CAPÍTULO 25

Tomar la decisión de enfrentarse a dos mujeres en un día había sido muy fácil, pensó Ron, pero llevarlo a cabo era algo completamente distinto. Luego de decidir visitar primero a su hermana y no encontrarla en la oficina, Ron esperó pacientemente alrededor de cuarenta minutos hasta que su paciencia terminó por completo. Molesto y aliviado por no encontrar a su hermana, vagó por el pueblo, pensando si era una buena hora para ir a ver a la doctora Granger. Era temprano y normalmente a esas horas era cuando más ocupado estaba el centro.

Decidiendo que lo mejor era regresar más tarde, Ronald volvió a La Madriguera y dedicó todo el día a trabajar sin descanso y haciendo que su mente no vagara por otros rumbos.

Pero era inevitable. Aún no sabía lo que iba a decirle a Hermione. Ni siquiera él mismo estaba seguro. Estaba claro que había pasado una gran línea con ella. Y eso era algo que le asustaba en gran manera. Había pasado mucho tiempo evadiendo a las mujeres. Y había funcionado hasta que Hermione apareció en su camino. No quería examinar sus sentimientos hacia ella. Estaba completamente seguro de que no la amaba, no era amor lo que sentía, pero entonces, ¿qué era lo que pasaba entre ellos? Sería absurdo negar que no pasaba nada, había una gran atracción, pero además de eso, ¿qué más había? Eso era lo que asustaba a Ron. Y había otras cosas que recién estaban pasando por su mente, como el hecho de no haberse cuidado, las complicaciones que eso podría traer.

—¡Joder, joder! —se dejó caer sobre un banquillo y se cubrió el rostro con las manos.

Por eso no quería pensar, porque todo resultaba más complicado cuando uno pensaba. Si tan solo dejara que las cosas siguieran su rumbo. Pero no, las cosas no funcionaban así. Él lo sabía, lo sabía muy bien. Por eso debía hablar con Hermione; después de eso, ya no sabría qué hacer.

En el momento en el que Hermione vislumbró un destello rojizo cerca de la puerta, su corazón se aceleró, pensando que Ronald Weasley había ido a verla. Pero se llevó una gran decepción cuando se dio cuenta de que el destello había sido el cabello de Ginny. Cambió su expresión decepcionada y sonrió.

—¡Menos mal sigues aquí! —exclamó la mujer, sosteniendo un bolso de mensajero y dejándolo sobre una de las sillas de espera.

—Estaba por irme —contestó Hermione, dándole la espalda un momento para echar llave a la puerta de su oficina. Volvió a ver a Ginny y señaló la bolsa —¿Y eso?

—Oh, el mensajero ha renunciado hoy así sin más y alguien tenía qué hacer el trabajo — Ginny hizo una mueca de disgusto y se encogió de hombros —. Espero encontrar a alguien pronto, todo se me está juntando en la oficina —dijo todo eso mientras sacaba la correspondencia de Hermione de la bolsa y se la entregaba.

—Gracias —respondió la doctora, tomando el paquete de cartas y metiéndolas en su bolso.

Volvió a ver a Ginny y algo en su mirada le indicó que no era la única razón por la que había ido a verla. Estaba a punto de preguntarle, cuando fue ella quien habló.

—Así que… No me andaré con rodeos, Hermione —dijo directamente —. Quiero saber lo que sucede entre tú y mi hermano.

Hermione trató de no ruborizarse, pero un ligero sonrojo apareció sobre sus mejillas. Se acomodó el cabello tras la oreja y tras vacilar por un largo rato, suspiró.

—Bueno, eso es algo que yo también quisiera tener claro, Ginny —se sinceró Hermione. Dejó su bolso junto al de Ginny y tomó asiento en la silla de al lado.

Sintió la mirada fija de su acompañante hasta que se sentó a su lado.

—Mira, este pueblo es chico, Hermione, y todo llega a oídos de todos. A esta hora todo el mundo sabe que mi hermano pasó la noche en tu casa antes de que lo arrestaran. Quisiera oír de ti lo que sucede… Ronald ya ha pasado por mucho. Sé que no debería estar entrometiéndome en este asunto, pero es mi hermano y sé lo que ha sufrido.

Ginny ya no la veía, miraba hacia el frente, pensando. No creía que Ron estuviera listo para pasar por algo así de nuevo, ni que fuera capaz de soportar un segundo sufrimiento. Sabía que Hermione era alguien completamente diferente, pero había ciertas cosas que desconocía de ella y así como un día llegó de la nada, un día podría irse y dejar a su hermano hundido. Y no podía permitir eso.

