Hola, hola, Luna de Acero reportándose. Bueno, aquí está el nuevo capítulo, les digo que se preparen porque empezarán a saberse un par de cositas sobre el pasado de Levi, que ahora que lo pienso no sé porqué en su momento me pareció super bien hacerlo tan sad, en otro universo alterno donde otra Luna está escribiendo la historia le hace un pasado diferente a Levi jaja. Pero no estamos en ese universo así que bueno, ustedes verán, yo dejo aquí este capítulo y ya nos veremos en Enero para la próxima actu porque voy a estar ocupada con la Navidad, fin de año, cena del trabajo y todas esas bellas actividades sociales que no disfruto ni un poco pero estoy obligada a ser partícipe jaja. Sigan leyéndome en las otras plataformas porfis, en como Luna de Acero, en AO3 como LunaDeAcero7 y en Wattpad (aún no me doy por vencida) como Luna-De-Acero.

Otra cosa, aquí se hablará del Síndrome de Asperger, pero creo que sería mejor si les doy la definición concreta antes de que lean el capítulo. Para entender el Asperger empezaremos con una definición sobre el Autismo, ya que me parece importante hablar al respecto:

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición que dura toda la vida y que altera la capacidad de una persona para comunicarse y relacionarse con otros. El autismo está asociado con rutinas y comportamientos repetitivos, tales como arreglar objetos obsesivamente o seguir rutinas muy específicas. Los síntomas pueden variar desde leves hasta muy severos, por eso se dice que es un espectro. No hay dos personas con autismo iguales.

La gente con autismo percibe el mundo en forma diferente. Ve detalles que vos no ves y tienen dificultades en procesar los diferentes estímulos. Por eso, los lugares, personas o rutinas nuevas le representan un desafío. Sostener la mirada del otro puede resultarle amenazante; por eso evita el contacto visual. A una persona con autismo le cuesta expresar lo que siente así como también entender lo que les pasa o sienten los demás. Tienen gustos e intereses restringidos. Por ejemplo, un niño puede interesarse específicamente por los dinosaurios y casi por nada más. Realizar tareas repetitivas les sirve para ordenar un mundo que percibe caótico, por ejemplo, ordenar cajas en fila una y otra vez. La detección temprana mejora considerablemente el pronóstico. Cualquiera puede nacer con autismo y no hay manera de prevenirlo.

Entonces ¿qué es el síndrome de Asperger? El síndrome de Asperger es un trastorno del desarrollo que se incluye dentro del espectro autista y que afecta la interacción social reciproca, la comunicación verbal y no verbal, una resistencia para aceptar el cambio, inflexibilidad del pensamiento así como poseer campos de interés estrechos y absorbentes. En criollo vamos a decir que de todos los espectros del Autismo es una de sus manifestaciones más leves. Aquí es donde está ubicado Levi.

Si tienen más dudas al respecto, por favor háganmelas llegar con un comentario, con un mensaje, un review, lo que ustedes quieran. Mi hijo Francesco que acaba de cumplir 6 años está diagnosticado con Autismo (no es Asperger es autismo puro) por lo cual desde mi experiencia ( y todas las experiencias son diferentes, aquí es imposible generalizar) los puedo ayudar a entender mejor esta condición. Así que no tengan miedo de preguntar, peor es quedarse con las dudas.

Cierto, casi me olvido, no llego con Mitómano, será para mañana, lo jurito.

Si no actualizo hasta que sea Enero, entonces les deseo unas muy felices fiestas, y si no festejan que anden bien y coman rico igual. See you!


Disclaimer: Los personajes no me pertenecen son de Isayama Hajime, pero la historia es completamente de mi invención.

Advertencias: Diría que un poquis de angustia, atmósfera tristona, por las dudas si son sensibles tengan pañuelos a mano. Listo.


.

.

"Hay que tener el valor de decir la verdad, sobre todo cuando se habla de la verdad".

Platón

.

.

Era el segundo día que Levi no se presentaba a almorzar, a la mañana cuando llegaba ya estaba logueado así que muchas veces él se había acercado a su box para saludarlo a lo que su asesor contestaba sin siquiera girarse a mirarlo, luego se retiraba tan rápido que se perdía en el alboroto de todos los que salían al mismo horario, de manera que era obvio lo que estaba haciendo.

