Convivencias conflictivas

¡Hola de nuevo! Siento haber tardado tanto en actualizar… incluso más de lo que esperaba TT.TT. Terminé este cap el 22, pero no pude colgarlo porque mi módem no funcionaba (otra vez ‚U). Además, estoy enferma y tengo fiebre, así que no podía salir a un cíber a ponerlo. Al final mi hermano lo ha arreglado hoy (el módem) y me he podido escabullir para venir a colgarlo. Lo cierto el que me dieron las vacaciones de Semana Santa el 22 y, por culpa de mi estúpido catarro todavía no he podido salir con mis amigas TT.TT y creo que al final me va a dar algo porque, además, según mis padres no puedo salir de la cama para nada.

Como siempre, ya sabéis que las ideas que me déis son bienvenidas.

En fin… espero que os guste el cap .

Capítulo 3: Y una vez más… la ley de Murphy.

Fue cómo si aquella ominosa palabra lo taladrara.

''¿Severus? –Minerva lo miró con una nota de incredulidad en su cascada voz.

''¿Cómo pudiste¡Es un niño! –Remus se abalanzó sobre él rugiendo furioso.

''Cómo si yo hubiera querido hacerlo –respondió casi con desprecio Severus a la vez que lo apartaba de sí bruscamente sin que Remus pudiera hacer nada por impedirlo-. Potter estaba bajo los efectos de la poción "Hiperlibidum ad pregnantum" –Dumbledore cabeceó comprendiendo-, y, antes de que hagas gala orgullosamente de tu ignorancia, Lupin, yo NO pude evitarlo, NO pude rechazarlo.

''¿Por qué? –preguntó Minerva posando una mano sobre el hombro del licántropo para calmarlo.

''Mi querida Minerva –interrumpió amablemente el Director-, creo que ese asunto se puede postergar por el momento –McGonagall lo miró incrédula- ya que hay asuntos más urgentes que atender.

''¿QUÉ PUEDE SER MÁS URGENTE QUE ESTO? –rugió fuera se sí Remus.

''Pues, por ejemplo, atender a nuestro joven amigo –le contestó severamente haciendo un ademán indicando a Harry, que todavía estaba en la misma posición en el suelo, en estado de shock, sin reaccionar- y al Sr. Weasley, ya que me temo que la Srta. Granger no podrá cargarlo por si misma hasta la enfermería –"‚¡Ron!", todavía se oía gritar a lo lejos-. Después nos trasladaremos a mi despacho para hablarlo con calma y más cómodamente.

Todos los profesores asintieron conformes y con un aire de culpabilidad por haber "olvidado" al muchacho mientras discutían, en vez de pensar en cómo se encontraba ante la revelación (todos habían deducido que el chico no había sabido quién era el padre hasta que Severus se declaró como tal, aunque no comprendían cómo Harry ignoraba algo así). El único que no había dejado de vigilar al "niño-que-acabó-con-el-innombrable" había sido Severus, que lo había observado estrechamente desde que se había declarado como padre de la criatura para sacar en claro qué papel había jugado Harry en todo aquel asunto de la dichosa poción. Ahora tenía claro que el chico no había participado en toda esa conspiración y que, probablemente, él no había sido quién debía ingerirla. ¿Quién era el conejillo de indias al que iban a dársela entonces¿Y a quién pretendían afectar con el efecto de contrapartida? No era precisamente indispensable el saberlo (a no ser que el destinatario de la "bromita" fuera él realmente, en cuyo caso su venganza sería tal que el culpable desearía no haber nacido), eran simples datos. Lo importante era que ÉL había sido el afectado. Los culpables ya podían echarse a temblar.

Severus se acercó suavemente al chico para no sobresaltarlo, aunque dudaba que fuera consciente de lo que ocurría a su alrededor, y se detuvo junto a él. Se inclinó tratando de nuevo de no hacer movimientos bruscos, lo tomó en brazos y se irguió con ánimo de dirigirse a la enfermería.

Harry se sentía envuelto por una espesa neblina que le impedía percatarse de lo que ocurría a su alrededor. No pensaba, no sentía, tan sólo flotaba. Era cómo si estuviera sumergido en un inmenso océano negro que no le permitía ver nada, oír nada, sentir nada, sumido en un bendito silencio, embargado por un agradable sentimiento de apatía. No había nada ni nadie que lo pudiera dañar, tan sólo una profunda y bienvenida soledad. No había ni dolor, ni sufrimiento, ni angustia, ni recuerdos… No había Severus Snape, orgulloso Jefe de la casa Slytherin, despótico, cruel y despiadado profesor de pociones, eficiente espía de la Orden… y padre de su hijo.

