¡Hola! ¡Hola!
¡Más de un mes en actualizar! Lo sé, lo sé uwu
No tengo excusa salvo la pereza XD Pero bueno, aquí estoy de nuevo con la continuación.
¿Qué decir de esto...? No está perfecto. Ni por asomo. Ha estado bien, pero podía haber sido mejor. Y me diréis: " Si piensas que no está bien, mejóralo" "Sigue escribiendo" "Borra, escribe, vuelve a borrar, y sigue" y yo responderé: "Tenéis razón" pero eso sería forzar algo que no sale, además de estar más días sin actualizar.
Lo bueno de esto es que si se me ocurre algo para mejorar simplemente le doy a editar y lo hago. Así que tranquilos. Si veo que no os gusta, y tengo alguna idea para mejorarlo, lo haré sin pensarlo!
Aún así espero que os guste mínimamente!
¡Nos leemos abajo!
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6 · Eres Solidaria · You are solidary
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Con casi todas las miradas del gremio sobre él, Natsu resopló con enfado por quinta vez esa mañana.
Sentado de espaldas a la barra, y con los codos apoyados sobre esta, el joven mago de fuego observaba con macabra atención a su rubia compañera de equipo.
- ¡Qué monada! - escuchó gritar.
- ¡Y que pequeñito!
- ¡Quiero tocarlo!
- "¡Que molestas!" - pensó el peli-rosa con una vena palpitante en su frente.
Y es que nada más llegar al gremio, la mayoría de las chicas habían alejado a Lucy de él, para acorralarla entre ellas y una mesa, y así poder ver más de cerca a la novedad de día: un peludo cachorro blanco con pequeñas manchas marrones en algunas partes del cuerpo.
No entendía cómo podían hacer tanto escándalo por una cosa así.
- ¿Celoso?
Aquella repentina pregunta le hizo sobresaltarse levemente en su asiento mientras sus mejillas adquirían un tono rojizo.
- ¡Claro que no! - respondió mientras se giraba hacía la dueña de la voz. Era Mirajane. - ¡¿Por qué tendría que estarlo?!
- Quizás porque se está llevando toda la atención de la coneja. - habló una voz a su lado.
- ¡Gajeel! - exclamó Natsu con sorpresa.
¡¿Cuánto tiempo llevaba sentado a su lado?!
- Gihi ~ Has estado todo el rato devorando con la mirada a Lucy, que no te has dado cuenta de lo que pasaba alrededor.
- ¡N-No la estaba devorando con nada! - respondió él nervioso.
- ¿Seguro? - preguntó Mira.
- ¡Seguro!
- Tu cara no dice lo mismo, Salamander.
- Ara ara ~
- ¡¿Acaso queréis pelea?! - preguntó al mismo tiempo que se levantaba del asiento para encararlos.
De repente, el grito alarmante de Lucy llamó su atención. Se giró hacia donde estaba y con sorpresa vio como se acercaba corriendo hacia su dirección. Aquello le extrañó, pero antes de poder soltar una sola palabra, algo salto sobre él haciendo que cayera de espaldas al suelo.
- ¡Natsu! - la escuchó gritar. - ¿Estás bien?
El chico se incorporó un poco al mismo tiempo que se quejaba en voz alta por el daño recibido.
¿Qué acababa de pasar?
Segundos después, y tras sobarse el lugar herido, abrió rápidamente los ojos al notar como algo presionaba su pecho hacia abajo. Inclinó su cuerpo un poco hacia adelante, y en ese momento no supo que decir.
Habiendo pasado unos cinco segundos, por fin se dio cuenta de lo que sucedía. Bueno, más o menos.
- ¿Qué demonios hace el perro aquí? - preguntó con una vena palpitante sobre su frente. - ¡Lucy! ¡Quítamelo de encima!
- Oh, vamos Natsu. No seas tan exagerado. - respondió la rubia agachándose a su altura. - Solo quiere jugar.
- ¡Pues que juegue en otra parte!
- ¿Te dan miedo las cosas pequeñas y peludas, Salamander? - preguntó Gajeel con burla.
