5.
Y bueno había estado de acuerdo en apoyarla en aquella ocasión, ella no podía negarlo. Pero lo que había pasado apenas esta tarde...
Se levantó del sillón y fue a su recámara a cambiarse.
Regresó a la sala y tomó los anillos que colgaba de la cadenita, los que había dejado en la mesa de centro y se dirigió a la cocina donde Servando, el elfo doméstico aún seguía limpiando, a paso de tortuga, los ingredientes, la comida y los vestigios de su preparación. Esa comida no había sido tocada por sus destinatarios.
Ahora, Draco usaba el antecomedor para todas sus comidas, el que estaba adjunto a la cocina ¿o se diría que eran una sola habitación? Quizás. Solo había un arco muy delgado dividiendo los espacios; únicamente como adorno.
Observó los dos lugares que había preparado el pequeño elfo para los dos comensales. Había cubierto la mesa con un mantel beige. Los platos eran de una de las vajillas especiales. Había copas y vino tinto en la mesa y estaba adornada con dos velas en sendos candelabros de cristal cortado, y un arreglo floral entre ellos. Sintió pena de que todo su esfuerzo de anciano fuera desperdiciado.
-Servando ¿podrías, por favor levantar uno de los servicios de la mesa y dejar comida en mi plato? Cuando regrese, la comeré. Voy a salir un rato.
-¿La señorita, novia del amo, no se quedó a comer?
-No… yo regresaré en un rato. No me esperes; yo puedo calentar la comida.
-Muy bien amo.- contestó el elfo con el trapo el la mano disponiéndose a limpiar las superficies de preparación empezando por la isla en el centro de la cocina.
Draco tomó su escoba del closet en la cocina, y salió al jardín por la puerta del antecomedor, esa era ahora la puerta que se usaba principalmente para entrar y salir de su casa.
Se aseguró que el cierre del bolsillo en sus pants, en el que tenía la cadenita con los anillos, estuviera bien cerrado y se dispuso a ir a Muggle Londres. Iría a la rivera del Río Támesis. Allá podría correr las horas necesarias para calmar su cabeza y quizás poder regresar con un poco de hambre. Tal vez era un poco masoquista el ir a la parte Muggle de Londres, después de todo Hermione lo había habituado a la experiencia. El mundo Muggle estaba ligado a ella en su cabeza.
….
Después de correr por una hora se recargó en uno de los pedestales, de los que refuerzan los barandales de cantera en una sección de la rivera. Sacó los anillos con la cadenita de su bolsillo, en el que había puesto también su escoba después de reducirla antes de entrar a Muggle Londres, los sostuvo en el puño y se dispuso a disfrutar la vista unos minutos. Sin duda se sentía más optimista después del ejercicio. Mañana le enviaría un búho.
….
Unas horas antes ella caminaba apresuradamente por el pasillo hacia la puerta de la escuela. Ya estaba muy tarde, Draco probablemente estaría esperándola como siempre desde minutos antes de las 6. Pero había estado trabajando bajo presión y aún tenía que escribir los dos reportes para esa semana y los exámenes EXTASIS estaban a punto de empezar, en una semana más.
Llegó a la puerta y desactivó las protecciones, la abrió, salió, dió una sonrisa breve a su novio e inmediatamente cerró la puerta, volviendo a protegerla con los encantamientos usuales. Él sabía que debía esperarla hasta que hiciera todo el procedimiento; eran las reglas.
-Hola nena.- beso rápidamente sus labios, era otra regla, ella quería discreción mientras estaban afuera de la escuela, a la vista de los mirones -¿cómo estas?.
-Hola, cansada, muy cansada.- suspiró audiblemente- de hecho te quería pedir ¿podrías llevarme el día de hoy? No creo poderme hacer cargo de mi propia aparición, me da miedo provocarme alguna despartición.
-¿Qué pasa?- La miró con ojos consternados.
Generalmente se arreglaba cuidadosamente para pasar con él el fin de semana pero esta vez se había vestido casualmente, solamente con unos pantalones de mezclilla y un suéter simple sobre una playera-¿Estás enferma?
-No, solo cansada.- le respondió cabizbaja. -apenas habré dormido unas dos horas por la noche.
-Oh, ya veo. No te preocupes. Esta noche dormirás calientita a mi lado.- se sonrió con ella, pero ella no sentía ánimo de sostenerle la mirada. Muy pronto tendría que darle malas noticias.
