*Los nombres de los personajes así como todo lo relacionado a Harry Potter pertenecen a J. K. Rowling.
Capítulo 19
Ron apenas podía creer lo que veía. El hombre que había ayudado a su infelicidad, el hombre que sabía la respuesta a la pregunta que por tanto tiempo había dejado encerrada en lo más profundo de su interior, estaba frente a él; y a su lado, Hermione. ¿Qué hacía con él?
—Hola, Ronald —el silencio se rompió cuando Charlie habló, mirando a su hermano con la esperanza en los ojos.
El pelirrojo miró a Charlie, sin alguna expresión asomando a su rostro. Tomó a James de los hombros y lo hizo girar.
—Vamos, James, hay mucho trabajo.
—Pero el tío Charlie… —comenzó a decir el pequeño, desviando su mirada hacia Charlie.
—Ronald, por favor —Charlie dió dos pasos hacia él.
—Ya escuchó a Colín: ¡lárguese! —gritó Ron, perdiendo la compostura. En sus ojos estaba esa rabia que tanto tiempo había sido escondida. El solo ver a su hermano le traía recuerdos muy dolorosos y estaba luchando contra sí mismo para no dejarse derrumbar por todo lo que volvía a su mente y a su corazón. Y no sabía si el hecho de ver a Hermione con él, lo hacía peor de lo que ya era — Márchese y no vuelva. O lo mandaré sacar, si no lo hago yo mismo.
—Necesitamos hablar, Ron, por favor —insistió Charlie, sin dejarse amedrentar por su hermano. Ron lo miró, furioso —. Sólo hablemos, por favor.
—¿Señor? —intervino Colin, mirando de uno a otro, sin saber cómo actuar.
Ron trataba de pensar con claridad. Quería alejarse de Charlie, alejarse del pasado que tanto le había costado dejar, quería alejarse de todo lo malo que había en su vida. Y entonces miró a Hermione; había otra parte de él que quería sentirse limpio, que quería sentir paz, que necesitaba saber la verdad. La tenía ante él, solo unas palabras y todo cambiaría. Quería dejar de sentir miedo de la verdad.
—Está bien —dijo Ron, con la mandíbula apretada —. Lleva a James y a la doctora a dentro. Y que no me interrumpan —ordenó a Colín, quien asintió, algo confundido, pero aceptando la indicación de su jefe.
El muchacho echó una mirada a Charlie, antes de indicar a James y a Hermione que lo siguieran. James miró a sus tíos, no sabiendo bien qué es lo que sucedía. Hermione estaba algo confundida; recordaba vagamente algo que Ronald le había mencionado, pero no sabía con seguridad qué es lo que pasaba.
—¿Crees que esté bien que los dejemos? —preguntó a Colín, mientras entraban a la Madriguera.
—No —contestó el muchacho, con sinceridad —. No creo que sea buena idea, pero así lo pidió el señor Weasley —terminó, aunque la inquietud era palpable en su rostro.
Hermione no dijo nada, pero observó a Ron y Charlie caminar hacia el establo. Tenía el presentimiento de que las cosas saldrían muy mal, pero esperaba equivocarse.
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Ahora que por fin tenía la oportunidad de explicarse, el miedo y el nerviosismo atenazaban a Charlie Weasley. Nunca había sentido tanto miedo como en ese instante, cuando seguía a su hermano hacia un establo. Miraba la espalda cuadrada de Ron, que parecía tensarse cada vez más. Charlie estaba preparado para lo que fuera, se lo merecía, todo lo que Ron dijera o hiciera en su contra, él se lo merecía.
Ron se detuvo, apoyándose en la pared, miró a su hermano e hizo un ademán con la cabeza, indicando que hablara.
—Así que arreglaste el negocio… —observó Charlie, mirando el lugar.
—Al grano, Charles. Habla o lárgate de una vez —gruñó Ron. Su temperamento volvía a encenderse. Enfrentar a Charlie era algo que, si se admitía, venía evadiendo desde hacía mucho tiempo. Siempre había negado un encuentro y ahora, lo tenía ahí, frente a él. Quería hacerlo lo más pronto posible.
El hombre mayor se mordió el labio, mirando al suelo.
—Debes odiarme, ¿no? —alzó la mirada hacia Ron, pero este no se inmutó. Charlie entendió que no podía seguir dando rodeos al tema — Sé que es demasiado tarde para pedir perdón, lo sé, Ronald. Estoy consciente de ello, debí enfrentar las consecuencias desde el momento en que causé todo… —hizo una pausa, en la que Ron siguió escuchando —, lo siento.
