Convivencias conflictivas

Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento. TT.TT De verdad que siento haber tardado tanto en actualizar, pero debido a diversos problemas familiares y universitarios me ha sido imposible hasta ahora (seguro que he fijado un récord y todo). ¡Me llevó SEIS meses escribir el capítulo! En un principio me trabé y mi inspiración voló (maldita ¬¬) y luego cuando por fin lo había terminado, no tenía PC para pasarlo y me ha llevado un montón de tiempo conseguirlo (ya veis que este cap es bastante largo). En el tiempo que me ha llevado pasarlo ya he escrito un oneshot (que intentaré colgar hoy porque todavía no le terminado de pasar) y un cap y medio de otro fic en el que me puse a trabajar a la espera de que la inspiración en este fic volviera (porque la maldita me ha vuelto a dejar colgada en el cap 6 TT.TT).

Espero que me disculpéis pero debido a esos problemas voy a tardar bastante entre cap y cap (aunque espero que no tanto como con éste).

Espero que os guste el cap.

Capítulo 4: En la guerra, como en el amor, todo vale.

Severus observaba a Harry dormir en su cama desde un sillón que había colocado a un lado de ésta, junto a la mesita de noche. ¿Cómo demonios había acabado así? Suspiró cansadamente. El chico se había desmayado en medio de la ceremonia y, por una vez, no lo culpaba o se lo reprochaba. ¡Demonios! Si no fuese quién era, él mismo se hubiera permitido desmayarse. ¿Y ahora qué se suponía que debía hacer? Cuando había cogido a Harry en brazos para llevárselo a sus habitaciones personales en las mazmorras, Dumbledore le había dicho que fuera amable con él, que tratara de llevar a buen término el matrimonio, pero definitivamente no se imaginaba a sí mismo despertándole por la mañana, sobre todo después de lo ocurrido, con un besito y un "buenos días, cariño". Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo ante la sola idea de hacerlo. ¡Era Potter, por Merlín! Necesitaba algo fuerte para beber porque durante unas milésimas de segundo le había perecido buena idea despertarle así. De hecho, ya estaba condenadamente mal el que se le hubiera ocurrido algo semejante siquiera.

Se levantó del cómodo sillón de terciopelo y salió del dormitorio dirigiéndose a la sala de estar. Una vez allí se encaminó a un mueble elegante pero sencillo y, abriendo sus puertas, extrajo una extremadamente cara botella de coñac (cortesía de Lucius Malfoy). La había guardado para una ocasión especial pero¡qué demonios¿Acaso su propio día de bodas no era un día especial? Eso pensaba con cinismo mientras descorchaba la botella con sumo cuidado para que no cayera dentro un trozo de corcho. Se sirvió una copa y guardó de nuevo la botella. Después penetró en el dormitorio y se arrellanó en su sillón paladeando la añeja bebida con pequeños sorbos. Mientras lo hacía, observó detenidamente a Harry y éste pareció notarlo aun estando profundamente dormido porque se estremeció y se encogió.

Duerme como un gato pensó distraídamente el profesor de pociones.

Severus suspiró nuevamente, posó la copa aún sin terminar en la mesilla de noche y se masajeó las sienes con un ritmo cadencioso pero realmente reconfortante. Finalmente, cuando sintió que la tensión se reducía ligeramente, se abandonó gustoso al sueño esperando encontrar en él la paz que la realidad no le brindaba. No tenía sentido intentar decidir cómo iba a actuar con el chico porque no tenía siquiera un indicio de cómo iba a reaccionar éste ante la situación. ¿Seguiría con esa actitud derrotada o reuniría todas sus fuerzas para entablar una digna batalla?

Al día siguiente le dolería el cuello como un demonio por dormir en el sillón pero, definitivamente no iba a dormir con Potter.

.-.-.-.-.-.-.

Harry sintió que lo sacudían suavemente y, con un gruñido de molestia, se tapó aún más con las mantas, obteniendo de quién quiera que lo estuviera tratando de despertar una risa suave y profunda. Suspiró cuando unas manos amables comenzaron a acariciar su cabello, pasando suavemente los dedos entre las finas hebras, dando un masaje. Harry exhaló un leve quejido de satisfacción cuando empezaron a masajear su cuello hábilmente y se movió para permitir el mejor acceso a su nuca, obteniendo de nuevo aquella risa aterciopelada. Las manos se trasladaron a su cara, frotando suavemente su mejilla y acariciándole los párpados, instándole a despertar. Harry abrió los ojos perezosamente y quedó tan sorprendido al descubrir que el dueño de esas gentiles manos era Severus Snape que no pudo reaccionar cuando el profesor atrapó sus labios en un beso tierno, enredando los dedos en su cabello.

-Buenos días, cariño- le susurró al oído cuando por fin se separó.

Harry se despertó con un agudo grito que no duró mucho ya que una mano le cubrió la boca férreamente.

-¡Deje de dar grititos de nena, Potter! –rugió furioso Severus porque se había despertado bruscamente por culpa de sus gritos y le tapó la boca con aún más fuerza al ver que parecía no tener intención de parar; Harry lo miró desde su incómoda posición, con el corazón latiéndole desbocado, rogando que Snape no hiciera como en su pesadilla- Si esperaba que le despertara con un beso y un "buenos días, cariño" –le espetó secamente el profesor al malinterpretar su expresión, obteniendo un furioso sonrojo del chico- estaba muy equivocado. Vístase. Hablaremos tras el desayuno.

En cuanto el iracundo hombre dejó la habitación, Harry se dejó caer pesadamente en la cama. ¿Y ahora qué? Era un hecho que no podría deshacer esa unión ni ahora ni nunca. Si hubiera sido un casamiento normal (como el muggle, por ejemplo) hubiera tenido la posibilidad del divorcio cuando fuera mayor de edad, pero él había unido su alma y su magia a Snape y ya no era posible dar marcha atrás. Para bien o para mal estaba unido a él hasta su muerte. Nunca fue más cierto lo de "hasta que la muerte nos separe".

