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¡Hola! ¡Hola!
¿Cómo estais? ¿Listos para leer el primer capítulo?
He de avisar que no es muy largo y he escrito sobre la marcha a medida que ideas iban viniendo a la mente, por eso, si veis que no está muy... trabajado, es por eso. Aunque se que no es excusa.
Como siempre...
¡Espero que os guste!
y
¡Nos leemos abajo!
1 · Eres rarita · You are weird
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Natsu suspiró por tercera vez aquella mañana. Miró a su alrededor y cruzando los brazos sobre una de las mesas de madera, dejó caer la cabeza sobre ella. Estaba aburrido. Sin saber cómo, había ido a parar a la biblioteca del gremio junto con su rubia compañera la cual se encontraba sobre una escalera buscando quién sabe qué.
El chico, apoyando esta vez la cabeza sobre la palma de su mano, posó la vista en la muchacha. Llevaba un jersey de manga larga color azul celeste junto con una falda blanca de volantes, unas botas marrones que le llegaban por debajo de la rodilla, y unas pantis color rosa. Sí, no quería parecer pervertido, pero desde donde estaba sentado podía apreciar perfectamente la ropa interior de la chica, y para ser sinceros, no le molestaba en lo absoluto.
En esos momentos, una corriente de aire se coló por una de las ventanas viniendole a la mente un recuerdo de hacía tan solo un par de semanas.
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Ambos, Lucy y él habían salido a una pequeña y sencilla misión en una de las ciudades al norte de Magnolia, y se encontraban volviendo tan solo seis horas después. Como no requería de mucho tiempo, decidieron no llevar sus habituales maletas, e ir y volver con lo puesto.
La chica maldecía en voz baja mientras el peli-rosa se reía.
- No es gracioso. - le dijo ella echa una bola y abrazándose a sí misma.
- Para ti no, pero para mi sí. - respondió él. - Solo a ti se te ocurriría venir así.
Natsu posó su vista en ella y sonrió negando con la cabeza. Estaba empapada. Ambos lo estaban, pero él, al ser un mago de fuego le llevó tan solo unos minutos secarse tanto su cabello como su ropa.
- ¿Cómo iba a saber yo que nos pillaría una tormenta?
- Nos pillara o no la lluvia, tu vestuario no es el adecuado para ponerse en pleno invierno, que digamos.
- Sabes que me gusta vestir así.
- Y no entiendo el por qué.
- Exacto, como no lo entiendes no deberías opinar. - intentó defenderse con las mejillas infladas en modo de enfado.
- Solo opino lo que veo, Lucy. - respondió mirándola. - Y lo que veo es que te estás muriendo de frío.
- Acabo de darme una buena ducha sin quererlo a una temperatura de tres grados bajo cero. Claro que tengo frío. - contestó.
- Sabes que no es por la lluvia. Llevas desde que hemos salido de casa tiritando.
- No es cierto. - contestó girando su rostro a un lado.
Sí que lo era.
- ¿Por qué eres tan cabezona? Admite de una vez que esa ropa no abriga nada.
- ¿Por qué debería hacerlo? - preguntó ella.
- ¿Por qué? - Natsu inspeccionó a la rubia unos segundos con la mirada y luego sonrió lentamente con picardía. - Soy un mago de fuego, ¿recuerdas?
- Sí, ¿y qué?
- Tú tienes frío, y yo soy un mago de fuego. - repitió.
- ¿A dónde quieres llegar, Natsu? - preguntó ella sin entender.
- A que podría quitarte el frío y secar tus ropas. - concluyó.
Lucy parpadeó un par de veces y, a medida que su mente iba procesando esas palabras, sus mejillas iban adquiriendo color, y no precisamente por el frío.
- ¡¿Q-Qué demonios me estás proponiendo, pervertido?! - le gritó alejándose un poco de él.
Ahora fue el turno de Natsu de sorprenderse. ¿Pervertido?
- Creo que la pervertida aquí eres tú, Lucy. ¿En qué estabas pensando? - preguntó riendo.
La rubia maga enrojeció más aún.
- ¡N-No estaba pensando en nada! ¡Tus palabras sonaron de esa manera!
- ¿Ah sí? Yo me refería a hacer algún tipo de fuego, ya sabes, fogata o esas cosas. - se defendió. - Aunque si lo prefieres… - avanzó unos pasos hacia ella. - … no me importaría abrazarte, Luce~.
- ¡E-Eres un idiota! - gritó ella empujándolo un poco.
- Eso me ofende. - contestó él haciéndose el herido. - Solo trato de ayudarte.
- Pues gracias, pero no es necesario.
- Vamos, mírate. Sigues temblando.
- No me importa.
Natsu suspiró.
- Eres una rarita, que lo sepas.
- ¡No lo soy!
Sí que lo era.
Unos minutos más tarde y tras haber discutido quien de los dos era el más rarito allí, el peli-rosa logró convencer a la rubia para que se dejara hacer. Se sentó en el suelo, más al fondo de la cueva, y atrajo a la muchacha hacia él para que se posara entre sus piernas. Queriendo quejarse, pero sin hacerlo, Lucy posó su espalda en el pecho del chico, mientras esté le colocaba su bufanda en el cuello, y seguidamente la abrazaba. Notó como el cuerpo de la chica dejaba de temblar y sonrió por ello.
Esta chica...