—Cami, ¿no viste a Levi? —preguntó Eren cuando la chica se acercó para almorzar en su misma mesa.

—No, la verdad no sé que hace al mediodía, pero desde ayer que se desaparece por completo, ya le voy a preguntar cuando lo vea después —Informó la chica mientras abría su lonchera.

—¿Qué? ¿Estás preocupado por el rarito? Hazme un favor y no te enamores —le susurró por lo bajo Jean y Eren lo pisó con fuerza por debajo de la mesa, rogando que Camila no hubiera escuchado, pero la chica estaba saludando a otra persona, estúpido Jean.

Bien, tendría que ir y tomar el toro por las astas, de manera que le hizo la guardia a la salida y aunque le pasó de largo (o mejor dicho lo intentó), Eren le dijo que se quedara unos minutos que necesita hablar con él. Esperaron que el resto de los asesores se fuera y finalmente el supervisor lo abordó.

—Levi, ¿me estás evitando?

El asesor revoleó los ojos a un lado y al otro como si la figura de Eren le quemara la vista y luego soltó un suspiro pequeño y asintió.

—¿Por qué?

—A mi me gusta conversar con Eren, pero hay cosas de las que no quiero hablar.

—Hoy, ¿tienes cosas que hacer?

—Sí, es martes, tengo que ir al Hospital a ver a Petra y llevarle los tejidos, hoy toca entregarlos.

—Ya veo, ¿puedo acompañarte? Entonces tal vez tengamos tiempo de conversar mejor.

—Eren quiere saber ¿no? Tch, me cuesta hablar y caminar y eso.

—Bueno, vamos, entreguemos los tejidos y luego te invito un café y nos sentamos a conversar.

—Yo no tomo café, el café es una bebida nociva, ¿sabes lo que le hace al organismo?

—Puedes tomar otra cosa si quieres, me refería a ir a una cafetería, yo te invito.

—Hay cafeterías donde la higiene es dudosa.

—Bueno, tú vas a elegir el lugar, pero definitivamente tenemos que hablar.

—Entiendo, bueno, vamos que se me empieza a hacer tarde.

—De acuerdo.

Eren tomó su mochila y se fueron a la parada de autobuses. Levi chasqueaba la lengua sin abrir la boca lo que le llamaba la atención al más alto, pero supuso que serían los nervios, tal vez no debería estar metiéndose en vidas ajenas pero lo cierto es que le intrigaba saber bien qué es lo que padecía Levi, evidentemente había una respuesta a eso, una respuesta que su asesor evitaba develar a toda costa, pero no quería saltar a conclusiones apresuradas, debía darle su espacio para que le contara y tenían que estar tranquilos. Además quería ver como era toda la movida esa de llevarle tejidos a los bebés de bajos recursos del Hospital Municipal.

Eren trató de iniciar conversación una vez que se bajaron cerca del edificio donde Levi vivía.

—¿Cómo va la novela?

—Rita sigue muy grave, ayer tuvo un paro cardíaco, pero menos mal la salvaron, yo también esperaré que esté bien como tú dijiste.

—Apuesta lo que quieras que así será.

—¿Con quién voy a apostar?

—No es... no importa, me refería a que es una apuesta segura que ella va a salvarse, que sucederá.

—¿Una apuesta segura con quién?

—No importa, en serio.

Llegaron al departamento y Levi lo hizo esperar afuera porque no era día de visitas y luego salió a los quince minutos con su mochila llena y un carrito de compras de lona de dos ruedas también lleno.

—¿Te ayudo? —Se ofreció Eren por las dudas pero Levi negó.

Se fueron a paso rápido despacio por unas intrincadas calles, al cabo de una media hora Eren estaba acalorado.

—Vaya, sí que caminas rápido.

—Es que Petra entra a trabajar a las cinco, tengo que llegar antes para que reciba la donación y evalúe su calidad.

—¿Cómo fue que aprendiste a tejer?

