Hola a todos hermosa gente de la Tierra Media!
Dís tiene una nueva compañera y tendrá que hacer el intento de convivir con una extraña en su propio hogar =P, en cambio Azul, nuevamente tendrá que ganarse el respeto de (esta vez) una enana (cosa que es más difícil)
¡Bueno, a disfrutar!

La otra historia

Thorin se había levantado mucho antes del amanecer. Las obligaciones del reino le urgían y debía estar al tanto de todo lo que había pasado durante su larga ausencia. Junto con su padre firmó leyes, supervisó las guardias, el armamento, reservas de alimentos, y las necesidades a corto y mediano plazo de su pueblo. También se interesó particularmente por el ataque producido por los orcos y los daños materiales y emocionales a las familias afectadas. A pesar de que su padre quería sonsacarle algún comentario, él fue estricto en su palabra. Thráin podía obligarlo, pero notaba en su hijo cierta dureza con el tema, y prefirió esperar a la reunión que se daría al mediodía, luego del almuerzo. Para ello, mandó mensajes a Bofur y Balin para que se presentasen a la hora indicada. En cuanto a sus nietos, su madre le daría la noticia.
Otra cosa que no pudo dejar de observar era la decisión que su hijo había tomado con esa muchacha. Se preguntó una y mil veces quién sería ella en realidad como para alojarla en la mismísima montaña y no en el pueblo como todos los aldeanos. No se creía el cuento de que le había salvado la vida… o en su defecto, lo creía a medias. No todos los días veía a una mujer armada con una espada.
La fría mañana dio lugar al cálido sol del mediodía. La languidez en los estómagos del rey y del príncipe se hizo notar y ambos hicieron un receso. El recinto rebosaba de papeles que debían ser firmados y sellados, por lo que Thráin comenzó a ordenar un poco y a despejar la mesa donde trabajaba. Mientras tanto, en la puerta alguien llamaba.
-Adelante.- Ordenó Thorin.
-¡Dís! ¿Pero qué haces?-Exclamó Thráin al ver que su hija llevaba una bandeja repleta de comida.- ¡Eso no es tu responsabilidad! ¡Para eso hay sirvientes!-
-Lo sé padre, pero igual he querido hacerlo. Hace tiempo que no estamos los tres juntos como antaño.-Thorin ayudó a su hermana a llevar algunos platos a la mesa.- ¿Por casualidad han visto a Kili y Fili?-
-No.-Respondió su hermano.-Hemos estado trabajando toda la mañana. ¿Le has dicho sobre la reunión?- Luego, se llevó a la boca un pedazo de pan.
-Sí. Ellos ya están enterados.- Hizo una pausa.- Hermano…-
-¿Sí Dís?-
-¿Es necesario que esa mujer se quede viviendo aquí, en nuestro palacio?-
-¡Gracias a Mahal que mencionas el tema!- Dijo Thráin intentando apoyar a su hija.- Hijo… sé que me has pedido que la cobijemos aquí, pero no me has dado ninguna explicación y mi paciencia tiene un límite. ¡Habla ya!-
Thorin suspiró.
-Manda a buscar a Balin y Bofur… adelantaremos la reunión…-

-¡Te dije que no quiero nada Fili! ¡Y menos eso! ¡Parece caro!-
-¡Obviamente que sí! ¡Los joyeros de nuestro pueblo no tienen rivales en toda la tierra! Además, se ve en tus ojos que deseas probártelo.-
Era cierto. El collar de plata engarzado con esmeraldas en formas de hojas le había impactado. Todo lo que había en ese pequeño local era de una magnificencia que Azul nunca vio en su vida. Candelabros de oro y plata ornamentados con rubíes, diamantes y zafiros , lámparas colgantes, platos, copas y cubiertos, collares y pendientes para las mujeres, todas las posibilidades que podía ofrecer el metal y la creatividad estaban plasmadas en aquella tienda…y según el propio dueño, las cosas realmente importantes y caras no estaban a la vista del público.
Para no dejarse tentar más, la mujer se despidió cortésmente del joyero y salió del lugar con la capucha de la capa de Thorin puesta. Minutos después, los hermanos la alcanzaron.
- ¿Acaso no te gustó nada?-
-No es eso Fili… ya bastante hago ocupando tu hogar.-
-Pero siendo quién eres…- Y le guiño un ojo- …no puedes estar así. Además ¡Es un regalo que te hacemos nosotros!-
-Mira…- Azul comenzaba a perder un poco la paciencia.- Hasta que no arregle mi situación con el rey y con tu madre, prefiero tener poco y nada.-
-Ok… ¡pero no nos negarás tomar una buena cerveza!- Se apuró a decir Kili. Y sin darle tiempo a nada, tomó la mano de Azul y la arrastró hasta la primera taberna que encontró.
