15.

Era un manojo de nervios y de hormonas. Había realmente esperado que ella lo invitara a su graduación o hiciera algún intento de acercarse. Ya casi estaba por terminar el periodo de gran estrés en su vida. Sin embargo, una semana atrás, cuando su cumpleaños llegó y se fue sin novedad comenzó a dudar seriamente que eso fuera posible. Una mendiga misiva con unas cuantas frases deseándole un feliz cumpleaños no le hubiera tomado mucho tiempo. El tiempo, o la falta de este no era la excusa en esta ocasión.

El día de su cumpleaños la había pasado celebrando con sus amigos Blaise y Nott, Draco había mencionado que podrían traer a sus respectivas novias pero Blaise insistió en hacer algo sólo entre hombres, fueron a pescar, después a comer a un restaurante italiano en muggle Londres al que él había ido algún día con Hermione. Era difícil querer organizar algo más grande cuando todas las situaciones lo mandarían a extrañar a su novia, a sentirse más solo en medio de una que otra pareja y sus expresiones amorosas. Ese día había una y otra vez tratado de dar un puntapié a su esperanza de que Hermione se acordara de él, con la creencia de que si no ponía atención no dolería más.

En fin… su cumpleaños había sido más de una semana atrás.

Ahora sabía que finalmente la iba a volver a ver, muy pronto, en una semana y un par de días. Y estaba hecho un manojo de nervios.

Y era primavera. Con uno que otro día lleno de sol, y de altas temperaturas.

Se incorporó en la cama, solo vestido con un par de bóxers, una vez sentado prendió su lámpara de noche abrió el cajón de su buró y sacó una de las fotos que guardaba ahí. La observó en la foto, les mostraba a sus amigos y a sus propios padres (los de Hermione), el diploma de terminación de estudios que acababan de entregarle (a Draco), en una ceremonia muy privada, el último día de escuela antes de las vacaciones de invierno. Después, con una sonrisa traviesa, se colgaba de su cuello para plantarle un beso desinhibido en los labios ¡en frente de sus padres!

¡Joder! Sus padres iban a estar presentes también en la ceremonia de graduación.

Unas horas después la miraba otra vez, esta ocasión en sus sueños.

Estaba arriba de ella y se besaban con desesperación, sus extremidades enredadas y su lengua dentro de la boca de ella. Gemidos de placer escapando de sus bocas. De repente ella le decía que se detuvieran "tenemos que leer Draco, tenemos que hacerlo bien, no quiero que me duela," y entonces él se dió cuenta de las montañas y montañas de libros que los rodeaban, pilas de al menos un metro de alto todo alrededor de ellos. "No te va a doler cariño" le contestaba él con voz rasposa y apresurada por continuar, "yo voy a cuidarte."

Ignoraba su sugerencia de leer para seguir besándola y entonces los libros comenzaban a caer sobre ellos.

Se despertó para encontrarse nuevamente con una erección insistente y obstinada, ¡diablos! su cuerpo no quería entender el memo que le había enviado, 'Hermione no está disponible, por favor deja de pedir atención.'

Libros pensó él, y rió brevemente ¡que bien la recordaba su subconsciente!

Antes de intentar cualquier cosa ella buscaba información, yendo a la biblioteca, a la librería. Leyendo con curiosidad desenfrenada. Así lo había hecho antes de su primer vez.

Aquel día de diciembre.

Hermione le había pedido un lunes de noviembre ir con él a su casa, así que el siguiente fin de semana se había apurado a bloquear el acceso al vestíbulo, al salón principal y al comedor. Con un poco de magia y la ayuda del elfo doméstico había hecho el trabajo necesario para que esa área de su casa fuera inaccesible. No tenía la menor intención de que su novia volviera a recordar a tortura a la que había sido sujeta en aquella parte de su casa.

El siguiente sábado, dos semanas después de que ella le había hecho la petición, Draco la esperó fuera de la escuela para después aparecer juntos en el salón familiar de su mansión.

Le mostró las habitaciones no clausuradas. Dejaron la pequeña maleta de Hermione en la recámara de Draco. Él le dijo "aquí vas a dormir, si gustas, sino hay varias habitaciones de huéspedes, pero no te las recomiendo, tuvieron huéspedes muy desagradables por un tiempo".

Le prometió que después de comer la llevaría a recorrer los jardines.

