Demonio azul
No podía abrir los ojos, sólo sabía que de alguna manera estaba viajando. Y que ese viaje estaba llevando demasiado tiempo. También se preguntaba cómo podía estar viva sin comer ni beber nada durante esa larga travesía. Pero de lo que sí estaba segura, es que a medida que viajaba, su cuerpo comenzaba a tener frío y con el aumento de éste, sus recuerdos de su vida se perdían. Apenas recordaba su nombre y los de su familia, ya no recordaba a qué se dedicaba, y un pensamiento de muerte la envolvió por completo. Y ésta fue su primera equivocación. Comenzó a caer rápidamente. El vértigo, hasta entonces ausente en todo el viaje, se presentó en su estómago como un relámpago y tuvo miedo. Intentó abrir los ojos, y por primera vez, pudo hacerlo, pero no vio nada, sólo sentía que caía al vacío y pensó en su fin. Luego, un dolor terrible en la cabeza y después en su cuerpo hizo que comprendiera que había tocado por fin tierra. Cuando quiso comprender dónde estaba, su mente se desvaneció por unas horas.
El frío invernal la hizo estremecerse y recuperar la poca conciencia que tenía. Se desesperó, pues su sentido de la vista seguía sin funcionar. Se tocó el lugar de la cabeza donde le dolía y descubrió un hilo de sangre que emanaba de su sien y que estaba embarrada de pies a cabeza de lodo. Se incorporó como pudo, tambaleándose y tanteando alrededor suyo. Sus manos percibieron que el lugar donde se encontraba estaba rodeado de enormes piedras y fueron éstas las que le causaron la herida en la cabeza. Agarrada de las rocas, emprendió una lenta y dolorosa caminata. El frío no ayudaba. No estaba abrigada para la época invernal, y si lo estuviera, tampoco para aquél frío glaciar del que no estaba acostumbrada.
El viento silbaba en los oídos de la mujer y de tanto en tanto escuchaba el relincho de un animal. Su oído, por lo visto, funcionaba de maravillas, pues lo escuchaba cada vez más cerca a medida que camina hasta que sus manos tocaron el muslo de un ¿caballo?... "no… es más bajo" decía ella. "Un poney. Hay poneys aquí…" pensaba. Siguió pasando su mano por el poney hasta que llegó al cuello y la cabeza. Sintió el bozal que tenía, y pensó que podría servirle de guía si lo sacaba de allí. Tiró su mochila a un lado, que también había viajado con ella, y siguió las riendas para buscar dónde estaban los nudos. Sus manos trabajaban torpemente, pues sentía que ya no podía moverlas. Y todo intento de salir de allí quedó frustrado cuando algo o alguien le apoyó un trozo de metal en el cuello y pronunciaba unas palabras que ella no pudo descifrar. La mujer se giró lentamente y sus ojos, que aún sin ver, sintieron que una luz la iluminaba y "vio" la silueta de alguien. Este ser, para ella, volvió a gritar algo que tampoco pudo entender, y se apartó. La mujer, levantó su mano en dirección a esa luz que la reconfortaba y fue allí cuando su conciencia volvió a fallar.
Diez días pasaron luego del incidente. Durante esos días de marcha, la mujer no dio señales de conciencia. No comía ni bebía, la herida en la cabeza estaba sanando lentamente (gracias a Balin que le hacía las curaciones pertinentes) y sabían que estaba viva sólo porque el pecho subía y bajaba producto de la respiración, una excusa más para confirmar lo que Thorin había estado pensando de la muchacha. Para cualquiera que no estaba en la compañía, parecía que transportaban un cadáver maloliente.
Tampoco volvieron a tener problemas con los orcos. Hubo alguna que otra parada para rastrear el lugar y ver si era peligroso, pero nada molestó el paso de los enanos.
Una tarde, ya en marcha en dirección este, el poney relinchó y se negó a seguir camino.
-¡Vamos animal estúpido! ¡Muévete! ¿Eres un asno o un poney?- le gritó Fili al pobre poney como si le entendiera. Se acercó a la cabeza del animal para tirar con más fuerzas de las riendas cuando un movimiento brusco por parte de la mujer hizo asustar al enano y rápidamente sacó su espada y se alejó.