- ¡Claro que no!
- Entonces tendría que darle miedo Happy ¿no? - respondió Mira.
- ¡A callar! - gruñó. - ¡Yo no le tengo miedo a nada!
- ¿Acaso… no te gustan los perros, Natsu? - preguntó repentinamente la rubia captando del todo su atención.
- No me desagradan. - respondió momentos después desviando la vista hacia el lado contrario.
- ¿Entonces por qué parece que le odias?
- Yo puedo responder a eso. - contestó Gajeel pícaramente. - Veras…
Sin esperárselo, una silla impactó de lleno en su rostro interrumpiendo sus palabras.
- ¡Natsu! - se sorprendió la rubia.
- ¡Oi, Salamander! ¡¿Buscas pelea?!
- ¡¿Qué demonios ibas a decir, idiota?!
- ¡Pues la verdad, obviamente!
- Ara ara… Ya empezamos. - comentó la peliblanca con una gota resbalándole por la sien.
- ¿Y a estos dos qué les pasa ahora? - preguntó Lucy de la misma manera.
- ¡No te he dado permiso para hacerlo!
- ¡Ella ha preguntado!
- ¡Si tengo que decírselo, se lo diré yo, no tú!
- ¡Oh vamos, pero si eres incapaz de hacerlo!
- ¡No es verdad!
- ¿Ah no? ¡Entonces hazlo ahora! - retó.
Natsu enmudeció de golpe. ¡Obviamente no iba a hacerlo! Pero le cabreaba que su compañero soltara las cosas como si fuera lo más normal del mundo.
- ¿Natsu?
La dulce voz de su rubia amiga lo trajo al mundo real. Se giró hacia ella, y con el rostro preocupado habló:
- No te acerques a él Lucy. Ignora todo lo que diga. Si puede ser tápate los oídos cuando pases por su lado. De hecho, hazlo ahora. Tápatelos. - pidió angustiado. - Va, venga.
- ¿No crees que estas exagerando? - contestó la maga con pequeña vena palpitando sobre su frente. - ¿Por qué demonios te comportas así?
- Porqué está celo...
- ¡Que te calles!
De nuevo, una silla - la misma de antes - volvió a estrellarse contra el rostro de Gajeel acallando así sus palabras.
- ¡Natsu! - regañó de nuevo la chica. - Si no quieres decírmelo no lo hagas, pero no montes escenitas de la nada.
- Es culpa suya… - respondió con un leve puchero.
- Un día de estos te mato Salamander…
- Tu si que sabes cómo hacer enfadar a Natsu, eh Gajeel. - comentó Mira con una sonrisa.
- Al menos si vas a ponerte a pelear, deja que coja primero al perro. - comentó Lucy cargando de nuevo al cachorro. - Podría salir herido.
- No haberlo soltado. - contestó él levantándose del suelo.
Lucy reprimió las ganas de darle un buen golpe por lo dicho, pero no tenía tiempo. Quizás más tarde, si se acordaba, podría darle alguno que otro.
- Eres increíble… - suspiró. - De todas formas, acompáñame.
- ¿A dónde?
- ¿A dónde va a ser? A encontrar a su dueño o dueña, por supuesto.
- Pensé que querías quedártelo. Estabas siendo tan cariñoso con él… - habló haciendo un puchero.
- ¿De qué estás hablando?
- Esta celoso… - murmuró Gajeel con una risita.
Por suerte para él, el único en escucharlo fue Natsu, y Mira por estar prácticamente a su lado. Aún así no se libró de la mirada fulminante del pelirrosa.
- Está bien. Te acompaño. - contestó el oji verde con un suspiro.
Ambos compañeros se despidieron del gremio y avanzaron fuera del lugar en busca de aquella persona.
- ¿No podrías oler al perro, y buscar así a su dueño? - preguntó la rubia.
- ¡No voy a olerlo!
- ¿Por qué no?
- ¡Sería raro!
Una pequeña risa salió de los labios de la joven llamando la atención del chico.