Volvió bruscamente a la realidad para encontrar la cara de su profesor de pociones a escasos centímetros de la suya. Profundos ojos negros mirándolo fijamente, fuertes manos alrededor de su cuerpo, sosteniéndolo firmes. Oía su corazón martillando su pecho, cada latido resonando dolorosamente fuerte en su cabeza. La realidad, las consecuencias de lo ocurrido, penetraron violentamente en su cerebro y todo se volvió negro cuando cayó en la inconsciencia.

No pudo sentir cómo Severus, en un acto inconsciente, lo apretaba protectoramente contra su pecho mientras marchaba rumbo a la enfermería.

Ojos carmesíes.

Ojos carmesíes taladrándolo.

No sirves para nada, Potter.

Un gemido de angustia.

Otra vez no. ¡NO!

¿Tú ibas a acabar conmigo? Te di demasiado crédito.

Esa voz tan gélida, haciéndole temblar incontrolablemente.

Risas macabras.

¿Me tienes miedo? Delicioso.

¡No te tengo miedo, monstruo!

Rebeldía.

Y seguidamente alaridos de dolor. Insoportable dolor.

No eres más que un arma, y, por desgracia para ese viejo estúpido amante de muggles y sangresucias, una defectuosa.

¡No soy un arma!

Más dolor.

Cierto. No eres un arma, eres un juguete.

Sollozos.

¡No lo soy¡Acabaré contigo!

Alaridos.

Sus propios alaridos dando sonido a la agonía de su alma y de su cuerpo.

No podrás.

Una voz en su cabeza, animándolo.

Sí que puedes¡aguanta!

Sólo eres un juguete.

¡No lo eres!

Y¿sabes qué?

Te sacaré de aquí, aguanta.

Los juguetes se rompen.

Sus gritos resonando por la oscura y lóbrega celda.

Retorciéndose.

Llorando.

Encogiéndose.

Llorando.

Arañando el suelo con desesperación.

Llorando.

Y, después, posición fetal.

Juguete roto.

Manos cálidas sobre su cara, haciéndole tragar una amarga poción.

Manos gentiles.

Esto es todo lo que puedo hacer por ahora…

Sin respuesta.

¡Reacciona¡No te rindas ahora!

Un juguete roto.

Despertó empapado en sudor en una cama de la aséptica habitación de la enfermería. Cerró los ojos con fuerza apretando con una mano su pecho, justo sobre el corazón, y trató de normalizar su respiración.

''Todo ha sido una pesadilla –murmuró.

''Me temo que no, Harry –le dijo Dumbledore preocupado, pensando que se refería a lo del bebé y el profesor de pociones.

Harry abrió los ojos bruscamente, buscando con genuino terror en la habitación y suspiró aliviado al no encontrar lo mismo que le atormentaba en sus sueños. Este hecho no pasó desapercibido para Severus, que entrecerró los ojos con sospecha, embargándole una incomprensible preocupación. Sintió, confundido, unas ansias de protección hacia al chico y de venganza hacia cualquiera que se atreviese a dañarlo. Severus sacudió aturdido la cabeza, tratando de aclarar sus pensamientos.

''Harry, tenemos que hablar sobre todo esto –empezó suavemente el Director-. Consideraría el postergar esta conversación a mañana por la mañana para que pudieras descansar (Merlín sabe que Poppy acabará conmigo si permito que te agotes), pero creo que igualmente no descansarías ya que pasarías la noche en vela dándole vueltas –Harry asintió conforme-. Por ello creo que será mejor que tras la revisión de Poppy, si es que puede examinarte ahora, nos traslademos a mi despacho. Allí estaremos más cómodos y podremos hablar con calma.

''Claro que lo examinaré, Albus –respondió la enfermera sonando casi ofendida-. Pero lo máximo que puedo hacer es analizar el estado de salud del Sr. Potter.

''¿Y eso por qué, Poppy? –preguntó Minerva.

