Hola a todos Hermosa Gente de la Tierra Media!

Esta vez me he tardado un poco, ando algo atareada!
En Diciembre tendrán el úitimo capítulo de la temporada =P, pues me voy de vacaciones todo Enero de mochilera, así que tendrán que tener paciencia para el año que viene!

Dato a aclarar: esta vez les doy dos videos para que escuchen. Luego cuando ambos terminen, pueden reproducir cualquiera de los dos para acompañar la lectura, esta vez es indistinto!

Los quiere
Lynlia!


Cap 19

El prisionero

Primer video: watch?v=SYgot877QKQ&list=PL2B8CB8660CA33E86

Aquella caverna estaba muy bien disimulada por la naturaleza. A los ojos de los humanos, hubiera pasado totalmente desapercibida, pero no a los de los enanos, quienes dominaban a la perfección las piedras de toda clase. Le resultó demasiado raro a Balin, que tratándose de aquella caverna, los orcos pudieras haber hecho tan buen trabajo.
Kili empujaba con violencia a su hermano, "¡Muévete!" le decía. Fili, luego de renegar varias veces, entendió el significado de aquella actitud: debía comportarse como un prisionero. Y a partir de aquél momento cada uno pudo interpretar mejor su papel.
Luego de varios minutos de caminata, a lo lejos, el grupo divisó que el ambiente se tornaba de color rojo y el aire estaba cada vez más enviciado. Débiles gritos se escuchaban si se les prestaba atención en los pisos inferiores, que se confundían con gritos más estridentes de los orcos que allí se encontraban.
Los corazones de los enanos que no estaban disfrazados se comprimieron del temor que emanó de sus cuerpos. Aquello era un suicido.
Siguieron caminando un poco más hasta que vieron una gran abertura circular. Un gran foso de cien metros de diámetro se extendía ante ellos y de los cuales no pudieron calcular la profundidad. Lo que sí vieron que en las paredes del foso, se apreciaban varias entradas cavadas en piedra conectadas entre sí por pasarelas de madera toscamente construidas, y en los pisos inferiores se podían observar puentes colgantes que pasaban diametralmente hasta llegar al otro extremo. En aquellos pisos, la marcha de los orcos era más fluida que los pisos superiores. Luego de observar el panorama, Bofur tragó saliva y empujó a Balin para que no se detenga. Cuando Kili comenzó a bajar los peldaños de la escalera la cabeza de un orco de pequeña estatura comenzaba a ascender. Al ver éste al enano custodiado por "sus compañeros" soltó una carcajada diabólica y escupió en la cara de Fili. Éste, por su parte, intentó golpearlo con sus puños atados, pero el rodillazo que le propinó Thorin le dejó sin aliento.
-¡Llévalos a las mazmorras! ¡Que se pudran en la piedra esas mierdas!- Sentenció el orco.
Bofur balbuceó algo que el orco lo tomó por un cumplido y el grupo emprendió la marcha.
-¡Hey! ¿Acaso eres idiota o qué?- le gritó el orco.- ¿No sabes que cambiaron las celdas? ¿¡A dónde ha estado esa cabeza miserable gusano!?-
Al no oír respuesta, el orco se puso impaciente y comenzó a desconfiar. Balin, rápido en entender qué estaba pasando intentó huir, pero la rápida embestida del orco lo dejó en el piso producto del golpe en la cabeza con el canto de su cimitarra.
-¡Agh! ¡Escoria de enanos! ¡Una distracción y ya toman la delantera! ¡Pero no a Grusmsh!-El orco levantó su arma para dar el golpe final pero la mano de Thorin lo detuvo.
-¡Es mi presa! ¡Si no sé donde se encuentran las celdas es porque estuve semanas haciendo guardia estúpido!- Lo insultó el enano tratando de imitar la voz de los orcos.
-¡Ok ok! No hace mucho cambiaron la ubicación. Sigue por ese corredor y baja todas las escaleras hasta llegar al fondo. Deberás pasar por otras tres zonas, y si quieres divertirte un rato…-y al decir esto sonrió malignamente.-… estás en tu derecho. Cada orco debe intentarlo por lo menos una vez al día ¡Y todo gracias al Jefe!-
Bofur dio un grito de presunta alegría, aunque por dentro sentía repulsión haciendo eso.
-¿Y bien? ¿Recordarás todo o eres demasiado imbécil para olvidarte?-
-No tanto como tú… ¿No deberías estar haciendo cosas? ¿O qué? ¿Quieres que te maten por desacato?-
El orco sin decir más, salió a toda prisa de la caverna y los enanos emprendieron sigilosos la marcha.
Guiados por las indicaciones de aquel orco, comenzaron a bajar las interminables escaleras. Y a medida que descendían, aparecían cada vez más orcos que insultaban a los enanos prisioneros y los golpeaban cuando tenían oportunidad. Más de una vez Bofur tuvo que detener a varios orcos tratando de matar a sus compañeros y casi los descubren por aquello.

