Delante de ella estaba su capitán con la mano en el mango de la espada un cigarrillo en la boca y una pequeña cortada en la mejilla y su cabello suelto luciendo lustroso y hermoso.
-¿Hajime?
-Atrás de mi Tokio...
-H..hai
-Saito –Jinei le observo fríamente -¿por qué?
-Realmente creerías que con esa absurda mentira nos ibas a engañar
-...
Y después de la tormenta...(viene la calma)
-Estupido... eres demasiado estupido, y creo que el único remedio que conozco para la estupidez es la muerte –Jinei dio un par de pasos atrás con una sonrisa nerviosa mostrándose en sus labios
-¿Lo sabías?
-Por supuesto que lo sabía, realmente debes de creer que somos unos idiotas, para que te creyéramos... acaso crees que los generales nos mandan información tan importante con soldados de baja categoría como tu...
-Saito –murmuro mirándole
-Mediocres y traidores como tu
-Calla...-Jinei tomo su espada y corrió hacia el, pero antes de que se acercara lo suficiente, sintió, la punta de la espada del capitán peligrosamente cerca de su pecho
-¿Crees que estas en posición de decir algo?
Jinei agacho un poco su cabeza y le observo de forma grosera
-Es una descortesía no contestar cuando te preguntan algo Jinei, no querrás comportarte como un verdadero patán frente a una dama ¿o si?
Jinei sonrió
-No me interesa quedar bien con esa... –los ojos de Jinei se posaron en la figura femenina detrás de Saito, el cual para pronto dio un paso adelante para bloquear su visión
-Dilo y date por muerto –mascullo, Jinei sonrio más ampliamente y solo dijo mordazmente
-Dama
-Idiota –Saito entorno sus ojos dorados haciendo que la sonrisa de Jinei se ampliara como nunca
-Que terrible mirada capitán, debo sentirme honrado
-¿Qué?
-Estoy seguro que ni el Battosai ha tenido el placer de verte así –Saito bufo y dijo de forma sarcástica
-Sigue hablando Jinei cada palabra salida de tu boca te acerca más y más a una muerte terrible y dolorosa –Cualquier persona en su sano juicio hubiera corrido bien lejos al escuchar semejante declaración más sin embargo Jinei parecia sumamente divertido
-¿Furioso capitán?... debes de estarlo... debes de estar temblando de rabia en pensar que hubiera pasado si hubieses tardado más de unos minutos
-...
-Si se que lo sabes... sabes que en unos minutos... tu mujer también pudo haber sido la mía...-Saito con rapidez dio un golpe con su espada que este detuvo con una extrema facilidad
-Patético, patético
-¿Qué? –mascullo Saito viendo como Jinei le había detenido y no era solo esa la sorpresa, sino que lo había hecho, como si Saito fuera tan solo un simple principiante, Jinei seguía hablando
-Es realmente patético...
-...– este sin decir nada volvió a blandir su espada contra el, nuevamente Jinei le detuvo con una facilidad desesperante, Jinei rió con ganas y le dijo de forma sarcástica
-Enojarse esta bien pero eso solo causara una tensión innecesaria y limitara tu fuerza a la mitad –y dicho esto el soldado del shinshen volvió su espada contra el capitán ocasionándole un corte que se extendió desde su costado izquierdo hasta su ombligo
-¡HAJIME! –grito Tokio llevándose una mano a la boca
-Kuso –mascullo el aludido dando un ligero salto hacia atrás para alejarse
-Hajime –dijo nuevamente la mujer tratando de correr hacia el pero, este le detuvo con una seña
-No te acerques Tokio –dijo este tocándose la herida
-Pero Hajime-kun...-dijo la joven tratando de dar un paso
-¡QUE NO TE ACERQUES! –grito Saito al tiempo que encaraba a Jinei, el cual sonreía
-Parece que el amor te ha hecho olvidadizo
-...
-¿Acaso no lo recuerdas "Hajime-kun"?
-¿Recordar que?
-Una regla básica del shinshen...
-¿De que demonios...?
-El enfurecerte causa una tensión innecesaria y eso hace que tu poder se reduzca a la mitad, por lo cual...-Saito finalmente entendió las palabras de Jinei las había escuchado antes pero no le había prestado mucha atención, finalmente como si fuera una luz que se encendió en su cerebro, entendió todo perfectamente
-Por lo cual trataste te fuiste contra Tokio –dijo apretando los dientes furiosamente –para enfurecerme y poder vencerme...
