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Título original: The Heart, the Soul 1: I Mustn't Run Away
Autor: Andrew Huang - alhuang©hcs.harvard..edu
Traducción: Miguel García - garcia.m©gmx..net
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Bueno, Elsa Bibat lanzó este pequeño desafío, de incluir unos
párrafos seleccionados que ella había escrito, en un fic de cualquier
serie y usando cualquier personaje, siempre que contuviera dichas
líneas. Aquello fue justo después de haber yo formulado unas cuantas
interrogantes acerca de los fics de Shinji-Asuka, y esas líneas me
llamaban a gritos... Según resultó, a partir del trozo inicial,
decidí reescribir dicha sección para que se ajustase mejor a las
necesidades de este relato. De todos modos, dado que fue esa parte
la que le dio forma a la historia, lo incluyo al final. Verán
fácilmente en qué parte iba.

Esta historia se ambienta antes, durante y después del ataque
del 15to Angel. En otras palabras, este relato diverge a contar del
episodio 22, o por ahí. Sí, eso. Hay revelaciones que podrían
arruinarles la sorpresa a los que no hayan visto la serie, y se debe
estar familiriarizado con el Ángel en cuestión para saber qué pasa y
porqué Asuka reacciona como lo hace...

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Un fanfic de Oddzilla Producciones, escrito por Andrew Huang
No Debo Huir
Basada en Neon Genesis Evangelion, (c) Gainax Studios y ADVision
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No había nada para comer en la casa.

Y yo no quería que por ningún motivo fuera Misato a comprar
las cosas. De algún modo, Asuka y yo habíamos concordado en esto,
y ella decidió acompañarme. Pareció buena idea en ese momento...
Pero hay tantas cosas que de primera parecen ser buena idea...

--¿Por qué nunca compramos comida normal? De la normal, como...
Ah, qué vas a saber tú lo que es la comida normal. Tanto arroz se
te debe ir derecho a la cabeza.

Todo eso continuó durante el trayecto a la tienda, en la tienda
misma, en la cola de la caja..., todo el rato. Carajo, a veces se
pone tan cargante.

Traté de ignorarla. De verdad que traté. Traté de pensar en
las estrellas, en las nubes, en...

«paf»

--¿Me estás escuchando o no?

Bueno, eso no me funcionó.

--¿Me quieres dejar tranquilo? ¿Y por qué no te puedes
acostumbrar a la comida japonesa y punto, ah? ¡Qué tiene!

--Porque estoy hasta la coronilla con el arroz y los fideos
y el pescado. ¿Y las chuletas? ¿Y las salchichas? O sea...

No sé cómo lo logra hacer, pero aflautaba la voz justo en el
tono preciso para hacerme chirriar los nervios de la peor manera
posible.

--No sé ni por qué te aguanto, niñito llorón, alfeñique...

AHORA se estaba yendo a lo personal. Cuando me di cuenta de
que me estaban empezando a venir tiritones, traté de volver a ignorarla.
Creo que hizo una pausa en su despotrique cuando pasamos por fuera
de una boutique... No sé. Yo todavía tenía la mente puesta en el
fresco aire nocturno, en el rozar de las hojas, en la luz de la luna...

La luz de la luna. Siempre se ha dicho que la luna llena le hace
cosas raras a la gente. Debe haber sido eso...

Por más que intenté, su machacar incesante mientras caminábamos a
la casa terminó por colmarme. Ya era harto desagradable cuando se
quejaba en términos generales, pero los aguijoneos personales --lo
que me había dicho esta vez, "tarado inmaduro que nunca debió
calificar para piloto"-- ya estaban siendo como mucho. Me di vuelta
hacia ella, abrí la boca, y ahí me quedé simplemente helado.

La manera en que la luz plateada jugaba en su pelo. La forma
en que acentuaba la línea de su maxilar, incluso con éste subiendo
y bajando mientras ella alegaba de la manera más poco romántica.
La forma como se reflejaba en sus ojos azules, que brillaban en la
oscuridad, con la luminiscencia de... De algo tan poderoso que
no soy capaz de describirlo.

Era bellísima.

