¡Hola a todos hermosa gente de la Tierra Media!
Capítulo extra! Pero no se acostumbren ¿eh?
Este capítulo es cortito, pero nos da una perspectiva distinta al resto.
Bienvenida iriaherreras a mi humilde morada! ¡Siéntete a gusto de comentar cuando desees!
Guest: este capítulo te responde alguna de tus preguntas ;)
¡Ahora sí, disfrutenlo y nos leemos el mes próximo!
Lynlia
Diesa
Querido Diario:
¡El viaje hasta Erebor es tan cansador! Se ensucia mi vestido, se resquebraja mi piel y estar todo el día sentada en esta carreta sin un cojín hace dolerme… bueno… eso ¡Qué desdichada soy en los viajes!
No comprendo a los enanos que salen a buscar aventuras y estar a las intemperancias del tiempo y a los peligros. ¡Enanos! ¡Todos a los que he conocido han querido más a las artesanía o a las armas! Pero sé que ÉL es diferente. Hace décadas que no miro su rostro tan implacable, pero sé que por dentro es un enano muy cálido. Sé que al llegar y verte podré sentir que aún sigues siendo el mismo…
¡Ay! La carreta agarró una piedra ¡Eso duele! "¡Conduce con más cuidado!" le grito al conductor; hay que decirles todo a los plebeyos. Detrás de nosotros la caravana sigue pero son más soldados que ciudadanos. He oído el rumor que muchas mujeres de otras razas están desapareciendo últimamente y en las semanas previas a mi partida de las Colinas de Hierro, apenas nos dejaban salir al exterior. Creo que es una exageración, pero no hay mal que por bien no venga, debo admitir que me siento segura viajando.
Diesa
Querido Diario:
Han pasado cuatro días de viaje. Ayer llovió un poco, pero esta carreta tiene cubierta. El pobre conductor está empapado y tirita de frío. Mi compañero de viaje (Andor) le ofrece su abrigo mientras pone a secar el otro. ¡Bah! ¡Debería haberlo previsto (vuelvo a escribirlo: plebeyos)! Las horas que le siguen son bastante aburridas (como todo el viaje) y ya no sé que más escribir. De vez en cuando otra carreta se adelanta o hay algunos gritos provenientes de las risas de algunos enanos, o de los mismos soldados… Comienzo a sospechar que soy la única mujer pues no he visto a ninguna enana durante la travesía.
Casi al anochecer, veo a lo lejos la punta de la única montaña ¡Al fin! ¡Pronto llegaremos! ¡Pronto podré abrazarte como lo hacía antaño!
Diesa
Querido Diario:
Ya estoy aburrida de empezar escribiendo "Querido diario" Para la próxima, escribiré "Querido Thorin"
Hoy me informaron que dentro de dos días llegaremos a destino. ¡Por Mahal! ¡Tendré que poner a punto mi piel, elegir mi mejor vestido y perfume! ¡Y mis cabellos! Quiero que Thorin me vea perfecta, es como dicen: "la primera impresión es la que cuenta"
Convencí a mi compañero de viaje que por ese día abandonara la carreta. Quería estar relativamente sola para poder embellecerme. Cerré a ambos lados las telas que hacían la función de las puertas y quedé en privacidad absoluta, allí comencé mi tarea. Luego de aproximadamente tres horas de ardua tarea, la luz del sol volvió a entrar a la carreta. El conductor dejó caer las riendas al verme. El pobre enano tuvo que agacharse bastante para recuperarlas, aún así, los poneys no se desviaron del camino.
Elegí no ponerme mi vestido favorito pues todavía falta un buen tramo y no quiero que se ensucie. Ahora, las miradas de los soldados que pasaban a los costados recaían sobre mí ¡Ese era el efecto que deseaba causar!
Puedo decir que hoy estoy satisfecha.
Diesa
P.d: Es raro. Hay muchísimos cuervos volando por esta zona.
P.d 2: Estoy escribiendo esto luego de unas cuantas horas. Ya la noche ha caído y la única luz que hay es de la luna llena. Los soldados están muy nerviosos, no sé lo que ocurre. Van y vienen de un lado hacia otro y apenas puedo escucharlos pues hablan en susurros. Lo único que atiné a escuchar es "Debemos darnos prisa" Luego de unos minutos, la carreta comienza a ir un poco más deprisa. ¿Qué estará pasando? O tal vez es mi imaginación… tengo demasiado sueño.
