La cama era bastante cómoda, pero le recordaba a la misma en la que se había sentado cuando le dieron el mejor y el peor mensaje se su vida: "¡Felicidades Señorita! y "Lo siento señorita ha perdido su bebé".

La enfermera hacía pocos segundos que se había ido, dándoles permiso a los dos para librarse de las demás clases. Un silencio extraño les invadió, no se atrevían a mirarse; ha hablarse…

El muchacho vio como ella volvía a tener ésa mirada perdida; ésos ojos brillantes a punto de asomar lágrimas e intervino.

Acercó su mano masculina a la suave mejilla de Kagome, ella no pudo evitar los nervios y las ganas de llorar volvieron más fuerte que antes además que ése contacto hizo tenerle un escalofrío placentero.

-Tranquila, no pasa nada.- esos ojos no debían estar perdidos, ni llenos de lágrimas a no ser que fueran de felicidad; él deseaba conseguir que Kagome nunca más llorara.- Estoy aquí, contigo.- se acercó a ella y la abrazó, como lo había estado deseando y soñando cada noche desde que no la veía. Pero ella negó con la cabeza.

-No. Estoy sola. Sin mi bebé no tengo a nadie.-se aferró al cuello de Inuyasha llorando como la niña que a él le gustaba que fuera. Abrazaba a ése chico como si nada existiera, deseando que ése momento fuera eterno.

-No vuelvas a decir eso. Yo estoy aquí. ¿No lo ves? Creéme no voy a dejarte sola.- Kagome empezó a llorar más fuerte, "desahogate" era lo que debía hacer. E Inuyasha sabía que así volvería la Kagome que él necesitaba.- Yo…supongo que lo del bebé era algo que no sé como hacer para que no te sientes mal, pero siempre que creas que estás sola, o deseas poner tu mano en tu barriguita y sentir que él está ahí…en vez de hacer eso…vienes a buscarme y me-me a-abrazas fuerte, muy fuerte. ¿Vale?

Los sollozos de Kagome parecían tranquilizarse. La cara de ella se escondió en el cuello de él, mojándole con las lágrimas saladas.

-¿De verdad?- la esperanza que había ido perdiendo momentáneamente desde hacía meses, volvía a ella después de tanta tristeza…

-¿Cuándo te he mentido yo?- pero ésa esperanza, ese nuevo fulgor que en breves estaba creciendo dentro de ella, desapareció tan rápidamente como había llegado.

-Cuando me dijiste que me llamarías en una semana…

Titubeó durante unos segundos. Luego un flash en su cabeza diciendo esa misma frase en una casa, una habitación que no era la suya le vino a la mente. También parecía recordar otra: Estaba con Kagome en una cama los dos desnudos, ella estremeciéndose y estallando en convulsiones bajo su cuerpo. Y más tarde el chico parecía darle lametones y mordisquitos en el cuello de ella.

Con cuidado se fueron separando con un aire dubitativo perfectamente visible en sus caras. No sabía como entender ésa imagen, ese segundo de su cabeza que recordaba ¿Era real?

-N-no lo hiciste en todo el maldito verano. Ni viniste. Ni nada. Te olvidaste de llamarme, de mí de ésa noche. – con lágrimas en los ojos dejó de agarrarse de los brazos de Inuyasha para apretarlos, intentado pasarse todo el dolor interior que sentía. Inuyasha dejó que ésas pequeñas uñas le apretaran, sabía que se merecía las marcas que más tarde tendría, las suyas tan solo serían físicas…pero en Kagome las tenía tan dentro de su corazón que tal vez nunca terminarían de sanar. Le miró directamente a los ojos tan llenos de intranquilidad y lástima acusándole. Sino fuera porque conocía a Kagome desde hacía mucho tiempo, hubiera pensado que estaba mintiéndole.- ¡TE OLVIDASTE DE TODO!

Flash back de ésa noche

Dos figuras perfectamente juntas se perdían entre ellos dentro de un abrazo desesperado por parte de él. Envolvió los dedos en el pelo azabache de ella enroscando su dedo entre el pelo, ahuecando su nuca en un apretón seguro. Se oyó el ruido de un pequeño gemido cuando sus labios se rozaron, y luego su boca encontró la suya.