—Armenia, mi vecina pero que no es de ese país ese es su nombre, me enseñó. No me gustaba, nunca me gustó, pero ella me dijo que es mejor no estar de ocioso y aprovechar el tiempo, así que de tanto mirar aprendí, es bastante fácil. Luego cuando Petra y yo salíamos, muchas veces tenía que quedarse más tiempo de la cuenta con los bebés de la Nursery del Hospital, ella es muy sensible, y un invierno me ofrecí para tejerle a un par de ellos que cuando se iban con sus madres no llevaban abrigo suficiente, hubo un brote de anginas y bronquitis en ese tiempo. Luego lo seguí haciendo porque no me molesta y si me organizo el tiempo me alcanza.

—Ya veo, es un acto muy altruista de tu parte, considerando que no te gusta tejer.

—Es así, uno tiene que hacer muchas cosas que a uno no le gustan ¿no? Pero mejor si es en provecho de otros.

—Déjame adivinar, eso también te lo dijo Armenia.

—¿Cómo lo sabes? —dijo frenándose en seco y mirando a Eren con intensidad.

—Bueno lo supuse, digo, al parecer pasabas muchas horas con ella.

—Sí, venía a visitarme o yo a ella, es mejor que estar solo, le gusta conversar y leer la Biblia, pero no conmigo.

—¿No le gusta leer la Biblia contigo?

—No, hago muchas preguntas incómodas me dijo, pero es porque ese libro dice una cosa en una parte y luego dice otra diferente en otra parte y todo es muerte y destrucción. Ella también dijo que no pregunte tanto que Dios me va a castigar.

—Ya veo, no creo que Dios castigue a la gente que tiene un poco de curiosidad, gracias a la curiosidad se han descubierto grandes cosas y la humanidad avanza.

—Esa frase me gusta, me quedaré con la frase de Eren. Ya llegamos.

Levi se anunció en la recepción donde todos lo saludaron con bastante afecto pero sin acercarse, también o presentó a personal y luego lo guió por unos pasillos hasta el segundo piso del nosocomio donde había un cartel que decía Nursery. En la mesa de entrada de ese sector lo atendió una doctora que también lo recibió con familiaridad y cariño, aunque evitando el contacto físico y llamó por un intercomunicador para hablar con esa tal Petra. Finalmente pudieron pasar a un sector reservado donde la chica vino y la abrazó con afecto. Eren enarcó una ceja, al parecer su asesor era bastante popular en esa zona.

—Te eché de menos la semana pasada —dijo la chica luego de presentarse con Eren.

—Mmm, te dije que no iba a venir, leíste mi mensaje.

—Lo sé, pero igual te extrañé ¿Qué trajiste hoy?

Ayudó a Levi a sacar las bolsitas de nylon transparente donde estaba todo empacado de manera pulcra y ordenada. En cada una había un gorrito y un par de escarpines a juego, en otras habría mantitas.

—¡Wow! Es muchísimo, realmente haz hecho un excelente trabajo, Levi.

—Estuve bastante productivo, ¿lo escuchaste Eren?

—Sí, lo hice.

—Gracias, sabes que tu ayuda es invaluable —le habló con cariño la mujer baja, de un bonito cabello cobrizo y sonrisa de porcelana.

Mientras Petra, que era jefa de enfermeras en esa unidad, acomodaba la mercadería recibida Levi se acercó a una incubadora que había en un costado donde un bebé extremadamente pequeño estaba conectado a unos cables y unos aparatos que medían sus signos vitales.

—Oh, ese es Charles, su mamá está en terapia intensiva, tuvo un sangrado por golpe que se dió bajando unas escaleras y se está recuperando, tuvieron que hacer una cesárea de urgencia, apenas tiene seis meses, está en un riesgo muy alto por eso lo traje aquí para esté las veinticuatro horas vigilado y porque no quiero que esté solito en la habitación contigua —Les explicó la mujer.

Levi se agachó y pegó su nariz al acrílico de la caja, entonces comenzó a tararear una melodía pero sin abrir sus labios, como si fuera una especie de gorgojeo, Petra se le quedó mirando un buen rato y luego siguió con su labor. Cuando regresó le preguntó cómo estaba la luz del bebé y ya Eren prefería no pensar al respecto de ese tema de luces y Levi.

—Está débil, trata de cantarle, lo hace sentir acompañado.

—Lo haré.

