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¡Hola! ¡Holaaa!
¿Qué tal? ¿Cómo estáis? ¿Ansiosos por el capítulo? ¡Yo también!
Que nervios...
Decidí terminar esta historia antes de finalizar el año, y así lo he hecho. Subido un poco más tarde de las 00:00, pero bueno. Me sirve.
De verdad que agradezco a todos los que me habéis seguido desde el principio, incluso desde la versión de Lucy. Aquí termina la historia, pero ya sabéis lo que dicen:
"Cuando algo termina, algo nuevo empieza"
Se vienen muchas historias nuevas este año 2022.
- Continuar con :
- Little Moments (NaLu)
- ¿Qué es el amor? (Shicca)
- Historias tanto NaLu, como Shicca, como LuNa, que teniendo algunos capítulos hechos, prefiero terminarlos todos, y subirlos al terminar la de "¿Qué es el amor?"
Os doy de nuevo las gracias por todo el apoyo
Sois maravillosos, y espero que el año 2022 sea el mejor de vuestra vida, o al menos intentarlo. Se puede. Confío en vosotros!
¡Nos leemos abajo!
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10 · Eres lo mejor que me ha pasado · You are the best thing that I has happend to me in life
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Habían pasado unas cuantas semanas desde su último encuentro, y el chico además de estar desconcertado, se encontraba ligeramente furioso.
Por algún motivo, tras aquella noche de pasión y sentimientos revelados, su rubia compañera empezó a distanciarse poco a poco de él, y no lo entendía. ¿Acaso había hecho algo malo? ¿La había herido de alguna manera? Cada día intentaba recordar si quizás alguno de sus comentarios pudo haberle sentado mal, o quizás alguna escena de las suyas que pudiera haberla hecho incomodar, pero aun sabiendo lo idiota que podía ser a veces, estaba bastante seguro de que esta vez no la había cagado. Entonces… ¿por qué parecía huir de él?
Jamás había tenido un trato de esa forma con ninguna chica, al fin y al cabo nadie le había atraído tanto como Lucy. Esos sentimientos eran relativamente nuevos para él. No había tenido una familia en la que poder basarse en cuanto a relaciones amorosas se refería, por eso, el hecho de que la chica se alejara repentinamente de él le preocupaba de cierta manera. Quizás se sentía… ¿inseguro?
Era extraño, ya lo sabía, pero era lo más normal, ¿no? Sentirse así, digo. Que de un día para otro una persona te diga que te quiere y que eres lo mejor que le ha pasado en el mundo, seguidamente tengáis relaciones sexuales, habléis de ciertos temas, y unos días después haga como que no existes… ¿Quién entendía eso? Obviamente nadie.
Aquella noche, Natsu se había sentido el chico más feliz del mundo por todo lo que su compañera le dijo. Se besaron, se tocaron, y ahora hacía varios días que no la veía. Claro que estaba desesperado.
- "Se ha ido de misión con Levy" - le dijo Mirajane un día.
Le molestaba un poco que no le avisara, pero vale, lo entendía.
- "Creo que está cuidado a Asuka" - le comentó Levy al día siguiente.
¿Sin él? No era necesario, pero la última vez lo hicieron los dos juntos…
No quiso preocuparse, por lo que no le dio más importancia.
- "¿Lucy? Dijo que iba a visitar la tumba de sus padres." - le contestó Bisca un día después.
Allí comenzó a preguntarse qué demonios le pasaba. ¿Por qué parecía que no quería contar con él para hacer cosas? Siempre estaban juntos. Si uno tenía algo que hacer, el otro se unía casi sin preguntar. ¿Por qué ese cambio tan repentino?
Por supuesto que fue más de una vez a su casa a buscar respuestas, pero de alguna forma nunca se encontraba.
Si los del gremio no le comentaran que veían casi a diario a la muchacha, pensaría que había desaparecido o algo.
Mierda… Estaba frustrado.
¡No había hecho nada malo!
Y aun así…
- "Quizás deberías dejarla tranquila" - le comentó Happy. - "Puede que necesite tranquilidad. De todas formas ni tu ni ella podéis estar demasiado tiempo separados, por lo que no deberías preocuparte"
Era cierto.
