Hola, hola, Luna de Acero reportándose.

Buenas, buenasssss. Vengan a darle a mi cuerpo macarena, quiero decir, venga a darle amorrsss a este fic porfa. Van a tener de esta historia para rato. Tres hermosas personas me han comisionado este fic. Este primer capítulo está auspiciado por ALE, muchísimas gracias, bella, has resucitado al fic, espero seguir manteniendo la atmósfera de siempre y que puedas disfrutar de este capítulo.

Por supuesto, mis sentidas disculpas a todos los que siempre han esperado mi actualización, la verdad escribir sobre esto tiene su dificultad, pero que me colaboren con las comisiones me ayuda tanto! Por cierto, aún tengo 4 lugares disponibles para tomar comisiones, así que si gustan escríbanme por mensajito en cualquiera de las plataformas que yo les voy a responder. Pueden reactivar algún fic que ya existe y les haré un precio bien accesible, je.

Muchas gracias por el cariño, el apoyo, el aguante, la paciencia. LOS AMO LUNACERES DE MI CORAZÓN!


Disclaimer: Los personajes no me pertenecen son de Isayama Hajime, pero la historia es completamente de mi invención.

Advertencias: Gente tratando de ver Netflix, fluff, ahora si tocamos un poquito de angst, pero no se preocupen, aún falta para el capítulo troste (sí, troste). Por el momento pueden seguir leyendo con tranquilidad. Eso sería todo, enjoy!


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"Puede que yo no sea muy listo, pero sí sé lo que es el amor"

Frase de la película "Forrest Gump"

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—Tch.

Estaba molesto, ya eran las diez y diez y de Camila ni el cabello, se cruzó de brazos y miró a la distancia una pareja de enamorados, ambos sonriéndose, agarrados de las manos y mirándose con amor, sus luces fusionadas y brillantes, de seguro eran sus primeros tiempos.

El celular vibró dentro de su bolsillo, Levi pensó que sería Camila, pero cuando lo sacó notó que era una llamada de su madre, atendió de inmediato.

—Buenos días —dijo en un tono suave.

—Levi, ¿cómo estás?

—Bien.

—¿Alguna novedad?

—Ninguna, todo está en orden.

—¿Necesitas algo?

—No.

—Esta tarde iré a tu casa, hay algo que necesito discutir contigo.

—De acuerdo.

La mujer le cortó, Levi sentía el corazón acelerado, ¡su madre vendría a verlo! Aunque no tuvieran una relación cercana, debido a que ella tenía otra familia y muchas obligaciones, cada vez que se hacía un tiempo para verlo eso lo hacía inmensamente feliz, sentía que podía flotar en esos momentos.

—¿Adivina quién soy? —dijo con un tonito musical su amiga mientras le cubría los ojos por detrás.

—La amiga que siempre llega tarde —respondió Levi, la chica bufó y se paró delante suyo.

—Te mandé un mensaje temprano para avisarte que iba a demorar.

—Eso no quita que llegas tarde.

—Mou, relájate, Li.

—Bueno, ya está, Camila es como es. Ahora, vamos por esas pashminas.

—Espera, vamos a tomar algo, no he desayunado aún —soltó haciendo un puchero.

—Vamos, es peligroso andar por ahí sin haber desayunado.

Se metieron a la primera cafetería que vieron disponible, Levi pidió un jugo exprimido de naranjas y Camila un desayuno americano.

—¿No vas a comer nada?

—Es que ya desayuné mucho más temprano, un jugo está bien.

—Mírate, estás lindo, Li. Ya estás aprendiendo como vestirte mejor.

—¿Tu crees? —dijo mirándose la ropa y sintiéndose bien con el halago.

—¿No me vas a contar con quien vas a ver Netflix, eh? Somos amigos, los amigos se cuentan esas cosas.

—Camila no sabe guardar secretos, es amiga, pero no es de mucha confianza.

—¿Qué? ¿Cómo es eso de que no sé guardar secretos? —dijo frunciendo el seño.

—Ayer me contaste todo eso que hace tu vecina con el otro vecino, un chisme, tú contaste algo sin pedir permiso, eso es porque no sabes guardar secretos.