(Segundo video: watch?v=kyeV7iyHr0U&list=PL2B8CB8660CA33E86 )
Fili empezaba a cuestionarse el seguimiento del plan y cuando creyó conveniente, le susurró a Thorin.
-Esto no puede seguir así. Kili y Balin terminarán muertos antes de que lleguemos al fondo.-
Y era cierto. Las fuerzas de los pobres enanos ya estaban casi agotadas al recibir tantos golpes y todavía quedaba más de la mitad del recorrido.
-Debemos seguir bajando- Contestó Thorin en un susurro. – Aquí seremos carroña. Además no podemos escondernos hasta que encontremos un refugio, cosa que solo Mahal puede concedernos estando en un lugar tan funesto como éste.-
El calor seguía aumentando y con ello el aire enviciado. Comenzaban a observarse pasillos donde se observaban calderas y armas por doquier. Al ver aquella zona, apuraron el paso. Luego de algunos minutos a paso rápido, encontraron una zona en que estaba casi deshabitada.
-¿Acaso nos perdimos?- Dijo Fili al no ver ninguna otra escalera que continuara bajando. En cambio, vio un pasillo iluminado con antorchas donde terminaba en una gran chimenea encendida.
-Sigamos. Otra cosa no podemos hacer- Dijo Thorin.-Tal vez haya alguna puerta por allí.-
Extenuados, Kili y Balin fueron los primeros en pisar el enorme pasillo y luego los demás. Visualizaron varias celdas vacías pero llenas de polvo.
-Al parecer aquí eran las celdas…-Se dijo Thorin.
-¡Eh! ¿Quién rayos es? ¡¿Cuántas veces debo decir que las escorias deben ir al subsuelo?! ¡Este ya no es el calabozo!- Gritó un orco.
Los enanos se pusieron alerta pues no sabían de dónde venía la voz, hasta que, del costado derecho de la chimenea, una puerta se abrió.
-¡Malditos engendros de Morgoroth! ¡Estoy cansando de decir siempre lo mismo! ¡Lárguense! ¡Ahora! ¡O sino los empalaré con sus espadas!-
-¡El estúpido de Grumsh nos ha dicho mal!- Se apresuró a decir Bofur.- ¡Te dije que fuéramos para la izquierda!- Acto seguido le dio un golpe al casco de Thorin. Éste le siguió el juego.
-¿Y ahora es mi culpa, pedazo de infeliz? ¡Cuida tu lengua si no quieres vértelas con el filo de mi espada!- Y desenvainó sin titubear. Lo mismo hizo Bofur
-¡Silencio!- Bramó el orco al ver la escena.- ¡Tienen que volver tomar la escalera de la derecha y seguir bajando! ¡Y tú, no me mires con tu horrible cara desfigurada! ¡Saca tu rostro inmundo o a ti te fornicaré como lo hice con esa enana que me trajeron hace algunas horas!-
El aire se cortó con un cuchillo cuando el orco dijo aquella horrible frase.
-¿Cómo dices?- Thorin tuvo que contener la ira que comenzaba a sobresalir de sus poros.
-¿Qué? ¿Por la puta esa? Estaba tan deliciosa que saboreé cada parte de su cuerpo, encima era virgen… No sabes todas las súplicas que me dijo para que no la tocara. Pobre idiota y estúpida débil. Se murió de un infarto cuando la cabalgué por segunda vez….Hey… ¿qué demonios haces? – Dijo él al ver que Thorin se le acercaba.
El enano no le dio tiempo a defenderse. La espada estaba en lo hondo del cuerpo del orco. La ira de Thorin apenas se aplacó.
-¿Enanas? ¿Aquí?- Dijo Balin en un susurro aterrador.
-Esa pobre mujer fue bien vengada.-Dijo Thorin limpiando su espada.- Pero me temo que pueden haber más de ellas. Mahal quiera que no.-
-Kili, creo que puedes tomar las ropas del orco. Cámbiate, estarás más seguro. Aunque tendremos que conseguirte un casco- Le sugirió su hermano.
Mientras que Kili intentaba disfrazarse, Bofur inspeccionaba el cuarto donde había aparecido el orco. Una mesa había en el centro con varias sillas. "Algo bastante civilizado para los orcos" se dijo él para sus adentros. Varias armas de diferentes tamaños colgaban con sus respectivos soportes en la pared y una pequeña alacena donde guardaban algún que otro botín.
Encontró otra puerta enfrente suyo que no pudo abrir.
-¡Ahora sí que pareces a uno de nosotros!-Bromeó Fili.
-¡Cierra la boca! Si salimos con vida lo primero que haré será bañarme.- Dijo Kili.- ¿Y el cadáver?-
-A la chimenea. No debemos dejar rastros - Dijo Balin.
Tomaron al cadáver por las extremidades y lo acercaron al fuego. Bofur los interrumpió cuando estaban a punto de lanzarlo al fuego.
-¡Esperen! Quiero revisarlo…-
Buscó entre sus ropas y encontró lo que estaba buscando: una pequeña llave de hierro. Tiraron el cadáver al fuego. Éste crispó hasta elevarse varios centímetros más. En un par de horas, sería ceniza.
El grupo se internó en el cuarto y Bofur enfiló para la puerta cerrada. Introdujo la llave en la cerradura, giró el picaporte y la puerta se abrió. Lo que encontraron agradó a más de un estómago. Acumulados, había gran cantidad de comida en buen estado.
Balin revolvió todo el cuarto y encontró lo que buscaba: una muda de ropa orca. Ahora todos podían aparentar que lo eran, pero le dificultaba ocultar su larga barba blanca. Con un poco de desprecio, y algo de brea que encontró, la ensució, así como su rostro y brazos.
Sus músculos se relajaron y vieron en el cuarto de los alimentos un posible refugio para descansar. Fili sería el primero en hacer la guardia. Todos entraron y cerraron la puerta desde adentro.