Creo que, para aquel momento, ella ya había parado de quejarse, y
algo me preguntaba. ¿Qué era? Era algo así como "¿Hola? ¿Estás
despierto? ¿Hola?". Creo que también me pasaba una mano por delante
de la cara.

En vez de contestar, la tomé de los hombros, me la acerqué...

--Oye, ¡que estás hacienMMMFF!

...y le di un beso en la boca.

Supongo que al menos logré mi propósito original de hacerla callar.

De algún modo, todavía recuerdo los detalles. Sentí sus músculos
ponerse extremadamente tensos. Sentí sus labios húmedos
temblar un poco contra los míos. Sentí su pelo rozar levemente
contra mi cara. Sentí su corazón apurarse de pronto...

Oí también la bolsa plástica con comida, que había colgado de su
mano derecha, hacer crash en el suelo. Eso rompió el hechizo.
Me acordé de repente de dónde me hallaba. Más importante aún, me
di cuenta de repente de dónde me hallaba en relación a Asuka. Creo
que mi propia sorpresa entonces debe haber sido al menos igual de
grande que la de ella cuando recién la besé.

Debo haber estado poseído.

Retrocedí, mirándole la cara, iluminada por la luna. En sus bonitas
facciones, ensombrecidas un poco por su largo pelo, vi las
últimas trazas de su pasmo y sorpresa, vi eso cambiar a un cierto
enrojecimiento de vergüenza, y luego de pronto a rabia. Pero hubo
también...

Ahí me llegó la cachetada.

--Depravado --sibiló Asuka.

Recogió su bolsa y salió corriendo de regreso al edificio de
apartamentos. Me recuperé lo suficiente para recoger mi bolsa con
comida --se me había caído también en algún momento, al parecer--,
sobándome ausentemente el lugar de la mejilla donde su palma había
conectado.

Pero, ¿qué fue ese... ese toque de tristeza terrible que relampagueó
en su cara, entre la vergüenza y la rabia?

Eché a correr detrás de ella.

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¨

La cena transcurrió muy incómoda. Asuka se negaba a mirarme,
recuerdo. Y es una extrañeza que lograra darme cuenta de eso,
porque al parecer yo tampoco podía animarme a mirarla.

Pero Misato estaba borracha, así que no importaba. No creo que
haya captado nada, incluyendo lo mal que le habían quedado las
verduras.

El resto de la noche fue bastante similar --en general, un mutuo
evitarse por parte nuestra, y un rumiar ininterrumpido de lo que
había sucedido... al menos por parte mía. Al final me fui a acostar,
por supuesto después de ver un poco de televisión y terminar la
tarea-- y juro que no recuerdo haber hecho ninguna de las dos
cosas.

Me quedé mirando el techo de mi dormitorio, viendo la cara de
Asuka como la había visto allí, a la luz de la luna, justo antes
de besarla. Y vi ese instante de profunda melancolía que bailó por
sus facciones, tan rápido...

Iba a amanecer hecho un asco al otro día. Detesto no poder
dormir. Y por cierto que no iba a poder ahora. Al final, decidí
cortar por lo sano e ir a hablar con Asuka. Me figuraba que ella
tenía que estar tan incómoda como yo con todo esto. Esperaba que
lo estuviera, por lo menos.

Furtivamente, salí en puntillas de mi cuarto, pasé junto al de
Misato --todavía tenía la luz prendida, por lo que tuve que poner
cuidado-- y llegué a la puerta de Asuka. Toqué subrepticiamente,
más para ocultar mi pasaje que para alertar a Asuka de mi presencia.
Abrí la puerta y entré.

--Asuka --empecé--, tenemos que habl...

Estaba durmiendo.

Me la quedé viendo. Después de un hito tan monumental como
ese beso, ¿ella tenía la paz mental como para dormir? Tal vez yo
estaba siendo un poquito egocéntrico, pero me invadió una rabia
irracional. Carajo, ¿cómo se le olvidó tan fácil? Al parecer ella
estaba lo bastante cómoda como para no desvelarse agobiada por
tonteras. Bien, perfecto, si todo te importa tan poco, entonces
a mí tampoco me importa. Me di una tiesa media vuelta para irme.