Hermione observó su perfil en silencio, viendo la genuina preocupación que Ginny sentía; la preocupación y el miedo de ver a su hermano caer una vez más.

—Entiendo tu preocupación, Ginny —Hermione se incorporó y mientras hablaba miraba a Ginny, sus palabras llenas de honestidad —. Sé que aún me falta mucho por conocer de tu hermano, y sé que la vida no ha sido fácil para él. Y eso es algo con lo que yo también tengo que lidiar —las palabras de la doctora confundieron a Ginny y Hermione se apresuró a seguir hablando —. Sé que estás preocupada por Ronald, pero te aseguro que no es mi intención lastimarlo en absoluto… pero tampoco me voy a conformar con poco. Ginny, he pasado mi vida con hombres que me han puesto en segundo plano, yo misma me he puesto en segundo plano y creo que ya es hora de cambiar eso. No sé qué es lo que pasa con Ronald porque él no lo deja en claro. Y yo tampoco puedo esperar a que él se decida por algo.

En algún punto, Hermione dejó de mirar a Ginny y parecía más bien hablarse a sí misma. Había estado dándole vueltas al asunto y cortando sus pensamientos cada tanto. Ronald Weasley era un hombre completamente diferente a cualquier otro que ella hubiera conocido. No por su físico, no; era su actitud, su ser, la historia que reflejaba en esos ojos azules, tan limpios y tan atormentados a la vez.

Pero ella también necesitaba, necesitaba ser lo primero de alguien y no una simple compañía de ratos a quien acudir cuando la soledad les invadiera. Quería más que eso y sabía que merecía más que eso. Y por más que quisiera a Ronald Weasley, no podía quedarse a su lado si él no estaba dispuesto a nada.

Ginny escuchaba a Hermione hablar y no supo si sentir alivio o no. Pues Hermione tenía claro lo que ella quería, pero, ¿y su hermano? ¿Qué era lo que quería Ronald? Tal como pintaban las cosas, era algo muy complicado.

—Entiendo, Hermione —Ginny asintió, después de un largo silencio y se acomodó en la silla —. Solo… quería saber lo que pasaba —titubeó al no saber qué decir a continuación —. Sé bien que sea lo que sea, mi hermano no va a jugar contigo. Créeme, eso es lo último que puedes esperar de él.

—Bueno, por el momento solo está siendo algo…

—¿Cobarde? —ayudó Ginny, sonriendo un poco.

Hermione sonrió y negó con la cabeza.

—Cobarde es una palabra muy fuerte para usarla en él. Diría más bien evasivo —rectificó Hermione, aunque en el fondo, pensaba que lo era un poco.

Ronald dio por terminada la jornada cuando los últimos rayos de sol iluminaron el establo, dejando una noche despejada y agradable. Exhausto y sudado se fue directamente a la regadera. Luego de un largo baño, bajó a la cocina y se detuvo en la entrada, sorprendido de encontrar a su hermana sentada a la mesa.

—Ginny —dijo a modo de saludo. Algo precavido, se acercó a ella y se sentó a su lado —, no te esperaba aquí.

—Bueno, creí que sería oportuno venir y hablar contigo, dado que tú no te has dignado a hacerlo —enarcó las cejas y dirigió a Ronald esa mirada que indicaba futuros problemas.

—Fui a buscarte y no estabas —contradijo Ron, evadiendo la mirada de su hermana. Acercó el plato que estaba frente a él y comenzó a comer, aun sintiendo la mirada de Ginny.

—Sí, estuve todo el día entregando la correspondencia. Por cierto —sacó un paquete de cartas y las dejó sobre la mesa —, estas son tuyas.

—Gracias —Ron acercó las cartas y comenzó a pasarlas. Casi todas eran facturas. Sabía que Ginny seguía observándolo y eso solo lo ponía más nervioso. Así que siguió fingiendo interés en sus facturas.

—Ron…

La voz de Ginny fue un tono más suave del que esperaba, cosa que lo sorprendió mucho más. La miró finalmente y vio una sonrisa amable de parte de su hermana.

—¿Ya no estás enojada por lo de anoche? Realmente siento no haberte llamado a ti, pero no quería darte problemas y no quería armar un gran lío.

—Está bien, Ronald, está bien —alzó una mano y se sentó más cerca de su hermano —. Igual siento molestarme de esa manera, pero la situación de Charlie me ha puesto algo más protectora y… —vaciló, no segura de continuar con sus pensamientos —, y está bien si hay cosas que no deseas contarme. Solo quiero hacerte saber que siempre voy a apoyarte y a procurar tu bienestar.