Caminaron por su casa, entraron a las 2 bibliotecas, a la oficina de su padre, a la de su madre, al gimnasio, a la muy grande sala de recepciones con su piano de cola, a las 5 habitaciones de huéspedes, a la de sus padres, a la de él, a la de el elfo doméstico, al sauna, al la cava de vinos, a su laboratorio de pociones con su closet de materias primas, al taller de su padre al de su madre y al de él, a la cocina y al antecomedor. Decidió no llevarla al sótano donde Voldemort había mantenido secuestrados a varios inocentes y donde su padre había guardado artefactos de magia negra en las tres bodegas de ese nivel de la mansión y por supuesto tampoco la llevó al salón o al comedor principal.

Durante su recorrido Draco se mostró extremadamente respetuoso, un beso tierno por acá y por allá durante el trayecto, estaba tratando seriamente de no instigar sus instintos, ella ya lo había frustrado muchas veces. Y sin embargo aún podía ver que Hermione estaba nerviosa, tropezando, tirando cosas, jugueteando con su blusa o sus propias manos, hablando incoherencias. Se imaginó que obviamente la razón de su nerviosismo era el encontrarse nuevamente en la casa donde casi tocó la muerte, donde habían residido por mucho tiempo los representantes más notables de la maldad que acabó con la vida de tantos de sus amigos.

La llevó a comer en el antecomedor, el pequeño elfo había preparado Coq Au Vin y lo sirvió con una guarnición de vegetales. Había una baguette rebanada y burgundy para acompañar el platillo.

Estaba tan nerviosa con la anticipación de lo que le iba a proponer a su novio, de que quizás le iba a entregar su virginidad, que incluso en un momento, al intentar tomar su copa, la golpeó y no solo se derramó el vino sobre el mantel sino que, al intentar atraparla, la empujó aún más fuerte y la mandó a chocar contra el arreglo floral, así fue que se rompió instantáneamente, provocando al mismo tiempo que su rostro tomara un color casi idéntico al de la bebida.

Draco se apresuró a reparar los daños con un poco de magia. Después la calmó con una caricia de su pulgar y su índice alrededor de su mentón y un beso rápido en su boca.

Cuando pasaron al postre y mientras comían la tarta con helado Hermione finalmente se atrevió a dejar de hablar incoherencias y preguntar lo que había estado intentando.

-Draco ¿eres virgen?

Casi se atragantó con el bocado que en ese momento disfrutaba.

-Qué más da.-le contestó apretando el ceño después de pasar el bocado. -¿qué necesidad hay de preguntar? mi corazón nunca ha sido de nadie más, y ahora solo es tuyo.

-Que lindo… pero de verdad, deseo que me digas si has estado con alguien en la intimidad,- continuó ella mientras cortaba pedazos muy pequeños de la tarta. -No quiero que otras personas sepan algo de ti que yo no sé. Me gustaría que no tuviéramos secretos y en la escuela hay rumores ¿sabes? Yo me imagino que no lo eres pero quisiera confirmarlo y decirte que lo acepto ¿Eres virgen, Draco?

Su boca se apretó en una línea y sus ojos se apartaron de ella mientras decidía cómo responder. Lentamente lo negó con la cabeza para después acompáñalo con un serio 'no'.

-Si… eso es lo que se dice en la escuela, eso es lo que pensé.

Él llevó sus ojos al postre y cortó un pedazo, muy despacio, con su rostro serio, estaba tratando de evitar que continuaran hablando del asunto. Hermione no le retiraba los ojos de encima, había soltado la cuchara y se encontraba muy derecha en la silla.

-Quizás ahora tú deberías preguntarme lo mismo. - le dijo mientras jugueteaba con sus dedos en su regazo.

Draco la había mirado por un segundo y cuando adivinó lo que ella iba a decir frunció un poco la boca, retiró sus ojos hacia el otro lado de la habitación, y se enderezó incómodamente.

-Realmente no quiero hablar de eso.

-Creo que deberías hacerlo, te convendría.

Ella esperó por un momento y Draco no hablaba, ni la veía. Había exhalado audiblemente, sus ojos estaban en dirección al postre pero su mirada estaba desenfocada. Pensaba en lo injusto que era ponerse celoso de que ella hubiera estado con Weasley íntimamente, cuando él había tenido varias parejas sexuales. Si, era injusto e inconsistente pero esa era la verdad, no quería enterarse de que ella había disfrutado esas actividades con Weasley, era mejor vivir en la alegre y voluntaria ignorancia.

-No... -le dijo torciendo un poco su boca. -¿Podríamos—

-Draco, aún soy virgen. -lo interrumpió ella.

