Notas de la autora: Quería hacer un pequeño inciso en una cosilla de nada. Este capítulo va para ti Gertru. Me he tardado un poco pero bueno, espero que te guste la escena. Puede que haya más, quien sabe. Me ha gustado. Je,je. Bueno, ya sí, seguimos con la historia.
Cuando se supo sola, Kagome se dio la vuelta mirando hacia el lugar en el que instantes antes estuviera el muchacho postrado. Mostrando las cascadas que llevaban tiempo recorriendo su rostro. Se abrazó a sí misma cayendo arrodillada sobre la hierba mientras sonoros sollozos atravesaban su garganta. Su corazón roto. Sus esperanzas destruidas. Sus ilusiones devorados por un sueño que pudo ser. Su alma desgarrada… Lloró descargando toda la congoja que guardaba en su interior.
"Esta es la última vez que lloro por ti, Inuyasha" dijo, despreciándose a sí misma por ser tan débil, odiándose por haber caído en el embrujo de sus besos y sus caricias. Dolor. Dolor. Más dolor. Cayó tumbada sobre la hierba y allí quedó, abrazada a sí misma, llorando desconsoladamente.
El adiós
Los personajes no me pertenecen y hago esto sin ánimo de lucro. Espero que les guste.
Capítulo 10
"ggg" mientras hablan
'ggg' lo que piensan
Kkk flashback
XXX cambio de escena
Inuyasha calló durante largos instantes. Se abrazó al cuerpo inerte que aún mantenía bien sujeto en su abrazo, dejando que la tristeza de la situación lo golpeara, cual ola contra un acantilado. Enredó sus dedos entre el cabello azabache de la chica. Ahora había perdido esa luminosidad que siempre mostraba la mujer con orgullo. Ahora estaba entremezclado con barro, suciedad, sangre… Los rizos que siempre lo caracterizaran en un pasado no muy lejano, ya no estaban allí. Solo nudos y enredos que entorpecían el caminar de esos dedos temblorosos.
Sin embargo, para Inuyasha seguía siendo el cabello más bonito y sedoso que jamás había visto.
Siguió con su dorada mirada el camino de sus uñas afiladas, que sobresalían por entre las hebras de pelo negro, mientras su mejilla descansaba contra la mejilla fría de ella.
Volvió a sujetar su cabeza fuertemente, pues quería tener una visión de ella en su plenitud, mientras separaba su rostro tan solo unos centímetros, pudiendo apreciar como la palidez se apoderaba de la piel de la chica, y los labios empezaban a mostrar un ligero color amoratado.
"Kagome…" dijo, no pudiendo ni sabiendo expresar la congoja que sentía en el corazón. "Quiero que sepas…" y las lágrimas volvieron a ocupar, nuevamente la comisura de sus ojos, cayendo libremente como cascadas por su rostro "… que yo… yo…" las palabras resultaban difíciles. Una gota cayó desde su barbilla justo sobre la nariz de la joven. No pudo evitar la tentación de posar un delicado beso en esa protuberancia tan graciosa y respingona, bebiendo nuevamente su tristeza.
Fue, realizando tal acto, cuando vinieron a su mente todas las imágenes de ella, no importaba cuales. Ella subida a su espalda viajando, ella preparando ramen para él, ella en su habitación concentrada en los estudios, ella… ella… ella…
"Nunca supe que solo había una mujer en mi vida. Solo una, y yo me encargué de hacerla sufrir…" posó otro beso en cada uno de sus ojos "Te hice sufrir tanto Kagome" otro llegó hasta su frente "Cuando lo único que quería" después en su barbilla "es hacerte feliz" otro fue a parar en su mejilla.
Alzó nuevamente el rostro de la cara de ella, apenas unas pulgadas, sus narices casi rozándose "Te amo, Kagome" y llegó hasta sus labios, dejando en ellos un símbolo de su amor, besándola con ternura y pasión, las lágrimas recorriendo sus mejillas, bañando las de ella… "Por favor, no me dejes, te necesito" expresó con voz entrecortada, sus bocas aún rozándose, lamentándose por su pérdida… pero antes de que pudiera volver a poseer los labios fríos y resecos de Kagome, un ruido no muy lejano llegó hasta sus hermosas orejas.
