Hola, hola, Luna de Acero reportándose.
Nuevo capítulo de esta hermosa historia! Para el próximo capítulo tendrán que esperar un poquito más.
Este capítulo está auspiciado por Karen Jimenez, muchísimas gracias, corazón!
Recuerden que ustedes también pueden comisionarme algún capítulo de un fic en emisión o de una historia completamente nueva, como ustedes gusten! Estoy bien económica, pregunten sin problema, comisionar implica abonar, pagar, transferir, depositar, como prefieran llamarlo, para ayudarme y de paso darme un empujoncito para continuar con hermosas historias que por falta de tiempo no he podido retomar. Espero sus consultas, mis lunaceres!
Por cierto, ¿ya saben que estamos empezando la recta final de esta historia? Así es, es probable que no queden más de dos o tres capítulos siguientes a este. ¿Qué gran viaje, cierto? Hasta que el final llegue, disfruten de este reencuentro...
Eso es todo, hasta la próxima!
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de Isayama Hajime, la historia si es de mi completa invención.
Advertencias: No hay advertencias para este capítulo, ya saben que las personalidades de la mayoría de los personajes están fuera del carácter canon, solo eso, habrá muchos sentimientos, espero hacerlos llorar (muajajaja), y si no lloran espero que lo disfruten mucho la menos con una sonrisa. Besis!
.
.
"Todos tomamos diferentes caminos en nuestras vidas,
pero sin importar cuán lejos nos hayamos ido,
siempre volvemos a reencontrarnos".
Tim McGraw
.
.
—Camila —dijo Levi acercándose—. Mejor le sacamos el gorro a Tiburcio, no está muy a gusto.
—Oh, d-de acuerdo —dijo la joven de ojos azules acercándose al gato atigrado gris con la pata vendada—. Lo siento, Tibu, no quise incordiarte.
—No les pongas apodos, máximo respeto tú Camila Gómez.
—Sí, mi capitán.
—No soy un capitán.
—Solo bromeo —dijo la muchacha sonriendo—. Bueno, creo que ya tenemos todo listo.
Habían improvisado una especie de mesa poniendo un mantel sobre el pasto, así los reyes no debían hacer esfuerzos para acercarse, solo Eren estaba sentado en una caja con Nerón sobre sus piernas, el pobre minino respiraba ya con dificultad y Levi estaba muy preocupado, a cada momento se acercaba a chequear.
—Bien, será momento del pastel —dijo Levi trayendo una tortita de atún y alimento balanceado remojado.
Pero apenas lo puso en la mesa, los seis reyes, con todos sus achaques, se le fueron encima por lo que tuvo que levantarla de inmediato.
—Les digo que los cumpleaños no son así, primero hay que cantar —dijo Levi, pero todos estaban alborotados y sus luces refulgían mucho—. Uf, ya veo, voy a tener que cortar el pastel y ponérselos en los cuencos, sus altezas están muy exigentes hoy, bueno, son ancianos, ellos no quieren esperar.
—Los entiendo, ese pastel está de lujo —apoyó Camila mientras levantaba a Cleopatra cuarta que hacía rato se le refregaba por las piernas y demandaba su atención—. Igual y ya le saqué una foto para tener de recuerdo, puedes cortarlo, Li.
El hombre volvió a la cocina y puso todo en orden, luego regresó con una bandeja y los pocillos ya servidos, Camila ayudó a colocarlos sobre el mantel.
—Bueno, cantemos —dijo ella animada y Levi y Eren se unieron con bastante entonación.
Algunos reyes maullaron mientras tragaban el atún al mismo tiempo, dos o tres se pusieron a ronronear.
—No sé qué te parece a ti Levi, pero creo que la fiesta es un éxito.
—Así parece —dijo el hombre mirando que todo estuviera en orden, a tiempo capturó a Felipe VI que estaba metiendo su cabeza en el cuenco de Tiburcio—. ¿Ya te has terminado todo? Usted es un rey muy glotón.
—¡Levi! —llamó Eren con alarma en la voz, el dueño de la casa se acercó.
Tomó la cabeza de Nerón en sus manos y Camila miró desde lejos mientras sentía que se le cerraba la garganta.
—Gracias, Nerón Primero, has sido un excelente rey, te has hecho querido por todos. Ahora estarás mejor, vamos a extrañarte —dijo Levi casi en un susurro, arrodillado para poder acercarse al cuerpo del anciano gato—. Que Dios lo reciba en su reinado, amén.
Eren tenía una expresión triste, ya había llorado en esos días, así que estaba resignado a la suerte del minino, pero aun así era difícil.
—¿Ya… ya se fue? —preguntó Camila estrechando a la gatita entre sus brazos mientras le daba de comer con sus dedos.
—Sí, él quería celebrar también, por eso no quiso la medicina para dormirse antes —explicó Levi, acariciando la cabeza inerte.
—Vamos a extrañarte, Nerón, gracias por ser tan amable conmigo —expresó Eren.
Con mucho cuidado lo llevaron dentro de la casa, donde Levi ya tenía preparado un paño biodegradable, lo envolvieron con cuidado y lo pusieron en una caja.
—Lo enterraré cuando los demás reyes entren a su casa —dijo Levi, Eren notó que sus ojos estaban apagados.
