Los rayos del sol afloraban por los reducidos pero numerosos espacios de entre el espeso follaje, iluminando así el basto pasto y las frías piedras y numerosas rocas. Numerosos pájaros daban la bienvenida a los nuevos visitantes del parque, propiedad del Club.
Y esos nuevos visitantes no eran ni más ni menos que niños de seis años, que correteaban felices y contentos de un lado para otro, en la entrada del club, mientras sus profesores iban hacia la casa rústica dónde todo ser viviente les daba la bienvenida a su paso.
-¿Qué es todo ése griterío? - preguntó una bella pelirroja, que en ése momento estaba sentada en una mesa pequeña redondeada de madera, mirando por la ventana.
-Según me han dicho, hoy viene un grupo de niños a hacer campamento... - mencionó un chico moreno de ojos azules que en ése momento entraba por la puerta abierta.
La chica no dijo nada, ni tan siquiera le miró. Ryo, por otra parte, comprovó la cafetera que se estaba calentando en una pequeña cocina de la casa. Decidiendo que el café ya estaba lo suficiente caliente, cogió dos tazas no muy grandes y la cafetera, y los llevó hacia la mesa. Rika saltó de la mesa y se sentó en una de las sillas de alrededor. El chico Akiyama le puso una taza en frente y empezó a llenarle la taza a la chica. Cuando estubo suficiente llena llenó la suya y se dirigió de nuevo al fuego para que la cafetera conservara el calor, por si sus compañeros también necesitaban café para despejarse a esa hora de la mañana.
-¿Leche? ¿Azúcar? - preguntó el joven.
-Azúcar – le contestó secamente la pelirroja.
Pasandole un cuenco lleno de pequeños terrones, el chico se sentó en frente de la chica y la observó con interés mientras ella se ponía el azúcar y se llevaba la taza a sus labios.
Había pasado ya una semana des de que Rika Makino, la gata pelirroja de Ryo, había llegado a trabajar. Y en esa semana aún no había dado ninguna clase. Yolie, había dicho que en una semana ya tendría a sus alumnos preparados. Había habido algunos que se habían borrado o apuntado al último momento, además de que, antes de que la chica llegara, estaban renovando todo el material referente a ésa actividad. Por lo visto, las dianas y las ballestas se habían retrasado durante ésa semana, y habían llegado hacía apenas pocos días. Ése día sería la primera clase de la chica.
Mientras, la chica, había estado durante toda la semana con quien había llegado a considerar su peor pesadilla. Ryo Akiyama. El imbécil más perfecto que existia, según la chica de violáceas orbes. Y durante ésa semana, el chico no había dejado de acosarla, intentando, penosamente según ella, seducirla. Y la chica ya estaba harta. La chica ya pasaba de gritarle y gastar saliva en un tipo cómo él, por lo que ahora lo ignoraba y intercambiaba las mínimas palabras con él.
-¿Nerviosa? - preguntó Ryo, con la taza en sus labios, mirando con atención a la pelirroja con sus ojos azules.
-¿Por que? - preguntó ella, indiferente.
-Es tu primera clase...
-¿Y qué?
-Pues que es tu primera clase, supongo que estarás ni que sea un poco nerviosa.
Rika sonrió ante el comentario con ironía.
-Si para esto he de ponerme nerviosa... ¿Cómo me habría puesto al hacer otras cosas...más...? - empezó la chica, mirando a Ryo con un toque de misterio que envolvió al chico en una ensoñación bastante extraña.
La moto iba a una velocidad extrema, mientras, detrás de ella, la oscuridad de la noche se cernía sobre ella, y tres motores estridentes más se escuchaban en la carretera.
Otras dos motos iban detrás de la moto primera y un coche negro iba a la cola. Siendo más hábiles las motos, pasaron del coche y se dirigieron a perseguir al perseguido. Dos pares de ojos furiosos viendo cómo su objetivo se escapaba, y un par de ojos brillantes de victoria se podían percibir tras los cascos integrales oscuros. Sólo las motos traseras usaban las luces, la de delante apenas se percibía de no ser por los indicadores de freno, cosa que pocas veces utilizaba el perseguido.
Los bramos furiosos de las motos se oyeron por todos los acantilados de aquél lugar, haciendo que la mar se abravara más.Por mucho que corrieran los perseguidores, su presa siempre se escapaba, ondeando la oscura gabardina que en ocasiones llevaba, mofándose de ellos tras el casco integral. Un par de fintas extraordinarias y unos adelantamientos muy arriesgados después, la supuesta presa desapareció del campo de visión de las motos, que se pararon en medio de la carretera, seguidas unos instantes después del coche, escudriñando la oscuridad.
Un motor detrás suyo, muy cerca, les alertó, y unos golpes secos y impactos en la carrocería del coche después, los perseguidores se vieron perseguidos por su ex perseguido, siendo él el cazador, y ellos, la presa. Los disparos acabaron enseguida, y el bramor de la moto trasera, se vió rápidamente callado por una tremenda explosión contra una gran roca que, instantes después, con la moto, caía al mar. No había motorista. En otro lugar, una sonrisa se torcía, y unos ojos centelleantes se enorgullecían.