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Recordó que ese día la rubia le había dicho el motivo por el cual vestía así. Le había costado bastante que lo hiciera. Se negaba haber aceptado el trato de recibir calor a cambio de información, y realmente era así, pero de alguna manera logró engañarla.
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- Q-Quería verme bonita, ¿vale? - contestó ella con un pequeño sonrojo en sus mejillas.
- ¿Bonita? ¿Por qué?
- ¡Porque me gusta, simplemente!
Natsu ladeó la cabeza.
- ¿Te gusta pasar frío?
- ¡No! - le gritó. - ¡Me gusta verme guapa!
- ¿Y no hay ropa un poco más caliente para eso?
- S-Sí, pero prefiero esta, así que deja de juzgarme.
El chico vio como la rubia se había inclinado hacia adelante separando así sus cuerpos. La vio temblar de nuevo y suspiró.
- No te estoy juzgando, Lucy. - habló mientras la abrazaba de nuevo. - Solo es que pienso que una persona no es o deja de ser guapo solo por ponerse o quitarse algunas prendas de ropa. - contestó. - Y tú eres bonita, así que no tienes porque hacer nada de esto.
- Natsu...
La chica había girado levemente la cabeza para mirarlo mientras se aferraba a sus brazos. Estaba algo sorprendida por esas palabras.
- Aunque eso no quita que seas una rarita. - le dijo abrazándola un poco más fuerte.
Y tras eso volvieron a discutir.
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Aunque no fuera un día sumamente frío, y en el gremio tuvieran la calefacción encendida, aún se podía notar algo de frescor allí, y a la chica, en contadas ocasiones, se la podía ver tiritar.
- ¡Ah, aquí está! - la oyó exclamar.
Natsu giró su rostro hacia ella y la vio queriendo alcanzar un libro que se encontraba a su izquierda, más lejos de lo que la escalera en la que estaba subida se situaba. Rápidamente se levantó de la silla y corrió hacia la chica sabiendo lo que iba a ocurrir. Lucy se había puesto de puntillas para lograr cogerlo, y aunque lo había conseguido, la escalera se tambaleó haciendo que perdiera el equilibrio y comenzara a caer.
- ¡Lucy! - gritó él.
Justo antes de que la chica impactara contra el suelo, el peli-rosa se lanzó hacia ella cogiéndola al vuelo. Tras unos segundos y asegurándose de aún seguir viva, Lucy alzó la cabeza para darle las gracias al chico cuando de repente, por el rabillo del ojo, vio como varios libros comenzaban a caer sobre ellos.
- ¡Cuidado! - advirtió.
La rubia quiso apartarse a pesar de saber que eso no ayudaría en nada, pero antes de poder tan siquiera mover un músculo, Natsu la atrajo hacia él, cubriéndola con su propio cuerpo.
Segundos después, tras observar como nada más caía, ambos levantaron su rostro para mirarse. Lucy fue la primera en hablar.
- ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? - preguntó con preocupación.
Natsu se la quedó viendo durante unos segundos mientras una vena palpitante aparecía en su frente.
- ¡¿Acaso eres idiota?! - le gritó. La chica, aún sentada sobre sus piernas, se sobresaltó. - ¡Podías haberte hecho daño, tonta!
- L-Lo siento… - se disculpó rápidamente agachando la cabeza. - No pensé que iba a caerme.
- ¡Claro que ibas a caerte! - le reprendió. - ¡Tenías el cuerpo prácticamente fuera de la escalera! ¡Ha sido muy peligroso!
- L-Lo sé, y lo siento. - repitió. - Perdóname, por favor…
Natsu vio como el rostro de la rubia mostraba culpa y no pudo hacer más que suspirar. Esa chica le volvía loco, de todas las maneras posibles.
- Está bien, pero no deberías poner en riesgo tu vida por un libro. - dijo viendo como la chica abrazaba con fuerza uno.
- Es que esto no es un libro. ¡Es El Libro! - respondió con ojos brillantes.
- Un libro es un libro, Lucy.
- ¡No! - negó ella abriéndolo. - ¡Este es diferente!
- Dices eso de todos los que pasan por tus manos.
- ¡Pero este es especial, de verdad!
- Eres una rarita. - contestó.
Lucy giró su rostro para encararlo, y a diferencia de otras veces, Natsu estaba sonriéndole con dulzura.
- N-No lo soy. - respondió ella apartando la mirada con un leve sonrojo.
- Sí que lo eres. - repitió. Alargó sus manos, y posándolas sobre el rostro de la chica hizo que se girara de nuevo hacia él. - Pero no me importa. - concluyó acariciando suavemente su rostro con la yema de sus dedos.
Y así era, no le importaba. Quería a Lucy fuera de la manera que fuera, por eso se había enamorado de ella. Todo lo que la chica hacía y decía, le salía de forma natural, por esa razón la amaba, porque siempre se comportaba tal cual era, sin importar quien estuviera en la misma habitación, y sin importarle del todo si alguien la juzgaba o no. La amaba, la quería, le gustaba, y una de los motivos era ese, que era una completa rarita. Y aunque muchos lo vieran como un defecto, él lo veía como algo que la hacía única.
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¡Hey! ¿Qué tal? ¿Qué os ha parecido? ¿Os a gustado?
Sí es así por favor dejadme algún comentario. Sabéis que amo poder leer lo que si y lo que no os ha gustado y poder contestaros.
Espero que tengáis un muy buen día / tarde / noche, y nos leemos en el próximo capítulo.
¡Adiós! ¡Adiós!
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