La mujer respiró muy profundo y exhaló lentamente, como quién se despierta de una larga siesta. Todos los enanos también tenían sus armas listas y más Thorin, que pensaba vengarse del susto que le había causado.
-No demuestren temor- Ordenó el príncipe.
La muchacha comenzó a despertarse paulatinamente. Cada uno de sus sentidos comenzó a conectarse con la realidad y con sus recuerdos, salvo el sentido de la vista, que aún los tenía cerrados. Y fue en ese preciso momento tomó conciencia de que sus manos estaban atadas y que le dolía la cabeza. Abrió los ojos, instintivamente, y la luz que recibió de golpe hizo que los cerrara rápido. Tardó un momento para acostumbrarse. ¡Había recuperado su vista! Pero lo primero que vio fue a un grupo de enanos con armas en la mano que la miraban con cara de pocos amigos. Ella trató de correr, pero no se dio cuenta de que estaba subida al poney. Y se cayó.
-¡No dejen que se escape!- Ordenó una vez más Thorin.
La mujer se arrastró al ver a dos jóvenes de ¿cuántos años? Por su estatura no parecían más de doce o trece años, pero el vello facial ya era abundante en ellos y sus cuerpos eran los de un hombre adulto joven. Bofur y Balin le cerraron el paso por detrás. Ella sintió unas piernas que se le pegaron a su espalda y dos hachas a sus costados.
-Levántenla-
Bofur y Balin hicieron lo que Thorin ordenaba y la sujetaron con fuerza.
-Al menos ahora tiene pupilas- Pensó el príncipe al verla. Ya no tenía los labios azules pero aún conservaba la palidez en el rostro y alguna que otra mancha de barro.- ¿Quién eres?- Preguntó con voz potente y de mando mientras levantaba su espada.
La muchacha lo miró aterrada e instintivamente volvió a echarse para atrás pero las manos fuertes de los enanos se lo impidieron.
-¿¡Quién eres!?- Bramó Thorin sin mucha paciencia.- ¿Acaso te comieron la lengua los ratones? ¡Demonio!-
Ella no entendía una sola palabra de lo que ese "hombre pequeño" le trataba de decir de manera tan ruda. Abrió su boca para hablar y se llevó la desagradable sorpresa que no le salía la voz. Acababa de recobrar su vista, pero había perdido la capacidad de comunicarse. Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de la mujer desesperada, sin saber qué le estaba sucediendo a su cuerpo. Con sus manos, hacía gestos que señalaban a su garganta y se forzaba a sí misma para que saliera algún sonido de sus cuerdas vocales pero no estaba dando resultado.
Sólo Kili comprendió lo que ella trataba de decir.
-Thorin, creo que no sabe nuestro idioma.-
-Pero si todos los habitantes de este mundo saben hablar el idioma común- Dijo Balin que luchaba para que la mujer no se retorciera y acurrucara en el piso.
- Háblale en Khuzdul- Sugirió Kili a Thorin. Él así lo hizo, pero el resultado fue el mismo.-No puede hablar-Concluyó.- Fíjate en los gestos de su mano que indican su garganta y su oído…- El joven enano caminó más seguro hacia ella. Thorin lo retuvo.-Estaré bien, pero no la suelten.- Lo tranquilizó.
Él se puso enfrente de la mujer, tiró su arma a unos metros y acercó sus dos manos. Ella al principio se retorció más pensando algún destino fatal, pero las manos fuertes del enano se posaron delicadamente en el rostro sucio de la muchacha. El sollozo comenzó a desaparecer y la tranquilidad de la mirada de Kili fue lo que la tranquilizó.
Thorin comenzó a pensar que el hijo de su hermana tenía un talento natural para entender al sexo femenino de cualquier raza.
-Shhh… tranquila… no te haremos daño…- Decía con voz suave.
Ella contempló al joven mientras sus manos estaban en su rostro."Al menos éste es distinto" pensó ella. Ese pensamiento fue cortado por un aroma a sucio, que se le notó en su rostro al ver que el joven enano reía ante la cara que ella ponía. Y se dio cuenta de que no se había bañado en muchísimo tiempo.
-¿Hay algún río o arroyo por aquí cerca?- Preguntó Kili mirando al resto.