Pasaron algunas horas luego de su captura. El mareo seguía pero sus fuerzas volvieron. Intentó levantarse pero una mano le impidió moverse.
-Quieta. No te muevas y no dejes que te vean que has despertado.-Le susurró el ser mientras miraba hacia afueras de las celdas. Levantó su dedo para que no realizara acción alguna. El orco que hacía la guardia pasó enfrente de su celda.
-Ahora sí, voltea la cabeza si así lo deseas.-
Ella giró su mano hacia la derecha, pero no vio a nadie. Estaba sola en su celda. Pero al mirar a la pared, vio un agujero que comunicaba la celda contigua y un brazo corto y robusto que salía de ella.
-¿Cómo te encuentras?-Preguntó él.
-Dolorida-
-No te preocupes, no te han golpeado muy fuerte. Es raro que estés aquí. Deben tener algo muy importante que hacer contigo.-El ser retiró la mano del hombro de la mujer.-Y tú eres…-
-Me llaman Azul.-
-"Me llaman…" no es muy común que alguien te responda comenzando con esa frase.-
-Me pusieron ese nombre porque el mío no lo recuerdo. ¿Y tú?-
-Un enano.-
-¿Eso es todo?-
-¿Acaso es necesario considerando el lugar en donde estamos?-
-¿Y por qué dices que no es muy común que alguien responda de la forma que yo respondí cuando tú me respondes de esa forma?-
El enano pensó que podría ser un buen trabalenguas aquella frase, y se rió para sus adentros.
Azul enfocó un poco más la vista y vio el torso del enano: algo flaco y la piel arrugada, llevaba harapos producto de los largos años o meses en cautiverio y que en algún momento, esas ropas habrían lucido su calidad. Sus cabellos eran largos y grises, así como su larga barba.
-Te respondo así para protegerte-
Azul intentó levantarse.
- ¡No lo hagas!- Le dijo en voz baja.-Quédate así unos minutos más. Cuando te diga podrás incorporarte, pero no es el momento… están buscando más "niñas" para él-
-¿Él? ¿Quién es ese?-
-¿En dónde has estado mujer? Hassar es el que gobierna a todos los orcos. Estamos en su "reino", por llamarlo de algún modo. En realidad este lugar fue construido hace mucho tiempo por un clan de enanos distinto del que pertenezco, y sucumbiendo al poder de Melkor, se extinguió. Sólo bastó tiempo para que los orcos se apropiaran de esta montaña.-
-¿Hassar?- Dijo ella extrañada, aunque sintió dentro suyo que algo le recorría la espalda y le producía escalofríos.
-¡Por Mahal! ¿Vives dentro de una burbuja? Hace años que los enanos luchan contra esta escoria, más al jefe de todos ellos, y su hijo, que ya nos ha dado problemas al llegar a su madurez.-
El enano describió al jefe orco con lujo de detalles, y una sombra cruzó el rostro de la mujer. Los recuerdos de la llegada a los límites de Imladris volvieron a su mente, en especial a aquél ser repugnante que quiso secuestrarla. Palideció; y en un acto reflejo se incorporó bruscamente. Aterrada, ahora con mayor justificación, entendió que si la trajeron a ese lugar alejado del resto de las prisioneras, sería llevada directamente a ese orco tarde o temprano.
El enano vio el terror en el rostro de la muchacha con la poca luz que había.
