"Será feliz Kagome. Te lo prometo" dijo en un susurro tan suave que pasó desapercibido incluso para el fino oído del hanyou.
Inuyasha se dejó caer al suelo, sorprendido por las acciones de la mujer que quería llevárselo al infierno. ¿Y ahora qué pasaba?
"No" dijo ella. Fuerte. Todos lo escucharon.
"¿No?" hizo eco a modo de pregunta el medio demonio. ¿A qué venía eso ahora?
Ella abrió nuevamente los ojos, encontrando la mirada de Inuyasha. Una pequeña sonrisa escapó de sus labios y un pensamiento flotó en su cabeza.
'Ahora se lo que tengo que hacer'
El adiós
Los personajes no me pertenecen y hago esto sin ánimo de lucro. Espero que les guste.
Capítulo 14
"ggg" mientras hablan
'ggg' lo que piensan
Kkk flashback
XXX cambio de escena
Inuyasha se quedó mirando a la sacerdotisa enfrente suyo, con el rostro marcado por la pelea con el demonio lobo unos instantes antes, viejos surcos de lagrimas recorriendo sus mejillas, los ojos dorados ahora hinchados y una expresión de incredulidad ante el repentino cambio de la mujer. Sintió que la respiración se había pausado en su pecho, y que toda la adrenalina del momento se le escapaba por cada uno de sus poros. Agotado y exhausto, notó como sus piernas no podían soportar su propio peso y cuando Kikyo dejó caer la flecha con la que, instantes antes, le apuntaba directamente a su corazón, se dejó caer sobre la hierba, notando como los latidos de su corazón aumentaban repentinamente, sintiendo como este fuera a salir de su pecho por los palpitaciones desbocadas que se oían a través de su piel.
"No" las palabras serias que salieron de la boca de la mujer fueron una gran sorpresa para todos.
"¿No?"
Ahora sí que Inuyasha se había perdido. Observó fijamente el rostro de Kikyo, notando un brillo especial en sus ojos. Un brillo que no había notado antes, quizá porque no miró bien, quizá porque no estaba allí…
El caso es, que ese brillo, ese sentimiento que ahora albergaban las castañas orbes de la chica, le resultada familiar. Cariñosa pero tristemente familiar.
Una hoja revoltosa pasó por delante de sus ojos, siendo arrastrada por el viento, realizando un baile sublime al compás de la muda música ambiental
para todos ellos. Sus ojos fueron tras ella, escapando tan solo un instante de su mundo extraño y de incertidumbre en el que se había envuelto repentinamente. Cuando quiso nuevamente dejar viajar sus sentidos a la mujer que había sido tan importante en su vida años atrás, encontró que ya no ocupaba el mismo puesto, sino que se había arrodillado enfrente suyo, de modo que apenas una corta distancia separaba ambos cuerpos.
"Sigues teniendo la perla, Inuyasha." Tardó tiempo en entender de qué demonios estaba hablando esta mujer ahora. Pero… ¿no iba a matarlo¿Y qué estaba diciendo de una perla?... Un momento… ¡La perla!
"Yo…" pero no continuó hablando. Con todo el asunto de la muerte de Kagome, la posible vuelta a la vida de ella en manos de Sesshomaru, la aparición de Koga… ni siquiera se había acordado de ese objeto por el que llevaba tantos años luchando contra todo tipo de seres a lo largo de su camino. Esa esfera rosada que tanto dolor había causado a sus portadores.
Ingresó una mano dentro del bolsillo izquierdo de su pantalón rojo, atrapando entre sus garras el objeto en cuestión, sacando cuidadosamente la mano y mostrando en su palma la famosa joya, adorada, admirada, añorada, perseguida…
Era extraño. Aún a pesar de haber sido corrompida por manos malignas y estar en posesión de un ser cuya pureza dejaba mucho que desear, seguía teniendo ese bello tono rosado, brillando y emanando un extraño poder.
"¿Qué es lo que quieres Inuyasha?" el hanyou salió de su letargo para fijar su dorada mirada en los ojos de ella, preguntándole sin palabras a qué se refería.
"No entiendo" respondió él airando los sentimientos que albergaba en ese preciso instante.
