Pum! Pam! Sendos chichones aparecieron en las cabezas de ambos que, agachados para poder curar a Koga, estaban a su completa disponibilidad. "Quiero saber qué es lo que pasa y quiero saberlo ahora. Porque tengo que ir frente al chucho ese y recuperar a mi mujer!"

Ginta suspiró. "Me temo que eso no va a ser posible Koga?"

"Y por qué no?" preguntó sin comprender.

Ambos lobos se miraron, derrotados, y fue Hakkaku quien respondió.

"Porque…la señorita Kagome…está muerta"

El adiós

Los personajes no me pertenecen y hago esto sin ánimo de lucro. Espero que les guste.

Capítulo 6

"ggg" mientras hablan
'ggg' lo que piensan

Kkk flashback

XXX cambio de escena

Shippo se había despertado de su siesta matutina. Se estiró y se restregó los ojos, terminando de quitar posibles legañas que se hubieran alojado en las comisuras de los mismos. Se levantó con la sensación de paz dentro de su cuerpecito, pero una pequeña congoja se estaba apoderando de su corazón. Miró tras de sí, encontrando el mullido pelaje del lomo de Kirara, quien permanecía tranquila echada sobre la hierba. Después escuchó un sollozo proveniente de algún lugar cerca suyo y giró la vista hacia dicha zona encontrando a dos de sus compañeros de viaje y aventuras, Sango y Miroku, abrazándose mutuamente para darse consuelo.

'Qué sucede?' se preguntó, nervioso. Un rayo atravesó su mente. Fue en ese instante cuando recordó todas aquellas imágenes concernientes a la batalla acaecida esa misma madrugada.

'Kagome…'

Tenía que encontrarla. Ella no podía estar … Ella simplemente no podía. Miró hacia todos lados encontrándose con una joven de pálida tez y largo cabello negro que estaba situada a unos metros de ellos, de pie.

"Kagome" dijo en un susurro. Y una alegría repentina invadió todo su ser. Alegría que pronto decayó, al darse cuenta que la susodicha mujer no era la persona que el kitsune anhelaba.

Era Kykio.

La observó durante unos instantes con detenimiento. Su figura imponente permanecía quieta, con la mirada fija en algún punto tras los matorrales. Shippo, poniendo más atención, pudo escuchar también unos susurros procedentes de ese lugar. Quiso saciar la curiosidad que lo embargaba y miró por entre las hojas, encontrándose con un muchacho que abrazaba desesperadamente a una joven.

La escena era entrañable, o lo sería, sino fuera porque uno de esos seres que componían la pareja… permanecía sin vida.

Pudo apreciar que Inuyasha lloraba silenciosamente por la muerte de la chica, mientras palabras eran susurradas al oído de ella relatando una bella historia.

Los rayos del sol despuntaban en el horizonte, otorgando al paisaje un bello amanecer. La luz se hizo paso a través de los cristales de una ventana en especial, golpeando suavemente los párpados cerrados de una joven. Esta se movió inquieta, pues esa luminosidad repentina resultaba un tanto molesta, además que la postura en la que se encontraba también era bastante incómoda.

Abrió lentamente los ojos, aún sin comprender donde estaba. Bostezó y se estiró, despreocupada. La brisa matutina recorrió sus brazos desnudos. Fue entonces cuando se dio cuenta de que la ventana de su cuarto estaba abierta. Detalle que no notó la noche anterior. Mantuvo la mirada en el cielo visible desde su postura, en la silla al lado de la cama, y fue entonces cuando un pequeño gruñido llegó hasta sus oídos.

El agarre en su mano, del que aún no se había percatado, se hizo más fuerte. Los dedos varoniles enredados entre los suyos se movieron ligeramente, asiéndola con intensidad. Y esos orbes dorados que tantos suspiros la habían arrancada estos años, empezaron a hacerse visibles, muy lentamente, tras las pestañas del joven que reposaba en el lecho.