—¿Y qué tiene? ¿Por qué no me quieres decir quién es?

—Ya te lo expliqué, presta atención.

Les trajeron el desayuno y la chica se rindió respecto a averiguar con quien sería el misterioso encuentro. Comenzó a mostrarle fotos de cómo usar una pashmina, como usar accesorios a su favor como pulseras, collares, cintos. Levi estaba muy compenetrado con la conversación, iba asimilando el nuevo aprendizaje con rapidez.

Camila era ruidosa pero casi que ya se estaba acostumbrando a su exceso de energía. Levi pagó por todo en el café y salieron a visitar las tiendas de accesorios, su amiga iba prendida de su brazo, a ella le gustaba mucho el contacto físico, Levi lo toleraba hasta cierto punto.

—Entonces a este lo puedes combinar con pantalones negros o que sean oscuros, ¿ves? Levi, tienes que probar esto, te va a quedar de lujo —decía tomando algunos collares de cuentas de algo como semillas.

—Los accesorios son molestos, tch.

—Pero te dan un aire de distinción, lo que quiere decir que te vas a ver más atractivo —la chica ya sabía que antes de que Levi dijera "no siento ningún aire de nada", debía explicarle algunas expresiones que solían usarse, en el tiempo que llevaba tratándolo notaba que podía adelantarse un par de pasos a sus reacciones, lo que hacía que la comunicación fluyera mejor.

—Camila sabe, habrá que usar esto.

Terminaron comprando una buena cantidad de pulseras, collares, dos cintos nuevos, una pashmina y dos pañuelos. Levi le dijo a Camila que eligiera un accesorio para ella y la chica eligió unos pendientes con caritas felices.

—¿Cómo me quedan? —le consultó risueña.

—Había cosas mejores para elegir.

—Pero estos me gustaron.

—Entonces está bien.

—Vaya, cómo se fue la hora, siempre la mañana pasa rápido. Vamos a almorzar, yo pago.

—No puedo quedarme mucho tiempo, tengo otras cosas que hacer.

—¡Levi! No seas así, un ratito más, porfis.

—Pero tengo otras cosas que hacer.

—Aunque sea un helado, anda —dijo haciendo un puchero, Levi rodó los ojos.

—Pero de cereza, rápido.

Comieron el helado de camino a la estación de buses, Camila le contaba a Levi que se había inscripto en una carrera a distancia sobre administración de empresas.

—Es bueno instruirse —opinó el hombre—. Ahí viene tu transporte.

—Tomaré el siguiente.

—¿Por qué?

—Así conversamos un poco más, ¿te molesta?

—No.

—Oye, nos saquemos una foto, ¿quieres? —dijo mientras encendía la cámara de su móvil.

—¿Una foto?

—Acércate más, ahora di queso.

—¿Queso?

—Listo, ¡ah! Salimos muy bien, mira.

—Oh, es una buena foto.

—Te la compartiré por Telegram, así tenemos un recuerdo de este día.

Levi no tenía fotos con otras personas, y tampoco era de sacarse fotos solos, aunque sí tenía fotos de los reyes y algunas que él se tomaba con ellos.

—Ese es mi autobús —anunció.

—Ah, fue una linda salida pero corta, me gusta estar contigo, Li.

—A mí no tanto, pero ya me estoy acostumbrando.

Camila rió con ganas, lo saludó con un beso en la mejilla y se despidieron. Levi suspiró cansado una vez que tomó asiento, luego su celular vibró, era la foto con su amiga, era bonito sacarse fotos con otros.

Una vez que llegó a su casa se puso a limpiar de nuevo, aunque no hiciera falta. Almorzó una ensalada y peinó a los reyes, tal vez esta vez su madre se animara a saludarlos, quería que los viera en su mejor momento.

—Bueno, ya debe estar por llegar, pórtense bien, ¿de acuerdo? Como siempre lo hacen, tal vez se acerque a decir hola, sean amables.

