*Los nombres de los personajes, así como todo lo relacionado a Harry Potter, pertenecen a J. K. Rowling.
Capítulo 20
Hermione regresó a la sala, en busca de Colín; Ron quería darle algunas indicaciones antes de marcharse con ella. El muchacho, asintiendo, se apresuró a ir con su jefe.
El pequeño esperó a que Colin desapareciera y miró a la doctora Granger.
—¿En verdad está bien el tío Charlie? —preguntó, con el escepticismo en la mirada.
Hermione parpadeó, sorprendida.
—Por el momento, te puedo decir que sí, James —contestó Hermione, con la sonrisa que durante años había aprendido a formar, luego de tanto tiempo dando buenas y no tan buenas noticias —. Pero habría que revisar mejor a tu tío Charlie. Mientras, hay que dejarlo descansar, ¿entendido?
—Sí —murmuró James, cabizbajo. Jugueteó con sus pulgares y volvió a murmurar —. El tío Ron está molesto, ¿verdad?
—No creo que molesto, James; está preocupado —aclaró Hermione, mirando fijamente al niño, que seguía sin levantar la cara.
—Está molesto —insistió James —. Está molesto porque él no quiere al tío Charlie y el tío Charlie ha venido. Y ha llegado con usted y el tío Ron ha de estar celoso por eso. Y entonces está molesto y por eso me ha hablado mal. Y yo estoy enojado con él por hablarme mal, pero no quiero que siga molesto por nada —el chiquillo habló tan rápido y sin descanso, que cuando terminó, lucía agitado.
Hermione, procesando poco a poco la diatriba del niño, lo observó, no sabiendo qué hacer o decir.
—Escucha, James… —empezó, pero se detuvo al no saber cómo seguir. Miró a su alrededor, buscando las palabras exactas. ¿Ron celoso de Charlie? Eso ocupó su mente entonces, y entonces Ron apareció, seguido de Colín.
El pelirrojo miró de Hermione a James y de nuevo a la castaña. Colin repitió la acción de su jefe y se aclaró la garganta.
—James, ¿vienes conmigo? Hay que preparar a los caballos —la sonrisa de Colin animó al pequeño, que rápido se levantó y fue hacia él.
—Pero con cuidado —terció Ron y apretó el hombro de James cuando pasó a su lado. James lo miró y Ron sonrió, prometiéndole una plática después. El niño asintió y se fue junto a Colín. Ron los observó salir antes de volver su atención hacia Hermione —. ¿Nos vamos?
—Sí, pero… ¿seguro que no tenías nada que hacer hoy? —preguntó la doctora, alzando las cejas inquisitivamente.
El pelirrojo se limitó a sonreír y encoger los hombros, extendiendo una mano hacia ella.
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Charlie se despertó sintiendo un terrible cansancio. Intentó incorporarse, pero el solo alzar la cabeza le cansó demasiado. Exhausto, movió la cabeza hacia la izquierda. Alguien había abierto la ventana, pues un aire cálido inundaba la habitación. Sonrió un poco, pero fue una sonrisa desalentadora.
Solo era el principio, él lo sabía. Había sido todo una suerte el no tener un episodio en todo su viaje, pero había llegado al límite y ahí estaban las consecuencias. Casi podía escuchar el "Debes cuidarte más, Charles" de su doctor. Sintió ganas de reír ante el pequeño recuerdo, pero él no quería pasar sus últimos días, meses o años en un hospital. No quería estar atado a una cama y cables que registraran su vida; no, él quería disfrutar su vida hasta el último minuto. Quería sentirse libre antes de lo que fuera a pasar con él. Siempre había sido un alma libre, tan libre. Y tan lleno de soledad. La única mujer que había amado fue la única mujer que no podía ser suya. Ahora, se preguntaba si las cosas hubieran sido diferentes si hubiera alguien en su vida. Nunca, después de Lavander, se había preocupado por tener a alguien. Pero ahora, sintiéndose tan solo, esperando su último segundo de vida, lamentaba no tener alguien. Pero también lo agradecía, una persona menos que lastimar, se dijo.
—¿Tío Charlie?
Ensimismado en sus pensamientos, Charlie no reparó en el sonido de la puerta abierta. Movió la cabeza un poco y vio a James, que sostenía una bandeja de comida. Entró, y con evidente esfuerzo, dejó la bandeja sobre la mesita de noche.