Cuando quiso saber el lugar del cual provenían las pisadas, su dorada contemplación se cruzó con otra de igual color, pero más sería y gélida. La figura, borrosa por las gotas de agua que caían sin descanso, estaba parada en frente suya. Sus eternos acompañantes ligeramente más alejados de este ser de largos cabellos plateados, que tanto se parecía a Inuyasha.
"Sesshomaru…" dijo, la sorpresa escapando junto con sus palabras. Y, en un gesto impulsivo, acercó el cuerpo de la muchacha al suyo, protegiéndola del invitado que había llegado hasta ellos, expectante de lo que sucedería…
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Unas horas después Kagome regresó. Su cara completamente limpia, una mínima sombra de sonrisa dibujándose en ella. Entró a la cabaña, encontrándose al resto de los ocupantes con la comida recién servida en sus platos. Todos menos uno. Todos menos Inuyasha.
"Kagome, que bueno que regresas. Íbamos a ponernos a cenar ahora mismo" afirmó Kaede con su típico tono mezcla de seriedad y alegría.
"Bien" fueron las únicas palabras que salieron de ella. Nadie le preguntó sobre el medio demonio, y ella lo agradeció.
Todos cenaron en silencio, las miradas viajando de un lugar a otro, la tensión palpable en el ambiente.
La noche había caído hacía tiempo, y los habitantes de la zona ya llevaban tiempo durmiendo sobre sus camas. Una sombra abrió la esterilla que cubría la entrada a la casa de Kaede y, silenciosamente, se hizo camino, sin despertar a nadie, hasta donde una jovencita de cabello azabache dormía tranquilamente abrazada a Shippo.
Inuyasha observó su blanca piel, bañada por la luz de la luna que entraba por la ventana, y movió un mechón rebelde que caía por la frente de la chica, perdiéndose en el color de sus mejillas, queriendo saborear sus labios…
"Inu…" único susurro que rompió el silencio de la noche perdiéndose en la oscuridad de la misma. Por suerte para nuestro demonio, la mujer seguía dormida.
Caminó, entonces, hasta donde dormía la poderosa sacerdotisa y, como anteriormente había hecho, se quedó mirando su pálido rostro. Sin embargo, no encontró en él un mínimo de parecido con la fragancia o la vitalidad del de Kagome. Suspiró.
Se levantó nuevamente, y fue hasta la esquina más apartada de la estancia, sentándose con su adorada espalda bien abrigada entre sus brazos, dejando que el sueño invadiera sus sentidos.
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Sesshomaru había seguido el rastro de Inuyasha y de sangre humana desde que abandonaron el claro para adentrarse en el bosque. Y lo que encontró cuando localizó su persona, realmente le sorprendió. Sin embargo, su rostro no mostró ni un ápice de este conjunto de sentimientos que habían sido capaces de adentrarse en su corazón frío e inexpresivo.
"Sesshomaru…"
"Inuyasha…" Ambos hermanos mantuvieron su mirada. La claridad de los ojos de ambos enfrentándose una a la otra. Pero esta vez las cosas eran distintas. Aquí no había rabia, no había ganas de matarse el uno al otro, no se buscaba venganza por una herencia mal repartida…
Entonces vio como acercaba el cuerpo que aún mantenía entre sus brazos contra su pecho, como queriendo protegerlo de él, quizá.
Sus suposiciones habían sido ciertas. La joven muchacha que siempre le había acompañado en su largo viajar había muerto a causa del enemigo de los dos. Y pudo comprobar como el aroma de la conversión en demonio completo de Inuyasha rodeaba las figuras de la pareja, evadiéndose lentamente, pero aún permaneciendo esos resquicios en el aire. Sin embargo, el youkai no tenía la noción a ciencia cierta de cómo su hermano había escapado de esa perdición en la que caía su cuerpo cuando se encontraba indefenso, pues ciertamente la espada causante de dicha ayuda estaba fuera de lugar. Pudo ubicarla rápidamente gracias a sus sentidos, colocándola en los brazos del joven monje quien, junto con la cazadora y el pequeño kitsune, los observaban desde la distancia, dispuestos a actuar en caso necesario.
