Hermosa gente de toda la Tierra Media!
¿Cómo les va? Antes que nada:
¡Bienvenid s
linnetask y itzelMctroy a mi humilde morada! Espero que se sientan a gusto con la historia.

En este capítulo se desarrolla la última parte de nuestra pareja en el Bosque Verde, me ha llevado más de lo que pensé, y debo decir que estos últimos meses no han sido demasiado fructíferos. Hubo varios episodios en estos tres meses que me golpearon demasiado y creo que se han visto reflejadas en la manera de escribir. Pido perdón si he bajado un poco la calidad. Podría haber dejado de escribir y tomarme un tiempo, pero si no lo hacía me hubiera deprimido más.
En definitiva, espero que comprendan.
Nos leemos dentro de un mes!
Lynlia


Cap 26

Emboscada y huída

Azog partió muchísimo antes de que el sol saliera. Esta vez sería más cauto, más letal. Tomaría un camino más largo, pero se aseguraría de llegar al campamento. Y en su mente, sólo pensaba en esa mujer que le había quitado la vida a su padre. No perdería el tiempo en ese enano que la acompañaba. Si capturaba a la muchacha, sólo era cuestión de tiempo para que su especie se extinguiera.
El viento comenzó a soplar las hojas de los árboles y con ella, trajo el murmullo de que una guerra acababa de librarse. El orco sonrió. Y a su vez, ordenó a todos sus soldados que hicieran el menor ruido posible mientras transitara aquella zona.

Los sonidos del bosque hacían que la noche pasara sin sobresaltos. El viento traía el murmullo de un arroyo cercano al campamento y los grillos entonaban sus canciones sin que nadie los moleste. Alguna que otra ave nocturna también armonizaba, pero todo estaba calmo.
Thorin contó diez elfos (sin contar a Celándir) en el campamento. Sin tantos ojos controladores, era más fácil cortar la soga aunque aquél trozo de metal le faltaba filo para hacer más rápido el trabajo. Azul, en cambio, seguía insistiendo en hacer el agujero. La primera capa de madera fue dura de roer, pero ni bien pudo sacarla, las siguientes capas fueron más blandas y trabajó con mayor velocidad. Luego de una hora, ya tenía un hueco lo suficientemente grande como para pasar. Enfundó su espada, tomó su mochila y trepó hasta estar en el techo cuidando de no levantarse demasiado y revelarse.
Celándir miraba hacia la oscuridad del bosque, Ansioso, miraba hacia todos lados en busca de algo, pero no se atrevía a salir de los lindes del campamento.
-Señor, ¿sucede algo?-Preguntó uno de sus guardias que lo vio en ese estado.
-No, estoy bien. Sigue con tu guardia-
Poco a poco, los ruidos típicos del bosque comenzaron a desaparecer, hasta tal punto en que los mismos elfos comenzaron a inquietarse. Thorin también pudo notar que algo no andaba bien en la zona y se apuró a cortar las últimas hebras de la cuerda. Puso tanta concentración en lo que estaba haciendo, cuando sintió un puñal en su garganta.
- ¿Qué pretendes hacer? ¿eh?- El elfo apretó con más fuerza el arma.-¡Oh, vaya! ¿Qué es esto? ¿Un cuchillo? Esto es una porquería… ¿Acaso la habilidad de los enanos ha disminuido?- Acto seguido, un golpe en el estómago dejaba a Thorin sin aliento.- ¿Aquella perra te lo ha dado? ¿O es tu puta que te calienta la cama?-Celándir volvió a golpearlo nuevamente, esta vez en el rostro, a lo que Thorin instintivamente quiso lanzarse contra él pero no pudo. Todavía las cuerdas lo sujetaban con firmeza.
El elfo se apartó bruscamente pero volvió a acercarse tomando con fiereza los cabellos del enano.