Se llevó las manos a los ojos, cubriendo su cara, y trató de contener las lágrimas. ¿Por qué siempre tenían que decidir por él¿Es que no tenía ni voz ni voto en su vida? Por lo visto, no. Harry sintió que sus lágrimas eran reemplazadas por un visceral sentimiento de furia e ira que empezó a abrasarle inmisericorde por dentro. Oyó vagamente como un vaso o algo similar de cristal estallaba en la mesita de noche y trató de calmarse. ¡Tenía que haber algo bueno en todo aquello!

Oh, bueno. No iba a tener que volver con los Dursley y soportar las vejaciones, maltratos y abusos a las que le sometían. Eso era bueno… ¿no? La ira volvió a embargarle al darse cuenta de que sólo hubiera tenido que aguantar un verano más y hubiera sido completamente libre. No más Dursley, no más Voldemort, sólo una casita en alguna zona muggle apartada, que fuera campo. Tener paz y tranquilidad… Y se lo habían arrebatado. Su libertad había volado y ahora de nuevo era esclavo de alguien más. Y nada más y nada menos que hasta su muerte.

Gritó de frustración y de rabia, sin importarle si el hombre lo oía o no, y dejó que las lágrimas vagaran libremente. Aferró fuertemente las sábanas con una mano, cubriéndose con el otro brazo la cara y dejó escapar un sollozo ahogado. Sabía que no tenía sentido esperar a calmarse para levantarse porque no se iba a sosegar nunca. Iba a pelear con uñas y dientes para tener su libertad de vuelta y, definitivamente, no se iba a permitir perder la guerra. Con esa determinación, sintiéndose bullir de ira, Harry se fue levantando para vestirse e ir a desayunar.

En la habitación de al lado el mismo Severus trataba de calmarse. Estaba en ello cuando oyó el estallido de la delicada copa que la noche anterior había llenado de coñac, dejándola sin terminar en la mesilla, y lo identificó como los tambores que indicaban el inicio de una batalla. No podía culpar al chico porque de verdad sabía cómo se sentía. Entendía su frustración, su dolor y su furia porque ahora mismo lo estaban corroyendo a él. Ahora que Voldemort había desaparecido de una vez por todas, él podía salir sin el peso de saber que su vida estaba amenazada constantemente por su papel de espía. No más torturas, no más tensión, sólo el mismo con su tranquila casita en el campo, haciendo lo que más le gustaba. Tener paz y tranquilidad… Y todo se había esfumado de repente.

Justo cuando la furia amenazaba con cegarle de nuevo oyó el grito de frustración e ira del muchacho y supo con certeza que era un grito de guerra y que iba a luchar con todas sus fuerzas para recuperar su libertad. Sin embargo, por mucho que no deseara estar casado con él, el hijo del maldito James Potter, Severus no iba a permitirle ganar. Primero, porque Harry tenía a su hijo y Severus, que ya había perdido la esperanza de tener uno propio, deseaba tener uno con toda su alma; Segundo, porque no se había pasado toda la maldita guerra protegiéndolo para dejar que ahora acabara en Azkaban por su propia testarudez gryffindor; Y tercero, porque a un slytherin no le gusta nada perder, y menos contra un gryffindor. Era cuestión de orgullo.

Se masajeó las sienes suavemente, respirando hondo, y salió por la puerta, su mente trabajando a toda velocidad, ocupada en idear estrategias para que la victoria fuera suya. Potter lo tenía bien difícil para ganarle.

.-.-.-.-.-.-.

Si por alguna razón desconocida Harry había creído que las cosas no podían empeorar... se equivocaba rotundamente. Poco después del desayuno (que Harry había tomado en las cocinas con el obvio propósito de evitarse el "placer" de la compañía en general), ya de vuelta en la cámara de Snape, éste había llamado a su ahijado Draco para hablar con él t comunicarle su nuevo estado civil. Draco, tras llamar a la puerta, había entrado con naturalidad, dedicándole al moreno antes de sentarse la misma mirada que se le dedica a un molesto chicle pegado a la suela del zapato.

-Buenos días Severus –le saludó educadamente Draco, sentándose cómodamente en un sillón de piel que había en la sala de estar y Harry le ignoró completamente ni siquiera reconociendo su presencia en el lugar.

-Buenos días, Draco –contestó Severus ignorando a su vez al moreno, sabiendo que éste estaba en modo de batalla y, por lo tanto, tratando de hacer la conversación lo más breve posible por si ésta estallaba y hacía aún más difícil la situación.

-Blaise me dijo que me llamabas –le comentó tranquilamente, disfrutando lentamente del té que su padrino le había servido.

-Lo sé. Toma –le tendió un libro-. Abre por donde está el marcapáginas y lee.

Al mismo tiempo que le entregaba el grueso volumen Severus notó que Harry había empalidecido y que trataba de contener las nauseas valientemente. Sabía que por orgullo el gryffindor no iba a dejar que Draco lo viera en una posición tan humillante y que en ese momento esa cabecita estaba trabajando a plena potencia, buscando una manera de dejar la habitación sin parecer ansioso, muy ansioso. Decidió que por esa vez iba a ayudarle (más que nada para que no manchara su bonita alfombra, que era bastante cara y bastante difícil de encontrar) así que se levantó y se dirigió a su almacén personal. Cogió lo que necesitaba y volvió a sentarse. Harry, sin hacer preguntas, aceptó el vial que Severus le tendía y lo tomó de un trago.

Draco, que había observado todo el intercambio sin hacer ningún comentario, volvió su atención al libro. Cuando terminó de leer lo cerró suavemente, lo posó sobre la mesa y tomó de nuevo su taza de té.

-Te diría "felicidades", pero sería de un tremendo mal gusto, padrino –comentó con suavidad, casi con indolencia- ¿Para cuándo el... "feliz acontecimiento"?

-Septiembre –acotó Severus y añadió alzando la ceja-. Nueve meses, Draco.

-Así que San Potter hizo honor a su nombre... –comenzó Draco y Harry volvió la cabeza lentamente para mirarle con una perfecta imitación de las miradas de superioridad del rubio- y tenía que ser santo en todos los sentidos. Virgen Potter –se burló.