-Buen trabajo... - susurró la silueta, contrastando el negro con la blanca luna.
-¿...atrevidas? - terminó la chica, haciendo que el joven saliera de su mundo.
-¿Qué? - mencionó Ryo, medio desorientado. La chica sonrió, al ver que el joven no era tan fuerte como aparentaba ser.
Los gritos y juegos de niños se fueron apagando sopresivamente, dejando una tranquilidad algo incómoda.
La pelirroja Makino se cruzó de brazos sobre la silla, cuando acabó su taza. Ése día, la chica llevaba unos pantalones cortos por encima de la rodilla color oscuro, una camiseta de tirantes blanca, y un chaleco oscuro abierto. El cabello se lo había recogido en una cola de caballo no demasiado alta, por lo que el cabello aún le quedaba largo.
Ryo, por su parte, llevaba unos pantalones caqui largos y una camiseta del mismo color entreabierta. El chico se acercó a ella, levantandose de la silla, pasando por detrás de ella, muy cerca, rozandole ligeramente el cuello con sus dedos, para ir a mirar a otra de las ventanas. La chica se apartó de inmediato, pero el moreno ya estaba lejos de su alcance, estando sentada.
-¿A qué hora tienes la primera clase? - pregeuntó el chico de mirada azul, al parecer, desinteresadamente.
-A las diez.
-¿Y para qué has venido tan pronto? - le preguntó el chico, ahora mirándola. Pero ella no le correspondió a la mirada, ya que tenía su mirarda violácea puesta en la puerta abierta de esos momentos.
-No me gusta estar sola en casa.
-¿Te asusta estar sola? - preguntó Ryo enarcando las cejas y sonriendo. La chica le miró con severidad, mientras se sonrojaba un poco. ¡Eso si que era novedoso! ¿Rika sonrojándose?
-No me malinterpretes, Akiyama, que no es lo que tu crees. Mi familia está fuera, y no me apetece estar hablando con... ¿Por que te explico estas cosas? - pregeuntó de pronto, dirigiendo una mirada de profundo odio al chico, que no pudo más que soltar una carcajada - ¿De que diablos te ríes?
-De nada...
-Akiyama... - dijo la voz de la pelirroja, peligrosamente tranquila. Si algo no soprotaba Rika, era que la dejaran intrigada.
-No es nada – el chico no tenía ningún inconveniente en decírselo, pero le apeteció en ese momento ver a la chica suplicándole algo.
-No pienso humillarme más, Akiyama, si hay algo que no soporto, es que me dejen intrigada. Por lo que vés alargando la labia, por que me lo vas a decir, o por las buenas, o por las malas... - susurró la chica, acercándose con increíble habilidad al chico, sorprendiéndolo, ya que en ése preciso instante había vuelto a mirar a la ventana.
-¿Y que me harás, si no te lo digo por las buenas? - preguntó el moreno, sensualmente, mientras pasaba uno de sus brazos por la cintura de ella. Por extraño que parezca, la chica no se deshizo del brazo de él, si no que se arrimó a su pecho y esbozó una sonrisa que quería ser inocente, y que logró cautivar al chico, que se acercaba lentamente a sus labios, no tomando conciencia de sus movimientos.
Los ojos de la chica se cerraron, siendo imitada por el moreno. En el isntante en que la chica dejó de notar la mirada física del chico, pero no la mental, Rika abrió los ojos con la mirada centelleante. La sonrisa, antes inocente, se transformó en una sonrisa burlona y hasta cierto punto, cruel. Con un ágil y rápido movimiento, alcanzó una navaja pequeña que había encima de la mesa y la puso en el cuello del joven, que ante el frío contacto, abrió los ojos instintivamente. Cuando se encontró la sonrisa cruel de la chica entre sus brazos y la navaja en su cuello, no tuvo menos que sonreír al verse ganado, pero su mirada no mostraba lo mismo.
-Dos pueden jugar al mismo juego – le respondió a su mirada, el chico. Con un extraño movimiento, el chico consiguió coger a Rika, que sorpendida por la rapidez del chico, no podía menos que forcejear. La chica estaba encima del hombro del moreno, que tras unos pasos, ya que la estancia no era muy grande, logró alcanzar un sofá verde que había tras la puerta, depositando después a la chica en él, delicadamente, pero al mismo tiempo, salvaje.
Ryo cogió a la chica con una mano una de sus manos, poniéndola en el cabezero del sofá. Él, mientras, se sentó al lado de la pelirroja, inclinado sobre ella.
-¿Lo ves? No eres la única que puede jugar de esa forma...
-Eres extraño, Akiyama... - susurró la chica, perforando al moreno con su mirada – extraño, pero no lo suficiente listo para mí...
Ryo se extrañó ante ésas palabras, y más ante la enigmática sonrisa que la chica acaba de ofrecele. Pero contuvo la respiración y abrió los ojos ante la sorpresa al notar un objeto alargado y frío en su estómago. Miró de reojo el suelo, dónde se encontraba la pequeña navaja que se le había caído a su gata al forcejear.
Rika Makino sonrió, al verse coronada reina de nuevo, y con un pequeño ruido, quitó el seguro de la pequeña arma que albergaba en una de sus manos, apuntando al estomago del chico.