Ronald procesó las palabras de su hermana y sintió deseos de levantarse y huir. Sabía lo de Hermione, era lo que quería decirle; se sintió agradecido de que no lo presionara como otras veces lo había hecho. Y una parte de él quería hablar y verter toda su confusión. Quizá su hermana pudiera ayudarlo.

—Me gusta la doctora Granger —dijo sin más, sintiendo algo extrañas las palabras —. Me gusta Hermione, pero no me siento listo para quererla.

Y eso era. Esas palabras resumían sus sentimientos a la perfección. Le gustaba, muchísimo, pero tan solo la idea de llegar a sentir cariño o algún sentimiento más profundo por ella le asustaba terriblemente.

—Creo que deberías decírselo, entonces —apuntó Ginny, recordando la conversación que había tenido con Hermione esa misma tarde.

—No es fácil —murmuró Ronald, mesando sus cabellos —. La situación entre nosotros es muy… complicada. ¿Cómo está Charlie? —se apresuró a preguntar, pues el tema lo estaba poniendo muy incómodo.

Ginny meditó casi un minuto entero si seguir el tema de Hermione, pero al final optó por dejarlo pasar.

—Está mucho mejor —sonrió un poco—. Henry es buena compañía para él y es una persona muy agradable, la verdad.

—Hablé con él, con Charlie —confesó Ronald, mirando a su hermana de reojo —. No sé si lo haya mencionado.

—No, no me dijo nada —reconoció Ginny, sorprendida —. ¿Cuándo fue eso?

—Por la mañana, de hecho. Hablamos… de lo sucedido —aún sentía una molestia al pensar en eso, pero era nada comparado a lo que solía sentir antes. Era un gran, gran alivio para él no tener sentimientos negativos.

Ginny volvió a guardar silencio, dejando que Ronald decidiera si seguía hablando o no.

—Me cuesta perdonarlo —siguió Ronald, después de un largo, largo silencio —, pero no lo odio, ya no. Estamos bien y creo que es algo bueno. Para ambos.

—Lo es —concordó Ginny, sonriendo. Se levantó y tomó sus cosas —debo irme, Harry se estará preguntando dónde estoy —besó la mejilla de su hermano —. Y piensa bien lo que vas a decirle a Hermione.

—¿No quieres que te lleve?

—No, traigo la moto de la oficina, no te preocupes —Ginny sonrió y alzó un dedo, apuntándolo —. No cometas otra tontería, Ronald.

Ronald soltó una risotada y negó con la cabeza.

—Ya tuve muchas de esas, hermanita.

La acompañó hasta la puerta y la observó mientras subía a la moto. Suspiró, pensando en lo que le había dicho Ginny. ¿Qué iba a decirle a Hermione? Era algo en lo que había estado pensando casi todo el día. Y aún no encontraba la respuesta a esa pregunta. Tuvo el impulso de subir a su camioneta e ir a buscarla en ese instante, pero se contuvo. No sería buena idea y, por esa vez, dejó que la razón le ganara a sus sentimientos, como tantas otras veces lo había hecho.

Casi una semana. Hermione no podía creer el tiempo que había pasado desde la última vez que había visto a Ronald Weasley y tampoco podía creer lo cobarde que estaba siendo. Y ahora sí se lo decía con todas sus letras, un vil cobarde que estaba jugando con su mente y su corazón.

Había estado expectante a su aparición, sintiéndose impaciente, molesta, nerviosa, emocionada; todo eso en un ir y venir que no tenía fin y, por último, sintiéndose defraudada y molesta con él. Y es que Hermione había tomado la decisión de no buscarlo ella, tenía que ser él quien fuera a buscarla. Sentía que era lo correcto, y aunque tuviera muchísimas ganas de verlo, no iba a ceder. No, Ronald Weasley tendría que dejar su cobardía a un lado.

Un sonido de frustración salió de su garganta. Si tan solo las cosas hubieran permanecido como antes. Si tan solo no hubieran cruzado ciertas líneas. Si tan solo no se hubiera enamorado. Si tan solo lo hubiera evitado. Porque sí, era algo que hubiera podido evitar si no hubiera seguido con esa no relación con Ronald, si hubiera dejado de pasar tiempo con él, si se hubiera alejado.

Pero no, cada día ansiaba verlo y cuando lo veía se sentía bien, se sentía en paz. Sentía que, de alguna manera rara, todo estaba bien. Los momentos buenos que compartía con Ronald a veces parecían un sueño del que despertaba cuando él tenía uno de sus arranques, pero siempre eran compensados con algo que lo hacía olvidar. Y sabía que eso tampoco estaba bien, pero no podía culpar al hombre de una manera total. Entendía que después de todo su pasado, de todo lo que había sufrido, vivido, experimentado, todo eso lo habían llevado a ser una persona reservada, desconfiada, recelosa, independiente y fría a su manera. Y aun así se había enamorado de él y la estaba matando el silencio y la ausencia.