- Perdona, perdona. - se disculpó ella de inmediato. - No pensé que dirías algo como eso. Al fin y al cabo uno de tus puntos más fuertes es tu nariz.
- A veces es molesto… - respondió él posando sus brazos tras la cabeza.
- ¿Por qué lo dices?
- Tener buen olfato significa oler tanto las cosas buenas como malas, independientemente de lo cerca o lejos que esté de ellos. Es verdad que necesito concentrarme un poco para hacerlo, pero muchas veces no es necesario hacerlo. El olor llega a mi sin siquiera haberlo buscado. - respondió alzando su vista al cielo. - Si ya es algo molesto para vosotros oler según qué cosas, imagínate para los Dragon Slayer. Es peor aún.
- Supongo que tienes razón… - contestó ella. - Pero, es lo que acabas de decir. Al igual que tiene sus puntos malos, también tiene sus puntos buenos, ¿no es verdad?
- Eso creo.
- ¡Créelo! - Lucy detuvo sus pasos frente al chico, asustándolo brevemente. Bajó la cabeza hacia ella y vio con sorpresa como su rostro estaba levemente fruncido. - Gracias a que tu olfato está más desarrollado que el del resto, hemos podido completar a tiempo muchas de las misiones que nos pidieron. ¿Recuerdas las veces que por un motivo u otro me secuestraban? - preguntó.
- S-Sí…
¿Cómo olvidarlo? El miedo y la rabia que sentía cada vez que sucedía era inexplicable. Eran momentos y sentimientos que no creía poder borrar ni de su mente ni de su corazón.
- ¡Fue gracias a ti! Tú me encontraste. ¿Y sabes por qué? Por esto. - dijo posando su dedo en la nariz del chico. - Muchas veces no será agradable, lo sé, pero poder ayudar a la gente con ello hace que valga la pena. Así que no digas que es molesto…
Lucy frunció más el entrecejo y Natsu parpadeó completamente sorprendido.
¿Estaba intentando hacerle sentir mejor?
Segundos después, el rosto de la rubia se relajó y seguidamente le dedicó una sonrisa tranquilizadora.
Sí, lo estaba haciendo. ¿Y sabéis qué? Lo había logrado. Porque así era Lucy.
- Eres increíble. - dijo él.
Fue el turno de la chica de sorprenderse. No fueron palabras de burla, como solía hacer, ni tampoco de admiración, aunque fácilmente podría pensar que sí, más bien, fueron palabras de una persona orgullosa de otra. Y todo eso acompañado de una tierna sonrisa. Algo que no solía verse en aquel oji-verde.
La joven notó como sus mejillas comenzaban a irradiar calor, y decidió girarse rápidamente hacia el frente y continuar con su camino, sin olvidarse por supuesto, de esa preciosa escena.
El chico por su parte siguió desde atrás a su compañera, sin quitar esa dulce sonrisa.
Era cierto, podía estar enfadado, celoso, incluso deprimido por lo que hacía la rubia en ocasiones, pero todo eso formaba parte de ella. Era una de sus muchas virtudes, y le encantaban. Que Lucy se preocupara tanto por el resto, que hiciera lo necesario para que estuviesen bien, que fuera tan amable, y ofreciera toda ayuda posible sin recibir nada a cambio, la hacia alguien increíble. Esa solidaria parte suya, la amaba.
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- ¿Estás cansado? ¿Quieres que nos sentemos un rato? - preguntó ella.
Y allí estaba de nuevo esa parte suya. Lo mejor era que lo hacía de manera inconsciente, sin pensarlo…
El chico asintió con la cabeza, y dirigiéndose a uno de los muchos bancos que había en aquel lugar, se sentaron al mismo tiempo que suspiraban.
Llevaban una hora buscando por los alrededores a alguien con el rostro mínimamente preocupado para poder acercarse y preguntar si la causa era haber perdido a su perro, pero por suerte o por desgracia todo el mundo parecía feliz. Aun así no iban a rendirse. Si no podían encontrarlo hoy, lo harían mañana, y sino al día siguiente.
- ¿Y si no tiene dueño? - preguntó finalmente el chico.