Saito encaro al hombre el cual dada como respuesta una sonrisa sádica
-Desgraciado
-No, desgraciado no... astuto-dijo este lanzando nuevamente un sablazo contra el capitán el cual lo alcanzo a esquivar a duras penas haciéndole un leve corte en su brazo derecho -Saito se detuvo unos segundos y le miro desde lejos mientras la sangre se extendía cada vez más en su traje, Jinei levanto su espada y vio con placer la sangre en esta –sangre... tu sangre... la del capitán Hajime Saito...-los ojos de el capitán centellaron - debes de sentirte humillado...
Saito enfurecido solo le veía si las miradas mataran Jinei ya seria poco menos que polvo, Jinei siguió
-Al saber que al que llamaste soldado débil y mediocre vaya a vencerte –dijo este sarcásticamente, Saito malhumorado contesto
-¿Ya terminaste?
-Aún no, daré todo por terminado cuando te mate...
Saito bufo sarcástico dándole a entender que eso era imposible
-Y tenga a la funda de tu espada...
-¿Funda?... –el hombre levanto una ceja extrañado Jinei con el rostro señalo a Tokio, la cual estaba toda temerosa Saito se apretó la espada -¿Tokio?
-Así es... Tokio... de este modo podré demostrarle a todo el shinshen que el maravilloso Capitán Saito es tan patético que ni siquiera es capaz de mantener su honor ni el de la persona que más ama...
-Tu...
-Entonces lamentaran no haberme colocado a mi como uno de los diez capitanes –Jinei rió como maniaco pero su sonrisa se esfumo al ver que el capitán también sonreía de manera similar
-¡De que sonríes!
-:...
-¿Dime de que sonríes!
-Así que por mi rango ideaste toda esta tontería
-¿Qué?
-Mi rango... vaya, por que poca cosa –dijo el hablando para si mismo, Jinei estaba molesto
-Ya lo sabes... ¿y que harás?
-Lo único que puedo hacer ahora
-¿Qué?
-Matarte -Saito enfundo nuevamente su espada y saco su paquete de cigarrillos encendió uno para luego poder mirarlo de forma arrogante
-Demasiado confiado –dijo Jinei molesto
-Un capitán no tiene que serlo, pero tomando en cuenta que solo voy a pelear con un pobre diablo
-¿Qué?
-Te seré sincero... esto no es nuevo... ya he tenido peleas con pobres diablos que quieren demostrar que son mejores que uno... no es raro... lo que si es nuevo es que trataran de atacar a... mi funda como dices tu...y créeme... aunque lo dudes... eso es lo que más me enfurece -y dicho esto con una enorme velocidad Saito se lanzo contra Jinei clavándole la espada en el hombro derecho haciendo que este cayera de espalda varios metros lejos
-No-
Saito escucho como Tokio gemía a lo lejos en otra ocasión hubiera parado pero no ahora
-No puede ser...-trastabillo Jinei tumbado en el piso sintiendo la sangre que se esparcía por el piso y su gi, Saito se acercaba con paso seguro y decía con una mirada terrible que era cierto nadie había visto nunca ni siquiera el mismo Battosai
-Que te quede algo bien claro... idiota... –Saito golpeo su hombro haciendo al joven gemir de dolor -el titulo de shinshen, no me lo gane solo por suerte...y me gustaría que hubiera algún testigo de eso... –Saito clavo la espada del lado contrario de donde había clavado la primera vez -pero temo decir que ninguno de los imbeciles arrogantes con los que me he enfrenado ha tenido la suerte de salir con vida... –Saito clavo su espada un poco más profundo haciendo que un chorro de sangre saltara hasta su gi
-Aghh...
-Pero lo que me molesto no fue eso... lo que me molesto fue el hecho de que creyeras... que podrías ponerle una mano a Tokio sin que yo hiciera algo - la espada de el se clavo más aún- créeme antes muerto –Saito sonrió al ver como el hombre sudaba frió y sus labios temblaban Saito movió la espada en forma horizontal haciendo más profunda la herida –¿duele cierto?... y créeme ni siquiera hemos empezado...
-Aghhhhhhh
-Me has hecho perder mi tiempo y me has hecho enojar bastante... –Saito saco la espada con rapidez y lo pateo en las costillas -y el que hace enojar a un capitán no es muy listo... –el hombre puso la espada al frente de su cara en donde se balanceo peligrosamente luego la bajo hasta su garganta en donde la clavo un poco
-¡No te atreverás!