-¿Has oído eso Dorn? ¡Podríamos sacar una buena tajada con esa muchacha!-
-Lo sé Dwan… Pero últimamente hay demasiados guardias revoloteando. No es momento para actuar.-
-Sigámoslos y en la primera que los tres se descuiden, ¡zas! El pajarito es nuestro.-

Tanto los hermanos como la mujer caminaron por la calle principal hasta una esquina donde doblaron a la izquierda. Luego de caminar aproximadamente cincuenta metros encontraron una taberna donde se podía escuchar las risas y conversaciones a viva voz de los enanos que se encontraban dentro. Ni bien Fili abrió la puerta, una nube de humo de tabaco salió del lugar. Nadie de los que estaban allí adentro, se percató del trío, ni mucho menos de su linaje. Fili ubicó una mesa libre e hizo un ademán con la mano para que lo siguieran. Una vez sentados, esperaron a que un camarero los atendiese.
-Bien... ¿Qué van a tomar?-
Azul, que se sentía bastante incómoda allí dentro, levantó su mirada y vio a "un enano" con un corset muy apretado a su pecho.
-¡Cómo se te ocurre preguntar eso mujer!-Bromeó Kili entre risas-¡Tráenos la mejor cerveza de todo Erebor!-
La camarera sonrió al escuchar la voz del enano y habló en voz baja.
-Todavía no entiendo cómo ustedes dos, príncipes de este reino, vienen a esta pocilga… ¿Qué rayos le ve a este lugar príncipe Kili?-
-Piensa todo lo que quieras Dorna. A nosotros nos gusta mucho tu cerveza, sea esta una pocilga o un suntuoso palacio.-
-¿Y quién es el extranjero? ¿O mejor dicho….?-
-¡Shh! ¡Baja la voz! Es nuestra invitada. Queremos devolverle ciertos favores que nos ha hecho en nuestro viaje.-

Azul se quedó dura al sentir que hablaban de ella y se ruborizó totalmente al enterarse de que "él" era en realidad "ella". No hizo ningún movimiento que pudiera alertar al resto.
-¿Y quieren devolverle el favor con cerveza?-
-Con la MEJOR
cerveza que haya probado en su vida.- Continuó Fili.
Dorna lanzó una carcajada. Era evidente que no podía entenderlos y por consiguiente, cambiar su opinión. Se retiró de la mesa para volver con tres jarras de cerveza y una cesta con varios trozos de pan y una gran porción de queso. Miró a Azul, que aún se ocultaba bajo la capucha, y le guiñó un ojo en forma de picardía.
-Buen provecho. Y a usted, verá que nuestra cerveza es la mejor de todo el reino… según las palabras de sus compañeros.-
Dorna se alejó.
Los enanos tomaron sus jarras y le acercaron una a Azul.
-¿Por qué quieres brindar?- Preguntó Fili
Por un momento, ella pensó en silencio.
-Para que haya algún camino que me pueda conducir a mi casa.-
Los enanos se miraron, un poco decepcionados por el pedido. Pero aún así, chocaron sus jarras. Azul probó la cerveza, y tuvo que contenerse para no escupir la bebida: era muy fuerte para ella. Hizo un esfuerzo para tragar el líquido, y una vez que lo hizo, empezó a toser violentamente. Los hermanos comenzaron a reírse.

La reunión apremiaba, Balin había llegado hacía rato. Bofur llegó mucho después, pero con el suficiente tiempo para hacer sus reverencias hacia el rey y el príncipe, y éste, que aún no lo había visto desde su llegada, se alegró inmensamente de verlo entero. Pero los tres más jóvenes de la compañía brillaban por su ausencia y Dís, que no le gustaban las impuntualidades, comenzó a estar irritable. Ella misma llamó a los guardias y ordenó buscar a sus hijos. Al cabo de una hora, éstos les anunciaban al rey y los príncipes, que a ninguno de los tres pudieron encontrarlos.
-¡Lo que faltaba! ¡Thorin! ¿Cómo puedes explicar esto? ¡Llega esta extraña y ahora mis nietos desaparecen!-
A pesar de ser su padre, la mirada incisiva del rey hacía que Thorin permaneciera como un soldado raso mirando a su capitán, perdiendo la concentración de lo que diría.