-Dejame, Akiyama... - el chico iba a obedecer, pero un canvio de planes de la chica no lo dejó – espera, no te levantes aún...
-Podría entrar cualquiera en cualquier momento, Makino, además la puerta está abierta, por mucho que esté detrás, se vería y se oirían cosas... si quieres, nos vamos al almacén, a éstas horas estará vacío, además, conozco un sitio allí, que... - empezó chico, a modo de burla.
-Aparta, depravado! - le gritó la chica, empujando al joven, haciendo que se levantara y se la quedara mirando.
-¿Autodefensa? - preguntó burlón el chico, mirando la pequeña pistola negra que la chica tenía en las manos.
-Podría ser...idiota – susurró la chica.
-Si alguien te la viera, podrías tener problemas – inquirió el joven, sonriente y alegre por el juego que había tenido con su gatita.
-No te preocupes, lo que podría pasar es problema mío, no tuyo...
-Pero tus problemas también me afectan a mi. - inquirió Akiyama.
-¿Y eso? - preguntó la pelirroja.
-¿Realmente quieres saberlo?
-Mejor no...además – dijo la chica, incorporándose y mirando a la pistola – esta pistola es muy antigua, ya no se fabrican el tipo de balas que necesita. Además de eso, añádele el que tenga el cañó algo desviado y esté travada.
-Gracias por decírmelo.- su tono de voz sonó sensual y insinuante, cosa que captó la pelirroja que le dirigió una mirada plagada de frialdad y odio. Ryo sólo reaccionó volviendo a sentarse mientras ella seguía impasible a los movimientos que invitaban a algo más del chico.
-Ni se te ocurra, Akiyama...podrias pagar muy caro por cualquier bobada tuya... no me conoces, Akiyama.
-¿Qué puedes hacerme tu, mi gata?
-Mejor no saberlo... - desafió ella, alertando los sentidos ocultos de Akiyama, que empezó a extrañarse de algo sin sentido.
-
En ése preciso momento, se escuchó una leve repimenda por parte de una voz amena a todo aquella, que se les acercaba a buen paso, seguida de unos pasos más. El chico miró por la puerta, mientras la chica se levantaba con la agilidad de un felino. Pocos segundos después, Hikari Yagami, hermana menor de Taichi, entraba en la habitación seguida de cerca por un pequeño niño, de no más de siete años rubio y con los ojos muy verdes.
-Hola, Kari – saludó Ryo a la chica, que era de cabello castaño y ojos del mismo color, con una bella sonrisa y un cómodo conjunto amarillo de pirata y camiseta de manga corta.
-Hola, Ryo! - saludó alegremente la chica. El suave sonido de la ropa de Rika hizo que se volteara – ah, también estás aquí, Rika, buenos días!
Rika prácticamente conocía a casi todo el mundo del Club, y a Kari la había conocido dos días después de su primer contacto con el baboso de pasta dental. La gata le respondió con un gruñido que venía a ser un modo de saludo, que según Ryo, no era muy educado, pero Kari pareció entenderlo y aceptarlo de tal modo, que le dedicó otra de sus bellas sonrisas.
Después de aquello, la morena cogió una mano pequeña en comparación, y la atrajo hacia dentro de la habitación, descubriendo a un niño rubio ante los ojos de la joven pareja.
-Venga, Koutaro, sientate en ésa silla y espera a que venga, que iré a buscar el botiquín... - repuso la morena Yagami. El niño asintió tímidamente, y se quedó parado tras haber partido en busca del famoso botiquín prometido por Hikari, en medio de la habitación. No miraba a ninguno de los adultos ahí presentes.
Ryo, al ver que el chico era bastante tímido, le dedicó una tierna sonrisa, mientras que Rika desvió la mirada, ahora malhumorada, hacia la ventana dónde había comenzado el desgraciado juego con Akiyama.
-¿Que te ha pasado? - preguntó amablemente el castaño. El niño desvió su mirada verde de sus zapatos, aparentemente mucho más interesantes que el resto de la habitación, hacia sus ojos, que se entumieron de timidez y se bañaron en pequeñas lágrimas, mientras se señalaba la rodilla que tenía al aire tras sus pantalones cortos, dónde se podia observar una pequeña herida, que dolía más a la vista que impresa en la piel. Ryo sonrió ante la timidez del niño, y dándole la mano, lo condujo a una de las sillas de la mesa, que apartó de la mesa y la situó delante de la ventana. El niño se sentó con la ayuda de Ryo, ya que al parecer al niño le escocía la herida, en la silla y le sonrió vergonzosamente.
Mientras, Rika observaba la escena de reojo, con una mirada furibunda en dirección al chico castaño.
-Vamos a ver la herida... - dijo Ryo mientras se agachaba para estar a la altura del niño sentado. Entonces, puso cara de sorpresa y voz emocionada – Pero menuda herida! ¿Acaso has luchado contra un oso o algo por el estilo? - le preguntó al niño con apariencia de interrogatorio, a lo que el niño dejo ir una pequeña carcajada medio escondida en su garganta – Te tiene que doler mucho! ¿Verdad? - el niño negó sonriendo – vaya! Si esto me pasara a mi, ya estaria llorando... parece que has luchado contra un oso... ¿Has luchado contra un oso? - preguntó de nuevo Ryo, haciendole pequeñas cosquillas en las costillas al niño, haciendo que se riera mientras negaba.