--No... --se oyó un débil quejido detrás mío.

Esto podía haber sido un "deja vu", salvo que yo sabía que, en
efecto, ya me había sucedido una vez... Recuerdos de una noche
pasada hace mucho centellearon por mi mente. Casi la había besado
aquella vez. "Mamá", había dicho ella con un quejido, y una lágrima
le había salido de un ojo. Ella no era más que una niña. Apenas
una niña...

Pero qué extraordinariamente poco conveniente. Yo que había
estado listo para volverme lleno de justa indignación a descansar a
mi cuarto, y tenía que venir ella y darme la necesidad de quedarme.
Era como para estar un tanto picado.

Me abrí paso con cuidado por entre sus pequeñas pilas de ropa,
apartando con el pie un libro de física de nivel universitario, y
me senté con las piernas cruzadas junto a su cama. Ella estaba
acostada de lado, con las manos aferrando la delgada manta contra
el pecho. Pude ver, ya secándose, la huella de una lágrima que le
había corrido por la mejilla y que parecía haberse absorbido en
un mechón de su pelo, disperso por encima de su cara. De nuevo,
musitó "No". Tenía una expresión de pesar inexplicable, aunque no
muy patente.

Me voy a quedar hasta que termine su pesadilla, recuerdo haber
pensado. La voy a vigilar hasta que se tranquilice y después me
vuelvo a acostar. Estiré una mano y le aparté con cuidado los
mechones de pelo por sobre el hombro. Se movió de repente, casi
matándome del susto, pero siguió dormida. Me volví a sentar
derecho, mirando su cara tan inocente, tan bella, tan vulnerable.
Me quedé otra vez completamente embelesado.

En realidad, tal vez fue que me quedé dormido, porque lo siguiente
que recuerdo es que había una fuerte alarma sonando. Estuve
aturdido... por un momento. Muy rápidamente me percaté de mi
posición: sentado en el dormitorio de Asuka mientras ella dormía.
Intenté ponerme en pie de un salto y salir mientras podía pero,
suerte la mía, se me habían dormido las dos piernas.

Un brazo salió de entre la masa de almohada, manta, pelo castaño
y pijamas, para demoler el despertador. Al parecer, Asuka se había
dado vuelta en la noche; como el reloj estaba más cerca de mí que la
pared hacia donde ella estaba vuelta, el golpe no dio del todo en el
blanco e hizo saltar de la mesa de noche el despertador... Que me
llegó en plena cara.

--¡Au!

Uy.

La masa de tela y pelo se desarmó para revelar a una Asuka
todavía soñolienta, que se volvió para mirarme. Pestañeó. Y
volvió a pestañear.

Imagino que mi cara estaba paralizada en un rictus de pánico
horrorizado.

Ella habló despacio, como tratando de dilucidar si esto era
o no un sueño todavía.

--¿Eres tú, Shinji?

Yo grazné, sin encontrarme la voz por varios segundos. Al fin
me rendí y simplemente indiqué que sí con la cabeza. En algún
momento, me di cuenta de que la sangre me estaba volviendo a las
piernas. La sensación hormigueante se añadía a mi ya creciente
incomodidad.

Todavía hablando despacio, pero tal vez más en una manera
destinada a apaciguar un animal potencialmente peligroso, preguntó:

--¿Qué haces acá?

Mi pánico se elevaba a ritmo constante. Ella parecía encontrarse
más despierta a cada instante que pasaba. Logré aclararme
adecuadamente la garganta para responder:

--Quería... quería hablar contigo. Tú... tú estabas durmiendo.
Tenías... tenías una pesadilla. No, no te podía dejar sola.

¿Así que repitiendo la primera palabra de cada frase, ah? Estaba
por lo menos igual de nervioso que esa vez que me caí encima
de Ayanami. Además, tampoco estaba seguro de que haberle respondido
eso fuera buena idea, pero ¿qué más podía hacer?

Una expresión de breve sorpresa le pasó por la cara, seguida por
algo de vergüenza, terminando en rabia... y de nuevo pasando
rapidísimo por ese semblante de inimaginable desamparo. ¿Pero qué
podía ser eso?