-Thorin… seguramente Azul está con Fili y Kili.-
Intervino Balin sabiamente.- Sabes perfectamente que desde que Kili fue rescatado de las aguas del Bruinen, la relación con tus sobrinos y ella se ha hecho más estrecha.-
-¿Rescatado?-
Interrumpió Dís un poco desconcertada.- ¡Kili no me ha dicho nada de eso!-
-Si está con ellos, entonces deberán estar haciendo de las suyas en el pueblo.-
Siguió Bofur.- Sólo debemos recorrer las calles, pero sin llamar demasiado la atención.-
Partiendo con prisa, y retrasando nuevamente la reunión, Thorin, Balin y Bofur partieron para buscar a los jóvenes.

-¿No has tomado demasiado?- Preguntó Azul a Kili.
-¡Los enanos somos resistentes a la bebida!- Respondió éste levantando su jarra.
-¡Incluso más que los humanos y elfos!- Secundó Fili, más sobrio que su hermano.
Azul ya quería irse. No le gustaba cómo se estaba poniendo el ambiente alrededor de ella y los hermanos tampoco ayudaban demasiado.
-¿Nos podemos ir?- Preguntó por lo bajo.
-¡Quedémonos un rato más!- Kili la abrazó amorosamente.
-Escuchen, les agradezco que me hayan invitado, pero en serio… no me siento demasiado cómoda aquí. Además, hay demasiado humo a tabaco y ya me está faltando el aire.-
-Ok…-Refunfuñó Fili.- Pediré la cuenta. Si quieres, allí hay una puerta que conduce al exterior. Nosotros te alcanzaremos.-
Azul se levantó. Los pequeños sorbos que le había dado a la cerveza le hicieron efecto en ese instante. Sus piernas se aflojaron y casi perdió el equilibrio cuando cruzó la puerta.
El ruido continuo de los gritos dentro de la taberna cesó por completo, y sus oídos se lo agradecieron. Azul llenó sus pulmones de aire fresco y frío, y con eso, pudo recuperar algo de su sobriedad.
Mientras esperaba, una carreta pasó a paso de hombre frente a ella y paró a unos metros de su posición.
-Disculpa, ¿puedes ayudarme?- Le habló el enano que acababa de acercarse.
-Perdón… no entiendo… no hablo tu idioma.- Se atajó ella.
-Oh… cierto, eres un huma… ¡humana! ¿Qué hace una linda mujer en las calles de Erebor?-
-Espero a unos amigos.-
-Ah…- Se limitó a decir el enano.
Sin decir nada más, este enano entró a la taberna por aquella puerta. Un segundo enano, que estaba en la carreta también se bajó y esperó en la puerta a que saliera su compañero. Éste no pronunció ninguna palabra. Luego de algunos minutos, el primer enano salió con una bolsa grande de arpillera.
-De algo hay que ganarse la vida…- Le dijo éste al pasar. Y sin darle tiempo a la muchacha de ponerse en guardia, la golpeó en la cabeza con la bolsa. Con el desequilibro que tenía producto del alcohol en su cuerpo más el golpe recibido, cayó al piso mareada. Rápidamente los enanos la tomaron. Al ver que la capa molestaba, se la quitaron y con dificultad la metieron en la bolsa para luego tirarla a la carreta e irse como si nada hubiese pasado. Azul, luego de haber pasado unos minutos de aquél cimbronazo, comenzó a moverse frenéticamente, a lo que el enano respondió con una patada en su estómago, amortiguada por la cota de malla, pero ella dejó escapar un grito ahogado.
Luego de pagar, Fili ayudó a su hermano que no se podía levantar por sí mismo, y ambos salieron por la puerta trasera. El viento frío los tomó desprevenidos y se encogieron de hombros intentando contrarrestarlo. Kili, en su borrachera, vio la carreta que se alejaba donde uno de los enanos le daba un puntapié a una bolsa.
-¡Azul!- Exclamó Fili al no verla por ningún lado. Él sabía que no podía haber ido demasiado lejos.- ¡¿Dónde rayos te has metido?!-
En la carreta, Azul escuchó el llamado.
-¡Fili!- Un hilo de voz, algo afónica salió de los labios de la mujer.
Gracias a esto, Azul se ganó una segunda patada. El enano que conducía la carreta espoleó las riendas del poney y éste comenzó con paso más rápido.
Fili escuchó algo y giró su cabeza hacia la carreta que se iba. El enano se había sentado al lado de su compañero.
-¡Kili! ¡Kili!- Sacudió frenéticamente a su hermano.- ¡Arriba! ¡Azul ha desaparecido!-
Al escuchar esas palabras, Kili se irguió inmediatamente. Pareciera que no había tomado una sola gota de cerveza y comenzó a caminar con paso firme y decidido.