-Bah... - susurró Rika, mientras ponía una mueca de asco y salía de la habitación, cerrando la puerta con un portazo, sobresaltando a Ryo y al pequeño. El pequeño se empequeñeció, pensando en que había hecho algo que la había disgustado, pero el chico, viendo la expresión del niño, negó y le susurró al oído.
-Es que ella le tiene miedo a los osos, y ahora está algo tensa al oír que te ha atacado un oso... - explicó a modo de solución al pequeño, a quién se le iluminó la mirada y sonriente, le respondió con voz aguda y pequeña:
-A mi no me ha atacado ningún oso...
Ryo enarcó las cejas, cómo si no se lo creyera.
-¿No? ¿Y esa herida?
-Me caí mientras jugaba con Wataru...
-¿Sólo te caíste? Por que parece una herida muy grande y dolorosa! Yo hubiera llorado mucho, ¿Has llorado tú? - le preguntó el moreno de ojos azules con aparente sorpresa.
El niño negó, mientras Ryo ponía cara asombrada.
-Que niño tan valiente! ¿Y te ha dolido?
El niño volvió a negar, mientras Ryo soltaba un silbido de admiración. Tras unos segundos en silencio, en los quales el niño miraba a Ryo con simpatía, el chico volvió a hablar.
-¿Cómo te llamas, grandullón?
-Koutaro.. - dijo en voz vaja el ahora niño de nombre Koutaro.
-Koutaro, eres un niño muy valiente... no te preocupes si te escuece, cuando venga Kari con el botiquín y te lo cure, te dejará de doler en un momento... - sonrió el niño ante lo dicho por el chico de hemosa sonrisa blanca -¿Tu monitora es Kari?
-Si, es muy buena, y eso que solo la conozco des de hace pocos minutos...
El chico moreno sonrió y asintió.
-¿La chica que se ha ido también va a ser monitora nuestra? - preguntó después le niño, con algo de temor en la voz. Ryo se sorpendió al notar el nerviosismo de la voz del niño, más la voz de Kari contestó a la pregunta formulada.
-No, pero puede pasarse algun día, si quieres, puedo tratar de convencerla... - dijo mientras le daba el botiquín al moreno, que lo abrió y empezó a desinfectarle la herida, provocando leves muecas al niño, que negó tras la respuesta enérgicamente.
-¿No? - preguntó Ryo, mientras acababa de curar al niño. Koutaro sólo atinó a negar al ver pasar a la pelirroja por en frente de la puerta que habia sido abierta por la castaña Yagami, junto a otra de pelo liláceo.
-¿Por qué?
-Por que...me da un poco de miedo... - dijo el niño en un susurro que escuharon los jovenes, que sonrieron.
-Pues tranquilo, que no muerde... o al menos, de momento... - eso último lo dijo más para él mismo que para los demás, que pudieron escucharlo perfectamente, causando una carcajada a Hikari y una mueca de terror al niño.
-Anda, Ryo...
-Oye, Kari, yo de tí no dejaría a los niños solos mucho tiempo...
-Están con Willis...
-Pobre Willis, entonces... ves con él, luego ya llevaré yo a Koutaro, no te preocupes... - le mencionó Ryo, mirandola con una sonrisa que derretía a cualquier mujer. Kari solamente sonrió contenta, mientras asentía y salía por la puerta, abandonando la habitación mientras saludaba con la mano.
-Eres un sol, Ryo... - decía mientras se alejaba.
Un minutos después, todo seguía silencioso, mientras Ryo recogía el botiquín.
-Rika, ya puedes pasar, no hace falta que te escondas... - mencionó el castaño sin tan siquiera mirar a la puerta, dónde, en el umbral de ella estaba apoyada una bella pelirroja.
-No me escondo, idiota...
-No insultes, que hay niños delante...
-¿Acaso idiota es un insulto, o uno de los adjetivos que te describen? - preguntó, haciendo la pregunta retórica.
-Supongo que las dos cosas, gata... - le contestó Akiyama con voz cansada.
La pelirroja pasó por la puerta y se detubo a escasos pasos de ambos, mirándolos aún sin quererlo. Koutaro, al notar su mirada sobre él, bajó la mirada de nuevo hacia sus zapatos. Ryo se percató de ello y, tras dirigirle una mirada a Rika, el chico empezó a explicar para tratar de tranquilizar al niño.
-Ya se lo he contado, Rika, no has de estar tensa, Koutaro ya lo sabe... - empezó el moreno, mirando al niño de ojos verdes con una sonrisa.
-¿Qué? - preguntó, perpleja la chica.
-Lo de los osos... - insistió el castaño, sonriendo al niño con alegría.
-Tu estás mal, Akiyama...
-Le he contado a mi amigo Koutaro tu miedo a los osos...
-¿Tú estás loco o qué, Akiyama? ¿De qué estás hablando? - preguntó, cada vez más enojada la chica.
Ryo miró a la chica cambiando en el proceso su mirada antes sonriente, a una con cierto destello de enojo.