Volvieron afuera y trataron de sobrellevar la celebración lo mejor posible. Camila puso música pero no muy fuerte, pues Levi le había dicho que los oídos de los reyes eran delicados. Quedaron cubiertos de pelos y cansados de acariciar y mimar al resto.
Luego que todos volvieron al depósito a descansar, les dieron sus regalos, había una mantita nueva y mullida para cada uno, para que no renegaran de preferencias, luego arreglaron las cosas desparramadas del jardín y Camila juntó los gorros de ellos y los de los reyes para guardarlos.
—Preparé comida para nuestro almuerzo —anunció Levi, así que luego de cambiarse de ropa y lavarse las manos, pasaron al comedor.
—Luego les paso las fotos —dijo Camila mientras tomaba un pedazo de pizza casera, estaba deliciosa—. ¡Li! Deberías vender esto, de seguro yo te compraría, está muy rico.
—La pizza no es muy saludable, por si no sabes.
—Relájate, hay que disfrutar en esta vida. Y hablando de festejos, el mes que viene es mi cumpleaños, les aviso que tiraré la casa por la ventana, me refiero a que voy a festejar en grande. Les avisaré con tiempo, espero que ambos puedan venir.
—¿Qué debería regalar? —preguntó Levi y luego mordió una porción de su rebanada.
—Lo que tú quieras.
—¿Lo que yo quiero? —preguntó confundido.
—¡No! —Camila se rio de una manera fresca y contagió a Eren—. Me refiero a que me regales cualquier cosa que tú quieras regalarme, sorpréndeme.
—Mmm, cualquier cosa puede ser un vaso y no creo que si le regalo un vaso a ésta Camila esté conforme, sería mejor si me orientara en qué comprar.
—Ya, veamos, me puedes invitar a cenar, ese sería un excelente regalo.
Eren miró de reojo a Levi que frunció levemente el ceño.
—Camila come mucho, tal vez debería regalarle otra cosa.
—¡Levi, que malo! —dijo la chica golpeándolo suavemente en el hombro.
—Si vamos a cenar solo pagaré un plato, no dos.
—Mou, Levi, ya basta.
—Estaba bromeando —dijo con su habitual expresión tranquila—, solo por ser tu cumpleaños pagaré todo, hasta el postre, tienes mi palabra.
La chica sonrió contenta y se le colorearon un poco los pómulos.
—Gracias, Levi, disfrutaré mucho de tu regalo.
—Hablando de postres —dijo Eren tratando de desviar el tema—, creo que escuché que tenías helado de menta, ¿puede ser?
—Iugh, si, quedó un poco en el freezer.
—¿Te gusta el helado de menta? —Preguntó Camila al supervisor—. ¿Eres un alien o qué?
—Es terrícola —aclaró Levi y los dos rieron pero el hombre no entendía qué era tan chistoso.
Luego de comer, Camila se retiró porque tenía un compromiso y Eren ayudó a lavar la vajilla.
—¿Recuerdas que te dije que tal vez sería buena idea que tuvieras una reunión con los familiares de tu padre? —preguntó Eren mientras Levi terminaba de secar los platos y guardarlos.
—Sí.
—Bueno, resulta que mi papá, que es médico, conoce al médico de cabecera de la familia Walton, si te parecer bien, yo podría ponerme en contacto con ellos y arreglar un encuentro.
Levi permaneció en silencio algunos segundos, la verdad era que tenía ganas de conocerlos, pero al mismo tiempo le generaba mucha incertidumbre, ya que su madre toda la vida le había insistido para que no se les acercara, de hacerlo, si ella se enteraba, sería problemático. Sin embargo, muy dentro suyo sí quería.
—Pero… si hablan conmigo… tal vez no les caiga bien.
—Podría acompañarte, quiero decir, para brindarte apoyo, si tienes a alguien a tu lado que puede explicar mejor ciertas cosas para facilitar la comunicación con ellos, no sé, me parece que podría ser mejor. O puedes esperar, no hace falta hacerlo de inmediato, aunque si quieres mi opinión, ¿no te parece que ya esperaste demasiado para conocerlos?
—¿Eren va a acompañarme?
—Sí tú quieres, estaría gustoso de poder ayudarte con esto.
—Está bien, confío en Eren, pero debe prometerme que si ellos no quieren una reunión, no les va a insistir.
—Lo prometo.
—Bien.
—Debo volver a mi casa.
—¿Eren quiere ver Netflix?
—No, es que, tengo una reunión que no puedo postergar.
—Oh.
—¿Quieres que te ayude a… bueno, con el entierro?
—No, está bien, debes ir a tu reunión.
—Pero puedo ayudarte si necesitas.
—Siempre lo hice solo, estaré bien.
—¿Seguro?
—Ya había olvidado que a Eren hay que repetirle varias veces las cosas, sí, estaré bien.
El más alto sonrió y abrió sus brazos invitándolo a un abrazo, Levi se acercó y ambos se brindaron apoyo y cariño con esa simple muestra de afecto.
—Luego de los tres días de luto, debo ir al refugio a buscar un nuevo rey, Eren puede venir, si tiene tiempo, puedo ir solo, pero con Eren es más divertido.
—Por supuesto, me encantaría acompañarte —dijo deshaciendo el abrazo y suspirando, la verdad no tenía ganas de irse pero debía hacerlo—. Nos vemos el lunes en el trabajo, si necesitas algo, bueno me escribes o me llamas, ¿de acuerdo?