Tal vez fuera solo su impresión pero había cierta atmósfera diferente a la que Levi solía tener con el resto del mundo, al menos eso le pareció al supervisor, aunque bueno, a decir verdad solo lo había visto interactuar con sus compañeros del trabajo solamente.

—Me gusta ayudar pero ahora debo irme, tengo que comprar alimento para los reyes.

—Claro, claro, salúdalos por mi, por favor. Por cierto, quería decirte, el otro miércoles hay un evento en la Biblioteca Provincial, van a venir cuatro célebres autores de filosofía a firmar algunos autógrafos y brindar algunas palabras, ¿tal vez te interesaría ir, conmigo?

—Es probable, te confirmaré con un mensaje, por favor pásame los horarios y la dirección.

—Lo haré, bueno, cuídate, Levi —dicho lo cual se acercó y lo besó en la mejilla—. Te escribiré.

—Bueno, adiós, come sano y duerme, no te olvides de dormir lo suficiente.

Eren saludó y para cuando salieron eran cerca de las seis.

—Supongo que ahora podemos ir a una cafetería —Le recordó el más alto.

—Sí, pero tengo que comprar alimento para los reyes y dejar el carro.

—OK, pero promete que una vez que hagamos todo eso hablaremos.

—Sí.

—Vamos, entonces.

Caminaron hasta una veterinaria, otro lugar donde todos saludaron a Levi con sonrisas y afecto, incluso el veterinario se acercó a estrecharle la mano y preguntarle sobre la evolución de un par de los reyes. Luego estuvo muy entretenido eligiendo un par de bolsas de alimento, nada económicas a decir verdad, y Eren tuvo que apurarlo. Pagó, puso las bolsas en el carro y volvieron al departamento. Para entonces Eren estaba cansado de caminar y esperar. Solo lo dejó pasar un momento para usar el baño y se negó a que conversaran en su casa "por que no era día de visitas". Eren suspiró, estaba cansado de los rodeos y vueltas que Levi le ponía al asunto.

—Está bien, no voy a presionarte, si no me quieres decir no digas nada, pero te voy avisando que pediré tu legajo en recursos humanos y me fijaré allí.

—¡No! No, por favor, no lo hagas —Apenas había levantado la voz, y se refregaba los dedos constantemente—. Está bien, está bien, entiendo, te contaré todo, bueno, hay que contarlo. Vamos a ese lugar, la cafetería pero no tomaré café.

—De acuerdo, vamos de una vez antes de que sea la hora de tu novela o de cualquier cosa que sea imposible dejar de lado —dijo con el semblante serio.

Caminaron otra media hora más en las cercanías del edificio de Levi, pasaron por tres cafés pero el hombre siempre tenía algo de qué quejarse: "Ese no, huele mal - Ese tampoco, está lleno de colores oscuros, deprime - Ese tampoco, me dijeron una vez que los productos son caros y la calidad no es buena". Al pasar por el cuarto Eren se cruzó de brazos y lo miró con seriedad. Levi volvió a rodar sus ojos pero asintió con la cabeza luego de una seguidilla de "tch".

Otra odisea fue para elegir la mesa, finalmente y a un paso de perder la cordura Levi aceptó sentarse en una mesita contra un ventanal en el primer piso donde había menos gente. Levi tenía la nariz casi pegada al vidrio porque para entonces había empezado a lloviznar levemente y desde esa posición podía ver como caían las gotas a contra luz de una farola de la calle, ya que se había puesto oscuro, y le parecía una escena mágica. Un fuerte carraspeo de Eren lo sacó de su concentración y lo miró unos segundos. Una bonita joven se acercó para tomar los pedidos.

—El café no es una bebida sana —Comenzó Levi—, quiero un vaso de malteada de frutilla pero sin azúcar por favor.

—Yo sí quiero un café con leche y un croissant —Pidió Eren y al fin se quedaron solos.

—No puedo demorar mucho porque los reyes están esperando su cena, además hace frío, tengo que prenderles la calefacción.

—Bueno, entonces vamos directo al grano y no perdamos más tiempo.

—¿Vamos a un grano? Dijimos una cafetería.

—Ya, no me hagas caso es una frase figurativa, no importa, me refiero a que no alarguemos esto, ¿tienes autismo, Levi, sí o no?