Cada vez que ambos discutían, no tardaban más de un día en volver a reconciliarse. Era gracioso porque tanto él como ella, eran igual de orgullosos, y no solían dar su brazo a torcer tuvieran o no la razón, pero tratándose de ellos era diferente. Claro que se enfadaban, claro que no querían ni hablarse ni verse, pero de alguna manera durante el día, aun sin querer hacerlo, sus miradas acababan encontrándose, y como si algo hubiera sido activado en su mente, recordaban lo mucho que se importaban, dando paso a unas cuantas sonrisas y un abrazo de disculpa.
Siempre era así.
Y quizás, si se hubieran peleado, ahora mismo estarían juntos y bien, pero… ¡No lo habían hecho! ¡No habían intercambiado ni una sola mala palabra, ni una mala mirada… ¡Nada! Eso era lo que le preocupaba.
No iba a rendirse. Aunque su cabeza le dijera que siguiera con lo suyo, y que ignorara esa niñería por parte de la muchacha, su corazón no le dejaba. Quería verla, quería hablarle, quería tocarla…
Y allí estaba una noche más, sentado en el alféizar de una de las ventanas del piso de la rubia a la espera de que llegara. No sabía cuanto tiempo llevaba allí, pero más horas que los últimos días seguro.
- ¿N-Natsu…? - escuchó de golpe.
El chico se sorprendió. No por su llegada tan repentina. Su aroma había llegado a él desde hacía un buen rato, sino por el hecho de que le hablara. Estaba casi seguro de que nada más verle, Lucy echaría a correr quien sabe dónde sin dirigirle ni una sola palabra, pero allí estaba, quizás un poco asombrada, y ciertamente cohibida tras varios días sin encontrarse.
- Lucy. - la saludó con seriedad.
Quiso sonreírle. Lo deseaba, al fin y al cabo era algo que él siempre hacía: sonreír, y mucho más si iba dirigido a su rubia compañera. Además de que estaba muy feliz por haberla visto por fin. Sí… pero no podía. Tenía que demostrarle que estaba enfadado. Así que aunque le gustara, tenía que activar su modo serio y maduro.
- ¿Q-Qué haces aquí? - preguntó ella girando su vista a un lado.
- Lo que llevo haciendo cada día durante la última semana: esperarte.
¿La estaba atacando? Puede ser, pero debía ser directo.
- P-Podías haberlo hecho en el gremio.
- Lo hice. ¿Y sabes qué? Tú no estabas. - contestó. Se puso de pie sobre la cornisa y de un salto bajo posicionándose frente a ella. - Es extraño que todo el mundo te viera menos yo. ¿Hay algo que quieras decir, Lucy?
- Puede que… ¿No coincidiéramos? - quiso responder con una pequeña sonrisa.
- O puede que estés huyendo de mí.
La chica se sobresaltó levemente, mientras sus mejillas adquirían un ligero tono carmesí.
- ¡¿P-Pero qué dices?! ¡¿Por qué tendría que huir de ti?! - preguntó moviendo las manos de un lado a otro a modo de negación.
- Pues no lo sé. He estado todo este tiempo haciéndome la misma pregunta una y otra vez. - contestó jugando con los pliegues de su sudadera. - Pensé que quizás, sin darme cuenta, había hecho algo que te hubiera molestado. Lo pensé bastante. Incluso quise pedirte disculpas aun sin saber la razón, solo por tenerte cerca de nuevo.
Estaba enfadado, claro que sí, pero por otra parte estaba también muy triste, y debía saberlo.
- Natsu… - pronunció conmovida.
Ambos alzaron la cabeza y después de mucho tiempo, sus miradas volvieron a encontrarse. El corazón de Lucy palpitó con fuerza, y Natsu dio un paso hacia ella. Tomó una de sus manos, y con la yema de sus dedos la acarició con suavidad.
- Te hecho de menos… - soltó.
Y sonrió. Con tristeza, pero sonrió.
Lucy no aguantó más, y con pequeñas lágrimas a punto de asomar, se lanzó a su cuello para abrazarlo.
Natsu rodeó su cintura con los brazos acercándola más a él para poder sentir por fin su calidez.
Era extraño. Era un mago de fuego. El calor recorría todo su cuerpo como si fuera el mismísimo sol. Jamás tenía frío, pero el hecho de tener a la chica lejos de él, le hacía perder un poco de su calor.
Hundió su rostro en el cuello de ella, y aspiró su aroma pudiendo al fin tranquilizarse un poco. La había visto, le había hablado, y la estaba tocando… Ahora todo estaba bien. Ahora él estaba bien.
