*Los nombres de los personajes así como todo lo relacionado con Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.


Capítulo 13

Ron bajó las escaleras a paso rápido, su cabello aún húmedo por la rápida ducha. La señora Hunter estaba en el pasillo que daba a la cocina, dando instrucciones a sus ayudantes.

—Buenos días —saludó Ron, deteniéndose en la entrada del pasillo.

—¡Ah, señor Weasley! —la señora Hunter volvió la cabeza a él —Lo están esperando en su despacho. Un hombre que dice que usted le dio hospedaje anoche… —añadió, antes de que Ron le preguntara.

—Gracias.

Ronald asintió y dio media vuelta. Pasó por la sala, donde James estaba concentrado en su videojuego portátil. Revolvió sus cabellos, al pasar por su lado y soltó una risa cuando James volteó y perdió el juego.

—¡Tío! —protestó el niño, mirando con enojo a Ron.

El hombre se limitó a reír y finalmente avanzó hasta su despacho. Entró y cerró la puerta tras él.

Krum lo estaba esperando, de pie frente a una de las ventanas que daban a la parte trasera de La Madriguera. Se dio la vuelta cuando escuchó a Ron entrar.

—Señor Krum —saludó Ron, rodeando el escritorio y sentándose en la silla. Estiró la mano y le hizo un gesto a Krum para que tomara asiento.

—Señor Weasley —dijo Viktor, después de sentarse —. Como le dije, me iría cuánto antes. Un empleado suyo me ha comentado que va al pueblo y le he pedido que me lleve, si a usted no le molesta eso.

—En lo absoluto —respondió Ron, deseando más que nada que el hombre se largara de una vez.

—Bueno. ¿Cuánto le debo? —añadió Viktor, después de una pausa incómoda.

Ron se levantó y miró al hombre.

—Nada. Y no objete —se apresuró a decir cuando Krum abrió la boca —. Fue un favor y los favores no se cobran.

—No le pedí un favor, señor Weasley. Le pedí un servicio de hospedaje —rebatió Krum, levantándose poco a poco.

—En ese caso, tómelo como un favor y márchese. Tengo cosas que hacer —señaló la puerta, sin dejar de mirar al hombre.

Viktor no se movió. Clavó su mirada en la de Ron. Su rostro se endureció.

—Esto lo hace por Hermione, ¿no? —declaró.

—No sé a qué se refiere —dijo Ron, manteniendo su rostro impasible, aunque algo se removió cuando escuchó el nombre de Hermione.

—Sí, sí sabe —contradijo Krum, inclinándose sobre el escritorio —. Anoche lo vi salir tras ella. Estoy completamente seguro de que era usted. Dígame, ¿es usted la razón por la que quiso el divorcio?

El rostro de Ron se volvió de un tono colorado. Apretó los puños.

—No le voy a negar que conozco a Hermione. Pero yo no tuve nada que ver y no creo que nadie más que usted haya tenido la culpa de que Hermione ya no lo quisiera. Si usted fue un completo imbécil que no supo valorarla lo suficiente, no es mi problema. Y ahora márchese, antes de que yo mismo lo saque a patadas.

Krum irradiaba una furia contenida tras escuchar las palabras de Ron. Hizo un movimiento involuntario, como si fuera a lanzarse contra Ron, pero al ver la mirada que el pelirrojo le devolvió, se echó hacia atrás. Dirigió a Ron una mirada fulminante y salió del despacho, dando un portazo.

Ron tomó aire repetidamente, tratando de calmarse. Lo que hubiera dado por estamparle un puñetazo en su carita de idiota a Krum.

—Uhm, ¿tío Ron? —la cabeza de James apareció por la puerta. Observó a su tío, que se limitó a mirarlo fijamente —La señora Hunter te necesita en la cocina.

Ron parpadeó y se frotó el rostro repetidamente.

—Ya voy —respondió, soltando un suspiro.

—¿Estás molesto, tío? —el pequeño entró un poco más a la estancia, vacilando notablemente.

—No, James —Ron forzó una sonrisa, que convenció al pequeño —. Ve a buscar a Colín y dile que vaya preparando a los caballos.