-Estamos cerca del Fontegrís, pero todavía debemos caminar unas cinco horas aproximadamente. ¿Por qué lo preguntas?- Dijo Balin.
-Porque esta muchacha necesita con urgencia un baño. Será beneficioso para ella… y para nosotros… digo, porque el aroma que desprende…-
El grupo ahogó las risas, salvo Thorin que permanecía serio y con la mirada clavada en la mujer, desconfiando cada gesto y movimiento que hacía.
-Sigamos. Ya bastante retraso tenemos.- Ordenó Thorin.- ¡Ah! Ahora que está despierta, que camine. Ese poney ya debe haber tenido suficiente. Kili, tú responderás por ella si escapa o intenta hacer algo. – Agregó seriamente.
El joven enano y la mujer se miraron mutuamente, como si la mujer entendiera la orden y el enano temiera que la mujer se rebele y la culpa sea suya. Kili buscó otra cuerda y la ató por sobre el nudo de la otra cuerda que ya la mujer tenía en sus manos. Con el otro extremo, el enano se lo ató a la cintura. Así tendría la certeza de que la mujer no se escaparía, pero con la desventaja de tener que aguantarse aquél hedor que ella emanaba.
A la mujer no le gustó mucho la idea de caminar tantos kilómetros y de golpe, y cada tanto refunfuñaba y era la que más rápido se cansaba. Lo único que la salvaba era su calzado. Más de un enano tenía curiosidad por saber de qué tipo de material estaban hechos.
Luego de varias horas de caminata, el sonido del agua que fluía llegó a oídos de todos: el Fontegrís estaba cerca. Esto, hizo que la actitud de la muchacha cambiara. Desde que había despertado, nadie le había dado de beber y/o comer y estaba al límite de sus fuerzas y el oír el agua tan cerca le dio más empuje para llegar, cosa que Kili notó, ya que en los últimos tramos debía tirar de la soga para que no se retrasara.
Llegaron cuando al sol faltaba poco para ocultarse y aprovecharon para acampar a unos metros del río.
La muchacha tiró de la soga como llamando a Kili.
-¿Qué quieres?- Le preguntó.
Ella le señaló el río.
-¡Hey Fili! ¡Ven conmigo! Llevémosla al río. Y trae una de tus camisas-
-¿Y por qué no le das una de las tuyas? Al parecer hizo buenas migas contigo.-
-¡Porque tus ropas son más grandes que las mías!-
-Fili, haz lo que dice tu hermano.- Dijo Thorin antes de que se arme una pelea.
Fili bufó pero así lo hizo. Y los cuatro (porque Thorin seguía sin dejarle de echar un ojo) fueron hasta el río.
Una vez allí, la muchacha, con señas, pidió ser desatada.
-Ni te creas que lo haremos.-Se burló Thorin. Y la mujer, al ver la cara que ponía éste, entendió que no lo harían.
"¿Cómo hago ahora para quitarme la remera y lavarla?" Pensaba ella. Pero, siendo del sexo femenino, y jugando con la única carta que una mujer siempre tiene, la utilizó. Amagó en levantarse la remera y quedar con el torso desnudo.
Los 3 enanos entendieron perfectamente el mensaje y la detuvieron. Ella no se quedó con el torso desnudo, pero consiguió dos cosas: quedar desatada de las manos y quedar relativamente sola mientras se aseaba.
Fili le entregó una de sus camisas de mala gana pero antes de que los enanos se fueran, le ataron con un extremo de la soga una de sus piernas, y el otro extremo lo sostenía Thorin. Delante de ella estaba el río, a unos metros y a cada costado, Fili y Kili, y detrás suyo, Thorin haciendo guardia junto con la soga. Todos ellos de espadas, para que ella pudiera asearse tranquila y sin miramientos.
Ella puso sus manos en el agua, estaba helada. Cualquier posibilidad de huir a nado quedaba descartada. Y si lo hacía moriría de hipotermia o de hambre. No conocía en dónde estaba ni cómo había llegado allí. Si quería seguir viva, tenía que dejarse llevar por esos "humanos bajitos" o por lo menos encontrar otro momento para escapar.