-Muy pocas cosas soy incapaz de hacer, y matarte no es una de ellas
-...no
-Nos vemos en el otro mundo Jinei... y ya que llegues ahí me saludas al desgraciado de mi hermano... que también creyó estúpidamente que podría hacerle daño a Tokio
-¡Pues entonces mátame!
-No es necesario que lo repitas
-Mátame, para que tu funda vea realmente que no eres más que un asqueroso asesino –Saito vio como el hombre sonreía como loco, sintió un odio como nunca, peor incluso que el que alguna vez había sentido a el Battosai, apretó los dientes, ese hombre no merecía seguir con vida, tenia que matarlo... pero no podía, en ese momento no podía, no porque no lo deseara sino porque alguien le detenía, alguien le estaba jalando suavemente de su gi...
-¿Tokio?
-Hajime, no...
-¿Pero...?
-Por favor... Hajime-kun por favor
-Tokio ¿qué estas diciendo?-el capitán giro un poco para ver a la mujer la cual estaba tan pálida como la cera
-No lo mates...
-¿Qué?...
-Hajime-kun –la joven le veía con ojos llorosos –no lo hagas
-Tokio este desgraciado iba a violarte y matarte y aun así...-la espada de se balanceaba peligrosamente por la garganta del hombre, Tokio aun de espaldas a el, tomo su mano izquierda y la acaricio suavemente, mientras recargaba su cabeza en su espalda
-Aun así Hajime...
-¿Por qué?
-Te volviste un asesino por mi culpa... no he podido olvidarlo...ni he podido olvidar que hubiera pasado si no hubieras hecho eso... por eso por favor no vuelvas a matar... no por mi...
-No me pidas eso
-Te lo pido... por favor Hajime-kun... déjame ser la funda de tu espada–Saito sintió como la mujer se aferraba más a su espalda y con su mano libre apretaba delicadamente la suya, la joven sollozo contra su espalda, mientras Saito veía con enfado al hombre frente el
-Jinei... –Saito pudo sentir como el cuerpo de la mujer se tensionaba al oírlo hablar
-Hajime-kun...
-Da gracias... pues un ángel ha salvado tu asquerosa vida
Tokio se relajo al escuchar dichas palabras y vio como el hombre le observaba de mala manera, Saito hizo un débil movimiento para hacer que Tokio le soltara
-¿Crees que será tan fácil?
-Si lo creo
-Pues no... no te va a ser tan fácil... voy a seguirte a ti y a tu mujer... y... no te va a ser sencillo deshacerte...
"PLAF" -El hombre quedo en el piso finalmente noqueado Saito parpadeo un par de veces y volvió su cara hacia Tokio, la cual seguía viendo a Jinei con una expresión de asco en el rostro
-Este hombre ya me había cansado –dijo Tokio con su shinai en mano y la cara roja de coraje
-¿Tokio? –Saito arqueo sus cejas
-Tu ya hiciste tu parte creo que ahora era mi turno -Tokio sonrió nerviosa ante la mirada sorprendida de su amigo, el cual opto por sonreír levemente tomo su cara entre su mano derecha y la acerco para darle un suave y delicado beso en los labios, Tokio sonrió y mascullo a una distancia de milímetros –si para que me beses así casi tienen que matarme, tratare de estar en problemas más seguido
Saito rió entre dientes
-Vamos te llevare a casa
-Hai –y como si nada hubiera pasado la joven camino a su lado como lo haría una bonita pareja de enamorados a los que no les importa más que estar juntos
-Debe dolerte –dijo Tokio oliendo el penetrante olor a sangre, Saito sin embargo dijo despreocupadamente
-No demasiado
-¿Ya estas acostumbrado?
-Digamos que si
-Ya...–contesto Tokio viendo con demasiado interés el piso, Saito en cambio caminaba lento como si estuviera meditando algo... por unos minutos que parecieron toda una eternidad ninguno de los dos dijo nada, como podrían hacerlo si hace apenas un par minutos atrás los habían tratado de matar y tras su largo y silencioso recorrido llegaron hasta su destino
-Llegamos
-Gracias
-si...
