El siguiente día

La joven se tiro en su cama una vez que se deshizo de su elegante kimono le gustaba mil veces más vestir con yukata, eran mucho más cómodas, se revolvió en su cama un par de veces, se paso una mano por la cabeza y dijo

-"No puedo dormir"...

"me pregunto si Hajime ya habrá llegado con su grupo... de seguro si...a lo mejor ya esta dormido... me dio tanto gusto verlo... aunque no me gusto que aun me dijera que soy una niña... baka... Hajime" la joven cerro sus ojos recordó que hace apenas un par de horas había estado con ella en esa misma habitación su querido amigo de la infancia.

"aunque creo que yo también fui un poco ruda con el"... caviló un poco, más que nada en su conversación de la tarde, se sintió un poco apenada, se encogió en su futon y siguió pensado en el, recordó lo alto que estaba y los extraños flequillos de su frente que ahora estaban mucho más largos que cuando ella lo vio por ultima vez, su larga coleta, su piel más morena quemada por el sol, se sonrojo.

-"esta muy guapo... mucho más que cuando lo vi por ultima vez... gracias a Kami... que no tiene mucho contacto con otras mujeres porque de seguro alguna ya me lo hubiera arrebatado...por Kami... ¿yo pensé eso?... que boba...no, no, Tokio sácate esas ideas de la cabeza... una dama de sociedad, no puede pensar así, o por lo menos no debe" –la chica toco su costado sintió las vendas apretadas producto del golpe del prometido y sintió la ira crecer dentro de ella

-"Si claro una dama de sociedad debe de aguantar maltratos de un hombre solo porque este se pudre en dinero... al carajo la sociedad me gusta Hajime...pésele a quien le pese, me gusta mucho Hajime Saito y punto".

La chica rodó por su futon clavo la mirada en el enorme ventanal por el cual había salido ya hace rato

"Me pregunto que estará haciendo ahora"

El tercer capitán finalmente había llegado a su habitación era grande y no le sorprendía tenía un puesto alto en el shinshei como para que su habitación fuera cualquier cosa, pero a pesar de que la habitación tenía un gran futon en el que seguramente cabrían dos personas el lo único que hizo fue quitarse la espada del cinto para colocarla sobre su regazo y proceder a dormir en el piso, sentado con la espalada recargada en la pared, había dormido tanto tiempo de esa forma que ya era natural en el suspiro un poco y dejo que su mente vagara hasta que se poso en lo que había pensado en todo el día.

-Carajo todos en el maldito grupo ya se ha enterado... no es que me sorprenda, pero no me gusta que las personas se inmiscuyan en mi vida, aunque, no importa demasiado... tampoco iba a dejar de ver a Tokio solo por los idiotas que tengo por compañeros... –se sonrió abrió los ojos de su letargo y pensó en la muchacha que dormía lejos de el - Tokio... esta, bastante guapa... siempre lo ha sido pero ahora, ya parece una mujer... de verdad antes era solo una chiquilla escandalosa y ahora... una mujer...por dios... debería dejarle esos pensamientos sucios a Harada - su sonrisa se amplio aun más recordó el al verla vestida con ese lindo kimono hace un par de horas, sin embargo su sonrisa se desvaneció al recordar algo más –si tan solo no hubiera tenido ese feo golpe en la mejilla... si no le hubiera golpeado... encontrare a ese maldito y le haré pagar nadie lastima a Tokio no mientras yo este cerca...

A la mañana siguiente el sol brillaba con la misma intensidad del día anterior, unas pocas nubes invadían el azul del cielo, pero sin duda era un excelente día para entrenar

-Tokio-sama

-Buenos días Ogae

-Tokio-sama que hace tan temprano levantada

-Voy a entrenar un rato –dijo la joven yéndose tras el biombo de su habitación

-Pero Tokio-sama...

-No hay peros Ogae... llevo demasiados días sin entrenar voy a perder practica

-Ojala Tokio-sama, una señorita de sociedad no debería de perder el tiempo en esas cosas

-¡No es perdida de tiempo Ogae!

-Quizás no pero debería dejar esos duros entrenamientos para los campesinos, usted debería de aprender artes... tocar el koto... pintar...

-No me gustar tocar el koto y prefiero el dibujo a la pintura gracias

-Tokio-sama

-Lista –dijo ella, la chica salió detrás del biombo totalmente cambiada, llevaba un traje de pelea justo a su medida y una sonrisa de satisfacción en el rostro

-Tokio-sama... de verdad va a ir

-Claro

-Debería de pensar en sus heridas

-No me molestan

-Pero y su ida al templo... su padre...

