La noche cayó sobre una pareja de amantes que dormían tranquilamente en una cama de almohadones rosados. Bueno, en realidad solo ella dormía. Él, abrazándola por la espalda, la acariciaba el cabello, su vista posada en la marca que la definía como suya. Como solo suya.
Se sentía tremendamente dichoso. Jamás pensó que pudiera llegar a sentir tanto por alguien, y menos que esos sentimientos fueran correspondidos. Posó una mano en el vientre de la joven, notando el pequeño latir que se creaba por momentos. Su rostro se puso serio.
'Mañana hablaré con ella' pensó algo asustado. Y, dicho esto, se dejó llevar por los brazos de Morfeo, descansando su agotado y desnudo cuerpo contra el de iguales condiciones femenino.
Y así, queriéndose, protegiéndose y amándose, esperaron por el llegar de un nuevo día.
El adiós
Los personajes no me pertenecen y hago esto sin ánimo de lucro. Espero que les guste.
Capítulo 18
"ggg" mientras hablan
'ggg' lo que piensan
Kkk flashback
XXX cambio de escena
Los rayos de sol despuntaban en el horizonte, adentrándose en el cuarto a través de los resquicios destapados que dejaban las cortinas rosadas, iluminando, así, el habitáculo. Una pequeña habitación de una casa cualquiera, dentro de los terrenos de uno de los templos de Japón. Allí, tumbada sobre el esponjoso colchón y medio arropada con una sabana, se despertó una muchacha de largos cabellos azabache, sintiendo un descanso sin igual rodear su cuerpo.
Buscó, con los ojos cerrados y a tientas, a esa figura masculina que la había acompañado en sus sueños. Pero, al no encontrarlo, sus ojos se abrieron de golpe, escudriñando todos los rincones del lugar. Temerosa de la desaparición del chico, se levantó, cubriendo su desnudez con una bata que encontró colgando de una de las perchas del armario. Se miró en el espejo, comprobando que sus largas ausencias en su mundo habían provocado que sus pertenencias se quedaran algo aniñadas. Echó un vistazo al lugar donde había reposado, al pomo de la puerta, a las cortinas… Todos los objetos la seguían recordando a la Kagome de quince años que nunca se molestó en escuchar las historias inventadas de su abuelo. Sin embargo, ella distaba ya mucho de aquella época.
Haciendo una nota mental sobre el nuevo mobiliario que adquiriría un día de estos, bajó rápidamente las escaleras, pues sus fosas nasales captaron un ligero aroma a quemado que alertaron todos sus sentidos.
Cual fue su sorpresa cuando, al entrar a la cocina, se encontró con el muchacho de largos cabellos plateados dándole la espalda, que se encontraba totalmente descubierta. Su pantalón rojo marcando a la perfección su tremendamente bien delineado trasero. Sus orejas juguetonas moviéndose sin descanso en lo alto de su cabeza. Se le podía escuchar quejándose una y otra vez mientras hacía algo en el fregadero. Kagome le oyó maldecir con varias palabras malsonantes.
"Buenos días Inuyasha" dijo ella con voz tierna y esbozando una sonrisa. El joven dejó sus quehaceres, sintiéndose aturdido por la forma en la que la chica le había sorprendido, pues no había notado su presencia. Cuando la miró, se le dibujó una sonrisa pícara. Kagome estaba apoyada en el marco de la puerta, mirándole, y con la bata ligeramente abierta, revelando la desnudez de la muchacha.
"Buenos días preciosa" ese apelativo cariñoso provocó que todos los bellos del cuerpo de la muchacha se erizaran. Sin moverse de donde estaba, le vio acercarse lentamente, con un movimiento sin igual, provocándole tremendos escalofríos placenteros. Los labios del hanyou se posaron sobre los de ella, arrancando más de un gemido ahogado en la boca femenina. Sintió los fuertes brazos rodearla de forma poderosa, apresándola contra el cuerpo del medio demonio. Ella se dejó arrastrar por ese sentimiento de alegría que la invadía, y esa necesidad de protección que la inundaba cuando estaba en los brazos de Inuyasha.
"Kagome" susurró él desde lo alto de su cabeza, aspirando el delicioso aroma que desprendía el oscuro cabello femenino.