Ron sentía ganas de gritarle a Charlie. ¿Creía que unas cuantas palabras repararían todo el daño que le había causado? ¿Qué un lo siento borraría lo que había sucedido? Sus puños se cerraron por inercia, su cuerpo se tensó, preparándose para lanzarse contra Charlie.
—Soy el peor hermano, lo sé —continuó Charlie, sin ser consciente del cambio en el cuerpo de Ron —. Quisiera encontrar una excusa lo suficientemente buena, algo que consiguiera que me perdonaras, pero no la tengo —negó con la cabeza, mirando a su hermano —. No la tengo, Ron. Lo único que tengo es mi verdad y esa era que estaba enamorado de la misma mujer, de tu mujer.
Ron sabía aquello, y en ese tiempo, le había vuelto loco de celos, de rabia y de enojo contra su hermano. Pero ahora, sólo era un frío el que sentía. Un vacío que ya no dolía.
—Sé que hay una duda —Charlie tragó saliva y se acercó a Ron. Sentía que el corazón iba a salirse de su pecho —, una duda que debí aclararte hace tiempo. Freddy…
—Ni se te ocurra —Ron reaccionó tan rápido. En un segundo sujetaba a Charlie por el cuello de la camisa, la furia y el miedo en sus ojos—. No lo menciones. No tienes derecho a…
—No lo tengo —dijo Charlie, tranquilamente —. Era tu hijo —puso las manos sobre las de su hermano, apartándolas de sí lentamente —. Freddy era hijo tuyo, Ronald. Nunca podría ser mi hijo.
Ron sintió que todos su sentimientos dejaban su cuerpo, frágil y aturdido. Veía y escuchaba a Charlie pero un ruido ensordecedor nublaba todo a su alrededor. ¿Era por fin la verdad, aquello que había temido? ¿O Charlie estaba mintiendo? Alzó la mirada lentamente, buscando algún signo, un gesto, algo que pudiera indicar una mentira, pero Charlie solo reflejaba alivio en sus facciones; paz y bienestar al revelar el secreto que había guardado.
—Soy estéril —sacó un papel arrugado de su bolsillo trasero y se lo tendió a Ron —. Siempre lo he sido.
Ron tomó el papel y lo desdobló con dedos temblorosos. A medida que leía las palabras impresas, sus ojos se aguadaron y las lágrimas se deslizaron por sus mejillas. ¡Era verdad, joder! Lo sabía, Freddy era su hijo. Y siempre lo sería, aunque no estuviera físicamente con él.
Se tapó la boca con una mano, ahogando un sollozo. No le importaba lo vulnerable que se veía entonces, la verdad lo valía. Ron alcanzó a ver a Charlie, que comenzaba a sonreír tímidamente, justo cuando la sangre resbalaba de su nariz y caía lentamente contra el suelo.
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Todo pasó en un eterno momento. Ron recordaba impulsarse hacia adelante y alcanzar a Charlie justo antes de que golpeara el piso. La pesadez del cuerpo le ganó y finalmente lo tendió en el suelo. Cuando entró a trompicones en la Madriguera y vio a Hermione, en la sala con Colin y James, sintió un poco de claridad.
—Necesito que venga —se apuró a decir, tomando a Hermione del brazo y tirando de ella hacia la puerta —. ¡Colin, trae el botiquín! —gritó por encima del hombro —Y tú te quedas aquí, James —añadió, impidiendo paso al pequeño, que ya los seguía.
—¡Pero tío…!
—Te quedas —dijo Ronald, sin miramientos. El pequeño, sorprendido por la actitud de su tío, se detuvo de golpe y regresó a la sala.
Hermione reprimió las palabras que quería decirle al pelirrojo, y en cambió, preguntó la causa de la actitud de Ron.
—Es Charlie. De repente cayó al suelo, sangraba por la nariz —respondió, Ron, apurando el paso. Hermione al escuchar eso, echó a correr. El hombre, algo desconcertado, corrió tras ella.
Charlie seguía inconsciente, tendido en el suelo del establo, de lado, tal como Ron lo había dejado. La doctora, se apresuró a arrodillarse a su lado; tomó la muñeca del hombre y midió su pulso.
—¿Le ha golpeado? —preguntó, mirando de reojo a Ron.
—¿Qué? ¡No! —se apresuró a contestar él —No me dio tiempo —agregó, ante la mirada incrédula de Hermione. Pero su respuesta no fue la mejor, porque Hermione volvió a fulminarle con aquellos ojos castaños —. No iba a hacerlo, de verdad.
Colín entró en el momento justo para evitar una posible discusión entre Hermione y Ron. El muchacho se apresuró a darle el botiquín a Hermione, quien con rapidez tomó lo necesario para reanimar a Charlie.
—No se mueva. Respire por la boca —indicó Hermione, cuando Charlie volvió en sí y trató de levantarse.
