Guarda que empieza…
"Ahora o nunca"
Cap. 2
Él estaba solo en su casa. Siempre estaba solo, pero en ese momento la soledad parecía ser mayor.
Las brasas de la chimenea ardían desesperadas ante la vista del joven, que se hallaba recostado en un amplio sofá. Miraba el fuego, descontrolado, que no se apiadaba de las pequeñas maderas.
Era sólo el destino.
Se había perdido en sus propios pensamientos.
Hacía tiempo que no lo veía. Lo había extrañado, iba a admitirlo. Cuando lo besó, todo a su alrededor se había desvanecido en una fantasía a medio realizar. Y que seguramente nunca terminaría.
Apoyó una de sus manos en su frente, tratando de aliviar un dolor que no sentía con pensamientos remotos de una vida sin esa persona.
¿Una vida? Habían pasado sólo un par de meses. Infinitos días, meses interminables, relojes que se detenían para darle tiempo a pensar en él.
Y cuando lo hacía, dejaba de hacerlo. Pero le gustaba acordarse de él, tenerlo en su mente, en su cabeza, dando vueltas.
La sola idea de gustar de un chico le parecía extraña a la vez que atractiva. La única forma de negar lo innegable era llamando a alguna chica y diciéndole, de los dientes para afuera, que esperaba verla cuando él volviera.
Mientras una de sus manos seguía en su frente, la otra colgaba del sofá con los anteojos, delicadamente sostenidos.
Volvió a mirar al fuego.
Iba a tener que cambiar la leña, ya casi no quedaba más.
Se vio a él mismo encerrado en una columna de fuego de la que no podía salir.
Era el destino.
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Había estado dando vueltas por las solitarias calles del barrio japonés desde el mediodía.
Sólo podía pensar en una cosa. Eriol.
Todo lo que lo rodeaba le hacía acordar a él, a su mirada, a su sonrisa, a su amabilidad… a él…
Lo había visto irse, en aquel avión, rumbo a Londres. Por mucho tiempo sintió que en aquella capital inglesa se hallaba una parte de él. Y sabía que nunca iba a recuperarla hasta que esa persona volviera.
Pensó que ya podía ir a su casa, relajarse, llamar a su novia, invitarla al cine…
A su derecha se alzaba una casa enorme y con aspecto antiguo. Las cortinas estaban corridas y dejaba ver el interior.
Vio una silueta caminar dificultosamente con un poco de leña en sus manos. Luego, se sentaba en un amplio sillón.
Shaoran miraba desde afuera toda la escena.
El joven que se hallaba en la mansión vislumbró una silueta borrosa entrando a su patio delantero. Podía conocer esa figura en cualquier lado y en cualquier momento.
Se levantó rápidamente del sofá, fue al baño al escuchar un par de golpes en la puerta, se acomodó el pelo y recibió a Shaoran.
Ambos se quedaron mirando por un par de infinitos segundos.
Todos los recuerdos de esa misma mañana cruzaron rápidamente por la mente de los jóvenes.
-Pasa, Li –invitó Eriol, haciéndose a un lado de la puerta y dejando entrar al joven chino.
-Gracias, Hiirag—
-Dime Eriol, hay confianza. –el inglés cerró la puerta y fue hacia la cocina. -¿Gustas té?
-Ehm… bueno, sí. –Shaoran se sentía terriblemente incómodo. Sentía el sudor caer por su espalda y provocarle escalofríos, aunque trataba de disimularlo caminando vagamente por el living.
Eriol volvió de la cocina con una bandeja que sostenía dos pequeñas tacitas de té.
-Siéntate, Li. –dijo Eriol, tratando de disimular el nerviosismo, sumado a la ansiedad, que lo invadía. Ambos se sentaron en el amplio sofá que se hallaba frente a la mesita ratona, al lado de la chimenea.
El silencio desgarraba el aire sin piedad. Sólo se escuchaban el crepitar de las llamas y, más levemente, los latidos de dos corazones.
-¿Qué te trae por aquí? –preguntó Eriol gentilmente, sonriendo su mejor sonrisa.
¿Qué lo traía por allí? Li iba caminando y de repente le provocó entrar a verlo. Quería verlo. Necesitaba.
