De nuevo, bienvenido aquel que ande cerca de mis dominios ... ¬¬ Ne... olvida ello... A lo que me refiero, pues es al hecho de que anden aquí, leyendo ... ¬¬... Ando tan estresada hoy... y demente por igual que voy a ponerme a cantar ¬¬
Cual sea, akí esto.
Capitulo Tres: Encuentro Fortuito.
Meses, tres malditos meses habían ya pasado desde la visita de aquella mujer inesperada. Y a pesar de que había prometido presentarse de nuevo, ni una mínima señal de su exasperante presencia.
Ya no sabía si eso era algo bueno o malo...
Algo raro ocurría con él.
Le parecía estupendo el hecho de vivir con nulas interrupciones al lado de su compañero de cabello rojo. Nadie de quién preocuparse o temer de ser interrumpidos. Ninguna atrevida mujer, dando halagos a Kurama, su Kurama. Eso le quitaba de fastidios, y de verse ante él.. terriblemente... irritado.
Porque si quiera sentir lo mas mínimo de celos... sería completamente estúpido.
Sin ella todo era estupendo.
El pelirrojo a su lado, y nadie mas ahí.
Perfecto estado.
Y... entre ello... algo monótono.
Claro que lo era.
Pero de nuevo, todo era culpa de Nemesis.
¿Por qué? Hn... muy simple.
El había vivido sin mayores exaltaciones, si, y todo eso fue estupendo, llenándolo de calma como nunca jamás en vida humana había podido experimentar. Pero, cierta noche, ella se aparece, trayendo información intrigante. Que dejó dudas que ahora tenía que satisfacer... o no podría andar de nuevo relajado.
Incluso ello se había llevado ella.
Hoy día, andaba por las calles vigilando sus espaldas. Por que de nuevo gracias a ella, era que temía ataques inesperados de parte de...
Hn... mierda...
Ni siquiera sabía de quien se cuidaba. Pero lo hacía. Y eso molestaba.
Tres meses llevaba sin poder disfrutar a plenitud de una buena cena. Justo como ahora.
Salía de aquel restaurante, a mitad de la noche. Después de pasar, supuestamente, un rato con otra de esas chicas solteras que solo buscan amante para rato.
"Mas vale que ella no sea así."
Un murmullo, antes de tirar un candil sobre aceite. Que esparcido era sobre todo el lugar, los muebles, las mesas, la ropa de una mujer tendida a mitad del establecimiento.
Esa era su costumbre... o mejor dicho maña, cada que salía sin Kurama a cazar.
Divertido dejar ardiendo el sitio en el cual, había hecho el ridículo durante el rato que le tomaba seducir a una mujer. Entre esperaba estuviera distraída y poder saciar él su necesidad de aquel liquido rojo.
Eso de flirtear le hacía sentir... sucio.
Y la única manera de ...¿Purificar? No... Eliminar, aquella suciedad en su ser, era el quemar todo.
Amaba el fuego, sonaría demente. Pero así siempre fue. Le asombraba lo devastador de este... el miedo que infundía y arrasador. No dejando nada salvo cenizas a su paso.
Admiró unos minutos la manera en que las llamas envolvían el lugar. Apreciando maravillado el naranja que emitía. Como sombras se hacían incluso sobre su propio cuerpo. Y el calor absoluto que golpeaba su piel. Llego a odiar como era que se metía tanto en ello. Lo anormal de pasarse así, y lo maravilloso que le parecía el sonido de el fuego quemándolo todo, envolviéndolo todo, no queriendo dejar nada a su paso, pues sería considerado débil...
"¡Pero que diablos paso aquí!"
Pudo deshacerse de ese hipnótico estado, para centrase de nuevo en la realidad.
"Mortales entrometidos..."
¿Qué no podían dejar que esto ardiera sin armar tanto lío?
Ya estaban de nuevo, esos estúpidos ciudadanos, acarreando agua para echarla sobre el fuego que tanto bien le hacía a él. Y que de paso concedería de decente sepultura a aquella humana.
Ahí estaban todos, tratando de apaciguar el fuego.
Muy su problema. Por la altura que rápidamente habían alcanzado las llamas, todo su patético esfuerzo sería en vano.