Entonces fue que levantó su mirada. Su mente corría a mil millas por hora. Las implicaciones de eso, quizás ella quería guardarse para el matrimonio.

-¿no...no lo intentaron?

-Una vez estuvo cerca de suceder pero no pasó.

No le iba a explicar todo. No por ella, pero porque lo que había pasado pertenecía más a Ron que a ella. Una vez lo habían intentado en la madriguera cuando , en una ocasión fortuita, los dejaron completamente solos en la casa, todos los demás habían salido a hacer esto o aquello. Ron estaba tan ansioso y excitado que cuando le intentaba quitar el sostén ella lo tocó en el centro duro de su cuerpo, él simplemente perdió el control y terminó dentro de sus calzoncillos incapaz de maniobrar en esas condiciones su camino hacia ella. Frustrado y molesto la dejó sola en la recámara. Y cuando Hermione trataba de que hablaran él le decía que no era el momento adecuado para hablar, quizás mañana. Siempre quiso decirle que lo que le había pasado no era razón para que se sintiera avergonzado, se podía solucionar . Pero él se negó a escucharla. La eyaculación precoz, se puede tratar, ella se encargó de leer todo al respecto.

Cuando terminaron de comer salieron a explorar el jardín. Las lucecitas de las lámparas mágicas se prendían cuando ellos iban cerca. Él le dijo que al siguiente día lo podrían recorrer otra vez con la luz del sol. Caminaron tomados de las manos casi en silencio.

Ya casi era invierno y los jardines no tenían más flores que mostrar, algunos árboles ya se encontraban totalmente sin hojas, las plantas perennes ya habían sido podadas completamente para poder esperar la primavera. Sin embargo la colocación de los arbustos, los árboles, las rocas, las veredas serpenteantes, los faroles, el pequeño estanque artificial y las decoraciones aún permitían disfrutar de una caminata invernal nocturna en medio de la belleza de esa arquitectura.

Después se sentaron a observar las estrellas por un momento, era una noche muy despejada pero por lo tanto muy fría. Cuando la besó y descubrió que sus labios y su nariz estaban muy fríos decidió que era momento de regresar.

Regresaron y intentó enseñarle a jugar billar. A ella le costó mucho trabajo pegarle a las bolas y en las múltiples partidas sólo pudo meter 2 a las troneras de la mesa.

Finalmente se iban a retirar a dormir.

Llegaron a la recámara del chico y él se comenzó a despedir de ella en la puerta.

-Que tengas dulces sueños muñeca. -le dijo con su mano en la mejilla de ella, acariciando suavemente con su pulgar.- Me voy a quedar en la recámara de mis padres. Es la que está inmediatamente subiendo las escaleras, si te acuerdas ¿verdad?

Apoyó su mano sobre el pecho de su novio y apretó un puñado de su camisa. -No Draco, quédate conmigo... por favor.

Permaneció en silencio un momento mirando su rostro. ¿Para qué serviría que se quedara con ella? Iba a ser una tortura para él.

-¿Estas segura?

-Si, por favor.

Así que entró a su propia recámara pasando saliva. Seguramente sólo lo quería ahí porque tenía miedo de su casa, de estar sola en la propiedad donde había sido torturada… ella y quién sabe cuánta gente más.

Se prepararon para dormir casi en silencio y respetando sus espacios. Lavaron sus dientes y sus caras. Él se cambió a su pijama en la recámara, mientras ella lo hacía en el baño. Cuando estaba listo se metió a las cobijas apagó la luz principal y encendió la lámpara del buró.

Un momento después ella salió del baño.

Tenía puesto algo entre camisón y negligee de seda negro, de tirantes; muy delgado y demasiado pequeño para ser considerado camisón pero muy discreto para ser considerado negligge. Le llegaba a la mitad del muslo. Él se preguntó en su cabeza porque dormiría en una ropa tan delgada en esa época del año.

Caminó descalza hasta la cama y Draco le abrió las cobijas, su corazón ya palpitaba desenfrenado, podía darse cuenta claramente de que ella no traía un brazier bajo la delgada pieza de tela, y se iba acostar así, en su cama, con él, con sus brazos desnudos, prácticamente sus piernas en esas mismas condiciones, su pecho difícilmente cubierto por la muy delgada tela.

