"Adiós, Inuyasha" y con estas misteriosas palabras las dos imágenes se desvanecieron en el aire.

'¿Un pequeño regalo¿Segunda oportunidad? No entiendo nada' pensó Inuyasha rascándose la cabeza en un gesto de nerviosismo. 'Keh! Lo único diferente que había después de esa cegadora luz era que todos estaban desmayados y que cuatro latidos aparte del de Shippo me han dejado ver que todos estaban bien' entonces detuvo su línea de pensamiento. 'Un momento… ¿cuatro?' Se dio la vuelta encarando nuevamente a sus compañeros de viaje, acercándose a esa jovencita de cabellos negros que reposaba tranquilamente en la hierba entre Sango y Miroku.

Inuyasha acercó su preciosa oreja al cuerpo de la joven, realmente nervioso por lo que podía encontrar. Y cuando lentos pero seguros latidos llegaron hasta su tímpano solo pudo articular una palabra.

"¡Kagome!" gritó, a la vez que la abrazaba con todas sus fuerzas.

El adiós

Los personajes no me pertenecen y hago esto sin ánimo de lucro. Espero que les guste.

Capítulo 15

"ggg" mientras hablan
'ggg' lo que piensan

Kkk flashback

XXX cambio de escena

Varias horas habían pasado ya desde que desaparecieran las dos sacerdotisas tras el deseo pedido a la perla y Kagome aún no había despertado. Una vez Sango, Miroku, Shippo y Kirara volvieron de la inconsciencia, decidieron buscar un lugar en el cual guarecerse durante la noche cercana.

Inuyasha no les había dicho mucho, nada más que Kagome había vuelto a la vida, noticia que fue aceptada con alegría y algunas lágrimas por parte de todos ellos.

El hanyou había tomado en brazos a la mujer inconsciente, y los había guiado hasta una cueva vacía. Era extraño no dormir a la intemperie, como casi siempre hacían, pero el medio demonio quería un lugar más seguro para ella, para Kagome. Miroku encendió un fuego y Sango preparó la cena con algunas hierbas y frutos que habían encontrado en el camino, puesto que la mochila con todas sus provisiones de la chica del futuro se perdió en algún lugar de la batalla.

"Inuyasha, deberías comer algo" comentó la exterminadora de demonios, levantando la vista de su cuenco de sopa. Pero él, simplemente, no la contestó. Desde que habían llegado, se había acurrucado en la parte más profunda del lugar, rodeado por oscuridad, con las sombras creadas por la luz de la hoguera como únicas amigas. Kagome siempre abrigada entre sus brazos, sus latidos habían adquirido una velocidad moderada, la sangre recorriendo su cuerpo, ella volviendo a la vida…

Hacía tiempo que las últimas llamaradas que iluminaran la cueva se habían extinguido cuando la muchacha empezó a moverse inquieta entre los masculinos brazos de su protector. Él, que no había pegado ojo en ningún momento puesto que sus instintos solo podían estar pendientes de la chica en su regazo, la acercó más contra su cuerpo para, sin despertar al resto que ya llevaban un tiempo durmiendo, susurrarla al oído.

"Kagome" dijo en voz baja, pero podía apreciarse por cualquier buen oyente el sentimiento y la desesperación escapando con cada bocanada de aire. "Kagome, despierta" rogó, necesitando oír su nombre a través de esos labios carnosos que tantas veces le habían llamado.

Y así, lentamente y con algo de dificultad, las orbes castañas de la chica comenzaron a vislumbrarse a través de sus párpados. Las pobladas pestañas, tan largas y onduladas como las de una modelo, emprendieron su camino, dejando a la vista esos hermosos ojos. Pronto volvió a cerrarlos, cegada momentáneamente por la poca luz que la luna dejaba dentro del lugar, pero que para ella era suficiente como para dañar su vista tras tanto tiempo ajena al mundo exterior.

"Inu…" intentó decir a través de sus labios resecos, sin comprender verdaderamente nada de su contorno.

"Scchhh, Kagome tranquila. Yo estoy aquí" dijo con voz conciliadora, intentando darle la confianza necesaria para que ella volviera nuevamente con él.

Cuando los efectos dañinos a su vista habían pasado, volvió a alzar los párpados, enfocando con dificultad un rostro de pelo oscuro y bastante atractivo. Intentó encontrar esas orejas que siempre la habían cautivado, esa característica de él, exclusivamente de él, pero fue al no encontrarlas cuando se dio cuenta de las condiciones en las que Inuyasha se encontraba.