A su nariz también llegó un olor fatigante a cadáver. Por el rabillo del ojo observó la figura de la sacerdotisa Kykio quien, escondida tras unos árboles a unos cuantos metros de allí, observaba detenidamente la escena. Volvió su vista a su joven hermano, preguntándose si él era capaz de notar todos esos pequeños pero a la vez importantes detalles, que él, con sus demoníacos poderes, había sentido.
Se fijó en el haori rojo enrollado al femenino cuerpo de Kagome. Estaba sucio y cubierto en sangre, pero el agarre que su medio hermano tenía sobre la prenda era completamente seguro, aunque con una pizca de ternura. El rostro bañado en lágrimas, el pelo revuelto, las orejas gachas en señal de rendición o tristeza… y a la vez altiva, poniendo todos sus sentidos alerta. Pero no como normalmente estaría. Alerta para evitar cualquier mal añadido a la joven de su abrazo.
"Qué quieres?" preguntó el hanyou con congoja, pero seguro de sus palabras, aunque Sesshomaru pudo notar en su voz el cansancio que lo envolvía, el sentimiento de rendición que lo embargaba.
"Naraku ha muerto" fue lo único que respondió.
"Sí, siento que no hayas conseguido tu venganza. Contento? Ahora vete!" exigió. No tenía ganas de tener que lidiar con su medio hermano ahora.
Entonces Inuyasha notó como la joven niña que siempre le acompañaba a todas partes bajaba de ese ser endemoniado, la tristeza se plasmaba en todo su ser, y en un acto tremendamente osado tiró del pantalón blanco que cubría las piernas del youkai.
"Sesshomaru-sama! Sesshomaru-sama!" llamó ella, empleando respeto en su llamado.
El youkai no la contestó, tan solo bajó la mirada encontrándose con sus inocentes ojos, sorprendiéndose de encontrar lágrimas en ellos.
"Tú puedes ayudarla!" pidió Rin. Sus palabras llegaron a las lindas orejas de Inuyasha, llamando su atención. "Revívela como hiciste conmigo"
Los ojos del medio demonio se ensancharon ante esto. Es cierto, cómo no había pensado en ello antes? Con la espada vital, herencia de su padre, Sesshomaru podía devolver la vida a las personas…
… podría devolverle la vida a Kagome.
… su vida…
Inuyasha depositó con cuidado el cuerpo inerte de la chica en el suelo, arropándolo con aún más cariño si cabe, entregándole a esos ojos que permanecían cerrados escondiendo hermosas pupilas tras ellos, una mirada cargada de ternura y amor. Los ojos dorados de Sesshomaru volvieron a posarse en él nuevamente, mientras seguía sus pasos.
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'Vaya, así que es lo que me imaginé' pensó el demonio verde. Jaken había seguido a su amo sin rechistar por entre árboles y arbustos, siguiendo el rastro del medio hermano de su señor, llegando, finalmente, al río.
Se sorprendió el encontrar a Inuyasha tan abatido. Cierto es que sabía que no podía compararse con el gran demonio Sesshomaru, pero el descorazonado ser con el que se encontró fue algo que lo dejó fuera de lugar.
Vio como la "familia" intercambiaba una serie de frases más o menos escuetas, nada fuera de lo normal. Y por ello no vio como la joven, de la que tenía que encargarse y cuidar, a veces forzadamente, adelantaba sus pasos hasta el demonio, agarrándole del pantalón, y tirando de él para llamar su atención.
'Pero esta niña… qué está haciendo?' chilló en su mente. E iba a excusarse por el movimiento tan osado cuando vio como él la miraba. Sesshomaru tenía sus ojos puestos sobre la pequeña, con un deje de tranquilidad y, a la vez, desasosiego, sentimiento que no acabó del todo de comprender. Es entonces que detuvo sus pasos y se mantuvo expectante de la situación.