-¿Por dónde buscamos hermano?-

Montados en poneys, Balin, Thorin, Bofur y una pequeña guardia de dos enanos liderados por Dwalin llegaron a la ciudad. Decidieron repartirse en varias zonas y luego de una hora, reunirse en la plaza principal. Bofur y Balin pasaron desapercibidos pero Thorin, siendo quién era, era reconocido por todo el pueblo. La guardia quedaba obsoleta al ver a tanta gente junta, totalmente curiosos por saber cuáles eran los motivos para que el príncipe deambulara por las calles. Respetuosamente Thorin los despedía argumentando que debía saber cómo estaba el pueblo luego del último ataque. Poco a poco, la muchedumbre se fue dispersando.
La carreta seguía con su marcha tranquila. Las fuerzas de Azul tardaban en volver, así como su aliento. Ella escuchó una muchedumbre de enanos que se aglomeraban en algún lugar, y a medida que la carreta seguía su camino, el bullicio se hacía más débil.
-¡Tira esa estúpida capa! ¿O acaso quieres que nos descubran por ello?- Dijo Dwan, que tenía las rienda de la carreta y de vez en cuando miraba la bolsa de arpillera.
Dorn hizo un bollo con la tela y esperó a que la carreta pasara por delante de una callejuela. Allí tiró la capa con la mala suerte que un enano que caminaba se cruzó en su trayectoria.
-¡Te la regalo!- Le gritó Dorn.
El enano, un poco pasmado por la extrañez del regalo, se puso feliz la capa bendiciendo su buena suerte y luego echó mano a su bolso. Este enano, de procedencia muy humilde pero ante todo sumamente honrado, al escuchar que el mismísimo príncipe estaba en las calles quiso, por lo menos, ver a su majestad ya que también había oído que hacía un día que había llegado al pueblo luego de una larga travesía. Muy tímido al principio, pero al ver que todavía había enanos que lo saludaban, comenzó a acercarse. No quería interrumpir su labor así que dejó una buena distancia entre los enanos que lo rodeaban y él.
En su lejanía vio que un viejo enano apareció por una de las calles. Con paso apresurado se acercó, casi empujando al resto. Al verlo, Thorin se inclinó para escuchar algo que tenía que decirle en el oído y luego, el viejo enano se retiró con la misma prisa que había llegado. A un movimiento de las riendas del príncipe, el caballo dio unos tenues pasos, como temiendo atropellar a los que aún estaban a su alrededor. El heredero avanzó por las calles adoquinadas y vio fugazmente a este enano que de lejos lo miraba con total respeto, para luego seguir con su camino.
Luego de haber avanzado cien metros, paró en seco a la bestia.
-Un momento….-se dijo para sí.- ¿Esa no era mi capa?-
Giró su cuerpo para volver a mirar al enano que ya se alejaba tranquilamente y sus dudas resultaron ciertas.
Para no levantar sospechas, se acercó tranquilamente hacia el joven enano y lo llamó.
-¡Tú, el de la capa!-
El enano paró su caminata cuando escuchó que alguien lo llamaba. Al girar sobre sí mismo, vio que el mismísimo Heredero de la Corona estaba frente a él. Inmediatamente se arrodillo mostrando sus respetos.
-¿Cómo te llamas?-
-Ori, su alteza.-
Dijo él sin levantar su rostro.
-Dime una cosa… ¿es tuya esta capa?-
-Sí señor.-
Al escuchar la respuesta, la voz de Thorin se tornó algo más grave.
-¿Sabes que mentir a alguien de la familia real puede costarte la vida?-
-Sí, lo sé. No le estoy mintiendo.-
Dijo Ori con naturalidad.
-Ni se inmuta por mis palabras… ¿estará diciendo la verdad?-Se preguntó nuevamente Thorin.- Quítate la capa- Ordenó.
Ori, sin levantarse ni mirarlo, obedeció tranquilamente y Thorin la examinó. Definitivamente era su capa.
-¿Qué hace una prenda mía en manos de un lugareño?-
Esa pregunta descolocó al joven enano que levantó su mirada, ahora turbada.
-¿Suya?-
-Sí, mía. Esta tela sólo es confeccionada para nobles. ¿Qué haces tú con ella?-
-Yo… yo…-
-Habla, o haré que te cuelguen…-
El joven enano respiró hondo, y eliminando de su boca toda inseguridad, respondió.
-Me la regalaron-
Thorin no esperó semejante respuesta y se echó a reír. Ori continuó.
-Una carreta que hace poco ha pasado, ha tirado la capa que usted lleva en sus manos. Había dos enanos y dentro de la carreta, llevaban una bolsa enorme de arpillera.-
Ahora Thorin ya no se reía.
-¿Cómo sé que no me mientes, enano?-
Y éste, con total tranquilidad, respondió.