-Pero…-Le susurró al oído para que nadie más que él lo oyese-… esta noche se acaba tu sufrimiento…- Y le empujó la cabeza hasta que ésta golpeó el tronco del árbol.
Inmediatamente, uno de los elfos que hacía la guardia gritó algo incomprensible para el enano, ese fue su último grito pues cayó muerto por un hacha que fue lanzado desde la oscuridad de la noche.
Lo que siguió fue un caos. Los pocos elfos que estaban intentaron defenderse como pudieron, uno de ellos sacó un cuerno de una de las tiendas y lo tocó. El sonido estridente que provocó llegó a muchos kilómetros a la redonda alertando a los beórnidas, pero aún así dieron batalla.
-¡Vamos! ¡No se rindan! ¡Defendamos lo que es nuestro!- Rugió Celándir dando valor a sus compañeros. Buscó al líder de los orcos para hacerle frente y terminar con todo eso, y lo encontró.
Azog, al ver al elfo, cargó con toda su furia. Celándir resistió la embestida con la ayuda de su espada que por milagro no se quebró, pero quedó arrodillado ante sus pies. El elfo, humillado por no haber sido lo suficientemente fuerte como para resistir la embestida, se apartó para luego atacar sin piedad.
Thorin, ahora más que nunca estaba en un serio aprieto. Sin el cuchillo, era un blanco sumamente fácil de matar. Atado como estaba, forcejeaba intentando romper las cuerdas. En ese estado de impotencia, vio a Azog peleando duramente con Celándir hasta que un duro revés lo dejó tendido en el suelo. El orco se encaminó directamente hacia el árbol y pateando la puerta, entró. Elen, encabritada, rompió las riendas y escapó a galope tendido.
-¡Carne fresca!- Gritó un orco al ver al enano atado. Esto hizo que Thorin volviera a pensar en sí mismo y en el peligro que corría. Intentando mantener la distancia, el enano recurrió a sus piernas dando patadas. A esto, el orco rió. Sacó lentamente su espada, saboreando el momento y haciendo caso omiso a la defensa del enano, se abalanzó sobre el pecho de éste.
Algo lo detuvo. El dolor que sintió el orco, su sangre nauseabunda tiñendo la tierra provocó que tuviera náuseas mientras su vida se extinguía. Divisó en su pecho una punta metálica que lo atravesaba de par en par y, de a poco, sus fuerzas comenzaron a desvanecerse. Luego, el empujón que recibió hizo que esa punta metálica desapareciera, quedando tendido en el piso desangrándose mortalmente.
-¡Llegas tarde!-
-¡Hey! ¡Que te acabo de salvar el pellejo! ¡El idiota de Celándir me dejó encerrada! ¿Crees que abrir un hoyo en el árbol es fácil?-
-¡Corta las cuerdas!-
Azul obedeció, cuando súbitamente un grito de ira le heló la sangre.
-¿¡DONDE ESTÁ!? ¡ME PROMETISTE UNA MUJER, ELFO!-
-¡Debería estar adentro!-Le contestó Celándir con toda la entereza posible. Instintivamente giró su cabeza hacia la zona donde se encontraba el enano y las miradas de él y la mujer se encontraron.
-¡Allí está! ¡Llévatela y vete de aquí!- Dijo a viva voz.
-No… tú tráemela….- Ordenó Azog.
El elfo obedeció.
Azul se apresuró más en cortar las cuerdas. Una vez que la mano izquierda del enano estuvo libre, quiso continuar con la otra.
-¡Tú vendrás conmigo!-
Con sus rápidos movimientos de elfo, Celándir tomó por la cintura a la mujer, quien desprevenida, dejó caer su espada al piso. Thorin, sin poder agarrar del brazo a la muchacha, aprovechó para tomarla y gracias a eso, pudo defenderse de otro ataque de un orco.
-¿¡Por qué!?- Le dijo ella mientras se retorcía en sus brazos.