Levi asintió y lo acompañó a la estación de buses. Eren subió al transporte y se sentó, apoyó su cabeza contra la ventana y fue pensando en todo lo sucedido hasta el momento. Levi se estaba convirtiendo en una parte muy importante de su día a día, no podía detener lo que estaba sintiendo y tampoco quería, por lo que debía arreglar la situación con Jean cuanto antes.
Cuando llegó a su departamento, su novio ya lo estaba esperando en el palier del edificio. Se saludaron con frialdad y subieron.
—¿Quieres beber algo? —ofreció Eren.
—Agua está bien.
Eren trajo una botella de agua fresca y dos vasos, se sentaron en el sofá, era hora de sincerarse.
—Vienes de verlo, ¿cierto? —dijo jean con la voz llena de tristeza.
—No estuvimos solos, había otra chica ahí, así que te pido que no imagines cosas que no son, no soy esa clase de persona, no te haría eso.
—Pero por algo me citaste para que habláramos, aunque ya me imagino qué vas a decir.
—No es fácil —aceptó Eren mirando el vaso entre sus manos y sintiendo que el dolor se recrudecía dentro suyo.
Si bien era cierto que había tomado una decisión, eso no significaba que podía dejar de querer a Jean de cuajo, cortar los sentimientos no es una tarea a la que uno le puede programar una fecha de caducidad y ya.
—No quiero terminar —soltó Jean y levantó la mirada, había mucha angustia desbordándose.
—Pensé… que podíamos revivir lo que tuvimos, quise darnos una oportunidad de hacer las cosas bien y de hecho las hicimos, pe-
—¿Qué oportunidad? Apenas unos míseros días, Eren, no puedes llamar a eso una oportunidad, ni siquiera hemos salido al cine o a hacer cosas juntos, cambiaste de parecer en un abrir y cerrar de ojos. Me molesta, ¿sabes? Siento como si me hubieras engañado, ¿para qué insistir tanto si te ibas a dar por vencido tan rápido?
—Lo siento, yo no buscaba herirte, juro que no fue así. Y si acepté que nos pusiéramos serios fue porque pensé… yo creí que te seguía queriendo, y te quiero pero no como un novio, no puedo ser tu pareja, Jean.
—¿Estás enamorado de Levi? —preguntó el otro tratando de contener su desconsuelo.
—Siento cosas por él, es muy temprano para decir que estoy enamorado, pero sí es importante para mí.
Jean suspiró y se desplomó contra el respaldo del mueble, estaba tratando de no gritar de la frustración.
—¿Qué tiene ese tipo que te gusta tanto, eh? Seguramente es bueno en la cama.
Eren sonrió con melancolía.
—Él y yo no tenemos esa clase de relación, así que no te tortures con eso.
—¿No existe ni la más mínima esperanza, Eren? Te quiero, me calaste hondo y escucharte decir estas cosas… ¡joder! Me estás destrozando.
El de ojos grises bajó la cabeza sintiéndose fatal.
—Lo siento, pero seguir mintiéndote, mintiéndome, sería peor.
—¿Es así? ¿No cambiarás de parecer? —Jean se incorporó, se acercó despacio y trató de besarlo pero Eren puso sus dedos sobre su boca, se miraron con tristeza—. Entiendo.
Jean se puso de pie, dejó el vaso en la mesa y caminó hacia la puerta, apretó los dientes con fuerza.
—Bastardo, ojalá no te arrepientas de lo que estás haciendo, porque no habrá ninguna posibilidad en el futuro en que yo acepte volver contigo, que eso te quede claro.
—Lo sé, y lo siento.
—Sí, como sea.
Se fue dando un portazo. Eren puso llave, tomó un baño y fue a acostarse, necesitaba dormir o de otro modo dejaría que las emociones negativas lo hundieran en la depresión. Era necesario dar ese doloroso paso para poder seguir adelante.
En el trabajo el trato con Jean fue el mínimo indispensable, saludarse si es que se cruzaban o si tenían alguna tarea en común hablar lo necesario y nada más. Pasaron al menos dos semanas hasta que luego de varias llamadas, emails y chequeos de identidad, los Walton le concedieron una reunión en el domicilio de la hermana del padre de Levi, la señora Grace Walton.
—Sería el sábado a las diez de la mañana —le contaba Eren mientras miraban a una gran cantidad de animales en el refugio.
—Sí. Eren va a venir también.
—Solo si tú quieres.
—Ya dije que sí.
—¿Quieres que venga a buscarte y salimos juntos desde tu casa? ¿O nos encontramos en la plaza central de donde nos buscará el chofer?
—Sé dónde queda la plaza central, ahí estará bien, frente al museo de momias —Levi se refería a un museo antiguo que era conocido por tener dos cuerpos momificados de ancestros indígenas.
—De acuerdo.
—Y tienes que ser puntual, pon dos alarmas o tres.
—Ya, juro que estaré a tiempo —dijo levantando una mano con solemnidad.
—Levi —dijo Mónica, una de las ayudantes del refugio—. Él ha estado aquí desde hace un tiempo —indicó mientras le acercaba un gato blanco y extremadamente flaco, tenía el hocico cubierto de bigotes negros y mirada de loco.
—Mmm, a éste le gusta estar tranquilo, no creo que pueda llevarse bien con los demás —dijo al notar las chispas en su luz.