-Pregunte a cualquier enano que haya estado aquí hace cinco minutos y le dirá lo mismo. Además, fue la única carreta que ha pasado en ese tiempo.-
Thorin, tomándolo del brazo, preguntó al azar a los transeúntes que estaban alrededor y todos le dijeron exactamente lo mismo.
Thorin miró a Ori y vio en él un posible aliado.
-¿Tienes algo con qué escribir?-
Ori asintió. Sacó de su bolso un libro, una pluma y tinta, al que Thorin rápidamente escribió un mensaje, junto con las características de la carreta que previamente le había pedido que describiera el joven enano. Thorin le describió las apariencias y las vestimentas de Balin y Bofur, y mandó al pobre de Ori a buscarlos.
-Ve y no falles. Si logras tener éxito serás bien recompensado.-
Ori sintió que era la oportunidad de su vida… y todo por una capa. Cuando éste se fue, Thorin enfiló para la dirección donde se había alejado la carreta.

Dorn y Dwan respiraron tranquilos cuando traspasaron la puerta principal de la ciudad. Ambos chocaron sus manos en señal de victoria. Mientras ellos conversaban, Azul logró hacer un agujero rompiendo la tela con sus dientes y alcanzó las cuerdas que anudaban la bolsa para desatarla. Cuando creyó que era la oportunidad, se paró para que la gravedad la ayude a sacarse la bolsa.
¡Cuán grande fue el susto de los enanos al ver a la humana consciente! El grito que ambos lanzaron asustó al poney que comenzó a trotar más rápido, haciendo perder el equilibro de la muchacha y caer hacia atrás. Dwan (que era más fornido) delegó las riendas a su compañero para recapturar a la mujer. Ésta se defendió con una buena patada en las piernas. Eso sirvió solamente para sacarse lo último que quedaba de la bolsa que cayó en el camino, pero de lastimar al enano, no pudo.
Dwan la tomó por las muñecas y la levantó como si fuera un papel.
-¿A dónde creíste que irías?- Se burló él.
Sin titubear, Azul se acercó al rostro para morderle la nariz. Con un grito terrible, éste aflojó la tensión y la muchacha saltó de la carreta dándose la cara contra el pavimento.
Dorn, paró la carreta y dando gracias a su buena suerte, lograron recapturarla y subirla nuevamente.
-¡Vuelve a escaparte y serás carne para los huargos! ¡No perderé cien monedas de oro por una niña que pretende jugar a la pelea!- La insultó Dwan
Ese fue un golpe psicológico para Azul.
-Esa mujer, a la que tú llamas niña, bien podría partirte la cara sólo con sus manos, imbécil. ¡Ah! Disculpa….ya lo ha hecho…-
Dwan y Dorn, luego de maniatar a la mujer, alzaron la vista para ver quién era el enano que acababa de inmiscuirse en sus asuntos. Y ahí estaba Thorin, con su espada desenfundada. Azul intentó erguirse pero las pesadas manos de Dwan en su pecho la volvieron a su posición.
-Suéltenla- Ordenó la fría voz de Thorin.
Azul por su parte, sintió que aquella voz, fría y despiadada, le hacía recordar a sus primeros días como prisionera de la compañía. Y entonces comprendió que Thorin estaba verdaderamente enfadado.
Dwan se abalanzó contra el príncipe, mientras que Dorn volvió a espolear las riendas. Azul, atada como estaba, volvió a ponerse de pie para atacarlo.
Mientras se desarrollaba la contienda, dos poneys cruzaron al galope al costado de la pelea y acto seguido, Dwan dejó de pelear automáticamente. Detrás de Thorin estaba la guardia personal real. El enano se dejó arrestar y Thorin subió rápidamente al poney para dar alcance a la carreta. Delante de él, Bofur y Balin habían entrado a la carrera.
Dorn, viendo lo que vendría, sacó un cuchillo con el que amenazó a Azul y ella, rápida como una gacela, esquivaba cada estocada. Bofur fue el primero en saltar a la carreta y socorrer a la joven. Viendo Dorn que le quedaban pocas opciones, abandonó el transporte saltando. Quiso el destino que luego de rodar varias veces por el suelo, su cabeza chocara contra una piedra, muriendo al instante. Bofur tomó las riendas y con un par de tirones, el poney se detuvo.
-Tanto tiempo sin verte Azul. Al parecer sigues metiéndote en problemas…- Bromeó Bofur.
-Ahora verás cómo me meto en un problema peor…- Confesó ella.