—Gracias, James —la voz le salió débil, tal como se sentía.
—La doctora Granger me ha dicho que tenemos que dejarte dormir, pero ya es la hora de cenar y la señora Hunter ha preparado esto —señaló la bandeja, nervioso —. Colín se ha distraído y he aprovechado para venir. No le vayas a decir, porque si no el tío Ron me va a regañar —añadió, con los ojos temerosos.
Charlie sonrió fácilmente y con gran esfuerzo, se incorporó un poco.
—No te preocupes, James —le guiñó el ojo al niño. Tomó el vaso de agua y lo bebió lentamente. Eso hizo que se aclarara un poco. Miró de nuevo al niño y sonrió —. Estás muy grande, James.
—Lo sé. Este año crecí un centímetro —respondió, inflando el pecho y enderezándose, para verse más alto. Charlie quiso reír, pero tuvo un acceso de tos que duró varios segundos. James le pasó el agua de nuevo y le miró preocupado.
—¿Estás enfermo, tío Charlie? —el pequeño ladeó la cabeza, frunciendo las cejas.
—Un poco, James —admitió Charlie, con una sonrisa triste, que quitó en segundos —. Pero ya se me pasará. Apuesto que la doctora Granger me curará rápido.
Sabía que era una mentira, no sabía qué tan buena sería la doctora, pero ningún médico, así fuera el número uno del universo entero, podría salvarlo. Ya lo había aceptado desde hacía mucho tiempo. Pero no podía decirle a James que su vida era cuestión de tiempo.
—La doctora Granger es muy buena —asintió James, efusivamente. Y, como era su costumbre, James se puso a relatarle a su tío Charlie la forma en la que había conocido a la doctora Granger, que sus papás lo regañaban mucho porque decían que era muy travieso y se la pasaba siempre con alguna que otra herida en el cuerpo.
Charlie comía despacio mientras escuchaba a James. Quizá fuera la energía que procedía de James o el simplemente el hecho de tener una conversación divertida, sin preocupaciones, pero Charlie ya se sentía mucho mejor. Seguía agotado, pero era menos en comparación a una hora atrás. James, concentrado en relatar sus historias, no había notado que ahora había un tercer acompañante en la habitación. Solo cuando Charlie alzó la mirada y vio a Colin, James volteó y asustado, brincó del borde de la cama, donde había estado sentado.
—Con que aquí estás, eh, pequeño —sonrió el muchacho, dando unos pasos hacia ellos.
—Colin… solo he venido un momento —mintió el pequeño. Pero ante la mirada incrédula de Colin, suspiró, vencido —. Bueno, puede que me haya quedado un momento muy, muy, muy largo —admitió, con una sonrisa de disculpa —. No le digas al tío Ron —le hizo un mohín que sabía convencería a Colin.
—Algún día no funcionará, James. Algún día —blandió el dedo hacia él y sonrió —. Vamos, dejemos descansar a tu tío —dirigió un asentimiento hacia el pelirrojo. Para Colin, el hombre no seguía siendo de su agrado, pero aun así era amable con él —. Me llevaré eso —señaló la bandeja con el plato vacío —. ¿Necesita algo más?
—No, está bien. Gracias —Charlie sonrió algo dudoso, y luego miró a su sobrino —. Gracias por la compañía, James.
—De nada —sonrió el pequeño —. Buenas noches, tío Charlie —se subió un poco a la cama y dio un beso en la mejilla a su tío, antes de salir tras Colin, sin notar la mirada brillosa en los ojos de Charlie.
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Hermione observaba el perfil del pelirrojo. Los sentimientos se agolpaban dentro de ella, luego de escuchar un poco más sobre la historia de Ronald Weasley. Se reclinó sobre la corteza del árbol a su espalda y cruzó los brazos, sin dejar de mirar al hombre. Los casi extintos rayos del sol hacían brillar los cabellos del pelirrojo, que lanzaba piedras al lago.
Hermione comenzaba a admirarlo. No era nada fácil lo que había pasado Ronald y ahora entendía el comportamiento que tenía. Pero estaba ahí, tan entero como podía estarlo. Un pensamiento fugaz pasó por su mente. ¿Ella podía llenar algún espacio vacío?, se sorprendió tanto de pensar aquello, que no pudo evitar soltar una risita algo irónica que llamó la atención del pelirrojo.