El sangrado había parado. Hermione le limpió el rastro de sangre que había quedado sobre la boca de Charlie y poco a poco le ayudó a sentarse. El hombre seguía algo confundido, pero le bastó unos segundos para aclararse.
—Estoy bien, estoy bien —intentó pararse, pero se mareó y cayó contra Hermione. Colín se apuró y sujetó a Charlie de los brazos, sentándolo de nuevo.
—Necesita descansar —Hermione miraba a Ron, que observaba la escena, indeciso, no sabía qué hacer.
—Vamos, hay una cama sola en el segundo piso —dijo Ron, al pensarlo unos segundos. En un último acto, sujetó a Charlie, pasando uno de sus brazos por los hombros y ayudó a Colín a levantarlo.
Se detuvieron un momento, y luego avanzaron lentamente, llevando al hombre hacia la Madriguera. Hermione recogió el botiquín y avanzó tras ellos. Necesitaba hablar a solas con Charlie Weasley.
James corrió hacia los pies de la escalera cuando vio pasar a su tío Ron y a Colin, sujetando a su tío Charlie. La doctora Granger iba tras ellos. Los alcanzó cuando iban en mitad de escaleras.
—¿Está bien? —preguntó a la doctora Granger. Hermione trastabilló y se sujetó a la baranda de la escalera, al escuchar a James de repente.
—Me has asustado —dijo, soltando el aire —. Tu tío está bien, solo necesita descansar —respondió antes de que el pequeño volviera hablar —. ¿Por qué no vas a la cocina y traes un vaso de agua, James?
—Sí —asintió el pequeño y bajó corriendo, dio un salto en el último escalón y cruzó la sala en dirección a la cocina.
—¿A dónde, señor? —preguntó Colin al llegar al descansillo.
—Tercera puerta, está libre —indicó Ron, girando a la derecha. Su empleado asintió y los dos llevaron a Charlie hacia la habitación.
Hermione entró tras ellos cuando ya habían acomodado a Charlie sobre la cama. Charlie permanecía con los ojos cerrados; después del pequeño tramo recorrido, no tenía muy buen aspecto: lucía pálido y débil.
—¿Lo dejamos descansar? —preguntó Colin, dando un paso hacia atrás.
—Sí, pero antes debo hablar con él —terció Hermione, avanzando hacia la cama. Miró a los dos hombres un momento —. ¿Pueden dejarnos a solas?
—¿Es necesario? —contestó Ron, alzando las cejas. Su rostro era una máscara inexpresiva, pero por dentro, la idea de que Hermione se quedara a solas con Charlie, estaba inquietándolo mucho.
—Sí, lo es, señor Weasley —dijo Hermione, seriamente. No había un tono más que profesional en su voz. Sus ojos se encontraron y por un breve segundo, Ron pudo distinguir algo de preocupación en ellos.
—Bien —aceptó, de mala gana —Vamos, Colin. Estaremos abajo, si ocupa algo —miró a Hermione, quien asintió, y luego salió, dejándolos solos.
Hermione miró a Charlie, que respiraba con tranquilidad, pero seguía manteniendo los ojos cerrados.
—Ya sé lo que viene, doctora y no es necesario —murmuró el pelirrojo, en voz baja pero clara.
—¿A qué se refiere, señor Weasley?
—Las preguntas. Todo eso —respondió Charlie, haciendo una mueca de dolor —. No es necesario. No necesito nada de eso —parpadeó al abrir los ojos. Buscó a Hermione con la mirada y sonrío un poco —. Solo necesito descansar y estaré bien.
—Perdone que insista, señor Weasley, pero es mi deber —contestó la castaña, mirándolo con decisión. La sonrisa de Charlie se acentúo e hizo un gesto de asentimiento.
—Ya veo por qué —balbuceó, antes de perder de nuevo el conocimiento, pero esta vez por el cansancio.
Ron intercambiaba la mirada entre Colin y James, al otro lado de la sala, y las escaleras, esperando a que Hermione bajara. Había intentado hablar con James, pero el niño seguía dolido por la forma en la que le había hablado con anterioridad. Ron se debatía entre solucionar las cosas con su sobrino o subir las escaleras y averiguar lo que estaba sucediendo con su hermano y Hermione.
Y, por otra parte, su mente seguía escuchando la confesión de Charlie. Cerró los ojos, sintiendo las lágrimas presionar en sus ojos. Sentía cómo el peso que había llevado por años, ése que estaba pero no dejaba ver, ya no seguía más en su corazón. Se sentía aliviado, se sentía feliz, por más extraño que fuera. Sin embargo, había algo más que comenzaba a molestarle.
