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¡Hola! ¡Hola!

Lo sé, lo sé. Queréis matarme, ¿verdad? Al fin y al cabo ha pasado un mes desde que subí el capítulo tres uwu. Perdón...

Tengo excusa, pero realmente no importa. He vuelto y eso es lo que cuenta :D

Sinceramente he estado unos 4 días escribiendo esta historia. Normalmente suelo escribir un capítulo entero en un solo día, pero con este me apetecía ir poco a poco, no se porqué. Aunque creo que me ha quedado bastante bien. Sí es así, debería hacerlo más a menudo eso de escribir un capitulo en varios días y no en uno. Aunque depende también de la inspiración que se tenga, claro.

No os molesto más.

PD : Sé que en la introducción puse que este capítulo se llamaría "Eres cariñosa", pero a medida que iba escribiendo salió más el tema del capricho que del cariño, así que... Sorry.

Cambiaré lo de "Eres cariñosa" a "Eres caprichosa"

¡Espero que os guste!

y

¡Nos leemos abajo!

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4 · Eres caprichosa · You are capricious

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Natsu entrecerró los ojos al mismo tiempo que fruncía el ceño y una enorme gota descendía sobre un lado de su frente. ¿Qué demonios estaba pasando allí?

- ¡Oh! Bienvenido, Natsu. - le saludó la albina mayor con su característica sonrisa. - Menos mal que has llegado.

- ¿Qué es… lo qué está pasando aquí, Mira? - exigió saber con cara de pocos amigos.

- Bueno…

La joven camarera dirigió su vista hacia donde el chico miraba y suspiró sin quitar la sonrisa de su rostro. Definitivamente la escena era tierna de ver, aunque tanto ella como el resto de sus compañeros estaban algo preocupados.

La rubia maga había llegado al gremio hacía un par de horas con las mejillas ligeramente coloradas y caminando a paso sospechosamente lento.

- ¿Ha bebido algo o qué? - preguntó el oji-verde.

- No. - negó la peliblanca. - Le he medido la temperatura y tiene fiebre.

Natsu parpadeó repetidas veces y soltando un suspiro caminó decidido hacia su compañera.

- ¿Por qué no la habéis mandado a casa?

- Lo hemos intentado, pero no ha querido.

- ¿Por qué no?

- Dijo que quería verte.

Con esas palabras retumbando en su cabeza, sintió como en su estómago comenzaban a revolotear pequeñas mariposas.

- ¿E-En serio? - preguntó con duda.

Mirajane soltó una pequeña risita y asintió en silencio.

Caminando los pasos que le quedaban, el chico llegó hasta donde su compañera se encontraba dormida sobre las piernas de la maga de agua.

- Bienvenido Natsu-san. - saludó Juvia.

- Hola. - saludó él. - ¿Cuánto hace que está así?

- Lucy-san se quedó dormida hará unos veinte minutos. - contestó. - Juvia ha intentado despertarla, pero por desgracia no lo ha logrado. Lo lamento.

- Tranquila. - dijo él. Se agachó a la altura de la peli azul y agachando la cabeza observó el rostro de la rubia. Parecía estar a gusto. - Lucy. - la llamó sin alzar mucho la voz. No quería despertarla bruscamente. - Lucy, despierta.

Para sorpresa de todos los miembros, la chica abrió los ojos con lentitud. Parecía que solo captaba la voz del mago de fuego.

- ¿Natsu? - preguntó mientras se incorporaba y rascaba los ojos para aclarar su vista.

- Ese soy yo. - contestó él. - ¿Cómo estás?

Sin nadie esperárselo, y tras parpadear varias veces verificando si realmente era o no él, Lucy saltó hacia el chico haciendo que perdiera el equilibrio y cayera hacia atrás con ella sobre él.

- ¡Eres tú! - dijo la rubia con entusiasmo.

- ¡¿Pero qué haces?! - le gritó el chico sobresaltado. Aquello le había asustado considerablemente. Nunca pensó que alguien recién despierto pudiera tener la energía y la fuerza suficiente como para lanzarse encima de otro derribándolo en el acto.