—¡Seguro, tío! —sonrío James, más animado. Dio la vuelta y sus pisadas se perdieron en cuestión de segundos.

¡Vaya día! Y recién comenzaba, pensó Ron, irritado.

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—Alguien no está de buenas, eh.

Ron giró el rostro y miró a Harry. Alzó las cejas y cruzó los brazos.

—Y tu presencia no mejora mi ánimo —replicó el pelirrojo.

—Vaya, vaya —silbó Harry, apoyándose en la cerca —. Es por lo de Krum, ¿no?

—¿Por qué lo trajiste? —bufó Ron. Comenzó a moverse de nuevo, cambiando las sillas de montar de un lugar a otro.

—No lo podía dejar ahí solo, Ron —respondió tranquilamente —. No se vería bien que el jefe de la policía dejara a un ciudadano sin ayuda. Y sabes que éste era el único lugar.

Ron no respondió de inmediato. Siguió con su rutina, resoplando de vez en cuando y soltando una que otra maldición.

—Es un imbécil —masculló, en voz alta, lo suficiente para que Harry lo oyera.

—Ron —le llamó, pero Weasley lo ignoró —. Ron, es por Hermione. Es eso, ¿no?

Hubo otro silencio, pero esta vez Ron se detuvo y miró a su cuñado.

—No quiero hablar de eso, Harry.

—¿Por qué?

Ron se movió y se apoyó al lado de Harry. Bajó la mirada y luego la alzó mirando a lo lejos.

—Me da miedo lo que estoy sintiendo por ella. Quiero detener esto, ¿de acuerdo? No quiero más problemas en mi vida. Ya tuve suficiente —añadió con amargura —. Así que deja el tema por la paz —zanjó Ron, saliendo de los establos.

Harry suspiró y lo siguió.

—Un día ella se va a ir y todo volverá a ser como era antes —añadió Ron y avanzó más rápido antes de que Harry hiciera la pregunta que él mismo se estaba haciendo.

¿Y si no se iba, si se quedaba por siempre?

—Ron, ¿y tú? —Harry habló alto, para que Ron lo oyera — ¿Tú volverás a ser como eras antes?

Harry miró la espalda de Ron tensarse, mientras se detenía. El pelirrojo giró y miró a Harry. Le dedicó una triste sonrisa.

—Tú sabes que yo nunca seré como antes, Harry.

Y se marchó, sin darle la oportunidad a Harry de decir algo más.

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Apenas había comenzado la temporada veraniega y Ron ya estaba harto de ella. Por primera vez desde que abrió La Madriguera, quería dejar todo eso e irse a un lugar abandonado y remoto.

Ningún entrenador había aparecido de la nada y él había tenido que dar todos los cursos de equitación. Entre eso, administrar el negocio y procurar que todo fuera bien, se había ido todo su tiempo.

Quizá era algo bueno, porque cuando no estaba ocupado, su mente comenzaba a llenarse con pensamientos de Hermione Granger. Y Ron no quería pensar en ella.

—Tío Ron, los señores Knigston acaban de llegar. La señora Hunter pregunta a qué habitación van —James entró en los establos, leyendo el papel donde había anotado el recado.

—Diles que van en la que dejaron los Miller antier —respondió el hombre, cerrando la cerca del caballo que había revisado —. Y dile que prepare la habitación libre del tercer piso, mañana llega otra pareja.

—De acuerdo —el niño sacó un lápiz y apuntó eso en el reverso del papel, para que no se le olvidara. Ron soltó una risa al verlo. Pasó a su lado y revolvió sus cabellos —. ¡Oh! Y mamá dijo que el que estuvieras ocupado con tu trabajo, no era excusa para que no fueras a cenar con nosotros. Aunque yo le he dicho que no se enoje contigo por eso —añadió, sonriendo a su tío.

—Pues seguro ha de estar molesta —dijo Ron, mientras tomaba una cuerda colgada de un clavo en la pared —. Pero dile que iré el domingo, sin falta.

—¿Seguro irás, tío? Porque si no, mamá te mata —James entrecerró sus ojitos, mirando a su tío, dudando de sus palabras.