Recordaba la extraña y mala sensación que sintió cuando vio a Hermione llegar con Charlie. ¿Qué hacía ella con él? ¿Y por qué había pedido hablar a solas con él?
"Es una doctora", se recordó duramente. Hermione era un médico, era su trabajo y era lógico que estuviera preocupada por Charlie. Se repitió eso, como un mantra, para tranquilizar el sentimiento en su pecho.
—¿Cómo está el tío Charlie?
La voz de James hizo que Ron reaccionara y se diera cuenta de que Hermione acababa de entrar en la sala. La doctora sonrió con tranquilidad hacia el pequeño.
—Está bien, James, solo necesita descanso —respondió, acercándose a él —. Se ha vuelto a dormir —añadió, mirando a Ron.
El pelirrojo asintió. No le importaba que Charlie se quedara ahí unos días más, si hacía falta. No, lo que seguía molestándole era la sensación y no pararía hasta que tuviera una respuesta de Hermione.
—Vamos al despacho —casi ordenó, levantándose de un salto. Tomó a Hermione del brazo y la guío fuera —. Que no nos molesten, Colin. Y James…
—Sí, sí, me quedo aquí —interrumpió el niño, aburrido.
—No. Tú y yo hablamos luego —Ron espero una respuesta, pero James solo lo miró y volvió su atención a Colín. El pelirrojo miró hacia arriba, en gesto de frustración, pero luego siguió caminando.
—James no está muy contento con usted, señor Weasley —comentó Hermione, mientras avanzaban a su destino.
—¿Señor Weasley? —Ron alzó las cejas, pasando por alto el comentario acerca de su sobrino — Creí que habíamos comenzado a tratarnos de tú, Hermione.
Ron pudo notar una divertida sonrisa en los labios de Hermione. Ella no dijo nada hasta que hubo cerrado la puerta del despacho tras ellos.
—No sabía si te molestaba que te hablara de tú, Ronald, frente a otras personas —la castaña enarcó una ceja. Ron se mordió la lengua; no le hubiera molestado, pero hubiera generado muchas cuestiones que él aún no quería responder.
Decidió cambiar de tema y resolver la duda que tenía.
—¿Cómo ves a Charlie? —preguntó. La sonrisa de Hermione se borró de su rostro. Tomó asiento en uno de los sillones y evitó mirar a Ronald — ¿Es algo malo?
—No lo sé, tu hermano no me ha querido decir lo que le pasa —alzó la mirada hacia el pelirrojo —. ¿Y tú vas a decirme lo que pasa entre ustedes?
Ron la miró fijamente. Quería decirle, quería contarle lo que había pasado; pero él también necesitaba una respuesta.
—¿Qué hacías con mi hermano, en primer lugar? —respondió, a cambio.
A Hermione la tomó por sorpresa la pregunta. Le parecía algo extraño y a la vez normal. Una pequeña parte de sí se preguntó si Ron estaría celoso.
—Venía de camino hacía aquí. Lo he visto en el camino y le he ofrecido un aventón. Es todo, Ronald —añadió, haciendo algo de énfasis en las últimas palabras.
Ron le creyó a la primera, porque ahora había surgido otra duda.
—¿Y para qué has venido tú? —contuvo una sonrisa al notar el pequeño sonrojo en las mejillas de Hermione. Ella se mordió el labio y se apretó las manos, nerviosa.
—Quería ver si tenías la tarde libre —contestó, luego de unos segundos, ruborizándose aún más.
Y a Ron no le importó tener que cancelar todas sus actividades, solo por pasar tiempo con Hermione.
¡Sorpresa, sorpresa! Bien, por un momento pensé que me tiraría otro mes sin actualizar, pero no. Después de un mes muy cargado de trabajo, estuve algo libre y he aprovechado mi tiempo escribiendo.
Aunque (como casi siempre) siento que no es el mejor capítulo, me gustó. Lo releí para ver si cambiaba algo, pero no, me ha gustado tal y como ha quedado. Pero la historia de Charlie-Ron no termina, aún siguen cosas en el aire.
Y ahora, solo me queda agradecerles porque sé que han pasado años desde que comencé esta historia. Que no le he dedicado el tiempo y las ganas que quisiera, pero las cosas cambian y a veces hay otras cosas por hacer. Gracias por seguir leyendo fielmente, por esperar cada capítulo. Bienvenidas a las nuevas lectoras, gracias por darle oportunidad a esta historia.
De ante mano, les deseo una muy feliz Navidad y Año Nuevo. Que lo bueno se quede con ustedes y lo malo lo tomen de aprendizaje. Espero seguir aquí el próximo año, con más historias.
¡Un beso y un abrazo enorme!
LunitaEmo-Granger.