Él tomó su mano. Su mano tan firme y masculina siempre la hacía sentirse segura y protegida . Y ella hizo un ruidito incómodo. -Mhm... Tenemos que hablar Draco.
-Está bien, primero vayamos a casa.- y con eso comenzó el proceso de aparecerlos en su mansión.
Con un tronido, aparecieron en el salón familiar. Ella intentó soltar su mano, pero él la tenía sostenida con fuerza. Se agachó un poco para buscar su boca, pero ella no le dio mucho acceso. Otro beso rápido y se apartó lentamente.
-Tenemos que hablar, Draco.
-¿No quieres comer primero?- le preguntó acariciando con su pulgar la mano entrelazada a la suya. Algo andaba mal. Pero no tenía ni idea de que podría ser. Quizá sólo era que estaba muy cansada, pero pronto comerían y podrían retirarse a la cama para descansar, quizás si tenía suerte le podría dejar amarla.
-No, no tengo mucha hambre, pero creo que necesito agua.- al ver que él la soltaba y se volteaba en dirección de la cocina le agarró su antebrazo y le dijo: -yo voy por ella ¿quieres un vaso de agua tú también?
-Si, gracias.
Caminó pensativa hacia la cocina. Estaba tan cansada y presentía que la plática que debían tener esa noche no iba a ser nada sencilla. Pero había que hacerlo, no se ganaba nada con huir de la realidad, de los hechos.
Tenía que regresar a la escuela esa misma noche, si no, de qué otra manera iba a poder tener la mínima esperanza de terminar todo el trabajo acumulado. Había estado dando prioridad a las responsabilidades en el departamento de justicia del ministerio, permitiendo que las tareas escolares se apilaran. Pero aún así estaba tratado de dar gusto a todos, tratando de cubrir todas las tareas.
En la escuela tenía, enfrente de su escritorio, un pizarrón en la mitad del cual hacía notas con gis y en la otra mitad, que era de corcho, podía colocar notas en hojas de papel y de esa manera llevaba control de todos los pendientes. Aún así, había olvidado que los reportes habían sido adelantados para la siguiente semana. Su amiga los mencionó durante la comida el día anterior. Algunos días la esperaban para comer con ella a las 6 de la tarde, a la hora que regresaba de su interinato; especialmente los jueves y uno que otro viernes.
….
-¿Ya terminaste los reportes finales de período para Flitwick y para Sprout?- le había cuestionado Ginny mientras comían.
Había sentido como si alguien le hubiera vaciado un balde de agua fría en la cabeza ¿Cómo era posible que hubiera olvidado que habían adelantado las fechas de entrega? ¿de qué manera podría terminar todo ese trabajo?
El pánico se había apoderado de ella. Y supo que no podría pasar el fin de semana con su novio. Bueno, de cualquier manera ya estaba por comenzar su menstruación, en cualquier momento.
Tan pronto como terminó de comer apresuradamente, comenzó a trabajar sin parar; hasta que, casi al amanecer, el sueño la venció inadvertidamente, en el instante que había bajado su cabeza por unos segundos para dejarla descansar sobre sus brazos doblados encima del escritorio.
…
Ya en la cocina de la mansión de su novio, saludó amablemente al elfo que se encontraba colocando los servicios de mesa para ellos. Generalmente, cuando llegaba con su novio, ella buscaba hacerle la plática a la servicial criatura por un tiempo, pero esta noche no tenía energía para más. Sirvió los vasos con agua, tomó dos portavasos y regresó al salón.
Le entregó su vaso a Draco, que estaba sentado en el sofá hojeando una revista Muggle de vehículos; su curiosidad por todas las cosas Muggle se había disparado cuando comenzaron su amistad.
Se sentó en el sillón individual, a la izquierda de su novio, ignorando que probablemente él esperaba que ella se sentara a su lado en el sofá, y colocó ambos portavasos en la mesa de centro de madera. Todas las superficies en esa casa, ya fueran de madera o mármol, necesitaban ser protegidas con portavasos y así evitar las desesperantes marcas circulares dejadas por el agua, los muebles eran exorbitantemente caros para ser dañados de esa manera.