Por ahora, tenía que regresar al lado de Kurama.
Nadie notando su presencia, se entró de nuevo en la negrura de la adorada noche.
Paseándose entre las calles, tratando de evitar a todos los entrometidos que corrían rumbo a su creación. Y que ya habían abandonado sus camas y en pijama salido a cuchichear.
Pensó un momento el lo divertido que sería quedarse a ver la expresión en sus rostros al encontrar a otra dama mas en estado calcinado. ¿Cuántas veces llevaba de hacer esto? Mucho... pero solo de unos días para acá, era que la gente se había percatado de la tendencia.
Incluso ya hablaban de la tétrica noticia. 'Asesino en serie suelto por la ciudad' 'Ola de incendios a causas desconocidas' Y cosas así.
A veces se entretenía en escuchar lo que decían. Que a una Dama de hoy día se le debe cuidar cual si fuera de cristal, y protegerla, no dejarla andar sola. Ya que un psicópata andaba por las calles, quemando gente al por mayor. Y no podía evitar reír por ello.
Infundir temor era tan divertido.
Pero... había actividades las cuales disfrutaba aun mas que eso...
Una rara sonrisa en su rostro. Solo de imaginar quien ya le esperaba en casa.
Esto solía pasarle con frecuencia. Kurama aguardando en casa. Diciendo que demasiado cansado estaba como para salir. Una noche no iba a acabar con él, decía muy seguro. Ah! Pero ahí estaba el pelirrojo, cuando llegaba, mas que energético. Tan feliz que muchas veces lograba darle nauseas. A la par que le hacía sonreír de débil modo. Nunca se tomaba la molestia de obligarlo a dejar de ser tan... ¿Detallista? Por que en el fondo esas triviales acciones terminaban haciendo bien. A ambos.
A su compañero demente, que solo buscaba como consentirle, y a el, que era el que recibía tales atenciones.
Aceleró al doble su paso.
Sería algo... grosero, tardar demasiado. Y dejar esperando a Kurama.
Hiei callejeaba por las calles. Lo mas aprisa que permitía a su cuerpo andar. Entre imaginaba ya a Kurama, sentado en la sala, de anticipado preparado el ambiente a vivir, y algo de vino.
Ese demente era algo especial.
Pronto se encontró a las puertas de casa, que cerradas no estaban. Sino abiertas de par en par. Y el usual corredor que siempre metido en sombra era, ahora no lo era tanto.
"Esto es demasiado, Kurama"
Un muy cursi camino hecho de velas pequeñas. Cuidadosamente paralelas. El sitio a seguir que le marcaban. Bien, jugaría a lo que él quisiera, pensó entre su cuerpo invadido era de necesidad del pelirrojo. Paso tras paso se dio el tiempo de andar.
Cuando entró a la trillada sala, alegro de nuevo.
"Mis suposiciones siempre correctas. ¿No es así?"
Kurama le sonrió de gentil modo. Divertido igual.
"Generalmente, Hiei" El verde en sus ojos haciéndole a entender que se sentaré a su lado.
Este se cruzó de brazos, cerrando suavemente los ojos y una sutil sonrisa en sus labios dejó. No molestándose en elevar su rostro. No era necesario. Kurama sabía ya perfectamente todo lo que le ponían acciones como estas de buen humor.
Gruñó falsamente. Acercándose hasta él. Y sentándose no a su lado, sino en la mesita de centro que estaba frente al pelirrojo. Prácticamente quedando nariz con nariz.
"Eres muy extraño"
"¿Mas que tu?" Bromeó. "Dime ¿Quién es el que se da a incendiar la ciudad?"
"Por supuesto que yo. Eso es una idea excelente. Y queda fuera de tu entendimiento, Kurama"
"El modo de ver de los dementes" Muy entretenido que era pelearse con él. "Pero así, algo desquiciado es como me gustas"
Ahí de nuevo con su directo modo de ser.
Levantándose del sofá, e hincándose frente a Hiei. Quedando entre sus piernas. Como no quería por hoy verse tan frío con él, decidió corresponderle prontamente. Abrazándole por completo. Y dejando sus manos sobre su espalda.