-Al menos yo no voy tirándome a todo lo que tenga un agujero –espetó Harry casi perdiendo la paciencia. ¿Qué tenía de malo ser virgen? Severus simplemente alzó una ceja ante la contestación y decidió mantenerse al margen de la pelea verbal, disfrutándola. Harry era un novato en esas lides y Draco un experto, así que el moreno no tardaría en ser derrotado.

-Tsk, tsk, Potter –el menor de los slytherin desechó con asombrosa calma el ofensivo contraataque de Harry-. Ah, cómo se nota la buena crianza... ¿Los muggles –casi escupió la palabra- no te enseñaron que hay que respetar a tus superiores?

-¿Mis superiores? –el moreno casi se atragantó con esas dos simples palabras.

-La nobleza –le explicó Draco con un ademán, como si el gryffindor fuera un alumno muy estúpido.

-En lo que a mi respecta, un noble es simplemente un hombre que dice una cosa y piensa otra –replicó Harry acalorado.

-Pues no creo que te quejaras de las atenciones de este noble en Nochebuena... Lo disfrutaste, Lady Potter, y si no lo recuerdas es porque tu mente no pudo soportar el hecho de que te gustara –asestó con malicia Draco, sabiendo por lo que había leído que Harry no era capaz de acordarse de nada y que su comentario plantaría la semilla de la duda.

-Eso nunca –siseó y le dedicó una mirada asesina que Malfoy ignoró, permaneciendo inmutable-. Más bien al cont...

-Si no fueras tan ignorante, Potter –le interrumpió el rubio sin darle cuartel y Harry controló su furia con dificultad, conteniéndose de contestar con un infantil "eso me lo dices cuando me superes en Defensa"-, sabrías que esa poción, el "Hiperlibidum ad Pregnantum", era afrodisíaca y que es absolutamente –recalcó la palabra con desdén- imposible que no lo disfrutaras y que, de hecho, el único que podría pasarlo tan mal como para desear no recordar nada es él.

Severus observó a Harry expectante, deseoso de ver su estallido al saberse vencido, pero éste le decepcionó al permanecer en silencio, tomando su té tranquilamente. De repente se levantó, taza en mano, y avanzó hasta Draco, que lo observó con una media sonrisa de superioridad, arrellanado con elegancia en el sillón. El gryffindor se detuvo a su lado e, imprevisiblemente, vertió sobre la cabeza de su rubio ahijado el contenido de su taza, dejando a Draco boqueando como un pez fuera del agua. Después posó delicadamente la pieza de porcelana china en la mesa y antes de que Draco reaccionara se internó en el dormitorio majestuosamente.

Harry 1, Slytherin 0. ¡Victoria para Harry!

-¿Es mi imaginación –articuló Draco con voz tensa al cabo de unos minutos cuando creyó que podría hablar sin perder las riendas de su autocontrol- o antes de levantarse le echó disimuladamente un hechizo a la taza de té para hacer que estuviera ardiendo?

-¿Si tú también lo viste cómo es que no te apartaste cuando te la vertió encima? –inquirió el profesor pasándole una toalla para que se secara.

-No creí que se atreviera... –el rubio inspiró profundamente a la vez que se secaba- ¿Qué vas a hacer con el crío?

-¿Cuál de los dos? –preguntó burlonamente Severus- ¿Potter o el bebé?

-Los dos –acotó el rubio.

-Aunque Potter hubiera querido abortar no le hubiera dejado. Ese niño es mío y pienso conservarlo –aseguró Severus con vehemencia.

-¿Piensas obligarle a que te entregue el bebé cuando lo tenga? Potter no te lo va a permitir.

-¿Qué¡No¡Por supuesto que no! La ley le obligó a casarse conmigo por matrimonio de almas y si no lo hubiera hecho le habría obligado yo, tenlo por seguro. No quiero que el niño sea un bastardo.

-¡Un momento¿Qué? No puedes estar hablando en serio. ¡Es Potter, por Merlín! –gritó Draco perdiendo los últimos jirones de su ya maltrecho autocontrol.

Severus iba a tratar de calmarlo cuando un estrépito en su dormitorio le hizo volverse bruscamente, perdiendo de vista a Draco. Cuando se giró en busca de su estupefacto ahijado se encontró con que éste había huido de la habitación y tuvo que salir tras él, haciendo nota mental de averiguar qué había sido ese ruido de un momento antes.

Teniendo en cuenta la naturaleza de la situación y de los participantes en ella, Severus podría haber jurado que las cosa habían ido bien y que ya no podían hundirse más en el fango (porque ya habían tocado fondo, claro está) si no fuera porque al rubio no se le ocurrió otra cosa que salir del shock en medio de la Sala Común de Slytherin con un grito de: "¡Severus¿cómo has podido dejar preñado a San Potter y haberte casado con él!". Y, definitivamente, la cosa no hubiera ido a mayores si no fuera porque todos los slytherin se hallaban allí en ese momento, con lo que el reducido grupo de personas que sabían el "secreto" aumentó en proporciones gigantescas.

Un Harry Potter ignorante de todo ello se estremecía a unos cuantos metros de allí, en el dormitorio de Severus, teniendo un mal presentimiento.

.-.-.-.-.-.-.

¿Por qué entra alguien en Ravenclaw? Por su inteligencia, su intuición... Cierto¿no? Son capaces de atar cabos rápidamente donde otros se hacen un lío con la cuerdas. Y precisamente por ese detalle que los caracterizaba, a los ravenclaw no se les escapaba que un ambiente extraño reinaba en el Gran Comedor a la hora de la comida. Algo raro ocurría y las inteligentes águilas tenían varios indicios de que el origen de lo que estuviera pasando era Harry Potter.

Primero, el chico en cuestión parecía estar en guerra con los de su propia casa, o al menos parte de ella, porque no pronunciaba palabra y se limitaba a engullir con voracidad la montaña de indefinida comida (lo que había mezclado el gryffindor en ese plato, los ravenclaw no lo querían saber) que había colocado frente a él, haciéndolo con más ferocidad si algún león le hablaba, como si imaginara que lo que masticaba era alguna parte vital de la anatomía de sus desdichados compañeros. Si las miradas matarán, la mesa de Gryffindor sería ahora un campo de cadáveres.