"¿Cuál es tu deseo? Tienes la joya en tus manos. Hace un tiempo tú querías esta perla para convertirte en una de tus dos mitades. Durante años quisiste dejarte ganar por la sangre demoníaca que recorre tu cuerpo. Yo te pedí que dejaras la vida de hanyou para convertirte en humano. Pero nunca dijiste libremente qué es lo que deseabas en realidad. Siempre exponías tus preferencias acorde con las situaciones que has vivido. Cuando querías ser un demonio completo, tu niñez e infancia te marcaron de una forma devastadora. Cuando me conociste viste la otra cara de la moneda. Pero ahora… teniendo la oportunidad de elegir…"
Kikyo se detuvo. Las palabras que parecían escapar tan libremente por sus labios quebraban lentamente su ya de por sí dañado corazón. Había albergado dentro de sus ser muchos sentimientos por ese medio demonio postrado delante suyo. Entre ellos, lo había odiado tanto como lo había querido. El caso es que el corazón del hanyou, si bien la había amado y odiado por igual, ahora había cambiado su latir. Pero… ella tenía la oportunidad de vivir en paz infinita nuevamente con su nueva vida. Quería hacerlo sin errores. Sin arrepentimientos. El deseo que pidieran a la Shikon sería permanente y no habría modo de dar marcha atrás a la situación.
"Yo…" ¿Qué podía contestar? A ambos pensamientos ya los había dado mil vueltas una y otra vez en su mente. Si bien no le gustaba la debilidad de ser humano, no aceptaba la culpabilidad que sentía al ser un youkai. Toda su percepción de la realidad se veía trastocada bajo un manto de violencia y muerte. Muchos días habían sido necesarios para borrar de sus garras el olor de la sangre pestilente de todas las víctimas que habían sucumbido a su lado más salvaje. ¿Era eso lo que deseaba?
Por otro lado, ser humano tampoco sentía que le diera muchas ventajas. Era débil e indefenso. Y tenía suficientes enemigos en este mundo como para darse ese capricho. Se sentía ciego y sordo, comparado con sus sentidos de hanyou, y más de un problema había tenido al no poder salvar a Kago…
¡No! No se permitiría decir su nombre. Con sus sucias garras de medio ser que no pertenece a ningún bando había mancillado la bondad, la confianza y el buen corazón de esa muchacha que se había adentrado hasta los más ocultos y recónditos escondites de su alma. Y ese pensamiento de tristeza y pesar se grabó en el dorado de sus ojos, abriendo de esa forma una ventana al interior de su ser.
"Déjame ver lo que ocultas Inuyasha" dijo Kikyo, cuando vio el pesar que transmitía su rostro. Acercó una de sus blancas manos a la frente del hanyou, apoyando su fría palma en ella. Ambos cerraron los ojos, compartiendo un pequeño instante de intimidad. El silencio tan solo roto por la corriente del río que se desplazaba montaña abajo, y algún que otro chapoteo del pez de turno que saltaba de forma esplendorosa y enigmática haciendo que pequeñas gotas de agua dulce revolotearan durante breves instantes por el cálido aire del Sengoku.
"Ábreme tu corazón" repitió una vez más la muerta-en-vida mujer. Adentrándose en sus pensamientos y emociones, Kykio pudo vislumbrar lo que, por mucho tiempo, permaneció oculto a todos los demás seres.
Sango y Miroku miraban la escena desde su posición sin entender muy bien lo que estaba ocurriendo. Habían visto como Inuyasha sacaba algo de su bolsillo. Ninguno de los presentes pudo evitar un pequeño grito de la sorpresa al observar la famosa perla ya completa en la mano del hanyou, de un brillo puro y sin igual. Cierto es que con los sucesos acaecidos sumados a la muerte de su amiga y de Kohaku, ninguno se había preguntado por el destino de tan afamada joya, la cual habían perseguido por años.
Shippo estaba sentado a los pies de Sango, apoyado en Kirara y mirando absorto la escena. Sus potentes oídos de youkai podían seguir toda la conversación, sin importar cuan bajito hablaran la pareja entre sí. Y en el momento en el que la joven posó su pequeña mano en la parte delantera de la cabeza de Inuyasha, pudo vislumbrar una cálida aura blanquecina envolviéndolos, invisible para ojos de humanos normales, pero cuyo poder no pasaba desapercibido por ninguno de los allí presentes.