Le fascinaba la espalda de su amante de pelo rojo. Suave, tal vez demasiado. Y la encantadora forma en que se estremecía cuando pasaba sus dedos sobre su espina. Alcanzó a cobrar de nuevo el raciocinio. Notando lo curioso que había puesto todo por aquí este ser.
"Rosas... Eres muy cursi..." Suspiró mientras aun trataba de no distraerse con Kurama que solo fastidiaba su cuello con efímeros besos.
"... Me gustan."
Nadie debía notarlo. Kurama no debía saberlo. Encantado con todo cerró una vez mas los ojos, perdiéndose en el singular aroma que perfecto era. El perfume natural en la piel del pelirrojo, y el olor a rosas. Que todo a su alrededor estaban. Y que por la media luz, no había visto que por toda la alfombra también regados había tanto mil y un pétalos rojos, como unas cuantas rosas sin romper.
El pelirrojo le llevó sin mucha prisa hasta la alfombra, haciendo mas lejos el sofá para que no les estorbare. Ya tenía tiempo que no se daba a hacer algo como esto, y el mero pensamiento de que Hiei de igual modo que él disfrutaba enormemente el momento, tanto como él, le puso aun de mejor humor.
Despacio, no había prisa, desabotonando cada uno de los botones en su blanca camisa. No queriendo abandonar su cálida boca. La tierna sensación de ambas lenguas rozando asiduamente totalmente embriagante. Y el como Hiei dejaba de lado lo demás de actitud indiferente, solo para él.
Sin notar cuanto tiempo ya pasado había, de pronto se encontró despojado de vestimenta que cubriere su pecho y que igual Hiei rozaba exquisitamente contra él.
Un suspiro profundo para poder respirar. Tratar de recuperar el aire del cual Kurama y sus acciones se daban el lujo de arrebatar.
Lo detestaba por eso.
Solo perdonando el hecho, ya que realmente deliraba cuando esto acontecía, y eso le ponía de buen animo.
Su espalda desnuda daba contra la alfombra, y sobre algunos pétalos cómodo se sintió. Su compañero sobre de él, haciendo que algunos de sus largos mechones cayeren hasta su rostro y le ocasionaren cosquillas a Hiei.
A pesar que había amarrado su pelo en una larga y roja coleta.
Un segundo se deshizo del beso que sostenía con él.
"Que maña esa de amarrarte el cabello te ha dado hoy día, Kurama..." Pretendiendo fastidio. Mientras discreto y disfrazando como caricias a su pelo rojo, buscaba el como deshacer el amarre de lo rojo en su amante.
"Se le llama ser considerado, mira..." Paso una de sus manos por uno de los rojos mechones, haciéndolo tras de su oído. Para que no le molestare a Hiei "Así no te molesta.. o te da cosquillas"
"¿Y quien te dijo que me molestaba eso?."
"Lo supuse yo..."
Bajando de nuevo hasta dar con el pequeño rostro de su compañero negro. Haciéndolo callar.
Pero mas bien cayo en otra de las jugarretas de Hiei, pues todo lo embriagante que le besó correspondiendo, en gran parte fue para distraerle.
Por que al segundo siguiente su cabello había sido despojado de su amarre, y cayó sobre su espalda y hombros. Sobre sus labios sintió la risa triunfante de Hiei. Haciéndole retroceder un tanto.
"Así es mejor" Aseguró.
"Pues... no lo se... ¿Te gusta así?" Preguntó, tomando un mechón propio y haciéndole cosquillas a Hiei en la nariz.
"No te adelantes." Regañó a su amante, haciendo rodase para quedar él sobre Kurama. "Insisto que eres raro... ¿Y sabes?..." Inclinándose hasta él, dejando un beso tierno en su mejilla "... Así es como me gustas."
"Hiei... esa es mi línea... ¿Recuerdas?"
"Es de dominio público"
Claro, se volvía todo un cretino cuando al lado del pelirrojo andaba, pero eso sobraba.
Estiró una mano hasta un poco lejos de él, y cubrió los ojos de Kurama con una mano. Haciéndole reír de impaciencia.
"¿Y ahora que pretendes?" Preguntó, con los ojos cerrados bajo la palma de Hiei. Muy entretenido.
