar…"
"También tendrían que manejar al Abuelo," previno Kagome. "No creo que renuncie al Templo tan fácilmente."
"Es justo." Inuyasha se encogió de hombros. "Todos esos términos son aceptables?"
Kagome ladeó su cabeza. "Eso creo," dijo ella animadamente.
"Podrías tener que firmar algunas cosas… como no demandar si eres secuestrada otra vez mientras estás bajo mi protección."
"Es justo."
"Y mejor que le hagas claro a tu familia que son empleados, no pequeñas estrellas."
"También es justo." Bueno, tal vez Souta necesitaría un poco de convencimiento.
Inuyasha sonrió gentilmente y tocó su mejilla. "Entonces pásalo corriendo a tu familia. Si aceptan mudarse, puedes comenzar después de que regrese de la gira."
Una gira? "Cuándo será eso?"
"Voy a irme en tres semanas… No regresaré hasta tarde en julio." Esa sonrisa se desvaneció un poco.
El corazón de Kagome dolió levemente. Eso era mucho tiempo… "Puedo manejar dos meses sin ti. No eres todo mi mundo, sabes." Todavía. "Y estaré leyendo cada revista que pueda tener en mis manos para asegurarme de que no estás haciendo nada que no deberías." Le informó ella.
"En tanto como te encuentre en la villa cuando regrese." Dijo él.
Kagome le sonrió. De una forma u otra ellos iban a hacerlo funcionar. Tal vez su madre necesitaría una pequeña conversación, pero estaba segura que con la promesa de perder todos sus problemas monetarios su madre no se resistiría mucho a la idea. Souta saltaría ante la oportunidad de vivir en el mismo edificio que Inuyasha, y el Abuelo… en tanto como al Abuelo le fuera permitido visitar el Templo al menos una vez por semana, estaría feliz a donde lo llevaran.
Era un gran compromiso, pero Kagome no podía ver otra forma de estar al lado de Inuyasha sin la molestia de la prensa cayendo sobre ella. Una pequeña parte de ella sabía que estaba renunciando a mucho por un chico… pero la parte más grande cantaba que estaba enamorada y que lo seguiría al infierno si eso significaba que podía estar con él.
También tenía dos meses para cambiar de opinión… así que Kagome se sintió lejos de arrinconada o presionada. Lo cual probablemente era por qué estaba considerando esto…
Mirando su reloj, ella hizo una mueca otra vez. "Probablemente mi madre está colgando afiches de extraviada míos en este momento." Dijo ella, deslizándose de él en la banca antes de levantarse. "Mejor me voy."
Inuyasha la siguió. "Probablemente no me verás por otros dos meses."
Probablemente dos meses era tiempo suficiente para recuperarse del trauma de sus últimas dos semanas juntos. Kagome sonrió de todas formas y alcanzó para abrazarlo cálidamente. "Te extrañaré."
"Yo igual."
Cuando él se separó, fue sólo para besarla otra vez. La sensación de labios contra los suyos era una extraña, y Kagome sabía que le tomaría tiempo acostumbrarse a eso. Pero eso no detuvo al beso de despertar cosquillosas mariposas en su estómago o hacer que las puntas de sus pies se curvaran menos.
Eventualmente se separaron. "Realmente tengo que irme." Le recordó ella.
"Yo también… Kikyo hará un agujero igual en el otro lado de mi cabeza si descubre que me fui." Asintió él.
Fueron otros diez minutos antes de que finalmente apartaran caminos, pero escasamente estaban perdidos para ese momento.
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Una especie de epílogo
Dos meses era mucho tiempo, pero el suficiente para Kagome convencer a su madre de que la mudanza era beneficiosa para todos ellos. La Sra. Higurashi obviamente tenía sus reservas después de ver todo por lo que pasó su hija, pero eventualmente sucumbió a la insistencia de Kagome. Además, no pudo resistirse a la oportunidad de mudarse a una villa costera completada con un Porsche plateado complementario y una piscina.
La Sra. Higurashi tomó un trabajo de media jornada junto a la cocinera, e insistió que su familia comiera junta cada noche lloviera o brillara.
Inuyasha no se ocupó del Templo Higurashi - Sesshomaru lo hizo. Él también hizo al Abuelo de Kagome jefe del departamento que supervisaba el cuidado del edificio del Templo. El anciano estaba ligeramente infeliz sobre la comercialización, pero también le pagaban obscenas cantidades de dinero por primera vez desde su retiro. Una vez más, el disgusto fue breve.
Souta todavía logró mantener una vida normal, salvo por el hecho de que ahora era el chico más popular en su escuela y tenía su propio grupo de féminas.
Las amigas de Kagome nunca lograron captar un vistazo de Inuyasha…
Ni Angelique Spagni, sin importar cuántas veces llamara.
Como se esperaba, el último y más grande hijo de Sesshomaru resultó no tener una simple gota de sangre de demonio perro. Como resultado, Sesshomaru está disfrutando grandemente de su arreglo de divorcio, a pesar del hecho de que fue dejado con los trillizos. Con frecuencia Miroku era llamado o no de niñera mientras Sesshomaru tomaba el ocasional 'viaje de negocios confidencial' con su secretaria. Miroku también engañaba o no a Sango para que se le uniera con frecuencia.
El chisme alrededor de la vida amorosa de Inuyasha se desvaneció, sólo fluctuante de vez en cuando ex-novias vendían sus historias a periódicos o cuando Joi Ito eventualmente se casó con Kouga. El mundo olvidó a Kagome y sus dos semanas de fama salvaje. Su privacidad y vida personal permaneció intacta y una vez más, los extraños no tenían idea de quién era ella o cómo pronunciar su nombre.
La vida se instaló en general y Kagome se volvió una experta en esquivar los tabloides, aunque Inuyasha nunca tuvo la oportunidad de ser tan afortunado. Él continuó viviendo en el ojo público por muchos años, aunque su popularidad estuvo en algún momento anulada por un nuevo cantante latino. Sin embargo, un bien expandido rumor de Kikyo sobre cierto cantante y una cirugía plástica tuvo a Inuyasha de nuevo en la cima.
Inuyasha, por una vez, logró eventualmente logró alejarse de fumar con un poco de ayuda de Kagome - este proceso de dejarlo fue el origen de muchas discusiones que sacudieron los cimientos de la casa casi tanto como la bomba de los trillizos (un evento más renombrado que el disparo en la cabeza de Inuyasha). Pero a pesar de los altibajos, Inuyasha escasamente fue a algún lado sin su 'estilista personal'…
… y por primera vez en su sobre-expuesta y controversial vida; a donde él iba nunca estaba solo.
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Continuará…
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