—Completamente seguro, James. Y será mejor que vayas con la señora Hunter ya —dio una palmadita a la cabeza del pequeño — y te prepares para la cabalgata.

—¡Sí! —gritó James, contento ante la mención de lo planeado para esa tarde. Su madre había aceptado que montara, siempre y cuando estuviera acompañado de Ron —¡Adiós, tío!

Salió corriendo del establo, tirando una escoba que estaba en la entrada —¡Lo siento! —gritó, pero no se volvió para levantarla.

Ron meneó la cabeza y acomodó la escoba en su lugar. Sonrió mirando a su sobrino y volvió a sus labores. Era cierto que había dejado de ir a cenar con los Potter, usando la excusa de que ahora no tenía tanto tiempo. Pero la verdad era otra. Y es que desde que James había mencionado que había visto a la doctora Granger hablando con un hombre tan solo una semana atrás, y dado que ahora la doctora fuera regularmente a la casa de Ginny y Harry, Ron había procurado no encontrarse con ella.

Primero, porque ya no sabía cómo actuar ante ella. Y segundo, porque no quería admitir que el hecho de que ella hubiera hablado con otro hombre le había provocado un malestar que no podía quitarse. Y sabía que el solo verla le afectaría. Así que era mucho mejor que Ron mantuviera esa distancia.

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Hermione terminó aquel día sintiendo de nuevo ese extraño sentimiento que no la dejaba desde hacía días. Una parte de ella quería olvidarlo y hacer como si nada sucediese en su mente; pero otra, que parecía más insistente que nunca, quería definirlo, quería ponerle nombre.

No obstante, el nombre parecía estar por sí solo: Ronald Weasley.

No podía explicarse porque le afectaba el hecho de no saber nada del hombre desde que había hablado con él, después de su encuentro con Viktor. Ginny y Harry a penas y mencionaban algo del hombre y ella no se atrevía a preguntar por él. Pero cada vez que lo mencionaban, algo se movía en ella.

Así que cuando una muy familiar Ranger se detuvo justo a su lado cuando caminaba hacia su casa, su corazón se aceleró y su rostro giró instintivamente. Pero no fueron los ojos azules de Ronald Weasley los que la miraban, si no, los ojos castaños de Colín.

—Doctora Granger —saludó el muchacho, sonriendo.

—Buenas tardes, Colín —Hermione devolvió la sonrisa, ahogando la decepción de no ver al irritable señor Weasley.

—¿Necesita un aventón? Voy camino a La Madriguera.

—Gracias, Colín, pero prefiero caminar un poco —sonrió con disculpa.

—Bueno, entonces disfrute su camino, doctora Granger —la sonrisa del chico no desapareció en ningún momento. Aquel detalle agradó a Hermione.

—¿Cómo van las cosas en La Madriguera? —preguntó, antes de poder detener sus palabras.

—¡Muy ocupadas! —resopló Colín —Tenemos un poco menos personal esta temporada, y estamos trabajando mucho tiempo extra, sobre todo el señor Weasley. Pero ya nos la arreglamos; esta semana tenemos pocos visitantes, nos van a venir bien unos días de descanso, antes de volver a trabajar duro —se encogió de hombros y sonrió de nueva cuenta —. Será mejor que ya me vaya. Hasta luego, doctora.

—Hasta luego, Colín —Hermione se despidió y el chico volvió a su camino. Hermione miró la camioneta perderse entre las calles, y ella misma continuó su camino, pensando de nueva cuenta en Ronald Weasley.

Así que ése era el motivo de que Ronald Weasley se hubiera desaparecido. Estaba tan ocupado en su trabajo que ni tiempo le daba de ver a su hermana. Hermione se perdió en sus recuerdos; recordó sus primeros años trabajando en el hospital, con todas esas horas que dedicó a su trabajo y el poco tiempo que pasó con las pocas personas que de verdad le querían. Esperaba que Weasley no se encerrara tanto en su trabajo, no era algo bueno. Sobre todo cuando dejas de lado a las personas que amas.