Segundo, en la mesa Slytherin reinaba un absoluto silencio y, por las caras de sus ocupantes, pareciera que estuvieran en un velatorio, siendo el muerto (uno no muy querido a juzgar por las miradas que le dedicaban) "El-niño-que-engullía-como-un-cerdo". La nota más discordante la aportaba en joven Draco Malfoy que, en vez de exhibir su habitual elegancia y orgullo innato, parecía querer hundirse en su asiento y de paso hundir su cabeza en su sopa y ahogarse. Extrañamente, el único que parecía no notar el anormal comportamiento de las serpientes era Potter, que seguía concentrado en matar y rematar casi sádicamente, a juzgar por el "entusiasmo" con que lo hacía, el contenido de su plato.

Por último, pero no por ello menos importante, estaba el profesor Snape. A alguien poco observador le podía parecer que estaba como siempre, pero si uno se fijaba bien podía captar el brillo depredador que despedían sus ojos (en la por lo demás inexpresiva cara) al observar a "El-niño-que-seguía-tragando-como-un-cerdo". Parecía un lord de la guerra ideando estrategias de conquista. Pero¿qué podía querer conquistar el profesor en Harry Potter, al que odiaba hasta el infinito y más allá? Ni idea, pero definitivamente aquello era un reto para las águilas y no lo iban a dejar pasar.

Harry se arrellanó cómodamente en su asiento ignorando con éxito todo aquello a su alrededor con la obvia intención de no dejar que su temperamento explotara. Había salido victorioso aquella vez de su pequeña confrontación con Malfoy, pero sólo porque éste no sabía cuánto había dado en la diana con uno de los dardos que le había lanzado. Necesitaba saber qué había ocurrido aquella noche. Debía saberlo y sólo había una manera de conseguirlo.

La comida estaba por terminar cuando varios profesores, entre los que se encontraba Snape, dejaron la mesa y salieron del Gran Comedor. Después de eso Dumbledore se puso en pie y se hizo el silencio.

-Queridos chicos y chicas, como sabéis las clases de esta mañana han sido suspendidas –comenzó-. Bien, he de comunicaros que las de la tarde y posiblemente las de mañana (eso se os comunicará en el desayuno de mañana) están suspendidas también –hubo vítores y Dumbledore los permitió durante un par de minutos antes de pedir silencio de nuevo-. También he de comunicaros que aquellos que tengáis permiso para ir a Hogsmeade los fines de semana podéis ir hoy y mañana si se cancelan las clases.

Cuando Harry dejó el comedor todavía seguían los vítores y exclamaciones de júbilo.

.-.-.-.-.-.

-¡Nev! –gritaba Harry mientras recorría rápidamente los pasillos del invernadero 3 (la Señora Sprout sólo les permitía a Neville y a él vagar a su antojo por los invernaderos, para el resto de los alumnos estaban cerrados salvo en clases).

-Estoy aquí –le dijo una voz a su derecha y Harry se dirigió a ella-. ¿Y bien¿Qué ha sido todo eso del desayuno?

-¿Versión corta o versión larga? –ofreció él.

-¿Esquematizada?

-Vale –inspiró profundamente y levantó el dedo índice-. Me dieron una variante de poción afrodisíaca –añadió el dedo corazón-, me acosté con Snape –añadió el dedo anular-, me dejó embarazado –añadió el meñique- y en profesorado en pleno me obligó a casarme con él en matrimonio de almas –bajó la mano.

-Muy… esquematizado –fue lo único que consiguió decir Neville.

-¿Verdad que sí? –le contestó con un dejo de ironía Harry.

-Me cuesta creer que lo permitieras –le dijo incrédulo.

Harry suspiró y le puso al corriente de todo, contándole todo lo ocurrido desde el día de Navidad hasta ese momento. No dejó ningún detalle. Se podía decir que en ese momento de su vida su mejor amigo era él, que el único en quien confiaba plenamente era Neville Longbottom. Mientras que unos le habían ignorado (según ellos ya había cumplido su cometido) y que otros lo habían agobiado cuando había "vuelto", Neville se había mantenido ahí ofreciéndole su amistad sin pedir nada a cambio, dándole sosiego cuando más lo necesitaba. Sólo había que decir al respecto que Harry pasaba casi tanto tiempo ahí en los invernaderos como en la biblioteca. No era como con Hermione y con Ron, para los que ser amigos significaba no tener secretos los unos con los otros, con él se hablaba de lo que quería y si no se deseaba tocar un tema se decía y no había problema. Se ayudaban en todo lo que podían pero respetaban la intimidad del otro. Así de simple.

-Así que dices que no recuerdas nada.

-No –suspiró Harry-. Por eso venía a verte: tengo que saberlo. Lo que pasa es que no sé si podría hacer daño al bebé tomar una poción para recordar. Estaba pensando en ello cuando me acorde de que tu tío era un medimago especializado en embarazos. ¿Sabes si entiende sobre embarazos masculinos?

-No sé, pero si quieres le podría hacer la pregunta ambiguamente, como queriendo saber si perjudica al embarazo en general.

-¡Sí! Gracias, Nev, casi me estoy volviendo loco intentando recordar. ¿Qué es eso? –preguntó de repente, señalando el libro en manos de su amigo- No me suena que sea uno de los tuyos.

-No lo es, es de la biblioteca. Han traído una nueva planta del sureste asiático. Mira, es esta –se la señaló.

-¿Cuál es? –preguntó mirando el libro- ¿Qué propiedades tiene?

-No lo sé –Harry arqueó una ceja interrogante-. Aún no he conseguido averiguarlo. El libro de Herbología de las plantas de esa zona del mundo que he conseguido de la biblioteca (de hecho, el único que hay) no tiene dibujos o fotografías, así que no puedo saber cuál es por el aspecto que tiene. La Señora Sprout no quiere decírmelo… -hizo un mohín para luego reírse- ¡Y yo tampoco quiero que me lo diga! Será mucho más emocionante encontrarlo por mí mismo. Además, es muy buen entrenamiento –el chico quería ser un medimago especializado en Herbología-. Cuando sea herbomedimago tendré que investigar por mí mismo –Harry le sonrió cálidamente y Neville hizo lo propio-. ¿Has decidido ya qué vas a hacer?