-Oh… lo hago por él nada más….-
-¡Traidor!-
-¿Traidor? ¿Yo? Sólo hago un bien a Gelion…-
-¿¡Qué!?- Azul no entendía nada.
-¡Humana tonta! ¿Crees que hago esto por Azog? ¡No! ¡Todo esto ha sido por amor a mi capitán y a la guardia! Sabía que Gelion pondría sus ojos en ti ese día que llegaste. ¡Te pareces tanto a Galérith! Fue duro deshacerme de ella en aquél momento… Desde que se casó, ha relegado su carrera militar por unas cuantas caricias. ¡Él nació para dirigir! ¡No para ser dirigido! ¡Antes de unirse a ella, era el mejor en la lucha con espadas, el primero en reconocer el peligro! Pero luego del casamiento, su mente sólo tenía lugar para esa, alejándolo de su verdadera vocación. ¡Pero yo tuve la solución! ¡Ahora él volvió a ser lo que era! ¡Por mí él es capitán!-
-¡Eso a ti no te correspondía decidirlo!-
Con la punta del pié, golpeó el fémur del elfo, quien gimió del dolor agudo que sintió. Liberándose de él, corrió tan rápido como pudo, pero Celándir la alcanzó, lanzándose contra ella. Ambos cayeron al piso mientras forcejeaban.
- Todo marchaba bien hasta que llegaste. ¡Tan difícil fue contenerme al ver que mis planes podían fallar! – Dijo él mientras la sujetaba las muñecas y la levantaba del piso.- Y aquella noche podía haber puesto fin a todo esto, ¡pero no! ¡Tuviste que despertar! ¡Pero ya está!- Un golpe en el estómago bastó para que la fuerza de Azul la abandonara por unos minutos.- ¡Toma y vete de aquí!- Le dijo a Azog.
Éste, tomó por la cintura a la muchacha y la apretó con fuerza para que no luchara. Sin darle tiempo a nada, Azog clavó la cimitarra de su padre en el cuerpo de Celándir.
-Imbécil… ¿creíste que con sólo traerme a esta muchacha iba a dejar en paz a tu gente? No eres tan distinto de mí después de todo…- Cuando sacó su arma del elfo, la sangre salió copiosamente.
A todo esto, Thorin, se enfrentaba con el orco que le impedía liberarse completamente. Bastaron unas cuantas estocadas para reducirlo y por fin cortar las cuerdas que faltaban. Ya libre, divisó al enorme orco pálido a varios metros y vio la muerte del elfo.
-Tenemos un asunto pendiente querida…- Dijo Azog sonriendo. -¡Vámonos!- Rugió.- ¡Ya tenemos lo que queremos!
Cargada al hombro como si fuera un saco de papas, Azul no podía zafarse de los grandes brazos de Azog. Sacó su daga (agradeciendo por enésima vez a Arwen por la excelentísima idea) y se lo clavó en el hombro derecho. Ella cayó e inmediatamente puso distancia. Thorin, por fin, pudo llegar hasta ella.
El orco rugió de dolor, pues la daga había sido clavada profundamente. Azog se llevó la mano izquierda y se lo sacó. Vio que esa daga fue con la que Azul había asesinado a su padre.
-¡Luego de darme a mis hijos, morirás con tu misma arma mujer!- Sentenció el orco con ese juramento.
-Llegas tarde- Dijo Azul una vez que Thorin estuvo cerca.
-Los orcos dificultaron la marcha… -Se disculpó irónicamente el enano y se puso delante de ella, intentando protegerla. Azul, por su parte, apoyó su espalda contra la de él; los orcos los habían rodeado.
-¿Se te ocurre alguna idea?-
-No. ¿Tienes algo de magia en ese bolso que llevas?-
-Si no hubieras destrozado el celular aquella vez, tal vez podría hacer algo…-refunfuñó.
-¿Celular? ¿Esa cosa metálica que hacía el ruido ensordecedor?-
La conversación fue interrumpida. Azog miraba hacia la negrura de la noche con odio. Dos flechas habían atravesado los cuerpos de dos orcos que estaban cerca.
