Los personajes así como todo lo relacionado con Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
angy:¡Hola! Me agrada saber que te gusta la historia, en cuanto a lo de Hermione casada, sí, me pareció una buena idea. ¡Saludos!
inmaru:Jajaja bueno, debo admitir que apenas es el inicio, se la pondré un poco más difícil.
Reina:¡Hola! Gracias, espero siga gustandote. Y sí, lo sigo escribiendo y lo seguiré escribiendo hasta que termine. ¡Saludos!
¡Disfruten la lectura!
Capítulo 6
—… enfrentándose a una demanda de divorcio —añadió Hermione un minuto después.
Ron levantó los ojos hacia ella y enarcó las cejas.
—Larga historia —dijo Hermione, pareciendo un poco incómoda.
—De acuerdo —murmuró Ron, hablando lentamente.
Acto seguido, se dedicó a examinar al gato. Pasaron cinco minutos en silencio, con Hermione observando a Ron revisar al gato.
—¿Le ha dado de comer o tomar algo? —preguntó Ron, sin mirarla.
—Intenté, pero no quiso nada —respondió Hermione, frotándose el brazo derecho con su mano izquierda —. ¿Qué tiene?
El hombre no respondió hasta unos minutos después
—Afortunadamente, nada grave —contestó el pelirrojo —. Además de lo de su patita, sólo está deshidratado y necesita comer. Probablemente lleve mucho tiempo sin hacerlo…
—¿Y qué hay de los estornudos? —inquirió Hermione, entrecerrando sus ojos.
—En un principio creí que tenía un resfriado, pero no tiene más síntomas que eso, lo que me hace pensar que es por una especie de alergia; lo más probable. El problema sería averiguar a qué es alérgico.
—Es raro pensar que los gatos tienen alergias —murmuró Hermione para sí, pero el pelirrojo alcanzó a oírla.
—Sí, a veces las personas ni siquiera tienen idea —dijo, sonriendo a medias —. Pero sí, tienen alergias unas que otras veces. Bueno, por la herida de su pata me hace pensar que ha sido perseguido por perros u otros gatos. Con unas semanas de buena alimentación y un buen baño estará como nuevo. Es un milagro que no se haya infectado de pulgas o garrapatas. También necesitará descanso.
—Sí —asintió Hermione, escuchando atentamente.
—¿Piensa quedarse con él? —preguntó el pelirrojo, señalando al gato con su cabeza.
—No sé —Hermione se encogió de hombros —. Creo que primero hay que ver si tiene dueño…
—No será difícil saberlo —comentó Ron, comenzando a guardar las cosas de nuevo en su maletín —. Puede pedir que lo anuncien en el periódico local. Mi hermana Ginny es la editora, así que no tendrá problema —Ron alzó la mirada y la observó fijamente, meditando —. Pero en caso de que decida quedárselo, le agradecería mucho que lo llevara a vacunar. Y también que le hicieran una segunda revisión, yo no cuento con los aparatos para hacerle una revisión completa.
Aquello sorprendió por completo a Hermione. Escrutó el serio y duro rostro del pelirrojo, y parpadeó dos veces antes de mover la cabeza de arriba abajo, un poco hipnotizada por la intensa mirada del pelirrojo. Sacudió la cabeza ante la repentina sensación que sintió.
—Sí, por supuesto —contestó, sorprendiéndose una vez más, pero esta vez por el tono de su voz. Se aclaró la garganta.
—Espere aquí, ya vuelvo —Ron se giró para cerrar el maletín. Levantó una mano y acarició rápidamente al gato, antes de salir del establo.
Hermione se quedó sola con el gatito. Se acercó a él y lo observó. El gato, al parecer, ya estaba dormido. Sonrió y en esos momentos se escucharon de nuevo pasos. James apareció de nuevo y entró, caminando rápidamente.
—He visto al tío Ron ir a la casa —dijo, ante las cejas alzadas de Hermione —. Me he escapado porque después no me dejaría salir luego.
—¿Por qué no? —cuestionó Hermione, un poco divertida.
—Se supone que sigo castigado —reconoció James, alzando un hombro, con la vista fija en el gato —. ¿Recuerda lo que pasó en el primer partido? Aún sigo castigado por eso, y como ya no puedo jugar en el equipo, es un poco aburrido este verano. Los Longbottom no han llegado aún.
—¿Quiénes son los Longbottom? —quiso saber Hermione, alternando su mirada entre James y el gatito.
—Amigos de mis padres y el tío Ron. Y también son clientes de la Madriguera. Vienen dos o tres semanas en el verano, es cuando más me gusta porque traen a su hijo Frank y él juega conmigo —respondió el niño con una gran sonrisa.
