Todos los personajes son tomados prestados de J.K. Rowling quien es la creadora de Harry Potter.

Capítulo 2. Evadiendo recuerdos

Harry respiró profundamente y con paso decidido salió del ascensor. Era el momento de enfrentarse a su vida, a su destino, a su mundo... al que seguía siendo su mundo. Desde hacía cuatro años estaba de un sitio para otro tratándo de ahogarse en trabajo, en responsabilidades para no pensar, para no recordar. Pero los pensamientos seguían ahí y los recuerdos también. Cada noche, él revivía las escenas de la última batalla y veía a Ginny caer. En ese momento sintió que el mundo se le vino encima. Sintió un dolor profundo, una rabia enorme y se convirtió en lo que hoy es: un hombre sin sonrisa, sin sueños y sin ilusiones. Pero era el momento de seguir adelante. Era joven, brillante y tenía que vivir por él y por ella... aunque ella fuera solo un recuerdo. Sin pensarlo más, tomó un pergamino y escribió simplemente: "Está bien, cuando quieras. HP". Enrolló el pergamino, lo ható a la pata de una lechuza y envió el mensaje a Cho.

Harry pensó que esa era la única forma de comenzar una nueva vida. Cho lo había seguido durante esos últimos cuatro años, apareciéndose en cada lugar que él visitaba, como saliendo de la nada. Cho usaba el antiguo método Malfoy para tener información de primera mano sobre el paradero de Harry. Heredera de sus padres al morir, Cho gastaba su fortuna sólo en correr detrás de Harry para ofrecerle su amor. Harry estaba cansado de su persecución, pero no podía negarse a sí mismo que ella había sido la única persona que lo había escuchado cuando sentía que el mundo se le venía encima. Sí, Cho siempre estaba allí cuando él quiso recordar a Ginny, siempre lo escuchó y nunca, nunca dijo nada. Nunca abrió sus labios para dar una opinión, para decir que lo entendía, aunque ella también hubiese perdido al ser que más amaba: Cedric Digory. Y sobre todo, lo apoyaba en su desición de no regtresar a Londres, de alejarse de todo y de todos. Ella sí lo entendía. Por qué él, Harry, nunca le escribió a Hermione? Por qué nunca le escribió a los Weasley? Porque quería olvidar. Porque no deseaba que alguien le dijera que no había sido su culpa, porque no podía soportar la muerte de Ginny. Por esa razón, nunca abrió una carta que no fuese del Ministro de la Magia. Por eso nunca leyó las cartas de Lupin, de Tonks o de alguno que pudiera siquiera mencionar a su Ginny. Ahora, la desición estaba tomada: Se casaría con Cho, pero antes regresaría y les diría a todos que él realmente trató de salvarla, que él quiso mantenerla protegida... que lo perdonaran, porque él mismo no podía perdonarse.

El joven cerró los ojos, se quitó los lentes y colocó el antebrazo sobre sus párpados cerrados. Tenía que dormir, necesitaba dormir, si al menos eso fuera suficiente para olvidar...

Molly abrió la puerta de la habitación donde estaba Ginny. Miró a la cama y vió a su hija dormida, como siempre, sumergida en un sueño interminable.

- Buenos días pequeña! – dijo simulándo una alegría que estaba muy lejos de sentir.- Cómo amaneciste hoy? Descansaste bien? – La señora Weasley sabía que no obtendría una respuesta, pero muy dentro de su ser confiaba en que su hija le escuchaba y podía comprender lo que ella decía, por eso nunca cesaba de hablarle, de contarle cómo iba la familia y el mundo. Molly se sentó suavemente a los pies de la cama de Ginny y la observó detenidamente. Su niña era ya una mujer y, por qué no reconocerlo, una joven guapa sin ser una belleza escultural. Pero sobre todo era su hija, su unica hija, la alegría de los Weasley, la bruja valiente e inteligente en la que habían cifrado sus sueños y esperanzas.

- Si pudieras abrir los ojos Ginny... – dijo Molly apenas en un murmullo. – Si vieras lo tranquilo que está todo, si supieras cuánto han cambiado las cosas. Sabes? Este es el mundo que tal vez soñaste, pero que nunca conociste. Ya empezó el otoño y todos los árboles están pintados de amarillo, rojo y naranja... Los gnomos del jardín están reforzándo sus viviendas para pasar bien el invierno. Francamente, yo ya no tengo ni tiempo ni deseos para dedicarme al jardín. Sin embargo, Percy se deja caer de vez en cuando por La Madriguera y entre el y Penélope se encargan del jardín, además... – El sonido que produjo la puerta abriéndose interrumpió la frase que Molly tenía en los labios.

- Buenos días Molly- saludó Hermione entrando. – Cómo amaneció nuestra pequeña hoy?

- Buenos días Hermione – contestó la señora Weasley con una sonrisa. – Bien, creo que bien – añadió devolviendo la mirada sobre el rostro pálido de Ginny.

- Molly, regrese a la casa a descansar, me ocuparé de Ginny hoy. – agregó Hermione colocándo un brazo sobre los hombros de su suegra.

- Por qué Ginny? Por qué ella, Hermione? – preguntó la mujer mientras dos gruesas lágrimas resbalaban sobre sus mejillas sonrosadas.

