Los nombres de los personajes así como todo lo relacionado a Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.


Guest: Que por mí no hay mucho problema en que lo consueles, pero Hermione es la importante aquí, no sé si Ron quiera hijos en este momento. Ron aún tiene muy presente a su hijo, aunque trate de no hacerlo, pero sí, es algo que se lleve. En cuanto a qué sucedió con Lavander y el hijo, no diré nada por el momento, la historia lo demostrará a su tiempo. Me han agradado mucho tus palabras, porque quise hacerlo algo real y no caer tanto en lo ficticio ni tampoco hacerlo muy exagerado, así que eso me ha demostrado que lo logré.

Bueno, van a pasar cosas, pero mejor dejo que leas lo que sucede.

Gracias a ti, ¡saludos!


Capítulo 10

Hermione echó llave a la puerta del centro médico y dio media vuelta. Al hacerlo, se topó de frente con Ron. Dio un respingo y retrocedió hasta estar pegada a la pared.

Ron alzó las cejas, con una mirada divertida y curiosa.

—¿Ha estado aquí afuera todo este tiempo? —preguntó Hermione, deseando que no la mirara de aquella manera.

—No realmente —respondió Ronald, creando más distancia entre ellos —. Fui a… otro lugar —añadió, luego de dudar —, y he regresado unos minutos antes.

—Bien —murmuró Hermione, confusa.

Ron volvió a alzar las cejas. Sonrió a medias y luego se movió un poco y comenzó a caminar; Hermione se ubicó a su lado en cuestión de segundos.

—Así que… ¿a qué debo su invitación? —preguntó Hermione, dudando en la última palabra.

Ron no respondió en seguida. Caminó un poco más por las calles, y justo antes de llegar a la plaza del pueblo, habló.

—Creo que le debo una explicación —suspiró pesadamente, sintiendo la mirada de Hermione en él.

—¿Una explicación? —repitió Hermione, confusa.

Ron sacudió la cabeza. En serio, ¿en qué estaba pensando cuando la invitó a dar una vuelta?

—Nuestra última charla. El domingo —se decidió a responder al fin, con algo de incomodidad.

—¡Ah! Sí, eso… —masculló Hermione, recordando con precisión las últimas palabras del pelirrojo aquella noche.

Era más que notoria la tensión que en esos momentos estaba comenzando a formarse a su alrededor. Y es que mientras Ron seguía tratando de comprender el porqué de aquella necesidad de justificarse, Hermione se encontraba confundida por la actitud de aquel hombre.

—Ella nunca se mostró alegre con el embarazo —soltó Ron, de pronto, mirando hacia el frente. Hermione alzó la mirada y la fijó en el rostro del pelirrojo, intentando descifrarlo, inútilmente —. Es decir… bueno, ella simplemente no era como las demás mujeres. Y ver... —se rascó la nuca, sin saber cómo continuar —, sólo me pregunto por qué ella no pudo sentirse como la esposa de Walker. No sé, cualquier mujer se sentiría feliz de tener un hijo, ¿no cree? ¿Usted se sentiría feliz?

Ron la miró fijamente, esperando una respuesta. Hermione ladeó la cabeza y meditó todo lo que Ron Weasley acababa de decirle y preguntarle.

—Bueno —comenzó —, no todas las mujeres somos iguales, ¿sabe? Así que no puedo decirle que no creo eso. Y en mi caso, supongo que sí. Lo sabré si en algún momento llego a tener hijos.

Ron asintió lentamente y apartó la mirada. Caminaron de nuevo en silencio. La mente del pelirrojo comenzaba a llenarse de recuerdos. Recuerdos y más recuerdos; de alguna manera, siempre terminaban volviendo. Había sido estúpido creer que los eliminaría del todo.

—¿Señor Weasley? —tanteó Hermione, al ver la expresión ida del pelirrojo.

Ron agitó su cabeza y compuso una sonrisa.

—Vamos por un helado.

Entonces, sin planearlo ni esperarlo, envolvió su mano alrededor de la mano de Hermione y tiró de ella hasta el puesto de helados que estaba cerca de la fuente que adornaba la plaza central del pueblo.

Los ojos de la castaña se abrieron con sorpresa, al sentir la calidez que desprendían los dedos de aquel hombre pelirrojo. Y entonces se encontraba siendo arrastrada por Ron hacía el puesto de helados.