Luego fue y se quedó de pie junto a la puerta, como un cachorro que espera por el regreso de su dueño. Se sentía nervioso, miró a su alrededor para corroborar que todo estuviera en orden, la fragancia a jazmín de un aromatizador ambiental que había encendido antes se mantenía, su atuendo era correcto, todo limpio y brillante. Cuando tocaron a la puerta abrió tan rápido que la mujer soltó un pequeño jadeo de miedo.

—¡Jesús! No seas tan brusco, por amor de Dios —lo regañó mientras Levi le daba paso para que ingresara—. Afuera hace un calor de los mil infiernos, al menos aquí está fresco —dijo dejando su cartera y su campera sobre el sofá.

—¿Algo para beber?

—Lo de siempre —soltó mientras se acomodaba en una silla que estaba al costado junto a la mesa que oficiaba de comedor.

Sacó su paquete de cigarros y encendió uno, ya estaba el cenicero reposando sobre la madera. Levi regresó con una bandeja con vasos y una jarra con hielos y limonada. Procedió a servirle a ambos y se sentó al frente, la miraba fijo como con curiosidad.

—¿Ahora qué?

—Tus luces parecen un poco op-

—No empieces con esa tontería de las luces, por favor, te lo dije mil veces. Es extraño, la gente normal no habla de luces.

—Lo siento —dijo bajando la vista a su regazo y permaneciendo en silencio.

—Bueno, no se le puede pedir peras a un naranjo, por mucho que lo intentes eres como eres. ¿Sigues criando esos adefesios?

Levi levantó la vista brevemente, sin entender del todo.

—Esos gatos feos y viejos.

—S-sí, los ayudo y ellos me hacen compañía, son muy buenos, de verdad, estaban esperando tu llegada, tal vez podrías saludarlos desde la puer-

—No. Eres un adulto, Levi, en vez de mejorar cada vez te pones más maniático y más… retorcido. Cuidar gatos viejos, ¡santo cielo! Sigue así y te quedarás solo el resto de tu vida —señaló con apatía, mientras aspiraba el humo y lo soltaba con fuerza.

—Oh, yo, tengo una amiga ahora —mencionó con cierta emoción en la voz, aunque su semblante fuera el mismo todo el tiempo—. Esta Camila, Camila Gómez, ella me está enseñando como vestirme mejor, ¿ves? —dijo tirando de los bordes de su cárdigan gris para que su madre se fijara.

—Sí, ya veo, ¿es tu novia?

—No, es amiga, ella me preguntó para serlo, es ruidosa pero-

—Sí, sí. Escucha, tenemos que hablar sobre la herencia de tu padre, el juicio de sucesión ha sido un éxito, tus tíos no van a poder tocar un centavo, y si lo han hecho van a tener que devolverlo con creces. Seguro que te van a citar del juzgado en algún momento, así que tenemos que repasar las cosas que vas a responder y decir, ¿entiendes?

Levi asintió, su madre se levantó para ir hasta su cartera a buscar unos papeles, el hombre aprovechó para ir a la cocina y traer unos bols con nachos y queso cheddar caliente.

—Ya te dije que no prepares esas cosas llenas de calorías, estoy a dieta, he subido dos kilos y los pantalones me aprietan, llévatelos lejos que si los veo me los comeré.

Levi regresó y pensó en servir algo más saludable, así que volvió con algunos bastones de zanahoria y cubos de manzana, Kuchel miró de reojo y luego se acercó a él, levantó la mano y le acarició el rostro, le acomodó un poco el cabello con tranquilidad.

—Lo que tienes de hermoso, lo tienes de raro, ¡qué desperdicio! Como sea, aquí tienes, lee bien todo esto que te puse y memorízalo, si el juez te pregunta algo que no esté aquí, simplemente dices que te abstienes de responder y nada más, pero no te va a preguntar otras cosas. No me defraudes, no podemos meter la pata en esto, ¿entiendes?

—Sí, yo memorizaré todo, lo prometo.

—Bien.

Kuchel miró alrededor, todo seguía como siempre.

—Voy a cambiar mi televisor, para tener Netflix, ¿tú estás viendo alguna serie?