Largos minutos después rompieron el abrazo pero, tomados aun de la mano, Lucy guio al chico dentro de su hogar.
Sentados sobre la cama de la chica, frente a frente y manteniendo cierta distancia, el joven comenzó la conversación.
- ¿Por qué huías de mí, Lucy? -preguntó.
- N-No huía de ti… - negó abrazando sus piernas.
- Claramente lo hacías.
Una vena palpitante apareció en su frente, pero intentaba mantenerse lo más sereno posible. Empezar una discusión cuando estaban arreglando todavía la anterior, era un poco absurdo. Debía tener paciencia.
- No…
- Lucy… - advirtió.
La vio suspirar y supo que iba a hablar. Se acomodó más en el colchón y la observó impaciente.
- Tenía miedo… - soltó.
Eso si que no se lo esperaba.
- ¿Miedo? ¿De qué? - preguntó con sorpresa. Esperó y esperó, pero no parecía querer contestar. Pensó alguna razón, y segundos después su rostro volvió a mostrar tristeza. - ¿De mí…?
¿Por eso huía? ¿Tenía miedo de él? Había hecho algo que la había asustado… Aunque… ¿El qué?
Quizás fue aquella noche. ¿Fue muy brusco? Ella dijo que no, que todo estaba bien. ¿Entonces? ¿Mentía? Pero…
- ¡No! - contestó ella sacándole de sus pensamientos. - ¡No de ti!
- ¿No de mí?
- ¡Claro que no!
- ¿Entonces de qué…? - Volvió a callar. Se estaba mordiendo el labio queriendo no soltar aquello que la estaba haciendo sentir mal, pero él insistió. Debía saberlo. - ¿De qué tienes miedo, Lucy? ¡Responde!
- ¡De mis sentimientos!
…
¿Cómo…?
Natsu parpadeó varias veces sin entender a que se refería, mientras las mejillas de la chica volvían a incendiarse.
- ¿Sentimientos? No lo entiendo.
- N-No hace falta. Olvídalo. - respondió ella escondiendo su cara tras sus manos.
- Claro que hace falta. Somos amigos, ¿no?
Cagaste.
El rostro de la joven maga cambió drásticamente, y él lo notó. Su mirada ahora mostraba tristeza, más que la de él en toda la semana que estuvo sin ella, y sus mejillas volvían a su tono normal.
- Claro… - afirmó. - Amigos… ¿Amigos… y ya está? - preguntó alzando su vista hacia él.
- ¿A que te refieres? - inquirió sin entender.
¿Acaso no eran amigos? ¿Por qué tanto drama?
La escuchó reír por lo bajo.
- Supongo que al final no debía tener miedo de nada. Estaba más que claro… - habló saltando de la cama. - Únicamente amigos. ¿Cómo no lo supe desde el principio?
Natsu la siguió con la mirada, y aun estando de espaldas a él, supo que estaba llorando.
- ¿Lucy?
Rápidamente se limpió el rostro con la manga de su camiseta y se giró hacía él con una sonrisa.
- Perdona el haberte ignorado. Ahora todo está bien. - contestó.
No lo estaba. Claro que no. Ese tono con el que hablaba y sus ojos al borde de las lágrimas, indicaban todo lo contrario.
¿Por qué sentía que tras esto, en vez mejorar las cosas, habían empeorado? ¿Por qué su corazón se sentía inquieto? ¿Por qué parecía ahora ser él el que tenía miedo?
- ¿Qué ocurre, Lucy? - preguntó levantándose de la cama. Quiso tomarle de la mano como había hecho anteriormente, pero con solo rozarla, Lucy la alejó con rapidez. - ¡¿Por qué eres así?!
- ¿Así cómo? - quiso saber ella aun sin quitar la falsa sonrisa de su rostro.
- ¡Tan… complicada!
Un breve silenció inundó el lugar. El joven notó el ambiente, y supo que eso no le había hecho gracia.
No había dicho nada que fuera mentira, ¿no?
- ¿Yo? ¿Complicada yo?
- ¡Sí! Llevo una semana sin verte porque a la señorita no se le ocurre mejor idea que ignorarme, huir de mí, y luego hacer como si nada pasara, como si todo estuviera bien, cuando claramente no lo está. ¡Porque por si no lo has notado, estas llorando! - contestó.