-Hay Ogae ––solo le dije eso a papá, para que no me obligara a ir con ese Tokashi

-¡Tokio-sama!

-No importa... tengo que irme

-¡Tokio-sama!

-Llegare tarde

-TOKIO-SAMA -La chica se perdió en la lejanía y la mujer ya mayor no pudo hacer más que verla, suspiro

-A Takagi-san no le va a gustar esto

-Ya casi llego–dijo la joven agitada se había ido lo más rápido que sus piernas le permitieron había llegado finalmente a una casa grandísima que estaba algo alejada del pueblo, su sonrisa se amplio abrió la puerta principal

-Buenos días –dijo ella ante la puerta estaba una pequeña de no más de 7 años tenía una larga cabellera azabache y una mirada celeste, le sonreía

-!Toki... ya llegaste!

-¡Konichiwa!

-Pensé que no ibas a venir... ya te habías tardado mucho... –la mujer se inclino un poco para quedar a su altura, vio sus encantadores ojos azules, su sonrisa se amplio revolvió sus pelos oscuros

-¡No tienes fe en mi!

-No... porque eres una impuntual

-¡QUE DIJISTE... TE VOY A ENSEÑAR! –dijo ella tomando en brazos a la preciosa pequeña que estaba frente a ella comenzando a dar vueltas por toda la habitación... una vez que termino la chiquilla estaba toda mareada pero aun así continuo platicando alegremente

-¡Papa me esta entrenando!

-En serio

-¡Hai y ahora soy muy fuerte!

-¡Tokio, ya llegaste!

-Si muy buenos días Sango-san... ¿como ha estado?

-Bien muy bien... ¿Tokio que te paso en la cara?

-Ah... esto nada, importante –la hermosa mujer de pelo castaño y mirada celeste cual su hija se acerco levanto el mechón del pelo con el cual cubría gran parte de su cara y suspiro apenada

-Oh... Tokio

-Por favor Sango-san no se preocupe por mi

-Toki...

-Vamos no ponga esa cara donde esta el sensei

-Tokio...

-De verdad... Sango-san, estoy bien, soy una chica muuuuuy fuerte

-Soujiro esta el dojo

-Si ya me lo imaginaba, ¿desesperado?

-Algo

-Comprendo... permiso Sango-san –la joven se dio la vuelta pero antes de que pudiera avanzar algo la voz de una pequeña niña le hizo volverse

-Toki-chan

-¿Qué pasa?

-Después de tu entrenamiento te quedaras a jugar conmigo

-Por supuesto pequeña... pero ahora tengo que irme ya conoces a tu padre

-Si Toki, no te tardes te voy a esperar...

-Hai...

La mujer corrió detrás de la casa hacía donde había un gigantesco dojo, la puerta estaba entreabierta lo que significaba que el maestro ya le esperaba, recorrió la puerta con suavidad, todavía no había entrado cuando escucho oír de dentro

-Llegas tarde Tokio

-Disculpe maestro tuve un pequeño inconveniente

-¿Otra vez peleando con tu dama de compañía?

-Como lo supo...

-Siempre es lo mismo

-Pues si, ya sabe... nunca quiere que venga a entrenar, cree que esto no es importante

-La mayoría de las personas lo piensan y más si es una chica quien lo practica

-En eso tiene razón... como me gustaría que lo viera de la forma en que yo lo veo

-Ojala pudiéramos cambiar el mundo con solo desearlo...–el hombre se volteo de su meditación, era alto bien parecido de cabellos azabaches cual la hija y ojos cafés parecia bastante severo, miro a la joven con detenimiento - ¿Tokio que te paso en la cara?

-Ah, un pequeño accidente –el hombre se le acerco se inclino un poco y vio el golpe en la cara de la joven, suspiro

-Un feo golpe

-No no tanto ya ni me duele

-Eres fuerte Tokio, pero no invencible, tienes que cuidarte más

-Si sensei...

-De momento lo que tenemos que hacer es esforzarnos en lo mejor que podamos

-Hai

-Bien, entonces Tokio toma una shinai

-¿Shinai?

-Hai

-¿Otra vez?

-Hai

-Maestro usted prometió que...

-No te prometí nada Tokio... dije que te entrenaría porque tu así lo quisiste, pero recuerda lo que te dije...

-"Si quieres que te entrene va a ser bajo las reglas de mi escuela... sin espadas, no kodachis, no katanas, no nada, solo con una shinai"... si lo recuerdo...

-Bien entonces...

-Maestro pero yo ya se utilizar una katana y una shinai es... un juego de niños...