"Tú puedes ayudarla! Revívela como hiciste conmigo" Esto era simplemente pedir demasiado. Él, el gran demonio Sesshomaru, su amo y señor, un ser inalcanzable, se iba a rebajar a revivir a una simple humana? 'Puede' se respondió a sí mismo. Al fin y al cabo, no sería la primera vez.
En estos pensamientos estaba cuando notó movimiento en la figura que estaba postrada en el suelo. Vio como depositó a la chica sobre la hierba, con un cuidado exquisito, tal que si fuera de porcelana, y entonces Inuyasha hizo algo que jamás pensó que vería.
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Sango, Shippo y Miroku seguían muy de cerca la conversación entre los dos hermanos, hasta que una frase llegó a los oídos de todos ellos.
"Tú puedes ayudarla! Revívela como hiciste conmigo" entonces todos cayeron en la cuenta de algo.
"Es cierto, él puede salvarla!" gritó, aunque manteniendo el tono de voz, Sango, abrazando fuertemente al hombre a su lado. Shippo intentaba mantener el equilibrio. "Kagome está a salvo! Kagome está a salvo!" repetía una y otra vez la muchacha. Su corazón liberado de una parte de la pena que lo embargaba, mientras asfixiaba al joven monje en su entusiasmo.
Cuando Miroku consiguió desembarazarse un poco de la mujer que significaba todo para él, no pudo evitar besar ligeramente sus labios. "Tranquila amor, recuerda que es Sesshomaru" le contestó, pero una pequeña sonrisa se había dibujado en su rostro.
"Pero él no puede tener un corazón de hielo. Él tiene que salvarla. Él simplemente tiene que hacerlo" repuso ella con total seguridad.
Miroku no pudo soltar una pequeña carcajada. Él, simplemente, amaba estas cosas de ella. Su temple para ciertas situaciones, su confianza, su seriedad, su forma de encarar cualquier realidad… Si no fuera por la escena tan dramática que estaban compartiendo, no dudaría en besarla y amarla hasta el límite.
"Lo se, tenemos que confiar en Inuyasha" trató de tranquilizar. Sin embargo, sentía cierta preocupación. Sesshomaru no es un ser que haya demostrado tener algún tipo de compasión por la raza humana, salvo por la joven niña a la que le había devuelto el palpitar a su corazón.
"Inuyasha…" dijo Shippo completamente asombrado, él había bajado del hombro de Sango para seguir atento a la escena.
La joven pareja dejó ese momento de intimidad y letargo, posando sus miradas en los dos hermanos…
… no pudiendo evitar sorprenderse por lo que se encontraron.
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Kykio seguía toda la escena atentamente. No sabía como sentirse al respecto, era todo tan confuso… La muerte de Kagome, la muerte de Naraku, el…
Su pensamiento fue detenido en ese mismo instante. Sus ojos abiertos enormemente de la sorpresa.
"Inuyasha…"
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"Revívela" Inuyasha se había postrado a los pies de su hermano, arrodillado en pose de sumisión, los brazos cruzados en su frente con las manos apoyadas en la hierba, mirando seriamente al hombre en su frente. Una vez pronunciadas esas palabras, que salieron sin un ápice de duda en su voz, bajó la cabeza hasta el suelo, apoyando su frente sobre sus manos, rozando la vegetación del lugar con su nariz. "Te lo ruego"
Sesshomaru se quedó observando el gesto de su pariente. Era tan extraño… Inuyasha era, por decir poco, un ser tremendamente orgulloso. Él nunca se humillaría ante nadie de esta forma, menos ante él.
Entonces… por qué lo hacía?
"Por qué?" preguntó, no dándose cuenta de que había exteriorizado sus dudas.
"Por favor. Se que no nos llevamos bien. Tú me detestas y a mi no me caes mejor. Pero esto no es sobre mí, o sobre ti Sesshomaru" explicó entrecortadamente el medio demonio, aún seguía arrodillado y rogando, suplicando, por una salvación para la muchacha. "Es sobre ella, sobre su vida. Te lo ruego Sesshomaru"
"Pero…"
"Por favor" le interrumpió. Cerró nuevamente los ojos, suplicando mentalmente porque, por una vez, se olvidaran de sus diferencias.