Lentamente, y con mucho frío, empezó a tratar de sacarse el barro que tenía en su cuerpo. A pesar que había sacado la mayor parte de sus cabellos, éstos quedaron enmarañados y apenas pudo desenredarlos. Respirando profundo se sacó la remera y la utilizó como esponja para lavarse. Lo hizo rápidamente, pues el frío estaba aumentando, y se puso la camisa de Fili. Ésta le apretaba demasiado. También se lavó lo que le quedaba del cuerpo, con más pudor y vergüenza por miedo a que la miraran. Su pantalón no lo lavó, pues era lo único que tenía para ponerse, pero sí la remera. Una vez que hubo terminado, tiró de la cuerda.
Thorin se dio vuelta y caminó hacia ella.
-Ahora se parece más a una mujer que a un demonio.- Pensó.
Apenas era más alta que él, su cabello enmarañado y ahora sin lodo, dejaron ver que tenía un color caoba, que al reflejo de los últimos rayos del sol, parecían ser rojizos. Sus ojos, marrones, hacían juego con sus cabellos. Al quedarle tan justa la camisa de Fili, hizo que sus pechos se marcaran quedando un tanto pasmado el enano. Sus piernas eran cortas y robustas, como si en algún momento hubiera trabajado con ellas llevando alguna carga y sus pies no parecían haber visto la luz del sol de tan blancos que estaban.
Ella empezó a calzarse, pero él le quitó una de sus zapatillas. La inspeccionó, la miró por dentro, tocó el cuero con el que estaba hecho, las costuras, la lengüeta, pero lo que más le llamó la atención era la base. Él nunca había visto un material de ese tipo, y se sorprendió de que ese calzado fuera a la vez tan resistente y tan liviano a la vez.
Sin decir una palabra se lo devolvió y la observó ponérselo. Le echó una ojeada a todo su ser.
-Me parece que yo tendré que darte una camisa… la que tienes es demasiado sugerente.-Concluyó. Llamó a los hijos de su hermana y le pasó la cuerda a Fili para irse al campamento. Éste la miró y no pudo no observar los grandes pechos de la muchacha que sobresalían, haciendo que se ruborizara un poco. Kili, divertido, contuvo una sonrisa. Ella, por su parte, se cubrió con sus manos, lo que hizo estallar de risa sin disimulos a Kili.
Thorin volvió con una de sus camisas y se la dio. Ella miró con recelo esta entrega y miró a Kili. Éste asintió, y sólo así, aceptó el ofrecimiento.
Ella, con sus dedos, dibujó en el aire un círculo para que los enanos se dieran vuelta, y ellos entendieron. La mujer se cambió. Ésta camisa de manga larga le sentaba mejor, un poco más holgada y más abrigada que la anterior.
Los cuatro volvieron al campamento donde Bofur y Balin preparaban la cena. Ellos la vieron llegar.
-¡Eso está un poco mejor! ¡Ahora en verdad parece una mujer y no un trapo!- Dijo Bofur ni bien la observó.
-La pregunta ahora es qué haremos con ella.- Dijo Balin mientras revolvía el caldero. Hoy les tocaba sopa a todos.
-No podemos dejarla aquí totalmente sola.- Dijo Kili
-¿Y qué piensas hacer? ¿Llevarla hasta Erebor? Ni siquiera sabe hablar la lengua común, y por las ropas que lleva, no creo que sea de algún pueblo conocido en toda la Tierra.- Le contestó su hermano.
-Yo diría que proviene más allá de las tierras del oeste, donde todavía no han sido exploradas.- Dijo Thorin mirándola fijamente a los ojos. Mirada que ella no pudo mantener por mucho tiempo.- ¿Tú qué piensas Bofur?-
-Sigo con mi postura, ella nos retrasará más, a pesar de que ahora se ve que es una mujer… con más razón todavía. Se ha quejado todo el día, apenas nos ha seguido el paso y se ve que no está en forma.-
-Balin, tú que has estudiado los mapas, ¿Hay algún poblado cerca donde podamos dejarla?-Preguntó Kili.
-Mmmm...Déjame pensar.- Balin se rascó su larga barba plateada.- Sí, pero no es de nuestro agrado. Es un poblado de elfos. Para llegar, nos tendríamos que desviar un poco del camino original propuesto, pero tampoco es demasiado.-
-¿A cuántos días de marcha?- Preguntó Bofur interesado.