Bueno, ése era su destino, pero el pelirrojo se detuvo de pronto, provocando que Hermione chocara con el costado de Ron.

—¡Hola, Ron! —Hermione escuchó aquella voz femenina que no tardó en distinguir.

—Ginny —saludó el Weasley y a Hermione le pareció notar un pequeño grado de nerviosismo en su voz.

—Me sorprende verte por… —Ginny dejó la frase inconclusa al notar detrás de Ron a Hermione —, ¿Hermione?

La castaña salió de detrás de Ron y así pudo ver fijamente a la pelirroja, que la miraba con las cejas alzadas.

—Hola, Ginny —saludó, tratando de parecer tranquila.

—¿Pero qué…? —los señaló a los dos, confusa. Entonces su mirada se dirigió hacia abajo. Donde las manos de Ron y Hermione aún seguían unidas, y una lenta y pícara sonrisa comenzaba a dibujar en sus labios.

—Mierda —maldijo Ron por lo bajo, pero lo suficientemente alto para que Hermione lo escuchara.

Hermione le pellizcó la mano a Ron, en reprimenda por la palabra. Ron le dirigió una furiosa mirada y los dos se soltaron de un tirón.

—Así que ustedes… —Ginny volvió a atraer la atención de ambos, aún con la sonrisa en sus labios y sus cejas enarcadas con diversión.

—¡Ni siquiera lo digas, Ginebra! —se apresuró a decir Ron, frunciendo su ceño y cruzando los brazos.

—¿Decir qué? —cuestionó Ginny, evidentemente disfrutando de la situación.

—¡Tú sabes qué! —la acusó Ron, bufando.

Hermione miraba de uno a otro, tratando de entender un poco de aquel intercambio de frases.

—¡Mamá, mamá!

El gritó de James sonó a unos metros de distancia. Los tres, olvidando su antigua discusión, se giraron en dirección al niño, que venía corriendo en esos momentos.

—¡Sí los encontré! —derrapó un poco antes de detenerse frente a su madre agitando una bolsa de lo que parecían ser dulces. Sonrió abiertamente y su rostro giró unos cuantos grados, mirando a Ron y Hermione —¡Tío Ron! ¡Doctora Granger!

—James —el hombre pelirrojo sonrió y agitó los cabellos negros de su sobrino.

—Hola, James —saludó Hermione, componiendo una sonrisa agradable.

Después de eso siguió un silencio que nadie supo llenar. James miraba confundido de su madre, a su tío a la doctora Granger, preguntándose qué sucedía. Sacudió su cabeza y llamó la atención de su tío.

—Ahora que ya los abuelos se fueron, ¿ya voy a poder ayudarte de nuevo?

—Eh… —Ron se aclaró la garganta —, claro James. Como siempre.

—Tengo una idea —aclamó de pronto Ginny, volviendo a sonreír —. ¿Por qué no vienen a cenar los dos esta noche?

Ron no se negó, después de todo había planeado estar en casa de los Potter hasta que Colín regresara. Así que sólo miraron a Hermione, quien se negó en un principio, pero ante la insistencia de James y Ginny, aceptó finalmente.

—Creo que el helado lo dejaremos para después —murmuró Ron, caminando junto a Hermione.

Ésta fijó sus ojos en él. ¿Acaso eso indicaba que volverían a verse? Oh, sí. Claro que sí.

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Mientras Ginny y Hermione (ahora fue su turno de insistir en ayudar), se hacían cargo de la cena en la cocina, Ron y James estaban en la sala esperando a que Harry llegara.

—Tío Ron —James alzó la vista de sus juguetes para mirar al hombre —, ¿tú y la doctora Granger son amigos?

—No —negó rápidamente el pelirrojo. Y es que no lo eran, ¿cierto?

Sólo eran… eran… sólo eran dos personas que habían tenido ciertos encuentros imprevistos y no tan imprevistos, pero que aún no podía categorizarse como amigos, tal cual. Ni de cerca.

—Entonces, ¿qué hacían juntos? —curioseó el pequeño, volviendo a jugar.

—Íbamos por un helado —respondió Ron, con simpleza.

—Espera —James frunció el ceño, arrugando su carita —, si no son amigos, ¿por qué iban por un helado?

Ron suspiró y se echó hacia atrás en el sofá.