Al principio el beso fue sereno y suave. Él se tomó su tiempo, saboreando, moviendo despacio sus labios sobre los suyos. Kagome no pudo evitar pensar durante un momento que la primera vez que la besó Inuyasha hizo lo mismo.Pero todo cambió en un momento impredecible. Su boca se volvió ardientemente caliente, rozando la de Kagome hasta que sus labios se vieron obligados a abrirse. Kagome temblaba asombrada por la intrusión de su lengua.

El ojidorado levantó los pechos de Kagome en sus manos y usó sus labios, sus dientes, y su lengua sobre ellos, como si devorara el dulzor de de la carne de ella por primera vez. Kagome gimió y se arqueó hacia arriba. Ahora estirados en la cama de la habitación de ella, sintió como el chico que estaba encima de ella le levantaba su falda. Él se agachó sobre Kagome, besando, ahuecando las manos, acariciando su pecho, hasta que a Kagome apenas le quedó un fragmento de cordura.

El peso del cuerpo de él, su cuerpo sobre el suyo era delicioso. Kagome deseaba más, deseaba que él apretara con más fuerza, más profundamente, hasta quedar aplastada bajo él. Los brazos de Inuyasha la rodearon con más fuerza, y los únicos sonidos que escapaban de los labios de Kagome eran jadeos entrecortados.

Inuyasha abrió más sus rodillas y se colocó su miembro cerca de la entrada de ella. Con cuidado él se introdujo dentro, moviéndose con suavidad más allá de las oscuras profundidades de Kagome. Ella gritó de placer cuando fue invadida, con una profunda embestida.

Con un gemido jadeante, se quedó inmóvil bajo él mientras una gran ola de placer la atravesaba llegando finalmente al clímax. Él la envolvió con sus brazos, impulsándose más profundamente, prolongando los exquisitos espasmos.

Cuando ella finalmente quedó saciada, él consiguió su propia satisfacción, su cuerpo tembló con la placentera liberación.

Permanecieron abrazados fuertemente durante mucho tiempo, relajándose entre las sábanas arrugadas. Inuyasha descansó encima de Kagome sin salir de ésa entrada tan perfecta, sintiendo como su flácida masculinidad seguía brotando su semilla dentro de ella… Kagome rió asombrosamente soñolienta, aspirando el olor masculino tan característico de Inuyasha y los dos se sumieron en un gran merecido sueño…

Horas más tarde un Inuyasha medio adormecido aún, se levantó cuidadosamente para no despertar a la chica que estaba en la cama. Salió de ahí sin casi recordar nada y al llegar a su casa se durmió, para levantarse al dia siguiente creyendo haber tenido el mejor sueño húmedo de toda su vida.

Fin flash back

Finalmente Inuyasha entendió todo, y con una de sus manos intentó acariciar la mejilla de ella, sintió como la piel de ella se estremecía con su contacto y luego un suspiro ahogado escapaba de ésos labios que tantas veces había besado.

No estaba seguro de todo, pero por la fuerza que aún sentía que las manos de Kagome le hacían en sus brazos, ella estaba hablando muy enserio así que indudablemente asumió que la chica no mentía y que ése sueño tan perfecto había sido real.

Aún así decidió que aunque ya lo tenía todo aclarado, para poder abrazarla y explicarle sus sentimientos, antes había algo más importante.

-¿Yo conocía al padre del bebé?- los ojos de Kagome se abrieron enormemente, demostrando en ellos que le había preguntado algo que ella no esperaba. Dejo de hacer fuerza con sus uñas en los brazos de él, y poco a poco fue bajando sus manos apartándolas del cuerpo de Inuyasha y las apoyó en la camilla de la enfermería. No se atrevía hablar, el miedo había paralizado todos sus sentidos y aún así no supo como asintió confundida por todo lo que ésa pregunta comportaría.- Ya… ¿Está en mi clase?- Ella volvió a asentir. Inuyasha suponía que estaba demasiado afectada como para contestar la pregunta más directamente, así que se acercó a ella antes que pudiera reaccionar. Pasó sus manos a cada lado de ella y los apoyó a la camilla evitando que su pequeña escapará, ahora ella parecía cohibirse más, sin atreverse a subir la cara y verle directamente. -¿Tiene la misma edad que yo? – Ella sintió- ¿Juega a fútbol conmigo?- Kagome volvía a mover la cabeza afirmativamente…- ¿Es tan bueno como yo? Mmmm… ¿Vive en mi misma calle?... ¿Tiene un hermano mayor muy imbécil? O ¿Era su ex-novia la imbécil?