-Pero no solo de esto -Tokio estaba toda roja y se frotaba disimuladamente los dedos la joven levanto la cara y vio finalmente a su novio frente a frente, tenía una pequeña cortada y su cabello seguía cayendo suavemente tras su espalda, se mordió el labio inferior -Hajime...creo... más bien debo... por enésima vez darte las gracias –Saito parecía impasible movió los labios un poco y tras unos breves segundos dijo
-No tienes porque...
-Claro que si... mírate estas herido y sangrando y...
-Y si no fuera por mi Jinei jamás hubiera ido tras de ti, tu y yo es decir... si nosotros no... fuéramos nada...-Saito vio como Tokio sonreía disimuladamente- nada de esto hubiera pasado
-...-Tokio no dijo nada pues sabía que era cierto Saito interpreto su silencio y tras un breve espacio dijo
-...tengo que irme
-No...
-¿...?
-Hajime espera
-¿Ahora que? –dijo Saito con un tono de cansancio en su voz Tokio no decía nada y el se estaba desesperando pero antes de que el le espetara algo Tokio dijo suavemente
-¿Quieres pasar?
-¿Qué?-Saito se sorprendió de esa respuesta y arqueo una ceja Tokio le miraba suplicante
-¿Qué si quieres pasar? –Saito vio como Tokio temblaba levemente... este en cambio dijo lo primero que se le vino a la mente:
-Es muy tarde –Tokio se puso aun más roja y dijo trastabillando algunas palabras
-¡Por eso mismo!... mírate estas sangrando... y de seguro que no encuentras un doctor que te atienda a esta hora...y yo...
-¿Si?
-Yo... tengo unas cuantas vendas en mi alcoba y...
-¿Y? –Saito volteo disimuladamente hacía el cuarto de la chica y luego hacia ella, la cual había optado por terminar su argumente con un...
-Y...creo que podría atenderte bien...-Saito vio a la apenada mujer y sonrió disimuladamente
-Ya lo creo que si –dijo este, Tokio sonrió sorprendida y dijo con un tono de voz que era de singular alegría
-Ya sabes por donde subir... quiero estar segura que nadie va a verte
-Hai
Una vez en casa Tokio entro sin muchos miramientos su novio ya le esperaba en su cuarto y esta no podría estar más contenta, como bien había dicho el capitán ya era tarde, por lo cual no tuvo que dar ninguna explicación puesto que la mayoría de los empleados y su padre en particular estaban ya acostados todos menos...
-¡TOKIO-SAMA!
-Ahhh Ogae...
-¿Tokio-sama ya llego pero es tardisimo casi las 10 donde estaba?
-Yo... me... yo...
-¿si?
-Yo este... pues...-Tokio volteo hacia todos lados y de repente se acordó al ver la espada de bambú que sostenía en su mano derecha –me estaba despidiendo de mi maestro
-¿Qué?
-Si... mira –la joven le enseño la espada de la escuela Kamiya Kasshin –se marcharon a Tokio esta tarde
-Oh señora debe de estar tan triste
-Si mucho –dijo Tokio desesperada por irse
-Vamos señora le preparare un te y...
-¡No! –dijo ella casi gritando
-Pero señora
-Es decir no es necesario de verdad estoy muy cansada y creo que lo mejor será dormir
-Si claro lo entiendo señora
-Me alegra que así sea
-Buenas noches
-Buenas noches Ogae –dijo Tokio caminando a toda prisa hacia su habitación, corrió su puerta y le puso el seguro una vez dentro donde escucho:
-Esa dama de compañía tuya parece más bien una plaga
-Ogae siempre esta en todo si a eso te refieres
-Demasiado en todo diría yo –contesto este viendo como Tokio abría la puerta de su closet y sacaba un montón de vendas –estas muy preparada
-Entreno desde que soy una chiquilla las heridas y los golpes están a la orden del día
-A veces lo olvido –contesto el viendo como la mujer encendía una lámpara de aceite
-Si claro como el maravilloso capitán Saito recordara que su chica es también una guerrera
-No salgas con eso –dijo Saito viendo a la joven que ponía agua en una urna y el montón de vendas a su lado
-Acércate
-Hai
-Pero...
-¿Pero?
-Quítate el gi
-¿...?
-Digo para limpiar tu herida –dijo Tokio balbuceando, Saito sonrió
-Claro –Saito desamarro el gi pero justo en el momento en que su piel rozo con la tela hizo una mueca de dolor
-¿Hajime?