—Puede aprender, míralo, es muy lindo, y está anciano.
—No, anciano no es.
El gato maulló varias veces de manera grave.
—De acuerdo, no es anciano, pero ya está grande, tendrá sus buenos seis o siete años, ha estado aquí más de nueve meses, nadie quiere darle un hogar, anda, llévalo, si no se adapta puedes devolverlo.
Levi suspiró y miró al gato.
—Hay otros seis en casa, y todos bien portados, si vienes vas a tener que compartir, es así.
La mujer le entregó el animal y apenas Levi lo sostuvo se largó a ronronear, refregando su cabeza contra el cuello del hombre.
—Creo que está muy a gusto —opinó Eren.
—Sí, pero dará problemas. Vamos a probar, pero si le hace daño a los demás tendré que regresarlo —le explicó a la mujer que asintió y los llevó para completar los papeles de la adopción.
Efectivamente, el nuevo integrante, aprovechando que era más joven y fuerte, en seguida quiso dominar sobre el resto, por lo que Levi lo tuvo que mantener en su casa hasta que aprendiera a ser un rey más humilde. Fue bautizado como Narciso, que si bien no era nombre de rey fue como quiso llamarse, y bien que le quedaba el nombre además.
Dos días después, Eren y Levi se encontraron en la plaza central. Camila le había elegido un atuendo entre formal y cool que le sentaba excelente para una primera buena impresión, Eren también se había esmerado en un atuendo que lo hiciera ver confiable. Llegó temprano porque no quería darle más preocupaciones a Levi, y a las diez menos cinco un auto muy lujoso los pasó a buscar. Condujo al menos cincuenta minutos hasta un distinguido sector de la ciudad, al sur, donde había fincas exclusivas que pertenecían a los más ricos de la ciudad.
Cuando arribaron a la mansión, Eren quedó impresionado, nunca había tenido la suerte de entrar a una casa de esas dimensiones. Desde afuera ya se veía que tenía al menos cuatro pisos, era blanca, llena de molduras y retoques que le daban un estilo muy distinguido.
Solo desde el portón de entrada, donde había un guardia de seguridad supervisando y al que debieron presentar sus documentos de identidad antes del ingreso, había al menos unos quinientos metros de piedras blancas, al final del camino, frente a la casa, una fuente de tres alturas se imponía.
El chofer les indicó que habían llegado y descendieron, con una gran coordinación, apenas pusieron un pie afuera del vehículo, se abrieron las enormes puertas de dos hojas de la casa, y salió un secretario, o al menos así se presentó, de la señora Grace Walton. Dijo llamarse Olivio y fue muy amable, los condujo hasta uno de los salones del lugar.
El piso era de mármol, por lo que podía apreciarse, y adentro había tanto lujo por todas partes que Eren se sentía abrumado, se quedó pegado a Levi que también observaba todo con curiosidad.
—Como la casa de los ricos en las novelas —dijo y Eren sonrió.
Les ofrecieron bebidas, comida, pero rechazaron todo, decidieron que mejor esperaban a la dueña. Luego de unos minutos apareció ante ellos una hermosa mujer de nariz pequeña, espigada figura, cabello rubio y ojos azules, muy similares al color de Levi. Vestía de manera sencilla, pero la joyería que tenía puesta era impresionante.
—Buenos días, señor Eren, Levi, bienvenidos a la casa nativa, tal es la denominación de esta propiedad.
—Es un gusto, señora —dijo Eren un poco nervioso.
—Buenos días, Grace Walton —respondió Levi y ella se acercó de inmediato a él observándolo detenidamente—. ¿Quería mirarme de cerca?
—Lo siento, querido —dijo dando un paso atrás e inspirando con sentimiento—. Es que, no tienes idea lo mucho que deseaba conocerte en persona, nunca tuve la oportunidad. Eres igual a tu madre, sin embargo, tienes los gentiles ojos de tu padre, sin duda.
—¿Qué? Oh, no, no tengo los ojos de mi padre, nunca lo conocí, estos ojos son míos.
La mujer abrió la boca con sorpresa y Eren intervino.
—Bueno, es que como ya sabe Levi tiene síndrome de Asperger, de manera que algunas expresiones las toma de manera muy literal, pero con una breve explicación es suficiente —luego se giró donde Levi y le habló—. Ella quiso decir que tus ojos son del mismo color que los que tenía tu padre.
—Oh, no sabría decirlo, no lo conocí.
—Levi, ¿quieres ver fotos de tu padre? Tengo muchas.
—Sí, sí, por favor —dijo emocionado.
—Olivio, trae la tablet, querido, gracias —luego volvió a mirar a Levi y los invitó a un sector donde había unos sillones muy cómodos donde se sentaron a gusto—. Margaret, trae unos aperitivos y té, ¿gustan beber otra cosa?
—Me gusta el té negro —dijo Levi.
—A mi cualquier té está bien —aclaró Eren.
—Muy bien, en un momento tendremos las tazas. Cuéntame, Levi, ¿cómo ha ido tu vida hasta ahora?
—Es una pregunta muy general, no sé muy bien cómo responderla.
—Tienes razón, bueno, cuéntame de qué trabajas, que haces en tus momentos libres, lo que tú quieras decirme estará bien.
—Trabajo como asesor en un call center, ¿sabes lo que es un call center?