- Porque la vida no siempre es justa Molly – dijo Hermione. – Además... – hizo una pausa- no ha sido la única víctima de esa guerra, ella es... una más...

- Sí!Sí! Ya lo sé! – exclamó la pobre mujer, interrumpiendo a la joven. – Pero es MI HIJA!

-Cálmate Molly – suplicó Hermione – No es la primera vez que hablámos de este tema y sé que no será la última, pero ella nos necesita y dependerá de nosotros, de todos nosotros por muchos años – enfatizó la chica.

- Creo que tengo que ir a descansar – admitió la mujer. – Estoy agotada. Bill y Fleur vendrán esta tarde. Yo le había prometido a Arthur que lo esperaría aquí, pero no puedo. Por favor Hermione, si pasa algo, avísame...

-Lo haré- afirmó esta con un dejo de tristeza en su voz. Ella sabía que nada pasaría, ella sabía que Ginny seguiría sumergida en sus sueños, como cada día. La señora Weasley salió de la habitación y Hermione se sentó junto a la cama de la enferma y tomó una de sus manos. – Ginny, amiga... – fué lo único que atinó a decir. Ella no podía pasar horas hablándole como lo hacían otros miembros de la familia y algunos amigos. Sin poder evitarlo, Hermione terminaba llorando cuando trataba de hablarle. Era demasiado cruel, demasiado duro, después que pasaron tantas horas juntas en el dormitorio de Hogwarts, tantas horas en la habitación de Ginny en La Madriguera, tantas horas de planes, de confesiones, de consejos y de complicidad.

-No, no hay que pensar- se dijo Hermione para sí misma sacudiendo la cabeza. – No puedo hatarme al pasado, a los recuerdos. Este es el presente y el ahora. De nada me serviría recordar. Te cuidaré hermanita. Estaré aquí para lo que esta Ginny de ahora necesite.

Sin embargo no era tan fácil. Su pensamiento voló a Harry. –Qué estarás haciendo en este momento Harry Potter? Dónde estás?. Ella sabía que él estaba bien, no porque tuviera contacto con él, Harry nunca contestó ninguna de sus cartas, ninguna lechuza trajo algún mensaje de vuelta. Las pocas noticias que tenía sobre él, las aportaban el señor Weasley o Percy y todas se referían a sus logros en las misiones asignadas. -Por qué nunca has venido a verla Harry? –Se preguntó en silencio observándo a Ginny. – Acaso la olvidaste tan pronto? . Lo que Hermione no sabía es que el olvido no era precisamente el lado fuerte de Harry.

Harry abrió sus ojos y de un moviemiento brusco se sentó en la cama. Miró a su alrededor y se vió solo, el sueño se había repetido. Harry soñaba con Ginny, la veía junto a él en el campo de quidditch, volándo a su lado y riendo feliz, con el viento sacudiendo su cabellera roja. Otras veces la veía en el Expreso de Hogwarts, pero su sueño más recurrente era en La Madriguera. La veía sentada sobre un tronco nudoso junto al estanque y sin saber por qué, siempre la veía entre sus brazos y besándolo en los labios como solo Ginny lo había hecho. Harry se pasó las manos por entre el cabello y suspiró. Tengo que hacerlo- pensó. -Tengo que regresar, tengo que ver nuevamente su habitación, ver La Madriguera y verlas sin ella. Tengo que aprender que no está y no estará nunca. Voy a volverme loco, maldita sea!- exclamó. Sintió en su pecho nuevamente ese odio y esa sed de venganza que lo atormentaba. Sin pensarlo más, tomó su baúl, lo ható fuertemente a su escoba y decidió partir inmédiatamente para Londres. El viaje en escoba era muchísimo más largo, pero eso le daría tiempo para poner en orden sus ideas. El volar siempre lo había ayudado a conseguir un poco de paz y de equilibrio. Era como si al dejar la tierra firme, se alejaba de todos los tormentos, de todos los dolores y de todos los recuerdos.

Harry voló durante largas horas hasta que llegó a las afueras de Ottery St. Catchpole. Allí voló en forma de circulo sobre La Madriguera, agudizándo su vista para ver si lograba ver a alguien en el jardín. Reconoció cada una de las cinco chimeneas que se levantaban de forma graciosa y asimétrica un poco por todas partes. Reconoció el techo del cobertizo donde el señor Weasley encantaba toda clase de objetos muggles. Reconoció también cada tronco nudoso del jardín, el estanque de agua verde donde saltaban algunas ranas y reconoció, principalmente, ese sentimiento de haber llegado al hogar, ese sentimiento que lo invadía cuando pasaba sus vacaciones de verano antes de partir para Hogwards.

Tomándo un poco de aire y sin pensarlo más, Harry inclinó suavemente hacia el suelo el mango de su escoba y se dispuso a aterrizar sobre el cesped del jardín de los Weasley que, como siempre, necesitaba ser podado.

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Próximo capítulo: Capítulo 3. Como una segunda muerte.

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Espero que les haya gustado el capítulo. Y por favor DEJEN SUS CRITICAS... LAS NECESITO! Prometo actualizar lo más pronto posible. Gracias a todos por sus mensajes y correos...