Recuerden que solo la historia es producto de mi imaginación... Los personajes pertenecen a J.K. Rowling y a la Warner Bros.

Capítulo 6. Número doce de Grimmauld Place

Harry mantenía la mano de Ginny entre las suyas.

-Qué hacemos aquí?- Preguntó ella extrañada.- Pensé que no te gustaba regresar a este lugar.

- Y no lo hago, de hecho, sólo he venido un par de veces en todos estos años.- contestó Harry- pero sinceramente no conozco un sitio mejor donde podamos hablar sin ser molestados.

El corazón de Ginny dió un vuelco al caer en cuenta que estaban completamente solos y sin riesgos de visitas intempestivas. Harry rodeó a la joven nuevamente entre sus brazos y besándola suavemente en la comisura de los labios, le preguntó:

-En qué habíamos quedado?

Por toda respuesta, Ginny cruzó sus brazos detrás del cuello de Harry y se rindió a su beso. Pasaron algunos minutos gloriosos donde sólo el intercambio de besos importaba. Poco a poco, los pensamientos de Ginny comenzaron a aclararse.

-Harry, espera- dijo mientras trataba de apartarse un poco de él.- Dijiste que teníamos que hablar.

-Después Ginevra, después... –suplicó Harry de una voz ronca sin abrir los ojos. El no recordaba haber sentido antes esa euforia y esa mezcla de deseo y ternura. Le gustaba lo que sentía en su cuerpo mientras besaba a Ginny, le gustaba esa corriente que parecía agitar todo su ser. También le gustaba sentir la piel suave de la joven, la calidez de su cuerpo, el aroma de su piel. No, él no quería pensar, se sentía completamente feliz así.

-Harry- dijo Ginny tratándo de mantener sus ideas claras y haciendo uso de todo su autocontrol, cosa que parecía imposible.- Ven, vamos a sentarnos, creo que necesito un poco de reposo.

Harry y Ginny se encaminaron al mueble hubicado al fondo del salón. A llegar frente a él descubrieron un nido de chizpurfles que habían hecho de los cojines su vivienda. Al hacercarse los dos magos, las diminutas criaturas mostraron su colmillo. Harry y Ginny los observaron un instante. Divertidos y riendo se miraron entre ellos.

-Nooooo- dijeron al mismo tiempo mientras hacían una mueca.

-Parece que esta vivienda necesita nuevamente una buena limpieza. – observó Ginny.

-En efecto, - dijo Harry- no quiero ni imaginar cómo estará la cocina.

-Mejor cenamos en casa- añadió Ginny riendo.

De un movimiento de su varita, Harry encendió el fuego de la chimenea y luego hizo aparecer un gran sofá. El se sentó aún sin soltar la mano de Ginny, ella permaneció de pie frente a él, mirándolo desde su altura. Se veía realmente muy bonita, con la luz de las llamas haciendo brillar su cabello rojo, su cuerpo perfectamente dibujado bajo el vestido que se ceñía a su piel y sus ojos almendrados brillando como luceros. Harry suspiró y sin resistir más la atrajo hacia su cuerpo, la hizo sentar sobre sus piernas, la acomodó entre sus brazos y comenzó a besarla nuevamente.

Luego de algunos minutos y decenas de besos sus rostros se separaron y Harry apoyó su frente en la de Ginny. Ella abrió lentamente los ojos y pudo ver que Harry aún permanecía con lo sojos cerrados. La joven podía sentir el corazón de Harry que latía salvajemente y su respiración entrecortada.

-Ginny, yo... - comenzó a decir Harry- Yo quiero pedirte perdón.

-Por qué? – preguntó Ginny

-Por no haber hecho lo que te prometí, por no haberte cuidado como le prometí a tus padres

-Calla tontuelo- suplicó Ginny poniendo un dedo dobre los labios de Harry. Este beso el dedo y continuó:

-Mi vida ha sido un caos Ginny, un caos desde entonces. Creí volverme loco e hice cosas de las cuales no estoy orgulloso.

-Qué cosas? . preguntó Ginny asustada. Ante el silencio de Harry, ella continuó.

-Cho? Es eso, verdad?

Harry asintió. Ginny sintió que esos momentos mágicos se desvanecían lentamente. Una horrible punzada atravesó su estómago. Se incorporó para ponerse de pie. Harry no intentó detenerla.

- Te casas... definitivamente?- preguntó Ginny temiendo ya la respuesta.

-Tengo que hacerlo- contestó Harry.

-Tienes o quieres? Son dos cosas muy diferentes, por si no lo sabes Potter- dijo dolida.

-Conozco la diferencia, Ginny- contestó Harry apreciando el sarcasmo de la joven.

Ginny se volvió. Harry se había puesto de pie y estaba nuevamente frente a ella. No, no permitiría que él viera ni una sola de sus lágrimas.

-Muy bien Potter- continuó la joven. –Dijiste que querías hablarme, así que imagino que es hora de empezar las explicaciones, que de paso sea dicho, no te las he pedido.- Se sentó nuevamente en el borde del sofá con la espalda muy recta y cruzándo sus manos en el regazo.

Harry la miró por un momento. Lentamente se arrodilló frente a ella y la miró directo a los ojos.

-Perdóname Ginny. No hay explicación que valga. Pero no puedo dar vuelta atrás. Yo... yo no sabía que tú volverías... Te he traicionado.

Ginny tragó saliva y cerró los ojos. No, eso no podía estar pasando.

-De todas maneras, tú no tienes la culpa, Harry. Como tú bien dices, tú no sabías que yo... volvería.

- Debí esperar...

-Esperar qué? Esperar que yo regresara del más allá? – Interrumpió Ginny con un dejo de amargura en su voz. – Crees que podrías haber esperado a que regresara a tí como un fantasma?