''Los embarazos masculinos son muy complicados, Minerva, así que normalmente se ocupan de ellos los medimagos especialistas –ante la perspectiva de que otra persona, una desconocida, lo examinara, Harry se sintió enfermo-. Ten en cuenta que el cuerpo de un hombre no está preparado para concebir o mantener a un bebé en su interior. Sólo unos pocos magos son capaces de hacerlo –el gryffindor se empezó a marear. ¿Por qué¿Por qué siempre tenía que ser él¿Es que siempre le tenían que tocar a él esas cosas?

''¿Unos pocos? –inquirió Remus.

''Sí, los más poderosos. Estos son capaces de mantener la matriz que envuelve a la criatura con su magia y con ayuda de unas pociones para el embarazo. Aunque… -la enfermera se interrumpió.

''¿Aunque…? –la instó a continuar Dumbledore con una chispa alegre en sus ojos aunque ya sabía a dónde iba a llegar la Sra. Pomfrey y el gryffindor lo miró con aprensión desde la cama.

''Hay unos pocos magos que son capaces de hacerlo sin pociones.

''¿Sin pociones? –intervino Severus intentando parecer indiferente- ¿Y qué efecto puede tener en ellos las pociones que inducen al embarazo si ya son capaces por sí mismos de quedar encinta? –trató de que pareciera que sólo estaba interesado en la poción.

''Lo ignoro, profesor Snape. Ya he dicho que no sé prácticamente nada de los embarazos masculinos.

''Mi querida Poppy, entonces tendremos que encontrar a alguien que atienda al muchacho –le dijo risueño.

''Mi prima, Alessia Pomfrey –empezó a decir titubeante la enfermera tras un corto silencio-, es una experta en los embarazos masculinos. Bueno, el caso es que… -dudó- Bueno. No es muy discreta. No lo hace intencionadamente, es superior a ella –la Sra. Pomfrey empezaba a divagar- No se puede esperar de ella discreción, incluso con el secreto de oficio que nos vemos obligados a guardar los medimagos sobre nuestros pacientes –Harry se sintió todavía peor-. Sin embargo –se apresuró a añadir-, en su campo es la mejor. Está reconocida mundialmente.

''Precisamente lo que necesitamos es discreción –musitó Remus.

''Albus –intervino Minerva-, creo que será mejor que Poppy examine al Sr. Potter primero y luego, como dijiste, solucionaremos esto en tu despacho.

''Oh, sí, sí. Gracias, Minerva. Se me fue el santo al cielo con esta apasionante conversación. Ah… El mundo está lleno de misterios. ¡Siempre hay algo nuevo que aprender! –gorgojeó risueño Dumbledore-. ¿Un caramelito de limón? –Severus arqueó una ceja, obviamente declinando el ofrecimiento, y Harry aceptó ausente el caramelito, metiéndoselo en la boca sin darse cuenta siquiera.

El malestar que había comenzado debido a las revelaciones de la enfermera y que se había acentuado ante la visión de la prima cotilla aireando a los cuatro vientos todo lo ocurrido, desembocó en unas asfixiantes nauseas por culpa del dichoso caramelito. Harry escupió el caramelo y salió disparado hacia el baño, dejando tras de sí a unos preocupados profesores (entre ellos un enfadado Severus Snape por culpa de un proyectil de limón bien lleno de babas que el chico le había lanzado directo a la cara). Tras cerrar el pestillo, comenzó a vomitar convulsivamente en el baño, bañado en sudor y sacudido por unas dolorosas arcadas.

Harry hizo nota mental de que al bebé no le gustaban los caramelos de limón y después se separó sudoroso y jadeante del inodoro. Intento levantarse pero se hallaba tan extenuado que fue incapaz. Se apoyó contra la pared y respiró profundamente tratando de ignorar el desagradable sabor a bilis en su boca. Se sobresaltó ante el chasquido que emitió el cerrojo al estallar mágicamente y se negó rotundamente a abrir los ojos al oír el quejido de la puerta al abrirse. Sólo los abrió al sentir que le ayudaban a levantarse y palideció al descubrir que era Severus Snape. Éste no dio señales de notar (o de que le importara) su reacción y le ayudó a alcanzar el lavabo.

Harry intentó liberarse del agarre del Maestro de Pociones después de lavarse la cara y enjuagarse la boca, pero fue inútil ya que el hombre no le soltó hasta que estuvo de nuevo recostado en la cama de la enfermería.