—Pero nadie jugará con Frank si sigue rompiendo las reglas —dijo Ron entrando al establo con una expresión ceñuda.
—¡En la torre! (1) —susurró James, nervioso. Alzó la mirada hacia su tío —. Tío Ron…
—Pasaré por alto esta ocasión, James, pero no la siguiente —advirtió Ron, apuntándolo brevemente con un dedo índice —. Ahora vuelve a la casa. Cuando regrese quiero verte en tu habitación.
—¿Vas a salir? —preguntó James, desconcertado.
—Iré a dejar a la doctora Granger a su casa —respondió Ron, esquivando la mirada sorprendida de Hermione —. Ahora despídete de ella y del gato.
—Adiós gatito, recupérate pronto —James le dio una palmadita al gato, luego se giró a Hermione —. Hasta luego, doctora Granger.
—Nos veremos pronto, James —le sonrió Hermione.
—¡James! —llamó Ron antes de que el niño saliera —Dile a la señora Hunter que si quiere ya puede ir a descansar, por favor. Y si ves a Richard dile que vaya a mi despacho más tarde, tengo que hablar con él.
—Claro, tío Ron —y sin más James echó a correr de nueva cuenta hacia la gran casa.
—No es necesario que me lleve a mi casa, señor Weasley —se apresuró a decir Hermione.
—Creo que sí lo es —rebatió Ron, adoptando una de las dos poses que Hermione siempre le había visto adquirir: el pie izquierdo separado y adelantado del derecho, con ambos pulgares colgados del cinturón, cerca de la hebilla —. Colín ya se ha marchado a su casa; ya está oscureciendo; y, por supuesto, no voy a permitir que usted se marche sola de regreso al pueblo. Así que —el pelirrojo extendió un brazo, apuntando hacia la salida del establo —, haga esto fácil y sencillo.
Hermione miró fijamente al pelirrojo, con los ojos entrecerrados. Finalmente suspiró y asintió. Tomó al gatito entre sus brazos y salió del establo, seguida del pelirrojo.
En el cielo ya comenzaban a brillar las estrellas y una fresca brisa revolvió los cabellos castaños de Hermione. El gato se estremeció entre sus brazos, pero siguió durmiendo.
—¿Doctora Granger?
La voz de Ron atrajo su atención. Hermione se había quedado de pie a unos pasos de la camioneta del pelirrojo, observando al cielo. Ron ya había subido a la camioneta y miraba a Hermione esperando a que ella subiera. Sin más, Hermione subió a la camioneta. Ron dio marcha atrás, hizo un giro y después tomó el camino que llevaba al pueblo.
Ninguno dijo nada en todo el trayecto, aunque Hermione lo miraba de reojo.
Ron mantenía una expresión inescrutable, pero sentía de vez en cuando la mirada de la mujer que estaba a su lado. Se contuvo muchas veces de bufar y preguntarle si tenía algo, porque si era sincero consigo mismo, esas miradas le ponían nervioso y estaba tentado de voltear y encontrarse con aquellos ojos marrones que le estaban provocado cierto interés.
Sólo abrió la boca para preguntarle a Hermione dónde quedaba su casa. La castaña le indicó el camino y pocos minutos después de haber entrado al pueblo Ron estacionó su Ranger frente a la casa de Hermione.
Por un momento pareció que Hermione diría algo, pero se arrepintió y bajó de la camioneta. Cerró la puerta con un suave golpe y sonrió al pelirrojo.
—Gracias, señor Weasley —agradeció. De nuevo parecía querer decir algo más, pues se mordió el labio inferior en un gesto nervioso.
A Ron le pareció interesante aquello y quiso preguntar, pero entonces Hermione habló de nueva cuenta y lo que le dijo lo dejó sorprendido.
—Lo invito a cenar mañana —no lo veía a los ojos, y Ron notó como se ruborizaba —. Sólo como muestra de agradecimiento por, ya sabe, ayudarme con el gatito y traerme a casa.
Ron no escondió su sorpresa. Apartó la mirada de Hermione y miró hacia el frente. Una mano apretaba el volante y la otra fue dirigida a su cabello pelirrojo y a su cuello. Finalmente suspiró y miró de nuevo a Hermione.
—Dígame una cosa, doctora, ¿cocina como lava? —preguntó, alzando una ceja.