Inuyasha empezó a moverse incómodo. No estaba acostumbrado a pasar tanto tiempo sin estar alerta descansando. Y aún así, sentía su cuerpo pesado y dolorido. Pero en su mente no recordaba ninguna acción por la que pudiera sentir todo eso. Intentó enfocar su vista en una pared blanca que, de primeras, no reconoció. Fue cuando una fragancia ya conocida chocó contra su nariz, cuando se percató de que la estancia en la que se encontraba era el cuarto de Kagome. Cerró los ojos para poder aspirar el aroma.

Lo había echado de menos. Mucho.

Pero un sollozo lo despertó de su ensimismamiento. Con bastante dolor, consiguió torcer la cabeza para observar a la chica que se encontraba a su lado.

Ella le sonreía, aunque gruesas lágrimas escapaban de sus ojos. No supo por qué, pero se vio en la necesidad de sonreírle de vuela, como expresando que todo estaba bien. Se deshizo del agarre que tenía con la mano de ella, y la acercó a su mejilla, limpiando con el pulgar las gotas de agua que recorrían su rostro. Kagome inclinó un poco la cabeza, para que esa pequeña caricia fuera más intensa.

Intentó hablar en varias ocasiones, decir algo que resultara coherente. Lo que fuera. Cualquier cosa estaría bien.

Pero las palabras morían en su garganta y solo conseguía realizar gestos que, a la vista, resultaban un poco raros, provocando una sonrisa cada vez mayor en el medio demonio.

Viendo sus problemas con el lenguaje, quiso ayudarla un poco a expresarse. Aún no estaba del todo consciente y seguía sin comprender como había llegado hasta la cama de la chica, pero le pareció la vista de ella tan tierna que, si no fuera porque le dolían todos los huesos, ahora mismo se levantaba de su posición y la arrinconaba entre sus brazos.

"Kagome" dijo Inuyasha apenas en un suspiro ronco.

Sin desearlo, ella estalló en llano. La tensión acumulada pesaba demasiado y el par de horas que había dormido no la habían ayudado en su descansar. Por lo que no pudo evitar derrumbarse, dejándose caer sobre el cuerpo del muchacho, abrazada a él con fuerza.

Inuyasha se sobresaltó por este repentino gesto de la muchacha. Durante los primeros instantes no supo como reaccionar. Se quedó completamente sorprendido, observándola, sin saber muy bien que es lo que debía hacer a continuación. Entonces notó que ella se aferraba un poco más a su pecho, y la cobijó en un abrazo protector, demostrándola que todo estaba bien, que él estaba bien…

"Me sorprendiste tanto entonces…nadie antes había llorado por mí.

Nunca.

Y tú ya habías llorado antes… y llorabas ahora. Nunca sabrás lo que tus lágrimas significaron para mí" decía Inuyasha despegando su cara del cuello de la joven. Apretó aún más el haori contra el cuerpo de la chica, como queriendo evitar que las ráfagas de aire que empezaban a hacerse presentes en el lugar pudieran llegar hasta su cuerpo frío y amoratado.

"Fuiste mi luz Kagome. Yo…estaba perdido sin ti. Creí que solo haciéndome respetar consiguiendo el miedo de los demás podría vivir tranquilamente. Pero llegaste tú, a poner mi mundo patas arriba" la miró intensamente. "Kagome…abre los ojos" decía entre susurros no pudiendo evitar los surcos que recorrían sus mejillas. "Por…por fa…vor" suplicaba con la voz entrecortada.

Pero nada ocurrió.

Y tras esos instantes de tensión, esperando, quizá, por un milagro…por un despertar que no llegaba… se abrazó a ella, aún más si era posible, tal como ella lo había hecho entonces, y lloró amargamente.

XXXXXXXX

"¿QQQQUUUÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉ?" un grito de Koga se hizo presente en todo el bosque del Sengoku. "MALDITO CHUCHO Y MALDITO NARAKU!" intentó levantarse para asegurarse que lo que le acababan de contar fuese cierto, pero las heridas en sus piernas se lo impidieron. Calló pesadamente de nuevo contra el suelo, deshaciéndose de la ayuda que los brazos de sus compañeros le brindaban. Escondió el rostro entre sus manos y el recuerdo de la sonrisa de la chica de cabellos azabaches ocupó su mente mientras una lágrima caía por su rostro.