Minutos pasaron en completo silencio. El aura se desvaneció y Kykio volvió a dejar caer su mano a un lado, apoyándola en su muslo que estaba medio alzado por la posición en la que se había agachado para estar a la altura de Inuyasha.
"Gracias" dijo ella. Ninguno de los dos había abierto aún sus ojos, dejándose envolver por la paz que ese momento de mutismo había traído consigo.
"¿Por…por qué?" preguntó el hanyou sorprendido por la calidez y el cariño de su voz, mezclado con un pequeño tinte de… ¿de qué? Había otro sentimiento que no lograba localizar que bañaba todas las palabras de la joven. ¿Pena? No podía ser eso… ¿o sí?
"Por aparecer en mi vida" ambos abrieron los ojos encontrando la mirada del otro. "Por haberme querido. Por haberme dejado formar parte de tu corazón. Yo… yo nunca he sido una mujer normal. Y tú tampoco. Sin embargo tú aceptaste esa parte distinta de mí. Tú supiste apreciar esa cualidad que me hacía única y especial. Y me duele no haber sabido verlo de la misma manera en ti. Yo quise cambiarte. Casi te obligué a transformarte en quien no eres, solo para librarme a mí de mi maldición como custodiadora de la perla." Una solitaria lágrima bajó por el rostro de la joven. Y antes de que el hanyou pudiera discutir sus palabras, los labios de ella se hicieron camino hasta los de él, probando su boca, gozando de ese dulce contacto.
La sorpresa bañó al medio demonio, no sabiendo como reaccionar ante aquella inesperada situación. De hecho, no movió ni un solo músculo, dejando que los resecos labios de ella jugaran solitarios en ese gesto repentino sin ser partícipe en ningún momento de ese baile de bocas.
Otra vez volvía a apreciar ese extraño toque de… ¿tristeza? En cada uno de los gestos de ella. Pero no lograba comprender.
Ella se separó pocos segundos después, con un ligero tono rosado visible en sus mejillas, algo que le daba una apariencia tan real e inocente que, por un momento, Inuyasha pudo confundirla con la muchachita del futuro. A punto estuvo de nombrarla. Pero no. No lo haría. No tenía ese derecho.
"Te prometo que te haré feliz Inuyasha" dijo la sacerdotisa. El medio demonio seguía sin comprender. Entonces vio como la fina mano de mujer se posaba sobre la suya, envolviendo la perla entre ambas palmas. Un extraño calor empezó a surgir del objeto, quemando ligeramente las garras de Inuyasha pero incapaz de apartar su mano. Miró a Kikyo para ver si había notado el repentino cambio de temperaturas, pero ella parecía estar en trance. Los ojos cerrados, su larga melena suelta y agitándose libremente con el viento, sus labios moviéndose silenciosamente, como orando una plegaria muda…
Una extraña luz de color rosado cegador surgió de la joya y se extendió por entre las manos, saliendo la exterior y obligando a todos los presentes a cerrar los ojos. Un remolino de vientos fuertes apareció en la zona, de forma que Sango y Miroku se vieron en la necesidad de apresarse el uno al otro en un abrazo consolidado para evitar que las corrientes de aire les separasen. El cuerpo de Kagome entre ellos. Lo mismo pasó con Shippo, que se sujetó al pelaje de Kirara, transformada en su forma de gato de lucha.
Después de lo que parecieron instantes interminables, la luz cesó y el lugar volvió a su completa normalidad. El agua seguía bajando por el río, los pájaros piaban una dulce melodía, ajenos a las dramáticas situaciones vividas en aquella parte del bosque.
Cuando se vio a salvo y que su sentido de la vista no correría ningún peligro, abrió ligeramente los ojos, dejando que sus orbes doradas recorrieran el lugar. Pudo apreciar a sus amigos tirados e inconscientes a unos metros de él. El corazón le dio un vuelco de pánico, así que sin pensar en la presencia, o mejor dicho, en la falta de presencia de la sacerdotisa que hasta hace escasos segundos había estado arrodillada junto a él, fue corriendo hasta donde se encontraban sus compañeros de viaje, queriendo asegurarse de que todos estaban a salvo y que su actual estado era transitorio.