Tras una sutil sugerencia de que Harry iba a necesitar algo de intimidad, la habitación se vació, quedando sólo Snape, McGonagall, Dumbledore y Madame Pomfrey. Filch hacía rato que se había marchado dedicando una mirada desdeñosa al chico y sus amigos también se habían ido a la Torre de Gryffindor dirigiéndole miradas de preocupación y, extrañamente, de disculpa.

Soportó estoicamente casi media hora de continuos exámenes de la enfermera sin pronunciar palabra y sin mirar a nadie. Cuando terminó, La Sra. Pomfrey se volvió con una mirada reprobadora y severa que le provocó escalofríos por todo el cuerpo a Harry.

''¡Jovencito! –Harry pegó un brinco por el susto- ¡Tiene 16 años! Parece mentira que con esa edad todavía no haya comprendido la importancia de una alimentación completa y variada. Le faltan hierro, calcio y minerales –Harry apretó los labios con fuerza¡cómo si fuera su culpa que los Dursley no le alimentaran bien!-. Ya decía yo que era demasiado bajo para su edad… ¡Tendría que medir diez centímetros más! –Farfulló- Ahora mismo voy a planificar todas sus comidas. ¡Una dieta sana y equilibrada! Por lo pronto –se volvió a Dumbledore con una mirada severa-, tiene que cenar, se ha saltado la cena. Sopa, un pescado a la plancha y fruta de postre.

''¡Pescado, no! –intervino Harry alterado al recordar el incidente de Adivinación.

''¡Pescado, sí, Sr. Potter!

''Pero… -trató de protestar.

''¡No hay peros que valgan!

''¡No pienso comer pescado! –gritó enfurecido Harry.

''¡Lo hará

''¡No lo haré!

''¡Qué sí!

''¡Qué no!

''¡Sí!

''¡No!

''¡Sí!

''¡No, no y no!

''¡Sí, sí y sí!

''¡No mil veces!

''¡Sí otras mil! –Snape miró incrédulo a la enfermera. ¿De verdad se iba a prestar a ese juego de críos?

''¡Yo "no" cien mil veces más que tú!

''¡Yo "sí" un millón!

''¡Pues yo "no un millón de veces al cuadrado!

''¡Yo "sí" siempre mil veces más que tú!

''¡Pues "no" a la infinito!

''Da igual. Yo siempre seré "sí" mil veces más digas lo que digas –sonrió triunfante la enfermera.

''Pero…

''Mil veces más.

''Pero…

''¡Mil veces más!

Lo último que se esperaban un boquiabierto Severus, un risueño Dumbledore y una triunfante Madame Pomfrey, era que Harry se pusiera a llorar a lágrima viva.

''Harry, hijo –le dijo Dumbledore cariñosamente al tiempo que le acariciaba el sedoso cabello con suavidad-, tranquilo. Sólo es un poco de pescado. Tienes que entender que es por tu bien y el de tu bebé…

McGonagall, que había tenido que salir para atender a un aturdido Remus, entró por la puerta en ese mismo momento para encontrarse con un sollozante Harry hecho una bolita en la cama.

''¿Qué ha ocurrido? –preguntó preocupada, temiendo lo peor.

''¡Me quieren hacer comer pescado! –Harry la miró hipando con ojos de cachorrito.

''Tranquilícese Sr. Potter –le contestó la profesora tratando de contener la risa ante lo cómico de la situación y, dedicándole una de sus raras sonrisas, procedió a explicar lo ocurrido en clase de Adivinación.

''Oh, vaya. ¡Qué apasionante! No sabía yo que existiera ese método de adivinación –exclamó Dumbledore con ojos chispeantes y Harry lo miró con cara de "hubiera-vivido-más-feliz-sin-saber-que-existía-todo-suyo-gracias"- Ah… Como ya dije aún queda mucho por aprender. En fin, está claro que es mejor esperan un poco antes de darle pescado –y antes de que la enfermera protestara, añadió-. Lo que queremos es que coma, no que vomite¿verdad, Poppy?

''Sí –farfulló Madame Pomfrey y hubiera jurado que vio una sonrisa triunfante en la cara de "El-niño-que-sobrevivió".