Nuevamente notó como si su asesor se congelara en su lugar, de hecho ni siquiera parpadeaba y abrió la boca un par de veces pero nada salió de sus labios. Le dió su espacio y esperó por varios minutos hasta que finalmente Levi dijo algo.

—Técnicamente no es autismo propiamente dicho, yo, yo... nos estamos perdiendo la lluvia, nunca hay una igual a otra, ¿lo sabías? —dijo señalando el ventanal, pero pronto desistió al ver la actitud seria de Eren—. Bueno, te lo voy a contar pero, ¿podría ser una charla privada?

—Estamos teniendo una charla privada, estamos solo nosotros dos.

—Claro, es que recursos humanos no lo sabe, no quiero que nadie sepa, si saben yo puedo perder mi trabajo.

—¿Qué? ¿A qué te refieres? Eres un excelente asesor, de ninguna manera perderías tu trabajo.

Levi negó varias veces con la cabeza y comenzó a pellizcarse las manos a medida que sus niveles de ansiedad subían, su respiración se hacía irregular, de vez en cuando miraba afuera, a la lluvia, para tranquilizarse un poco.

—¿Levi?

—No, no es así, Eren. La gente tiene miedo, porque no saben qué es, por más que uno les explique y entonces se van, se alejan o me alejan.

—¿Qué es lo que tienes?

—Se llama síndrome de Asperger y está dentro del espectro autista, pero es el trastorno más leve de todo ese... espectro. Sí. Las personas que lo padecemos podemos tener un comportamiento social inusual y un interés profundo en algunos temas específicos, ¿ves? Como la lluvia. Y yo puedo hacer muchas cosas, sí, y puedo vivir por mi cuenta, y trabajar si no se enteran, pero cuando se enteran... ellos siempre me mandan de vacaciones y luego llega el telegrama. Pero necesito el trabajo porque los reyes dependen de mi.

Les sirvieron el pedido y Eren seguía callado, había escuchado alguna vez sobre la gente con Asperger pero para ser honesto no estaba del todo interiorizado en el tema. Levi había dicho la palabra "trastorno", entonces ¿Levi tenía un problema mental?

—Estás asustado —dijo Levi y el supervisor lo miró sorprendido—. ¿Lo ves? Es lo que te dije que sucede —Su voz monótona sonaba triste de alguna manera, al igual que sus ojos que parecían haberse apagado—. No estoy loco, no tomo medicación tampoco, aunque estoy en tratamiento.

—¿En tratamiento?

—Sí, la doctora Zoe es mi psicóloga, la veo lunes de por medio, que eso es un lunes sí y al siguiente no y luego sí ¿entiendes?, cada sesión dura dos horas, me ayuda a entender algunas cosas, me aburre, discutimos a veces, pero tengo que visitarla siempre y ella dice que yo estoy bien y apto para trabajar. Antes de poder conseguir trabajo en el call center estuve intentando en otros doce lugares primero, pero yo les dije sobre mi condición y nunca volvieron a llamar, entonces ella me dijo que no lo contara y entonces así conseguí entrar. Soy un excelente asesor, me lo dijiste en más de una ocasión.

—Ya veo, pero esto es, realmente no sé si tengo que reportarlo, no sé si puedes ser una amenaza para tus compañeros o no.

—No soy agresivo, la última vez que he golpeado a alguien fue hace cinco años y esa persona tuvo la culpa porque quiso robarme. No soy agresivo, no tengo antecedentes penales tampoco.

—Pero si todos supieran lo que tienes y lo qué es, ¿acaso no sería más fácil poder comprenderte? Y si no eres agresivo ¿cuál es el problema de contarlo?