Saliendo un poco de encima de él para dejar que se sentara, Lucy miró a su amigo con el rostro afligido.

- ¿E-Estás enfadado? - preguntó ella con una extraña voz. Era algo más aguda que la de siempre.

Natsu parpadeó repetidas veces observando con temor como los ojos chocolate de la chica adquirían poco a poco cierto brillo debido a las lágrimas que comenzaban a acumularse en ellos.

- ¿Q-Qué? - preguntó.

Lanzándose esta vez a los brazos de Juvia la rubia maga comenzó a sollozar alertando al chico peli-rosa.

- ¿L-Lucy?

- La que has liado flamitas. - negó Gray con la cabeza.

- ¡Cállate! - le gritó. - L-Lucy. - la llamó con duda.

- Natsu es malo… - susurró ella haciendo un puchero. - Yo que tenía tantas ganas de verle…

- N-No llores.

- Natsu es malo, ¿verdad Juvia? - preguntó alzando la cabeza para mirar a la peli-azul.

Los tiernos ojos de la rubia hicieron que el corazón de la chica diera un vuelco y abrazara con fuerza a su rival del amor.

- ¡Claro que lo es, Lucy-san! - contestó ganándose una fulminante mirada por parte de Natsu.

- ¡Oye! - la reprendió él.

- Juvia es la única que me entiende.

- Vas a hacer que Juvia se sonroje~

- ¿Podéis dejar de coquetear entre vosotras? - preguntó Gray con un suspiro.

- Natsu ya está aquí, Lucy. - habló Mira captando su atención. - Deberías ir a casa y descansar.

- Pero… Natsu me odia… - dijo aferrándose al vestido de Juvia.

- No te odia. - dijo la albina.

- ¡No te odio! - declaró él.

- ¿De verdad que no? - preguntó con lentitud girando su vista hacia él.

- N-No.

- ¿Entonces… me quieres?

- ¡Lo hago!

Silencio.

Tras unos segundos, la dulce risa de Mirajane y la enorme sonrisa de Lucy, hizo que Natsu asimilara lo que acababa de decir. Sus mejillas comenzaron a adquirir un tono rojizo mientras intentaba soltar alguna que otra palabra para defenderse, pero lo único que consiguió fue balbucear.

- Y-Yo…

- Eres un idiota. - comentó Gray.

- ¡Oye! - le recriminó.

- ¡Yay~!

De nuevo la rubia se alejó de la peli-azul y se lanzó sobre su amigo sin previo aviso. Por suerte esta vez Natsu fue más rápido y la atrapó en sus brazos sin perder ni un poco el equilibrio.

- Eres un peligro así, Lucy… - dijo con un suspiro.

Minutos más tarde y siendo ayudado por el resto de sus compañeros, Natsu cargó a Lucy sobre su espalda.

- ¡La espalda de Natsu es genial! - comentó la rubia aferrándose fuertemente a él.

Natsu suspiró, y asegurándose de tener bien agarrada a la chica, emprendió el camino hacia la casa de ésta.

- Cuídala. - le pidió Mira con el rostro preocupado.

- No es necesario que me lo digas. - contestó él antes de salir del gremio. - Siempre lo hago...

La peliblanca sonrió con ternura. Natsu pensó que aquello último lo había dicho para si mismo, y aunque así fue, no lo hizo lo suficientemente bajo, por lo que la ojiazul le escuchó.

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- Vamos, Lucy. Tienes que tomarte esto. - dijo mientras le acercaba un vaso con un extraño liquido dentro. - Te irá bien.

- No quiero. - contestó ella girando la cabeza hacia un lado.

Una vena palpitante apareció en la frente del chico al mismo tiempo que fruncía el ceño. Llevaba un buen rato intentando que la rubia se tomara todo aquello que Mirajane le había dado para que su fiebre disminuyera, pero el comportamiento infantil que tenía no se lo ponía nada fácil.

- No te lo voy a repetir. Bébete la maldita medicina, Lucy.