-Aunque todo el mundo lo crea, yo no deseo ser auror. La única razón por la que durante un tiempo quise serlo era porque quería, no, necesitaba, esos conocimientos para poder derrotar a Voldemort¡nada más! La última vez que vi al Ministro me dijo: "¡Vas a ser una gran auror, hijo!", y yo no supe qué contestarle –hizo una mueca-. A parte de que no quiero ser auror, no tengo nada más claro.

-Hablando del Ministro¿de verdad vas a ir a la fiesta?

-¿Qué fiesta?

-Oh, Merlín, no te lo han dicho. Mi abuela me dijo que iban a dar una fiesta por la derrota del Lord Oscuro y que tú eras el homenajeado.

-¿Qué¡Eso es…!

-Espera, no me interrumpas, deja que termine. Me dijo que, por lo visto, habían querido celebrarla justo al día siguiente de su derrota pero que Dumbledore había intervenido y…

-Gracias a Merlín –le interrumpió Harry-. Perdona que te interrumpa, Nev, pero es que no hay ninguna¿me oyes, ninguna posibilidad de que yo vaya a una fiesta así.

-Mala suerte, amigo, la fiesta no se canceló, sólo se pospuso.

-¡Por todos los…!

-Habla con Dumbledore, Harry, y tranquilízate¿quieres? Tanta alteración no puede ser buena para el bebé.

-Tienes razón –comenzó a inspirar y expirar profundamente-. Como reza el dicho: "Las desgracias vienen juntas".

-Mmmm… Fatalista –Harry le sacó la lengua y ambos comenzaron el camino a la salida del invernadero-. ¿Vamos a Hogsmeade? Yo tengo que coger unas cosas.

-Yo también. Además, recuérdame que tenemos que pasar por esa tienda en la que vendían infusiones y… -se interrumpió y empezó a reír suavemente.

-¿Qué pasa? –inquirió Neville intrigado a la vez que salía del invernadero seguido por Harry y cerraba la puerta.

-Deberías haber visto su cara –compuso una sonrisa maliciosa.

-¿La de Snape?

-No. Bueno, sí, esa también –se rió más fuerte-. Pero yo me refería a la de Malfoy cuando le eché el té hirviendo encima. No tenía precio.

-Me lo imagino –contestó el chico riéndose también.

-Créeme que no lo hacer. Eso fue irrepetible –los dos rompieron en sonoras carcajadas.

-Potter, Longbottom –sonó una voz profunda y amenazadora a sus espaldas haciendo que los chicos se atragantaran con la risa, empezando a toser, y enrojecieran por haber sido pillados en falta. Snape fijó su mirada penetrante en Neville hasta que éste se excusó precipitadamente, saliendo disparado de allí con una mirada de disculpa hacia Harry y después se dirigió hacia las mazmorras-. Potter, conmigo –le ordenó sin siquiera mirarle.

El gryffindor dudó pero después le siguió.

-Bien, Potter, es hora de que aclaremos unos puntos en cuanto a esta relación –dijo en cuanto entraron en sus habitaciones-. El primero es más que obvio: vivirá usted aquí y no en la Torre de Gryffindor –Harry no dijo nada al respecto porque eso ya lo había sabido desde un principio. No le gustaba pero ero era algo normal, después de todo estaban casados-. Sus cosas ya estarán aquí para la noche.

-¿Dónde dormiré?

-¿No es obvio? –contestó con sorna el mayor y Harry frunció el entrecejo- Donde durmió ayer.

-¿Con usted!

--Sí, conmigo, Potter –se acercó a él veloz y lo apresó entre sus brazos contra la pared-. ¿He de recordarle que ahora usted es mío completamente? –Harry enrojeció furiosamente y trató de salir del cerco pero fue inútil- ¿Lo niega? –no contestó y Severus le obligó a mirarle a los ojos- ¿Lo niega? –repitió con voz aterciopelada y peligrosa y Harry negó con renuencia- No le oigo –prosiguió Snape implacable.

-No –susurró Harry y Severus se retiró.

0-15, a favor de Snape.

-Prosigamos ahora que hemos aclarado el segundo punto en nuestra lista.

-¿Segundo?

-Sí, Potter¿tampoco sabe contar? –se burló Snape-. El primero era dónde iba a vivir y el segundo su… pertenencia –Severus pensaba que se Harry enrojecía más explotaría-. Prosigamos entonces. No hará nada que perjudique al bebé y…

-¡Eso es ridículo! –estalló Harry sin poder contenerse- ¡Yo no haría algo así!

--Entonces explíqueme qué hacía usted en el invernadero, donde más de la mitad de las plantas son potencial o efectivamente peligrosas, con un inútil como Longbottom.

-¡Neville no es ningún inútil! –rugió Harry furioso.

-Ah¿no? Pues juraría (¡pondría la mano en el fuego!) que más del 90 de los calderos que estallan en mi clase en todo el curso se los podría atribuir a Longbottom.

-¡Usted no sabe nada! –Severus arqueó una ceja- Neville sabe cuáles son y qué propiedades tienen cada una de las plantas de los más de siete invernaderos. Además¡sí sabe hacer pociones! –Snape estuvo a punto de intervenir con acritud pero Harry no se lo permitió- Lo que pasa es que usted lo aterroriza y además, tampoco se puede hacer una poción bien si cuando menos te lo esperas una de las serpientes de su casa tira ingredientes a tu caldero desde el otro lado de la clase.

-En cuanto a lo primero, Potter, no sirve de mucho que Longbottom sepa "cuáles son y qué propiedades tienen cada una de las plantas de los más de siete invernaderos" –repitió las palabras del moreno con ironía- si no sabe que usted está embarazado…

-Sí que lo sabe –le interrumpió Harry-. Se lo he dicho yo mismo todo cuando estaba en el invernadero.