Por eso, cuando entró en su calle y vio la Ranger verde estacionada fuera de su casa, su corazón se paralizó por un instante para después comenzar a latir con violencia y urgencia. Sintió que las manos le sudaban y su cuerpo cosquilleó de los nervios que le invadieron. Reanudó sus pasos y mientras se acercaba pudo divisar el cabello pelirrojo de Ronald. Estaba con la cabeza agachada cuando se detuvo a un lado de la puerta del copiloto. Hermione permaneció unos segundos observando el rostro del hombre; se veía algo ojeroso y la barba que lucía se veía extraña en su rostro. Pudo ver que leía una carta, tan absorto en ella que no se percató que Hermione lo observaba. La mente de Hermione comenzó a llenarse de pensamientos, de ideas mientras alzaba una mano y golpeaba el cristal con ligeros golpes que hicieron a Ron levantar la vista y voltear a verla.

Cruzaron miradas un largo instante antes de que Ron bajara de la camioneta. Hermione no dejó de mirarlo mientras rodeaba el vehículo y se paraba frente a ella con un aire de no saber qué decir ni hacer y Hermione no iba a comenzar la conversación. Se cruzó de brazos y fijó sus ojos cafés en él.

Ahí estaba. Después de pasar una semana atormentándose mental y sentimentalmente, Ronald Weasley había tomado por fin el valor suficiente para pararse frente a Hermione y hablar de lo que había pasado entre ellos. Pero ese valor se estaba escapando por sus poros al ver la mirada tan directa de Hermione. Una mirada que le estaba costando descifrar. Se aclaró la garganta y un sonido muerto salió de su boca cuando quiso hablar. Lo intentó de nuevo, pero no sabía cómo comenzar aquella conversación. Esperaba que Hermione dijera algo, pero al parecer ella tampoco sabía qué decir o quizás esperaba a que él empezara a hablar. Miró a su alrededor, decidiendo tener esa conversación en otro lugar.

—¿Podemos ir a otro sitio? —habló al fin, mirando a Hermione.

Hermione alzó las cejas, no esperando esa pregunta ni que eso empezara así. Se tardó unos segundos antes de asentir con la cabeza y subió a la camioneta sin decir nada.

Ronald cerró la puerta sintiendo un pequeño malestar al no escuchar nada de Hermione. Arrancó el motor y evitó mirarla. Se merecía esa actitud, se merecía ese trato después de todos los días que no le había hablado después de haber estado juntos. Pero es que él tenía mucho que pensar y no quería que su impulsividad y su miedo hablaran por él. Mientras conducía, repasó sus palabras, lo que iba a decirle, lo que había pensado en esos días.

Se arriesgó a echarle una mirada de reojo. Hermione apoyaba la cabeza en el respaldo del asiento y miraba hacia afuera. Había bajado el vidrio y el viento revoloteaba sus cabellos. A Ronald le pegó el ser consciente de que la había extrañado. No quería reconocer que sí, que la había echado de menos, pero teniéndola ahí sentada a su lado, tan cerca de él le hacía ser plenamente consciente de ese sentimiento. Si alargaba el brazo, podría tomar su mano, sentir sus dedos enlazarse entre los suyos. Sería tan fácil. Pero logró contenerse y después de eso, mantuvo la vista al frente, conduciendo en silencio.

Llegaron al lago más allá de la Madriguera. Era una zona poco visitada y perfecto para hablar, llenos de un ambiente de tranquilidad. Ronald estacionó la camioneta a unos metros de la orilla y apagó el motor. Sintió los nervios hacerse un nudo en su estómago y ascender hasta su garganta. Se mantuvieron sentados, ambos con la vista al frente durante un buen rato. Hasta que Hermione se giró y lo miró fijamente, esperando.

Ronald tragó saliva con gran dificultad. Vaciló un poco, y tomando un gran suspiro, giró la cabeza y miró aquellos ojos castaños, que sólo le transmitían una seriedad mortal.

—Yo… yo… —balbuceó y calló. Todo lo que había pensado decir se esfumó de su mente.

Hermione no dejó de observarlo, esperando. La frustración se apoderó de ella y ya no pudo soportar estar tan cerca de él. Abrió la puerta y se apeó de la camioneta, caminó hasta la orilla.