Ella se sentó en la cama, subió sus piernas y por un momento su ropa de dormir se deslizó para dejarlas casi desnudas. Draco vio sus piernas y su pecho apenas cubiertos con la sedosa y pequeña pieza de ropa; a pesar de la poca cantidad de luz alcanzó a percibir sus pezones endurecidos.

La estaba esperando apoyado sobre su codo.

Su corazón quería salirse de su pecho.

Había dejado su antebrazo justo en la orilla de la almohada de ella y su otra mano sosteniendo las cobijas. Cuando ella se acostó, quedando su cuello sobre el brazo de su novio, él la cubrió para después acostarse junto a ella aún manteniéndose sobre su costado. Inmediatamente Hermione se acurrucó a su cuerpo, amoldándose a él. Se acercó aún más, apretó un puñado de sus cabellos y empujó su cara hacia la de él, trazó los labios del chico con su lengua húmeda para después besarlo. Deseo que él abriera más sus boca y acarició sus labios con su lengua, invitándolo a responder. Lo oyó gemir y entonces respondió, se besaron casi con furia. Jadeantes. Lenguas, labios y dientes, chocando, encontrándose, separándose casi como en una batalla desesperada del uno contra el otro.

Mientras se besaban Draco deslizó su brazo alrededor de la cintura de ella. La acariciaba con dedos ansiosos. Quería deslizar su mano hasta la orilla de su camisón y luego subirlo para investigar qué sorpresas había debajo. Podía percibir que ella traía ropa interior de encaje, podía adivinarlo por la sensación bajo las yemas de sus dedos; no sabía si ella querría que lo hiciera, si desearía seguir o si lo pararía otra vez. Su emoción se estaba saliendo de control.

Quería ver cierta parte de su cuerpo por primera vez.

Nunca lo había hecho.

Quería ver su hermosa intimidad cubierta de encaje. El deseo era intenso… arrollador.

Hermione lo sintió moverse bajo sus manos.

-Estás temblando cariño.

Él exhaló audiblemente su deseo, tomó la pequeña mano con la suya considerablemente más grande y la dirigió hacia el centro de su cuerpo para que sintiera cuán rígido estaba.

-Te… deseo… con locura, Hermione. -le dijo con voz entrecortada en medio de su respiración laboriosa. Trago saliva y retiró la mano de su novia de la dureza de su cuerpo. -Pero no te preocupes... puedo ir al baño y remediar este problema.

-No, cariño. -Hermione le rogó y regresó su pequeña mano al centro duro y extremadamente sensible del cuerpo de su novio, deslizó su pulgar sobre la longitud de su erección, acarició el borde de la punta de su pene, fácilmente reconocible bajo las ropas, y mojó sus labios ostentosamente.- Te necesito Draco ... Hazme tuya. Te necesito dentro de mi... por favor.

Eso era todo lo que él necesitaba. Se lanzó encima de su cuerpo como un depredador. Le abrió sus piernas y se acomodó en medio de ellas. Bajo a apoyarse en ella y la presionó con todo su cuerpo mientras acariciaba con una mano su nalga cubierta por el camisón y con la otra se detenía encima de ella para graduar la presión que ejercía sobre el cuerpo de su amada y así no dejarla sin respiración.

Su lenguas se acariciaban. Sonidos primitivos, casi animales escapaban sus bocas. Sus corazones latían desenfrenados. Sus pelvis se encontraban una y otra vez queriendo unirse.

El se enderezó y se hincó sobre sus piernas. Sus ojos estaban desencajados de placer. No tenía paciencia de quitarle el camisón así que lo agarró por el escote con ambas manos y lo desgarró con movimientos firmes y llenos de prisa.

-¡Oh no! ¡Era nuevo! -Lloró Hermione. El fin de semana anterior había ido a conseguirlo y había pagado muchas libras, tanto por él como por la pieza de ropa interior de encaje que llevaba debajo de este.

-Calma muñeca... yo me encargo de conseguirte veinte iguales.

Ok pensó ella, no era el momento para empezar a quejarse de que invirtió horas en ir a conseguir ese camisón para que sólo lo hubiera podido usar unos cuantos minutos. Con suerte había servido su propósito y él guardaría por siempre en su memoria la imagen de ella en ese camisón.