- ¡No estoy llorando! - respondió ella alzando la voz por primera vez. - Además, ¿A ti que te importa?
- ¿Ah? ¡Claro que me importa! ¡Eres mi amiga!
- ¡Y dale con eso! ¿Qué problema tienes?
- ¡Pero es que eres mi amiga! ¿Qué más quieres?
- ¡Ser tu novia! - soltó.
Rápidamente se llevó ambas manos a la boca queriendo acallar lo que ya había dicho mientras se sonrojaba con fuerza.
- ¿Novia? - preguntó moviendo la cabeza a un lado. - ¿Acaso eres tonta?
Definitivamente eso no se lo esperaba. La chica no sabía si llorar, o pegarle. O las dos cosas… O pegarse a si misma por haber sido tan ingenua.
- Entiendo… - pronunció con un deje de voz. - Amiga y ya está. Perdona por toda esta escena.
Natsu lo entendía. Lucy estaba triste. No había captado lo que él quería decir.
- Mira que eres tonta.
- ¡Ya te he oído! ¡Deja de humillarme! - pidió encarándole.
Lo que ella no esperaba, es que al girarse, él estuviera sonriendo enormemente, y seguidamente la abrazara.
- ¿Cómo puedes ser tan idiota? - preguntó separándose un poco pero sin soltarla.
- Deja de insultarme… - reclamó haciendo una mueca de enfado.
- No te insulto.
- ¡Claro que sí!
- Es que eres tonta.
La rubia estaba dispuesta a darle una buena patada. Iba a demostrarle que por muy triste que se sintiera, aún tenía fuerza suficiente para lanzarle uno de sus Lucy Kicks. Iba a hacerlo, de verdad que sí, hasta que sin esperarlo, el chico se acercó aún más, y sin permiso alguno, posó sus labios sobre los de ella.
Por su mente pasó todo tipo de cosas, y olvidó hacer lo más importante, aquello que quería: corresponderle. Y cuando salió del shock, ya era tarde. Se había separado de ella.
Con las mejillas incendiadas, y sin entender absolutamente nada, Lucy lo observó perpleja. No sabía que decir.
- ¿P-Por qué…? - susurró.
- ¿De verdad crees que después de todo lo que pasó aquel día, y de decirnos todo lo que nos dijimos, lo único que siento por ti es que eres mi amiga? ¿En serio? - preguntó con tono divertido. - Y yo soy el idiota…
- P-Pero no lo entiendo… No recuerdo…
- ¿Qué es lo qué no entiendes? - preguntó. - ¿Qué es lo que no recuerdas?
- Y-yo…
- Si es la parte donde mantuvimos relaciones sexuales, no me importaría hacértelo recordar. - comentó de manera picara mientras le sujetaba con firmeza de la cintura y se acercaba de nuevo a ella.
- ¡N-No hablo de eso! - contestó dándole un empujón causando una risa en él. - ¡No te rías!
- Es que me parece graciosa tu reacción. Aunque ahora el que no lo entiendo soy yo. ¿Qué es lo que no recuerdas? - repitió.
- Que me pidieras salir… - contestó avergonzada.
- Es que no lo hice. - respondió de manera natural.
- ¡¿Entonces?! ¡Ese es el problema!
- ¿Problema por qué? - preguntó. - Creo que ha quedado bastante claro que nos queremos. - un sonrojo apareció en ambos. - Que tenemos algo más. Además, no se la meto a cualquiera. Eso tendría que ser suficiente.
Recibió un golpe por parte de la chica bien merecido.
- ¡Eres un bruto! - le gritó.
- Pero tengo razón. - insistió. - Vamos a ver. Hicimos el amor, Lucy. Me dijiste que me querías, que era lo mejor que te había pasado en la vida, y me hiciste el hombre mas feliz. ¿No es suficiente para que te des cuenta de que esto no es una amistad?
- S-Sí, pero…
- ¿Pero qué? ¿Qué no te he pedido que seas mi novia? Pensaba que estaba más que claro.
- Quizás para ti si, porque no entiendes de estas cosas. Pero para mi era algo importante… - respondió cabizbaja. - Además…
- ¿Además…?
- En ningún momento me dijiste que me querías... - contestó con los ojos húmedos una vez más.
- Estaba esperando.
- ¿Esperando a qué?
- A decirte esas 10 cosas que tenía pendiente. - le recordó.