—No. Cuando fuimos al neurólogo por primera vez yo tenía siete años, dos meses y cinco días, mi maestra de la primaria y la directora de la escuela le habían pedido a mi madre que me llevara. Yo era diferente en ese entonces, era muy pequeño para poder procesar las cosas. Cuando ella escuchó que... —Levi hizo una pausa y dobló su servilleta varias veces—. Las cosas cambiaron mucho, ella estaba enojada y triste, sí, muy triste. Ella prefería que yo hubiera sido tonto que "eso" o que hubiera tenido cáncer, eso dijo. Lloraba mucho, no me gusta cuando ella llora, es algo feo, como cuando uno de los reyes está dolorido, es así. No fui más a la escuela ese año, me quedaba en mi habitación, ella me cerraba la puerta con llave para que yo no rompiera algo en la casa mientras ella trabajaba aunque yo no tocaba nada que no fuera de mis cosas o cuando me hacía lavar la vajilla y, bueno, es aburrido estar solo tantas horas ¡Oh!, pero Bigotes venía a mi ventana. Bigotes era el rey del vecino, aunque el vecino no le daba de comer apropiadamente, eran extremadamente pobres. Así que yo a veces, si mamá no se daba cuenta, guardaba un poco de comida en una servilleta y, luego Bigotes se lo comía, aunque no le gustaban las zanahorias. Tampoco le gustaba que le dijeran Bigotes, él dijo que tenía nombre de rey y que su verdadero nombre era Luis Enrique I.

Eren estaba mudo, su café enfriándose a medida que su corazón se derretía con la historia de Levi.

—Luis Enrique I fue mi primer amigo de verdad y me enseñó sobre las luces y qué significaba cada destello o cambio de color, era muy bueno conmigo y me hacía compañía, me tenía paciencia y nunca se enojaba si yo no entendía sus explicaciones; oh, pero un día el perro del señor Tobías, otro vecino pero que vivía al frente, se lo comió. Le dije muchas veces que no se acercara a esa reja, pero Luis Enrique I era descuidado, me quedé solo entonces.

—¿Solo puedes entender a los gatos? ¿A los perros no?

—Los perros son muy revoltosos, te saltan y sus ladridos, mmm, me hacen doler la cabeza —dijo tocándose una de sus orejas—. Sus luces siempre cambian muy rápido y me estresan, sí, prefiero los reyes. Los perros están bien, pero me siento cómodo entre los reyes. Como te decía... después de saberlo todo fue mal, se puso peor y peor. Ella se consiguió un novio, pero él tenía una hija a la que yo no le caía bien. Mi mamá le pagó a una maestra que me iba a enseñar, pero la mujer se enojaba con mis preguntas, antes era muy curioso y preguntaba sobre las cosas que no entendía o aquellas que me llamaban la atención, fue problemático, mi mamá me retó, así que yo no pregunto mucho porque a la gente le molesta en general. Y bueno, ella se casó y quedó embarazada, entonces me compró mi departamento con un dinero que recibió de la familia de mi papá o eso me dijo y me llevó ahí porque no encajaba con su nueva familia. Aunque me esforcé mucho parece que seguía dando problemas, a veces un niño no sabe resolver algunas cosas si no le dicen cómo, pero eso solo me pasaba de niño ahora no, ahora yo soy eficiente, administro bien mis ingresos, mi tiempo, como saludable, descanso, hago ejercicios, cuido a otros y soy un excelente asesor. También voy a mi terapia, aunque no me gusta y nos perdimos la lluvia —dijo mirando hacia el ventanal y percatándose de que se había detenido.

—Y tu... ¿desde los siete años has vivido solo?

—Ya tenía ocho para entonces, no viví solo, empecé a residir en mi departamento. Mi madre se quedaba a dormir... a veces, porque estaba embarazada y tenía una familia que atender. Al principio me costó porque no sabía hacer muchas cosas, luego ya aprendí, Armenia, mi vecina, ella me ayudó. También quise estudiar, para el profesorado de Matemáticas cuando salí de la secundaria, pero no había cupos ese año, y luego ya tenía demasiadas actividades. Igual me gustan los libros de ecuaciones y de fórmulas, tengo muchos en casa, las matemáticas son divertidas y fáciles, ¿te gusta resolver ecuaciones?

—Me gustaba cuando estaba en la secundaria, pero no sé, pasó mucho tiempo. Como sea, yo no quiero perjudicarte Levi, lo digo de verdad, pero tampoco puedo esconderle información a la empresa, ya hace un año que trabajas y te has destacado mucho, realmente no creo que esto sea un problema.

—No lo sabemos, lo que sí sabemos es que no es un problema si no lo saben.

—Déjame pensarlo, ¿OK? No quiero ser cómplice de una mentira.