-¿Todo? –inquirió Snape, atesorando en su mente el detalle de que probablemente Harry confiaba más en Longbottom que en Granger o en Weasley, y que pasaba más tiempo con él que con ningún otro compañero.

-Todo. Ya para su información, me he fijado en que de vuelta me ha traído por otro camino, evitando determinadas plantas. Neville sabe tanto o más que la Señora Sprout –añadió orgullosamente.

-Concedido lo de Herbología, Potter, pero lo de Pociones…

-¡Sí que sabe! –le interrumpió acalorado Harry- Él ha sido el que me ha estado preparando la poción antinausea desde Año Nuevo. Tome una muestra –fue a donde estaba su mochila y de ella sacó un vial- y compruebe si está bien hecha o no. ¡Si no fuera tan condenadamente favoritista se daría cuenta de que hay alumnos que de verdad tienen talento! Desde que lo vi en primer curso siempre he pensado que usted amaba las pociones, pero cada vez que por su odio a otras casas permite que los de la suya arruinen una poción me replanteo esa convicción. ¡A veces me pregunto si de verdad tiene algo de sentido común!

-Potter –siseó Snape peligrosamente volviendo a acorralarlo-. Está usted yendo demasiando lejos.

-O no lo suficiente –le retrucó él sin amedrentarse-. Todavía que quite puntos injustificadamente está mal¡pero no es nada en comparación con lo otro¿Qué hará el día en que de verdad ocurra una desgracia!

En ese momento tocaron a la puerta pero Severus siguió apretando a Harry contra la pared, manteniendo con él un duelo de miradas. La insistente llamada se repitió y Severus se tuvo que separar del chico, no sin antes darle un doloroso apretón en los brazos y dedicarle otra mirada amenazante. El gryffindor no se dejó amedrentar y le sostuvo desafiante la mirada, pero no pudo evitar un inaudible suspiro de alivio cuando el hombre se alejó de él.

15-15, empate.

-Dejará el equipo de Quidditch –prosiguió Severus cuando volvió, posando un paquete envuelto en la mesa de caoba, y Harry sólo asintió porque ya había decidido dejarlo él antes- y en mis clases se sentará en primera fila, emparejado con el Señor Malfoy.

--¿QUÉ¡ni hablar¿Por qué no con Hermione?

-Con el Sr. Malfoy, Potter, y no hay más que hablar. Nada de vagabundeos por las noches… -Harry se alegró de tener el mapa del merodeador (no era que tuviera ganas de salir por la noche… pero sólo por desafiar a ese bastardo sería capaz de hacerlo)- Aunque ahora dudo que pueda hacerlo teniendo yo a buen recaudo su capa de invisibilidad.

-¡Devuélvamela¡Es mía!

-Todo lo suyo es ahora mío, Potter, incluso usted.

15-30, a favor de Snape.

-Puedo asegurarle que se arrepentirá de romper las normas de este colegio, así que más le vale portarse bien. Si tengo que darle una azotaina se la daré.

-¡No se atreverá!

-Sí lo haré –terció.

-¡No tiene derecho!

-Ahí está el punto, Potter, sí lo tengo.

15-40, a favor de Snape.

-Espero buenas notas y más aún en Pociones, así que no se duerma en los laureles.

-Primero, yo ya no saco malas notas –Snape tuvo que reconocer que ahí tenía razón- excepto en su asignatura. ¡Y no es culpa mía que saque malas notas en Pociones y usted lo sabe! Segundo, sin tan poco le gusta¡no haberse casado conmigo! De hecho¡no haberme dejado en estado!

-¡No haber sido tan estúpido como para tomar el "Hiperlibidum ad Pregnantum", Potter!

15-50, juego para Snape.

-Mañana vendrá Alessia Pomfrey –pronunció el nombre con el entrecejo fruncido, casi con disgusto-. Procure contener su insolente lengua. Ella no sabrá nada de las "circunstancias" que propiciaron esta situación así que tendrá que fingir que estamos felizmente enamorados.

-¡Un momento! –gritó más que alterado al darse cuenta- ¡Usted ha dicho que YO tendré que fingir no que tendremos!

-Muy observador, Potter, no lo hubiera pensado de usted –le contestó con sarcasmo el mayor.

-¿Por qué sólo yo! –rugió el gryffindor.

-No lo hubiera creído posible, Potter, pero es usted más estúpido de lo que pensaba. Se espera que un chico joven y hormonal sea más efusivo en sus demostraciones de afecto cuando está enamorado, sobretodo si es gryffindor. Por otro lado, sería de lo más extraño que un adulto se comportara como un chiquillo con su primer amor, más aún si es slytherin (y más aún si ese slytherin adulto soy YO).

-¡No pienso hacer eso! –exclamó Harry con tal cara de asco que Snape estuvo tentado de borrársela… aunque no sabía si de un bofetón o de alguna otra manera.

-¿Prefiere que la prensa se entere temprano o tarde de todo esto, Sr. Harry Snape? -al ver la cara que puso el menor añadió con sorna- Ya me parecía a mí.

0-15, a favor de Snape. Aquello estaba siendo una masacre.

-A partir de ahora yo correré con todos sus gastos –siguió Severus.

-¡Ni hablar¡Tengo mi propio dinero¡El de mis padres! –protestó Harry.

-No tocaría el dinero de su padre por nada del mundo, Potter –siseó con desprecio.

-¡Y yo no tocaría el suyo aunque me fuera la vida en ello!

-Pues lo hará. A partir de ahora y hasta dentro de tres años, que será cuando vuelva a recuperar sus derechos civiles, económicos y demás, no tendrá acceso a su cámara en Gringotts, la llave la tendré yo. Si quiere dinero tendrá que pedírmelo.

0-30, a favor de Snape.

-Prosiguiendo con el tema del dinero…

-¿Quiere decir que usted… que tendré que explicarle en que gasto mi dinero?