—¿Qué sucede? —se extrañó Ronald, caminando de regreso hacia ella.
—Nada —se apresuró a decir Hermione, sonriendo —. Ya es tarde, ¿deberíamos regresar?
El pelirrojo se sentó a su lado y pasó su brazo por los hombros de Hermione. La doctora alzó un poco las cejas, pero se acercó más a él. No había tardado en darse cuenta que le gustaba la calidez del cuerpo de Ronald, lo bien que se sentía estando en sus brazos.
—Creo que sí —Ron soltó un suspiro —. Y en cuanto a tu pregunta de hace rato, bueno… —hizo una pausa, acomodando sus pensamientos. ¿Qué iba a suceder ahora con respecto a Charlie? —, no todo va a desaparecer solo por lo que me acaba de decir. Pero no voy a darle la espalda; es bastante obvio que está mal de salud y no voy a echarlo, mientras esté en Ottery, él puede quedarse en La Madriguera.
Hermione lo escuchó y sonrío ante la respuesta. No cabía duda de que, por más que se pusiera una máscara de hierro, Ronald tenía un buen corazón. Se pusieron en pie los dos y regresaron por el pequeño sendero que los llevaría hacia la casa.
Hermione pensaba en cómo abordar a Charlie, pues se había muestro reacio a recibir atención médica; pero el código ético y profesional impedía a Hermione dejar el tema por la paz. Tenía que hablar con Charlie Weasley hasta convencerle de recibir ayuda, fuera la enfermedad que tuviera. Con un suspiro, Hermione trató de pensar en algo más, pues su mente comenzaba a pensar en todo tipo de análisis no muy buenos y en verdad esperaba que el caso de Charlie fuera algo simple.
Cuán equivocada estaba, pues Charlie poco a poco estaba muriendo.
—¿Seguro que no tenías nada que hacer hoy? —insistió Hermione, en cuanto hubieron llegado a la Madriguera. El camino había estado algo oscuro y ahora frente a las luces de la casa, Hermione podía observar bien al pelirrojo, que sonrío.
—Está bien, tenía que dar unas prácticas, pero no eran importantes —admitió el pelirrojo, alzando una mano en señal de rendición.
—No debería haber venido sin avisar, lo sien…
Hermione no terminó su disculpa, pues ya Ron estaba besándola. A la doctora no le quedó más que corresponde raquel beso que pronto cobró intensidad. Hermione acariciaba los antebrazos de Ron, mientras este abrazaba su cintura. Sus cuerpos se acercaron, buscando esa calidez que a ambos tanto les gustaba. Ron sentía temor, pues cada vez quería más de Hermione y no sabía si quería llegar tan lejos. No sabía si con eso se detendría todo, o si en algún momento sería inevitable tener sentimientos más fuertes por Hermione y eso es lo que lo asustaba tanto, pues una parte de él no se sentía preparado para el amor, o lo que fuera que estaba siendo aquello.
La puerta se abrió rápidamente y los dos se obligaron a separarse, Hermione apenada, porque alguien los hubiera visto y Ron, tratando de ocultar la sonrisa ante el sonrojo de Hermione; intentó poner una cara seria y dio un paso lejos de Hermione, antes de alzar la vista hacia la puerta de la casa.
Era James, apoyado en el marco de la puerta, que los miraba tranquilamente.
—Pues yo no sé tú, tío Ronald, pero para mí que la doctora Granger sí es tu novia —comentó, moviendo la cabeza en un gesto afirmativo. Se encogió de hombros —. La señora Hunter quiere saber si vas a cenar, porque ya casi cierra la cocina.
Ron, sintiéndose nervioso por el comentario de James, consultó la hora en su reloj y se dio cuenta de que, efectivamente, ya era tarde. Miró a Hermione brevemente, que lo miraba con curiosidad desde que James había hablado.
—Dile que prepare dos platos y los lleve a mi despacho, James —ordenó el pelirrojo, sintiendo la mirada de Hermione. El niño volvió a asentir y cerró la puerta tras entrar de nuevo —. Vamos.
Sin una palabra, tomó la mano de Hermione, antes de que pudiera negarse, pues ya le veía la intención en la cara. Volvió a sellar sus labios con un beso corto y breve, antes de dirigirse al interior de la casa.
Cruzaron la sala, sin que Ron soltase la mano de Hermione, lo cual la sorprendió, al recordar la ocasión en la que soltó su mano con rapidez cuando los Potter los habían visto.