Thorin ni siquiera le dirigió la palabra cuando llegó al lado de ellos. La mirada fría e implacable de éste hizo que todas las preguntas que ella tenía se esfumaran por completo. Volvía a sentir ese miedo característico cuando lo conoció, y eso no era bueno.
Llegaron a la montaña por otro camino que rodeaba al pueblo y ya en los recintos reales, Fili y Kili intentaban explicarle a su abuelo lo sucedido. Cuando vieron entrar a Thorin junto con Azul totalmente cabizbaja, Balin y Bofur, ellos tragaron saliva.
El revés que Thorin les dio a cada uno de sus sobrinos escandalizó incluso al rey. Y Azul tuvo por primera vez miedo de él al ver semejante escena.
-¡ESTÚPIDOS INSENSATOS! ¡¿Qué mierda estuvieron haciendo?! ¡¿Eh?! ¡Kili! ¡Ni siquiera puedes ponerte de pie tú solo! ¡Vergüenza deberías tener! ¡Y tú Fili! ¡Algún día reinarás! ¡Tus actos y pensamientos deben ser claros como el agua que bebes todos los días!-Luego se dirigió hacia la mujer.- ¡De todos los seres que habitan en este mundo no me esperaba algo así de ti! ¡Hemos pasado tantos peligros para que en el reino de MI PADRE vengas a ponerte en peligro! ¡ESTO NO ES EL REINO DE LOS ELFOS PARA QUE VAYAS POR DONDE TE PLAZCA! -
-Yo sólo quería…-
-¡SILENCIO!-Bramó Thorin verdaderamente molesto.- ¡Has desobedecido una ley de nuestro pueblo y eso se castiga a pesar de saber quién eres!- Thráin miró a su hijo al escuchar las últimas palabras. Pero también quedó impresionado por la autoridad que emanaba. Su reino quedaba en buenas manos cuando él partiría.- ¡Retírate a tus aposentos, ya te llamaremos para que sepas tu castigo! ¡Soldados, llévenla a su habitación y hagan guardia en la puerta!-
Azul no podía creer lo que pasaba. Era como si hubiera vuelto meses atrás pero sabía que era justo que Thorin esté enfurecido y sin decir nada, fue escoltada.

Pasó una hora y media desde el escándalo. Tirada en la cama, miraba un punto fijo en el techo cóncavo de piedra pulida. Dos golpes en la puerta le hicieron perder esa concentración.
-Azul... Azul, soy Balin. Abre por favor.-
De mala gana, ella se acercó a la puerta y le echó llave para abrirla.
-Niña… Thorin dice que bajes. Pero antes, ¿quieres hablar un poco?-
Azul hizo un ademán para dejarlo pasar. La puerta se cerró.
-Mira que lo has dejado cabreado…-
-Sí, lo sé…No me sermonees por favor-
-No pienso hacerlo, creo que él ya lo ha hecho. Pero dime una cosa: ¿Por qué lo hiciste?-
-Porque desde que pisé este mundo o tuve que esconderme, o tuve que tomar una espada, o utilizar mis manos para la guerra… quería hacer algo…"normal"-
-Mi niña… ¿pero a qué te refieres con…?-
Balin no terminó la frase, Azul se había abalanzado contra él y ahora lo abrazaba. Hacía rato que nadie demostraba un cariño por él de esa manera y sonrió.
-Me parece que a ti te falta un buen caballero que te ame- Bromeó él.- No malgastes ese afecto en un viejo enano como yo.-
Azul se rió.
-Yo doy mi cariño a las personas que se lo merecen- Acto seguido le dio un beso en la mejilla.
Después de eso, Azul se sintió un poco mejor.
-Bueno bueno…-Dijo el enano algo embarazado.-Démonos prisa. Thorin nos ha llamado a una reunión muy importante-
-¿Ahora va a decir mi castigo en una reunión?-
-Es algo más que eso… vamos.-
Ambos salieron de la habitación y acompañados por los guardias llegaron a un recinto donde había una mesa y alrededor ocho sillas de las cuales ya estaban ocupadas seis: la familia real ya estaba presente junto con Bofur. Thráin ocupaba la cabecera de la mesa, Thorin a su derecha y Dís a su izquierda. Fili acompañaba a su tío y frente a él estaba su hermano. Junto a Kili, Bofur esperaba tranquilamente. Balin ocupó la otra cabecera de la mesa.