-Tokio...

-Estoy segura de que incluso usted sería mejor con una katana que con una espada de bambú

-¡Takagi-san!

-¿Si maestro?

-Recuerdas el lema de la escuela Kamiya Kaashin

-Si maestro

-La escuela Kamiya Kaashin es para proteger no para matar a nadie... una espada es un arma y su función es matar... yo no lo acepto y por ello me rijo bajo este estilo de vida... por eso no puedo llevar una katana de verdad, ¿lo entiendes?

-Lo entiendo

-Bien, ahora Tokio toma una shinai

-Si...

-Tokio...

-Si maestro... no creas que solo porque es de madera no puedes pelear con ella... hoy mismo te demostrare que es lo que se puede hacer con ella...

-Maestro...

-En guardia Tokio

-Saito-san

-Si Okita

-Encontré un poco información que me pidió... tome

-Gracias... –el joven le tendió las papeles que tenía en la mano, el capitán comenzó a leerlos rápidamente

-Tokashi... empresario... adinerado... desgraciado...no es suficiente... esto ya lo sabía...

-A habido poco tiempo se hace lo que se puede

-Si lo entiendo... me quedare con ellos... pero continua con la investigación

-Hai...

-Okita

-Si...

-¿Qué hora es?

-Cerca de las 7 de la tarde...

-Tengo que irme...

-Ira con la señori...

-Continua con la investigación

-Si Saito-san

-Tengo que verla

-Por Kami estoy muerta

-Toki-chan estas bien

-Si Kaoru-chan... solo que tu padre es muy severo cuando se lo propone –dijo la mujer sentada el pórtico de la entrada de la casa de los Kamiya, al lado estaba la pequeña que sostenía la espada de bambu

-Si... ese es mi papá...oh...quien es... –dijo la pequeña viendo la silueta de un hombre alto que veía a las dos fijamente, Tokio se levanto casi de un salto, la niña le miro asombrada

-Toki... le conoces...

-Hajime

-Tokio...

-¿Cómo?... me encontraste

-Tengo buenos informantes...

-Me has estado vigilando...

-Tu que crees...

-¡Tu! –la chica se le quedo viendo de una forma bastante fea al hombre que se le acercaba a ella, le sonrió una vez que estuvo lo suficientemente cerca... la joven sintió que la pequeña le jalaba de las mangas de su traje de entrenamiento

-Tokio...

-¿Si Kaoru?

-Lo conoces...

-Por desgracia...

-A mi también me alegra verte... –la chica no pudo reprimir una sonrisa

-Tokio

-¿Si Kaoru?

-¿Es tu novio?

-¿Qué? –la muchacha se puso de mil colores volteo a ver a la niña que estaba a su lado esperando respuesta volteo a ver al hombre que aun seguía viéndole son una sonrisa más amplia de lo normal

-¡Que cosas dices Kaoru!...las niñas buenas no dicen eso

-Pero si ella parece una niña muy buena...

-¡Tu cállate!... Kaoru... esas cosas no se preguntan así sin más

-¿Por qué no?

-Pues porque, no... vamos, es suficiente por hoy, ve adentro que ya es algo tarde...

-... pero que no íbamos a jugar... –la mujer se volteo a ver al hombre que estaba frente a ella su ruborizo un poco y dijo con una sonrisa a la pequeña

-... lo siento Kaoru... creo que hoy no podremos jugar juntas...pero te prometo que mañana sin falta

-Bueno... Toki, no olvides tu shinai

-Ah, si gracias Kaoru... –la pequeña le entrego la espada, la joven mujer pudo escuchar detrás de ella un bufido como de burla, más no dijo nada, se inclino un poco para con la jovencita y dijo maternalmente

-Ahora entra a la casa

-Hai...te espero mañana...

-Adiós...

La pequeña entro a casa y la joven se quedo al lado del capitán que veía la casa, la joven kendoka comenzó a caminar con el hombre a su lado

-Kaoru-chan... Tokio ya se fue...

-Hai...

-Pero ya esta oscuro... le hubieras dicho que Soujiro le acompañara...

-No es necesario hoy va con su novio...

-¿Novio?... Tokio tiene novio

-Hai... aunque se ve muy serio para Toki...

-Vaya no sabía que Tokio tuviera novio...

-Si... pero es algo raro, tiene unos rasgos muy fríos y unos ojos feos

-¡Kaoru!

-Pero es cierto mamá, tiene unos ojos muuuuuuuuy feos

-Achu, Achu

-Salud

-Gracias

-¡Seguro alguien esta hablando mal de ti!