- ¿O si no qué? - retó.

- ¡O si no, no te pondrás bien! - explicó con obviedad y alzando la voz haciendo que la chica se encogiera sobre sí misma.

- Eres malo… - dijo ella por tercera vez ese día.

- No tendría que serlo si me hicieras caso.

- Es que eso sabe horrible… - declaró agachando la cabeza. - Perdón…

- No puedes saberlo si no lo pruebas. Va, tómatelo.

- Lo sé bien. Todas las medicinas saben horriblemente mal. - dijo poniendo cara de asco. - Algo irónico teniendo en cuenta que su propósito es para algo bueno.

- No me importa. Tienes que bebértelo y ya.

- Que malo eres, Natsu. - repitió.

- Sí, sí, soy un monstruo. - dijo suspirando. - Cuanto antes te lo tragues mejor. Así que va.

- No.

- ¡Lucy, por dios! ¡Es algo rápido!

- Tómatelo tú si quieres. - dijo desviando de nuevo la vista.

- No soy yo quien está enfermo.

- Yo tampoco.

- ¿Tener 39'5 de fiebre te parece a ti no estar enferma?

- Tu temperatura es más alta.

- Soy un mago de fuego, es normal para mí.

- No me importa.

Natsu dejó el vaso que seguía en su mano sobre la mesilla de noche de la chica y se levantó de la silla con un gran suspiro. Si seguían así no iba a conseguir nada más que enfurecerse más. La rubia era demasiado terca cuando se lo proponía.

- Como quieras. - dijo él mientras caminaba hacia la puerta de la casa. Sin esperárselo, la mano de la chica agarró la suya impidiendo que diera un paso más.

- ¿T-Te vas? - preguntó ella repentinamente viéndole a los ojos con algo de tristeza.

Natsu giró su cuerpo hacia ella y se sobresaltó ligeramente al ver la tierna mirada que la chica le dedicaba. Giró de nuevo su rostro hacia un lado mientras un pequeño sonrojo aparecía en sus mejillas.

- Iré al gremio a buscar algo que te sea más fácil de tomar. - contestó él.

- No. - dijo ella. Natsu volvió a girar su cabeza hacia ella tras notar como su agarre se hacía un poco más fuerte. - No te vayas.

- Lucy…

- Te haré caso. Me beberé la medicina, lo haré, de verdad que sí, pero… no te vayas. - suplicó. - Por favor.

Natsu tragó saliva. Su amiga le estaba pidiendo que se quedara con ella con el rostro más angelical que jamás vio. ¿Cómo podría alguien siquiera pensar en rechazar su pedido? Eso sería de persona ruin.

- Está bien. - dijo mientras volvía a sentarse. Agarró de nuevo el vaso y con el ceño fruncido, se lo tendió a la chica. - ¿Te lo tomarás?

Lucy lo miró de la misma forma. No le hacia especial gracia hacerlo, pero… si con eso conseguía que Natsu se quedara con ella, tendría que cumplir con su palabra. Alargó su brazo lentamente en un intento por atrapar el objeto de cristal, pero cuando estuvo a punto de hacerlo algo se le cruzó por la mente y detuvo su movimiento.

- Si me lo tomo... ¿me harás un favor? - preguntó.

- ¿Un favor? - ella asintió. - Lucy... intentes lo que intentes vas a tener que beberte esto, así que cuanto más lo alargues, peor será.

- Lo sé, pero...

- ¿Acaso mentías con lo de que me harías caso?

-¡No! - contestó ella rápidamente. - Es solo que...

- ¿Qué?

La chica dudó. Sus mejillas se tiñeron un poco de rojo mientras agachaba la cabeza y pensaba que decir.

- Solo quiero un pequeño favor...

- Lucy. - quiso advertir.

- ¡Lo sé! - le interrumpió. - Me tomaré la medicina, pero... solo quiero que Natsu haga algo por mi... - dijo casi para si misma.

El chico suspiró por quien sabe que vez ese día.

