*Los nombres de los personajes así como todo lo relacionado a Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling*.


Fatty73: Gracias a ti por leer esta historia. En efecto, Ron y Hermione irán avanzando en su relación. Aún quedan cosas por descubrir en esta historia. ¡Saludos!

Inmaru: Pues me alegró sorprenderte con el capítulo. Ron y Hermione estarán poco a poco tomando más confianza en ellos. Gracias por entender, realmente tengo muchas cosas a veces y otras no encuentro inspiración. Pero tarde o temprano (más tarde que nada jeje), me tendrán con un capítulo. ¡Saludos!


Capítulo 17

El hombre resopló. No había esperado encontrarse aquello. El barullo del pueblo lo aturdió un poco y caminó en busca de un lugar más tranquilo. Sabía dónde vivían sus hermanos, pero seguramente se hallarían en la fiesta, donde era imposible encontrarlos con facilidad. Y no tenía ganas de adentrarse en la multitud.

Había sido un viaje demasiado largo y estaba cansado; quería simplemente acostarse, descansar y luego hacer lo que había ido a hacer a aquel pueblo tan desconocido para él.

Encontró sitio en una banca y dejó su mochila en el piso. Hundió el rostro entre sus manos y resopló, sintiendo la frustración y la incertidumbre invadirlo por millonésima vez en esos meses.

Charlie Weasley estaba consciente de que no iba a ser nada fácil el hablar con Ron, pero tenía que intentarlo. Era algo que debía haber hecho hacía un montón de años, pero había sido tan cobarde y ahora quizá era tarde para pedir disculpas, pero si no lo hacía… Tragó, pasando la saliva con dificultad.

Sería mejor esperar a Ginny fuera de su casa, decidió, tomando sus cosas y marchando hacia la casa de su hermana.

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Hermione aún lucía confundida y miraba a Ron tratando de descifrarlo. Pero Ron sólo se limitó a mirarla un momento; luego volvió a besarla y Hermione olvidó su confusión.

Olvidó que hacía tan solo un momento planeaba dar marcha atrás a lo que fuera que tenían Ron y ella y ahora ahí estaba, perdida entre los brazos de ese hombre que no hacía más que confundirla y poner sus sentimientos a flor de piel.

Y se hubiera quedado ahí si no fuera por el grito sorprendido de James. Ambos se separaron, azorados y nerviosos.

—James, mira… —empezó Ron, pero el niño lo interrumpió, confundido.

—Pero si dijiste que no eran amigos, tío Ron —se acercó a ellos y los miró fijamente y luego abrió los ojos, más sorprendido —. ¿Son novios?

Ron y Hermione se miraron aterrados, y luego negaron violentamente.

—No, James…

—-… escucha…

—… es solo…

—… lo que viste…

Uno como otro hablaba rápida y nerviosamente, tanto que terminaron por revolver a James, que sacudió la cabeza e hizo un gesto con la mano, parándolos.

—Los adultos son muy complicados —determinó el niño —. Pero qué bueno que sea mi nueva tía, doctora Granger —el pequeño le dio un abrazo rápido y sonrío —. ¡Eso es genial!

Y antes de que pudieran aclararle las cosas y detenerlo, James salió corriendo, perdiéndose entre la multitud.

—Creo que tenemos un problema —murmuró Ron, luego de una pausa muy incómoda.

—O varios —añadió Hermione, sacudiendo la cabeza.

Ron miró a su alrededor, antes de tomar la mano de Hermione.

—Salgamos de aquí —dijo con simpleza y Hermione asintió, siguiéndolo.

Ron la guío entre tanta gente, logrando salir por fin de la plaza y caminó hacia una de las calles laterales, que lucían mucho más vacías, pero aún con gente en las aceras. Dieron vuelta en la primera intersección y caminaron más allá, deteniéndose fuera de una cafetería, cerrada a esas horas. El pelirrojo tomó asiento en una pequeña banca fuera del local; hundió el rostro entre sus manos y resopló sonoramente. Hermione le observó en silencio antes de sentarse a su lado.

—¿Qué va a pasar ahora?

Ronald escuchó la incertidumbre y la inseguridad en la voz de Hermione. Alzó el rostro y miró hacia la oscuridad, como si ahí pudiera encontrar la respuesta a aquella y a otras tantas preguntas que venían a su mente. Seguro James no tardaría en contarle a Ginny y Harry lo que había visto; apostaba que mucha gente los había visto y la noticia correría como pólvora, porque así era siempre, ¿no? Pero eso no importaba, ya se preocuparía luego de eso.