- Eres cruel Ginny- dijo Harry dolido pensándo que, de alguna forma, la pelirroja se burlaba de él.

- No Harry, no soy cruel. Soy realista. Comprendo que las circunstancias no nos ayudaron. No tengo nada que reprocharte...

- Sí! Sí tienes! – exclamó Harry indignado. – Debí regresar antes, es más, no debí partir nunca. Debí escuchar a Hermione, a Ron, a Lupin, a...

-Harry! – interrumpió Ginny- Con lamentarte no vas a hechar el tiempo atrás.

De pronto, en el cerebro y en el corazón de Harry, una pequeña luz se abrió paso.

-Sí, si podemos- dijo suavemente.

Ginny lo miró un segundo sin comprender, después exclamó:

-No, no y no! No Harry, esa no es la solución- Ginny comprendió que Harry pensaba en usar un giratiempos, ese pequeño reloj de arena que él ya había utilizado una vez, cuando rescataron a Sirius de la torre del colegio. – Además – continuó Ginny- El giratiempos te permite regresar horas en el pasado y estamos hablando de cuatro años.

-Hay varios tipos de giratiempo – dijo Harry.

-No, Harry. Esa no es la solución. Has pensado en los demás? En todo lo que se ha logrado en este tiempo? En todo lo que la gente ha hecho? Es una locura!

-Nuestra locura!- dijo Harry mientras abrazaba a Ginny por la cintura. – Puedo arreglarlo.

-Harry, no. Y es mi última palabra. No podemos sr tan egoístas.

-Egoístas Ginny?- Harry la soltó, parecía enfurecido.- Y tú crees que la gente no ha sido egoísta conmigo? No tuve infancia, Ginny! Tía Petunia y su familia me la robaron, así como el recuerdo de mi madre. No tuve juventud porque siempre estuve tratando de salvar mi pellejo de las garras de Voldemort. Era sólo un joven cuando vencí a Voldemort y el mundo mágico se vió al fin liberado... y desde entonces no tengo vida. Soy muy egoísta por desear tener a mi lado la mujer que quiero?- La voz de Harry sonaba desgarrada. Una profunda amargura traspasaba su voz y se reflejaba en su rostro. Ginny quedó en silencio sabiendo que, de alguna manera, él tenía razón. Ella lo miró y se acercó al joven.

-Por qué no rompes simplemente con ella? No puede ser tan grave.

Harry se sentó y bajó la cabeza.

-Hice el juramento irrompible- dijo en una voz apenas audible.

-Que tú qué?- Ginny no podía dar crédito a sus oídos- Por qué, Harry?

-Te dije que había hecho cosas de las cuales no estaba orgulloso...

-Harry, seguro hay una solución- Esta vez fué Ginny quien se arrodilló frente a él.

-Conoces alguna solución para eso Ginny? – Harry la miró a los ojos y sonrió con amagura.

-Pero, por qué lo hiciste?- preguntó Ginny.

Harry se levantó y dió algunos pasos en el salón, parecía estar considerando su respuesta.

-Lo lamento Ginny, no te lo puedo decir... No revelar nada a nadie es parte del secreto.

La pelirroja decidió no insistir más. Lentamente se puso de pie y se acercó a Harry que estaba de espalda a ella, observando por la ventana. Ella lo abrazó y reposó su cabeza en la espalda de Harry. El joven suspiró y tomó entre las suyas las manos que se apoyaban en su abdomen.

-Déjame quedarme a tu lado... el tiempo que falta para tu matrimonio – susurró Ginny.

Harry dió media vuelta, tomo la barbilla de la chica y alzó su rostro.

-Qué quieres decir?- preguntó un poco desconcertado.

-Sólo eso. Quiero estar a tu lado este tiempo. – Ginny no podía creer lo que ella misma decía, sin embargo continuó.- Quiero ser tu amiga, compartir tu tiempo, estar a tu lado. Quiero tener un poco de lo que nunca tuve y de lo que nunca más tendré.

-Ginny- dijo Harry con voz ronca.- No puedo hacerte daño. No puedo engañarte.

-No me estás engañando Harry. Yo sé muy bien que sólo podré disfrutar de tu compañía durante dos meses... después- su voz se quebró- después tú harás tu vida y yo la mía.

- Sólo amigos?- preguntó Harry.

Ginny suspiró antes de responder. Su cuerpo se despertaba ante el contacto de Harry. Ella quería más que una simple amistad, pero su mente la alertaba que el sufrimiento sería peor.

-Sólo amigos- afirmó decidida.- Será una etapa de transición para los dos.

-Amigos especiales?- se aventuró Harry con una sonrisa.

-Siempre hemos sido amigos especiales- dijo Ginny sonriendo, tomando las palabras de Harry en el sentido más inocente. Harry inclinó su rostro y su boca atrapó los labios de Ginny. El beso fué exigente, desesperado. Cada uno puso su vida en él. Luego de unos minutos, Ginny se separó tratando de recuperar la cordura.

-Harry... eso no es un beso de amigo! – exclamó sin mucha convicción.

-Mañana Ginny- susurró Harry aún con los ojos cerrados y abrazando más fuerte a Ginny para atraerla hacia su cuerpo. – Mañana comenzamos...

Las manos de Harry se deslizaban por la espalda desnuda de la chica, luego bajaron a la cadera y a través de la suave tela del vestido, Harry sentía el cuerpo de Ginny palpitar. Harry condujo a la chica hasta el sofá sin dejar de besarla y suavemente cayeron sobre él. Ginny quedó atrapada bajo el peso del cuerpo del joven mientras correspondía a sus besos y acariciaba su espalda. Al fondo del salón, de un viejo reloj salió la figura de un troll que, dando siete mazazos, anunció la hora de la cena.