—Solo películas, no tengo tiempo para series, ya sabes que tengo que criar a tus tres hermanos, que si uno tiene fútbol, el otro inglés, el otro natación, puf, soy como un chofer de tiempo completo. No veo las horas que cumplan la mayoría de edad y se vayan a estudiar.

—Entiendo, es mucho trabajo para ti.

—Lo es —soltó con cansancio.

—¿Ellos están bien?

—Sí, todos sanos —Kuchel lo miró de reojo—. ¿Quieres ver fotos?

—¡Sí!

Se acercó mientras los ojos se le llenaban de brillos, la mujer sacó su celular y buscó una carpeta de una celebración reciente.

—Es un cumpleaños —dijo Levi al ver una imagen de su hermana Katheryn soplando las velas de una enorme torta rosa llena de muñecos de nieve en la superficie, todos hechos de azúcar.

—Sí, Kat cumplió ocho años, realmente que el tiempo pasa volando. Mira aquí estaba tratando de romper la piñata y le dio con el palo a Fred —le contaba mientras ponía a andar un video corto, Fred era el padrastro de Levi.

—Todos felices —dijo muy quedo el hombre y luego miró a su madre.

—Sí, bueno, luego tuve que limpiar, acomodar y levantar todo el tiradero que quedó de esa fiesta. En fin. Y tú, ¿cómo te va en el trabajo?

—Soy buen empleado, he ganado premios.

—Ya veo, es el trabajo en el que más has durado, es un alivio, ¿necesitas dinero? —dijo sacando unos billetes del bolsillo trasero de su jean.

—No, estoy bien.

—Ten —dijo alcanzándole trescientos dólares—. Anda, agárralos. No quiero que luego digas que tu madre no se ocupaba de ti.

Levi tomó el dinero.

—Gracias.

—Eso sí, te prohíbo que lo uses para alimentar a esas mugrosas bolsas de pulgas que tienes en el jardín, ¿has entendido?

—Sí. Pero no debes preocuparte, yo compro alimentos y pago al doctor de reyes con mis premios, y si no, alcanza con parte de mi salario. Estoy ahorrando además, sé administrarme muy bien.

—¿Doctor de reyes? —Kuchel bufó y prendió un nuevo cigarrillo mientras miraba con lástima a su hijo—. ¿Estás yendo a tu terapia, no?

—Sí, lo hago, dos veces al mes.

—Deberías cambiar de profesional, porque mucho no te ayuda por lo visto.

—Oh, no, no es culpa de la doctora Zoe, ella hace un buen trabajo, pero al parecer uno puede mejorar hasta cierto punto y ya. Tal vez llegué a ese punto —se refregó los dedos con nerviosismo y agachó su cabeza—. Lo siento, lo intento, Camila me está enseñando muchas cosas nuevas, sí, Camila Gómez, es mi amiga.

—¿Y Petra? ¿Ya se casó con alguien?

—Aún no, pero está muy bien con su nuevo novio.

—Podrías estar tú con ella y la dejaste marchar, nunca más tendrás una oportunidad como esa, pero te entiendo, no soportaría que un nieto naciera así.

—Petra es mi amiga también.

—Si tú lo dices, ¿sigues tejiendo?

—Sí, mañana tengo que llevar cosas al Hospital.

—Mmm, eso es bueno, tienes un corazón noble, bien, me voy, tengo que buscar a Kat que se quedó a dormir en casa de una amiguita.

Levi apretó los puños, no quería que se fuera, sus visitas siempre eran tan breves, trató de conversar un poco más.

—¿Los gemelos están bien?

—Sí, se fueron con Fred a pescar a no sé qué lago, me parece bien, que hagan un poco de actividad física y no estén todo el día dándole a los jueguitos con la computadora.

—Oh, claro, yo sigo corriendo por las mañanas, hago ejercicio, sí, me cuido.

—Qué bueno —soltó con indiferencia mientras se colocaba su cartera—. Cuando te hayas memorizado las respuestas, me mandas un mensaje, y la semana que viene seguro recibes la carta documento para asistir al juzgado. Cuídate y no andes haciendo líos, nos vemos.

Levi la acompañó a la puerta.