"No te importa"
Hiei tomó ambas de las muñecas de su compañero y sobre su cabeza dejó. Así insinuando que no las moviera ni un poco. Dejó suavemente ahí y Kurama no se movió, entendiendo a la perfección.
Había ya alcanzado lo que buscaba. Un pequeño botón de Rosa.
Pasó dos segundos sus dedos entre los pétalos cerrados de este. Y luego sobre la piel del estómago de Kurama. Preguntándose ¿Cuál era la diferencia entre un tacto y el otro? Ambos increíblemente suaves. Pero claro, el singular calor que abordaba al pelirrojo, hacía perfecto el suave de Kurama.
Entretenido, adoraba dibujar cuanto músculo encontrare en el cuerpo esbelto de su compañero, y esta vez, hacía un tacto dócil con aquel botón de Rosa. Haciendo que suspirare hondamente. Los rojos pétalos recorrían lindamente todo en él. Y por una razón la cual entender no pudo hacer, incitaba a besar aquella suave piel.
No podía creer que sus labios aun temblaren al hacer esto...
Aproximándose hasta Kurama... a solo milímetros de poder tocar fugazmente su ser... Aventó el instrumento que usó para eso. No tenía cazo permitir a objetos inanimados este tacto sensorial.
A solo milímetros... A solo segundos... A solo suspiros de distancia.
-Tok-
Varios golpes en la puerta. ¡Que había dejando cerrada justo para que esto no ocurriera!
¿Qué era tan difícil interpretar que deseaban estar solos?
Kurama se levantó un poco, igual de alterado que él por la interrupción. Le miró, para que entendiere que tenía que levantarse e ir a abrir.
"Deja que vaya la servidumbre..." Prácticamente rogó, tratando de convencerle.
"No pueden... Les di ordenes de pasar la noche en otro lugar, llámalo día libre. Ellos no están."
"¿Por qué hiciste semejante estupidez?"
"Quería un rato a solas contigo, Hiei. Quería intima y completa soledad, solo tu y yo " Consiguió levantarse, medio haciendo a Hiei a un lado para incorporarse completamente.
Mierda... Detestaba ser interrumpido. Y de hecho... Esto jamás les había pasado. Siempre era solo una noche con Kurama y nadie entrometido tocando puertas en la madrugada.
Elevó la mirada fastidiado, encontrándose con que el pelirrojo ya estaba prácticamente en puerta.
"¡Oye!"
"UH?" Atento a su llamado retrocedió unos pasos hasta Hiei "¿Qué pasa?"
El pelinegro no contesto. Esperando que Adivinare por si solo lo que andaba mal aquí.
Pero Kurama no entendió... y nervioso señaló que debía ir a abrir.
"Idiota..." Esta vez si gruñó "Ponte algo encima..." No era exagerado. Pero la idea de verle por ahí sin nada sobre el pecho no le hacía nada feliz. Tomó la camisa que traía antes.
El pelirrojo la atrapó en el aire. Sonriendo ante esa acción.
"¿De que carajos te ríes?"
"De nada en especial..." Abotonó un poco la camisa que Hiei, siempre considerado, le había arrojado. Y dispuso de ella frente a él.
Seguidamente salió rumbo a la puerta, dejándole en la alfombra semidesnudo. ¿Acaso no era divertido? Oh, claro que si. Ahí él en el suelo, esperando a su compañero. De lo mas entretenido. Esperaría... un poco.
Uno, dos, tres y treinta segundos.
Kurama no regresaba.
Treinta. Cuarenta... Kurama no andaba por aquí.
Bien, ese había sido ya largo tiempo. Trató de encontrar de nuevo su camisa, pero no la vio cerca de ahí. No interesó en nada.
Fue tras el esquizofrénico de su amante.
"¿Por qué tardas tanto?" llegó gasta la puerta enorme.
Kurama se volvió para él.
"Hiei, es hora de..."
"¿cómo?" Conforme se acercaba mas a él y veía hacia fuera notó a dos personas mas hablando con Kurama.
Una mujer joven. Y por la expresión de su rostro algo infantil. De cabello rubio y largo. Al lado de un hombre igual de infantil que ella. Ambos vistiendo de negro total ¿Qué rayos?