Hermione miró confundida y Ron se soltó a reír. Aquello confundió más aún a Hermione. Y no sólo eso, sino que sintió algo cálido instalarse en su pecho cuando escucho la risa del pelirrojo. Nunca lo había oído reír o sonreír abiertamente como lo estaba haciendo en ese momento y a Hermione le pareció aún más atractivo. Asustada ante ese pensamiento sacudió la cabeza y frunció el ceño, molesta consigo mismo.
—Debo admitir que fue una buena broma —habló Ron, deteniendo su risa.
Se inclinó sobre su asiento, en dirección a Hermione y ella retrocedió, pero el pelirrojo estaba ahora abriendo la guantera y de ahí sacó algo que Hermione reconoció cuando él volvió a alzarse y mostró la prenda.
—Oh, lo siento por eso —se disculpó Hermione, completamente avergonzada al ver la camisa, ahora descolorida, que Ron había aventando en el centro médico.
—Me lo merecía —reconoció Ron, sacudiendo la cabeza, quitándole importancia.
—Entonces, también tome esta invitación como una disculpa por su camisa.
—No me gustaba, de todas formas —confesó Ron, riendo entre dientes.
Se quedó callado, mirando a su mano sobre el volante.
—¿Va a aceptar o no? —inquirió Hermione, frunciendo el ceño, aunque parecía expectante.
—Sí, está bien —contestó dos minutos después.
—¿A las ocho le viene bien? —preguntó Hermione.
—Perfecto. Nos veremos mañana, entonces —se despidió Ron. Volvió a encender el motor y miró a Hermione a través de la ventana.
—Hasta mañana, señor Weasley —regresó Hermione, sonriéndole.
Se apartó de la camioneta y dio vuelta en dirección a la puerta principal de la casa.
—¡Doctora Granger! —gritó Ron, inclinado sobre los asientos para poder asomar la cabeza en la ventana del copiloto —¿Cómo podré estar seguro que no va a envenenarme?
—¿Me cree capaz? —cuestionó ella, alzando las cejas y frunciendo un poco los labios.
El pelirrojo sólo se encogió de hombros, aunque sonrió. Hermione tuvo la tentación de acercarse y darle un buen golpe en la cabeza.
—Tendrá que averiguarlo entonces, señor Weasley —determinó al fin —. Buenas noches —dijo antes de entrar apresuradamente a la casa.
Ron se quedó unos momentos ahí, mirando fijamente la puerta. Luego, se marchó rápidamente de ahí. A mitad de camino hacia la Madriguera, detuvo la camioneta y miró sus ojos reflejados en el espejo.
—¿Qué diablos, Ronald Weasley? —se gritó fuertemente.
Había aceptado cenar con aquella mujer. Estaba sorprendido de sí mismo, y furioso también.
No iría, se dijo. La dejaría plantada y…
—No puedes hacerlo, Weasley —se reprendió, aun mirándose.
Además, una parte de él quería ir.
Y aquello le estaba asustando. Y lo asustó más cuando se encontró pensando en los ojos marrones de aquella mujer. Y luego comenzó a pensar en su sonrisa genuina que siempre le dedicaba a James, en como sus manos habían estado acariciando al gato, en su aroma que aún estaba flotando dentro de su camioneta. En su cabello salvaje, que por un momento quiso acariciar.
Meneó la cabeza, sacando a Hermione Granger de su mente.
—No puedes caer en eso —se dijo, suspirando fuertemente —. No de nuevo, Weasley.
Sería mejor ignorar todo aquello, antes de que se le fuera de las manos.
Sería sólo una cena de agradecimiento y después…
Después se mantendría alejado de aquella mujer de ojos marrones.
(1) ¡En la Torre! No sé si habrán escuchado esa expresión, pero aquí en México es muy usada para diferentes situaciones, aquí es más bien como decir: Me he metido en problemas.
¡Hola!
¿Les dio tranquilidad este capítulo? Ahora vemos que Hermione está divorciándose; también sabemos que ambos tienen una gran historia detrás y… ¡Una próxima cena! Ahora las dejaré con esa gran intriga de lo que sucederá en el siguiente capítulo.
Estoy muy feliz por los reviews del capítulo pasado, me ha hecho ilusión que más personas me digan lo que piensan de la historia. ¡Muchas gracias! También por los favoritos y alertas, gracias.
Hum, ¡ah, sí! Bueno, para que no se preocupen, tengo escrito hasta el capítulo 10 de esta historia, recién comienzo en el once, así que por el momento estaré actualizando en un intervalo de, dígamos, dos semanas o menos. Porque realmente suelo actualizar cada mes o mes y medio. Pero ya saben.
En fin, me despido. ¡Hasta el siguiente capítulo!
Besos, ¡saludos!
LunitaEmo-Granger.