—Yo no mentí, ellos no me lo preguntaron en la entrevista.

—No, pero deberías haberlo contado.

—En ningún formulario de los que me dieron a llenar pedían esa información.

—Hay un formulario sobre enfermedades.

—No es una enfermedad, ¿tú no escuchas muy bien, cierto? Tal vez tienes mucha cera dentro de las orejas. Lo mío es una condición neurológica, que solo afecta mis habilidades sociales, aunque ya ves que si me esfuerzo puedo conversar y hacer todo eso que los neurotípicos hacen.

—Ya veo, voy a leer un poco más al respecto e interiorizarme un poco, aunque sigo pensando que sería mejor para el grupo saber que tienes esta... condición, entonces muchas cosas se explicarían, sino ellos seguirán pensando que eres raro o excéntrico.

—No me molesta que piensen eso si puedo seguir haciendo mi trabajo.

—Dejemos el tema aquí, tengo mucho en que procesar.

—Está bien —Agarró unos sobrecitos de edulcorante en polvo y lo arrojó en su vaso de malteada y luego revolvió con una cucharita.

—Y... ¿se puede hacer algo para que esa condición mejore?

—Terapia, psicológica por lo general, visitar al neurólogo, algunos van a la fonoaudióloga, eso, algunos toman medicaciones pero no es mi caso, yo nunca la necesité.

—¿Medicación para qué?

—Para que los químicos del cerebro hagan mejor sinapsis, para dormir, para no estar tan exaltado, para mejorar la concentración, bueno, depende de los diagnósticos y las personas.

—Vaya, esto es bastante complejo. Como te dije, voy a investigar un poco y voy a leer al respecto, pero no te prometo que no diré nada, lo estaré evaluando, ¿de acuerdo?

—Bueno.

Terminaron sus bebidas y Eren lo acompañó hasta su edificio de regreso.

—Escucha, sé que es difícil para ti hablar de esto y aprecio mucho que lo hayas echo, que te hayas abierto a mi.

—Yo no te abrí nada.

—Claro, es... un expresión para decir que confiaste en mi.

—Yo no quería hablar de esto porque luego todos se alejan.

Eren notó algunos moretones que estaban apareciendo en las manos de Levi que por los nervios se había estado pellizcando un poco y le agarró una de sus manos con las dos suyas tratando de reconfortarlo, de transmitirle lo que sentía.

—Es parte de conocernos, no ocultar verdades tan importantes ¿entiendes? Puedes confiar en mi, Levi, incluso si hay algún problema te respaldaré y estaré apoyándote.

—¿No te alejarás? —preguntó mirando fijamente el suelo y el más alto sintió que se le removía el piso, Levi era un hombre adulto y todo, pero a veces era demasiado tierno.

—No lo haré, a menos que tú me alejes. Bien, ya son las nueve menos cinco, deberías apurarte porque ya empezará la novela y seguro los reyes tienen hambre.

—Es tu culpa, era un día ocupado y tú querías conversar y conversar.

—Ya, es mi culpa, lo siento. Hora de irme.

—Eren. Gracias. El jueves haré tostadas y es día de visitas —recordó y lo miró fugazmente, el supervisor sonrió con ganas.

—De acuerdo, tal vez te visite, ya veremos.

Se saludaron y Levi regresó a su departamento. Luego de la novela, darse una ducha breve porque no se aguantaba la mugre, preparó los siete cuencos y les llevó la comida.

—Lo sé, lo sé, lo siento es muy tarde, es muy tarde. Petra les manda saludos, Nerón no la conoces pero es una amiga que antes era una novia, tal vez venga alguna vez, los otros reyes la quieren mucho. Como les decía, hoy el príncipe y yo hicimos un montón de cosas juntos, un montón de cosas, y estuvo así pegado a mi todo el día, tan pegado que a veces nuestros colores se mezclaban, nuestros colores combinan bien para que sepas Nerón que tú no ves nada. Pero tuve que contarle sobre... ya saben sobre mi condición —Varios maullaron al mismo tiempo y Levi los acarició para calmarlos—. Lo sé, pero no salió corriendo lo cual es buena señal, Eren es diferente a otros... espero. No se preocupen, ¿qué? No, yo no le quise contar, él preguntó y preguntó, es muy inteligente y se dió cuenta por sí mismo. Como sea, es tarde, recen antes de dormir, yo haré lo mismo. Mañana les sigo contando, traten de descansar. Adiós.