-Exacto. Muy perspicaz, Sr. Potter –de nuevo el sarcasmo-. Y por su puesto, podré negarme a dárselo. Ah, otra cosa, no piense en engañarme porque después de comprarlo me lo tendrá que enseñar. Por supuesto, dentro de un tiempo, si se porta bien, le asignaré una paga semanal, pero ya veremos cómo evolucionan las cosas. Además, cuando sea así, si se porta mal podré retirársela, castigarle sin salir…

-¡No tiene dere...! –Harry se interrumpió sabiendo lo que Snape le iba a contestar y éste le miró como desafiándole a terminar la frase.

0-40, a favor de Snape.

-Hablando de castigos, sígame –tomó bruscamente su brazo y lo arrastró al dormitorio-. ¿Qué es eso? –preguntó señalando los resto de un jarrón de la dinastía Ming que había sido obviamente lanzado contra la pared en un arrebato.

-Un accidente –le contestó Harry desafiante alzando el mentón.

-Bueno, pues ese "accidente" le acaba de costar su salida a Hogsmeade de hoy. Considérese castigado –Severus salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí.

0-50, juego, set y partido para Snape.

.-.-.-.-.-.

Cuando Severus cerró la puerta sonrió satisfecho. Quizá había sido demasiado duro pero había conseguido lo que quería: demostrar a Harry quién era el dominante. El era un depredador, jamás sería la presa. Su plan constaba de dos fases y nada ni nadie le iba a impedir llevarlas a cabo.

Primero tendría que sofocar la rebeldía del muchacho sin abatir su espíritu. Al obligarlo a depender de él en todo sentido, le hacía tener que acudir a él y ver que, aunque lo dominaba jamás sería un tirano, que iba a ser justo. Aunque a primera vista no lo hubiera parecido en su conversación, todo o que le había exigido tenía su razón de ser (normalmente la seguridad de Harry y la de su hijo).

Segundo, tendría que convertir el odio y el muchacho que el muchacho sentía por él en cariño y deseo. Se podía decir que Harry estaba ávido de contacto, aunque dudaba que él mismo lo supiera. Tendría que aprovechar esa avidez y mimarle y convertir esa avidez en un deseo tan intenso que ya no pudiera negarlo. Ese deseo sería el primer paso hacia el cariño, si es que no iba acompañado de él para cuando llegara a la segunda fase.

Por lo pronto, acababa de castigar a Harry y después de esa conversación dudaba que se atreviera a desafiarlo… aunque nunca se sabía con alguien como Harry. Harry era como un ratón que se atreve a escupir a la serpiente a la cara aun cuando está a punto de ser devorado.

.-.-.-.-.

Harry y Neville paseaban por la calle principal de Hogsmeade. Llevaban ya un par de horas de compras (que habían encogido y guardado en sus bolsillos) y ya atardecía.

-Mmmm… Harry –dijo Neville de pronto, sacando la cabeza de su voluminoso ejemplar sobre plantas del sureste asiático que su amigo le había regalado apenas diez minutos antes-. ¿Cómo es posible que tengas dinero para comprar si dices que Snape no te ha dado nada?

-El primer fin de semana de Hogsmeade del curso saqué un montón de dinero para cambiarlo a dinero muggle. Hermione y Ron me distrajeron (ya ni recuerdo con qué) y se me olvidó cambiarlo. Lo tengo desde entonces-sonrió-. No pienso tocar ni un solo galeón de Snape si puedo evitarlo.

-Todavía te faltan tres años hasta que puedas tener acceso a tu cámara…

-Saqué un montón de dinero, Nev. Puede que no me llegue para los tres años, pero ya me buscaré la vida cuando se me acabe. Es cuestión de racionar. Piensa en lo humillante que sería que, por ejemplo, en Navidad tuviera que ir a pedirle dinero para comprarle un regalo a Ron, a Hermione… ¡ni hablar!

-Siempre puedes intentar arruinarle –se burló Neville.

-Cuando llegue el momento en que no me quede más remedio que utilizar su dinero lo intentaré –le siguió el juego riéndose-. Pero hasta entonces utilizaré sólo el mío. Quiero conservar la poca dignidad que me queda, gracias.

-Como Snape te pille, se te cae el pelo.

-Como si eso me importara. Además, te recuerdo que tampoco tendría que estar aquí, pero si ese bastardo cree que voy a someterme a él como un niñito bueno está muy equivocado. ¡Esto es la guerra! Y en la guerra todo vale.

-Mmmm… Harry- el chico se detuvo.

-Dime –contestó distraído el aludido, mirando un escaparate.

-¿No te importa que Snape se enfade contigo¿Qué te castigue? –le tembló la voz. Neville le tenía terror al profesor de pociones.

-Que. Le. Den.

-¿Estás seguro?

-Seguro.

-Mira al frente.

-Oh, mierda.

-Lo mismo digo, compañero.

-Parece enfadado.

-¿Tú crees?

-No hace falta ser irónico.

-Perdona.

-¿Crees que debería correr?

-¿No decías que no te importaba?

-Es que mira su cara.

-Da miedo.

-Lo sé.

-Harry, que viene.

-Oh, Merlín.

-¡CORRE!

Lanzando su legendario valor gryffindor al cubo de la basura, los dos chicos salieron corriendo calle abajo a toda velocidad. Eran más rápidos que Snape y éste además no pensaba perder su dignidad saliendo corriendo tras de ellos… al menos hasta que no hubiera nadie mirando, por lo que no tuvieron problemas en dejarlo atrás. Como los carruajes no volvían hasta dentro de dos horas más y ellos, por supuesto, no pensaban detenerse a esperar, siguieron corriendo por el camino hacia Hogwarts… para encontrarse, después de estar una hora corriendo sin parar, con que su profesor se había aparecido justo al final del camino y con que se encontraba de brazos cruzados y con la ceja alzada y burlona frente a ellos.

Neville miró a Harry, Harry miró a Neville y ambos miraron a Snape, que, todavía en la misma posición, los miraba a ellos. Los leones soltaron un gemido extenuado y se dejaron caer al suelo, cosa que arrancó una madia sonrisa burlona a Snape. Harry juró por lo bajo, tratando de apaciguar su respiración.

.-.-.-.-.-.