-Lo de tu pánico a los osos... - dijo, recalcando cada palabra de la frase.
Rika, entendiendo, se mordió la lengua, y con mirada insolente, volvió a abandonar la habitación, tras recoger del suelo la pequeña navaja que aún no se había recogido. Su última mirada fué dedicada al niño, que no tuvo valor para aguantarle la fuerte mirada que ella le profesaba . Dejando la puerta abierta, la chica volvió a irse. Tras otros minutos en silencio, el niño, viendo que Ryo aún tenía su mirada azulada posada por el lugar dónde la chica había abandonado la habitación.
-¿Es tu novia?
La pregunta le vino tan de repente, que en un giro tan brusco del cuello, un suave crac se oyó, haciendo que el chico se masajeara la zona dolorida mirando al niño con cautela y sorpresa.
-¿Cómo?
-Que si es tu novia... - repitió el niño.
-¿Que te hace pensar eso? - preguntó Ryo, frunciendo el ceño.
-No se – dijo el niño, con cautela, evitando la mirada del joven – Por la forma en que la mirabas, el tono que has utilizado para hablar con ella y la ignorancia de ella hacia tí...
-¿Realmente tienes seis años? - preguntó Ryo, muy sorprendido. El niño asintió, contento, pero tras ponerse serio de nuevo, le volvió a preguntar.
-¿Es tu novia?
-No... exactamente... - dijo Ryo, tras pensarselo un poco.
-¿Cómo?
Ryo guiñó un ojo la niño mientras le hizo el signo de que lo siguiera. Lo iba a llevar junto a Willis y Kari, ya que ellos eran los encargados de los campamentos de los niños.
-Aún no lo es... pero lo será algún día, ya lo verás...
-¿Como estas tan seguro? - preguntó el niño, viendo la seguridad con la que hablaba su acompañante.
-Por que nunca se me ha resistido una mujer... y ella no va a ser la primera. Además, me interesa bastante... pocas veces, por no decir ninguna, había visto a alguien cómo ella...
-¿Estás enamorado? - le soltó el niño de sopetón.
Si el chico castaño hubiera estado bebiendo algo, hubiera regado el parque entero y ahogado al niño.
-No!
El niño no volvió a decir nada más, se quedó en silencio. Había pasado casi una hora des de que su gata salvaje había travesado la puerta de la habitación para irse por primera vez. El niño había estado fuera mucho rato.
-O por el momento no... - se sinceró el joven Akiyama, sin saber bien qué decir. El niño, enmudecido por una especie de gasa invisible, sonrió misteriosamente.
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Habían pasado algunas horas des de que Ryo hubo dejado al niño, y había pasado accidentalmente por el campo de tiro, comprovando que una pelirroja muy bella estaba enseñando en ese momento a un reducido grupo de dos hombres y dos mujeres cómo poner las flechas en la ballesta. La chica parecía muy tranquila. Ryo había temido que la chica, con el fuerte carácter de ella, saltara o descuartizara a cualquiera que no lo hiciera bien, pero tuvo la agradable sorpresa, de que, aunque la chica era fría y podría decirse algo impersonal con sus alumnos, enseñaba muy bien y explicaba las cosas con claridad y eficiencia, ayudándo a los que más lo necesitaban. Se pasó cinco minutos sin decir ni hacer nada, simplemente, admirando a la chica, maquinando un nuevo plan de seducción y pensando en las miles de cosas y reacciones que hubiera desencadenado su juego con la pelirroja, antes de que Kari y Koutaro llegaran. Se quedó unos minutos más observando cómo los alumnos de su gata empezaban a cargar sus respectivas ballestas con más repidez y con mejor precisión, para luego observar a su mentora, cogiendo su propia arma y accionandola, dándo limpiamente en el centro de la diana, recibiendo un genuino aplauso por parte de las mujeres, y silbidos mal disimulados por parte de los hombres.
-Pues ahora os toca a vosotros, las dianas ya están a quince metros, ése será vuestro primer nivel – dijo la joven con dureza, mientras se dirigia, mirando al suelo y con su ballesta en la mano, a la mesa que estaba pegada a las verdes redes que separaban ésa zona de la de las demás.
Ryo se acercó a esa zona, por la parte de fuera, y se colgó de la red, mientras miraba a Rika maniobrar con las flechas, y dándo indicaciones a los, de momentos, penoso tiradores. Nadie le conseguía dar a la diana, y acababa, o a medio camino en el suelo, o tal vez en el arbol más cercano, o en la diana del vecino.
-Lo haces mejor de lo que esperaba, pelirroja – le dijo el moreno Akiyama.
-¿Y cómo esperabas que lo hiciera? - le respondió la chica, mirando hacia el punto opuesto al de Akiyama, quedandose inexpresiva.
-Ryo! - gritó una voz detrás del chico. El joven se giró, viendo cómo Tai y Yamato se acercaban a él, con aire cansado y chorreando todo el cuerpo. Tai llevaba unas cuerdas en la mano, mientras Yamato daba indicaciones a un gran grupo de gente, cada uno con sus cascos, y se acercaba junto al grupo, a la casa, dónde entraron todos, menos el rubio, que se dirigió hacia el almacén.