-Siéntese- Ordenó el rey severamente y ella obedeció- Por fin estamos todos. Y por fin escucharé todo lo que ha pasado desde que abandonaron Ered Luin. Hijo, por favor, comienza.-
El relato de Thorin duró varios minutos. Recordó su enojo al no estar presente en la coronación de su padre, el reproche de Balin, la muerte de la hermosa Ariadna (Kili tuvo que contener su pena al volver a recordar aquél momento) y el trayecto hasta la noche donde encontraron a la mujer que hasta ese entonces no tenía nombre y por sugerencia de Kili la llamaron "Azul" en honor a las primeras palabras que Thorin exclamó al verla. Luego siguió la llegada a Rivendell y de cómo Hassar intentó secuestrarla. Cuando al príncipe le faltó el aliento, Balin ocupó su lugar, recordando el rescate de Kili del río Bruinen y de cómo Azul lo había vuelto a la vida. También habló sobre el ataque dentro de la residencia de Elrond hacia Thorin y ella y la vuelta de su memoria y la revelación más grande que pudieron tener luego de ese episodio.
-¡ELLA! ¿¡LA LUZ DE DURIN!? – Exclamó Thráin entre asombrado y asqueado por ser una humana.
-Sí padre. Yo tampoco no lo creí durante mucho tiempo, tampoco me bastó la marca que tiene en su cuerpo para creer.-
-¡Que la muestre!-
Thorin miró hacia Azul, y ella suspiró resignada. Al tener puesta todavía la camisa de Thorin se desabrochó los primeros botones para descubrir mejor su hombro. Y allí estaba la constelación de los enanos, tan hermosa como si estuviera en el cielo. Pero sólo Thorin se percató de la diferencia que había en el tatuaje, disimuló su turbación y calló.
-Debe haber algún error… ella… una humana ¿Por qué?- Se preguntó en voz alta el rey.
-Yo también me lo pregunto cada noche señor… No me fue nada fácil reconocer lo que tengo y lo importante que es. Aulë me dijo que si llegara a Erebor podría volver a mi hogar… y todavía no he vuelto-
-¿Aulë? ¿Has dicho Aulë, El Herrero? ¿Has hablado con él?-
Azul supo que no debía hablar más de la cuenta. Se frotó los ojos con las manos, y un poco incómoda, asintió. Dís callaba incrédula. Thorin continuó hablando sobre su decisión de que Azul no siguiera más con ellos en la travesía; y luego el momento en que ella volvió a reunírseles, ya preparada para el viaje gracias a los elfos que la habían armado. Fili se levantó y llevó a la mesa sus pertenencias, o mejor dicho, los regalos que le habían obsequiado. Su arco y flechas, junto a Calacyria refulgían mientras Thráin la contemplaba. Dis inspeccionó las alforjas y encontró el frasco de perfume, aún intacto, el cuaderno con dibujos y los diferentes objetos de su mundo, incluido el enorme libro de matemáticas.
Cuando llegó al momento del secuestro, calló y fue dada la palabra a ella.
-Azul, debes continuar.- Ordenó Thorin severamente.
-No-
-Querida...-Balin intentó poner un manto de piedad a todo esto.-…debes contarnos lo que sucedió allí adentro. Es un milagro que todos estemos con vida, y con más razón la tuya que estuviste en las mismas cárceles del infierno…-
-No… por favor… no me hagan recordar…-
-Lo harás Azul.- Thorin.
- Espera… por favor.-Saltó Balin en su defensa.- Al parecer es algo que sigue siendo doloroso para ella, contaré lo que nos pasó a nosotros luego de que escapamos de los dominios de Hassar.-
Thorin dudó unos instantes, pero al final accedió.