Ella miró la llegada de Hiei al lado de Kurama y analizó prontamente.
"Es ese ¿El elegido de Nemesis?" Pregunto ella sin discreción.
"¿Qué dices?"
"No seas obvia... además que no solo es por él que venimos. También nos llevamos al pelirrojo" El hombre repasando las ordenes que les habían anotado en una pequeña libretita color negro. "Así que... aun no saben nada acerca del como protegerse... ¿Cómo dices que te llamas?" Preguntó, dirigiendo la mirada al pelirrojo de ojos verdes.
"Soy Kurama y él..." Acercando al pelinegro, tomándolo de la muñeca " Es Hiei"
"Hn... ¿Les envía esa demente de Nemesis?"
"Si."
"Ah, pero que modales los míos... disculpa." El chico mas interesado que ella "Ella, esa rubia desequilibrada de ahí es Asty " Esta, haciendo una mala reverencia, sarcástica claro "Y yo soy Cesar. Seremos sus escoltas y guías, por un rato"
"Vale, vale. Dejémonos de presentaciones y vayámonos ya" Asty señalaba el carruaje que tras ella esperaba a que subieren. Les esperaba largo camino. Y peligroso por igual...
"Y si nos hacen el favor de subir cuanto antes..."
"Pero aguarda un segundo. ¿Crees que podemos salir así nada mas?" Estaba mas que enfadado. ¿Qué rayos con ellos? Primero interfieren en ... el singular momento y luego exigen salgan ya?
Esto irritó a Hiei. Tomó a Kurama de la camisa.
"¿Vas a ir?"
"No lo se... Tampoco me fue grato lo que pasó aquí. Pero, realmente quiero ir a ese lugar."
"Ahora. ¿Tiene que ser ya?"
"Esta algo alejado. Nemesis nos espera. Si salimos ahora, llegaremos justo a la medía noche de mañana. Pero si quieren ponerse algo de ropa..." Asty de nuevo fastidiando "... Les esperaremos. No deseo andar viendo miserables cuerpos semidesnudos" Refiriéndose con la mirada a Hiei que sin camisa iba, y a Kurama, que a pesar que medio vestido iba, aun podía ver algo de su piel "Tengo ya bastante con lo miserable que es Cesar"
"¡O-oye eso no es verdad!"
"¡Cállate!" Se dio fastidiada vuelta hacia ellos "Y anden, pónganse ropa bonita que van a un sitio respetable"
¿Qué coño con ella? Estaba mas que harto de su impertinencia. Y su actitud de loca.
Maldita sea.
"Deja de hablar y decirme que hacer por que si no..." Claro que iba a ejecutarla. No sabía bien como, pero así sería si continuaba con esa actitud.
Un suave tacto le impidió dar un paso mas.
"Deja de interferir, Kurama... Ella me pone de mal humor..." E iba a aniquilarla.
"No te alteres. Mira."
A lo que él se refería era a que ella, de repente había guardado silencio, ya que a pesar de todo lo .. tonto, que pudiere lucir Cesar, cuando le pidió silencio ella callo.
Hn.
Todas las mujeres eran extrañas a su ver.
"Vale..." Relajó un tanto, con Kurama un sosteniéndole del hombro.
"Gracias, Hiei."
"Ahora, anden dentro, por favor, no tarden demasiado."
"Trataré de vestirlo rápido." Kurama hizo una sonrisa divertida, solo de imaginárselo. Si, casi podía verlo, lo encantador que luciría Hiei.
El pelirrojo iba empujando a Hiei dentro de casa, mientras este, amenazaba que no se diera ideas extrañas, que no era él un muñeco a su disposición.
Pronto ellos y su pequeña discusión perdieron en las escaleras, rumbo a su habitación.
Cesar suspiró hondo. Mientras se volvía para el carruaje donde Asty andaba metida ya. Haciendo seña de que dejare de entrometerse con ellos y se sentare a su lado.
El pensó, lo rara que resultaba su compañera. Pero de igual modo, estar a su lado una dicha enorme. Fue y se sentó donde ella le indicaba. Sonriéndole tiernamente.