-No lo podemos permitir –decía Pansy Parkinson cómodamente sentada en uno de los sillones de la Sala Común de Slytherin, en la que se hallaban reunidos todos los integrantes de esa casa-. ¿Pero le habéis visto?

-Lo sabemos, Pansy –le contestó Blaise Zabini, a su lado.

-Sólo hay una cosa que podamos hacer por el profesor Snape y todos lo sabéis –dijo Draco y hubo un asentimiento general.

-Pero se enfadará -intervino Jean Lestrange-. Después de todo, Potter es de su propiedad ahora. No podemos hacerlo así como así, por mucho que a nosotros Potter…

-Nos lo acabará agradeciendo porque se quitará el peso de encima –aseguró convencida Pansy-. Además, así se lava las manos. Lo haremos hoy –prosiguió-, pero tened en cuenta que no deben saber que fuimos nosotros. Ya sabéis cuál es el castigo.

-Por supuesto que sospecharán que fuimos nosotros –dijo Blaise-¡pero no tendrán pruebas!

-En cuanto a los culpables –intervino Draco separándose de la mesa sobre la que estaba apoyado y cruzando los brazos con determinación-, Severus me ha pedido que no intervengamos hasta que él haya acabado o nos dé permiso expreso para hacer algo concreto. Después de eso, si queda algo de ellos, serán todo nuestros.

Si alguien hubiera entrado en la Sala Común de Slytherin en ese momento hubiera salido corriendo despavorido. Una sonrisa maliciosa en la cara de una serpiente da miedo, una sonrisa decididamente malévola en la cara de todas las serpientes…

.-.-.-.-.-.

Harry no pudo evitar removerse inquieto en su asiento. Había pasado más de una hora desde que Snape los había atrapado y mientras que a Neville ya le había asignado una detención (el pobre casi lora de miedo), Harry seguía sin saber cuál era su castigo. Sabía que Snape ya lo había decidido pero¿por qué no se lo decía? Si lo que quería era aprovechar la inquietud de la espera, lo estaba consiguiendo.

Lo observó sentado en el escritorio de la habitación contigua corrigiendo unos exámenes (algunos los terminaba con sospechosa rapidez) pero no pareció ni darse cuenta. Aprovecho para mirar con detenimiento la sala de estar, que era donde estaba él: sobria y elegante, pero también acogedora, al igual que el resto de las habitaciones. La cámara de "su esposo" estaba formada por cinco habitaciones más o menos grandes: dormitorio, baño, sala de estar, despacho y almacén. Todas ellas (o al menos la que había visto, es decir, todas menos el almacén) estaban decoradas y amuebladas con un estilo sencillo y austero que delataba el buen gusto de Snape (¿quién lo hubiera dicho?).

Volvió de nuevo su mirada al hombre y éste siguió ignorándole, cosa que consiguió fastidiar a Harry. ¡Condenado hombre! Era como un témpano de hielo… aunque el hielo podía quemar. Un escalofrío le recorrió la espalda al recordar cómo le había acorralado esa misma tarde.

-Profesor –habló por fin sin poder aguantar ni un sólo minuto más en silencio y Snape no levantó la cabeza siquiera-. ¡Profesor!

-¿Qué quiere, Potter? –preguntó en un tono entre seco y aburrido pero siguió sin mirarle.

-¿Y mis cosas? Usted dijo que las traerían y que las tendría para esta noche –su voz tenía un dejo de acusación y rebeldía que no pudo (ni quiso) ocultar.

Un toque en la puerta le ahorró la respuesta a Severus, que lo miró como diciendo "¿A qué espera? Abra" y Harry se levantó con renuencia para abrirla. Al otro lado de la misma estaba McGonagall.

-Buenas noches, Sr. Potter, profesor Snape.

-Buenas noches, profesora McGonagall –Harry oyó cómo Snape se levantaba y atravesaba la sala de estar para llegar a la puerta.

-¿Le suena por casualidad esto, Sr. Potter? –le preguntó entregándole un pedazo de tela medio chamuscada y Harry la examinó atentamente.

-¡Un momento¡Es un trozo de mi camisa¿Por qué está así¿Qué ha pasado? –a lo lejos oyó a Filch decir que habían conseguido apagar el fuego pero que éste se volvía a encender una y otra vez. Harry salió del trance en el que se había sumido y echó a correr en esa dirección ignorando los gritos a su espalda.

-¡Potter¡Vuelva aquí ahora mismo! –le oyó gritar a su Jefa de Casa y oyó sus pasos apresurados.

Siguió corriendo, dejó las mazmorras y atravesó el Hall en dirección a las grandes puertas de entrada al castillo, que era de donde venían los gritos. Las franqueó sin reducir su marcha pero tuvo que parar en seco ante la visión que le recibió: una hoguera hecha con toda su ropa. A un lado de ésta estaba su baúl y Harry se fijó que sólo habían quemado su ropa y todo su material escolar (plumas, frascos de tinta…) El resto, véase, fotos, el álbum que le regaló Hagrid, los libros, sus apuntes… seguían dentro del baúl. Todo lo quemado era recuperable (de hecho era bastante viejo), pero aun así se encontró gritando que lo apagaran.

-"Glacius" –pronunció con voz profunda Severus y el fuego se congeló.

-Me temo que no se apagará del todo hasta que se hayan quemado las ropas totalmente –dijo McGonagall y el gryffindor la miró consternado.

-Mañana irá usted con el Sr. Malfoy y algunos otros a comprarse ropa, Potter, peno por ahora le daré algo de la mía reducida –habló Severus.

-¿Por qué con Malfoy¿Por qué su ropa?

-Eso será su castigo, Potter… o al menos parte de él.

Oh, genial.

En la guerra, como en el amor, todo vale.

---------------------------------------

¿Qué tal? Espero que os haya gustado. Como ya sabéis agradezco que me deis ideas. Espero no tardar tanto para la próxima actualización.

Muchas gracias a tof¡dos los que habéis dejaro R&R. Por desgracia, de nuevo no dispongo de tiempo para contestaros individualmente TT.TT. Espero poder hacerlo la próxima vez.

¡Dejad reviewssssssss, please!

Calais Alcarin

Miembro de la orden Severusiana