"Sesshomaru-sama!" volvió a llamar Rin, que aún seguía colgada de la pierna de su salvador.
Sesshomaru volvió a mirarla con una expresión indescifrable. Los ojos de ella estaban acuosos, tristes, pidiendo, en su expresión, por una respuesta afirmativa. Rogando ella misma porque su deseo fuera cumplido.
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'No me lo puedo creer' pensó Jaken abiertamente sorprendido. Jamás abría esperado que Inuyasha se humillase ante su hermano pidiendo… no! Rogando por la vida de la muchacha.
Se pellizcó la mano fuertemente. Acaso estaría soñando? "Auch!" gritó. Realmente había dolido. Entonces no estaba soñando…
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"Inuyasha…" volvió a repetir Shippo. Inuyasha estaba arrodillado, rogando, suplicando…
"Inuyasha…" dijo Sango a su vez, dejando que una solitaria lágrima cruzara su mejilla. Si alguna vez había dudado del amor que el medio demonio pudiera sentir por su mejor amiga, aquí veía la prueba de que ese sentimiento era verdadero. Ese lazo fuerte e irrompible… Acaso tenía ella que morir para que se diera cuenta?
Miroku tan solo miraba expectante, desde luego el acto de su amigo lo tenía completamente sorprendido, pero no sabía si daría resultado. Sesshomaru e Inuyasha eran acérrimos rivales, acaso uno podría hacerse camino hasta el corazón del otro de esta forma?
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"Inuyasha…" dijo Kykio. A tanto iba a llegar por su reencarnación? Doblegarse ante alguien, perdiendo todo respeto que él le pudiera tener, por la simple e insignificante vida de otra persona?
Su expresión se volvió sombría, sabiendo perfectamente lo que iba a pasar. Se giró en el lugar en el que estaba, apoyando su espalda contra el tronco del árbol que la resguardaba de ser vista. Tomó con una de sus manos un mechón del cabello, que lucía suelto y meciéndose dentro de la armonía del viento.
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Inuyasha estaba impaciente. Su corazón latía muy deprisa esperando la respuesta. Sabía que se lo jugaba todo por el todo, y que doblegándose lo único que conseguiría en su relación con su medio hermano es perder el poco respeto que aún pudiera quedar, ganarse más humillaciones…
… pero haría lo que fuera por Kagome.
Lo que fuera.
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Emprendieron el camino nuevamente, después de tantos días de descanso. El sol lucía esplendoroso en el horizonte. Sin embargo, los corazones del grupo que iban en busca de Naraku no mostraban esa misma alegría o vitalidad. Había confusión, duda, dolor…
Kagome iba montada sobre Kirara, detrás de Sango. Miroku al lado de ambas, caminando tranquilamente, con Shippo sobre su hombro. Inuyasha iba al lado de Miroku, pero a unos pasos más alejado, junto con Kykio. Él observaba de reojo a la chica del futuro, pero ella no le había dirigido la mirada ni una sola vez desde que emprendieron el viaje.
El camino fue prácticamente en silencio, las miradas viajaban de unos a otros, excepto la de Kagome que permanecía fija en el paisaje que iba apareciendo frente a ella.
Varias horas después se detuvieron bajo unos frondosos árboles para comer. El hanyou trajo unos cuantos peces que había pescado en un río cercano a donde ellos se encontraban, y encendieron una fogata para cocinar la comida. Mientras Sango y Miroku los preparaban, Kagome había ido junto con Shippo a recoger algunas frutas para así darle más sabor y tener más alimento.
"Está muy bueno el pescado, te ha quedado de maravilla Sango" felicitó Miroku. No estaba cómodo con esa tensión. Pensó que, quizá, aportando un poco de conversación trivial, los ánimos se calmaran ligeramente.
"Gracias" le sonrió ella de vuelta, comprendiendo sus intenciones. Mas no dio mucho resultado. Poco más se dijo entonces.
Un rato después volvieron a emprender el camino.