—Deja el tema, James.

—Pero no comprendo…

—James, en serio, deja el tema en paz —gruñó Ron, cerrando sus ojos.

—¡De acuerdo! —aceptó a regañadientes el chiquillo —Entonces son amigos —murmuró por lo bajo, cuidando que su tío no le escuchara.

—No sabía que mi hermano y tú fueran cercanos —comentó Ginny, girándose hacia Hermione.

La castaña se tardó unos segundos en responder, mientras se limpiaba las manos en un paño.

—No lo somos, realmente —respondió, devolviéndole la mirada a Ginny —. Hemos tenido unos encuentros algo… extraños.

—¿Extraños? —Ginny alzó las cejas con escepticismo.

—Bueno, no extraños —se corrigió Hermione, sonriendo a medias —. Sólo no en los mejores casos —la pelirroja no dijo nada, se quedó mirando a Hermione con el mismo gesto. Ésta suspiro y negó con la cabeza —. No sé lo que pienses, pero no te hagas una idea equivocada de lo que no es.

—No me estoy haciendo ideas de nada —aclaró Ginny, en un tono inocente, alzando las manos.

—Bien —aunque Hermione lo dudaba.

Alrededor de quince minutos después, cuando Harry por fin llegó a casa, los cinco se sentaron, dispuestos a compartir aquella cena. Estaba de más decir que había una pequeña tensión entre Ron y Hermione, que estaban sentados frente a frente. Harry intercambiaba miradas con su esposa, con la duda en sus ojos. Ginny sonreía y miraba de vez en cuando a su hermano y a Hermione.

James, ignorante de todo lo que sucedía con los adultos, se dedicaba a contar sus aventuras del día y mencionando alguna que otra cosa.

—James, come despacio. Vas a atragantarte —reprendió Ginny, al ver como su hijo se apresuraba a echarse dos bocados a la boca.

—No sé por qué siempre me regañas por eso —refunfuñó el niño, después de haber masticado y pasado los alimentos —. Doctora Granger —la aludida miró en dirección de James y asintió —, ¿ya le ha puesto nombre a su gatito?

—No. Aún no, James —respondió Hermione, con una sonrisa —. Creí que ibas a ayudarme a nombrarlo.

—¡Es verdad! —exclamó el niño, recordando —Con la visita de los abuelos lo había olvidado.

—Así que ya se fueron los señores Weasley —intervino Harry, mirando a su esposa y a su cuñado.

—Sí —se limitó a responder Ron, que hasta ese momento no había hablado mucho, como normalmente hacía —. Pero adivina, Neville y su esposa llegaran la próxima semana.

—¿Es en serio, tío Ron? —terció James, con la emoción pintando su rostro.

—Sí. Esta mañana ha llamado Neville y me lo ha confirmado —Ron sonrió a su sobrino.

—Neville es un buen amigo nuestro —explicó Ginny a Hermione —. Lo conocemos del colegio.

—Mamá salía con él —murmuró James, antes de beber de su vaso.

—¡No salía con él, James! —negó Ginny, ante las risas de Ron y Harry —Sólo fuimos juntos a un baile y nada más.

Y luego Ginny procedió a contarle aquella historia a Hermione, con las mediaciones correspondientes de Harry y Ron.

Durante el postre, James y Hermione discutieron el nombre del gatito, con alguna que otra intervención de los otros tres adultos. Al final, decidieron llamarlo Crookshanks.

—Me parece un buen nombre —dijo Hermione, sonriendo a James, que parecía complacido —. Muchas gracias por la cena, Ginny, pero ya debo de irme. Ya es tarde —señaló, apuntando el reloj.

—Yo también debo de regresar a la Madriguera —Ron se levantó —. Tengo muchas cosas que hacer aún. ¿Necesita que la lleve a su casa, doctora Granger?

—No es necesario —se apresuró a decir Hermione, mirando al pelirrojo —, pero gracias.

—Vamos, Hermione, deja que Ron te lleve —animó Ginny, ignorando la mirada intrigante de su esposo.

—No es necesario, en serio —balbuceó Hermione, sacudiendo su cabeza negativamente.

—Sólo me tomará unos minutos, no será nada —habló Ron, con firmeza. Cruzó una mirada con Hermione de nuevo y al fin la castaña asintió.