Mis cavilaciones fueron interrumpidas por un almohadazo en la cara.

--¡Largo de aquí!

Obedecí, escapando a cuatro patas, pegándome en un dedo del pie
con su libro de física, desparramando su ropa por todos lados, y
saliendo al fin por la puerta. La cerré detrás mío, y tragué una
bocanada de aire. ¿Aire? Debo haber estado aguantando la
respiración. Jadeé un momento, sobándome las piernas hormigueantes.

Detrás de la puerta, la pude oír gritándome:

--¡No te necesito ni a ti ni a tu lástima!

Esta no era buena manera de empezar el día.

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¨

Todavía no me explico lo de esa noche.

Claro, yo me había sentido atraído por ella anteriormente. Ella era
la niña más bonita de toda la clase... Pero era tan desagradable
también. Siempre con tantos aires de superioridad...

Pero cuando era simpática, podía ser muy simpática.

Y cuando era vulnerable, era tan sumamente vulnerable.

Y yo no podía dejarla sola, ¿verdad que no?

No debo huir, no debo huir, no debo huir...

¿Y el beso? Nos habíamos dado un beso un vez, antes y, en
su mayor parte, había sido muy poco agradable. Y por supuesto,
ella tenía que apretarme la nariz porque mi respiración le hacía
cosquillas. Claro, que yo me ponga azul para que ella no esté
incómoda. ¿Y por qué la había besado entonces? Es decir, este soy
yo del que estamos hablando. Ikari Shinji. Ya sé que no tengo
ninguna gran historia de valentía en cosa alguna. ¿Por qué,
entonces?

Todavía no sé.

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¨

Tenía mi vista clavada en los monitores, lleno de furia impotente.
Ese Ángel estaba atacando a la mente de Asuka y yo no podía
hacer nada. Mi padre se negaba a sacar del congelamiento a la
Unidad 01.

--¡NO! ¡¡NO! ¡NO QUIERO ACORDARME DE ESAS COSAS! ¡QUIERO
OLVIDARLAS!

Las palabras de ella, llegando por el intercomunicador, me entraban
a martillazos en la cabeza. Estaba tan enrabiado que tenía ganas
de vomitar. No podía hacer nada. ¡Mierda, no podía hacer nada!

--¡No me mires la mente...! ¡¡Para! ¡¡¡Para!

No me di cuenta en el momento, pero estaba llorando de pura
rabia. Esa cosa le está haciendo daño, y yo no puedo hacer nada.
Había que evitar la posibilidad de que la Unidad 01 se contaminara,
decía mi padre.

La única razón por la que no me abalanzaba sobre mi padre para
obligarlo a que me dejara ir, fue que le permitió a Rei ir a buscar
algo llamado Lancea Longini, para encargarse del Ángel.

Vi a la Unidad 00 salir del suelo, empuñando un lanza de doble
punta, y tomar posición a una corta distancia atrás de la Unidad 02.
Entonces me percaté de que Asuka se había quedado extrañamente
callada. Sentí como si me estuvieran estrangulando.

Rei alistó la lanza y se echó hacia atrás para poner la mayor
fuerza posible en el lanzamiento.

De improviso, la Unidad 02 se quitó del rayo de luz que caía desde
el Ángel y corrió directamente hasta la Unidad 00, tratando de
asir la lanza. Vi a la Unidad 00 paralizarse; no había manera de que
Rei se esperara algo así. Creo que el corazón se me volvió a
detener. ¿Era Asuka la que hacía eso? ¿O era el Ángel?

Mi respuesta llegó cuando la Unidad 02 arrebató la lanza de las
sorprendidas manos de la Eva prototipo, se dio vuelta, apuntó durante
unos instantes en la dirección del haz de luz, y lanzó. La lanza pareció
convertirse en un rayo de energía rugiente.

Justo en el blanco.

Casi me atraganto con mi propia respiración.

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¨

--Asuka...

Me le acerqué con cuidado, agachándome por debajo de la cinta
amarilla de "Línea Policial - No Cruzar" que rodeaba el área.