Kagome asintió ya más segura ya que la mayoría de preguntas qué Inuyasha hacía eran verdaderamente estúpidas.

Al final, cansada de ir asintiendo como una máquina, Kagome decidió que era hora de dar una pista contundente que diera el final a ésas tontas preguntas.

-También ha ido a todas las mismas fiestas que tu. Borracho. Pero estaba.- cuando subió s vista a la de Inuyasha para ver su reacción, sólo vio una sonrisa pícara y un extraño sentimiento de satisfacción en los ojos de él.

Se dio cuenta que tal vez estaba haciéndole una broma, y eso no le agradó lo más mínimo. Odiaba tener que sentirse cohibida a causa de un estúpido, antes de decirle algo insultante él habló:

-No sabes lo asustado que estaba nena.- En ése momento en la enfermería se podía ver como la figura masculina abrazaba a la femenina, medio paralizada de la sorpresa.

Se despertó de su paralizante momento al sentir los labios húmedos de Inuyasha posarse en níveo cuello. Las manos de él abrazaban su cintura, y un sentimiento de seguridad y protección le hizo sonreír.

Quería creer que lo que ése abrazo y esa lengua le estaban haciendo era real, pero pensó que la realidad la golpearía más tarde su sueño, y no quería que también golpeara su corazón.

-¿I-Inuyasha? ¿Q-qué te pasa? ¿Qué haces?- el muchacho pasó sus brazos de la cintura, a la espalda de Kagome. Con delicadeza y un poco inhibida, fue pasando los suyos hacía arriba del chico para abrazarle por el cuello.

Las lamidas habían cesado un poco, pero eso sólo consiguió que ella volviera a desear sentir los besos en todo su cuerpo. La respiración entrecortada de Inuyasha le llegaba ahora al oído, y siguió con sus deseos de un abrazó más fuerte y más íntimo.

Como si le leyera la mente el abrazo se hizo más profundo, y ahora él dejaba ir su caliente aliento en el cuello de ella, unos agradables cosquilleos invadieron todo su cuerpo, dejándole con un aura de pasión, ternura, amor y un revuelo de otros muchos más sentimientos.

-¿Yo era él padre verdad?- Notó como Kagome se congelaba dentro del abrazo haciendo esfuerzos para apartarse de él, pero la abrazó mas fuerte y siguió hablando con ése tono tan extraño y tierno.- fue en ésa fiesta donde un imbécil me dio una paliza y me sacaste fuera; después me curaste las heridas y yo te subí encima de mis piernas y empecé a besarte como si no hubiera un mañana…

La chica hacia rato que había cesado las ganas de huir, pero sin querer volvió a llorar y aferrarse a él más fuerte.

-¡TONTO! Te olvidaste y no m-me llamaste n-nunca. ¡N-ni viniste! Y Y-yo creyendo que me odiabas…p-pero no…resultaba que en realidad sólo, sólo… ¡Te olvidaste! ¡Baka! ¡Baka! ¡Baka! ¡Inuyasha NO BAKA!- después de oír los recordatorios básicos de ésa noche, Kagome había empezado a golpearlo con cada insulto.- ¡Baka! ¡Baka! – no podía parar de llorar, de sonreír y de pegar a ése estúpido que creía estar… ¿asustado? Entonces Kagome paró con los golpes y miro a Inuyasha, al ver que ya no estaban insultando ni golpeando, él miró a Kagome confuso. Sus mejillas sonrosadas, el pelo revuelto le recordó cuando estaban en la cama desnudos y sin evitarlo ése pensamiento le excitó, deseba estirarla en la litera en la que estaba sentada y hacerle el amor tantas veces que no recordaría ni en que lugar estaban ni quien era cada uno. -¿Por qué dices que estabas asustado?