"Hoy es luna nueva" fue lo primero que dijo, otorgándole una hermosa sonrisa que provocó que el sol apareciera en ese día oscuro y tormentoso en el que había vivido el hanyou.

"Oh, Kagome" sollozó él en su cuello, descargando con lágrimas la tensión acumulada las últimas 24 horas, aún no pudiendo creer que el cuerpo sin vida de ella estuviera nuevamente danzando por el mundo de los vivos. Agradeciendo a cualquier divinidad que existiera, a Kykio, a Midoriko… a quien fuera por haberle otorgado con tan maravilloso regalo.

"Schh, todo está bien, tranquilo" dijo ella algo sorprendida por esa repentina reacción. No entendía mucho de lo que estaba sucediendo. Mientras enterraba sus finos dedos femeninos en el cabello oscuro que la acariciaba y la hacía cosquillas en el cuello, intentó recordar los últimos eventos vividos. A su mente vino la pelea contra Naraku, recordó a sus amigos, heridos y cansados, a Inuyasha luchando hasta los límites, y de pronto…

Sus ojos se abrieron con sorpresa. Naraku la había herido. De hecho, la había herido de muerte. Y ella estaba… ahora estaba… ¿Estaban en el cielo¿Inuyasha también había muerto?

"¿Dó…dónde estamos?" preguntó, forzando su lengua a trabajar. Sentía la sangre reseca acumulada en su garganta. Aún notaba la herida de su estómago, y se sorprendió al verse envuelta en el haori rojo del muchacho, pero no se sentía muerta. De hecho, se sentía más viva que nunca.

"Gracias Kagome" oyó mientras el aliento del hanyou golpeaba su piel "gracias por volver a mí" y en ese momento Inuyasha se desmayó.

"Inu… ¿Inuyasha¿Qué te pasa¿Inuyasha?" el pánico la invadió cuando todo el peso del joven se recargó sobre ella. Temiendo por la vida de él, empezó a zarandearlo como mejor pudo, llamándolo a lágrima viva, hasta que una mano se posó en su hombro.

"No te preocupes Kagome, él está bien. Solo un poco cansado y la tensión le ha dejado exhausto. Su cuerpo de humano no ha podido aguantarlo más y se ha desmayado. Pero está bien, despertará en la mañana" le dijo Miroku, que se había vuelto en sí con los gritos de la joven.

Alzando su vista del cuerpo del muchacho, vio con alegría a todos sus amigos de pie, al lado de ella, mirándola con cálidas sonrisas.

"¡Kagome-chan!" gritó Sango cayendo al lado de su amiga y abrazándola bien fuerte.

"¡Kagome!" fue el grito del kitsune, saltando sobre las piernas de ella.

Una vez ya todos despiertos, se sentaron dejando que la oscuridad de la noche les envolviera. Inuyasha, aún en su forma de humano, estaba tumbado en el suelo, con la cabeza apoyada en el regazo de Kagome, al igual que cuando estuvieron atrapados en aquella cabaña con los hombres araña acechándoles. El hanyou seguía inconsciente, descansando su cuerpo de las experiencias vividas, mientras una mano cariñosa le acariciaba la cabeza, enredando sus dedos entre los mechones oscuros, apartando los juguetones cabellos que, alguna vez, caían sobre el rostro masculino. Acariciándole, en un suave mimo que expresaba mucho más que las propias palabras.

Miroku y Sango se dedicaron a contarle más o menos detalladamente los sucesos acaecidos mientras ella estaba muerta. Intentaron no olvidarse de detalle alguno, relatándole desde el momento en el que Inuyasha, transformado en demonio, la había acercado hasta el río protegiéndola de todos ellos, hasta el instante mismo en el que fue traída hasta la cueva.

"Así que él me cuidó" agachó la cabeza mientras hablaba, posando la mano en las mejillas de él, mirándole con cariño y ternura.

"Y…" no se atrevía a hacer la pregunta. Era justo lo único que aún no le habían contado. "¿Cómo reviví?" dijo finalmente, tras vencer en su lucha interna.

"No lo sabemos" contestó Sango algo avergonzada por su falta de conocimiento. "Creemos que tiene que ver con la perla, pero no estamos seguros. Inuyasha no ha querido contarnos nada" aseveró.