- Iba a ir a buscar algo que te fuera más fácil de tomar. En estos momentos no creo que haya nada mejor que hacer eso por ti. - comentó.

- Si hacer eso hace que te vayas aunque sea unos pocos de minutos de mi lado, no es para nada mejor que otra cosa. - contestó ella.

Ahora fue el turno del chico de enrojecer. Carraspeó intentando calmar sus nervios y con algo de duda asintió.

- Está bien. ¿Qué es ese favor que quieres que te haga?

- Pues... - comenzó. - Yo...

- ¿Sí?

- Quiero... que me mimes... - finalizó.

Ladeando un poco la cabeza el chico parpadeó sin entender.

- ¿Mimos? ¿Qué es eso?

- Es algo que me gustaría hacer a mí por ti, pero probablemente te disgustarías o enfadarías, por eso prefiero que seas tú el que me los haga a mi. - contestó.

- Sigo sin saber lo que es, así que rechazado. Ahora bébete esto.

- ¡No, espera!

- Estás tardando demasiado, Lucy.

- Vale. Te lo diré.

- ¿Y bien?

La chica inspiró y comenzó a relatar con algo de vergüenza.

- Los mimos son actos de... cariño. - dijo. - Las caricias, abrazos e incluso... besos, son considerados mimos.

- ¡Definitivamente no! - dijo él con el rostro enrojecido tras oír la última palabra.

- ¡Aún no he terminado!

- ¡No voy a...! - a punto estuvo de decir besarte, pero decidió cambiarlo al último momento. - ¡No voy a mimarte!

- ¿P-Pero por qué no...?

- ¡Porque no y punto!

Definitivamente esta chica era un peligro cuando se enfermaba.

- Entonces no me beberé esto.

- ¡Dijiste que lo harías!

- Y tú que me mimarías.

- ¡No es cierto!

- Asentiste con la cabeza. Eso es prácticamente decir que sí.

Allí estaban discutiendo de nuevo.

- Te lo advierto, Lucy. Bébete esta maldita cosa.

- ¿Me mimaras?

- ¡Claro que no!

- Entonces no lo haré.

- ¿Acaso quieres verme salir por esa puerta?

Lucy calló. No, no quería. Miró con tristeza al chico y aunque quería contestarle, no lo hizo. Cerrando los puños sobre el edredón, la chica giró su rostro apartando su vista de él.

Natsu se sorprendió por ello. Esperaba que le rogara que no lo hiciera, que se quedara... Sí lo hacía, si se marchaba el gremio entero iría tras su cabeza por no cuidarla debidamente, y peor aún es que ella por sí sola no se lo bebería, y por tanto no se recuperaría. Eso significaba que se pusiera cada vez peor, y no iba a dejar que eso sucediera.

- Bien.

Con un rápido movimiento el chico agarró el vaso, y se introdujo una pequeña cantidad en la boca. Lucy parpadeó sorprendida al escuchar un pequeño golpe y volvió a dirigir su rostro hacia él. Natsu se sentó sobre la cama y sin dejar que la chica dijera alguna palabra, colocó la mano tras su nuca impidiendo que se alejara, y acercó su rostro al de ella. Aunque su corazón estuviera a punto de salírsele del pecho por los nervios, el peli-rosa no titubeó ni un solo momento, y con todo el valor que tenía en aquellos momentos, posó sus labios sobre los de Lucy. El rostro de la muchacha adquirió rápidamente un enorme sonrojo mientras sus ojos se abrían de par en par. Intentó separarse, pero tal y como supuso, la mano tras su cabeza se lo impidió. En vez de eso, esta hizo presión hacia adelante profundizando así el beso. Notó con sorpresa como un amargo liquido se colaba en su boca y sin poder hacer nada, cerró los ojos con fuerza y dejó que bajara por su garganta.

Era la medicina.

Segundos después la presión tanto en su nuca como en sus labios disminuyó hasta finalmente ambos separarse.

- ¿Q-Qué…? - intentó preguntar ella mientras buscaba la mirada del chico. Estaba serio.