—Sí, es un lugar donde reciben y hacen llamadas para distintas empresas.
—Sí, es eso, soy uno muy bueno, Eren es mi supervisor, él sabe.
—Lo confirmo, es el mejor asesor que tengo, muy responsable y dedicado.
—Gano muchos premios, sí. En mis momentos libres hago muchas cosas, pero me gusta mirar novelas, ¿tú miras novelas?
—Bueno, tuve una época en que me gustaba leer libros rosas.
—¿Y eso que tiene que ver con las novelas?
—Verás, a la literatura sobre romances e historias al estilo de las novelas, se les llama libros rosas.
—Ya veo, ¿sigues teniendo esos libros?
—Con seguridad deben estar en mi biblioteca personal.
—Si Grace quiere podría recomendarme alguna, a lo mejor me gusten también.
—Claro, con gusto lo haré.
—Luego, tejo mucho, aunque no me gusta tejer, pero es de esas cosas que uno hace bien aunque a uno no le guste, no sé si me entiendes.
La mujer rio con gracia y asintió.
—¿Y qué es lo que tejes tanto?
—Escarpines, que son como zapatitos para los bebés por si no sabes, mantitas, gorros, porque los bebés toman frío por la mollera —le explicaba muy compenetrado en la charla, Eren lo miraba con cariño.
—¿Bebés? ¿Tienes hijos, Levi? —dijo la mujer asombrada.
—No, no tengo hijos. Es para los bebés del Hospital de mi ciudad, allí trabaja Petra, no la conoces pero ella es la jefa de enfermeras de la nursery, ella es mi amiga, en invierno tejo mucho para las madres de escasos recursos, para que sus bebés no tomen frío, ahora los días están más cálidos, ya no tengo que tejer tanto, pero compro tela y hago mantas para verano.
—¡Vaya, eso es tan lindo, Levi!
—Hay que ser productivo, eso me dijo doña Armenia, que no nació en ese país, ese es su nombre, es una vecina, también es muy buena conmigo, vive al frente de mi casa, también le gustan las novelas, sí.
—Señora —interrumpió el secretario que traía una Tablet enorme.
—Gracias. Mira Levi, aquí hay una galería de imágenes de tu padre, toma.
El hombre la agarró entre sus manos y miró la primera imagen. Había un hombre muy apuesto, tenía barba candado y el cabello negro retinto, lo llevaba corto, sus ojos eran azules igual a los de él, vestía un short de gabardina en verde inglés y una camisa color tiza, se notaba que era ropa fina, tenía un gesto cordial en la foto y de fondo un jardín hermoso. Eren se inclinó un poco para mirar y Levi lo miró.
—Lo siento, es que me dio curiosidad.
—Está bien, acércate así puedes ver mejor —dijo dándole lugar.
No se parecían mucho físicamente, ya que el hombre era más corpulento y alto que Levi, pero sin dudas había un aire, sobre todo en la mirada.
Levi comenzó a pasar las fotos, se lo notaba bastante interesado y se detuvo en una donde el hombre estaba con dos gatos hermosos en su regazo, uno era un siamés y otro era un persa. La mujer observaba atentamente las expresiones de su sobrino y se acercó cuando vio que se detenía.
—Esos eran sus gatos, Ordoño y Alfonso, siempre que estaba en casa ellos andaban pululando a su alrededor. Cuando Leónidas —tal el nombre del padre de Levi— falleció, Ordoño se puso muy triste, dejó de comer y eventualmente no pudimos salvarlo, no había nada que lo calmara, maullaba de manera triste tirado sobre su cama. Alfonso vivió más tiempo, cinco años más, pero era normal verlo pegado a la ventana de la entrada, como esperando que regresara.
—Levi también cuida gatos, quiero decir reyes, él los cuida como si fueran reyes —aportó Eren.
El hombre siguió pasando las fotos, había muchas de su padre con los mininos, y también había bastantes con caballos.
—Tenemos un criadero de pura sangre, que son caballos prestigiosos por si no lo sabías.
—Me gustaría verlos, si se pudiera —respondió Levi mientras seguía pasando las fotos.
—Por supuesto, luego del almuerzo te llevaré a las caballerizas, aquí solo tenemos los caballos de la casa, los preferidos, el resto está en el distrito capital, para comercio y servicios.
—Mmm, deben estar muy tristes allá en la capital.
Volvió a detenerse en una foto, su padre parecía empapado y estaba sonriendo a todo dar.
—Si quieres me acerco y te cuento un poco sobre las fotos y sus historias.
—Claro —aceptó Levi de inmediato, la mujer tomó asiento a su lado.
—Verás, Leónidas era un espíritu libre, a pesar de que era muy hábil para los negocios, detestaba estar encerrado en una oficina. Nuestra madre solía llamarlo el niño salvaje, porque vivía trepado en árboles, cazando insectos o trayendo a casa todo tipo de animales heridos. Una vez, no sé de donde, rescató un yacaré pequeño, deberían haber visto el rostro de mi madre cuando se apareció con él, casi se desmaya, y Leónidas muy tranquilo diciéndole: madre, debemos salvar a este pequeño. Así era él —dijo con sentimiento la mujer mientras miraba las fotos, las emociones traspasándole los iris—. Cada vez que llueve, puedo sentir su presencia, él tenía una obsesión con la lluvia, donde fuera que estuviera se quitaba los zapatos y salía a caminar debajo de las gotas, extendía sus brazos, sonriendo de oreja a oreja, tengo esa imagen fija en mi mente y en mi corazón.