''Bien –sonrió el director-. Nosotros iremos ahora a mi despacho. Cuando Harry termine de cenar nos avisas por la chimenea y, si eres tan amable, Poppy, lo acompañas hasta allí. Así iremos preparando y adelantando cosas para no terminar en la madrugada.

Dicho eso, los profesores se retiraron dejando a Harry con la cena que le acababa de llevar uno de los elfos de las cocinas. Mientras se dirigían al despacho del director, Severus se iba preguntando cuán Slytherin podía llegar a ser el chico. Él sí que había captado claramente la sonrisa triunfante que había esbozado cuando se había salido con la suya con el asunto del pescado. También había visto la expresión de su cara cuando la enfermera le había regañado por lo mal que se alimentaba. ¿Qué significaba esa expresión? Estaba seguro de que nada bueno.

Tres cuartos de hora más tarde, cuando Harry terminó aquella opípara cena, Madame Pomfrey lo acompaño hacia donde se encontraba el director después de avisarles por la chimenea que iban para allá. Lo primero que captó el chico al entrar fue que Remus, su padrino tras la muerte de Sirius, estaba literalmente hundido en el sillón y que, totalmente pálido, no se atrevía a mirarle a la cara. Snape, aunque erguido y orgulloso, se hallaba sumido en sus pensamientos y ni siquiera se había dado cuenta de su llegada. Extrañamente, Dumbledore y McGonagall parecían felices (aunque sólo se les notara por un brillo en los ojos, más leve en la mujer).

''Harry, hijo, siéntate –le invitó Dumbledore haciendo un ademán a una silla vacía.

Harry se sentó poniendo especial cuidado en no moverse demasiado rápido para no acabar devolviendo la cena y miró al resto de los ocupantes del despacho. Pasaron varios minutos sin que nadie pronunciara una sola palabra y el muchacho empezó a revolverse inquieto en su asiento. Por fin, el director le dedicó una mirada chispeante que hizo que escalofríos de advertencia le recorrieran la espina dorsal y le tendió unos papeles. Harry los tomó con manos temblorosas y comenzó a leerlos temeroso, sin percatarse de la mirada intensa con la que Severus lo estaba observando. Fue perdiendo color a medida que iba leyendo hasta quedar blanco como una hoja de papel.

''E-es imposible –balbuceó.

''Me temo que no, Harry-le contestó Dumbledore.

''La leyes son muy claras, Sr. Potter –aseveró Minerva.

''Pe-pero –tartamudeó el chico todavía mirando los papales que tenía en las manos.

''La familia de Severus, Harry, al igual que la tuya, es una de las más antiguas del Mundo Mágico y, por ello,…

''¿Qué tiene eso que ver? –gritó Harry interrumpiéndolo, a un paso de la histeria.

''Déjame terminar –Dumbledore lo miró severamente y hasta que no vio que Harry asentía, no continuó-. Hay una serie de leyes muy arcaicas que sólo se aplican a las familias más antiguas. Hace mucho que no se emplean, pero siguen vigentes. No se emplean porque la ejecución de los hechizos y de las pociones que provocaban que se tuvieran que emplear está prohibida desde 1813 con la abolición de la esclavitud. La poción que tú ingeriste es una de esas pociones prohibidas. Bien, si no hubieras sido menor, todo esto se hubiera desarrollado de forma diferente. Y también hubiera sido diferente si no hubieras sido virgen –Harry enrojeció furiosamente para diversión de Severus (lo único condenadamente divertido en todo ese asunto)-. Y, antes de que preguntes cómo sé que lo eras, hijo, lee esto- le tendió el libro de pociones en el que se explicaba los efectos del "Hiperlibidum ad pregnantum".

''Pero… ¿quién me dio esa poción? –justo después de pronunciar esas palabras todas las piezas del puzzle encajaron en su mente: la broma de Snape de los chicos, lo de la bronca de Hermione de la que Ron le había hablado, las mitradas de disculpa... Todo. Sintió que la furia crecía dentro de él y Severus lo miró suspicaz al notar su agitación.

''Eso es algo que no sabemos, Harry –le contestó el director risueño-, pero habrá que castigarlos severamente. Esta vez fue Dumbledore el objeto de la mirada de sospecha de Snape.