"Inuyasha"
"Qué quieres Kykio?"
"Lo he perdido"
"El qué?"
"Su rastro, no lo siento" contestó ella muy seriamente.
La cazadora, que no había perdido detalle de su conversación, bajó del lomo de Kirara, se puso a la altura de la pareja y preguntó con muy mal humor.
"Cómo puedes haberlo perdido?"
"Simplemente ya no está" contestó la sacerdotisa.
"Bueno, pero habrá ido a alguna parte digo yo, no?" contestó Sango enfadándose aún más. En realidad no era el hecho de que localizaran o no a Naraku. Lo que no soportaba es ver como su amiga estaba sufriendo.
"Ya está bien Sango" intentó interponerse Inuyasha. Pelear entre ellos no iba a llevarles a buen puerto.
"Pero…"
"Sango, puedo hablar contigo un momento?" pidió Kagome desde la distancia. Su rostro pálido, había perdido ese rosado que lo caracterizaba de las mejillas. Sus ojos sin expresión alguna, vacíos, esa alegría que siempre rodeaba a la muchacha, esa despreocupación… simplemente ya no estaba allí.
"Claro" contestó ella, brindándole una sonrisa llena de cariño. Luego endureció su mirar llenando la expresión con desaprobación. Pasó de Kykio a Inuyasha que la miraba con… vergüenza?
Ambas mujeres se alejaron ligeramente del grupo. Miroku se acercó a ellos.
"Creo que deberíamos continuar hacia el mismo lugar. Quizá, en el transcurso, nos encontremos su rastro."
"Sí, creo que es lo mejor" respondió el hanyou.
Pasaron varios minutos en silencio hasta que Sango volvió.
"Dónde está Kagome?" preguntó Shippo desde el hombro de Miroku.
"Se ha ido" respondió ella seria.
"Cómo que se ha ido?" preguntó Inuyasha enervándose.
La cazadora lo miró duramente "No se encontraba muy bien, además tenía que hacer cosas en su mundo. Se la ha llevado Kirara."
"Pero la necesitamos para la joya y…" intentó excusarse el chico de pelo plateado. En el fondo lo que le dolía es que se hubiese marchado.
"No. Las mismas funciones que ejercía Kagome puede realizarlas Kykio. Ella volverá de visita, tiene que recuperar su vida al otro lado del pozo. Después de todo esto tendría que pasar tarde o temprano"
Inuyasha no respondió, que podía decir? Se dio la vuelta y salió corriendo a velocidad sobrehumana en dirección al pozo devorahuesos.
"Me parece que haremos otra parada" suspiró Miroku, disponiéndose a poner cómodo.
Kykio se quedó mirando hacia el lugar por el cual el hanyou se había perdido.
Inuyasha corrió tan deprisa como sus pies le posibilitaban. Cuando el olor de la muchacha fue desvaneciéndose, intentó poner más velocidad sobre su cuerpo, llegando al pozo tan cansado que no pudo evitar desplomarse contra la madera, intentando aspirar el aire que había perdido en el trayecto, recuperando la compostura… justo a tiempo.
Kirara ya no estaba, pero Kagome estaba sentada con las piernas suspendidas en el aire, mirando a un punto en el infinito.
"Ka…Kago…me" consiguió pronunciar. Ella no le miró.
"Qué quieres?" preguntó la muchacha.
"Por qué te vas?"
"No tengo nada que hacer aquí"
"Sí que tienes!" espetó él "Tienes a Sango, a Miroku, a Shippo…"
"Vendré a verlos de vez en cuando. Mi presencia tan seguida en el Sengoku ya no es necesaria"
"Pero…"
"Me tengo que ir" dijo ella, tomando impulso para marcharse.
"Y yo?" ella se detuvo. "Qué pasa conmigo? Qué pasa con nosotros?"
"Nosotros?"
"Dijiste que te quedarías conmigo. Lo prometiste" intentó él. Era la última oportunidad. Sabía que, si la perdía ahora, la perdería para siempre.
Ella se quedó pensando por unos momentos, como sopesando las posibles respuestas, las posibles opciones que tenía.