-No es nada –mintió el
-No seas tonto –dijo ella acercándose al el, este parpadeo extrañado al ver como la joven tomaba la tela de gi y la retiraba con sumo cuidado como si fuera la cosa más delicada del mundo, con sus suaves manos retiro la tela que se pegaba en la herida y este dijo con voz suave
-No tienes que ser tan cuidadosa
-¿Tu no lo serias conmigo?
-Es diferente
-¿Solo por qué soy mujer?
Saito guardo silencio y permitió que la joven retirara todo el gi y luego la joven mantuvo la respiración por unos segundos, todo su pecho estaba lleno de cicatrices, viejas nuevas, Tokio palideció, Saito vio la cara de la joven y opto por decir
-La vida del shinshen te deja marcado
-Si lo veo... vamos –contesto Tokio tomando su mano y sentándose en el tatami seguida de este, la mujer tomo un lienzo y lo sumergió en el agua para luego proceder a limpiar la herida... no fue tarea fácil, tuvo que pasar muchas veces el lienzo para limpiar perfectamente la herida y luego proceder a vendar, ninguno de los dos hablo durante la curación, Saito trataba de no concentrarse mucho en el dolor y Tokio parecía demasiada interesada en su tarea, lo único que la joven dijo fue
-Sostén ahí –mascullo ella dándole un extremo de la venda una vez que estuvo bien tensa la apretó contra su pecho marcándose un hilito de sangre en la venda, Tokio trago aire, en su vida había visto una herida tan profunda, pero Saito en cambio la tranquilizo
-Siempre es así no te preocupes
-Hai –mascullo Tokio pálida dando vueltas a la venda hasta que finalmente termino, la mujer se centro entonces en la pequeña herida de su brazo y con el mismo cuidado con el que trato la herida más profunda la vendo, y no fue hasta que hubo terminado su tarea que hablo
-Listo
-Gracias
-No ha sido nada –dijo ella viéndole a los ojos, Saito se extraño pues vio que la joven tenia los ojos húmedos
-¿Tokio?
-No pasa nada –dijo ella tratando de tranquilizar un poco su voz
-¿Segura?
-Si segura –dijo ella sonriendo de forma forzada, Saito se acerco a ella con un aire de preocupación
-Mientes
-No lo hago –dijo ella con una sonrisa tomando su mejilla izquierda paso un fino dedo por sus labios para luego besarle tiernamente, Saito abrazo a la joven, con cuidado para no lastimarse y la joven paso sus brazos alrededor de su cuello, pasaron unos minutos besándose tiernamente hasta que la joven se separo de el unos segundos
-¿Qué? –Tokio sonrió dulcemente y toco nuevamente sus labios indicando que guardara silencio
-Shhhh -la joven se levanto graciosamente y se dirigió hacia la lámpara de aceite que iluminaba la habitación la apago y se volvió hacia el, por suerte había luna y podía ver todo perfectamente, Saito veía a la joven moverse hacia el, a pesar de la oscuridad vio como la joven sonreía y llevaba su mano izquierda hacia su traje de entrenamiento seguida de la derecha, Saito abrió sus labios, pero nada salió de ellos, solo vio como la joven desamarraba el cinto de su traje de entrenamiento
-Tok...
-Shhhhh –volvió a decir Tokio con una sonrisa dejo que su pantalón de entrenamiento cayera hasta el piso, Saito siguió el camino del pantalón y sintió que la piel se le erizaba.
-Tokio...
-Tenemos que estar muy calladitos –dijo ella inclinándose quedando a un lado de el
-Tok...
-Porque podría escucharnos alguien –completo la joven viendo el rostro sorprendido de su novio, la joven sonrió y beso sus labios con dulzura, pero para sorpresa de ella este le aparto a los pocos segundos
-...no
-¿Qué pasa?
-...no lo hagas Tokio–dijo Saito y cada palabra que salía de su boca parecía costarte mucho esfuerzo
-¿Qué... pero...
-¿Qué no te es suficiente que casi te maten esta noche para entenderlo? –Tokio se mordió un labio
-Hajime
-Ya son dos veces que te tratan de hacer daño por culpa mía
-Pero...
-No podemos hacerlo –mascullo Saito viendo la ropa que la joven había dejado atrás, pero entonces el hombre sintió una terrible bofetada en la mejilla izquierda
-¿Qué demonios te pasa!-dijo este enojado llevándose una mano a la mejilla que se ponía cada vez más roja
-Eres un idiota
-¿Tokio?