- ¿Qué 10 cosas?
- ¿En serio no te acuerdas? ¡Las 10 cosas por las que te quiero!
Lucy enmudeció. Ahora lo recordaba. Ella anteriormente le dijo 10 cosas por las que le quería, y ese mismo día él prometió hacer lo mismo. Nunca dijo cuando, y ella tampoco preguntó ya que se dedicaron a hacer otras cosas. Pensar en ello hizo que su rostro enrojeciera de nuevo.
- Dímelas. - ordenó.
- ¿A-Ahora? - preguntó él avergonzado. - ¿No es un poco… precipitado?
- No. - respondió secamente.
Natsu suspiró sabiendo que ya era hora de soltarlo. Sonrió y acercándose a la cama, se sentó en ella apoyando la espalda contra la pared.
- Ven. - le pidió él.
Lucy, algo cohibida, pero decidida, hizo caso y se recostó entre las piernas del muchacho apoyando su espalda contra el ardiente pecho de él.
- Te escucho. - contestó dando paso a aquello que tanto ansiaba escuchar.
¿Por qué motivos la quería?
- Probablemente quieras matarme al escuchar más de una, pero son cosas que para mí son importantes, y el hecho de que tu seas así es suficiente. - avisó él mientras la abrazaba.
- No hay día en el que no quiera matarte, así que adelante. Nada me sorprende. - suspiró.
Él soltó una pequeña risa y empezó.
- Eres una rarita.
Por supuesto que a Lucy le molestó.
- ¿Eso es uno de los motivos o es un insulto para hacer la gracia? Si es esto último prepárate para ser golpeado después. - amenazó elevando el puño cerca de su cara.
- Tranquila, es uno de los motivos.
- Siempre me llamas rarita. No es algo nuevo. Aunque no lo entiendo.
- Es sencillo. Eres rarita y así te quiero.
Lucy se sorprendió. Lo había dicho. Le había dicho que le quería… Al fin…
- ¿Qué más?
- Dirás que no, pero claramente eres vergonzosa. - Y en ese mismo instante lo estaba siendo. - Esa pequeña faceta que te sale al ponerte nerviosa me encanta, y aun más cuando soy yo la causa de ello.
- ¿Q-Quién dice que seas tú? No seas egocéntrico… - contestó cruzando sus brazos, y un leve puchero.
- Ahora mismo estas avergonzada porque he dicho que te quiero.
- ¡N-No hace falta que lo repitas! - pidió.
Su corazón no podía con tanta ternura por parte de él.
- Eres increíble. - dijo riendo. - ¿Quieres que siga, o crees que es mejor parar por si te da algo? Por los nervios digo.
- ¡Claro que sí! ¡Continua! - replico. - Y deja de hacerte el interesante…
- Sí, sí… Eres valiente… - habló.
- ¿Valiente?
No era que no supiera que su compañero confiaba en ella y en su fuerza, pero escuchar aquello en persona, saliendo de sus labios y a escasos centímetros de distancia, marcaba notablemente la diferencia. Se sentía alagada.
- Sí, valiente. Aunque inconsciente a veces. - contestó como una pequeña represaría. - Debes tener cuidado. - le recordó mientras entrelazaba su mano con la de la chica.
- ¿Y tú me lo dices? Es gracioso. - replicó.
- Ya sabes que mi capacidad es mucho más alta que la tuya. No sufro tanto daño como tú. Así que no me importa saltar de inmediato a una pelea y salir herido, o hacer alguna locura ya sea por diversión o necesidad. No compares.
- Quizás a ti no te importa, pero a mi si… - susurró acariciando con la yema de sus dedos su mano.
Eso hizo que el chico sonriera.
- Siempre quieres tener la razón.
- Normalmente suelo tenerla.
- Pero no siempre.
- Normalmente sí.
- Eres una caprichosa, Lucy. Quieres tener todo aquello que no tienes, incluso la razón.
- ¡No soy caprichosa!
- Lo eres, pero no me importa. Ese es uno de los motivos.
- ¿Te das cuenta de que todo lo que has dicho hasta ahora no han sido cosas en la que la gente normal se suela fijar? - preguntó. - Es decir, no son cosas malas, pero tampoco hay alguna buena.
- ¿Y valiente?
- Vale, exceptuando valiente.
- E inteligente.
- ¿Crees que soy inteligente?