—No sé —respondió, porque le pareció lo más sencillo para decir, aunque tenía muchas cosas en la cabeza.

—Ronald —le llamó Hermione. El pelirrojo sentía su mirada pero no volteó. Hermione se impacientó al no obtener respuesta del hombre y le obligó a mirarla, tomando su rostro entre sus manos —. Necesitamos aclarar esto de una vez.

Ron escuchó claramente, pero solo podía pensar en la forma en que Hermione lo sostenía, en como sus manos calentaban su rostro y en cómo quería volver a besarla. Y tal vez Hermione lo leyó en su mirada o quizá ella quería lo mismo, porque se acercó a Ron y volvieron a besarse.

Y ahora que nadie los veía, sus labios fueron más insistentes. Hermione sentía el calor emanando de Ron, como ondas que chocaban contra su cuerpo, que le hacían querer acercarse más. Las manos en su cintura; sujetando su nuca; su boca presionando en la suya, exigiendo más.

Hermione se obligó a separarse de Ron, porque a pesar de que el pelirrojo hacia fundir sus pensamientos y lograba que sus emociones explotaran en todas direcciones, no podía seguir sin saber qué era lo que estaba pasando entre los dos.

Ron la miró; había tantas cosas en esa mujer que lo volvían loco, pero tenía otras tantas razones para no dejarse llevar por esas locuras. Se puso en pie, paseando de un lado a otro y revolviéndose el cabello con ambas manos.

—Ronald, no quiero presionarte a nada —declaró Hermione, interrumpiendo el ir y venir del hombre. Ron le miró y se volvió a sentar a su lado —. Ni siquiera sé que es lo que pasa entre nosotros y… —Hermione se calló, al sentir un dedo de Ron presionando sus labios.

—Tampoco yo lo sé —el pelirrojo tragó saliva —. Hace tan poco mi vida era tan normal como podía y luego apareciste y cambiaste todos mis planes… pero en mis planes no está el tener una relación y eso no va a cambiar.

—Yo tampoco quiero una relación —secundó Hermione —. Acabo de divorciarme. No estoy lista para pasar por algo similar.

—Entonces… —Ron suspiró. Ambos miraron la oscuridad que los rodeaba.

—Me gustas, Ronald Weasley —declaró Hermione, en voz baja pero audible.

Sus mejillas se ruborizaron y se sintió nerviosa de pronto; era la primera vez que lo admitía en voz alta. Y se lo estaba diciendo a él. Y él le estaba diciendo lo mismo.

—Y esa es la razón por la que te he besado, Hermione.

Y esa sonrisa. Esa maldita sonrisa que estaba causando su perdición apareció en los labios de Ronald Weasley. Era inevitable no caer ante aquellos ojos azules que taladraban los suyos.

Sea lo que fuese que tuvieran, Hermione estaba bien con ello.

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Cuando por fin la fiesta hubo terminado y la gente por fin decidió que era hora de descansar, la plaza quedó únicamente con dos personas caminando por sus alrededores. Iban tomadas de la mano, hablando de cualquier cosa sin importancia.

Era mejor así, cuando no adentraban en temas profundos que provocaban extraños e incómodos silencios; cuando sus rostros no se oscurecían con el eco del pasado. Cuando podían ser ellos y sentirse libres, aunque fuera por un momento.

Ronald había olvidado lo que era sentirse tan bien en compañía de una mujer, en especial de una mujer como Hermione. Su sonrisa, su voz, las expresiones de su rostro, hacían que una paz se instaurara en su ser, acallando todas las advertencias que por tanto tiempo habían regido su vida.

No sabía cómo aceptar todo lo nuevo que estaba sintiendo. Le gustaba estar con Hermione, incluso aunque le parecía aterrador la sola idea de lo que eso conllevaba. Era verdad lo que le había dicho; no estaba buscando nada, no la quería en su vida. Pero le gustaba y quería estar cerca de ella, disfrutar su compañía.

Parecía todo tan confuso. La voz de Hermione lo sacó de sus pensamientos. Parpadeó y la miró.

—Es tarde, debería irme ya.

—Cierto. Te acompaño. Y no acepto un no por respuesta —añadió rápidamente, al ver que Hermione abría la boca para replicar. La castaña se limitó a sonreír, después de pensarlo un poco.