"¿Mmmm?" preguntó ella, con los ojos cerrados, dejándose envolver por ese mar de sentimientos que golpeaban sus sentidos.
Inuyasha se separó, despertando de ese sueño embriagante que era su, ahora, mujer. La tomó de la mano mientras que con la otra garra delineaba su ligeramente descubierto seno. Ella sonrió ante ese gesto, y le siguió cuando él comenzó a caminar hasta la sala, sentándose en el mismo sofá que la noche anterior había sido testigo de sus sentimientos.
Un ceño fruncido se dibujó en el rostro de la joven cuando vio que las facciones masculinas se volvían pensativas y preocupadas. "Inuyasha¿Qué ocurre?" preguntó, oliendo el miedo de él.
"Tengo que contarte algo, es importante." Dio un largo suspiro y se tomó un par de minutos para poder plantear una rápida estrategia de acercamiento al tema tan espinoso que quería tratar con la mujer enfrente suyo. Era consciente del desconcierto de ella, pero temía que Kagome pudiera quererle muy lejos de su vida una vez se enterara de su actual situación.
"Verás, cuando Kikyo te devolvió a la vida… bueno… al desaparecer la joya, el espíritu de Midoriko fue liberado de su ferviente batalla contra los demonios encerrados en la perla. Ambos espíritus se presentaron ante mí" hizo una pausa, respirando temerosamente.
"¿Y?" preguntó la joven intentando alentarle a que continuara.
"Pues… ella me ofreció un regalo. No entendí al principio lo que significaba. Hace tiempo muy reciente que he descubierto de qué se trataba"
"¿Y de qué se trata?" preguntó ella curiosa sin entender. Al fin y al cabo, un regalo siempre era un regalo y eso significaba algo bueno¿no? Entonces… ¿por qué tanto misterio?
"Bueno… ellas hicieron algo… más bien… te hicieron algo" confesó él, no pudiendo mirarla a los ojos. En su lugar encontró mucho más interesante un punto cualquiera del suelo.
"¿Qué me hicieron?" preguntó Kagome algo preocupada. No es que pensara que ellas fueran capaces de hacerla daño, aunque no sería la primera vez que Kikyo atenta contra ella. Pero… "Inuyasha, dime¿qué me hicieron?"
"Bueno… yo… yo soy medio demonio…"
"Sí…"
"Y tú eres humana"
"Aham" afirmó ella todavía sin entender.
"El caso es que…"
"¿Qué?" esta situación de incertidumbre la estaba poniendo nerviosa. ¿Qué podía ser tan malo para que el medio demonio actuara de esa forma? Se empezó a preocupar realmente.
"Al ser tú humana no podemos vivir juntos mucho tiempo, porque tú morirías cuando yo apenas aparentaría ser mucho más mayor de lo que soy ahora"
La razón entró en el cerebro de la mujer, que se llevó las manos a la boca evitando un grito ahogado que quiso escapar ante la sorpresa de dicha revelación.
"Así que para seguir juntos ellas… te cambiaron"
"¿Quieres decir que…?
"Que ahora eres una hanyou" puntualizó, las mejillas sonrosadas y el corazón latiendo a velocidades inhumanas. "Y estás embarazada" Lo había hecho. Seguramente ella se arrepentiría de haberse apareado con semejante especímen que no pertenece a ninguna parte. Se sentía como si acabase de destrozarle la vida a la muchacha, y la quería demasiado como para atarle a él de esa manera. Muy en su interior deseaba que ella le amara como él la amaba a ella. Por eso el miedo se apoderó de él, tiritando sin poder evitarlo.
Los minutos pasaron y el silencio incómodo que los había envuelto no desapareció. Inuyasha, dubitativo, se giró para mirarla. Le sorprendió al encontrar surcos de lágrimas bajando de sus hermosos ojos marrones, mojando ese rostro aniñado y que tanto le encantaba.
"Kagome… yo…" intentó disculparse, levantando uno de sus dedos para limpiar esos rastros de agua, queriendo, con ese gesto, quitarle esa pena en la que la había sumido. No se esperó ese abrazo opresor que le tiró, por la brusquedad del arrumaco, sobre los cojines que formaban el asiento del mueble sobre el que se habían sentado.