—Oh, lo entiendo —dijo Levi mientras Eren sentía los ojos húmedos—. A mí también me gusta la lluvia, ninguna gota es igual a otra y cuando las gotas se pegan al vidrio de la ventana, eso es muy hermoso —explicaba con entusiasmo y la mujer sonrió complacida—. Sí, la lluvia es una gran cosa.
—Creo que Leónidas y tú se hubieran llevado muy bien, Levi.
—Tal vez.
—¿Qué dicen si pasamos al jardín?, hoy es un día hermoso no vale la pena estar encerrados.
Caminaron bastante hasta llegar a una extensión que tendría varias hectáreas. Había unas mesas habilitadas en una especie de terraza, todas con sombrillas grandes, en realidad parecía la zona de un hotel de lujo. Tomaron asiento en una de las mesas y Levi miraba insistentemente hacia el patio.
—Tenía muchas ganas de conocerte.
Levi miró a la mujer.
—Sí, ya dijiste eso cuando llegamos. Yo no quería conocerlos antes, pero luego este Eren dijo que podía ser algo positivo y lo fue, quería conocer a mi padre, ver sus fotos me refiero, ya sé que está muerto. Él… uh… —parecía que el hombre no se animaba a preguntar.
—¿Quieres saber si tu padre tenía Asperger?
—Sí, eso, es una pregunta incómoda, pero quiero saber.
—No. No tenía ninguna condición neurológica, tampoco tenemos antecedentes en la familia. Yo investigué mucho al respecto, a veces no es por herencia, hay muchos factores que pueden producirlo. Sin embargo, eso no es importante, lo importante es que eres un buen hombre.
—¿Cómo puedes saber eso?
—Aunque tu madre siempre nos ha tenido alejados de ti, y de hecho te hemos perdido el rastro algunos años, te investigamos un poco, espero no te moleste.
—Sí, es molesto, deberían haber preguntado antes, eso es ser chismoso —dijo Levi muy serio.
—Lo sé, querido, acepta mis disculpas, pero verás, una familia de nuestra posición, me refiero a que tenemos mucho dinero, siempre es acechada por los roba fortunas, así que somos precavidos con la gente con la que nos involucramos.
—Ya veo, igual no estuvo bien, hay que preguntar las cosas, no soy ningún roba fortunas, nunca he robado nada, eso no está bien. Acepto tus disculpas, pero la próxima vez que quieras saber algo de mí solo debes preguntar, no te mentiré.
—De acuerdo, de ahora en adelante te haré las preguntas a ti, Levi.
—¿A qué hora almuerzan aquí? Es que tengo hambre —dijo Levi luego de mirar alrededor una vez más.
—Olivio, querido, que traigan el almuerzo —ordenó Grace.
—Sí, señora, de inmediato.
—No te he preguntado qué deseas comer, Levi, a ti tampoco Eren.
—No hay problema, es viernes, es mi día favorito, aunque no pueda elegir qué comer, toda comida es buena, sí.
—Lo mismo digo —dijo Eren sonriendo cordialmente.
—A Eren le gusta el helado de menta, iugh, eso es horrible, ¿te gusta el helado de menta, Grace?
—Bueno, diría que no es de mi predilección, me gusta más el de cereza o frutos del bosque.
—Oh, podemos ir a tomar helado juntos entonces —dijo Levi mirándola con mayor atención—. Mi favorito es de cereza, dos bochas, que son como dos redondeles así, te los sirven en un cono al que le llaman barquillo, pero no tiene forma de barquillo, así es el nombre, sí. Yo te puedo invitar.
La mujer sonrió y tragó en seco.
—Levi, me encantaría ir a tomar un helado contigo, acepto tu invitación.
—Me gusta esta familia —dijo despacio y luego suspiró.
Almorzaron unas tartas de verduras deliciosas y luego Grace los llevó a las caballerizas. Eren estaba mudo, las mismas eran enormes, tendrían fácil más de veinte animales, y muchos cubículos vacíos. Levi fue caminando por toda la extensión y mirando a los caballos, hasta que se detuvo frente a uno de color negro que lo miró y bufó un par de veces.
El hombre miró un bloque de alfalfa y no dudo en ir a tomar un puñado y se lo acercó al hocico, el equino comenzó a comer y Levi acarició su hocico.
—Eres un buen caballo.
—Ese es Zeus.
Levi miró a su tía y de nuevo al animal.
—Ese caballo era de tu padre, tiene tu edad —comentó y lo miró con cariño—. Él lo compró porque tenía la esperanza de regalártelo cuando pudieras montarlo. Supongo que debería ser tuyo.
Levi abrió grande sus ojos.
—Oh, no, no, no tengo lugar para un caballo, mi casa es pequeña, es que tú no sabes, pero estará muy incómodo y tal vez los reyes se asusten.
La mujer se rio ante el planteo.
—Está bien, Levi, yo no decía que te llevaras a Zeus a tu casa, pero Leónidas te lo quería regalar, así que debería ser de tu propiedad, podemos cuidarlo aquí y cuando tú puedas vienes y lo visitas, ¿te parece bien así?
—Oh, no lo sé. Es mucha responsabilidad —luego miró al animal que con su hocico le empujaba la mano—. ¿Cuánto come un caballo?