- Aún no se ha terminado. - dijo él alejándose un poco.

Imitando los pasos anteriores, Natsu terminó de "beber" aquello, y acercándose una vez más a la rubia, volvió a juntar sus labios con los de ella introduciendo la medicina en su boca. Lucy colocó una mano sobre el pecho del chico, y cerró su puño sobre él arrugando así la camiseta que éste llevaba. De nuevo quiso alejarse un poco, pero por supuesto que él no se lo permitiría hasta asegurarse que no quedara ni una gota de ese brebaje en su boca.

Segundos después volvieron a separarse.

- Natsu…

El chico, sin levantarse de la cama giró su rostro a un lado ligeramente avergonzado mientras la chica lo miraba con el rostro tremendamente encendido.

- Era la única forma… de que te bebieras la dichosa medicina. - explicó él.

En otras circunstancias aquellas palabras hubieran herido el corazón de la chica. Habría pensado que ese beso no era más que, como el chico acababa de decir, una manera de hacer que el medicamento ingresara en su cuerpo, y aunque realmente el motivo era ese, Lucy no sintió ni una pizca de tristeza. Se sentía feliz, emocionada… enamorada.

Se llevó la mano a su pecho intentando calmar los rápidos latidos de su corazón mientras miraba maravillada al muchacho.

- Y-Yo… - comenzó a hablar.

Quería decirle algo. Sabía el qué, sabía lo que quería, lo que su cuerpo le pedía, pero en ese mismo instante no conocía las palabras correctas para pronunciar.

Observó con temor como el chico comenzaba a levantarse de la cama dispuesto a irse quien sabe dónde. No pensó que tal vez se alejara tan solo un poco para sentarse de nuevo en la silla, o que quizás llevaría el vaso a la cocina para lavarlo y posteriormente volver a ella. No. Pensó que caminaría hacia la puerta y se marcharía de allí dejándola sola con esos nervios a flor de piel, y definitivamente no estaba dispuesta a que eso sucediera.

Alargó su brazo y agarró el borde de la camiseta del chico impidiendo que avanzara un paso más, tal y como había hecho anteriormente. Con la cabeza agachada y la boca entreabierta buscando qué decir, la rubia endureció su agarre.

- ¿Lucy? - la llamó él.

Giró su rostro hacia ella buscando una respuesta por su parte, y sin esperárselo, ella levantó el rostro y sus ojos conectaron. El cuerpo del chico tembló, y él maldijo en silencio. Necesitaba alejarse de allí para calmarse. No podía permanecer en ese lugar por más tiempo, no con esa Lucy tan jodidamente adorable y peligrosamente sumisa.

- Natsu… - la oyó susurrar su nombre con dulzura.

Tenía que irse, aunque fueran unos minutos. Tal vez con suerte al volver el medicamento habría hecho su efecto y la chica estaría profundamente dormida. Solo unos pocos minutos, no necesitaba más.

- Natsu… - repitió ella.

Joder.

- S-Suéltame, Lucy. - pidió él.

Eso dijo, eso quería, pero tampoco hizo ningún esfuerzo por separarse. Al parecer su mente y su cuerpo no estaban de acuerdo en lo que estaba bien o mal.

- No quiero… - contestó ella sin apartar su mirada.

- Por favor. Solo… solo por un momento.

- Te irás si lo hago, y… no quiero que eso pase… - declaró.

- Lucy. - advirtió con el volumen un poco alto.

No funciono, y eso alertó más al chico.

- Quédate… conmigo. - pidió ella.

- Estoy contigo, solo… necesito unos momentos. - contestó posando la vista en el suelo. Si seguía así… - Necesito…

- No. - contestó rápidamente ella. - Yo…

- No lo hagas Lucy. - la interrumpió. Temía saber las palabras exactas que quería soltar. - No lo digas.

- No me hagas decirlo. - contestó ella.

Natsu se giró a verla una vez más.

- ¿Cómo?

- No me hagas decirlo. - repitió ella. - Solo… hazlo…

- ¿P-Por qué…?