—Kuchel —la llamó, la mujer se giró y lo miró con apatía—. Eh, quería preguntarte si, a lo mejor ahora que la temperatura está subiendo, porque con el calor uno siente ganas de tomar algo fresco, entonces tal vez podríamos ir a tomar un helado, tú y mis hermanos, eh… yo los invito.

Kuchel le sonrió y se acercó para darle un beso en la mejilla.

—Sí, estaría bien que lo hiciéramos, yo te estaré avisando, ¿ok?

—Sí, termino de trabajar a las seis, y descanso sábados y domingos.

—Ya lo sé, no te preocupes, te avisaré con tiempo.

—Tú, estás muy linda, sí.

—Los Ackermans tenemos belleza de sobra, Levi, tú también. Adiós.

Se quedó mirando la puerta cerrada por un buen rato, a lo mejor su madre había olvidado algo y podría volver a buscarlo, tal vez necesitaba ir al baño. Oh, ¿por qué no le había preguntado si necesitaba ir? Tomó las hojas entre sus manos y leyó un poco. Así que finalmente la gran herencia que había dejado su padre biológico estaba por ser entregada. No estaba seguro de porqué la gente se desesperaba tanto por el dinero. Bueno, era entendible que con dinero uno podía comprar muchas más cosas, pero no le parecía algo tan importante, no se podía comprar más vida, por ejemplo. Como fuera, le daría con el gusto a ella.

Al cabo de media hora regresó sobre sus pasos para acomodar la vajilla usada. Luego de que todo estuvo en orden se fue a ver a los reyes. Apenas ingresó al cuarto se le comenzaron a acercar, lento y destartalados como estaban, maullando para llamar su atención, Levi se acuclilló y levantó a Nerón Primero que se andaba chocando contra todo porque era ciego.

—Sí, estoy bien, a veces es un poco triste cuando se va. Por cierto, mi media hermana Katheryn cumplió ocho años, le hicieron un cumpleaños, ¿no sabes lo que es eso Tiburcio? Es una celebración, compran un pastel, te hacen regalos, hay albóndigas pequeñas, y globos —les contó con la voz contaminada de alegría—. Claro, ustedes nunca han festejado un cumpleaños, tal vez deberíamos hacer uno, con un pastel de atún —varios maullaron y Levi comenzó a tocar suavemente sus lomos—. Ya veo, les ha gustado la idea, ¿deberíamos invitar al príncipe, dices Nerón? Sí, le podría preguntar, después de todo un buen cumpleaños es mucho trabajo y aquí tenemos siete. No importa, Maria Antonieta, no tenemos mucho tiempo para esperar todos los festejos, así que hagamos uno cuanto antes. No te molestes. ¿Regalos? Ah, ustedes son una realeza muy exigente, supongo que sí, un cumpleaños sin regalos es raro. Trataré de conseguirle uno a cada uno. Bien, los dejaré descansar, debo ir a dormir un poco y luego arreglarme. Sí, Nerón, le diré que le envías saludos. Gracias por los ánimos, haré lo posible para que todo salga bien, lo prometo.

La cita era a las ocho, Levi le escribió a Eren a las siete cuando ya estaba saliendo de su casa. Acomodó la pashmina alrededor de su cuello, era molesto, para él ese pañuelo se sentía como si tuviera diez remeras puestas encima una arriba de la otra, qué molesto era esto de vestirse adecuadamente. Siguió las indicaciones de la aplicación de mapa y llegó a casa de Eren quince minutos antes, de manera que se quedó aguardando en la acera un rato para no caer tan temprano. Finalmente cinco minutos antes tocó el timbre por el intercomunicador y poco después Eren bajó para abrirle la puerta y dejarlo entrar.

¡Qué guapo estaba su príncipe! Bueno, Eren siempre estaba guapo.

—Bienvenido, ¿tuviste problemas para llegar?

—Hola, no, ya ves que estoy aquí.

—Bien, yo no tengo todo tan ordenado como tú, pero hice un esfuerzo, espero estés a gusto.