De la espesura de la noche, los elfos recién llegados salieron a defender su campamento con las fuerzas que quedaban sus cuerpos pero con el valor intacto. Al ver la hueste que se aproximaba, los orcos retrocedieron, y olvidando a la pareja, juntaron sus fuerzas para contraatacar. Aprovechando la oportunidad, Thorin tomó la mano de Azul y se alejaron de la batalla.
Loco de ira al ver como esos dos se le escapaba otra vez delante de sus narices, Azog salió a la carga descargando a diestra y siniestra su fuerza contra los elfos que le entorpecían el paso.
-Necesitarán a ella si quieren escapar rápido- Dijo un elfo trayendo a un caballo mientras le bloqueaba el paso a Thorin. Era Gelion.
-¡Elen!- Exclamó Azul esperanzada.
-¡Astar!- Ordenó el elfo en el caos.- ¡Que tu grupo entretenga a ese orco mientras ellos escapan!
El elfo que estaba protegiéndolos asintió. Al levantar su mano derecha, varios soldados hicieron una barrera y lentamente se acercó al gran orco.
Sin muchos miramientos, Thorin aceptó la ayuda que Gelion le ofreció al subir al caballo. Azul también lo hizo.
-Azul, si los Valar desean que nos volvamos a ver, entonces saldaré una deuda que contraje contigo al no creer en tus palabras. Galérith tenía tu mismo espíritu, tal vez haya algo de ella en ti.- Dijo Gelion en su idioma para que solamente la mujer pudiera entenderlo. –Antes de irte, por favor acércate….-
Azul, estando ya subida al caballo, se inclinó. Y allí, en el mismo campo de batalla, donde la muerte pasaba a llevarse la vida, recibió un dulce beso en los labios dejando no sólo perpleja a ella, sino a Thorin y a Azog, que pudo ver lo que pasaba mientras combatí enano, sin perder más tiempo, espoleó a Elen y partió a galope.
Los instintos de Elen no fallaban cuando tenían que esquivar las ramas de los árboles, pero otra cosa eran las raíces.
-Thorin… no te asustes y no me digas "Demonio" por lo que vas a ver-
-¡No estoy para eso ahora! ¡Ayúdame a buscar un camino!-
-Ok, yo te lo advertí.-
Un foco de luz se hizo presente en el suelo. Thorin pegó un grito y Elen casi los tira al piso.
-¡Te dije que no te asustaras!-
-¡¿Qué clase de brujería es ésta?!-
-¡Una que es necesaria! ¡Mira!- Con la linterna, alumbró los alrededores. -Parece que por allí está más plano.-
Al escuchar ruidos que cada vez se hacían más audibles, Elen partió rápido. Los orcos todavía continuaban al acecho.
Mientras escapaban, Thorin miraba con recelo ese cilindro de metal que alumbraba, pero además estaba intrigadísimo por cómo podía mantener la luz por tanto tiempo. Además, esa luz no emitía calor, señal (según él) de que eso no era bueno.
Guiados por el caballo, consiguieron llegar hacia un camino perfectamente trazado y asfaltado por piedras, por lo que pudieron tomar mayor velocidad y dejar atrás el peligro. Horas después, la pequeña compañía dejaba el Bosque Negro.
Elen fue exigida durante casi toda la noche. La luz de la linterna sólo fue utilizada para asegurar que el terreno estuviera en condiciones para que la bestia pueda ir con paso firme. A partir de allí, el enano volvería a ser el guía. Apenas se detuvieron para que todos pudieran beber algo de agua, y el frío, a pesar de estar entrada la primavera, comenzaba a surgir pues se acercaban a las montañas con sus nieves eternas. Durante los siguientes días de marcha acelerada, comieron lo justo y necesario, y sus armas quedaron en sus fundas. Un hielo glaciar se había formado entre ellos repercutiendo en su relación. Thorin volvió a ejercer su autoridad como líder natural y ella volvió a empequeñecer, pero ninguno de los dos se daba cuenta de aquel retroceso.