'Kagome…'

XXXXXXXX

La madre de Kagome se despertó un poco intranquila aquella mañana. No quería expresar sus temores a su hija, pero el estado en el que el medio demonio cayó aquella noche era deplorable, y dudaba muy en su interior que pudiera sanar fácilmente. Se sentó al borde de la cama, cubriéndose con sus brazos, pues el amanecer había dejado su huella fresca en la habitación. Alzó su cuerpo de mujer y caminó hasta el tocador, cogiendo un cepillo y peinándose su sedoso cabello. Desvió su vista hasta una de las fotografías que poblaban su recámara. Eran sus hermosos hijos, Kagome y Sota, con cinco años menos. Estaban haciendo un muñeco de nieve uno de esos inviernos. Dejó el cepillo nuevamente sobre la madera, y llevó sus manos hasta el retrato, acercándolo a su corazón después de permanecer observando cada detalle de la imagen por un instante.

Sus hijos eran toda su vida.

'Si Inuyasha no sobrevive a esta Kagome…' detuvo sus pensamientos para tranquilizar a su agitado corazón. Pintó una suave sonrisa en su rostro y se fue a vestir y a preparar el desayuno.

Toc! Toc! Llamó a la puerta de la habitación de su hija sujetando la bandeja del desayuno con la otra mano. Con algo de dificultad abrió la puerta cansada de esperar una respuesta que no llegaba.

Sin embargo, cuando abrió la puerta se encontró con una imagen que jamás pensó que vería.

XXXXXXXX

No lo comprendía. Simplemente no podía entenderlo. Era extraño ver a ese muchacho de cabellos plateados que había suspirado por ella hasta hace apenas unos días, muriéndose vivo por otra mujer.

Y no era una mujer cualquiera.

Era su reencarnación.

No podía dejar de mirar a esa pareja. Era extraño ver ese abrazo tan sincero, esas lágrimas que tanto acongojaban el alma de los vivos…

Y su alma? Podía sentir cierta congoja. Pero…

'Esta congoja es mía o suya?' se preguntó con cierto temor. Algo de ella no estaba bien. En realidad, algo en ella no estaba bien. Se sentía tan extraña... Se llevó una mano al pecho, donde debería latir su corazón. Ese pecho vacío ahora, en su cuerpo de barro y huesos. Y por un instante, sintió un latido. Pero después nada.

Silencio.

Se miró la palma de la mano que había estado posada en su cuerpo, queriendo descubrir si aquello que había sentido era cierto, o no. Cerró nuevamente el puño y lo dejó caer a un costado. No pudo evitar un pensamiento acompañado de un suspiro.

'Kagome…siempre Kagome'

XXXXXXXX

Miroku se despertó con el sol de la mañana cayéndole directamente sobre los ojos. Abrió los párpados lentamente oteando a su alrededor…

encontrándose con algo que lo terminó de despertar.

Sango estaba echada con Shippo dormido a su lado. La manta que tapaba el cuerpo de la chica se había movido ligeramente, dejando al descubierto parte de la tela que tapaba su trasero.

Miroku, aun sentado, juntó sus manos en una plegaria 'Gracias señor por este precioso regalo que me has otorgado' e hizo una pequeña inclinación de cabeza en agradecimiento. Una perversa sonrisa se dibujó en sus labios, y fue acercando lentamente sus largos dedos hacia esa parte de la chica, que tan dentro de su corazón se había alojado.

Ggggrrrrr! Un suave pero amenazante gruñido le detuvo a mitad de camino. Miró a su izquierda y vio como Kirara le miraba enseñando ligeramente los dientes aún en su forma de gatita.

"Je, je, je" rió tontamente el bonzo, y alejó la mano, cruzándose de brazos nuevamente, apoyando su espalda contra la pared, en la misma posición en la que se había dormido. La gata volvió a echarse a los pies de su dueña, feliz de haberla salvado de las garras de ese monje pervertido, y se quedó dormida nuevamente.

"Ains!" un suspiró escapó de los labios del hombre a la vez que una gota de sudor caía por su frente mientras en su mente se repetía una y otra vez 'Ha estado tan cerca…'

XXXXXXXX

Los ojos de la madre de Kagome se abrieron como platos de la sorpresa ante la imagen que se encontraba frente a ella.