"Será interesante ir con ellos ¿No crees así?" Preguntó Cesar, tratando de hacer conversación.
"No lo se... Si crees que verles destilar atracción hasta por los poros es divertido, si, claro que lo será"
"OH vamos, no seas así. Hoy andas de un humor de perros."
"No es eso... es que... por si no lo has notado... nos están siguiendo..."
Este rió calmado. Siempre con ese aire de seguridad que ella odiaba tanto.
"¿Eso es gracioso?"
"No. Solo que de eso igual yo me había percatado. ¿Sabes?" Discreto acarició el dorso de su mano, haciendo ella se tensare "Pero no debemos temer... Estoy yo, y tu igual. Somos suficiente ejercito para los perros del Sabbat"
"UM. Siempre eres tan optimista..." Si, fingir con él era difícil, pues le conocía mejor que nadie. Pero a pesar de eso, intento hacer una cara fastidiada y escéptica "Te odio..."
"Y yo a ti."
Este juego del sarcasmo, adoraba cuando era ella tan fría.
Descansó ella su cabeza en el hombro de Cesar. No queriendo hablar mas. Solo aprovechar el tiempo que les restaba del calma.
Cuando bajaren Kurama y Hiei... Sería entonces cuando entrarían a la boca del lobo.
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El sol ya había ocultado.
Y ahora hacía suficiente oscuridad como para poder abrir las ventanas del transporte un tanto.
El pelinegro que todo el viaje se la había pasado mirando discretamente a su acompañante el pelirrojo, había abierto ya las cortinas pequeñas.
Y ahora entretenía viendo las afueras del bosque espeso donde pasaban ahora mismo.
Tal y como ella anticipó, ese bajo sujeto abrió una vez mas la boca solo para fastidiar.
"Mas vale que no tardemos ya mucho" Amenazó. A pesar que tanto ella como Cesar temían cero a Hiei, ya que, sin conocimiento y dominio sobre disciplinas, sus ataques serán poco eficientes.
"No te alteres. Tardaremos alrededor de cuatro horas o cinco. No es mucho."
Este ahora, era el punto crítico.
Habían ya pasado la mayoría del camino sin contratiempos. Y ahora, a solo poco lo que restaba de este...
"No han dado señales..." Susurró Cesar. Tan bajo que solo ella pudo escuchar.
"Lo se... Pero no creo que se queden así todo el tiempo..."
Calma antes de la tormenta.
Kurama también observaba lo que pasaba por la ventana, junto a Hiei. Entretenidos de sobremanera. Que afortunados, ellos, ese par de novatos no tenían mínima preocupación en sus vanas existencias.
De repente y sin anticipado, el carruaje empezó a tambalear.
"¿Pero que...?"
"Mierda puede ser que..."
Ellos al fin habían decidido dar la cara ¿No es así? Asty asomó por el ventanal, aprovechando que ese insoportable de Hiei estaba sobre su pelirrojo amigo a causa de la intensa sacudida que esta mierda de transporte sufrió.
"¡Idiota, son ellos, Cesar levántate ya!" Ordenó ella, sacudiendo intensamente a este para levantarle "No te quedes ahí tirado, anda de pie"
"¿Ellos quienes?" Hiei medio se incorporó, dolido algo de la cabeza "Kurama... ¿Estas...?"
"Bien... si gracias Hiei"
"Idiotas..."
"No se preocupen nosotros vamos a..."
"¡EH! ¡Degenerados! ¡Sabemos que andan dentro de ahí!" Gritaron desde las afueras. Una vos maldita de exigente y lastimera de horrenda y desafinada. Demasiado espantosa para sus sensibles oídos.
Nadie mas que los bastardos del Sabbat.
"Degenerados... Eso quiere decir que ustedes..."
"eh?... ¡Ah! ¡Novato no es lo que imaginas!" Mierda, desesperante de ignorantes respecto a el mundo vampirico. "No somos degenerados como tal, Solo es un... sobrenombre..." Aclaró Cesar, no queriendo dejar mala impresión en los nuevos vástagos. Y mucho menos en el pelirrojo.
"No pierdas tiempo en ellos, idiota. Lo que interesa ahora es alejar a esos perros de ataque" Asty señalaba nerviosa hacia afuera
Podía que si tardaban mucho ellos...