Se tranquilizó rápidamente cuando pudo apreciar los latidos de los corazones de todos ellos. El de Shippo iba un poco desbocado, pero era algo normal. Y el resto, cuatro corazones más, seguían un pulso más o menos normal. De hecho uno de ellos iba incluso un poco más lento de lo normal. La primera por la que se interesó fue por Kagome, quien acurrucada entre los brazos de sus amigos, descansaba plácidamente no habiendo sufrido rasguño alguno. Un suspiro de agradecimiento escapó de sus labios. De hecho se alegró de ver cómo la antes pálida piel de su rostro había recobrado un mínimo de color.
"Inuyasha…" giró sobre sus talones sorprendido por esas nuevas voces que oyó detrás suyo. Cuál fue su sorpresa al observar a Kikyo de pie detrás de él, su piel de un pálido característico, sus ropas blancas y rojas que siempre la habían acompañado, su largo cabello negro recogido con una cinta blanca… Toda ella tenía un ligero brillo que la rodeaba de manera inexplicable. Incluso sus movimientos parecían más acompasados, más… dulces.
"Inuyasha…" hasta ahora no se había fijado en la otra mujer que la acompañaba. Una mujer cuyo rostro le resultaba vagamente familiar, convencido de haberla conocido en alguna otra parte, pero sin terminar de situarla. Su vestimenta consistía en un conjunto de trapos y armadura que claramente evidenciaban la pertenencia a otra época muy distinta de la actual, de la época del Sengoku. Tampoco eran ropas propias del futuro. Parecían viejas y anticuadas.
"He venido a despedirme" sus pensamientos fueron cortados repentinamente por esas cuatro palabras que la sacerdotisa más joven había dicho.
"¿Despedirte?" preguntó el hanyou. Realmente estaba perdido. No entendía nada de lo que estaba pasando. Primero muere Kagome, luego Kikyo quiere matarlo y llevárselo con ella al infierno. De repente cambia de opinión y adopta un comportamiento bastante inusual en su persona, queriendo entender los sentimientos que albergaba en su ser. Hace no se qué conjuro con la perla y ahora… ¿ella venía a despedirse?
"No lo entiendo" se sentía estúpido por tener que dejar que esa frase saliera de sus labios por segunda vez. Aún a pesar de todas las circunstancias, seguía siendo un medio demonio bastante orgulloso y no le gustaba mucho, por no decir más bien poco, tener que mostrar su debilidad. Cualquier tipo de debilidad.
"Prometí a alguien que te haría feliz" contestó la sacerdotisa simplemente.
"¿A mí?"
"Sí Inuyasha. A ti. Es impresionante el amor que alguien puede albergar en su corazón por otra persona. Ese amor incondicional e inmenso"
"Keh! No se de que hablas" contestó él cruzándose de brazos, cansado ya de tanto juego de palabras.
"Me refiero a Kagome"
"¡No te atrevas a nombrarla!" gritó él no midiendo sus palabras, sin darse cuenta del gran alarido que había dado.
Kikyo pareció no inmutarse. "No tengas miedo de nombrarla"
"No tengo derecho" explicó diciendo en voz alta sus peores temores.
"¿Por qué?"
"Porque yo… yo…" cerró los puños a sus lados haciendo que sus nudillos se pusieran blancos con la fuerza que estaba ejerciendo.
"Tú… ¿qué?" incentivó ella.
"No he sabido protegerla" contestó finalmente, derrotado.
"Inuyasha" habló por segunda vez esa otra mujer, captando la atención del hanyou.
"¿Quién eres?" preguntó con un cierto tono algo insolente.
"Soy Midoriko, Inuyasha"
"¿Midoriko¿La creadora de la perla?"
"Así es" contestó ella sonriendo ligeramente.
"Pero… ¡eso es imposible!" contestó el hanyou.