Querido Thorin:
El nerviosismo es evidente en la guardia. Los semblantes son más duros que ayer y casi no nos dirigen la palabra. Hasta los mismos ciudadanos comienzan a tomar sus precauciones. Las mazas están sobre los hombros de los soldados, los arqueros ponen a punto sus arcos ¡Por Mahal! ¡Es seguro que algo nos atacará!
Luego de varias horas de viaje, los poneys se encabritan y no quieren seguir adelante.
"¿Qué es lo que sucede?" Le pregunto al conductor. "¡Señora, por favor, no salga de la carreta y cierre las cortinas! ¡No deben verla!" Me dice él. "¿Pero quién no debe verme?" Y el desgraciado no me contestó.
Al ver que hacía caso omiso a su orden (¿a mí darme órdenes?) Un soldado subió a la carreta, me tomó del brazo y me condujo dentro para cerrar las cortinas. ¡Cómo refunfuñé por tamaña osadía! ¡Ponerme un dedo encima! Obviamente que quise salir, y cuando lo hice estaba rodeada de soldados que marchaban a los costados de la carreta. El soldado que me había tomado me dirigió una mirada severa y entendí todo. Volví a meterme dentro…
Este viaje no me está gustando… y falta tan poco para llegar.
Diesa
Querido Thorin:
¡Ahora sí que estoy asustada! ¡Un cuerno fue tocado por uno de los soldados dando la voz de alarma! Parte de los soldados que me custodiaban se retiraron y volvieron varias horas después…heridos. Como buena, educada y servicial enana que soy, ofrecí mi carreta para que ellos puedan curar sus heridas. Mientras el sanador hacía su trabajo, no pude evitar mirar que las armaduras de los enanos estaban teñidas por una sustancia negra que despedía un aroma pútrido. Ahí mismo me desvanecí para recobrar el conocimiento una hora después.
Lo primero que vieron mis ojos fue un apuesto enano llamado Nori que se presentó cortésmente. Me pidió que no me asustara frente a la noticia que debía darme y escuché atentamente ¡Creí desfallecer otra vez! ¡Orcos acechándonos!
"¿Pero qué desean con nosotros?" Le pregunté inocentemente
"Mi señora" Dijo él caballerosamente "¿No ha escuchado los rumores sobre la desaparición de mujeres? ¡La quieren a usted! ¡Alguien ha filtrado la información que usted viajaría!"
Instintivamente quise salir de la carreta pero al mirar al horizonte, una especie de enjambre se aproximaba a nuestra dirección.
"Me temo que no es un enjambre señora" Dijo Nori severo "Sea fuerte" Concluyó para salir y unirse a la guardia.
Mi corazón todavía está latiendo muy fuerte. Jamás he tenido tanto miedo en toda mi vida. Mahal, por favor, cuídame…
Thorin… yo te…
(A partir de aquí la letra es ilegible)
...
Querido Diario:
He sobrevivido, no sé cómo pero estoy viva, a salvo en Erebor. La batalla ha sido atroz y yo era el trofeo de guerra ¡Un horror!
A pesar de que la batalla ha terminado hace algunas horas y que estoy más tranquila en una habitación donde mi dulce Thorin me ha dado un beso en la frente e irse presuroso (Sé que debe atender a muchos soldados, pobre…), no logro recordar demasiado lo que ocurrió, salvo una cosa.
Un joven hombre de mediana a baja estatura, cuyo rostro estaba cubierto por el yelmo que llevaba fue el que me protegió la mayor parte del tiempo. Pero lo más raro de todo es que apenas su cuerpo menudo estaba cubierto con armadura alguna. He visto infinidad de veces los estilos de escudos, armaduras y espadas de todo tipo pues mi padre, el general Andvari, siempre llegaba a nuestro hogar a relucir su vestimenta. Pero este hombre no tenía armadura que protegiera su pecho, la única arma que poseía era una espada élfica, su yelmo era fabricación enana sin lugar a dudas, y una forma de pelear MUY rara, pero efectiva.
No sé qué habrá sido de él, pero salvó la vida de mi querido Thorin que estaba a merced de aquel orco temible. Justo cuando éste intentó clavar su arma en su cuerpo, él lo detuvo. Gracias a esto, se ensañó con nosotros. A una orden de Thorin, me obligó a subir al caballo de este hombre para escapar hacia las puertas de la ciudad. Cuando llegamos, los guardias nos apuntaron y él gritó que me protegieran. Me ayudó a bajar y retomando el camino, desapareció.
Y aquí estoy, con unos cuantos golpes, pero principalmente VIVA…
Diesa