Lo sabía. Harry se dio cuenta de que Dumbledore ya sabía quién había sido y de que le estaba dejando a él la decisión de hacerles recibir un castigo o no. Estaba furioso, sí, pero toda su estancia en aquel infierno de tres días le había enseñado a esperar a tener las cosas claras antes de tomar una decisión y llevar a cabo una acción. Primero hablaría con ellos y luego ya vería que hacer. Se percató de que Snape lo miraba con sospecha y tubo la certeza de que su venganza sobre el culpable iba a ser de las que hacen época. Más razón aún para esperar a que sus propios ánimos se templasen, cosa que dudaba que ocurriera en un plazo de tiempo corto.

''Tenéis que casaros ahora –Harry, que había perdido el hilo de lo que el director estaba diciendo, se sobresaltó.

''¿QUÉ?

''Tiene que ser ahora, Harry. Veo que aún no comprendes la magnitud de lo sucedido.

''La ley es clara, Sr. Potter. El profesor Snape tomó su virginidad y lo dejó encinta. Sucediera o no con su consentimiento, ahora debe casarse con él. Si decidiera quebrantar la ley iría a Azkaban y lo haría usted sólo.

''¿Cómo¿Por qué yo sólo¿Y Snape? –Dumbledore no tuvo ánimo de recordarle que debía tratar a Severus con el título de "profesor".

''Así es la ley. Usted fue el dominado.

''¡Sigo sin entenderlo!-gritó frustrado el chico.

''Potter –intervino fríamente Severus- Usted tiene el mismo papel que las doncellas de la Edad Media y posteriores. Si una mujer perdía su virginidad a manos de un caballero, quién perdía su reputación (o algo peor dependiendo de las leyes de su país) si no se casaba era ella y no él. ¿Lo comprende ahora?

''¡Pero yo no soy una mujer! –vociferó Harry furioso.

''Nadie lo diría viendo sus grititos de nena, Potter –comentó cáusticamente Severus, ganándose miradas de desaprobación de las mujeres de la sala.

''¡Yo no grito como una nena!

''¿Ve como sí que lo hace?

''No sólo se trata de cumplir las leyes –intervino el director antes de que se desatara una tormenta-. Esa poción ha creado un lazo unilateral que te une a Severus, de tal forma que él puede disponer de tu magia hasta sin darse cuenta y también hace que las emociones de los dos, pero especialmente las de Severus, sean inestables. Un ejemplo de ello es lo sucedido hoy en clase de pociones –Snape asintió, comprendiendo por fin por qué había estallado así esa mañana-. Esto no hubiera ocurrido si la poción estuviera bien hecha –el profesor de pociones se sintió arder de ira-. Como no sabemos qué otro efecto secundario puede tener, lo mejor es cerrar el vínculo uniéndote a él. De esa forma ya no tendrá un acceso tan amplio a tu magia y, además, tú tendrás acceso a la suya.

Harry releyó los papales que tenía en las manos con la ciega esperanza de encontrar alguna cláusula que lo librerara de aquello pero, en vez de eso encontró otra cosa que lo dejó aún peor.

''‚¿QUÉ ES ESTO! –vociferó señalando en párrafo al que se refería.

''Lo siento, Harry –habló por fin Remus, tapándose la cara con las manos-. Lo que pone ahí es verdad. Él pasará a ser tu tutor, será quién tenga todos los derechos civiles, económicos,.. Todos. Así era la ley antes.

''Dejará de ser tu tutor a los diecisiete –intervino Dumbledore-, y el resto sólo durante los tres primeros años, hijo. Después tendrás los mismos derechos que él –en su estado de pánico, Harry no captó la señal que le hizo el director a Severus y tampoco vio como éste último se acercaba a él.

Harry gritó cuando, ante su negativa a moverse, Snape prácticamente lo arrastró frente a la mesa. El hombre tomó su mano y, en su histeria, Harry sólo oyó vagamente las palabras que pronunciaba el director. Una sensación extraña lo envolvió y todo empezó a dar vueltas. Después, la bendita inconsciencia lo acogió con los brazos abiertos.

Continuará…

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¿Qué tal? Espero que os haya gustado. Dejad reviews, please, que ya sabéis que son la base de mi energía vital XD.

muchas gracias a tods ls que dejásteis reviews. Siento no poder contestaros ahora pero, como he dicho, me tengo que ir a la cama a la de ya antes de que me echen la bronca mis padres.

¡Dejad reviewssssssss, please!

Calais Alcarin

Miembro de la orden Severusiana