La cara de inocente, sumada a la poca distancia que los separaba de los labios de la pequeña, Inuyasha se dio cuenta de lo vulnerable que seguía siendo tratándose de Kagome.

-Pues, ¿por qué será nena? – Sin separarse de ésa distancia tan pequeña entre sus labios, deseando poder tomarlos cuanto antes, prosiguió.- La ultima vez que recordaba que tu y yo hiciéramos el…amor.- tragó saliva al decir eso, '¡Dios! Que cursi sonó eso', pensó. Aunque valió la pena al darse cuenta la sonrisa embarazosa de ella…- pues era un mes antes, y la gente decía que estabas de dos, pero yo contaba tres. Así que pensé en llamarte, pero tu móvil parecía desconectado siempre. Sango no sabía nada y… pues…- la miró para darse ánimos y al verla con ésa cara de niña pequeña llena de curiosidad, siguió exteriorizando sus más profundos y amargos pensamientos de ésos meses.- me sentí traicionado de pensar que te habías acostado con algún otro y…

-¡Inuyasha sabes que yo no…!

-Si, si ya lo sé…pero es que…- Un suspiro largo y lleno de tensión escapó de él. Ella no sabía que él se hubiera sentido así, ni siquiera se le había ocurrido que pensará en el bebé y que él fuera el padre.- Para mí era como si fueras mía.

-"Ojala fueras sólo para mí tú también"- rumió Kagome con la mirada perdida, ensombrecida… Inuyasha se dio cuenta de ése pensamiento de Kagome, como si estuvieran conectados… así que se dio cuenta que finalmente debía ser sincero…

-La verdad Kagome es que desde que lo hicimos por primera vez, no podía hacerlo con nadie más. – Vio como Kagome intentó decir algo pero siguió contando sin parar.- Sé que muchas iban diciendo que lo habían hecho conmigo, ¡pero era mentida! –miró directamente a Kagome a los ojos, con la culpa asomando en sus ojos dorados, y la incredulidad en los azul-grisáceos, que cada vez volvían a recuperar su color habitual…- Ufff… y si lo hacían, es decir, si conseguían algo conmigo en el único nombre que pensaba, el que tenía siempre metido en la cabeza en todo momento.- Y sobretodo al final…- ¡Eras tu Kagome! Te necesito conmigo Kagome!

Un abrazo en ése momento no era suficiente. No lo sería ni para la pequeña Kagome, ni para el reciente medio-declarado Inuyasha.

Ella no se lo creyó al principio, pero al ver las mejillas de Inuyasha de ése color que solo aparecía en las de ella, se acercó terminando con la poca distancia que les quedaba y le besó con ternura, intentado calmar la necesidad de los dos que hacía tanto tiempo había estado aumentando sin ellos ser conscientes.

Los labios de la chica eran jodidamente hechizantes, e Inuyasha estaba seguro que nunca se cansaría de humedecerlos con los suyos; se movían un compás pausado al principio, pero de repente Inuyasha tomo las riendas enseguida e intentó profundizarlo y un suave gemido escapó de ella.

Inuyasha creyó oír algo afuera de la enfermería, pero no le dio importancia…siguió profundizando ése beso y poseyendo la suavidad de ésa boca. Cuando estuvo a punto de introducir su lengua, un segundo gemido seguido de las mismas palabras que tanto necesitaba él, salieron de Kagome, "Me gustas mucho Inuyasha, mucho…".

Al entenderlas y guardarlas en los recuerdos inolvidables de su cabeza, se separó de ella de una manera un poco brusca y mirando directamente a la pelinegra, dijo las palabras más imposibles en ése gran momento romántico:

-Ya lo sé.- La chica lo miró indignada, pero al ver la sonrisa de él y el ímpetu de otro beso corto, separándose de los labios masculinos se sorprendió por otra contestación, ésta vez nunca oída:

-Yo también.- Beso.- Te amo.- Beso.- Te quiero.- seguido de una lamida pequeña en la mejilla llegando hasta su tierna oreja. Finalizó con un- Me gustas mucho.