Se disponía a inclinarse para atender el pecho de Hermione cuando ella habló:

-Espera, amor. Tengo un poco de miedo. - Hermione mordió su labio inferior al mismo tiempo que jalaba los lados rotos de su ropa de noche para cubrir su pecho. -¿sabes? Me he enterado de que para algunas mujeres es muy doloroso la primera vez. No me preguntes porque, pero quizá vaya a ser mi caso. Bueno, una palabra: genética.- Sostuvo ambos lados de su ropa de noche con una mano mientras se estiraba para alcanzar un pequeño frasco con un ungüento que había dejado en el buró. -Estudie un poco al respecto y hay algo que se llama doble himen y otra cosa que se llama himen microperforado. En el mundo muggle esos problema lo resuelven con una pequeña cirugía ambulatoria. Pero me dieron esto en San Mungo.- le mostró el frasquito. -Me dijeron que sólo lo aplique si es muy doloroso porque tiende a adormecer todo alrededor de donde se coloca y entonces no podré sentir sensación alguna.

Draco tomó el frasco, lo miró brevemente con desdén, lo dejó en el buró y sonrió.

-¡vamos! Estas matando el momento Granger- Le dijo con una sonrisa divertida ¿dónde está tu espíritu Gryffindor de aventura?- agregó y después comenzó a desabotonar su pijama mientras seguía hablando. -Yo te cuido ok, vamos a ir despacio y con cuidado, yo también sé una u otra cosa y bueno, si algo duele me dices.

Terminó de quitarse el saco de la pijama y la camiseta que traía debajo. Sabía que tenía que ir lento, tenía que seducirla poco a poco para ayudarle a que sus músculos se relajaran, para que olvidara el miedo, para que disfrutara, tenía que planear una estrategia.

Primero la iba a acariciar y a besar hasta que le rogara por más.

Tomó sus pequeñas manos y las colocó en sus pectorales, tomó un lado de su camisón de noche y con sus manos arrancó el tirante después lentamente descubrió un seno de su novia dejando que la tela y después su dedo rozaran el pezón erecto mientras movía la ropa fuera del camino "oh" gimió ella. Hizo lo mismo del otro lado. Tomó las manos femeninas que ya habían encajado un poco sus uñas en su pecho de hombre y las llevó hacia arriba de la cabeza de ella.

Observó sus senos hermosos con los pezones erectos por un momento muy largo, pasó su lengua sobre sus labios y su cadera se movió involuntariamente. Se dobló para acariciar el pecho de su chica, no podría hacerlo con sus manos pero si con su boca.

Sería la segunda vez que tocaría sus senos piel con piel.

Puso su mejilla sobre uno de los pezones por un momento. Después los acarició con su rostro, con todo su rostro, moviéndose de un seno al otro, sintiendo la suavidad, la maleabilidad de esa parte de su cuerpo, chupando y mordisqueando los pezones de momento a momento. Hermione se curvaba hacia él, ofreciéndole más de su cuerpo, gemidos mezclados con su nombre salían desesperados de su boca.

-¡Ohhhh! Draco. Ohhhh. Mhhhh.

Caramba , ese momento estaba lleno de magia, la estaba haciendo perder el control.

Ella comenzó a querer jalar sus manos fuera del confinamiento donde las mantenía él. Era imposible. Él era muchísimo más fuerte que ella.

Siguió jalando sus manos. La tensión sexual la llevaba a curvarse, a temblar, a que su cuerpo se moviera casi convulsivamente.

Draco lamió su camino hacia su oreja mordió el lóbulo y después lo chupó.

Como él estaba ahora más cerca y ella estaba desesperada por contacto en ese lugar donde lo necesitaba, levantó su cadera para sentir esa parte del cuerpo de su novio que ella ansiaba que la invadiera.

-¡Ohhh, Hermione! -murmuró él chico en su oído -¿Estás lista muñeca?

-Si… por favor... penetrame.

Rápidamente se levantó de la cama, tomó sus tobillos, la giró para que sus piernas quedaran hacia un lado de la cama y la jaló para acercarla a la orilla. Su cama era muy alta, la dejaba exactamente a la altura donde el la necesitaba.

Tenía que comprobar que efectivamente estuviera lista. Sino la iba a voltear e iba a besar toda su espalda, su cuello.

-Eres hermosa. -le dijo mientras tomaba la orilla de su ropa de encaje y la jalaba haciéndose un poco para atrás para deslizarla sobre sus piernas y así dejarla totalmente desnuda, finalmente vió su centro. -Tan hermosa. - un poco de líquido seminal escapó de su cuerpo. Se acercó a ella, en medio de sus piernas.