"Jamás hubo un nosotros Inuyasha. Tú decidiste hace mucho tiempo por los dos" silenciosas lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas "Yo he cumplido mi promesa. Pero ya no más. Se acabó. Ahora te toca cumplir a ti la tuya"
"Pero…"
"Inuyasha" ella le miró por primera vez en toda la conversación. "Tienes un deber con Kykio. Yo volveré para ayudaros a acabar con Naraku de una buena vez y para siempre. Pero eso es todo. Se acabó" y dicho esto se dejó caer por el pozo, llevándose consigo el amor por ese hanyou, llevándose consigo sus recuerdos, sus esperanzas, sus anhelos…
Inuyasha calló arrodillado, golpeando con su puño una de las tablas de madera. "Keh! Maldita Kagome! Quién te necesita?" rugió. Su corazón… se había marchado con ella.
Al otro lado del pozo, Kagome estaba encogida sobre sí misma, agarrándose sus propias rodillas, dibujando con su cuerpo un ovillo, mientras escondía la cabeza entre sus manos. Sus sollozos apenas eran audibles en el silencio de la estructura, y una tímida frase expresó todas las sensaciones que la embargaban.
"Adiós Inuyasha"
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Recordar todo esto le dolía. Cuánto daño la había hecho. Cuánto dolor…
"Está bien" llegó hasta sus orejas, que se movieron por la percepción del sonido. Él levantó la vista ligeramente, y vio como su medio hermano dirigía una de sus garras a la empuñadura de su espada, se acercaba a la chica, mirándola seriamente.
Inuyasha se levantó de su pose tan molesta, todas sus esperanzas puestas en ese mandoble, su corazón en un puño,… todo él temblando de la emoción.
Y, entonces, Sesshomaru utilizó su espada.
Continuará…
Bueno, siento este capítulo. Se que la mayoría de él es pura transición, pero espero al menos haberos causado esa expectativa. Desde un principio tenia pensado que el capítulo 11 sería en el cual tratara sobre el posible despertar de Kagome con ayuda de Sesshomaru. Pero aquí os dejo algunas cosillas, para que entendáis un poco mejor todo lo que ha ido ocurriendo hasta ahora, las circunstancias en las que lucharon contra Naraku… En fin, cualquier duda siempre será bienvenida. elenachanozu.es Besos!
Para Jimena-chan: pues muchas gracias por tu comentario. La verdad es que he intentado hacerlo diferente a los otros, aunque hoy en dia es algo muy complicado porque todo, o casi todo, esta escrito. Pero conque os guste ya me siento contenta. Muchas gracias por tu review. Espero que este capitulo te haga desear mas. Besos
Para INUKAN: bueno, creo que Inuyasha es bastante tonto cuando se refiere a Kykio, tanto en el anime como en el manga. Asi que me senti en la "obligacion" de hacer lo mismo en ese sentido en mi fic. Estoy intentando ser lo mas fiel posible. Aunque no es facil, pero con conseguirlo al menos un poco me conformo. No creo que te simpatice mucho este capitulo, a mi tampoco. Sin embargo me gusta y lo veo necesario en la historia. En fin, ya me diras que piensas. Besos!
Para BREN: esto... no me queda mu claro si es a positivo o a negativo... pero... creo que aun no es el momento para eso. Quien sabe, quiza en el proximo capitulo veais vuestros deseos echos realidad... todo en mi cabeza, todo en mi cabeza. Besos!
Para 201anamaria: en parte me he reido con tu comentario. Siento un poco el capitulo de transicion. Pero lo que ocurre en el parece un poco OOC, sin embargo lo que queria era mostrar el cambio que pueden experimentar algunas personas ante dichas situaciones. Espero haberos sorprendido, igual que esta sorprendido el resto de personajes, y uqe este capi tb te haya gustado. Besos!
Para KagomeHigu1: genial, pues animate pronto. Espero con ansias, aunque como ves la mayoria de las cosas que encontraras por aqui no estan terminadas. En fin, a tu gusto. Espero que te haya gustado el capi de toas formas, nos seguiremos comunicando. Besos!