Aún le parecía tan absurdo e irreal la idea de caminar junto a Ron, con sus dedos enlazados. Por una parte era tan extraño, por otra… tan normal, se dio cuenta, sorprendiéndose de aquello. Miró de reojo al pelirrojo, preguntándose lo que había estado pensando él. A pesar de lo que había pasado en esa noche, lo seguía encontrando algo reservado; podía verlo en su mirada, una pequeña barrera que le protegía y a la vez le excluía de aquello que era Ronald Weasley. Sabía que era más difícil para él, teniendo en cuenta lo que el hombre había vivido. Y eso que no sabía la historia completa.

La curiosidad y el deseo de saber seguían reprimidos, pues Hermione no quería arriesgarse a que Ron se molestase con ella y de nuevo pusiera todo ese muro a su alrededor, dejándole fuera. Nuevamente se sorprendió, al sentir un extraño malestar en el pecho ante la idea de estar fuera de la vida de Ron al completo. Era demasiado raro.

—Menos mal que las farolas no sirven —observó Ron, al entrar a la calle donde estaba la casa de Hermione —. Así la gente no verá.

La castaña frunció el ceño ante las palabras de Ron.

—¿Te molesta que nos vean juntos? —inquirió, deteniendo sus pasos y mirando fijamente a Ron. El pelirrojo se encogió de hombros.

—Ya nos han visto, puedo apostar que seremos el cotilleo de la semana —hizo una mueca de desagrado —. Pero no lo he dicho por eso.

—¿Entonces por qué? —cuestionó Hermione, la desconfianza aún en sus ojos castaños.

—Bueno —Ron sonrió de lado y acercó a Hermione, rodeando su cuerpo con ambos brazos.

—¿Qué? —murmuró la castaña, con la voz ahogada. ¿Podría acostumbrarse a la intensidad de esos ojos azules? Probablemente no.

Ron sonrío en respuesta. La besó, sintiendo toda esa maraña de sentimientos volver a inundar su cuerpo. Fácilmente podría hacerse un adicto a los besos de Hermione; comenzaba a gustarle la forma en la que sus dedos enredaban los cabellos en su nuca. O cómo acariciaban sus brazos mientras el beso seguía, aumentando la necesidad y la intensidad del mismo.

Y entonces se detuvo. Estaba seguro que la sangre en su cuerpo comenzaba a drenarse a una zona en particular y no quería tener ese problema justo ahora.

Se separó de Hermione y caminó de nuevo, agradeciendo el fresco aire golpeando en su cara. Necesitaba aclararse o tendría un problema serio.

—¿Ron? —Hermione le alcanzó, corriendo un poco, pues Ron no se había dado cuenta de que la había dejado atrás. El pelirrojo aminoró su paso y trató de sonreír con normalidad.

—Recordé que dijiste que era tarde. Vamos —y con ese tono determinante, cortó cualquier cosa que Hermione pensara decirle.

La doctora frunció el ceño. Quizá había otra cosa a la que acostumbrarse: esos frustrantes arrebatos por parte del pelirrojo que de una manera u otra, terminaban por confundir sus ideas.

¿Por qué, entre todos los hombres, se había fijado en él?, preguntó, echando una mirada al pelirrojo, que no despegada sus ojos del frente, evitando hacer contacto.

Cuando llegaron finalmente a su casa, Hermione tuvo la certeza de que algo estaba afectando a Ron, pues seguía sin mirarle a los ojos… y Hermione estaba extrañando la mirada de Ron.

—¿Pasa algo? —se atrevió a preguntar, luego que no hiciera movimiento alguno.

—Todo bien —Ron sacudió la cabeza y finalmente clavó sus orbes azules en ella. Sonrió, pero Hermione pudo ver que obviamente algo le afectaba.

Se mordió el labio, debatiendo mentalmente si insistir en ello o no. Después de una breve batalla con su yo interior, dijo a cambio otra cosa.

—¿Te gustaría entrar un rato?

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Charlie Weasley se estaba durmiendo sentado en el porche de los Potter. Estaba seguro que había pasado más de dos horas ahí, en el duro suelo, con la espalda doliéndole por la mala postura y su estómago gruñendo en busca de alimento. Quizá no había sido buena idea esperar ahí. Quizá hubiera sido mejor buscar un hostal dónde quedarse. Quizá no tuviera que estar ahí si no hubiera…

—¿Charlie?

La voz de su hermana menor hizo que el pelirrojo soltase un grito y diera un salto, despertándose del todo.