-Lo siento, pero es preferible que te enteres de este modo.-
-No… no quiero. Debo irme…tengo que ir a Erebor… ¡Por favor ayúdame!-
-¿Erebor?- Dijo el enano extrañadísimo. Al instante se quedó escuchando el silencio…-¡Vuelve a recostarte!-
Ella obedeció. Un guardia pasaba algo borracho por las celdas de ambos. Miró en la celda de Azul, y la vio dormida. Al ver que nada pasaba, se retiró. Al segundo, se escuchó que algo que golpeaba fuertemente el piso. El enano, desde su celda, se levantó y fue hasta la reja. El orco que hacía un momento hacía guardia, se había quedado dormido y nadie lo secundaba.
-Listo, ya puedes levantarte. ¿Cómo conoces Erebor? ¿Quién te habló de esa ciudad?- Inquirió el enano.
-No la conozco. Sólo sé que tengo que ir a buscar algunas respuestas para volver a mi casa.-
Aquella afirmación dejó muy confundido al enano y quiso saber más.
-¿A tu hogar? ¿Dónde está tu hogar?-
-Ehh… lejos… ¿Conoces cómo llegar?-
-Si llegaste atravesando las montañas es porque alguien te guió. ¿No es cierto?-
Azul comenzaba a tener algo de recelo con las preguntas que el enano le decía.
-Sí… Pero cuando descansábamos en la noche nos emboscaron y me capturaron. Espero que los demás estén bien.-
-¿Demás? ¿Cuántos son?-
-¿Por qué las preguntas?-
-Porque tengo familiares que también se han ido de viaje y que deberían haber vuelto a esa ciudad.-
A partir de aquí, Azul dudó en seguir hablando con el enano.
-¿Por qué debería contarte cuántos son?-
-Porque tal vez ellos estén buscándote.-
-¿Y cómo sabes que ellos están buscándome?-
-Porque él nunca rompe una promesa…-
Azul respiró hondo. Reprimió esa luz de esperanza que nació al escuchar esas palabras. Thorin la odiaba y no podía concebir aquella idea. Además, él no estaba atado a ninguna promesa que le hiciera.
El enano volvió la vista hacia la reja. El orco roncaba apoyado sobre los barrotes.
-¿Sabes? Es increíble cómo una situación puede resultar provechosa. Sólo depende de la imaginación de cada uno para que resulte favorable…-
La muchacha vio cómo se agachaba para hurgar en las ropas del orco con una delicadeza que le alarmó por ser altamente tosca. Apenas el orco se movió.
Oyó un pequeño tintineo y el enano sacó un manojo de llaves. Azul vio el rostro de victoria en el enano y silenciosamente intentó abrir la cerradura. Estaba relativamente libre cuando sus pies estuvieron fuera. Luego, tomó la daga de su víctima y la degolló mientras le tapaba la boca para que no diera la alarma.
-Estamos de suerte niña. Te llevaré conmigo, pero no me pises los talones…-
El contacto de la llave con la cerradura hizo que las esperanzas de Azul vuelvan a encenderse, pero un viento gélido las apagó de repente.
-¿Qué rayos haces fuera enano?- Bramó el jefe de guardia que había traspasado la puerta principal de la sala.
El enano y la muchacha se miraron.
-Resiste- Le dijo él y escapó en dirección contraria al orco. Azul lo perdió de vista cuando traspasó una puerta que había pasado desapercibida para ella.
Volvía a quedarse sola.