—No te preocupes por eso, le daremos de comer aquí.
—Pero eso no está bien, si va a ser mío, yo debo hacerme cargo de sus gastos —el animal tiró de la manga de Levi porque no le estaba prestando atención—. Oye, compórtate, Zeus.
—Levi, eres el heredero de Leónidas, si te parece mejor, descontaré la comida y la atención de Zeus de tu parte de la herencia, ¿así está mejor para ti?
—Mmm, pero aún la herencia no es mía.
—Pero lo será.
—Un momento, este Zeus está alborotado —dijo yendo a traerle más alfalfa.
—¿A ti no te interesa la herencia? —preguntó Grace con extrañeza y Eren sintió que no debería estar escuchando una conversación tan delicada.
—Eh, yo, voy a ir al baño, así ustedes conversan tranquilos, sí.
—Eren puedes escuchar —dijo Levi interpretando las luces del más alto—. Grace, Eren es una buena persona, es de mi confianza.
—Ya veo.
—Ahora te responderé, no me interesa la herencia —Eren contuvo la respiración, está bien que Levi fuera una persona desinteresada, pero ¡por todos los cielos! Renunciar así a todo era un poco precipitado—. Pero mi madre necesita ayuda, sí, así que quiero recibirla.
El semblante de Grace cambió por completo, sus facciones se endurecieron.
—No —dijo de manera tajante—. Leónidas me pidió expresamente que esa mujer no tocara ni un centavo de tu herencia, después de todo le dio más que suficiente para que pudiera criarte holgadamente todos estos años, aunque estoy bastante segura que no debe haber administrado bien ese dinero y eso por fuera de la mensualidad que le he estado depositando hasta tus veintiún años. Se supone que era hasta los dieciocho, pero imaginé que tal vez querías estudiar. Lo que me recuerda, ¿necesitas algo, Levi? ¿Estás bien? Si tú quieres estudiar, o quieres un trabajo mejor, puedo ayudarte en todo lo que necesites.
—No, Grace, estoy bien, tengo un buen trabajo y soy bueno en lo que hago, me administro bien, he estado ahorrando, sí. No sabía que había una mensualidad —dijo estirando la mano hasta el equino que comenzó a lamer sus dedos—, hubo un tiempo en el que quise estudiar, sí, la doctora Zoe, cierto, no la conoces, es mi psicóloga, la veo dos veces a la semana, por mi terapia, ella hace un tiempo me dijo que yo era funcional y que podía estudiar y ser profesional. Quería ser veterinario —contó con cierta bruma de tristeza en la mirada.
—¿Se lo dijiste a tu madre? Porque estoy más que segura que le hemos mandado de sobra para que pudieras tener la educación que quisieras.
Levi no respondió, lo cierto es que cuando le había planteado a Kuchel esa posibilidad, ella le había dicho que abandonara esa idea, que pagar una carrera así era imposible y que si le había ido mal en el secundario (respecto a las relaciones con compañeros y profesores) peor sería en la universidad. Que si quería ocupar su tiempo en algo productivo que mejor buscara un trabajo. "Después de todo los discapacitados no necesitan estudiar, es un desperdicio de dinero, tiempo y recursos, solo vas a entorpecer el camino de otros profesionales", sentenció su madre. El gobierno daba una pensión mensual para personas con capacidades diferentes, pero Levi nunca quiso hacer los trámites para cobrarlo, a pesar de los regaños de su progenitora. Él insistía en que si era una persona funcional y que podía valerse por sí mismo no quería recibir una ayuda que tal vez otros necesitaran más.
—Pero aún estás a tiempo —retomó Grace acercándose, se notaba que estaba molesta, no con Levi evidentemente, pero hacía un esfuerzo porque no se notara—. Puedes estudiar ahora si lo deseas. Olivio, anota por favor de averiguar todas las universidades de la región donde enseñen veterinaria, luego preparas un informe para que le enviemos al señor Levi Ackerman —miró a su sobrino y sonrió—. Solo tienes que decirme dónde quieres estudiar y te facilitaremos todo lo que sea necesario.
Eren por primera vez vio a Levi afectado, tanto que no podía responder, así que decidió intervenir.
—Estoy seguro que Levi lo pensará en casa y leerá el informe con cuidado —le dijo a la mujer mediando en la situación y luego puso una mano sobre el hombro de su amigo—. Las decisiones más importantes deben pensarse bien, tienes tiempo para eso.
—Sí, es así —luego miró a su tía e hizo una reverencia con su cabeza—. Muchas gracias, Grace Walton.
—Levi, puedes llamarme tía si quieres, pero si Grace es más cómodo para ti, también está bien.
—De acuerdo… tía —Levi sentía que tenía su corazón corriendo una maratón dentro de su pecho aunque apenas se notara un leve sonrojo en sus mejillas y nada más—. Uh, puedes llamarme sobrino, si quieres, no me molestará.
La mujer hizo una mueca de pura emoción y le fue imposible contener las lágrimas, Levi la miró sorprendido.
—¿Estás bien, tía?
—Estoy más que bien, querido sobrino. No puedo explicarte las veces que soñé con tenerte en casa, con poder hablar así contigo, estoy tan feliz, mis lágrimas no son de dolor, es que es… es todo muy intenso. ¿Puedo darte un abrazo?