Inuyasha estaba sentado en la cama, apoyado sobre un cojín. Por suerte ya estaba despierto y consciente, aunque esa palidez que había poblado su cara la noche anterior no había abandonado del todo su rostro.

Entre sus brazos estaba su hija, Kagome, cobijada en el pecho del joven echa un ovillo. Apoyaba su cabeza en el hombro sano de Inuyasha. Una de las garras del hanyou acariciaba mimosamente el cabello azabache de la chica, que lo mantenía suelto aunque algo revuelto por la noche pasada. De vez en cuando sus dedos se enredaban con los rizos juguetones, y la mirada posada siempre en su rostro, viéndola dormir.

Por las mejillas de ella había surcos ligeramente brillantes, y la zona de los ojos mantenía un color rojo intenso, demostrando que las lágrimas habían caído incesantes hasta hacía poco tiempo.

La imagen era de por sí bella y por un instante temió romper ese momento tan intenso que se había formado alrededor de la pareja. Pero el peso en sus brazos le recordó que aún llevaba la bandeja con la comida, así que se hizo paso hasta el interior, sabiendo que su presencia era conocida desde hacía tiempo por el medio demonio, aunque no había hecho signo alguno de mirarla.

"Veo que ya estás mejor" dijo la madre de Kagome en un susurro apenas audible dándole la espalda, mientras depositaba lo que llevaba entre las manos sobre el escritorio.

"Qué tal te encuentras?" preguntó la mujer encarando a ambos jóvenes. Su hija permanecía profundamente dormida.

"Bien" repuso simplemente, manteniendo toda su atención en la joven de su regazo.

"Kagome estaba muy preocupada por ti. Ella ha estado cuidándote toda la noche" comentó intentando entablar una conversación. Además, sabía que su hija había estado muy dolida y con el corazón en un puño las últimas semanas. Y suponía que tenía que ver algo con el chico que la abrazaba y un antiguo amor suyo, aunque Kagome no le había contado nada. Así que pensó que ganar un par de puntos para su hija no le vendría nada mal.

"Lo se" contestó simplemente.

"Debes estar cansado, el veneno que ingresó en tu cuerpo era muy fuerte"

"Veneno?" preguntó Inuyasha extrañado, mirando fijamente y por primera vez en esa mañana, a la mujer adulta que se había sentado en la silla que anteriormente ocupara su descendencia.

"Sí, creo que ella te lo explicará mejor cuando despierte. Os he dejado el desayuno en el escritorio." Y sin esperar respuesta alguna se levantó de su asiento y abandonó la estancia.

Inuyasha la vio desaparecer tras la puerta, con cierta duda pintada en su rostro. No recordaba mucho de lo que había pasado. Simplemente fue a buscar a Kagome para que regresaran al Sengoku a seguir unas pistas de Naraku, habían discutido y cuando se marchaba todo le empezó a dar vueltas y se desmayó. Pero cuando quiso investigar más en sus recuerdos, notó movimiento por parte de la joven, así que dejó esa línea de pensamiento, poniendo todos sus sentidos en la chica a la que abrazaba.

Kagome abrió lentamente los ojos, sin prisa. Se sentía muy cómoda tal como estaba. Y no sabía muy bien la razón, pero una grata calidez la embargaba. Lo primero que vio cuando pudo enfocar su vista, fue un haori rojo muy cerca de su nariz. Entonces fue subiendo la mirada hasta posarse sobre unos ojos dorados que la miraban con… amor?

"Buenos días dormilona"

"Inuyasha!" gritó cuando pudo encajar todas las piezas. Llevó sus brazos alrededor del cuello del hanyou, apretándolo contra sí, y gruesas gotas de agua volvieron a recorrer sus mejillas.

"Auch!" se quejó el medio demonio. Le había costado bastante alzar a la muchacha desde su posición en la silla hasta lo alto de la cama cuando ella había caído dormida, pues su dolorido cuerpo que no había terminado de sanar, aún le pasaba factura. Pero pronto el dolor de ese gesto repentino fue olvidado cuando notó la humedad en su cuello. "Por qué lloras?" preguntó inocentemente.