- ¡Claro que sí! Ya te lo dije, ¿recuerdas?
- Ah sí. Ese día en el que viniste a casa a molestarme.
- ¡No iba a molestarte!
Lucy soltó una pequeña risa.
- Sí, lo sé, lo sé, perdona. Continua.
- Eres solidaria.
Eso no extrañaba a la chica. Le gustaba ayudar al resto. Nada más, y él sabía de antemano.
- Lo sé. - contestó altivamente.
- Engreída.
- ¿Ese es otro motivo? Porque si es así… ¡No lo soy!
- Lo eres, pero no. No es uno de los motivos. - aseguró. - El siguiente es paciente.
- Ciertamente debo tener mucha paciencia contigo. - reclamó ella. - Pero no me importa. - sonrió.
- Lo sé, y por eso te quiero.
- ¡Q-Que no lo digas…!
- ¿Por qué no? - preguntó aun sabiendo la respuesta.
- Es vergonzoso…
Natsu soltó una sonora carcajada. Lo sabía. Era increíble.
- Me has echado en cara que la última vez no dije que te quería, y ahora que lo estoy haciendo, ¿no me dejas? Decídete, Lucy…
- S-Solo déjame en paz y continua. - pidió, al mismo tiempo que con su mano sobrante, se tapaba el sonrojado rostro que había adquirido.
- Eres increíble Lucy. Eres única, pero dentro de eso hay mucha sencillez. Eso es lo que destaca de ti. Complicada a veces, pero sencilla.
- No se si es un insulto, o un halago… - quiso saber con una gota resbalándose por la sien.
- Tómatelo como quieras, pero que sepas que ese es uno de los motivos por los que…
- ¡Sí! ¡Sí! ¡No lo digas! - le interrumpió girándose repentinamente hacia él.
- Vale, vale. Perdona. - contestó alzando las manos en señal de paz.
Ella suspiró aliviada, y sin darse cuenta, por la posición en la que se encontraba, su escote resaltaba aún más.
Obviamente el chico se dio cuenta, y no dejó pasar la oportunidad.
Agarró el brazo de la chica, y estirándola hacia él, hizo que se acercara. Posó una mano en su cintura, y otra tras el muslo izquierdo, obligándola así a sentarse a horcajas sobre él. Y todo esto en cuestión de segundos y sin darle tiempo a Lucy a hacer nada.
- ¿Q-Qué estás haciendo? - preguntó ella posando ambos brazos tras los hombros del chico.
- Lo que llevo toda la semana queriendo hacer, pegarte a mí, cuerpo con cuerpo.
El rostro de la chica enrojeció, pero no se apartó. Al fin y al cabo llevaban una semana sin verse. Y como bien había dicho el chico antes, ella también le había echado de menos. Demasiado.
- Pero no hemos terminado de hablar… - susurró mientras su mirada se clavaba en los labios rosados, y semi abiertos de él.
La mano de Natsu acarició el muslo de Lucy con lentitud y en dirección al trasero.
- Es culpa tuya por provocarme. - contestó deslizando los ojos por el bien formado cuerpo de la chica.
- Vaya… No sabía que era tan fácil provocarte. - respondió con gracia. En un movimiento para acomodarse mejor, o eso quiso aparentar, se restregó contra el miembro del chico causándole un pequeño sobresalto. - Quizás debería hacerlo más a menudo…
Él sonrió con picardía y, ella se mordió suavemente el labio inferior mientras recorría con ansiosa mirada su cuerpo.
- ¿Acaso estás coqueteando conmigo, Luce~? - preguntó.
- Depende… - contestó "acomodándose" de nuevo sobre él. - ¿Te gusta que lo haga…?
- No tienes ni idea de lo que me encanta. - contestó.
Ella sonrió, y notando como el chico hacía algo de presión en su cintura para atraerla más hacía él, se atrevió a acercar sus labios y besarle.
No fue nada intenso. No fue rápido ni salvaje. Fue lento y pasional, como si quisieran recuperar el tiempo perdido. Aunque así era.
- Te quiero, Natsu. - expresó ella tras finalizar el beso.
Estaba nerviosa. Mucho, pero necesitaba soltarlo, y aún más escucharlo de él de nuevo.