—Sí —respondió sin titubear.
Se fundieron en un sentido abrazo que duró algunos segundos y cuando se separaron Levi reparó en que Eren se estaba secando varias lágrimas en silencio, por lo que se acercó.
—¿Eren también necesita un abrazo? —preguntó con naturalidad y el más alto sonrió.
—Sí, realmente necesito uno.
Levi abrió sus brazos y Eren se dejó consolar un momento.
Pasaron un par de horas más con Grace, riendo y visitando otras partes de la mansión, escuchando historias de la familia hasta que se hizo tarde y tuvieron que regresar. La tía de Levi los mandó de nuevo con el chofer, luego de que intercambiaran números con el asistente de ella Olivio.
Durante el trayecto de regreso Levi venía muy callado, observando el paisaje por la ventana. Eren bostezó, se lo notaba cansado, con confianza apoyó su cabeza contra el hombro de su acompañante.
—Olivio es un nombre raro —soltó el de cabello negro y Eren se rio bajito.
—Sí, es raro.
—Tengo helado de menta, en mi casa.
—No estaría mal tomar un poco, aunque es muy tarde.
—Eren puede venir a la hora que quiera, sí.
—Bueno, de todas maneras mañana estará cerrado el call center, podemos acostarnos un poco más tarde, ¿no te molesta, de verdad?
—Bueno, sí, me molesta un poco porque estoy aprendiendo a ser flexible, es algo difícil para que sepas, pero también me pone feliz que Eren me visite, sí, puedes saludar a los reyes mañana temprano, ellos estarán contentos.
—¿Disculpa? ¿En qué momento dije que iba a quedarme a dormir? Solo dije que aceptaba ir a tomar un poco de helado —soltó con picardía Eren sonriendo coqueto.
—Pero es de noche y tu barrio es peligroso, es mejor irse por la mañana, eso se llama lógica.
—Yo creo que estás usando tu lógica solo para que me quede a dormir en tu casa.
—Sí, eso es cierto, ¿Eren no quiere quedarse con éste Levi?
Eren suspiró y se afirmó del brazo del otro.
—Sí, sí quiero.
—Entonces deja de argumentar y quédate en mi casa, cuidaré bien de ti.
Eren sonrió con suavidad, esa frase… sonaba demasiado bien.
Agradecieron al chofer y entraron al edificio, hacía un poco de calor. Levi dijo que tenía un pastel de maíz y queso para cenar, por lo que al llegar calentó un par de porciones, mientras se calentaban fue a visitar a los reyes. Había dejado raciones extra de comida y la mayoría estaba durmiendo, solo se le acercaron Tiburcio y Felipe VI, limpió cuidadosamente los areneros, tratando de hacer el menor ruido posible y les dijo que rezaran antes de dormir y trataran de descansar antes de retirarse.
Se lavó las manos, sirvió la comida y fue junto a Eren que ya había prendido el televisor y estaba buscando alguna película interesante.
Levi le trajo una bandeja para que pudiera comer en el sofá, aunque le advirtió que no le llenara de migas. Después de cenar Levi comió un durazno pequeño y Eren disfrutó una porción de helado de menta. Observaban el electrodoméstico, pero lo cierto es que no le estaban prestando atención a lo que se estaba transmitiendo.
—¿Y Narciso? —preguntó Eren.
—Está en el cobertizo, con los demás reyes, hace tres días está yendo por las noches, ha prometido portarse bien, pero a veces cumple y a veces no.
—Al menos está haciendo el esfuerzo.
—Eren —llamó Levi y el supervisor lo miró—. Quería decirte que estoy muy agradecido, buscaste a mi otra familia y eso es algo muy bueno, yo no sabía qué iba a pasar y seguramente mi madre va a enojarse, pero aun así, ha sido positivo.
—Estoy feliz que puedas reconstruir parte de tu historia Levi, quiero decir de tus orígenes. ¿Verdad que es lindo saber qué compartías cosas en común con tu papá?
—Sí, es verdad, Eren estaba en lo cierto.
—Por cierto, no te lo había dicho pero… eh, Jean y yo, ya no somos novios, a lo mejor querías saber.
Levi se giró y tomó la cabeza de Eren para besarlo de inmediato, el más alto no se esperaba tanta efusividad pero no necesitó más que unos segundos para colaborar con el roce. Su corazón se había acelerado y ese contacto le erizaba la piel de los brazos, electricidad inundándole el cuerpo, las venas, los pensamientos, encendiendo luces maravillosas por doquier. Levi se separó un momento luego de haber explorado la boca de Eren, quien estaba visiblemente agitado, pero notó que el hombre tenía el ceño fruncido. ¿Qué…?
—¿Le-Levi? ¿Pasa algo?
—Mmm, me gusta besarte, pero Eren sabe mucho a menta, agh.
El más alto comenzó a reírse y tomó el vaso con agua que tenía cerca para beber unos tragos.
—Bien, listo, estoy seguro que ya no tengo gusto a menta.
—Eren no lo sabe, pero beso mucho mejor en mi cuarto.
El supervisor se mordió el labio inferior, una descarga de pura adrenalina se desparramó por debajo de su piel y solo asintió como toda respuesta.
Levi lo tomó de la mano y tiró de él guiándolo a su habitación, después de todo, ya no había ningún obstáculo para hacer el amor.
.
By Luna de Acero.-