-Bien… Luego de que el mismísimo Aulë en forma de luz nos guiara hacia la libertad, no sabíamos dónde estábamos, pero cualquier lugar era mejor que allí dentro. Escapamos sin un rumbo fijo y nos dimos cuenta de que había estado yendo muy hacia el norte. El Río del Bosque se veía a lo lejos y luego de discutir, decidimos atravesar el territorio de los elfos costeando el río con el riesgo que nos descubran. Y considerando que no teníamos armas y sin alimentos, aceptamos el desafío. Después de siete jornadas de casi sin descanso, la mala suerte quiso que efectivamente los elfos nos descubrieran en una pequeña compuerta que ellos construyeron. Pero, y disculpe el atrevimiento mi señor, estábamos felices de haber caído pues nos dieron pan, quesos y frutas para comer. Esa noche dormimos bien vigilados, pero poco nos importaba escapar, pues estábamos demasiado cansados. Al día siguiente emprendimos un viaje de cinco días donde nos vendaron los ojos hasta llegar a lo profundo de los territorios de los elfos. Mientras que nos guiaban, escuchamos cómo el río se alejaba, por lo que pude deducir que nos estaban llevando hacia el sudoeste, y de vez en cuando, algún que otro arroyuelo se podía sentir. En la última jornada de la caminata, sentimos un viento frío que nos helaba el cuerpo y la luz que llegaba a atravesaban las vendas con las que nos habían atado los ojos, cesó. Pensamientos negativos habían caído sobre nosotros, pero los elfos no matan a ningún ser porque sí. Y tampoco le habíamos dado razón de peso para hacerlo. Nos quitaron las vendas y vimos desde adentro la fortaleza de rey Thranduil. Nos llevaron a las celdas donde permanecimos dos semanas, pues el rey y su hijo estaban fuera. Allí, recibimos en sueños otro mensaje de Mahal, que no debíamos preocuparnos de nuestro cautiverio, pues seríamos liberados sin oponer resistencia. Dos días después, un elfo se acercó a nosotros; el rey había vuelto y accedía a interrogarnos. Con su típica cara de indiferencia y arrogancia nos preguntó qué hacíamos en su territorio, además de no llevar armas siendo enanos. Le respondimos que habíamos salido de los dominios de Hassar gracias a la bendición de Mahal y que deseábamos volver a nuestra tierra pues debíamos ponerles al tanto de una guerra inminente. Al oír el nombre de tamaño enemigo, Thranduil se levantó de su trono y ordenó que le contásemos todo acerca de lo que habíamos vivido. Argumenté que nuestro dios no quería que reveláramos lo sucedido hasta no contárselo primero a usted, mi señor. Pero podía adelantar que habíamos ido a rescatar a un miembro importante de nuestra compañía. "¿Y quién puede ser tan importante?" Me dijo él. "¿Thorin, hijo de Thráin, hijo de Thrór ha caído en manos de Hassar?". "No" contesté "Una mujer". El semblante de Thranduil se turbó. "¿Y han podido rescatarla? Me preguntó. "Sí", le dije, "Fue un milagro de Mahal". Luego, el rey de los elfos quedó mudo por unos instantes para luego hablar con sus generales en su lengua. En mi opinión, ellos no creyeron ni una palabra, pues los generales nos miraban de reojo. Pero sabíamos que Mahal estaba de nuestro lado. Y una vez más tuvimos muestra de su poder. Un elfo llegó a toda prisa, pasándose todos los protocolos que hay que tener con un rey. Se arrodillo y dijo algo en su lengua. Se notaba que había viajado toda la noche y apenas había atendido sus heridas…-
-¿No será… Gelion?- Susurró Azul para sí misma, pero fue escuchada por todos.
-Sí.-Dijo Balin sorprendido-…el rey dulcificó su rostro al decir su nombre. Pero mis ojos se abrieron de par en par cuando ese elfo pronuncio el nombre de Hassar.
Al oír nuevamente el nombre, el rey torció su mirada hacia nosotros y allí nos creyó. Gelion, no se había percatado de que allí estábamos hasta ese momento. "Ustedes…" dijo él en lengua común "…he visto a uno de los suyos…" ¡Cómo gritamos cuando escuchamos sus palabras! ¡Tener noticias tuyas, Thorin, a pesar de habernos separado fue como un sorbo de agua cristalina! "… sí, el príncipe de Erebor está bien, acompañado por una mujer. Azul se llama" Allí, viendo la abrumadora evidencia de que nosotros no habíamos inventado la historia, el rey ordenó que nos saquen los grilletes. El elfo contó la llegada de ambos al Bosque Verde, y los problemas que tuvieron, aunque no precisó más detalles, pero sí dijo (y esto quiero corroborarlo contigo, Azul) que Hassar ha muerto y que ha tomado el lugar su hijo…-
Tanto Azul como Thorin asintieron en silencio. Balin continuó hablando.
-…entonces días nefastos nos esperan. Pues luego de que ustedes escaparan del campamento, Azog emprendió la retirada, no sin antes volver con toda su furia. Y lo hizo, sólo unos pocos lograron sobrevivir, entre ellos Gelion.
A partir de allí, el trato hacia nosotros mejoró. Nos dieron vestimenta, comida y, lo que nos sorprendió fue el armamento. Fuimos llamados varias veces para contar nuestra historia y ver las conexiones que había entre ellas. Gracias al elfo, nos permitió ganar la confianza del resto y que nos informen de la situación, que resultó ser lamentablemente muy parecida a nuestro pueblo. Sus mujeres son víctimas de los orcos, secuestrándolas y quién sabe qué harán con todas ellas… Días después, cuando decidimos que habíamos recobrado plenamente nuestras fuerzas, decidimos partir. Con la buenaventura de los elfos, el mismísimo rey me ha dicho que ansía una visita, como ya sabrá mi señor, ni bien Azul y Thorin llegaran al pueblo. Y aquí estamos, todos enteros, sanos y salvos… por ahora-

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