"Oh… Inuyasha… soy tan feliz" la oyó decir entre suspiros.
"¿De… de verdad?" preguntó él, no sabiendo si había escuchado bien, con miedo a que su ingenio le jugara tan mala pasada.
"De verdad Inuyasha¡te quiero!" gritó, regalándole uno de esos besos que hacen historia. Sintiendo en su cuerpo medio desnudo el calor que desprendía el de su hanyou. Ese medio demonio que le arrancó el corazón al poco de conocerlo. Él, que había jurado por siempre protegerla.
Y así, compartiendo ese momento de intimidad, volvieron a hacer el amor en la sala, siendo observados solamente por los inminentes rayos de sol que ya se colaban por la ventana.
XXXX
Al otro lado del pozo se encontraban Miroku y Sango, apoyados contra la madera de la construcción. Uno de los brazos del monje rodeaba los femeninos hombros de la chica a la vez que ella apoyaba su rostro en el hombro de él. Su largo cabello suelto mientras que las ráfagas de aire jugueteaban con los mechones oscuros de la mujer.
"¿Crees que ellos estén bien?" preguntó preocupada la cazadora de demonios. Tenía posada la vista sobre su dulce compañera y amiga, Kirara. Ella estaba a unos metros más allá, jugando con Shippo. Pero su mente estaba puesta en aquella persona que había adquirido el papel, casi, de su hermana en esta vida.
Miroku también miraba el horizonte, su mente puesta en los mismos pensamientos que los de su compañera.
"Inuyasha no ha regresado aún, eso tiene que ser buena señal"
"Espero que sí" ambos deseaban lo mejor para esa pareja de testarudos que a veces no eran capaces de ver más allá de ellos mismos.
Y así, en silencio y disfrutando de los aromas de la mañana, se quedaron por largo rato, admirando el despertar del nuevo día.
XXXX
"¿Qué hacías esta mañana en la cocina?"
Kagome e Inuyasha se encontraban tumbados en el sofá, descansando de la actividad realizada. Él estaba situado tras ella, acariciándola el pelo y quitando un mechón juguetón de su frente mientras besaba sus níveos hombros, deleitándose con la belleza de la muchacha.
"Intenté hacerte el desayuno" dijo él entre pequeños besos.
Una sonrisita se escapó por entre los sonrosados labios femeninos. "¿Y eso?" preguntó, pudiendo imaginarse la situación tan cómica en la que se habría visto envuelto el hanyou tomando en cuenta cómo le encontró maldiciendo esa mañana.
"Pues hace tiempo ya que, mientras estabas en clase, tu madre me enseñó a utilizar algunos de esos aparatos tan raros que tenéis. El tosi… tostidor…"
"¿Tostador?"
"Eso. El caso es que quise llevarte el desayuno por la mañana. Pero como ves no le puse mucha atención y se me quemaron"
Kagome no pudo evitar reírse. Esa sonrisa sincera y tan llena de vida que Inuyasha adoraba. Viéndola ahora, tan suya, no podía creer que hacía tan poco había estado muerta entre sus brazos. Un escalofrío le recorrió el cuerpo, queriendo deshacerse de esas terribles imágenes que aún le acosaban. Luego se unió a la felicidad de ella.
"¡Oye, no te rías de mí!" dijo con un tono de guasa.
"Lo siento, pero es que te veías tan divertido maldiciendo esta mañana"
"¡Keh!"
Ella se secó una lágrima que escapó de sus ojos. Luego tomó la garra de Inuyasha que acariciaba su cabeza y la acercó a su vientre.
"Te quiero Kagome" le susurró él al oído, acariciando con el pulgar la zona cercana al ombligo.
"Estoy un poco asustada" confesó ella, escondiendo su rostro en el brazo masculino sobre el que estaba apoyado su cuello.
"¿Por qué?" preguntó el hanyou algo preocupado.