Ella no despegó su cara de la del chico, y con gran dificultad por el llanto, le susurró. "Tenía tanto miedo…"

"Por qué?" volvió a preguntar, mientras movía sus graciosas orejas, para poner toda la atención a las palabras de ella, llevando sus brazos alrededor de su fina cintura.

"Esta vez… estabas mal Inuyasha… estabas muy mal."

"Keh! Ya te he dicho que no es tan fácil acabar conmigo, mi cuerpo es mucho más fuerte" dijo intentando relajar un poco el ambiente.

"Basta!" gritó ella, alejándose de él y situándose en la otra esquina de la cama. Inuyasha se quedó perplejo ante este gesto, nunca antes la había visto tan afectada. Intentó que sus miradas se encontrasen, pero ella apartaba siempre la vista. Alzó uno de sus dedos acariciando levemente el brazo, pero Kagome pegó un respingo y se apartó, dándole la espalda. Inuyasha tomó muy mal este gesto, así que lo único que hizo fue defenderse.

"No te preocupes por mí, mejor hazlo por ese estúpido humano, o ese maldito lobo. Keh! Ya ves lo que me importa" y se cruzó de brazos.

Se hizo el silencio durante unos instantes, hasta que un susurro, pero que llegó a los oídos del hanyou, atravesó la mudez de la habitación.

"A mí si me importas"

Inuyasha abrió enormemente los ojos. "Cómo?"

Ella suavizó el gesto, se giró de medio lado quedando de perfil, y mirando hacia el frente dijo "Yo estaba preocupada sabes? Nunca antes te había visto así. Sufrías Inuyasha, y yo no podía hacer nada" decía mientras las gotas saladas que surcaban su rostro llegaban hasta su barbilla cayendo lentamente sobre sus manos, que tenía ahora puestas sobre las rodillas. Inuyasha la miraba estático, embelesado por la hermosa estampa de la joven, sin querer interrumpirla. "Yo no quiero estar con Koga. Tampoco quiero estar con Hojo. Los quiero, sí, pero ellos son solamente amigos"

"Pues no he visto que les hicieras asco a ninguno de los dos" dijo el medio demonio en un pequeño reproche.

Ella no pudo evitar sonreír "Te queda muy bien lo de ponerte celoso, sabes?" preguntó, la mirada en el frente.

"Keh! Yo no…" intentó defenderse, pero no pudo terminar la frase.

"Qué tal la herida?" preguntó Kagome obviando el tema y acercándose a él para comprobar su estado. En cuanto sintió el tacto de sus dedos sobre la piel descubierta de su hombro, no pudo evitar que un escalofrío recorriera su cuerpo.

Pero no dijo nada.

Kagome se encargó de limpiar nuevamente la herida, untarle un poco del ungüento que había sobrado en la noche y volverle a vendar. Todo lo hizo con un cuidado y un mimo que no pasaron desapercibidos a los ojos del hanyou. Luego hizo que se volviera a tumbar, pues el efecto de la medicina tardaría un rato en actuar, y para que la curación fuera más rápida necesitaba reposo. Ella tomó el barreño con agua y el trapo que estuviera en su frente y se levantó dispuesta a marcharse cuando un ronroneo desde la cama detuvo su marcha.

"A dónde vas?"

"Voy a la cocina a dejar esto."

"No quiero que te vayas" decía Inuyasha, mientras sus ojos se iban cerrando poco a poco.

"No me tardo" y posó su mano en el pomo cuando escuchó.

"No quiero que te vayas, no quiero estar solo" y dicho esto Inuyasha se dejó llevar por los brazos de Morfeo.

Kagome se giró sobre sus talones y se acercó al muchacho. Observó su rostro tranquilo. Le encantaba verlo dormir tan plácidamente. Eran pocas las ocasiones en las que podía hacerlo. Llevó su mano hasta la mejilla de él y le otorgó una pequeña caricia, a la vez que una frase escapó de sus labios.