-Es lo más seguro

-Hajime

-¿Si?

-¿Que haces aquí?

-Dijiste que me esperarías ¿no?

-Si lo dije

-Y vine a escoltarte a tu casa

-Que amable... –dijo ella irónica –pero temo decirte que no necesito escolta –dijo ella apresurando el paso, el hombre sonrió y siguió apresurando el paso para no quedarse atrás

-Que raro que lo digas cuando tienes una dama de compañía que te escolta a todos lados

-¡Otra vez con eso!... Ogae, no me acompaña a todos lados, o acaso la ves por aquí

-¡Que genio, Toki-chan!

-Deja de decirme así, ahora dime como me encontraste en la casa del maestro Kamiya

-No fue difícil... tienes un patrón de conducta muy común, entrenas en el dojo Kamiya desde que llegaste a Aizu, sales todos los días a la misma hora y vas caminando a casa.. podría ser peligroso

-Gracias por preocuparte por mi pero no tengo miedo... tengo un muy buen maestro y una buena técnica

-Realmente crees que te podrías defender con un débil pedazo de madera –dijo el señalando con desprecio la shinai que traía en la mano izquierda

-Lo mismo pensaba yo, pero te sorprenderías lo fuerte que se puede llegar a ser con una shinai

-No me digas

-Si te digo

-No dudo que pueda ser maravilloso para que los niños se entrenen pero la espada japonesa es sin duda la mejor arma

-Puede ser

-Lo es

-Solo porque tu lo digas no significa que lo sea

-Pero lo es

-¿Seguro?

-Mucho

-Bien... entonces ¿Qué tal una apuesta?

-¿Apuesta?

-Si puedo vencerte con mi shinai tu te disculparas por tu ofensa

El hombre se sonrió se acerco mucho a la mujer para quedar a unos pocos centímetros le dijo suavemente

-Me parece bien... pero en el probable caso de que yo gane cual sería mi premio

-¿Qué quieres que haga?

-Eso ya lo discutiremos luego

-No confió en ti

-No me importa

-Eres un desgraciado

-Ya lo he oído antes... y bien aceptas

-...acepto

-Ya lo sabía

-Dijiste algo

-No

-Que te parece ahí -dijo ella señalando un páramo en donde había un hermoso lago, había varias luciérnagas que iluminaban la noche y el piso era liso, perfecto para entrenar, Tokio se sonrojo, era un lugar perfecto para una cita de amor pero no para una pelea, sonrió que más daba, si esa era la forma en la que ellos se comunicaban que así fuera.

Dieron un par de pasos, la joven se coloco en la guardia común de la escuela Kaashin, el en cambio se coloco de una forma muy extraña.

-Lista Tokio –dijo el, la joven pudo como el colocaba en la espada su mano izquierda, le miro extrañada, nunca había visto esa postura

-¿Qué es eso?

-Gatotzu

-¿Qué?

-Mi técnica favorita... mi especialidad

-Gatotzu –el hombre se lanzo a atacar, la mujer apenas si lo vio grito asustada pero lo pudo esquivar con mucho trabajo cayo en el pasto con los ojos bien abiertos

-Gatotzu

-Eres muy rápida Tokio, pero no creo que tengas más suerte la próxima vez–la chica aun no lo podía creer, seguía con los ojos abiertos como platos mientras que la sonrisa de su compañero se profundizaba cada vez más

-Como es que tiene esa velocidad

-¿Asustada?

-¿Eh?

-No te culpo, gracias a esta técnica fue que me nombraron capitán

-¡Bah, no fue nada–dijo ella levantándose del pasto y sacudiéndose el polvo como si no hubiera pasado nada

-¿Entonces porque estas temblando?

-Solo me sorprendiste

-Lo siento Tokio, el que gane esa apuesta seré yo...

-Eso ya lo veremos –dijo ella con una sonrisa - no me voy a dejar ganar

-No lo digas con tanta seguridad -La chica se puso en guardia

-He entrenado por muchos años con los mejores, pero creo que lo has olvidado –dijo ella

-Del mismo modo que tu seguramente has olvidado que yo soy un capitán

-No, no lo he olvidado

-Pues tal pareciera que si...

-Hablas mucho, vamos ata... –el hombre no espero a que ella terminara la frase se lanzo nuevamente sobre ella, le tomo del cuello de su traje de entrenamiento, la tumbo contra el piso se coloco sobre ella, y puso la katana bajo su cuello.