La cabeza rodó hacia los pies de Thorin. Reconocía a aquél pobre ser y no pudo gritar pues el horror que sentía le hacía anudar su garganta. Quería escapar pero no podía. Sus pies estaba sujetos al suelo por una fuerza inexplicable y los orcos ya lo habían visto. Era cuestión de segundos que lo capturaran y terminar muerto.
-¡Mahal, ayúdame!- Gritó en su lengua madre totalmente desesperado.
Su súplica fue escuchada y de la piedra nació una luz resplandeciente.
-Despierta- Le dijo. Y tocó su frente.

Thorin se despertó abruptamente. En el sobresalto, sacó su daga y apuntó al aire. El no haber clavado en algo contundente lo hizo volver a la realidad. Miró a su alrededor y vio al resto de sus compañeros dormidos, salvo Fili que hacía la guardia. El pobre enano estaba en sus últimos momentos de lucidez, y cada tanto cabeceaba del sueño. Thorin lo reemplazó.
Silenciosamente Fili se recostó al lado de su hermano y al instante cayó en un sueño profundo. Thorin, por su parte, comenzó a observar lo que tenía a su alrededor para ver si había algo allí que podía serle útil. Vio algunos guanteletes, ropas malolientes, algún que otro casco y escudo, pero muy pocas armas y todos cubiertos de polvo.
-No creo que los vuelvan a buscar…-Pensó el enano.
Mientras seguía hurgando entre los estantes vio una caja de cuero, desgastada por los años y olvidada entre las porquerías que tenia encima. La curiosidad de Thorin pudo más y sacó su daga para tratar de romper las ataduras que tenía. Cuando por fin pudo hacerlo, descubrió que la caja contenía algo totalmente impensado: una hermosa cota de mithril. La alzó delicadamente para admirar su belleza
-¿Será de Azul?-Pensó.
Pero había un detalle, esa cota de malla era demasiado ancha para una mujer del tamaño de la muchacha. Thorin se llevó la cota al cuerpo para medírsela. Le quedaba perfecta. Y su mente comenzó a generar preguntas acerca del dueño de esa prenda.
A pesar de no ser suya, el hecho de tener semejante armadura en sus manos hizo que se desvistiera y la usase para sí, quedando oculta entre las ropas de enano y las de orco. Ya un poco más seguro de sí mismo, se dirigió a su respectivo lugar de guardia, cuando alguien en sus oídos comenzó a susurrarle:
-No tiene demasiado tiempo, debes descender y buscarla.-
El susto que se llevó el enano fue grande, quién sacó nuevamente su daga.
-No temas Thorin, hijo de Thráin. No temas por tus compañeros. Mientras pueda llegar con mis poderes, a ellos no les pasará nada, pero no por mucho tiempo -
-¿Quién eres?-
Pensó Thorin. Y su sobresalto fue mayor cuando descubrió que esa voz podía leerle el pensamiento.
-Aún no es momento de decirte quién soy, ¡aunque lo intuyes! ¡Vete!-
Sus pies se movieron solos y salió de la habitación. Lo único que atinó hacer es bajar escaleras, pues algo le decía que mientras más abajo continuara su búsqueda, más esperanzas tendría de encontrarla… pero más posibilidades de peligro habría.