--Me alegra que estés bien, Asuka.

Ninguna respuesta. Ella estaba sentada en el suelo, con las piernas
recogidas contra el pecho, abrazándose las pantorrillas y apoyando el
mentón en las rodillas. Se mecía levemente hacia adelante y hacia
atrás.

--¿Asuka?

Ninguna respuesta. Ningún sonido, ninguna indicación de que se diera
cuenta que yo estaba ahí. A lo sumo, no hizo más que mecerse más
fuerte hacia adelante y hacia atrás.

Pese a haberme puesto tan... emocional antes, durante el combate,
los viejos instintos volvieron, y me di media vuelta para irme.

Entonces la sentí respirar, inspirar temblorosamente. No era una
inspiración común y corriente, era una que contenía harmónicos
complejos, que decían, "oye, esto fue casi llanto"; ondas minúsculas
que se cuelan en el cerebro por los oídos, que siguen por las neuronas,
más y más adentro, hasta llegar más allá del cerebro, más allá de la
mente, hasta encontrar esa cosa que justifica que uno se llame
ser humano en vez de otro simple animal de esta verde y noble tierra.
Y esa cosa es remecida por esas ondas. Fuerte.

No debo huir. No debo huir.

No voy a huir.

Pero qué extraordinariamente poco conveniente...

Volví donde ella --todavía se estaba meciendo hacia adelante
y hacia atrás-- y me puse justo a su lado. Respirando hondo y
armándome de valor para lo que probablemente pasaría, la agarré del
brazo izquierdo, logrando asir el resbaloso traje de conexión rojo,
y la levanté bruscamente.

Yo quería ser suave, pero dudo haber podido lograr algo con eso.

--¡Asuka!

Cielo santo, sus ojos... tan completamente vacíos. Vacilé, sólo por
un momento. Recuperándome, la tome de los dos hombros y la sacudí.

--¡Despierta! ¡Te tienes que despertar!

Su cara neutra cambió. No quiero decir que sólo haya cambiado
su expresión; tengo la certeza de que pude ver en sus ojos que algo
cambió. La vida al interior de ellos volvió. Pero sí, su expresión
también cambió. De nuevo, sorpresa, luego vergüenza, luego ese dejo
de tristeza arrasadora, luego rabia. Me apronté para una cachetada.

La cachetada no vino. Pero vinieron las lágrimas.

La tristeza volvió a su cara, con total fuerza. Me dolía de sólo
verle la cara. Allí estaba la suma de años de tormento reprimido,
en un solo momento, en un solo lugar. Casi me pongo a llorar yo
también. No, creo que sí me puse a llorar. Así de terrible era.

--Ay, Shinji --musitaba--. Shinji, Shinji, lo siento tanto...

Y de pronto encontré mis brazos llenos de mujer estremeciéndose
y llorando. Repetía "lo siento" una y otra vez.

Intenté una voz calmante; aunque me salió un poco temblorosa,
esperé que sirviera.

--Tranquila, tranquila... Aquí estoy, no me voy a ir, te lo prometo...

Sentí su cuerpo relajarse, y me arrodillé despacio hasta el suelo.
Las rodillas se le doblaron, y se recargó pesadamente contra mí.
Pero mantuvo los brazos apretados firmemente en torno a mí, como
si le fuera la vida en eso.

--Aquí estoy.

Le acaricié el pelo, abrazándola fuerte, dejando que su cabeza
descansara en mi hombro. Podía sentir sus lágrimas empaparme la
camisa, pero no me importó.

Las palabras le salían a torrentes.

--Vi vi a mi mamá me quería morir pero él seguía mirando y no me
podía salir fue horrible me quería morir no quería que esa me salvara
me quería morir morir pero te...

En cualquier otro momento, esto hubiera sido tal vez demasiado
para mí. Increíble, como la fuerza parece venirle a uno de la nada.

--...te vi a ti y ya no me quise morir ay Shinji lo siento lo
siento tanto...

Así y todo, igual me descolocó totalmente.