A medida que avanzaban, el terreno ascendía. Por precaución, se habían alejado del río Celduin donde seguramente los orcos estaban patrullando y comenzaban a irse muy al oeste. Thorin pensó que podrían desviarse y llegar a las Colinas de Hierro a pedir ayuda a su primo Dáin, pero al recordar las penurias de todos aquellos que se dejaron tentar por Melkor, prefirió no ir. Cuanto menos sepan los enanos de la existencia de Azul, más tranquilidad para todos ellos… por ahora. Mientras pensaba en eso, recordó a sus sobrinos, Bofur y Balin. Si todo marchaba bien para ellos, deberían estar llegando a Erebor. No le preocupaba su seguridad, pues sabía que Aulë estaba protegiéndolos, lo que más le preocupaba era la lengua de Fili y Kili. Jóvenes e inexpertos, podían desperdigar información muy delicada si no se comportaban. Y no es que odie a su propio pueblo, pero siguiendo su naturaleza, los enanos podrían vender fácilmente esa información con tal de tener un poco más de oro en sus bolsillos.
Las rocas gobernaban el paisaje nuevamente. A Elen le costaba subir y se resbalaba con cada paso que daba hasta el punto en empujarle para que no se cayera y tomara confianza. Pero Azul notaba que algo, ella no estaba bien.
Luego de dos días de penoso ascenso, Thorin decidió por fin que tomarían una noche de descanso. Buscaron una zona donde la naturaleza los ocultara. Unos grandes matorrales y algún que otro árbol de la zona los cobijó y protegió durante la noche. Sin pensar mucho en su seguridad, se animaron en encender un pequeño fuego, lo suficiente como para calentar sus manos.
Elen, algo temblorosa, se acercó al sentir el calor y se apegó a su dueña pidiendo caricias.
-¿Qué pasa hermosa? ¿Tienes frío?- Azul tocó su cabeza y le rascó detrás de la oreja.
Elen flexionó sus patas y se sentó. Azul hizo lo mismo y la cabeza de la yegua se posó en el regazo de la muchacha.
-Thorin, estoy preocupada por ella.-
-Debe estar exhausta. Nos ha transportado durante todo este tiempo casi sin darle órdenes. Es un animal extraordinario.-
Azul comenzó a acariciarle el cuello y el lomo. Vio como sus manos se confundían con el brillante pelaje de Elen.
-Es más fácil, ¿no?-
-¿Más fácil qué?- Thorin seguía mirando la liebre que se estaba asando en el fuego.
-Matar…-dijo ella pensativa mirando sus manos.-Cuanto uno más asesina, más fácil es hacerlo…-
La pregunta era profunda, incluso para un experimentado guerrero como Thorin. Él se levantó para sentarse al lado de ella.
-Durante todos mis años (que son muchos) he combatido contra los más terribles orcos y jamás he pensado eso.-
-¿Por qué?-
-Porque todos sabemos (hombres, elfos y enanos) que si ellos nos derrotan, lo que más amamos de esta hermosa tierra dejará de existir para corromperse al igual que ellos.-
-¿Jamás has dudado en quitarle la vida a alguien?- Thorin se quedó en silencio, como dudando si contestar aquella pregunta o no. – Perdón…- Se disculpó inmediatamente - … no es necesario que contestes la pregunta si te he incomodado.-
-Sí… he dudado solamente con alguien.- Dijo él.
-¿Con quién?- Inquirió ella al obtener la respuesta.
- Contigo…-
Ahora la muchacha quedó muda. El crepitar del fuego fue lo único que se escuchó.
Azul comenzó a reírse por lo bajo y contagió a Thorin.
-Bueno… entonces es una suerte haber podido cambiar eso.- Concluyó Azul.