-¡Un completo idiota!...
-Pero...
-¿Qué quieres que haga para que lo entiendas?
-¿Qué?
-¡Que no te es suficiente todo lo que he hecho para que lo entiendas!...¡te amo Hajime-kun! –dijo ella frunciendo las cejas y viéndole de forma desafiante dándole a entender que si se atrevía a reprochar iba a enfurecerse bastante
-Tok...
-Y no me importa todas esas tonterías que dices...
-No son tonterías –gruño el
-Si lo son
-¡Casi te matan, eso lo consideras una tonteria!
-No me importa
-Pero a mi si –dijo el con voz suave, la joven se alegro de oír esas palabras
-Pues a mi no –contesto ella con una sonrisa desesperante en el rostro
-Te estas comportando como una...
-¿Niña? –dijo Tokio enfadándose - No Hajime el que se esta comportando de forma infantil eres tu
-¿Yo?
-Si
-No digas...
-Si lo digo –le interrumpió ella –finges que tienes miedo de que me hagan daño pero la verdad creo que de lo que tienes miedo... es a mi
-¿A ti? –dijo el con un dejo de burla
-Si –dijo Tokio de forma petulante
-¿Por qué habría de temerte?
-Por esto –dijo ella tocando su pecho a la altura de su corazón
-¿Qué?
-Tienes miedo de lo que sientes por mi... lo descubrí apenas esta noche, cuando te enfrentaste a ese loco Jinei... para un shinshen lo más importante es su espada y su justicia, pero que pasa si de pronto llega alguien que lo haga pasar esa espada a un segundo termino
-Matan a ese alguien
-No no lo harán
-¿Cómo puedes estar tan segura?
-Solo lo estoy
Saito no dijo nada dejo que la joven siguiera hablando, la mujer rio un poco se acerco un poco más a el y dijo al tiempo que acariciaba suavemente sus duras facciones
-Por unos segundos imagina... que no hay nadie más en este mundo que nosotros dos, que no hay asesinos ni malo ni bueno, ni espadas ni...-la joven tomo su mano y dijo en forma suave -Ishinshishi ni Shinshegumi... nada de eso, solo imagina que somos nosotros dos... solos... y has conmigo lo que quieras... aquí y ahora -y sin decir más la joven se levanto y procedió a desatar la parte de arriba de su traje de entrenamiento, su amigo parecía hipnotizado viendo como la mujer se quitaba la parte de arriba, las vendas de su pecho parecieron entonces muy estorbosas, no tuvo que decir nada puesto que ella rápidamente se quito las vendas y las aventó lejos dejando al descubierto su hermoso pecho.
Saito sintió que tenia la boca reseca y paso saliva, al ver que ella se acercaba, con paso seguro.
-Tokio
-Hajime...-dijo Tokio poniendo sus dedos en sus labios -por favor... toma en cuenta que ahora estas con una mujer que te ama y que no pide otra cosa más que la quieras –la joven le beso tiernamente, Saito disfruto el beso y le dijo separándola unos segundos
-¿Sabes que es sumamente peligroso...
-Lo se... –Saito parecía muy preocupado pero aunque no lo dijera se vio visiblemente más tranquilo cuando la joven contesto con un acertado
-Y lo acepto –Tokio volvió a besar tiernamente sus labios, Saito le beso intensamente, pero aun así una nueva preocupación cruzo por su cabeza
-Podría... volver a pasar... lo de hoy... –dijo el viendo como la joven lo jalaba para quedar acostados en el tatami
-Lo se... –dijo Tokio –y también se que no me debo de preocupar
-¿Qu...
-Pues se... que siempre vas a estar ahí para protegerme ¿no? –Saito se sorprendió de esa respuesta pues parecía incluso que Tokio había planteado cada posible posibilidad, sonrió ampliamente y dijo en voz aun más queda
-Por supuesto
La joven sonrió al oír esa respuesta y dijo susurrándolo a su oído
-Ya lo sabia –dijo Tokio encantada ante la mirada complaciente de su novio el cual seguia besándole con una ternura que nunca habia sentido hasta ahora, por unos segundos el hombre suparo sus labios y dijo:
-Si te hago daño, detenme
-Tu nunca me harás daño Hajime-kun – Hajime sonrio ante esa respuesta y comenzo a besarla de una manera más ansiosa... bajo de sus labios a su cuello de una manera lenta y con precaución, como si estuviera tocando el cristal más puro y frágil del mundo mientras colocaba sus manos en su cintura y caderas.