Tomó un largo trago de agua mientras él dejaba el vaso en el portavasos y la revista en la mesa, para después preguntarle, al mismo tiempo que cruzaba sus brazos sobre su pecho y doblaba su pierna izquierda sobre el sillón para girarse en dirección a ella. -¿Y bien?
Ella bajó su mirada pensativamente y la mantuvo por un momento en el vaso de agua en sus manos, inhaló profundamente y comenzó. -Necesito hacer unos cambios en nuestra relación, Draco. Los exámenes ÉXTASIS están apunto de comenzar, en menos de dos semanas y las responsabilidades me están rebasando.
Tomó otro trago de agua, dejó el vaso en la mesa, se recargó en el respaldo y puso sus manos entrelazadas en su regazo.
Movió su cabeza despacio de un lado a otro varias veces y agregó: -para empezar, no me puedo quedar esta noche, necesito regresar a la escuela a terminar las tareas.
-¿Por qué? Quédate a dormir aquí, no necesitas regresar a dormir a la escuela. Te puedes regresar mañana temprano después de descansar, así al menos pasaremos la noche juntos.
-No. Será mejor que regrese hoy, así puedo trabajar un rato más durante la noche. Además no tiene caso que me quede estoy comenzando mi periodo.
Tratando de elevar el ánimo él bromeó un poco, quizás con la velada esperanza de que ella aceptara. -No me importa, podemos hacer algo bastante interesante en la regadera.
En cualquier otra ocasión ella se hubiera sumado a la diversión. Pero no ahora. No cuando estaba exhausta. No cuando sus neuronas estaban trabajabando lentamente debido al cansancio. No cuando tenía tantas preocupaciones. Cuando los malestares emocionales premenstruales se mezclaban con los malestares menstruales físicos al inicio de cada periodo. Se sentía tan incómoda y con dolor en el vientre, la espalda y la cadera. Debía de haber tomado el paracetamol o el ibuprofeno, los condenados hechizos no eran tan efectivos para esos pesares.
Además, aunque su mamá se lo había explicado, le tomaría muchos años, realmente darse cuenta, de que las emociones que sentía en esos días verdaderamente estaban muy afectadas por sus flujos hormonales. La intolerancia y desesperación, la tristeza y desolación, que una y otra vez ella intentaba justificar totalmente con lo que en esos momentos sucedía en su vida.
Torció su boca con molestia visible. -¿Eso es lo único en lo que puedes pensar? En sexo ¿Soy eso solamente para ti? Una manera de obtener placer.- se levantó del sillón y caminó hacia la mesa de billar en una esquina de la habitación.
Él se levantó del sillón también, para seguirla. -Tú sabes que no es así, estaba sólo bromeando. No necesitamos tener relaciones esta noche. Solo quédate a dormir conmigo.- Estiró su mano para acariciar su espalda.
Ella se giró un poco para liberarse de la mano en su espalda, caminó un poco alrededor de la mesa alejándose de él y continuó con un tono un tanto exasperado -No puedo ¿No estás poniendo atención? Estoy atascada con los deberes. Trabajaré en ellos durante la noche nuevamente. Y los exámenes ya se acercan. Tengo que comenzar a estudiar y planear todo.
¿Que carajos estaba sucediendo? Pensó él. No había hecho absolutamente nada para provocar su molestia, pero la podía sentir claramente. Se volteó para recargarse en la mesa de billar y agregó seriamente. -¿Sabes Granger? No creo que debas de obsesionarte de esa manera. Pinches ÉXTASIS te van a hacer los mandados, no necesitas ni siquiera estudiar, con que los apruebes será suficiente, de cualquier forma ya te ofrecieron el puesto en el ministerio.
-Bueno, pues es extremadamente irresponsable, recomendar que no estudie.- dijo Hermione apretando con sus manos la orilla de la mesa, con tanta fuerza que la sangre no llegaba a sus dedos -¿Si sabes qué hay gente celosa de lo que me ha ofrecido el ministerio? Gente estúpida de sangre pura que aún me odia. Y que sin duda aprovecharán cualquier excusa para exigir que me quiten la oferta de trabajo, estudios y acreditación en leyes que se me ofreció. Imagina que dirán cuando sus retoños de sangre pura obtengan mejores calificaciones que yo en los exámenes y yo tenga una posición que cualquiera de ellos desearía.
¡Merlin! Ella venía con la espada desenvainada. Y lo estaba haciendo sentir agredido, aún así lo intentó nuevamente. Se enderezó, giró su cuerpo para tenerla de frente y puso un puño en su costado y su otra mano en la mesa de billar.