"Porque… no se si seré buena madre. Además… no se cómo es ser una hanyou, quiero decir¿tendré yo también algo parecido a lo que a ti te pasa con la luna nueva? Y además¿y si te cansas de mí y te vas con otra?" Inuyasha se quedó asombrado del rápido cambio de humor de la joven. No hacía ni cinco minutos que se estaba riendo tan abiertamente y ahora apenas contenía las lágrimas.
"Mi niña" dijo en tono cariñoso, odiaba verla llorar "yo tampoco se lo que es ser padre, pero juntos lo descubriremos. Sobre qué significa que seas una hanyou… te confieso que no tengo ni idea, aparte de que eres longeva. Pero… te repito, estás conmigo¿no? Jamás dejaré que nada te pase"
"¿Y si te cansas de mí?" torció su rostro para encontrarse con esos hermosos ojos dorados que la cautivaron desde el primer instante. Él solo pudo dibujar una sincera y tierna sonrisa al ver la carita contraída mezcla de miedo y duda. Se veía simplemente tan hermosa…
"Kagome" acarició la marca que había hecho él mismo con sus colmillos. "Los demonios perro, como yo, tenemos ciertas… reglas, por decirlo de alguna manera. Vienen con nuestros instintos. Nosotros no nos apareamos tan fácilmente. Es por eso que no somos tantos como otros tipos de demonios. Porque, cuando lo hacemos, quiere decir que hemos elegido, finalmente, a la hembra que será nuestra compañera de por vida. Y no es fácil. Si yo te he marcado, es para decirte de alguna forma que eres mía, al igual que yo soy tuyo… para siempre."
"Pero…" sin embargo, cualquier cosa que ella iba a decir murió en sus labios, cuando estos fueron callados por un firme dedo de Inuyasha.
"Pero nada cariño. Te quiero aquí, ahora y conmigo. Para toda la vida" dicho esto la besó. Ella le correspondió, entregándole, en ese gesto, toda su alma.
Fue en ese momento cuando la puerta de entrada se abrió, apareciendo por ella toda la familia de Kagome, su madre, abuelo y Sota, su hermano.
"¿Onechan?" se escuchó la voz del pequeño al descubrir a la pareja de jóvenes que, aún desnudos, intentaban taparse lo mejor posible de las miradas de los demás allí presentes.
"Esto…"
"Kagome" dijo el abuelo, tapándose los ojos y poniéndose realmente colorado.
"Papá, Sota. Vamos a preparar algo de comer. Kagome, Inuyasha y tú podéis vestiros y luego venir a la cocina." La sentencia de la madre de la muchacha fue seria pero no severa. Sin embargo, nadie cuestionó la autoridad de la mujer.
Y así, quince minutos más tarde, nos encontramos a toda la familia junto a un par de sonrojados jóvenes sentados a la mesa. Nadie se atrevía a hablar. Sota intentaba espiar lo mejor posible desde el pasillo, pues su madre le había pedido amablemente que dejara la habitación cuando los mencionados jóvenes aparecieron vestidos y con sendas miradas posadas en el suelo.
"¿Y bien?" preguntó la madre de Kagome.
"Mamá… yo…" pero las palabras murieron en su garganta. Inuyasha pudo leer el miedo de se ahora esposa. Así que tomando fuerzas de flaqueza, alzó el rostro enfrentando a los dos adultos que les miraban de forma curiosa, y les relató los hechos, obviamente omitiendo algunos detalles, de su situación actual, incluso comentándoles el hecho de que estaban esperando a una criatura.
Por largos minutos se hizo el silencio en la sala, cada uno sumergido en sus propios pensamientos.
"Supongo que son conscientes de lo que esto conlleva"
"Sí" dijeron ambos, mirando fijamente a los ojos de la mujer mayor que se encontraba frente a ellos.
Grande fue la sorpresa cuando, sin que ellos pudieran reaccionar, notaron como unos brazos les rodeaban a la vez que se oían voces de felicitaciones por parte de la madre y del abuelo de la chica.
XXXX
Los meses pasaron y el embarazo de Kagome se fue haciendo, cada vez, más notorio. En un principio la pareja estuvo realizando viajes a través del pozo bastante a menudo, en busca de provisiones y demás utensilios necesarios para la muchacha y el bebé. Sin embargo, cuando el vientre de la chica fue en aumento, el cansancio era cada vez mayor y el paso de una época a otra fue reduciéndose en número. El último par de meses solamente Inuyasha iba de un lado al otro del pozo, por petición de Kagome, para que su familia estuviera al tanto de su estado.