-Pensaba que hoy os había tocado en partes diferentes... - dijo Ryo, aún colgado de la red, mientras el otro moreno le sonreía cansado.
-Si, me tocaba a mi en la parte este, el tramo dos, y a Yamato en la parte sud, en el último tramo... pero digamos que... mi grupo se ha desviado un poco de el itinerario de hoy.. - respondió el morerno de ojos chocolate.
-Si, y ha acabado chocandose con mi grupo, literalmente... - mencionó Yamato, ya parado al lado de Ryo, apoyando la espalda en la red.
Mientras, Rika escuchaba la conversación, supervisando a sus alumnos. Observó su reloj de muñeca, y miró de nuevo con sus ojos violáceos a las dos mujeres, que casi no atinaban ni a poner una nueva flecha en la ballesta.
-¿Ah, si? - preguntó interesado el moreno de ojos azules, mientras el rubio se desternillaba de risa.
-Si... no se que ha pasado, que me he despistado un momento, y cuando miré, los más jovenes de mi grupo, que no tendrán menos edad que nosotros, ya estaban a unos veinte metros del hombre que estaba más alejado del grupo. No pudieron parar las piraguas, o más bien, no sabían remar, y acabamos todo el grupo chocando con el de Yamato...
-Uno de los chicos ésos chocó violentamente contra mi, y me tiró al agua... - explicó el rubio, mientras se señalaba la camiseta totalmente mojada.
-Si... - Tai se reía al recordarlo, pero el rubio frunció el ceño y volvió a explicarse.
-Y mientras yo volvía a poner mi piragua en posición y la gente se reía, Yagami se partía la caja literalmente, sin darse cuenta de que estaba dejándose llevar por la corriente y haciendo que se chocara con tres mujeres de cuarenta y pocos años, terminando los cuatro en el agua...
Ahora era Ryo quién se desternillaba mientras señalaba a Tai con aire de burla, al igual que Yamato.
-Todo ha sido por culpa de ésos dos... y pensar que tienen nuestra edad, o quizá un poco más grandes, no sé...menuda mentalidad que deben tener... - dijo Ryo, apoyado de la misma manera que Ishida, olvidándose de su adorada y fiera pelirroja, que no perdía detalle.
-Mentalidad Akiyama... - dijo una voz detrás de los chicos.
El sonido agudo de un silbato cortó las risas de los tres jovenes, sobresaltándoles brevemente, haciendo que se girasen. Allí, descubrieron a la gata del joven Ryo, que sonreía por el comentario dicho, mirando a sus alumnos y cambiando de cara al instante.
-Anda, Ryo, Makino... - musitó Tai, mientras se apoyaba, como sus amigos, en la red.
-¿Es su primera clase? - preguntó Yamato, observando a la chica, que hacía señas para que se le acercasen sus alumnos, que se reían entre ellos, mirando hacia atrás, viendo flechas desperdigadas por doquier.
-Si... y no lo hace nada mal...
-Ella no sé, pero por lo que veo, sus alumnos no es que lo hagan precisamente mal... - contestó Ishida, muy sarcástico, observando una flecha en el suelo, a cinco metros de donde supuestamente, debían disparar la ballesta.
Los tres se callaron al ver que la pelirroja ya tenía al grupo reunido en torno a ella. Haciendo caso omiso al repentino silencio y interés de los chicos en verso a ella, Rika siguió con lo suyo. Empezó a hablarle a sus alumnos, de una manera muy dulce, pero con claridad.
-Voy a ser sincera con vosotros... ni yo era tan mala cuando cogí una ballesta por primera vez. La mayoría de vuestras flechas, no llegan ni a mitad del camino hacia la diana. Soy la maestra de una gente que lo hace penosamente... - la chica suspiró, dándole a la escena más dramatismo, cosa que consiguió por parte del pequeño grupo – pero juro por lo más sagrado, que de aquí saldreis siendo de los mejores...
-¿Mejor que tú? - preguntó una voz asidua a la conversación.
-Nadie es mejor que yo. - respondió sin inmutarse Rika.
Todos los presentes se voltearon, encontrando tras las dianas mientras recogia una única flecha clavada en el centro de la diana, a un chico alto, de cabello oscuro y gafas de sol que ocultaban sus ojos. A pesar de ser verano, el chico llevaba una gabardina negra y la mano desocupada en el bolsillo. Rika frunció levemente el ceño.
-Tu no eres de mi grupo, no estás en mi lista.
-Vengo a visitar... sólo estaba mirando...
-Pues si sólo estás mirando, sigue haciéndolo, pero en silencio... estoy dando clase.
-Pero.. - el joven miró vagamente su reloj de pulsera, mientras los tres monitores, apartados de todo aquello, miraban al venido con desconfianza. Algo no andaba bien en él.
-¿Quién será? - preguntó Tai, mirando la recién expresión de enfado de a cara de su compañera pelirroja.
-Ni idea, pero no me gusta ni un pelo... - contestó Ryo, secundado por el rubio.
-Ya es tarde, llevo rato mirando tu clase y entre teórica y práctica, llevas cosa de una hora y media pasadas... - dijo el joven oscuro, mostrando una sonrisa torcida en sus labios.