-No necesitas sufrir de esa manera Granger, si te llegaran a retirar la oferta del ministerio, no te preocupes. Puedes seguir el camino tradicional. Bueno, tú ni siquiera necesitas preocuparte por trabajar. Yo puedo trabajar para ti, todo lo que tengo será tuyo. Además, podrías haber traído tus tareas, yo podría haberte ayudado.
-No, Malfoy, yo no necesito que me hagas la tarea, que me mantengas o que me des caridad, yo tengo talentos, me apasiona hacer lo que hago y quiero seguir haciéndolo . Además no deberías de esperar que gastara más tiempo empacando todos mis materiales para venir a estudiar acá y así poder darte el placer de calentar tu cama.
-No, reina.-le contestó él con sarcasmo en la voz.- No tienes porque desquitar tus malestares premenstruales en mí
Su cabeza se estaba calentando. Le acababa de casi ofrecer su propia vida. Estaba dispuesto a esforzarse para darle todo lo que ella necesitara y ella había dado un puntapié a su ofrenda de amor.
-El placer de estar juntos no es solo para mi. Y si así lo crees ¿qué carajos haces aún viniendo a mi casa? yo tampoco necesito de tu maldita caridad. Como si no sobraran brujas que quisieran una oportunidad de estar en tu lugar.
-Mira que el nervio de culpar a mis hormonas.- le dijo con el ceño fruncido. - Pero. Bueno. Entonces todo está perfecto.- le respondió ella, soltando la mesa y cruzando los brazos. -Porque de hecho no iba a poder visitarte nuevamente sino hasta que se acabaran los exámenes. Pero si tienes filas de chicas que mueren por tomar mi lugar y no me necesitas ¿cuál sería tu problema?
-Dos meses,- dijo él lentamente. ¿Pensabas que dejáramos de vernos por dos meses? ¡qué diablos! Yo también hice mis exámenes mientras trabajaba los fines de semana y en los ratos libres en la escuela, visitaba a mis padres y cuidaba de mi casa y nunca te puse en último lugar de la manera en que estás planeando hacerlo tú ¿Ese es el pinche lugar que tengo en tu vida? No, no lo quiero, no quiero ser lo que haces si te sobra un poco de tiempo. Lo que está al final de tu lista de deseos. No faltará quien quiera tomar tu lugar.
-¡Perfecto!- vociferó ella. -Ahora podrás darle a las multitudes las oportunidades que merecen.
-No, no es tan fácil, Granger, como si no te hubiera prometido fidelidad.
Sin responder Hermione retiró la cadenita con el anillo que llevaba en el cuello y estiró su mano para dárselo. -Aquí está, eres libre.
Cuando la observaba quitarse la cadenita con el anillo, la realidad le golpeó en la cabeza, se había subido a la emoción que ella traía. Y estaban destruyendo lo que ellos más deseaban en la vida. -No, quédatelos.- se negó a tomarlos de la mano extendida en su dirección.
Hermione los dejó entonces en la mesa, sobre el fieltro verde. Se dio vuelta para caminar hacia la chimenea y le dijo: -Eres libre. Me voy de aquí.
-No te puedes ir ¡hablando de ser responsable! Estás en peor estado que cuando llegamos, te vas a provocar una despartición.-
Cómo seguía caminando al parecer hacia la chimenea, él se preguntaba qué pensaba ella hacer. No se podía usar el floo para llegar a Hogwarts.
-Con una carajo. Tienes que esperar a que me calme para poder llevarte de regreso.
-¿Sabes qué ? estoy harta, me siento muy cansada. necesito paz, necesito que me dejes en paz.
Tomó un puño de polvo de floo, lo lanzó mientras decía: -la madriguera.
Aún lo escuchó decir -Chingada-
Y ella iba a completar la expresión de la manera que se le apeteciera a su mente. De acuerdo a ella, esa maldición había estado dirigida hacia ella misma.
Chingada suerte, eso era lo que él había dicho. Y se había quedado aún más furioso. Se había ido a la desgraciada madriguera. Maldita suerte, no tenía tiempo para él, pero si para los Weasley ¿a qué carambas había ido a la madriguera?
Si lo que pretendía era darle un tiro de gracia, lo había hecho muy bien.