-Tres o cuatro días de marcha.-
-Yo estaré satisfecho si la dejamos ahí.- Dijo Bofur.
A Thorin no le pareció mala idea de dejar a la humana en manos de los elfos. Ellos son más hábiles en este tipo de cosas. Y luego de discutir, el grupo estuvo de acuerdo.
La joven seguía sin entender una palabra de todo lo que decían. Sabía que estaban hablando de ella, por las miradas furtivas de sus captores, y por la mirada fija y constante de su jefe. Concentró su atención en el caldero que estaba en el centro de todos. El aroma a sopa hizo que despertase su estómago, y otra cosa que se dio cuenta fue el hambre voraz que tenía. Era un milagro que no haya muerto de tantos días sin comer ni beber, pero allí estaba, vivita y coleando, pero con apetito.
Uno a uno, los enanos comenzaron con su cena, y ella, como a un perro, le tocó los restos del caldo que quedaba en el caldero. Fue la última en cenar, porque no había vasijas para un sexto acompañante. La sopa estaba tibia cuando llegó a su boca, pero a ella le pareció que estaba más que bien. Cuando hubo terminado rápido su (escasa) porción, y quiso más, ya no había. Por ello, se lamentó de no haber saboreado su comida. A medida que su organismo procesaba la comida, se sintió más reconfortada y sus fuerzas volvieron. Intentó poner en movimiento sus cuerdas vocales para ver si podía pronunciar alguna palabra pero todo lo que le salió fueron sonidos guturales que sobresaltó a los enanos. Al ver que éstos sacaban sus armas y le apuntaban, se entristeció. Señaló con su garganta e hizo gestos con su mano para tratar de decirles que intentaba hablar, pero lo que logró fue que volvieran a atarle las manos.
A todos por igual, el sueño los iba venciendo. Esa noche, Bofur haría la guardia.
La mujer se recostó en el suelo y se tapó con la capa prestada de Balin. Aún tenía frío (más con el pelo mojado) pero la capa y la camisa ayudaban bastante. Y cuando el sueño casi la vence, se dio cuenta de que no recordaba de dónde venía ni cómo se llamaba. Cerró sus ojos y sucumbió al sueño.
Las horas pasaron, el frío se hacía más crudo y la mujer tiritaba. Bofur luchaba contra ese frío que para él, era antinatural. La oscuridad recayó de pronto sobre el campamento haciendo que el fuego que estaba prendido se apagase al instante. Esto, alarmó al enano que trató de despertar a los otros. Pero no respondían a su llamado. Creyendo que era una especie de hechicería de la mujer, profirió un juramento de su boca y tomó su espada seguro de la acción que se disponía hacer. Varios puntos amarillos aparecieron en medio de la espesura de la oscuridad y eso le detuvo. Esos puntos se acercaron hasta descubrir ojos de huargos rodeándolo en todas las direcciones, y detrás de ellos, decenas de orcos. Bofur, desesperado, volvió a gritarles a sus compañeros hasta patearlos para poder despertarlos. Y cuando los orcos estuvieron cerca, el hacha del enano brilló valientemente en la oscuridad. Pero el esfuerzo no fue suficiente. Un grupo de orcos lo capturó, pero no lo mató enseguida. Lo tomaron de los brazos y particularmente de la cabeza. Querían que viera algo. El segundo grupo se posicionó en los lugares donde sus compañeros estaban durmiendo y sacaron sus armas, dispuestos a darles el golpe final. Un orco del tercer grupo, se dirigió donde estaba la mujer. Y la observó cómo dormía. Luego se acercó a ella y sintió el aroma de sus cabellos y, principalmente, de su piel. El orco sonrió malignamente y con sólo levantar un dedo, el resto del grupo la levantó del suelo para llevársela.
Bofur no podía creer que la vida de sus compañeros terminaría en ese instante al ver que los orcos levantaban sus espadas dispuestos a asesinarlos.
Mientras se llevaban a la mujer, la oscuridad fue rota por una esfera luminosa que se acercaba y emanaba un calor agobiante, como si se estuviera cerca de una fragua. Al pasar por el grupo de orcos, éstos no pudieron resistir el calor y murieron carbonizados. La mujer cayó al suelo pero sin lastimarse.