Una de las mujeres miró su reloj de muñeca y asintió ante la respuesta del nuevo. Rika iba a replicar cuando el chico de las gafas de sol sonrió de otra forma. Ya no sarcástica, si no sincera. Eso relajó un poco el rostro de la pelirroja, aún sin quitarle desconfianza. Rika ya sabía de qué hablaba el chico y a que había venido. Una expresión cansada y con algo de enojo se mostró en su rostro.
-Ya hemos acabado por hoy... largaos, y será mejor que para la próxima clase os mentalicéis bien, no quiero a otra panda de perdedores... - dijo señalando con la cabeza dónde tenían que depositar las ballestas y las flechas. Todos respondieron con un leve sonrojo y alguno con enfado, pues creía que no había estado tan mal el primer día. Las cuatro personas fueron saliendo del campo de tiro de felchas. La pelirroja y el nuevo aún estaban dentro, y el chico parecía dispuesto a coger otra ballesta.
La chica se giró hacia el grupo, compuesto por sus alumnos y los tres monitores, que miraban la escena con recelo.
-Akiyama, Ishida y Yagami os enseñarán lo que tenéis que hacer y a dónde os tenesi que dirigir ahora si sois nuevos.
-Tú no nos puedes mandar... - murmuró enfadado Akiyama, lo suficiente alto para que lo escuchara todo el mundo.
-Pues ya ves que lo hago... - le dijo la pelirroja, mientras observaba al moreno irse, arrastrado por sus compañeros – y lo peor, Akiyama, es que me haces caso!
El ruido de un mecanismo y la vibración de una cuerda rompió el silencio que en ése momento había por la zona. Las ballestas disparaban en el campo de tiro.
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Ryo se mordía la lengua, y se contenía a ir hacia allí y ponerse a espiar.
-Venga, Ryo, tranquilo... relajate un poco – le dijo su amigo Tai, mientrtas le ponía una lata de refresco en la mejilla, siendo cogida por Ryo, que miraba des de dónde estaba sentado, en dirección al campo de tiro.
-Hace cómo una hora que nos hemos ido, y ella aún no ha vuelto...
-Estará con ése tipo...
-Gracias Tai, eres un buen consuelo... - dijo Yamato, mirando por la ventana en la misma dirección – Ryo, mañana pásanos a buscar a eso de las diez, tenemos reunión...
-¿Dónde? - preguntó el moreno, interesado en un cambio de tema tan interesante.
-No lo se, me han dicho que esta noche me harán llegar un mensaje al móbil...
-Vale...
-¿Es de la...? - empezó Tai, a lo que el rubio cortó, asintiendo. Ryo también entendió y se dedicó a mirar a su alrededor, tratando de evitar mirar en la dirección de su gata, y escuchando las risas alejadas y las exclamaciones de los niños. Iba a ser una reunión de la ISIR. Posiblemente, una reunión rutinaria, entrega de los informes atrasados, y posiblemente información sobre una misión.
-Supongo que ése coche negro debe ser del chico ése que esta con tu pelirroja, Akiyama... - le dijo Yamato al joven, mirando un coche bastante lujoso descapotable negro aparcado a un lado de la entrada de la casa.
-...¿Le manipulamos los frenos? - dijo el mayor de los Yagami, ganandose una mirada seria del Ishida y una de asentimiento pícaro por parte del chico moreno de ojos azules.
-No se os ocurra...
-Hoy sólo es turno de mañana... y aún falta un rato para plegar... - dijo Tai.
Ryo miró al cielo que se podía divisar de entre el espeso follaje de la zona, viendolo limpio de nubes.
-Parece que va a llover... - mencionó. Su amigos miraron al cielo y asintieron, viendolo despejado como estaba.
-Tienes razón...y parece una buena tormenta...
Yamato, con sus azules ojos traspasó a sus compañeros, evaluándolos en silencio, para después visitar a tan famoso manto azul, tan arriba de sus cabezas.
-Esta no va a seer una misión fácil... - comentó – y nos vamos a mojar mucho...
La única respuesta fué un coro lejano de gritos y aplausos, por parte del campamento juvenil.
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El sonido sordo de las flechas aerodinámicamente preparadas para la rapidez al clavarse en la diana retumbaba entre los árboles. El mecanismo de la ballesta también tocaba en la orquesta, y el sonido del gatillo pulsado marca un nuevo agujero. Los sonidos se acaban, el viento suena entre las hojas verdes de los arbustos y árboles.
El sonido de una última flecha al clavarse en la diana retumbó de nuevo y de forma especial entre los árboles.
-¿Ha que has venido? - preguntó la chica, cortante.
-A mirar... ya te lo he dicho.
Rika ni lo miró, simplemente fué hacia la mesa que tenían detrás.
-Estamos solos, nadie nos oye.
-Los árboles están vivos... quién sabe si también tienen orejas. - respondió el muchacho, mirando atentamente a la chica. Con una mirada fría como el hielo, Rika posó sus ojos violáceos en el chico, que aún no se quitaba las gafas. No era necesario, ella lo conocía perfectamente.
-Loo sé, y no hay nadie que esté escuchandonos.