—Lo siento… no… ¿qué haces aquí? —preguntó Ginny, mirando perpleja a su hermano mayor.

Harry, que se había quedado atrás cerrando la reja, se aproximó rápidamente, al escuchar el grito. Se calmó al reconocer al individuo, aunque no evitó sorprenderse. De todos los hermanos Weasley, era el que menos esperaba que estuviese ahí.

—Bueno, esperándote —farfulló Charlie, levantándose con algo de dificultad, sintiendo el cuerpo engarrotado al estar tanto tiempo en una misma postura —. ¡Oh, Harry! —sonrió al ver a su cuñado. Se acercó y estrechó la mano del hombre — Siento irrumpir en tu casa…

—Descuida, Charlie —le cortó Harry, mirándolo con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

Aquella mirada hizo que Charlie se preguntase si Harry estaba al tanto de toda la historia. Estaba seguro de que Ginny no, de otra forma no sería recibido de buen grado, pero Harry era otra historia.

—Es todo una sorpresa —comentó la pelirroja, pasando por alto la mirada de su esposo.

Abrazó a su hermano y sonrió —. ¿Qué haces aquí? —repitió su pregunta.

—Bueno —se aclaró la garganta —. Hay cosas que tengo que hacer, Ginny.

—Será mejor que entremos —terció Harry, quien ya comenzaba a sospechar el motivo de aquella visita.

Charlie siguió a su cuñado y hermana al interior de la casa. Seguía igual que la primera y única vez que había estado ahí, hacía ya varios años.

—¿Y James? —preguntó, mirando hacia el techo —¿Está dormido?

Ginny negó con la cabeza-

—En casa de… Ron —añadió, cayendo en la cuenta. Miró a su hermano —. A eso vienes, ¿no? A ver a Ron.

Charlie no lo negó. Se limitó a mirar el piso. Tanto Ginny y Harry lo miraron; era sorprendente el parecido físico que tenía con Ron, pero quedaba en eso. Ambos eran tan distintos, compartían gustos, pero su forma de ser diferencia tanto.

—No respondió a mi carta, yo necesito hablar con él. Así que aquí estoy —dijo al fin, soltando el aire. De repente parecía mucho más viejo —. He hecho cosas de las que no estoy orgulloso, Ginny. Fui un completo… imbécil —habló en un susurro. "Imbécil" le quedaba corto, para lo que había hecho.

—Iré por algo de beber —interrumpió Harry, apresurándose a la cocina. Lo sabía, sabía a qué había venido Charlie y le estaba odiando por hacerle esto a Ron. Volvería a traer recuerdos dolorosos. Ojalá se los pudiera evitar.

Escuchó voces, indicando que estaban hablando, pero no podía entender lo que decían. Puso tres vasos sobre una bandeja y los llenó con licor. Esto ameritaba una bebida fuerte. Volvió a la sala, donde Charlie estaba encogido en el sofá, la cara escondida entre sus manos.

—¿Ron nunca te lo ha contado, Ginny? —podía escuchar la voz de Charlie, el temor en su voz al enfrentarse a aquello — ¿No lo sabes de verdad?

—¿Saber qué, Charlie? —inquirió Ginny, comenzando a asustarse. Aquello estaba tomando un rumbo muy malo, podía presentirlo.

Charlie respiró hondo y lentamente alzó el rostro. La culpa reflejándose en aquellos ojos azules tan distintos a los de Ron.

—Que el hijo que tuvo con Lavander… —hizo una pausa, tragando saliva —, ese niño podría ser mi hijo.


¡Hola! Espero no quieran mandarme al hospital luego de leer esto, porque hace tan solo un mes que salí y no sería agradable regresar... de verdad.

Admito que este capítulo podría haber sido más largo... pero preferí dejarles con la duda de todo eso. ¿Se lo esperaban? Espero que no, que haya sido muy sorprendente. Solo diré que se esperen a leer la historia completa antes de juzgar al pobre Charlie... aunque, bueno, no tiene tanto de pobre.

En cuanto a Ron y Hermione... ja, ja, ja, ja. Sigan con la duda también de lo que va a pasar entre ellos, pero ya van teniendo avances. ¡Por fin la historia llega a lo mejor! En mi opinión.

No les aburro más, espero hayan disfrutado este capítulo y espero volver muy pronto.

Mi cariño más sincero hacia ustedes. Un beso y un abrazo.

¡Saludos!

LunitaEmo-Granger.