"No lo es Inuyasha. En el momento en el que un deseo es pedido, la joya desaparecerá. Mi lucha contra los youkais de miles de años terminará, y yo podré descansar en paz"
"Pero yo no he pedido ningún deseo"
"Yo sí" volvió a llamar la atención la sacerdotisa más joven.
"Hay algo que debemos explicarte Inuyasha" empezó Midoriko. "Muchos problemas ha causado la perla trayendo consigo desgracias a todo aquel que la poseyera. En el momento en el que entraba en contacto con un corazón fácil de corromper, la joya también variaba, haciendo que en ese momento la batalla fuera a favor de los youkais. El purificarla me daba a mí, de alguna manera, nuevas fuerzas para que el mal no volviera a reinar en nuestro mundo. Pero había demasiado poder encerrado en un objeto tan pequeño, y eso provocaba que todas las malas mentes quisieran hacerse dueños de ella. Incluso tú" pero el muchacho no se dejó intimidar sino que aguantó la dura mirada de la mayor sacerdotisa esperando a que ella continuara. "Un día la perla cayó en manos de una joven sacerdotisa cuyo corazón le pertenecía a un ser que no era ni demonio ni humano. Y ella era correspondida. Verdaderos sentimientos albergaban estos dos seres. Pero, falta de confianza en ambos quiso que este joven amor tomara malos rumbos, separando eternamente a esos amantes".
Inuyasha escuchaba su historia con atención, no entendiendo muy bien para qué le contaba todo eso.
"La joven sacerdotisa murió junto con la joya y el medio demonio fue sellado en un sueño infinito para el resto de la eternidad. Pero" hizo una pausa creando mayor expectación. "Un día una joven del futuro llega a la época de ese hanyou, 50 años después, rompiendo ese sello eterno y despertando al ser medio humano, medio demonio. Al romper la perla con una de sus flechas hizo que todo el poder se esparciera por el mundo. Y sacerdotisa y hanyou se vieron obligados a unir sus fuerzas para recuperar los pedazos, evitando que cayeran en malas manos."
"Todo eso ya lo se" contestó un impaciente Inuyasha "Yo ya he vivido esa historia¿recuerdas?"
"Lo que no sabía el medio demonio" fue Kikyo la que continuó esta vez "es que la nueva sacerdotisa empezó a sanar su corazón roto, dándole nuevas ideas en las que creer, enseñándole a aceptarse a sí mismo por lo que era. Aprendiendo a vivir con su verdadera naturaleza, nuestro protagonista conoció una felicidad que nunca antes había vivido. Y cuando ella murió… el hanyou murió con ella"
"¿Qué quieres decir?"
"Yo no te puedo llevar al infierno conmigo Inuyasha, porque tu vida ya no me pertenece al igual que tu corazón. Hace mucho tiempo que ya tienen nueva dueña, aunque ni tú mismo lo supieras"
"Pero…"
"Kikyo vio lo que había dentro de tu alma Inuyasha" explicó Midoriko "y aún a pesar de las peticiones de Kagome, Kikyo pidió su propio deseo"
"Kago…" dijo Inuyasha, no siendo capaz de terminar.
"Sí Inuyasha. Ella me pidió solo una cosa. Una última cosa antes de desaparecer por completo"
"¿Desaparecer? Pero ella…"
"Su alma vivía dentro de mí. Por eso es que la espada de tu hermano no pudo revivirla, porque solo es capaz de devolver a la vida a los cuerpos que sigan poseyendo su espíritu…. Y Kagome ya no lo tenía."
"¿O sea que tú le arrebataste esa posibilidad?" contestó el hanyou, no notando en qué momento se había puesto a gruñir.