-Gane –dijo Saito con una sonrisa, la joven le veía sorprendida, la ultima vez había visto el movimiento, pero esta vez no vio nada, se sonrojo –no bajes nunca la guardia

-Mou... me tomaste desprevenida

-En la guerra no te van a decir cuando te van a atacar

-No es justo

-Si lo es... ahora está bajo mi merced, Tokio Takagi–dijo el hundiendo más le espada bajo su cuello, la joven podía sentir el frió acero sobre su piel, sin embargo no se asusto en lo más mínimo

-¿Vas a matarme?

-Podría hacerlo

-Podrías, pero no lo harías

-No estés tan segura

-Oh Hajime de eso ciertamente lo estoy

-¿Crees que me conoces?

-Por supuesto –dijo ella con un poco de voz sensual paso su mano izquierda hacia su mejilla, le toco con suavidad, el hombre seguía con la espada bajo su cuello, -te conozco tan bien que no estas seguro si debes de matarme o de besarme

-Tokio...

-¿Me equivoco?-la mujer le sonrió, paso sus manos por su cuello hasta llegar a su gi, el cual delineo perfectamente con la punta de sus dedos, justo en ese momento el soltó la espada, la sonrisa de ella se agrando mucho, todo había resultado de acuerdo al plan, el 3er capitán apenas se si lo podía creer, realmente ella lo estaba seduciendo, no era un sueño, parecía muy real, Tokio se veía más bonita que nunca le sonreía, estaba toda roja –esa era tu parte de la apuesta...

-Tokio... –el hombre se inclino un poco, la mujer le vio con los ojos entrecerrados, sintió su respiración cálida sobre sus mejillas, era todo perfecto, sin embargo, un comentario de la mujer le hizo volver a la realidad

-Hajime... no bajes la guardia

-...¿eh?

Y entonces paso un buen golpe dado en la parte más sensible de los hombres y su prisionera estaba libre, la joven reía alegremente, tomo del brazo del capitán a su lado, le hizo una llave le tumbo, coloco su rodilla izquierda sobre su espalda la otra sobre el piso, con una mano jalo su brazo atrás en la espalda y con la otra tomo la preciada espada japonesa del susodicho y la coloco sobre su cuello, el tenía la cara roja, del coraje la vergüenza y el dolor claro esta, si bien el miburo, era muy fuerte tampoco era de piedra

-Carajo, Tokio...

-¡Tu mismo lo dijiste, no bajes nunca la guardia!

-Tokio...

-Técnica secreta de Tokio Takagi, el poder de la seducción

-¡¡¡¡ESO NO ES UNA TÉCNICA!

-¿Qué dices? Pero si te vencí con ella...

-Me tomaste desprevenido

-El la guerra nunca te vas a decir cuando te van a atacar

-¡¡¡TOKIO!

-No trates de soltarte Hajime, la escuela Kamiya Kaashin tiene muy buenas llaves, y a pesar de que no soy muy buena, se dos que tres buenas técnicas

-¡¡¡TOKIO!

-Como esta... no se necesita mucha fuerza, pero una vez que tu oponente este en el piso es prácticamente imposible que se pueda soltar solo

-Por favor... podría zafarme en este momento de esta llave y...

-¿Ah si, ¿entonces porque no lo has hecho?

-¡Carajo! –dijo este moviéndose bruscamente para soltarse, pero en lugar de soltarse solo hacía que ella le jalara más del brazo, escuchaba a la joven reír, sintió como encajo su rodilla en la espalda de el y se inclino un poco le susurro al oído

-Un consejo Hajime, nunca subestimes a Tokio Takagi

El hombre rió por lo bajo y le dijo en voz baja

-Tomare tu consejo –la mujer sonrió complacida, finalizo con la llave aventó la espada japonesa y le ayudo a levantarse

-¿Estas bien?

-Hai

-Me sorprendiste

-¿Qué?

-Me sorprendiste mírate eres tan delgada que nadie supondría que tuvieras esa fuerza

-Como veras no pase estos años cosiendo y cocinando

-Ya me doy cuenta... por cierto que paso con la apuesta

-¿La apuesta, ah si... supongo que se quedo en empate ¿no, tu me venciste primero y luego yo te vencí a ti estamos a mano

-Supongo

-Decepcionado

-No

-Lo supuse... pero unos segundos más y hubieras llevado a cabo tu parte ganadora de la apuesta

-Supones bien... vamos te llevare a casa

-Gracias

También vendrás mañana

-No lo se

-Entonces te esperare por tercera vez...

Bien, que les pareció un poco cursi, ¿no, cualquier critica, comentario, sugerencia... en el siguiente capitulo espero ya poner un poco más de acción, gracias por su tiempo.