Los orcos restantes, al ver el poder de aquella esfera tan insignificante a simple vista pero tan poderosa, huyeron en dirección opuesta soltando sus armas. Bofur, preso del pánico trató de huir también, pero no pudo. Sus pies no le respondían, no por algún hechizo, sino por la omnipresencia que la esfera emanaba. Esa esfera cambió de forma y Bofur, un simple enano oriundo de las Tierras Brunas, nunca creyó que vería algo semejante.
Era Aulë, su dios, su valar, al que siempre oraba y agradecía cuando las cosas se ponían difíciles. Estaba allí, delante de él, materializado en un ser que parecía a un humano pero con las virtudes de un enano: íntegro, sublime, fuerte y a la vez terrible en cólera contra los orcos. Él le había salvado la vida a los enanos y a la mujer que los acompañaba.
Luego de la primera impresión, Bofur se arrodilló y clavó su hacha en el suelo, bajando la mirada a modo de respeto. Aulë sonrió. El valar se dirigió hacia la mujer y tocó su garganta. Bofur escuchó lo que le decía a la muchacha: "Desde ahora, tendrás el don de lenguas". Luego se dirigió al enano.
-Dale de beber.-
-¿Qué?- Fue lo único que pudo decir Bofur. Cuando levantó su mirada hacia el valar, vio enfrente de él una bota de cuero con un pequeño martillo grabado en el ángulo inferior izquierdo que contenía agua.
Bofur se despertó sobresaltado, levantando su hacha. Su respiración y sus latidos eran el doble de lo normal. Jamás en su vida había tenido un sueño tan real, tan terrorífico pero con un final digno de recordarse. Miró a su alrededor y vio que todos dormían profundamente. El frío atroz que hacía tiritar a la mujer no estaba. El cielo estaba despejado y las estrellas brillaban, salvo la "Corona de Durin" que había desaparecido del firmamento.
Bofur respiró aliviado y se acomodó en su lugar para seguir (y esta vez sin dormirse) con la guardia.
La oscuridad comenzaba a irse lentamente, y por hacer algo, Bofur prendió un fuego para poder desayunar más rápido para cuando los demás se despertaran. Una tos muy fuerte interrumpió su labor cuando ya estaba a punto de tirar la última leña y avivar más el fuego.
La muchacha se había despertado y no paraba de toser. El frío de la noche, junto con su cabello mojado, le había afectado.
-A…agua…- Dijo la muchacha por inercia.
Ambos tardaron unos minutos en procesar sus acciones.
Bofur, se volvió pálido inmediatamente al ver que ella podía entender la lengua común y rápidamente pensó si el sueño que había tenido horas atrás en realidad había ocurrido. Ella, por su parte, tardó más en comprender que podía hablar y cuando lo hizo, sus ojos revelaron una débil sorpresa. Se sentía muy enferma.
-Por… por favor… a… ag… agua…-.
El enano siguió sin moverse, viéndola e inmerso en sus pensamientos.
-Por favor… se lo suplico…- Rogó la mujer con la voz más firme a medida que pasaban los minutos.
Este ruego lo sacó de sus pensamientos y agarró la primera bota con agua que encontró.
La mujer tomó con verdaderas ganas el líquido. Sedienta como estaba, de un solo trago vació el contenido de la bota. Luego retomó el aire que le faltaba.
-Gracias- Dijo humildemente mientras se secaba la boca con la manga de la camisa.
El enano no respondió. Miró la bota que había tomado y encontró el martillo grabado en el cuero justo como lo había soñado… ¿o acaso no fue un sueño?
-¿Quién eres para que el mismísimo Aulë ponga un dedo sobre ti?-Preguntó Bofur serio.
-¿Qué?-
-¡¿Quién eres?!- Y esta vez el grito hizo que se despertara Thorin antes que el resto.
Buenas buenas! Los capítulos se van haciendo cada vez más largos! Y ya comienza a tomar forma! (Tampoco se los voy a dar todo servido en bandeja Jaja!)
Tenemos un nuevo personaje! Que tramará? Misterio! =P
Gracias Elein88 por ser mi fiel seguidora!
Nos leemos en el proximo episodio a la misma hora por el mismo baticanal! xD