El departamento del supervisor era un poco más grande que el de él, había muchas cosas, Levi sintió escalofríos, le costaba entrar a casas desconocidas. Había un librero, algunos libros unos encima de otros adornos, trató de no mirar demasiado a ese lugar porque le daba repelús. Siguió por una repisa, había figuras de animales en vidrios de colores y un portarretrato grande con una foto de una mujer bellísima junto a Eren, ambos sonriendo ampliamente, Levi se quedó mirando con atención.

—Es mi madre —contó para sacarle la duda.

—Ya veo, era muy hermosa, se parecen muchísimo, yo también me parezco mucho a mi madre —dijo casi sin pensarlo.

—Oh, ¿tienes fotos de ella?

—Uh, no, nosotros no nos sacamos fotos juntos.

—¿Ninguna? ¿Ni de cuando eras pequeño?

—No lo sé, era pequeño, no recuerdo habernos tomado fotos. Aunque sería lindo tener una.

—Tu madre... ¿está viva?

—Sí, pero tiene otra familia y le lleva mucho tiempo encargarse, muchas responsabilidades.

—Claro. ¿Quieres beber algo?

—Bueno, te traje esto —dijo levantando una bolsa de papel madera con dibujos de gatos en el frente.

—No te hubieras molestado —acotó Eren recibiendo el presente.

—No estoy molesto.

—Ah, cierto, quise decir que no hacía falta que trajeras algo, ¿qué es? —abrió la bolsa y se sorprendió, había muchas cosas, chocolates, alfajores, bolsas de frituras.

—Todo es de tu gusto, es lo que siempre compras en el trabajo.

Eren sonrió complacido.

—Gracias, no me consientas tanto. Hice jugo de naranjas, pero también tengo cerveza, aunque no sé si querrás beber tan temprano.

—Está bien, no es día de trabajo, que Eren elija.

—Excelente, ponte cómodo, iré a traer las bebidas.

Levi se sacó la pashmina y se sintió aliviado, luego volvió donde el portarretrato y habló en voz baja.

—Buenas tardes, señora mamá de Eren, quería decirle que usted tiene un hijo muy bueno, espero no le moleste que lo venga a visitar. Voy a portarme bien con él, así que puede estar tranquila.

Hizo una reverencia con la cabeza y esperó que Eren regresara. El piso no estaba tan limpio y había telas de arañas en algunos rincones, alguien debía enseñarle a limpiar al príncipe.

—¿Sigues de pie? Siéntate —invitó Eren trayendo un par de latas de cerveza y un cuenco con doritos picantes.

—Oh —dijo Levi sorprendido cuando se sentó en el sofá y se hundió un poco, era mullido como un ovillo de algodón.

Eren tomó lugar a su lado y agarró el control remoto.

—¿Qué tienes ganas de ver?

—A ti.

Eren se rio, Levi no entendía el porqué de su risa.

—Ya me estás viendo, me refería a Netflix, mira te voy a mostrar como funciona.

—De acuerdo.

Le enseñó como se ingresaba, como se buscaba, las series que había.

—Hay novelas —dijo Levi muy interesado.

—¿Quieres elegir alguna?

—Quiero saber qué le gusta a Eren.

—Me gustan las películas de acción, también me gustan las series de ciencia ficción, te recomiendo una que se llama Black Mirror, es muy interesante, y como los capítulos no son correlativos puedes ver uno del final o de en medio y no hay problema, son como mini películas.

—¿Qué es lo que te gusta tanto de esa serie?

—Bueno, habla de la tecnología, la mayoría está ambientado en el futuro, en cómo podrían ser las cosas dentro de unos años, es interesante.

—No entiendo.

—¿Quieres ver un capítulo? Son cortos, duran media hora más o menos.

—Sí, me gustaría ver uno. Oh, casi lo olvido, los reyes te mandan saludos, quieren verte de nuevo, bueno, ellos siempre quieren verte, sobre todo Nerón Primero.

—Que amables, bueno diles de mi parte que también les mando saludos, con gusto iré a visitarte y de paso a ellos.

Levi sintió que su corazón latía fuerte, le daba gusto saber que Eren volvería a su departamento. Movió su trasero para estar más cerca de Eren quien sonrió ante esto.

—No abriste tu lata.