Eriol miraba a Shaoran aun esperando una respuesta. Quizá iba a ser una demasiado obvia.
Pero no había nada que ocultar. Casi todo se había dicho esa misma mañana, aunque sin palabras.
-¿Hace falta decirlo?
La respuesta sorprendió al inglés.
-La verdad que no.
Ya estaba todo dicho.
Faltaba que estuviera hecho.
Shaoran se movió tan ágilmente que no permitió a Eriol reaccionar.
Se sentó en su regazo, sin importarle la pierna enyesada del joven, y agarró sus manos con fuerza a ambos lados de su cabeza. Retiró los anteojos del joven con la lengua, quien no trataba de soltarse en absoluto.
El chino se quedó mirando a Eriol desde pocos centímetros de su rostro. Temblaba como nunca antes, pero no se iba a dejar ganar por los nervios.
Los labios de los jóvenes se unieron en un tierno e inocente beso. Li se alejó un poco, dejando q la emoción se apoderara aun más de sus cuerpos adolescentes.
-Hazlo –dijo Eriol, casi como una orden.
Otra vez, Shaoran unió sus labios a los del joven inglés, pero esta vez fue distinta. La inocencia parecía haberse esfumado en ese segundo beso, dando lugar a una pasión increíble.
Sus bocas no se separaron ni un segundo mientras se desabrochaban las camisas y los pantalones, dejando que el deseo y el impulso fuera una parte más de ellos.
No había vuelta atrás.
Ya había pasado media hora. Los cuerpos de los jóvenes se hallaban desnudos tendidos en el piso. Shaoran se hallaba recostadio sobre la espalda de Eriol mientras besaba su cuello y acariciaba su espalda, moviéndose al ritmo que anteriormente el inglés ya le había marcado.
Un teléfono celular sonó. Li estiró el brazo hacia donde había dejado su mochila y atendió.
-Shaoran, ¿dónde estás?
-Hola, Sakurita, disculpa, pero—
Eriol se levantó bruscamente, dejando a Li tirado en el piso, anonadado. Agarró sus ropas y comenzó a vestirse delante de Shaoran, sin dejar de mirarlo con enojo y bronca. La profundidad del azul de sus ojos se hacía sentir ahora más que nunca.
-Shao… ¡SHAO! ¡Respondeme!
-Estaba en lo de Hiiragizawa, disculpame… se me pasó el tiempo, ahora voy para tu casa. –Li colgó el teléfono y se levantó. Eriol caminaba hacia el baño cuando Li lo tomó por la cintura y lo abrazó fugazmente, besando su cuello, mientras Eriol apoyaba su cabeza en el hombro del chino, sin dejar de sentir recelo por lo ocurrido.
-Perdoname, Eriol… -susurró Shaoran al oído del joven, luego de morderle sensualmente la oreja.
Sin decir palabras, Eriol se soltó y entró al cuarto de baño. Apoyó sus manos en el lavamanos y se miraba en el espejo.
¿Por qué?
El chino volvió a abrazar tiernamente a Hiiragizawa por la espalda, mientras este último parecía que iba a llorar.
Li lo dio vuelta, haciendo que quedara frente a frente.
-me tengo que ir, Eriol… -besó suave y tiernamente los labios del joven. –Pero esto no se va a quedar así.
-Prometelo. –respondió cortante el inglés, sin dejar de mirarlo a los ojos.
-Te lo juro.
Shaoran se vistió, agarró sus cosas y se fue. Eriol lo miraba irse a través de la ventana.
Cuando fue a sentarse al sofá, vio un objeto metálico en el piso.
Era el celular de Li.
Eriol sonrió malévolamente.
-Va a ser mío, Sakura. Dalo por hecho.
FIN CAPITULO 2
N de A:
Espero que este segundo capì les haya gustado algo…
Prometo que se va a poner más copado en los próximos capis… ¿Qué pasará con la pareja de jovencitos?
Agradezco a tods x sus reviews, me sirven un montón XD
Ya que leíste hasta acá, clickeá en el botoncito que dice GO y dejame una review…
Actualizo cuando tenga 15 reviews! ;-D
Salu2!
StArHuNtEr