—Espera —le retuvo un poco, antes de entrar al despacho —. ¿Te importaría si paso a revisar a Charlie? Solo quiero asegurarme de que está bien y no tuvo una recaída —agregó con rapidez, pues no quería que Ron pensara cosas equivocadas.
Para su tranquilidad, Ron asintió, con una ligera sonrisa.
—Ya sabes en qué habitación está —se inclinó y volvió a darle un beso más —. Te esperaré aquí, pero no tardes o se enfriará la comida —dio un ligero apretón a las manos de Hermione, antes de soltarle y entrar al despacho.
Algo desconcertada por el cambio en el comportamiento de Ronald, Hermione subió a ver a Charlie. Tocó la puerta y abrió lentamente, esperando unos segundos. Escuchó un murmullo que sonó a "Pase". Entró y miró a Charlie, sentado en la cama, mirando al techo. El hombre pelirrojo no la miró hasta que ella se hubo acercado.
—¿Cómo se siente? —preguntó Hermione, examinando su rostro meticulosamente.
—Estoy bien, doctora —contestó Charlie, ofreciéndole una sonrisa. Tenía un ligero parecido en la forma de sonreír de Ron, pero Charlie tenía hoyuelos y no esa sonrisa de medio lado que tanto distinguía a Ronald Weasley —. Solo ha sido un bajón de energía, estoy seguro.
—De todas formas, me gustaría que se diera una vuelta por el centro médico. Me gustaría hacerle un estudio para saber que…
—No es necesario —interrumpió el hombre. Era obvio que trataba de mantener la sonrisa y parecer sano, pero no engañaba a Hermione —. Le he dicho que estoy bien.
La castaña soltó un suspiro, dándose cuenta una vez más de que no sería fácil lidiar con él.
—Llevo los años suficientes atendiendo tantos pacientes, que sé identificar cuando no quieren ser atendidos, o cuando mienten sobre su estado de salud —miró fijamente al pelirrojo; Charlie le sostuvo la mirada, aunque vaciló unos segundos —. Lo único que quiero es ayudarle, pero tiene que dejarse ayudar.
—No puede ayudarme, doctora. Nadie puede ayudarme —dijo las palabras cargadas con el significado suficiente para dar a entender a Hermione lo que quería decir.
Hermione tomó aquellas palabras y no supo qué decir. Cuando alguien decía eso, lo único que pasaba por su mente era una enfermedad terminal, alguien desahuciado.
Trató de decir algo, pero la mirada de Charlie fue tan clara.
—No quiero meterla en este asunto, doctora Granger —carraspeó, luego de unos segundos, y miró hacia el vacío —. Tengo mi médico especialista, no se preocupe. Además, ya he tenido suficientes problemas con mi hermano, y… bueno, no sé cuál sea su relación con él, pero no quiero causar problemas.
—Está bien —balbuceó Hermione, todavía procesando las palabras de Charlie.
El pelirrojo se volteó en la cama y sin una palabra, Hermione salió de la habitación.
—Una cosa: no le diga nada a Ron —dijo antes de que Hermione cerrara la puerta.
—Tiene mi palabra como médico. Pero creo que debería saberlo —respondió ella y cerró la puerta con suavidad.
Ron la estaba esperando abajo. Por primera vez, se sintió mal de no poder decir nada. ¿Se molestaría Ronald si supiera lo que Hermione sabía en ese momento? De todas formas, lo sabrá, pensó Hermione, animándose mientras bajaba las escaleras.
Tratado el tema con Charlie, ahora tenía que resolver sus asuntos con Ronald. Para empezar, el comentario de James sobre ser novia de Ron. Sonrió, pensando en cómo reaccionaría Ron ante eso.
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Hola, personas pacientes, finalmente vuelvo. Un capítulo más. Espero les haya gustado, me costó mucho trabajo, pero lo he terminado.
Gracias, muchísimas gracias por su infinita paciencia. Por seguir leyendo y apoyando esta historia. Significa mucho para mí, gracias.
Bienvenidas las nuevas lectoras. Mi Facebook: LunitaEmo Granger. A veces subo pequeños avances del capítulo, por si quieren darse una vuelta.
No me queda más qué decir, simplemente gracias por seguir aquí.
¡Un abrazo muy fuerte!
LunitaEmo-Granger.