Shippo no dijo nada al respecto. Él había oído toda la conversación, por ello no entendía por qué el hanyou no había dicho nada. Aunque era pequeño, era un kitsune muy despierto, así que se guardó lo que sabía para sí. Si no había dicho nada el medio demonio sería por alguna razón. Y, después de todo, parte de su pensamiento eran solo conjeturas.

Poco después todos volvieron a caer dormidos. Todos excepto Kagome, que se sentía como si hubiera estado descansando por años. Ella se dedicó a cuidar y a mimar al medio demonio en su regazo, nunca dejando de acariciar su cabello. Le gustó ver como Sango y Miroku se acurrucaban al otro lado de la cueva, uno junto al otro. Formaban una hermosa pareja. Shippo también se había marchado de su lado para apoyarse en el suave pelaje de Kirara.

No pudo evitar su sorpresa ante la transformación una vez se hizo de día. Ya lo había visto muchas veces a lo largo de estos años, pero el ver como una cabellera negra como la noche adquiría un tono blanquecino, casi dorado… cómo esas hermosas orejas humanas perdían su forma moviéndose por la cabeza para dar lugar a otras puntiagudas, peludas y aún más hermosas. Cómo de esos labios masculinos surgían dos colmillos que antaño no estuvieron allí. Cómo sus manos y pies se volvían más poderosos, creciéndose esas garras que tantas veces la habían protegido...

¡Cuánto le quería…! Él había estado velando por ella, muriéndose por dentro. Pero… eso no cambiaba algunos hechos. No recordaba nada desde que murió a manos de Naraku hasta que se despertó en los brazos de Inuyasha. Tenía la vaga impresión de que tenía que ver con algo relacionado con Kykio. Supuso que el hanyou debería estar hecho polvo después de haber perdido a su amor… una lágrima bajó traicionera por su rostro.

Fue justo en ese instante cuando los ojos dorados que tanto ansiaba ver se abrieron, observándola con detenimiento. Así quedaron durante unos minutos, mirándose intensamente, dejando entrever al otro lo que guardaban las almas…

"Hola" dijo ella mostrando la mejor de sus sonrisas, intentando ocultar la tristeza de sus ojos a esa penetrante mirada.

Él no respondió, simplemente se levantó permaneciendo sentado para estar a la misma altura que ella. Con una de sus garras recogió esa gota de agua salada que navegaba por el rostro blanquecino de la chica y, sin dejar que el contacto visual se rompiera, acercó sus manos a la boca, lamiendo esa parte de la mujer enfrente suyo.

Kagome observó este gesto extasiada. Por alguna extraña razón había conseguido que el vello de su cuerpo se erizara y que un ligero temblor subiera por su espina.

"Siento haberte asustado" era difícil pronunciar palabra alguna cuando esas orbes del color del oro seguían persiguiendo cada uno de sus gestos sin perder el más mínimo detalle.

"Keh! Yo no me asusté" contestó el medio demonio, volviendo a su pose de orgullo y superioridad. Se sentó dándole la espalda a la chica, cruzando los brazos y pies ya que el kimono blanco que llevaba no le permitía meter las manos entre las mangas como lo hiciera con el haori rojo que, en ese instante, portaba Kagome. Ella simplemente le observó, con una pequeña sonrisa bañándole los labios. Notó con alegría como las orejas en lo alto de su cabeza se movían en su dirección, mostrándole que, aún a pesar de su actitud, él siempre estaba atento de ella. "Pero no vuelvas a hacerlo" dijo, con un ligero tono de voz presuntuoso e infantil que mandaron un hermoso calor al corazón de la joven. Por ello es que, sin poder reprimir ese deseo, se puso de rodillas justo detrás de su espalda y, con mucho cuidado, llevó cada mano a una de esas prominencias blanquecinas que se movían alegremente por entre el cuero cabelludo.

"¿Pero qué…?" Inuyasha se sorprendió cuando notó como unos dedos hacían contacto con sus apéndices, enviando olas de placer a través de su cuerpo masculino. Cerró los ojos para poder disfrutar más de la caricia que le estaban otorgando, y no supo en qué momento se dejo caer sobre el cuerpo de ella, unidos de una forma íntima, disfrutando de ese momento de soledad.

"Ejem, ejem" una voz femenina se hizo camino a través de las rocas llegando hasta la pareja que se había adentrado en su propio mundo de perfección. Sonrojados, como si los hubieran pillado haciendo alguna travesura indecente, miraron a sus amigos que los observaban con sonrisas pícaras. Sobretodo Miroku, que estaba realmente disfrutando de ese momento de vergüenza.