"¡Esta es mi única advertencia! ¡Si no salen ahora malditos degenerados, les haremos arder dentro de su opulento carruaje!"
Una declaración de guerra. Bien, ellos no iban a dejar esto así. Si querían batalla, ellos les habían de.
Pero... ¿qué harían con los novatos? Ellos solo estorbaban ahora. Además de que, habían recibido ordenes especificas de entregarles sin rasguño alguno. No importa que. Tenían ambos que mantener esa promesa.
"¿¡No! ¡Vale, contaré hasta tres y si no andan aquí yo los quemaré ahí dentro!"
"Esos dementes, siempre con delirios de poder"
El comenzó su cuenta.
"¡Uno!" Y nadie salía de entre el carruaje volcado.
"¡Dos!" Su acompañante no veía a nadie moverse ahí dentro.
Ni señales de los degenerados.
Muy bien si ellos así lo querían...
"¡Y esta es la numero tr...!"
"Ignorante perro del Sabbat. Estamos detrás de ti"
¿Cómo? Ambos detrás de ellos, los vampiros altaneros que habían estado esperando.
"OH, mandaron a la niña demente que mas parece ser Malkivan, y al caballero de la Torpeza." Burló uno de ellos, haciendo la atención de su compañero con un codo "¿Acaso no es aterrador?"
"Sumamente, Kano. Mira que de terror, mis extremidades comienzan a temblar"
"¡Basta! Paren de palabrería y solo digan que es lo que quieren..." algo elemental, pero nunca está de mas enterarse de cuenta propia.
"La niña loca pregunta que queremos, Tao. ¿Le dices por favor?" Dijo Kano, apartándose del camino y dejando que el otro hablare.
"Su nombre es Asty, imbecil. Aprende a llamarle por su nombre o juro que yo mismo te voy a hacer pagar..." Su mirada era fría, como solo lograba darla en batalla. Cesar entre caminó hacia el carruaje volcado jamás dejando su pelea con la mirada.
Tomó una de las ruedas del carro, y lo jaló hacía él. Pudiendo ponerlo en normal estado.
Ese demente como ocultaba su fuerza bajo una apariencia de cretino.
El mortal que se había encargado de conducir hasta ese punto el transporte... Pobre de él... Había quedado bajo el coche al volcarse este.
"Son unos patanes... Él tenía años a mi lado..."
"Por eso es que les odio, Degenerados, siempre se encariñan con los humanos." Kano de cuerpo grande y fuerte salió de la sombra que le guardaba, dejando ver el color negro de su cabello "Esta bien... iba a morir de todas formas. Solo le adelante un poco..."
"Esa no es la cuestión" Ese maldito... le haría pagar este hecho.
Cesar dio señal a Asty. Ella corrió hasta la puerta del transporte.
"¿Están todos bien?" Preguntó ella, entrando por ellos.
"Solo algo... dolorido..." Kurama movía su cuello, ya que, mierda, se había lastimado con tanto giro brutal.
"Hn. Es una locura... ¿Qué coño ocurre ahí fuera?" Algo interesante había de suponer.
No se arma tal alboroto solo de nada.
"Quiero ir fuera así que quítate de mi camino, mujer"
"Nosotros no podemos quedarnos en este lugar..."
"¿Pero que pasará con tu novio?" Preguntó Hiei, no interesando en este sujeto, sino tratando de que ella quisiere quedarse a su lado "El pobre parece débil y le hace falta ... ayuda"
"El no necesita ayuda de nadie... y ciertamente mucho menos de un débil como tu"
"¿Qué dices?"
"Que nos vamos ya, después de entregarles con Némesis regresaré por Cesar"
Entregarles.
¡Ellos no eran un objeto o mercancía por exportar! Tanto Hiei como él podían hacerse por si mismos.
"Tu no puedes decirnos que hacer. Si salimos tras él o no, solo es decisión de Hiei y mía "
"Mujer insolente..."
Lo sabía, lo suponía desde el principio. Ese par de débiles mentecatos habían de ofenderse por considerarles inútiles. Y desearía que de verdad su presencia vana pudiere ayudar en algo a su compañero... Pero ellos no podían aun, a pesar de todo lo que lo desearen ante expertos vástagos como esos del sabbat... peligrarían de gran manera.