"Yo nunca te dejaré solo"

XXXXXXXX

Shippo se acercó hasta donde Inuyasha seguía abrazando protectoramente el cuerpo sin vida de Kagome.

"Inuyasha…" intentó decirle. Pero el hanyou era completamente ajeno a sus palabras. Entonces oyó un ruido tras los matorrales en los que se encontraban Sango y Miroku, y vio como la esbelta figura de Kykio se alejaba en dirección opuesta al río. Volvió su vista a Kagome, la veía tan pálida…

Ella que siempre había estado llena de vida…

Ella que le había dado un hogar después de que sus padres murieran…

Subió hasta su rostro, a través de la rodilla de Inuyasha, y le dio un pequeño beso en la mejilla, sin evitar el llanto que mostraba su tristeza. Luego miró hacia Inuyasha…

… y supo que él ni siquiera le veía. Se acercó a su brazo fuerte y varonil y le dio un apretón a modo de apoyo. Fue entonces cuando el medio demonio dejó mínimamente su atención en la chica para ponerla en el kitsune.

Se miraron con comprensión… con dolor por una pérdida mayor que una simple amiga… con cariño…

Con uno de los brazos abrazó al cachorrito y este a su vez se abrazó al adulto en forma de apoyo. Sosteniéndose el uno al otro.

Luego se separaron y se miraron sonriéndose, una sonrisa que dolía… dolía mucho.

Y el kitsune dejó a la pareja, para seguir a la muchacha de largos cabellos. Para seguir a Kykio.

Inuyasha lo vio alejarse y, cuando lo perdió de vista, centró su mirar en los labios pálidos y morados de la joven.

"Crees que yo no te oí en aquella ocasión. Pero a veces olvidas que tengo muy buen oído, incluso durmiendo estoy atento a todo." Su rostro se ensombreció, y fue entonces cuando dijo "Pero no cumpliste tu promesa, y lo que más me duele es…

… que yo tuve la culpa"

Continuará…


Otro capítulo mas…uf! No sabeis lo que me ha costado. Tengo muy clara la historia, pero me quedé sin inspiración. Qué os ha parecido? Dejarme mensajitos, que sabéis que me gustan mucho

Para sesshi23: me encanto ver tu review al poco de actualizar, que no te de pena. Siento haber tardado tanto en subir este capi, y si, tanto Sesshomaru como Koga saldran y tendran papeles mas o menos importantes. No creo que tarde mucho en llegar a eso, pero me estoy extendiendo un poco porque quiero ver que tal puedo hacer para causar emociones. Espero que lo este logrando. Y que tal este capi? Un beso!

Para Khrysta y Meli-Chan: wolas wapetonas:) Pues me temo que aun se sufrira un poquito, ains! pero todo se andara, todo se andara (ya sabes lo que disfruto siendo un poco mala jeje) pero todo es importante, asi que...bueno, no digo nada pa que se vaya viendo jiji Besos!

Para athenas XD: Espero que te haya gustado, besos!

Para Minue: tranquila, Naraku esta muerto y remuerto. Saldra en la historia mas adelante, pero su papel, por decirlo asi, ha terminado. Y sobre lo que propones... habra que esperarse, todos me lo pedis y puede que lo haga. Pero seria muy sencillo si simplemente llegara Seshomaru blandiendo la espada, no? o quiza no...jijiji tendreis que verlo, tendreis que verlo. Besos!

Para samantha-sama: gracias (sonrojo) y puedes preguntar lo que quieras, espero que no me lo entendieras a mal. Yo lo comprendo, cuando son fics de otros soy mazo de impaciente. Tu sigue preguntando! quiza en alguna de estas se me escape algo ;) besos!

Para BREN INUxKAG: pues creo que ya lo comente pero si no es asi lo digo ahora, sobre la extension del fic... no tengo la mas minima idea. Pero puedo asegurar que por lo menos tendra 5 capitulos mas como poco. No se, ya os ire diciendo, depende del desarrollo. Besos!

Para 201anamaria: el papel de Kykio sera muy importante. Solo digo eso, lo demas tendreis que verlo. Intentare no retrasarme tanto, es que tuve crisis de inspiracion, espero que te haya gustado. Besos!