Ronald se maldijo y se dio un golpe contra el volante. Resopló y bajó también de la camioneta. Vio a Hermione de espaldas a él. La observó en silencio durante un largo momento. Caminó lentamente hacia ella sintiendo una presión en el pecho.

Hermione sintió a Ron pararse a su lado. Se negó a mirarlo, era más fácil de esa manera. Lo escuchó aclararse la garganta antes de escuchar su voz. Esa voz que la hacía estremecer.

—Lo siento —fueron las palabras de Ronald, con la cabeza gacha. No estaba acostumbrado a decir esas palabras. En realidad, no estaba acostumbrado a expresar sus sentimientos y mucho menos a una mujer que no fuera Ginny. Sentía las palabras incómodas en su boca. Hizo una mueca ligera y tomó aire antes de volver a hablar —. Yo no debí marcharme ese día sin decir nada. Yo no sabía cómo…

—¿Y ahora sí? —le interrumpió Hermione, volteando a verlo. La molestia por todos esos días de silencio salía a flote ante cada palabra de Ron.

Ron la miró un poco sorprendido y dio un paso hacia atrás. Se revolvió el cabello y trató de poner su mente en orden.

—No quise que esto pasara —respondió Ron y alzó una mano, pidiendo a Hermione que lo dejara hablar —. Todo fue muy rápido y sí, me asusté. Me asusté de lo que pasó entre nosotros. Y es por eso que no tuve el valor de verte en todos estos días, porque no sabía qué decirte. No… —se sentía un poco frustrado por no encontrar las palabras adecuadas y por tener a Hermione frente a él y querer acercarse más y a la vez, querer huir de nuevo. Pero esta vez no iba a huir, ya no más.

—Con "no quise que esto pasara", ¿te refieres al hecho de que tuvimos sexo o a todo este tiempo que hemos estado saliendo o a todo?

El tono y la mirada dolida de Hermione provocaron una fuerte punzada en el pecho de Ron. Y su instinto lo llevó a acercarse a ella. Sujetó suavemente sus brazos y la miró fijamente.

—A ninguna —esta vez sonó muy seguro —. No me arrepiento de nada, Hermione, pero yo… Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que estuve con alguien, en cualquier sentido y no sé qué hacer o cómo reaccionar.

Hermione buscó en esos ojos azules, viendo la sinceridad de sus palabras, el miedo, la confusión. Pero ella sí sabía lo que quería.

—No quiero ser un pasatiempo, Ronald —dijo, alejándose de él —. No quiero ser solo la persona a la que recurres para matar la soledad.

—Sabes bien que no es así, Hermione —rebatió él.

Y era verdad; cada momento con ella, cada vez que se habían visto no había sido por quitarse la soledad de encima.

—Me gusta estar contigo —continuó, aunque podía ver la barrera que se alzaba alrededor de Hermione. Y lo entendía, él era un experto en eso —. Pero no estoy seguro de que quiera algo más. No me siento listo para algo más.

Era extraño poder ver y sentir las fracturas que comenzaban a formarse en el espacio que los envolvía. Si bien no podía nombrar aquello que tenían, a Ronald le estaba costando mucho la situación. Casi podía decir con seguridad que era dolor lo que estaba sintiendo. Y Hermione estaba ahí, mordiéndose el labio inferior, mirando a cualquier parte menos a él. Por un momento pensó que el tiempo se había detenido, pero no. Una brisa le revolvió algunos mechones de cabello castaño. Y Hermione se movió. Asintió en silencio un par de veces y la vio tomar aire de forma temblorosa.

—Es obvio que los dos queremos cosas distintas, Ronald —aquellos ojos castaños lo miraron de una forma determinada, dolida, pero determinada —. Creo que lo mejor es alejarnos un poco.

Y se dio media vuelta, rompiendo la pequeña burbuja que los solía envolver.

¡Hola!

Yo tampoco puedo creer que haya pasado tanto tiempo, pero cuando tienes un bloqueo de escritor combinado con mil cosas de la vida, bueno, te avientas dos años sin actualizar.

Y podría decir mucho, pero solo quiero decir gracias a las personas que han seguido pendientes de la historia, a las personas que la siguen leyendo. Muchas gracias.

Espero hayan disfrutado este capítulo, llevaba muchos meses esperando ser terminado, y ahora por fin lo pude terminar. Y no quiero prometer nada, puede que vuelva a pasar mucho tiempo entre este y el futuro capítulo o no, no lo sé. Pero siempre he dicho que esta historia llevara un punto final y es algo que sí pienso cumplir.

Así que, muchas gracias por leer. Espero leernos en el próximo.

Un abrazo para todas.