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—Oye, ya sé que no es excusa, pero tú sabes cómo están las cosas —Ron se encogió de hombros ante la mirada fulminante que le dirigió su hermana menor.

—La verdad, Ginny, tu hermano se está matando —intervino Harry, ignorando la mirada que ahora iba dirigida a él —. Si no me crees, basta con hacer notar el hecho de que lleva media hora aquí y no ha saqueado la comida.

James, que estaba sentado en la silla junto a su padre, estalló en risas ante lo dicho por su padre. Ron frunció el ceño y golpeó el hombro de Harry.

—Ja, ja —río irónicamente el pelirrojo —. Y como te decía —prosiguió, ignorando la pequeña interrupción y su falta de apetito —, estoy muy ocupado. Termino hasta tarde y créeme que lo único que quiero hacer es darme un baño y echarme a la cama.

—Deberías de haber contratado a alguien más —dijo Ginny, terminando de cortar unas rodajas de pan —. Podrías haberle dejado a Colin algunas de tus tareas y que alguien más ayudara a Colin.

Ron suspiró frustradamente.

—Colin no está preparado para tanta responsabilidad y no… —comenzó Ron, pero Ginny lo interrumpió.

—¿Es Colin el que no está preparado o eres tú el que no está preparado para confiar en él? —alzó sus pelirrojas cejas y Ron gruñó. Odiaba que le conociera tan bien.

—Vale, soy yo —admitió Ron, parándose al lado de su hermana. Le quitó el cuchilló y comenzó él a cortar el pan —. He estado tantos años en el negocio, haciéndome cargo, que me cuesta dejarlo en manos de alguien más. Además, Colín es un poco distraído.

—Eso sí, tío Ron —concordó James, moviendo su cabeza de arriba abajo. Ron sonrió.

—Bueno, pero el punto es que no es excusa para que no vengas aunque sea un día o dos —reprochó Ginny, cruzándose de brazos.

—Bueno, ya —bufó Ron, exasperado —. Perdóname por no venir a cenar tu fabulosa comida, hermana. Prometo que vendré más seguido de ahora en adelante. ¿Contenta? —Ron la miró con cierta molestia, que desapareció en cuanto vio la enorme sonrisa que su hermana le dedicó.

—Mucho —sonrió Ginny y cuando Ron se giró, le guiñó el ojo a Harry, que le devolvió un meneó de su cabeza, pero con una pequeña sonrisa.

—Mamá, ¿va a venir a cenar con nosotros la doctora Granger? —preguntó James, justo cuando el timbre sonaba y Ron profería una maldición.

—¡Ronald! —regañó Ginny, pero cuando vio la mano ensangrentada de su hermano, se acercó a él, preocupada —¿Qué te hiciste?

—¡Pues qué va a ser! —Ron habló entre dientes, apretando un puñado de servilletas en su mano, donde se había hecho un profundo corte con el cuchillo —Me he cortado.

Ante la mención de que Hermione Granger estaría cenando con ellos, su mente se distrajo y su cuerpo actúo por sí solo, equivocándose al momento de cortar, y en lugar del pan, su mano había recibido la cuchillada.

—Menos mal que Hermione está aquí —dijo Harry, entrando a la cocina, luego de haber salido para abrir la puerta.

Y luego Ron la vio y no supo a qué prestarle más atención: si a la molesta y dolorosa cortada en su mano o al creciente cosquilleo en su estómago y a los latidos acelerados de su corazón.

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¡Hola! Sí, soy yo, con un nuevo capítulo, después de siglos de no haber escrito nada de esta historia. ¿Pero se acuerdan que dije que no iba a abandonar la historia? Pues aquí me tienen, siguiendo esta historia que un día terminaré.

Así que, espero me disculpen por la tardanza y por si encuentran alguno o que otro error en el capítulo, hace mucho que no escribía y bueno, se hizo lo que pude.

Atrasado, atrasado, pero ¡Feliz año nuevo! Espero hayan terminado bien el 2014 y que este 2015 sea mucho mejor para todas ustedes, que me leen.

Un beso y un abrazo a todas.

¡Saludos!

LunitaEmo-Granger.