Se lavó las manos y se fue a acostar.

—Ángel de la guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, bendice a los reyes, a mamá, al príncipe y a mí. Y otra cosa, si puedes hacer algo al respecto, por favor que Eren no se aleje, yo me estoy esforzando, amén.

Esa noche no se durmió de inmediato, estuvo un rato mirando el techo y recordando algunas cosas que no quería recordar, pero a veces las memorias eran así, molestas.

"Su madre lo miraba muy molesta.

—¿Le contestaste a tu maestra?

—Ella gritaba, le dije que se callara porque no entiendo los gritos.

Lo agarró con firmeza del brazo y lo arrastró hasta la habitación donde lo empujó con poca delicadeza dentro de un ropero, el mismo estaba medio vacío.

—Te vas a quedar ahí hasta que reflexiones, ¿me has escuchado?

Levi asintió y se acuclilló mientras su madre cerraba la puerta. Lo único que le molestaba del ropero era el olor que había adentro, a madera vieja, a moho, a viejo y decadente. Cerraba sus ojos y se ponía a escuchar todas las músicas que conocía que le gustaban mucho, tenía una especie de radio interior con la que podía entretenerse por horas. Como siempre pasaba su mamá se iba y se olvidaba que lo había dejado encerrado, así que solo salía si era necesario ir al baño (una vez había orinado adentro y se llevó una tremenda paliza) y a veces aprovechaba para agarrarse una manzana o cualquier cosa que estuviera a mano y se las comía en ese lugar.

Pero las cosas se ponían peores y peores. Para Levi la escuela era un infierno, los compañeros pasaban completamente de él, los abusivos al ver que no podían sacarle lágrimas o provecho ni siquiera lo tenían en cuenta, excepto para robarle los útiles o romperle algo, era completamente invisible. A él lo que le dolía era la indiferencia, bastaba que se acercara a cualquier grupo que estuviera jugando en el recreo que enseguida se dispersaban y lo dejaban atrás. En materias como matemáticas le iba excepcionalmente bien, pero en otras como lengua no podía hacer gran cosa. Se sentía como si estuviera siendo tragado por arenas movedizas. Las letras de su cuaderno se transformaban en espantosos monstruos que se reían y querían morderlo. Escuchaba a su maestra pero no lograba entender gran cosa, lo que causaba que sus notas decayeran día a día en esas áreas.

Las palizas de su madre tampoco hacía que las cosas cambiaran.

—¿Eres estúpido o qué? —Solía gritarle ofuscada mientras prendía un cigarro y lo miraba con ira—. Yo trabajo ocho horas al día, estoy reventada, pero encima tengo que venir y lidiar con esto, notas y notas y notas de tus maestras: "no trabajó en clase, no se concentra, no muestra interés", ¿qué mierda habré hecho en mis vidas anteriores para merecer este castigo? —La mujer lloraba y lloraba desconsolada, de vez en cuando le tiraba las orejas o el cabello hasta que de alguna milagrosa manera las tareas al fin se terminaban.

Él había escuchado una vez de un párroco que había visitado la escuela, que Dios cumplía los deseos de las personas buenas que pedían de corazón, por lo que se arrodillaba a un costado de su cama y rezaba con un fervor fanático para que Dios lo hiciera normal o al menos le diera a su madre una vida mejor y no tan sacrificada y penosa. Y aunque nunca pudo ser normal al menos si se le cumplió con su mamá. Las pocas veces que pudo compartir la mesa o la casa con esa gente nueva, el hombre alto pelirrojo y su hija de ojos como el cielo, pudo deleitarse con la sonrisa de su madre, esa que a él le era imposible provocarla, entonces estuvo auténticamente feliz como en mucho mucho tiempo no se había sentido. Así que cuando su madre lo llevó a ese departamento grande, oscuro, donde había ruidos por todas partes y donde debía estar más solo que nunca, supo que podía arreglárselas porque ahora ella era feliz, era feliz y podía sonreír todos los días.

.

By Luna de Acero.-