- Porque te quiero. - declaró. - Así que…

- No. - dijo él.

Su corazón latía sin parar y notaba como el poco autocontrol que tenía se estaba esfumando. Había estado luchando todo el día consigo mismo para no atacar a la chica, y aunque había podido hacerlo en su mayor parte del tiempo, de alguna manera el que la chica se negara a beber aquél asqueroso brebaje le había dado la excusa de tocar sus labios con los suyos propios. Había caído, sí, pero no se iba a repetir, porque si lo hacía… no podría detenerse.

- Así que… - continuó ella.

No podía más. Finalmente la cordura que le quedaba se había dejado guiar por sus deseos y ya no pensaba con claridad. Ni podía ni quería.

- Lucy… - susurró su nombre.

Con el cabello tapando su mirada, el peli-rosa se giró enteramente hacia su amiga y compañera, y caminó los pocos pasos que los separaban. Se sentó frente a ella y observó repetidas veces los brillantes ojos chocolates de la chica, y sus carnosos labios entreabiertos.

- Bésame… - finalizó.

Y así lo hizo. Se acercó a ella y devoró sus labios con suma urgencia. Colocó una mano tras la nuca de la chica y la otra tras su espalda baja juntando así sus cuerpos y bocas.

Soltando un gemido por tan repentino acto, Lucy rodeó sus brazos sobre el cuello del chico dejándose querer. Lo deseaba. Había estado todo el día tratando de que el chico la mimara un poco, y aunque realmente lo que quería era lo que estaba sucediendo en esos momentos, con que el chico le hubiera dado de comer o sus musculosos brazos hubieran rodeado su cuerpo en un abrazo, le hubieran bastado. Por suerte para ella, el muchacho había perdido el control por sus encantos, y había cumplido con sus deseos.

Notó como adentro de su boca, se colaba la traviesa lengua de oji-verde comenzando una pelea con la suya propia.

Segundos después ambos magos se separaron con la respiración agitada y sin soltar el agarre que tenían sobre el otro.

- Eres una caprichosa, Lucy. - dijo él juntando sus frentes.

- Tan solo… quería que me mimaras… - contestó ella dándole un beso de ardilla mientras sonreía.

- Creo que esto es más que unos mimos.

- Y estoy más que satisfecha. Aunque… - con lentitud, comenzó a juguetear con el rosado cabello del chico masajeándolo. - No me importaría que continuaras.

Aquellas palabras junto con las delicadas caricias que le daba la rubia hicieron que cerrara los ojos y que desde su garganta saliera un grave gemido. Esta chica estaba jugando con fuego más de lo que debía.

- Debes descansar, Lucy. - le recordó él.

- Solo… un poco más… - pidió ella.

Deslizó la yema de sus dedos por el cuello de Natsu, bajo su siempre preciada bufanda mientras éste rezaba para que se detuviera.

- Lucy… - susurró su nombre como advertencia.

Ella soltó una dulce risita, y acercando su rostro al de él, besó con lentitud su mejilla.

- Por favor… - pidió de nuevo mientras repartía besos por todo su rostro. Oyó como el chico soltaba un gruñido y en ese instante supo que había ganado.

Abriendo los ojos de inmediato, Natsu se abalanzó de nuevo sobre ella mientras en su interior, maldijo su entera existencia y lo mucho que le gustaba esa faceta cariñosa y caprichosa de Lucy.

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Bueno... ¿Qué tal? ¿Qué os ha parecido?

Lo sé, sé que normalmente en estas historias, tanto la versión de Lucy, como ésta la versión de Natsu, suelo hacer que él o ella recuerden momentos en los que el otro hacía alguna cosa relacionada con la historia, pero no se por qué he preferido que se quede así. Quería meter algún recuerdo, pero iba a ser muy forzado, por lo que he preferido dejarlo así y ya.

¿Os ha gustado?

Espero vuestras opiniones y comentarios.

¡Un abrazo enorme y nos leemos pronto!

¡Adiós! ¡Adiós!

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