Ambos habían decidido que tendrían al niño en la época de Inuyasha. Después de todo, ambos eran hanyous, y la sociedad de la chica no estaba preparada para aceptarlos.
Pronto descubrieron que, en las noches de luna nueva, la transformación sufrida por Inuyasha era igual pero al revés en la joven. Esto, pensaron, les resultaría útil en el futuro. Al fin y al cabo, siempre habría un ser sobrenatural que pudiera defender a la familia.
Se establecieron en una casa construida por el propio Inuyasha, ayudado por los aldeanos, en las tierras que limitaban con el árbol sagrado y el pozo.
Y en una de esas noches estrelladas, mientras ambos estaban abrazados observando el horizonte, fue cuando el pequeño, al que aún no le habían puesto nombre, quiso hacer su aparición.
Fue una de esas noches que hicieron historia, de esas que siempre serán recordadas en la historia, pues el nacimiento de ese bebé hanyou resultó ser uno de los más grandes acontecimientos ocurridos en el pueblo de Kaede. La misma vieja ayudó en el parte, trayendo al mundo al bebe que, acurrucado entre los brazos de su madre, se chupaba con ahínco el dedo gordo de su mano.
Kagome estuvo triste de que no heredara las hermosas orejas de Inuyasha, pues la pequeña pelusilla azabache que rodeaba su cabecita era una característica, claramente, de ella. Sin embargo, no le importó demasiado cuando descubrió los hermosos ojos dorados que asemejaban a los de su padre.
"Es hermosa" fueron las primeras palabras de un, hasta entonces, histérico medio demonio.
"Lo es" sonrió Kagome, aún agotada por el esfuerzo realizado. "¿Cómo quieres llamarla?"
"Como tú digas me parece bien" contestó Inuyasha plantando un casto pero amoroso beso en los labios de su esposa.
Ella le sonrió por ese gesto, bajó la vista a la niña entre sus brazos y dijo "Bienvenida al mundo, Catumy".
Fin
Pues bueno, hasta aquí esta historia que tanto me ha costado escribir, pero que realmente siento que me ha aportado muchas cosas. No tengo mucho más que decir, simplemente que gracias a todos los que habéis estado ahí, apoyando con vuestros reviews. Espero que compartamos más historias juntos. Siempre a mi correo: elenachanozu.es
Y bueno, para mi niña que siempre ha estado por ahí, aunque de vez en cuando es difícil localizarla, espero que te haya gustado ese pequeñito homenaje
El que haya epílogo o no… realmente no lo se. Todo depende de vosotros. Si muchos lo pedís lo pensaré. Si no… yo estoy feliz aquí. Besos!
Para TRIPLE G: bueno, pues aquí el final como me pediste. Espero que te haya gustado y que nos veamos en un futuro, besos!
Para samantha-sama: jejeje, lo siento. esta vez me tarde bastante, pero muchas cosas y falta de imaginacion... hicieron que no fuera posible que me sentara ni cinco minutillos a escribir. En fin, que espero que te haya gustado y nos seguimos hablando, besos!
Para Lis: gracias wapa! que es verdad que se te ve poquito el pelo eh? ¬¬ pero bueno, si dices que no puedes te creo En fin, espero que te haya gustado. Un besito y nos vemos!
Para cristina: pues aqui el final, ya te digo que no se si habra epílogo o no, de momento creo que descansare una buena temporada, espero que te haya gustado, besos!
Para Lady Indomitus: jejeje, me ha gustado mucho tu review. La verdad es que si, queria llegar a los doscientos, pero también influía, como he dicho antes, una falta de tiempo y de imaginación. De hecho tenía muchas ideas para este final que olvidé y al final he tenido que ir improvisando un poco sobre la marcha. No estoy a disgusto con como ha quedado, al contrario, me gusta, aunque soy consciente de que las ideas que tenia antes eran mucho mejores... tiempo. tiempo es el que fallo :P en fin, igualemente espero que te haya gustado y gracias por escribir, besos!