Paso saliva y llevó un par de dedos a su propia boca, los humedeció de saliva y los llevó a su centro. La abrió un poco separando los labios de su cuerpo femenino y la acarició con sus dedos húmedos. -mhhh. Estas tan mojada… ¡oh! tan empapada, no necesitabas ayuda.- Se sentía débil de tanto deseo, más líquido brotaba de la punta de su masculinidad. La toco aún más y retiró sus dos dedos sin retirar su mirada de la de ella. Después los llevó a su boca y lamió la humedad que había quedado en ellos. -Deliciosa. - Le dijo después de lamer sus propios labios en placer.

Estaba lista para él. Tan lista.

-¡oh, amor!, no me tortures. Desnúdate ya.

-La paciencia es una virtud, nena. -Le dijo con una sonrisa seductora.

Ella se enderezó y lo observó quitarse el resto de su ropa, era... hermoso.

Tenía que hacerlo, no se lo perdonaría a sí mismo si no lo hiciera. La tomó de los hombros con firmeza y la movió para que se recostara en el colchón. Tomó sus manos entre las de él y las llevó a sus senos a juguetear entre ambos con los pezones, con la mágica consistencia de los montículos, suaves, maleables, capaces de entretenerlo por minutos sin fin. Entonces se dobló y lamió su clítoris ¡tal como lo había deseado! Ella estaba al borde de la locura, movió sus manos para agarrar puñados de su cabello rubio, lo despeinaba empujándolo hacia su centro, desesperada. Toda la energía frustrada de su deseo. Entonces sintió un dedo largo y ágil que entraba a la parte más íntima de su cuerpo empujando y acariciando la parte interna de su clítoris. Si habia apertura suficientemente amplia en su himen, acababa de comprobarlo, sólo faltaba ver si esa piel no era demasiado gruesa. Siguió moviendo su dedo, que bueno que se aseguró de acostarse con las manos muy limpias.

-Ohhh, ohhh. - Gemía ella ¡Era el cielo! La estaba llevando al mismo paraíso.

Él se enderezó y tomó su miembro para acomodarlo en la entrada de su cuerpo, con su otra mano siguió apretando su pezón para distraerla y deslizó su lengua por sus propios labios mientras la veía casi en un éxtasis de amor. Entonces empujó para pasar la barrera.

-Auch. -dijo Hermione- pero él ya estaba adentro. Completamente. Comenzó a moverse hacia adentro y hacia afuera, rítmicamente sintiendo como una explosión de placer descontrolado lo invadía.

-¿te duele?- le preguntó, parando por un momento el movimiento de su cuerpo, cuando vió que efectivamente había una expresión de dolor en su cara.

-Si, un poco, -le contestó un poco asustada.

-ok muñeca, vamos a hacer algo diferente el día de hoy.

Salió de su cuerpo y metió un dedo de su mano derecha para acariciar ese lugar donde estaban las raíces de su clítoris. Iba a tratar de evitar tocar la parte de atrás, donde probablemente se había roto su himen. Su mano izquierda se movió para atrapar la mano derecha de ella y llevarla a que acariciara su propio clit. -Me vas a ayudar ¿ok? -finalmente él tomó su miembro en su mano izquierda.

Movía su dedo hacia adentro y hacia afuera poniendo presión en esa zona dentro de su vagina justo abajo de su clit, mientras ella se acariciaba por fuera. La observaba con pasión mientras su otra mano dividía sus atenciones entre los pechos de ella y su propio miembro masculino. Sus emociones se sumaban, se multiplicaban. La podía ver acelerando sus movimientos. Se estaba acercando a su clímax. Él quería estar adentro de ella cuando eso sucediera.

-Déjame saber cuando vayas a llegar, quiero estar ahí.- Le dijo, concentrado en su pene, para así estar listo para ella.

Ella cerró sus ojos curvó su cuerpo hacia arriba y mordió su labio, estaba tan cerca, sentía la inmensa energía concentrándose dentro de ella, en su centro, como un volcán a punto de hacer erupción.

-Ohhh. Ya. Ven.

Draco rápidamente sacó su dedo y la penetró con fuerza dándole una dimensión extraordinaria a su orgasmo. La sentía contraerse violentamente alrededor de él y se esforzó a aguantar para poder seguir dándole placer durante su clímax. La penetraba con furia, exactamente como ella necesitaba.

Las contracciones bajaban de intensidad, entonces él se permitió finalmente abandonarse a su propio orgasmo. Pequeños gruñidos salían de su boca e, incapaz de seguir moviéndose, fue Hermione la que lo apretaba con los músculos de su vagina. Estaba muriendo… había llegado al paraíso.