—Ahora, a veces me tomo mi tiempo —luego miró los doritos sobre la mesa baja frente a ellos.

—Son doritos.

—Sí, los conozco, pero son muy naranjas.

—Ah, son de los picantes, ¿probaste alguna vez?

—Sí, no me gustan.

—Creo que tengo papas fritas, ¿quieres algunas? Lamento no tener una opción más saludable, ah, también tengo maní salado, o helado de menta —bromeó con lo último.

—Maní está bien, gracias.

Una vez con todo servido Eren puso el primer capítulo de la serie, Levi estaba con la mirada fija en el televisor, parecía una estatua, le costaba entender la historia, pero nunca había visto algo tan... no sabía cómo definirlo, era nuevo, interesante, le gustó mucho.

—¿Cómo vamos? ¿Quieres seguir mirando? ¿O prefieres que busquemos otra cosa?

—Shh.

Eren entendió que Levi estaba atrapado con lo que sucedía y se llamó a silencio. Cuando terminó el capítulo, detuvo la reproducción.

—Bien, ese fue el primero. ¿Qué tal?

—Estuvo bien, pero es algo triste.

—Sí, depende de cómo lo mires.

—Lo miré sentado.

—Me refiero a que puede ser triste porque no terminaron juntos, pero a la vez él supo una gran verdad, hubiera sido peor vivir una mentira, ¿no crees? —Levi se quedó pensando en silencio—. Y no hay publicidad molesta.

En ese momento tocaron la puerta y Eren se giró enarcando una ceja.

—¿Tienes otra visita? —preguntó Levi.

—No, tampoco pedí nada, es extraño, dame un momento.

Fue hasta la puerta y cuando abrió se encontró con Jean, venía con varias bolsas con cosas que había comprado para que cenaran juntos y bebieran, Eren salió al pasillo para que el otro no entrara.

—Hola, ¿qué haces aquí? —dijo Eren notablemente nervioso.

—Hola, bombón, vine a saludar, traje comida china, tu vino favorito.

—No recuerdo haber aceptado que nos encontráramos.

—Ya, Eren, deja de ser tan rencoroso, al menos hablemos —dijo intentado entrar pero Eren se interpuso.

—No puedo ahora, Jean.

—¿Qué sucede? ¿Estás con alguien? —preguntó tratando de mirar detrás del de ojos grises.

—No es tu problema, lo siento pero no puedes quedarte hoy.

—¡No me jodas! —soltó haciendo una mueca de molestia con su labio superior—. ¡Estás con el rarito! ¿Es en serio?

—Basta, no es de tu incumbencia, y no le digas de esa manera, es grosero.

—No lo puedo creer, ¿te gusta ése?

—Jean, vete, por favor.

—Sí, claro, menuda fiesta vas a tener con ese tipo, como sea, necesitamos hablar, Eren.

—Luego nos escribimos y vemos.

—Me dormiré tarde, estaré esperando que me escribas, y por cierto —lo tomó desprevenido, tiró de él agarrándolo de la nuca y juntó sus labios, Eren reaccionó unos segundos después por la sorpresa y se alejó—. Extrañaba mucho poder besarte. Sé que fui un pendejo, lo siento por eso, solo te pido que hablemos, por favor.

—No quiero hablar contigo por ahora.

—Eren —Jean lo miró con seriedad y el supervisor sentía que su resistencia estaba resquebrajándose—, me importas, por todo lo que tenemos, merecemos una conversación como mínimo, y lo sabes. Esperaré que me escribas, adiós.

No le respondió, volvió adentro y al cerrar la puerta suspiró.

—¿Estás bien? —preguntó Levi acercándose y notando la alteración en las luces de Eren.

—Sí, es solo... una visita inesperada, pero ya se fue.

Levi se acercó y lo abrazó con suavidad, Eren no supo qué hacer en un principio pero eventualmente le devolvió el gesto. Levi le palmeó la espalda y Eren cerró los ojos, de estar alterado pasó a sentirse muy tranquilo, de alguna manera, ese hombre diferente a otros le transmitía mucha calma, lo reconfortaba y eso se sentía muy bien.

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By Luna de Acero.-