"Miroku, tengo que ir a recoger algunas frutas al bosque para el desayuno¿me acompañas?"

"Si no te importa mejor no, aquí es mucho más divertido" contestó el monje sonriendo de oreja a oreja.

"Pero es que no puedo yo sola, necesito de TU fortaleza" comentó Sango. Y sin esperar respuesta le agarró de la oreja, obligándole a levantarse a la fuerza y sacándolo a rastras de la cueva.

"¡Ay¡Ay¡Ay¡Me haces daño!" se quejó.

"No te lo haría si hubieras venido desde el principio"

"Pero Sango, este tipo de dolor puedes dejarlo para nuestros momentos de intimidad y…"

¡Plaf! "Vamos Shippo, Kirara" Salió la cazadora con la frente bien alta, siendo seguida muy de cerca por los mencionados seres. Miroku estaba unos pasos atrás, incrustado en la pared y con la imagen rosada y bien marcada de una mano en el rostro.

"Sanguito… vamos, si sabes que era una broma…" fue las últimas palabras que escucharon nuestra pareja antes de que sus amigos se perdieran en las profundidades del bosque.

"Este Miroku nunca cambiará" se reía Kagome, adorando volver a esos momentos tan familiares en su vida. Los había echado mucho de menos. Hacía tiempo que no podía disfrutar de la simple compañía de sus amigos. Desde que Kikyo se les unió…

"Inuyasha" intentó llamar la atención del medio demonio, que la miraba con ojos extrañados, como vislumbrando algo en ella que no estaba allí antes, pero sin saber el qué.

"Inuyasha" volvió a repetir, haciéndose notar esta vez porque le dio unos ligeros meneos al cuerpo inmóvil del hanyou.

"¡Ya te oí mujer!" contestó él quejándose por el movimiento violento que le había sido infringido.

"¡Pues contéstame¿Cómo iba a saber si no reaccionas? Bueno, quería preguntarte algo" intentó conservar la calma. El medio demonio era un experto en sacarle de sus casillas, pero no se sentía con ganas de decir la famosa palabra, al menos no aún.

"¿El qué?" preguntó temeroso, sabiendo en su interior cuál iba a ser la cuestión.

"Bueno… esto…" no pudo evitar el titubeo, sentándose frente a frente, ella de rodillas, y mirando a su regazo. Por alguna razón que no podía entender se le dificultaba encontrar su mirada. Tenía el presentimiento de que algo iba a ocurrir.

"¿Cómo reviví?" se atrevió, "quiero decir, Sango y Miroku básicamente me lo han contado todo pero… ¿dónde está Kikyo¿Y qué pasó con la joya?" no pudo evitarlo, la incertidumbre, el no saber eran algo superior en ella.

Él la miró extrañado "¿No lo recuerdas?"

"Recordar¿qué?"

"Pues… lo qué pasó"

"Te lo estoy preguntando¿no? Es obvio que no lo se. Además yo estaba… bueno, ya sabes. ¿Cómo se supone que iba a saberlo?"

"¿Así que no recuerdas nada?"

Ella suspiró.

"Si te digo que no es no"

"Bueno, no pasó mucho realmente" contestó Inuyasha, llevándose una mano a la nuca mostrando su nerviosismo. "Hmmm…" dijo mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas para contestar a la pregunta. "Bueno… verás… ¿Cómo está tu herida?"

Kagome se sorprendió por este repentino cambio de tema, pero entonces recordó que estaba tapada con la vestimenta de él, y casi podía oler su sangre, ya reseca, bañando toda la prenda. Apartando la vista del muchacho, se llevó una mano al estómago, para comprobar su bienestar, cerciorándose de que los daños sufridos hubieran sanado. Ciertamente no notó la cara de pensativa y con algo de sorpresa del medio demonio, cuando ella descubrió mínimamente su cuerpo. Lo justo para apreciar en esa parte de su anatomía que la piel, de un blanco brillante, había vuelto a la normalidad.

"Pues como ves ya me he curado" dijo sin más. "Bueno, me voy a casa, tengo que buscar algo de ropa" contestó, notando también la falta de vestuario.

Inuyasha, ante esas palabras, salió de su estupor. "¿Qué¿Casa?"

"Pues claro, tengo que volver para que sepan que estoy bien"

"Ah, no, no. Tú no te vas" dijo levantándose y poniéndose a la misma altura de ella pero justo tapándole la salida.