- Ya te lo he dicho hoy, pero no me importa hacerlo de nuevo. - la alejó un poco de él para observar con detenimiento la reacción de lo que diría a continuación. - Te quiero Lucy. Te quiero con todo mi ser. Y coincido totalmente contigo. Eres… lo mejor que me ha pasado en la vida. - escuchó el latir del corazón de la rubia bombardeando más rápido que antes, ¿o quizás era el suyo…? - Dices que yo te cambié la vida, pero no tienes ni idea del cambio que has hecho tú en la mía. Lo pusiste todo del revés, y me encantó… Probablemente, de no estar tú, hubiera perdido la vida en algún momento. Me salvaste, me cuidaste y me quisiste. Me quieres. - rectificó con una sonrisa. La chica había comenzado a derramar lágrimas de felicidad. - Has hecho mi vida más divertida con cada día que pasaba, y me has hecho crecer y madurar, para poder convertirme en el hombre que quiero ser para ti.
- Natsu… - susurró su nombre con emoción para seguidamente lanzarse a su cuello en un abrazo. - Te quiero. Te quiero mucho…
El oji-verde sonrió enormemente. Estaba feliz. Estaban ambos felices.
- Eres una llorona, Lucy. - comentó correspondiendo al abrazo.
- ¿Ese es otro de los motivos?
- Quizás lo sea. Cualquier cosa que hagas, cualquier reacción que tengas, es un nuevo motivo para quererte. Simplemente porque son cosas tuyas, y yo te quiero a ti, nada más.
- Natsu… - siguió llorando. - Gracias. Muchas gracias…
- ¿Qué dices, tonta? Soy yo el que te tiene que dar las gracias. - dijo separándose del abrazo y mirándola con ternura. - Gracias por hacerme feliz, rarita.
- Pienso hacerlo siempre. Quiero hacerte feliz de por vida, Natsu. - contestó limpiándose con el brazo las lágrimas.
¿Eso había sonado a…?
- ¿Acaso me estás proponiendo matrimonio, Lucy? - preguntó él con algo de sorpresa pero con un deje de picardía.
Ella parpadeó varias veces procesando lo que había dicho.
…
- ¡¿EH?! ¡N-No! ¡No lo hacía! - respondió con rapidez.
Ahora sí que estaba avergonzada.
¿De verdad lo había parecido?
- Bien, porque quien debería decir eso soy yo a ti, y no tu a mí. - confesó.
Y ella no contestó. Así era él. Tan inesperadamente extraño, y tierno a la vez.
Con una tímida sonrisa, y un asentimiento de cabeza, la joven acercó su rostro al de él, preparados para una larga sesión de besos y toqueteos.
- Voy a hacerte feliz, Lucy. Tenlo por seguro… - declaró.
- Confío en que así será, Natsu. Confío en ti. - admitió.
- Es una promesa.
- Es una promesa. - contestó ella de la misma manera.
Con lentitud, ambos chicos se acercaron y juntaron de nuevo sus labios en un dulce beso formalizando ese pacto, y dejándose guiar por la emoción, los sentimientos, y el calor del momento.
Lo tenían más que claro.
Para Lucy, Natsu era lo mejor que le había pasado en la vida. Era calentito, protector, tímido, gracioso, infantil, valiente, honesto, detallista… Era… el hombre de su vida, su media naranja…
Y para Natsu, Lucy era al igual, lo mejor que le había pasado en la vida. Era rarita, vergonzosa, valiente, caprichosa, inteligente, solidaria, paciente, sencilla, coqueta… Era… la mujer de su vida, su media naranja.
Ambos eran el uno para el otro, y decididos a seguir juntos hasta el fin de los tiempos.
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¡Y ESTE ES EL FINAL!
¿Qué os ha parecido?
No ha habido lemmon como en la versión de Lucy, pero no era necesario hacerlo.
Es posible que me haya quedado un tanto... aburrido, pero ya sabéis que como siempre he dado lo máximo de mi en esta historia. Además de que también sabéis que los finales y yo no nos llevamos bien. Creo que no hay ninguna que haya hecho decente. F por mi...
En fin.
De nuevo os doy las gracias enormemente por todo este tiempo a mi lado.
Gracias por tanto y perdón por tan poco uwu
Os deseo un feliz año nuevo, y que todos vuestros deseos se cumplan.
Nos leemos próximamente, en el primer capítulo de: "¿Qué es el amor?"
¡Os quiero un montón!
¡Adiós! ¡Adiós!
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