Tokio sentía gratificantes cada una de sus caricias, pero eran algo más que simples caricias, no era algo parecido a algo que hubieran hecho antes. Hajime no decía palabras, no eran necesarias pues todo lo decía con su mirada dorada y su lenguaje corporal, se sentó en el tatami obligando a Tokio a hacerlo del mismo modo y con la mirada clavada en ella se sonrió y comenzó a desamarrar su gi el cual tenia ganas de zafarse como nunca.
-Déjame ayudarte –dijo Tokio pasando sus delicadas manos por su cintura para luego desatar el gi de su compañero, mientras este se quedaba acariciando ávidamente el busto de la joven, Tokio complacida se sentó en sus piernas y lo acarició con sumo cuidado pasando con delicadeza sus dedos por su pecho y tratando de no tocar la herida que estaba fresca en su pecho. Por unos segundos la joven perdio su mirada en su pecho y dijo sin siquiera pensaro demasiado
-Has sufrido tanto Hajime-kun –dijo la joven delineando con sus dedos las múltiples cicatrices que cruzaban por su pecho
-¿Qué? –dijo el extrañado levantando la cabeza de su labor, la joven sonriente movio la cabeza y dijo
-Nada Hajime-kun,
-Pero...
-Shhhhh, nada esta noche es nuestra y nada más importa
Hajime vio encantadoramente a la mujer y volvió su cara cerca de ella, se acercó con precaución y lentitud y dijo como si fuera se sintiera avergonzado:
-Te amo –la mujer boquiabierta...
-¿Qué dijiste? –Tokio vio como el se ponía colorado y decía malhumorado, seguro fingiéndolo
-No te lo diré dos veces –Tokio se rió suavemente mientras sentía como las lagrimas le quemaban los ojos y luego con una sonrisa traviesa dijo
-Ya lo sabia –Hajime se le quedo viendo con una expresión de "tu todo lo sabes" pero aun así le dedico una mirada de complicidad y luego la besó de una manera en que jamás lo había hecho de una manera dulce y lenta.
Lo único bueno y tierno que alguna vez pudo haber existido en Hajime Saito, solo podría salir a relucir frente a aquella mujer, y por primera vez ya no existían barreras entre ellos.
Tokio lo miró tiernamente, y siguió besándolo mientras sus manos empezaron a acariciarlo, él se dio cuenta de la situación también y posó sus manos grandes y fuertes en la espalda de la mujer, podía sentir su respiración mientras ella lo besaba. Los dos tomaron más confianza. Dejaron de ser besos y caricias lentas, para ser un poco de movimientos más atrevidos y sensuales.
El capitán estaba encantado, a pesar de no ser la primera vez para el. Nunca antes habría sentido algo así, no era lo mismo que con la geishas de las casas de te, Tokio era mucho más que eso, lo hacia sentirse a salvo. Saito se sorprendió de sus propios pensamientos, estaba a salvo en los brazos de una mujer aparentemente débil y dulce... se rió entre dientes
-¿Qué pasa?
-Nada –mintió, pues no lo diría ni a ella ni a nadie, no diría que finalmente el temible miburo estaba domado.
Pero... el capitán se sonrió ante las múltiples caricias de la joven, no era el único domado. Y con un suave movimiento el hombre giro sobre la joven quedando este sobre ella, ante la mirada traviesa de la mujer.
-Mou no es justo
-Tuviste tu tiempo ahora me toca a mi -El hombre tomo posesión de su cintura, y no hacía más que acariciarla como si hubiera ansiado eso desde la primera vez que la vio, para que negarlo, desde que la conocía, cuando niños, una parte interior siempre había deseado eso y ella también y aunque pudiera sonar extraño sabia que tarde o temprano llegaría dicho momento.
Tokio con las manos esperaba conseguir mas, mientras este al oír dicha declaración recorrió con un poco más de seguridad su perfecta anatomía mientras ella jugaba con su boca al tiempo que su mano derecha se enredaba en su cabello azabache.