"Inuyashaaa…." Arrastró su nombre "no me hagas decirlo"

"Kagome¡no, no te voy a dejar marchar" y se cruzó de brazos con una sonrisa de superioridad mientras pensaba que había dejado claramente su punto de vista y que él ganaba este encuentro.

Ella tan solo cerró los ojos, frunciendo el ceño ligeramente. "¡Al suelo!" y el conjuro hizo el efecto esperado. Inuyasha maldijo en voz baja, o al menos eso es lo que entendió la muchacha por la voz que llegaba a sus oídos a través de las rocas sobre las que el medio demonio estaba estampado, pero no se quedó mucho tiempo a esperar.

Sin perder un minuto, salió corriendo de la cueva en dirección al pozo. Se sentía tan libre… Era como si nunca hubiese, realmente, apreciado toda la flora que se encontraba a su alrededor. Pudo aspirar cada uno de los aromas de todas las flores que la rodeaban. Encantada y extasiada, siguió corriendo sin detenerse, dejando que el aire limpio golpeara su rostro, empapándose de la naturaleza.

'Pues sí que estábamos cerca del pozo' pensó cuando vislumbró el árbol sagrado en la distancia. No sabía cuanto tiempo llevaba corriendo entre la maleza, pero se le había hecho realmente corto. Estaba feliz de poder pasar unos días con su familia, descargar toda la tensión de la batalla, poder disfrutar de esos momentos de paz que solamente tenía cuando volvía a su tiempo.

No supo cuando o como fue estampada de espaldas contra un árbol de grueso tronco hasta que notó como unos fuertes brazos la sujetaban firmemente de los hombros. Se sorprendió al encontrar los ojos dorados de Inuyasha mirándola con un brillo y un matiz que solo una vez había visto en ellos. Cuando lo reconoció, ese sentimiento que albergaba el alma masculina, pudo sentir varias cosas distintas en su ser. En principio compartió ese deseo, pero pronto se mezcló con duda, incertidumbre y… miedo. Miedo a volver a sufrir. Miedo a volver a llorar cada noche por un amor no correspondido. Miedo porque no viera en ella a Kagome sino a Kikyo.

Intentó liberarse del agarre, pero le fue imposible. Él era mucho más fuerte que ella.

"¿Por qué fue eso?" preguntó algo molesto el hanyou, aún tenía en su rostro restos de suciedad adquirida cuando fue estampado contra las piedras.

"Porque te empecinas en que no debo ir a mi casa cuando sabes que hay veces que tengo que volver. Mi vida no está aquí Inuyasha." Algo dentro de ella no estaba bien. Podía notarlo. Había algo que estaba intentando resurgir en su mente, pero no conseguía encontrar el camino.

"Tu vida está aquí, conmigo"

"Inuyasha, ya hemos hablado de esto antes. Tú no me quieres a mí, tú quieres a…"

"¡No lo digas!" pidió él, con un tono de voz más fuerte de lo que en realidad habría querido, provocando que la joven se asustara mínimamente. Inuyasha estaba cansado de esta confusión. Cierto es que su corazón no había sabido escoger cuando tenía que haberlo hecho. Pero las nubes se habían disipado y la claridad de sus sentimientos estaba tan presente, que no podía entender cómo había podido cometer tan graves errores. Kagome, por el contrario, entendió cosas muy diferentes. El repentino grito evitando que pronunciara el nombre de la anterior sacerdotisa no hizo más que confirmarle que los sentimientos de Inuyasha por la hermana de Kaede eran verdaderos. Ella no quería estar ahí soportando su dolor. Su corazón se moría por estar con él, pero su mente le gritaba que se alejara de dicha tentación, que tenía alguien con el que debía de cumplir.

Así estaba, perdida en sus cavilaciones, cuando unos labios se posaron bruscamente contra los suyos, arrancándole un beso algo violento pero muy pasional, provocando que cada molécula de su ser se derritiera ante el delicioso contacto de los dedos del hanyou sobre su piel.

"Quédate conmigo" suspiró el hanyou cuando rompió el beso, bajando sus labios al cuello de la chica, besándolo en el proceso.

"Yo…" intentó quejarse, decirle que parara, pero su tacto se sentía tan bien.

"No puedes volver a dejarme" su aliento chocando con el ahora ligeramente desnudo hombro de la chica, arrastrando los labios en una suave caricia que mandaba olas muy placenteras por el cuerpo de la chica.

"Pero…" los ojos permanecían cerrados, intentando enfocar todos sus sentidos en esa lengua que había comenzado a lamer la zona de su clavícula.