-¿Y los tres chicos de antes? - preguntó con interés mientras se acercaba a la chica, refiriéndose a Ryo, Tai y Yamato.
-No están por aquí... créeme, noto a Akiyama a más de un kilometro a la redonda...
El chico se acercó hasta dónde estaba ella, mirando las clases de flechas, ya que no todas eran iguale,s ni de marca, ni de forma. Se apoyó en la mesa.
-Si quieres que mire el encargo de tu padre, que me lo envíe – dijo Rika de improviso, causando una mirada de sorpresa tras sus gafas negras al chico. Pero, cómo ella, él logró disimular.
-Te lo ha enviado otras veces, y no nos has respondido.
-Sólo escojo los que más me interesan... los más importantes – dijo ella, impasible, sin mirarle una sola vez.
-Mi padre pagará lo que pidas... ya sabes que eso no es problema. - le contestó el chico.
Entonces, con un rápido movimiento, la chica tenía en la mano una flecha especialmente puntiaguda que amenazaba en ese momento el cuello del joven, quién sólo se inmutó ante la rapidez de la muchacha, y no ante el frío metal de su cuello. La chica sonreía.
-Ya sabes que no se trata de dinero...
-Aceptalo, entonces - le pidió el joven de la negra gabardina.
-No.
-¿Por que?
La joven Makino, cansada de aquél interminable juego, apretó un poco la flecha contra su cuello.
-Por que encuentro que podria contratar a cualquier otro, haría el mismo trabajo o mejor, y cobraría muchísimo menos... - respondió la chica.
-Sabes perfectamente que no haría el mismo trabajo... y mejor imposible. Eres la mejor. Y respecto a lo de cobrar, ya sabes, lo que quieras.
Rika sonrió.
-Tu padre te ha enviado para que me convenzas...
-Para asegurarse de que sabes de la existencia de nuestro encargo.
-He leído vuestros mensajes, todos. Cuando no respondo, es por que no suele interesarme...
-Tienes que hacerlo... por favor, Rika...
El chico quisoponer cara de pena,pero sin quitarse las gafas no lo conseguía.
-Una cara de cordero degollado no es lo tuyo... no lo entiendo – acabó la chica, separando la flecha del cuello del joven misterioso y poniendola en la ballesta. Después, volteó des del mismo punto, la mesa, y con un gran salto, se puso encima de ella.
-¿El que no entiendes?
La chica apuntó. El viento empezó de nuevo a soplar, haciendo estremecer a la joven mientras mecía los cabellos de ambos.
-El que hagas esto. No va contigo.
Rika Makino disparó. Y Rika Makino acertó, con mejor puntería que la de Robin Hood. El viento sopló con la fuerza de un ciclón, arrastrando hojas y quieriendo arrancar las ropas de ambos chicos.
-He cambiado, Makino... además... - dijo, tras mirar por encima de su hombro. La chica incó una rodilla en la mesa, mirándolo fijamente – no sólo te pagaríamos tus honorarios... mi padre acaba de recibir una información muy preciada... quizá te intererse.
Rika abrió de sorpresa sus orbes violáceas.
-¿Que información?
El chico se volteó hasta quedar cara a cara con ella.
-Acpeta el encargo y te juro que esa información será tuya...
-¿Pero que información?
-Una que te interesa mucho... y ya sabes de la que te hablo... he tenido que hacer grandes esfuerzos para conseguirla. Tenía pensado dártela para tu cumpleaños, te habría hechó más ilusión que cualquier otra chorrada... pero mi padre se enteró, y decidió aprovecharlo.
-Pero..
-Te lo juro, Rika. Hemos enviado más información a tu portátil. Leela, y te prometo que esa información y cualquier otra que caiga en mis manos referente al tema, o en las de mi padre, será tuya. Es un trato. Todo depende de tí.
La chica estaba debatiendose interiormente. El encargo en sí la aburría... pero puede que no estubiera tan mal! No tendría que pensar tanto para uno de menor grado de peligrosidad. Y otro punto a favor, la información. Tenía que conseguirla, a cualquier precio. Y si era en su propio territorio, que mejor que aprovechar la oportunidad.
-De acuerdo. Mirare el portátil, y te llamo, quedo con tu padre, y listos.
El chico no pudo menos que asentir mientras sonreía.
-Hasta pronto, Rika.
-Adiós.
La chica saltó de la mesa como un felino, yfué a coger todas las felchas lanzadas por los dos, muy acertadamente, claroq ue ella con más puntería.
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Hola! Ya estoy aquí!Siento haber tardado en actualizar... y muchísimas gracias por los reviews! Nada menos que 9! No me esperaba tantos ni por asomo! Muchísimas gracias, de verdad!
Siento no haberos decepcionado demasiado, con este capi... espero actualizar pronto.
Gracias a : ale!, HeLLeNsItA16, rika91 y a kari y tk 93! Siento no responderos! Lo siento! Pero gracias a vuestros reviews!
Y a los reviews de los demás también, lo que pasa es que ya os he respondido individualmente.
Bueno, se me hace tarde, y tengo que irme a dormir... me caigo de sueño. Hasta pronto!
atte
Gise
PD: No pido reviews por que no quiero que nadie se sienta obligado por que lo diga... pero siempre se agradecen!