--Aquí estoy, Asuka. No te voy a dejar sola... Yo te voy a
cuidar. Tú eres importante para mí.

Y era verdad.

Las palabras fueron casi mágicas: sus suspiros se hicieron cada
vez más cortos; con el rato la respiración se le calmó. Creo que la
oí musitar "ay, Shinji" unas cuantas veces más. Seguí abrazándola,
sintiendo su corazón latir silenciosamente contra mi pecho... ¿O
sería el corazón mío? No sabía, ni me importaba. Ella estaba bien.

Tenía a un ángel en los brazos. A uno de verdad, no una de esas
crueles monstruosidades que nos asaltaban tan regularmente.
Mi mejilla descansaba contra la parte superior de su cabeza, y podía
sentir el olor de sus lágrimas, los vapores tenues del LCL, una traza
del champú que ella usaba... El olor de ella. Eso para mí, era
igual de real que el roce de su pelo contra mi cara y la tersura de
su mejilla, por sobre la cual pasaba suavemente mi pulgar.

Después de un rato, me di cuenta de que se había quedado
dormida. Con gran cuidado, la cambié de posición en mis brazos,
pasé mi mano izquierda por debajo de sus rodillas, y la cargué
despacio. Me pareció asombrosamente liviana.

No hubiera importado cuánto pesara. La habría sacado cargada
del infierno, con demonios detrás mío, de haber sido necesario.

Su cabeza todavía descansaba contra mi hombro, y miré su rostro
dormido. Tan inocente, tan bello, tan vulnerable.

Y no triste. Las comisuras de sus labios estaban imperceptiblemente
dobladas hacia arriba.

Ella no era más que una niña. Yo tampoco era más que un niño.

No debo huir...

No, no "no debo". No voy a hacerlo. No voy a huir.

No voy a huir, porque no quiero huir.

Los dos éramos niños, pero los niños crecen.

Tranquila, Asuka. Te llevo a la casa.

Le di un beso suave en la frente y di media vuelta para salir de allí,
me agaché por debajo de la cinta amarilla. No fue tarea fácil, pero
logré hacerlo sin despertarla, que era lo importante, y eché a andar
de vuelta al cuartel. Pude ver a Misato salir de la puerta más cercana.

Le sonreí, a ella y al mundo.

¨

Fin.

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Mis disculpas a Terry Pratchett por lo de "harmónicos complejos"
para describir el cuasi sollozo. Le venía de maravilla. Y, de
nuevo, agradecimientos a Elsa. El desafío lanzado por ella fue el
que le dio forma a toda esta idea. He aquí el trozo que ella
escribió:

««««»»»»

Tal vez fue la luna. Dicen que la luz de la luna afecta a la gente
de manera rara. Sobre todo durante la luna llena. Así que debe
haber sido eso.

Ella estaba alegando de nuevo al lado mío mientras caminábamos
a la casa. Me di vuelta para decirle que se callara. Entonces me
detuve. La luz de la luna llena jugaba en su pelo, y ella también se
detuvo para mirarme y continuó su despotrique. Yo no la oía, todo lo
que podía pensar era en lo bellísima que se veía a la luz de la luna.
Me moví hacia ella. Ella me pasó una mano por delante de los ojos.

--¿Holaaa? ¿Estás ahí? --preguntaba mientras yo me movía hacia
ella, luego le puse las manos en los hombros y me la acerqué.

--¡Oye! ¡Qué estás hacienMMMFF! --dijo, cuando le di un beso en
la boca.

««««»»»»

¨

Fue agotador escribir esto. Muchísimo. Fue una catarsis, en
cierto modo, pero no en el sentido de haber volcado el alma en
esto..., sino más bien haberme hurgado el alma y arrancado algo para
ponerlo en palabras. Tal vez saqué demasiado, porque me sentí tan
agotado emocionalmente después de hacerlo... Pero me alegra haberlo
hecho. Soy un idiota cursi al que le gustó escribir una escena
conmovedora entre Shinji y Asuka. Además, no podía dormir la noche
anterior a escribir esto, por causa de aquello. Es que la idea no me
dejaba tranquilo.

Y sí, ahora puedo dormir.