"No hay peros Kagome" bajó sus dedos rozando con sus garras el contorno de su ser, deleitándose con el calor que ella sorprendía.

"Yo…" las palabras morían en su boca mientras pequeños besos seguían dejándose caer por su cuello y hombro.

"¿Sí?" preguntó el medio demonio, poniendo todo su empeño en esa tarea, aspirando el aroma de ella, notando los cambios percibidos, pero sin querer ser conscientes de ellos… no ahora… no era el momento.

"Yo…" notó como él abría ligeramente la boca, pudiendo percibir la punta de sus colmillos sobre la piel blanca.

"Eres mía" dijo Inuyasha con voz gutural, subiendo una mano por el abdomen femenino con una caricia realmente erótica y dispuesto a tomar a su presa cuando la voz de la mujer le llegó hasta sus sensibles orejas.

"No puedo" Kagome abrió enormemente los ojos cuando al fin su mente se volvió clara como la nieve. Él no se separó de ella sino que, dándole otro sensual beso y lamida al cuello de la joven preguntó.

"¿Por qué no?"

Y ella, tomando fuerzas de flaqueza y evitando los suspiros que el muchacho le arrancaba con cada una de sus caricias dijo. "Estoy saliendo con Hojo"

Continuará…


Hola! Lo siento muchísimo. He estado muy ocupada con santísimas cosas que poco tiempo he tenido de escribir. Además que me he dedicado más a las traducciones que a mi propio fic, pero bueno. Espero que la espera haya valido la pena. Ya queda poquito, estamos llegando al final. En el fondo me da penita, porque he disfrutado mucho de este fic, pero bueno. No adelantemos cosas que aún hay todavía algo que contar. Nos vemos en el próximo capítulo! Por cierto, me gustaría preguntaros alguna cosilla. Me gustaría que me dijeseis algo que os gustaria ver en esta historia, y si veo como puedo amoldarla con un final positivo lo hare Ademas no se si quereis lemon, o preferis que lo deje mas bien lima. En fin, vosotros direis, besos!

Para lorena: hola! siento la tardanza, pero espero que la espera haya valido la pena. Pues si, aqui un nuevo capitulo (y no se por que tengo la impresion de que querreis matarme un poco :P) en fin, que gracias por escribir y ya me contaras que tal todo, besos!

Para carla: pues tengo que agradecerte enormemente tus palabras poruqe me he sonrojado y todo. Cierto es que me tardo en actualizar y lo lamento muchisimo. Pero siempre intento daros lo mejor de mi y es muy dificil seguir con un mismo nivel, a parte de otras cosas que me han ido surgiendo. Prometo de todas maneras poner todo mi empeño para que no tengais que esperar tanto, y me alegro mucho que te guste besos!

Para Silivia-Chan: Hola wapisima! cuanto tiempo sin saber nada de ti eh? mu mal XXDDDDDD pues me alegro que te guste, aunque creo que ahora me odiaras un poquillo, pero es que me parecia mu aburrido que a partir de aqui todo fuera de rosas, a nuestros personajes favoritos aun les queda una pequeña dificultad por pasar. Pero creo que os gustara, besitos!

Para samantha-sama: bueno, espero que te sirviera mi ayuda, te gusto este capi? espero pronto pneros mas cosillas, pa que no os olvideis, besillos!

Para Denissekagome: pues... gracias cierto es que me tarde, pero desde un principio sabia que Kagome no iba a resucitar a la primera, era demasiado facil. Ademas asi os he creado expectacion jeje, aunque aun hay cosas que contar. Me alegro que te haya gustado, que tal este? besos!

Para YK: Hola, especialmente queria darte un enorme gracias. Me ha impresionado todo lo que me has dicho, quiero decir. Yo tb tengo historias que realemente adoro. Pero nunca pense que alguien pudiera sentir eso por algo que yo he escrito. En realidad que me agradaron tus palabras y me gustaria que supieras que te lo agradezco de corazon. Por ello, me gustaria dedicarte este fic. Me alegro de que disfrutas con su lectura, es el mayor logro que recibire cada vez que escriba algo. Un beso enorme y, una vez mas, muchas gracias por tu review, y por tomarte ese tiempo para alabar de esa forma uno de mis escritos. Espero que este nuevo capitulo, en el que se presenta toda una gama de nuevas posibilidades, haya resultado agradable igual. A ver si a partir de ahora puedo actualizar mas seguido. Lo dicho, besos!