"Vale... no me dejan mas camino que el agresivo, si piensan de esa manera..."
Hiei iba a reclamar una vez mas. Ella pensó que tal vez, debió llevarlos amordazados y amarrados, Ya que eran demasiado impulsivos. Sintió un poco el golpe del que proveyó a Hiei. Moviéndose rápidamente tras su espalda y golpeándole en el cuello para dejarlo inconsciente.
"¡Eres una ...!"
Y al lindo pelirrojo, que pese a lo encantador, todo un fastidio que era.
"Novatos siempre así de impulsivos" Ojalá no les hubiere hecho mucho daño a ambos. Ya que si los vástagos del Sabbat no les hacían daño... probablemente ella sin toda la intención, lo habría hecho.
Tomó considerando el hecho de que medio heridos habrían de estar, a ambos sujetos. Por los hombros moviéndoles y dejándoles descansar en los asientos de terciopelo. Uno junto al otro.
Asty se levantó y sacudió sus manos. Y por una causa inexplicable, el bajo sujeto de cabello negro resbaló de su lugar, haciéndose mas hacia en pelirrojo. Su rostro curioso cerca del pecho de el inconsciente vampiro de ojos verdes.
Elevó un gruñido a la par que golpeaba por dentro del carruaje para poder salir fuera por el hueco que con su puño fuerte se hiciere.
"No creo que les moleste viajar así de juntos..." Y ciertamente no tenia el tiempo de acomodarles decentemente de nuevo.
Diestramente logró darse fuera y tomar las riendas del maldito transporte dañado y roto. Tenía que... hacerlo de una buena vez. Dejarle a él solo. Volvió la mirada a su acompañante... ya discutiendo con los atacantes. Él igual me vio... sonriéndole. Que entendiera que necesitaba que se los llevare lejos para arreglar este problema.
El susurró muy bajo algo... Y sus labios fáciles de leer para ella.
"Siempre eres muy optimista... Pero le tomaré como promesa..."
Mas valía que de verdad... le volviere a ver.
Golpeó fuertemente las riendas de su carruaje que era prácticamente solo madera y ruedas. Alejándose rápidamente de Cesar, y los otros del sabbat. Pasando entre los árboles helados y casi muertos. Con una luna que casi burlaba de su situación.
"Regresarás... Regresarás... mas vale que cumplas o yo misma te aniquilo... idiota..."
Perdiéndose murmullos y trasportes anormales entre oscuridad entera. Galopes que iban mas lejos.
El sonido de varios choques en un claro del sitio bosque. Que hacían mas intensos a cada encuentro.
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Hn. Ya me duele la cabeza, se me acaba el espacio... Mejor paro aki.
Maggie.D: Master! ¬¬ si eres MI MASTER y no predeshacer nada para evitarlo! Vale…. Anikilame… es todo lo k puedes hacer para dejar de parlotear yo. Me cuido e igual yo te kiero ne?
Sayume: Gracias O.O Xd Anda k me alegra montones k le veas….. Y no se….¬¬…… Si es basura o no. Pero ya sabes k kuando amas algo… te traumas XD eso me paso a mi. Tomare eso de consejo…sobrellevar la vida ok? Te cuidas.
RachelKaiwa.: Intrigas? No se..solo son locuras mías xD Y pues…..no se…. Nemesis es una demente. En mucho es mi vampiro en el Rol asi k no es raro k le guste ese demente Kurama. Clichés ¬¬…. Odio caer en ellos pero…. Así soy.
Miko-chan: Pues a mi igual me encanta… creo k no dejo duda de ello XD Pero ¬¬ una cosa k me molesta es k… la gente crea k amo a hiel! No no no! Yo amo a Kurama Eso es trauma aparte ¬¬
Chibi-kitsune chan: Anda rehace bien k te lo leas n.n Ah! Y si, es justo uno de los libros mas conocidos de este tema. Y si lo lees… veras todo lo k le cambio a –Abominación-
Cual sea….. año nuevo ¬¬… traumas llegan. Como sea me despido.
HN.