Tokio se sentía como nunca, por fin estaba en brazos con el hombre que más amaba en el mundo, su miburo, su capitán , su amigo, su amante, la mujer se lamió los labios, por fin después de tantos años de imaginarlo, ahora se había hecho realidad, la joven trataba de hacer el momento duradero, se poso su vista en los ojos dorados de el joven, como bien se le había dicho no le importaba el pasado ni el futuro, solo le importaba aquel momento.
Hacer sentir y sentir el momento más gratificantes de sus vidas, Tokio veía como el hombre desaparecía debajo de cintura, Tokio complacida por sus delicadas caricias se mordió el labio inferior, en su vida se había sentido tan bien, sus ojos brillaban mas que nunca, los ojos de Hajime no eran los fríos ojos de el asesino como los demás lo veían ahora eran unos ojos hermosos y resplandecientes, llenos de algo extraño, algo que solo había visto cuando el la miraba, algo que ella había interpretado como: amor, la mujer se encanto de esa mirada y no permitió que esos ojos pasaran desparecidos.
-Tus ojos –murmuro ella con voz queda
-¿Qué?
-Tus ojos son hermosos –Saito levanto su rostro y la miro intensamente, clavo su mirada dorada en la joven de ojos esmeraldas. Y como respuesta le beso apasionadamente, el hombre separo sus labios de los de ella y dijo de forma queda incluso le pareció que temerosa:
-Ahora voy a...
-Hai
-Si te hago daño detenme
-Hai –dijo Tokio nerviosa mordiéndose un labio, cerro los ojos, pero los abrió al escuchar que el decía
-No...
-¿Qué?
-No lo hagas...
-Hajime...
-No me niegues tus ojos... mírame Tokio -la joven así lo hizo y sin poder evitarlo, la joven se mordió del labio, con fuerza, inexperta a esa invasión masculina, pero sin embargo, fue paso rápido, y de pronto una extraña sensación la invadió, era algo que jamás había sentido, era algo, que la estremecía con cada segundo que pasaba, por un momento una extraña corriente le atravesó su columna. Haciendo que la joven ahogara un gemido.
El capitán no estaba indiferente, por fin podía sentirla rodeando su ser, podía sentir su cálida presencia en él, más aun podía tenerla y poseerla, por unos segundos le paso por la cabeza esa idea de hace unos momentos de haberla dejado ir, se alegro de que eso no pasara y volvió su cara hacia la joven, apretando los dientes cuando la oleada de sensaciones le golpeo, un sonido glutural escapo de su garganta antes de caer rendido, sobre el cuerpo de la mujer, su ahora amante, le observo tímidamente y sonrió con ternura, saboreando esa nueva experiencia que acababan de compartir, Saito sonrió y besos sus labios profundamente, el hombre rodeo con sus brazos a la mujer.
-Hajime...
-mmm
-Te amo –Saito curvo sus labios al escuchar dicha declaración y dijo en su clásica y odiosa forma petulante
-Ya me lo habías dicho
-Solo quería recordártelo –dijo Tokio con una sonrisa tocando con suavidad su herida que parecía un poco más roja, Saito vio como la joven se acoplaba en su pecho y como este le correspondía gratamente, no podía creer que hacia unos momentos podía haberse perdido de esos gratificantes sentimientos. La joven levanto su cara se veía más bonita que nunca, sonrió y le dijo de una forma traviesa...
-Y pensar que yo creí que iba a ser un día terrible porque se había ido mi sensei
-¿Podríamos no hablar de ese imbecil ahora?
-Si tu lo quieres, pero no le llames así que tendrás que acostumbrarte a su presencia cuando vayamos de visita a Tokio
-¿Qué?
-Nada lobito, mío nada, mejor duerme
-¿Dormir ahora?... la noche aun es joven –dijo Saito con una mirada traviesa, Tokio rió de forma boba
-Bien si tu lo dices... pero no me culpes si mañana no puedes entrenar a los tuyos por estar todo cansado
-Ese es mi problema... además te créeme te garantizo que habrá valido la pena
Hola, espero que les haya gustado este fic, me tarde mucho muchisimo en determinar como escribir este casi final capitulo, asi que ofresco una disculpa a aquellas personas que les gusto y estaban esperando, abra uno extra espero que mucho más corto que los que he subido, algo así como un epilogo, pero no tan extenso, bien creo que eso es todo por el momento, espero sus criticas y comentarios tomatazos y lechugazos.
Nos vemos pronto, ahora si lo prometo, ahora si va a ser pronto.
Atte: Midory