- Lleva una placa. Mira. - respondió ella. Le subió un poco el pelo del cuello mostrando así un collar de color negro con - como había dicho la joven - una placa. - ¿Lo ves?
- Oh, no me había dado cuenta. Es tan peludo que apenas se le ve. ¿Pone algo?
- Solo un nombre. Nina.
- ¿Nina? ¿Así se llama el perro?
- Claro que no, idiota. - respondió ella suspirando. - Será el nombre de la dueña. Al menos sabemos que es una mujer.
- ¿Has sabido todo este tiempo que teníamos que buscar una mujer, y no me lo has dicho? - inquirió Natsu con el ceño fruncido.
- No parecías interesado en querer saberlo. - respondió ella girando su rostro con un mohín.
- Nos hubiéramos ahorrado mucho tiempo buscando.
- ¿Qué más da? Gracias a eso hemos salido un poco del gremio ¿no? Y hemos estado tu y yo juntos, que es lo importante. - contestó girándose hacia él mientras sonreía.
Natsu suspiró al mismo tiempo que sus mejillas adquirían un leve tono rojizo. Definitivamente no podía enfadarse con ella. De alguna manera, cuando lo hacía ella siempre buscaba el lado bueno de las cosas, y lo animaba a estar mejor. Eso le agradaba y al mismo tiempo molestaba. Así no podían discutir nunca.
De repente, el pequeño cachorro, saltó de los brazos de Lucy sorprendiendo a ambos muchachos, y comenzó a correr quien sabe dónde.
- ¡Oye! ¡Espera! - gritó ella levantándose de inmediato, yendo tras él.
Natsu la siguió.
Para ser tan pequeño corría bastante rápido.
Pasados unos cinco minutos, y con el aire a punto de faltarles, la rubia consiguió atrapar al perro, quien por alguna razón estaba bastante inquieto.
- ¿Qué le pasa? - preguntó Natsu.
- No lo sé. Tal vez ha visto algo que le ha gustado. O quizás…
- ¡Puchi! - escucharon gritar.
Ambos miraron al frente y se percataron como a lo lejos una niña de no más de 10 años corría hacia ellos con el rostro preocupado.
- ¿Puchi? - soltaron ambos.
El perro volvió a saltar de los brazos de la rubia y corrió hacia los de la pequeña.
- ¡Puchi! ¡Puchi! - decía ella mientras reía.
Era la dueña.
La joven maga vio como bajo los ojos de la niña, había restos de lágrimas, y sonrió con ternura.
- Menos mal, ¿eh? - dijo agachándose a su altura.
- ¿Lo habéis encontrado vosotros? - preguntó la pequeña. Lucy asintió, y antes de poder decir nada más, la niña se abalanzó hacia ella en un gran abrazo. - ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! - repetía una y otra vez. La rubia no pudo hacer más que devolverle el abrazo y reír felizmente por la alegría que en esos momentos irradiaban tanto la pequeña como el perro.
A lo lejos Natsu, apoyado en un árbol, vio con ternura la escena frente a él.
Lucy no pedía nunca nada a cambio, no le hacía falta. No se lo había dicho, pero lo sabía. Ella era feliz repartiendo felicidad a otras personas, y con eso le era suficiente. El rostro que en esos momentos su rubia compañera mostraba por recibir el cálido y sobre todo agradecido abrazo de una niña desconocida, era admirable. Por eso la quería, por eso la amaba, porque con sus pequeños actos solidarios alegraba la vida de muchas personas, incluida la suya. Esa joven maga, le hacía más que feliz, y uno de los motivos era ese. Su gran corazón.
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¿Qué os ha parecido? Bastante corto creo yo, ¿verdad?
Pero bueno, no importa. Como bien he dicho arriba, si encuentro algo para poder mejorarlo, lo editaré :D
Si queréis comentad algo. Ya sabéis que os leeré y responderé.
Por cierto. Esta historia se actualizará los viernes, así estáis también un poco atentos, y yo me organizo un poco mejor.
¡Un abrazo enorme a todos y nos vemos el viernes!
¡Adiós! ¡Adiós!
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