"Te equivocas Inuyasha. Si Kikyo no hubiera hecho lo que hizo, jamás habrías podido revivir a Kagome. Las almas escapan del cuerpo poco después de que este muera. Ella no habría aguantado hasta la aparición de Sesshomaru, y entonces sí que habría sido demasiado tarde"
"Ella me pidió una simple cosa, deseando aún a pesar de todo tu felicidad. Ella quería que yo viviera. Pensaba que si yo dejaba de ser como un alma en pena, tú y yo podríamos ser felices y vivir juntos, volver a donde lo dejamos. Lo que no sabía es que yo hacía tiempo que había desaparecido de esa forma de tu corazón"
"Kikyo…"
"Estoy bien. Es solo que me sorprendió un poco, aunque en el fondo lo sabía" dijo apartando con el dorso de la mano una cristalina gota de agua que caía con lentitud por su ahora brillante rostro. "Mi tiempo ya pasó en esta época, así que quise conceder a Kagome su último deseo. El de hacerte feliz"
"Yo…"
"Lo que Kikyo quiere decir es que entregó su vida… devolviendo su alma a su verdadera dueña. Ambos tenéis corazones bondadosos y os merecéis ser felices el uno con el otro. Un pequeño regalo os ha sido otorgado, junto con esta segunda oportunidad. No la desperdiciéis esta vez"
"Adiós, Inuyasha" y con estas misteriosas palabras las dos imágenes se desvanecieron en el aire.
'¿Un pequeño regalo¿Segunda oportunidad? No entiendo nada' pensó Inuyasha rascándose la cabeza en un gesto de nerviosismo. 'Keh! Lo único diferente que había después de esa cegadora luz era que todos estaban desmayados y que cuatro latidos aparte del de Shippo me han dejado ver que todos estaban bien' entonces detuvo su línea de pensamiento. 'Un momento… ¿cuatro?' Se dio la vuelta encarando nuevamente a sus compañeros de viaje, acercándose a esa jovencita de cabellos negros que reposaba tranquilamente en la hierba entre Sango y Miroku.
Inuyasha acercó su preciosa oreja al cuerpo de la joven, realmente nervioso por lo que podía encontrar. Y cuando lentos pero seguros latidos llegaron hasta su tímpano solo pudo articular una palabra.
"¡Kagome!" gritó, a la vez que la abrazaba con todas sus fuerzas.
Continuará…
Madre mía, todo del tirón. Tachán! Qué tal? Mmmm, no mucho que comentar aparte de que espero que os haya gustado este capi y que ya respiréis más tranquilos. Quiero hacer mención especial a mi chochete! Cat! Muaks! Te lo dedico. En fin, para cualquier cosa siempre será bienvenido.
Para Jimena-chan: buenas! la verdad es que no siento ningun cariño especial por kikyo, pero si que me he dado cuenta que he intentado no hacerla tan mala. Una vision mas neutral, como dijiste. Despues de todo la kikyo que vemos no es la originial cuando vivia, asi que imagino que ella era mas dulce por decirlo de alguna manera, en vida. En fin, que tal este capitulo? besos!
Para kat-sakura: jeje, bueno. Aun a pesar de yo no tenerle mucha estima a kikyo creo que he sido bastante buena con ella. Incluso hay que darla las gracias por lo que hizo : ) Desde el principio pense uqe si ella no se hubiese quedado con el alma de kagome la chica jamas podria sobrevivir. Despues de todo el alma se va pronto del cuerpo, no? En fin, que me explico fatal :P espero que te haya gustado, besos!
Para pinina4886: pues como ves no soy fan de kikyio. Creo que ya se paso su oportunidad y Kagome es como un soplo de aire fresco. Me alegro qwue te gustara. Espero que este capi no te haya decepcionado. Besos!
Para lorena : bueno, esto es el final feliz que querias no? auqneu aun no hemos terminado, todavia queda bastante fic por delante. Se me estan ocurriendo nuevas ideas que desarrollar y quiza se alargue mas de lo previsto. Ya se vera. Desde uqe empece a escribir el fic tenia en mente ese momento del capi anterior. La charla con Kagome y todo lo demas. En fin, te gusto al final el desarrollo? Besos!
Para Silivia-Chan: gracias wapa! que tal todo? hacia mucho tiempo que no sabia na de ti. Pos aqui esta el "final" feliz. :) y lo pongo entre comillas porque esto no se acaba sino que aun quedan cosillas por delante. Espero que te haya gustado, un besote enorme wapisima!
Para TLAP: me alegro de que te guste, y la continuacion que tal? besos!
Para samantha-miko: jajaja, siento haberme tardado, pero a veces lo bueno se hace esperar, no? bueno, que tal va quedando ? epsero que te guste, un besito wapa! nos vemos en el proximo.