—Tú y yo tenemos una conversación pendiente —recordó Ginny a Ron, hablando en voz baja para que sólo él la escuchara.

Ron bufó. Justamente se había ofrecido a llevar a la doctora Granger a su casa para evitar la charla con su hermana; pero, evidentemente, Ginny no lo dejaría pasar así como así.

—Eres imposible —gruñó Ron, mientras la pelirroja le daba un beso en la mejilla a modo de despedida.

—Compartimos genes, hermanito —se burló la mujer, alejándose de él.

Ron suspiró. Revolvió los cabellos de James al salir y avanzó delante de Hermione.

—¿Qué fue todo eso? —inquirió Harry a su esposa, fingiendo una sonrisa en dirección de Ron y Hermione.

—Eso intento averiguar —contestó entre dientes la pelirroja —. Vamos James, entremos.

James asintió mirando a su madre y luego se giró unos segundos hacia Ron y Hermione.

—¡Adiós, tío Ron! ¡Adiós, doctora Granger! —gritó James, agitando la mano en un gesto de despedida.

Ron sonrió a su sobrino y Hermione devolvió el gesto. Los Potter entraron a la casa al tiempo que el pelirrojo y la castaña subieran a la camioneta del Weasley (que media hora antes Colin había dejado), Ron encendió el motor y aceleró.

Algo más de cinco minutos pasados, Ron se estacionó frente a la casa de Hermione. Ella bajó primero, y tras unos segundos de duda, Ron también bajó.

—Gracias, señor Weasley —sonrió Hermione, mirando al hombre.

El pelirrojo sacudió su cabeza y luego soltó el aire.

—Escuche, sea lo que sea que dijo o insinuó mi hermana, no le haga caso —enunció Ron, con sus ojos azules penetrando los ojos marrones de Hermione.

—No pretendía hacerlo —se sinceró Hermione, alzando un hombro —. Pero a Ginny le parece extraño que… bueno, el vernos juntos —añadió, con algo de incomodidad.

A Ron también le incomodó la última palabra. Evadió la mirada de la castaña y dio un paso atrás.

—Sí, es… extraño —coincidió el pelirrojo, carraspeando —. Eh, bueno. Buenas noches, doctora Granger.

—Señor Weasley —le llamó Hermione, antes de que el pelirrojo se subiera de nueva cuenta a la camioneta. Ron se giró hacia ella y esperó a que Hermione prosiguiera —. No se lo había dicho antes, pero… lamento lo que pasó con su hijo.

Ron se sorprendió de la sinceridad que denotaban las palabras y la mirada de Hermione. Por unos momentos no supo qué decir, y aún seguía pensando qué decir cuando Hermione se acercó a él y rozó sus labios en la mejilla del pelirrojo.

—Buenas noches, señor Weasley —murmuró Hermione, regalándole una media sonrisa.

Ron aún seguía estupefacto cuando Hermione entró a la casa y cerró la puerta detrás de sí.

Pero el pelirrojo ahora sólo podía pensar en la sensación que le invadió cuando Hermione le besó.

Porque sabía que sentir aquello era malo para él.

Muy, muy malo.


¡Hola, hola! Queridas lectoras y lectores (si hay algún chico por ahí).

He aquí un capítulo más de esta historia. Sinceramente, veo este capítulo como algo transitorio. Quiero ir preparando el terreno para lo que viene, pero por eso no deja de ser importante el capítulo.

En lo personal, me muero por escribir de Ron y Hermione de una forma más cercana e íntima, pero sé que aún no es el momento; no de acuerdo a mis planes. En otro asunto, conocimos un poco más de la historia de Ron, algo que el compartió con Hermione, pero es evidente que no es todo, falta de esa historia.

Y dos acercamientos más entre ellos, que fue la tomada de mano y el beso de despedida. ¡Ay, Merlín! Las emociones del pelirrojo sufrirán un poco, pero eso lo veremos en el siguiente capítulo; sí, tenía que dejar una pizca de intriga.

Bueno, quiero agradecer por sus reviews, alertas, favoritos y todo. ¡Muchas gracias!

Dato: siempre suelo responder reviews cuando voy a actualizar, así que cuando vean que les he respondido, es porque el capítulo ya está listo.

Sin más, me despido. Besos y abrazos de:

LunitaEmo-Granger.